—¡Disparen no dejen que se valla! —. Ordeno Anderson. <<Adiós lucí>>.

Una bala había alcanzado el hombro izquierdo de Lucí, estaba herida, otra bala rozo su puntiaguda oreja derecha haciendola caer pero como pudo se volvió a levantar y una delgada linea de sangre comenzó a deslizarse por su cara.

<<Maldición>> Pesó la pelirosa.

El viento soplaba en esa oscura noche y gotitas de lluvia caían mojando el delgado cuerpo de lucí. La sensación de la joven al conocer un nuevo mundo que no fueran esas frías celdas donde la tenían encerrada fue algo indescriptible.

El lugar parecía estar desierto, no se veía ni un alma, ni siquiera ningún animal. Volvió a correr alejándose de ese lugar donde vivió toda su vida, huía hacia su libertad.

<<Ahora nadie podrá detenernos, somos libres, podemos...>>

—¡No, no, no! — Se gritaba Lucí, así misma. —No volverás a matar a nadie— se decía golpeándo su rostro para dejar de escuchar esa maldita voz de su cabeza.

<<Vamos fue divertido matar a esos hombres, podemos seguirlo haciendo, los humanos son débiles. No puedes, ni debes confiar en ellos esta en su naturaleza tracionar, mentir para conseguir sus objetivos. Te lastimaran si confías en esos...>>

—¡He dicho que no! ¡no!

<<Bien como quieras, cambiaras de opinión algún día y cuando eso suceda estaré ahí>>

Lucí dejo de escuchar esa voz y esta vez solo caminaba por las calles oscuras lo cual no era problema para ella quien tenia una excelente visión. Por suerte ahora no la seguian.

La lluvia seguía y en esta ocasión con truenos, parecía no acabar nunca. Lucí mojada de pies a cabeza se dejo caer de rodillas al suelo, se encontraba preguntándose si todo valía la pena.

—Claro que valió la pena —. Se dijo animándose, a unas dos cuadras alcanzó a ver un almacén a medio cerrar, se dirigió al lugar, no se encontraba personas, cajas tiradas por aquí y por alla, telarañas por las esquinas de las paredes.

Lucí se quedo rufiguiandose del frío en ese almacén.  Al amanecer escucho ruido cerca y se puso de pie para observar cuidadosa de no ser vista.

Al parecer le seguian el rastro <<¿Que jamas se cansan?>> pensó.

<<Dejame ayudarte, los mandare a volar a todos>>

—Puedo yo sola.

La pelirosa escucho un sonido extraño de una de las cajas tiradas y al acercarse observo algo curioso, eran dos garitos peleándose por un pedazo de carne, ambos tenían el mismo color de cabello blanco con manchas negras.

<<Hey dejarme divertime con esas dos criaturas>>

—Pero que lindos son, sus orejas... sus orejas son como los míos —Dijo lucí sin darle importancia a la voz.

La joven tomo cuidadosamente a uno de los gatitos con sus temblorosas manos y lo acarició con ternura era la primera vez que demostraba afecto a alguien. El gato ronroneaba.

—¡Hey aquí esta! —. Grito el hombre con su arma de calibre 50.

<<Valla, valla te encontraron al fin. ¿Que haremos?>>

La joven dejo en el suelo al animalito y con sus ojos llenos de ira volteó, solo tenía una cosa en la mente y era proteger a los dos gatos.

El hombre comenzó a disparar pero las balas no se dirigían a la muchacha que se cubrió con sus brazos, si no a lo que ella intentaba cuidar, matando a los gatitos indefensos.

<<Es mi turno, esto sera divertido y lo disfrutare>>

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Este es la parte final del capítulo espero que les guste y  comenten sus opiniones. Que tengan feliz lectura.