Cuidados fraternales:
Cuidados fraternales
Kevin condujo hasta donde vendían comida rápida, compro dos hamburguesas y unos refrescos, no podía dejar a la chica sin comer, no sabía desde cuando que no lo hacía y temía que se desmayara en su coche.
Después de pagar, Kevin se dirigió a su casa, aún no hablaba con la joven, no sabía que decirle o que preguntarle, ni siquiera entendía porque la ayudaba, solo sabía que quería hacerlo.
Cuando llegaron a su casa, Kevin aparcó su coche en frente, luego salió para ayudarla a salir. Subieron dos escalones pequeños, giró él pomo de la puerta y entraron ambos en esta.
La casa de Kevin no era tan grande aunque era acogedora, solo tenía dos recamaras, un baño, la cocina y la sala que se unía con él comedor.
-Bien llegamos, esta es mí casa... Em yo... Yo... Me llamo Kevin y no tengas miedo no te haré daño aunque eso es obvio -. Dijo Kevin nervioso nunca había estado solo con una mujer.
-Lucí -. Mencionó la pobre chica en voz tan baja qué el no pudo oírla.
-¿Perdon?
-Me... llamo... Lucía -. Repitió la joven.
-Lindo nombre Lucí, así se llamada una persona muy querida para mí. Ten -. Dijo el pelinegro ofreciéndole la hamburguesa que habia comprado amablemente para ella.
Kevin observo a Lucí comer, comia cómo desesperada.
-¿Desde cuando que no comes? -. Pregunto Kevin, con interés.
-Dos días -. Respondió sin rodeos, Lucí.
-Perdona que te pregunte pero ¿Tus orejas son de un disfraz? -. Inquirió kevin, interesado obsevandola.
Lucí frunció el ceño, no podía responder, su mente estaba en blanco y su respiración comenzó agitarse.
<<Hay que matarlo, el solo se interpondrá en nuestros propósitos>>
-¡No! -. Lucí se grito con miedo, otra vez oía esa voz que la molestaba con matar de nuevo.
-¿Estas bien? -. Interrogó el pelinegro angustiado. Sin darse cuenta estaba intranquilo y la abrazo con fuerza, ella le daba un sentimiento de apego, afecto, estima, cariño. Era extraño pero necesitaba protegerla, acogerla y apoyarla.
Para kevin, Lucí estaba indefensa y el necesitaba algo que había perdido mucho tiempo atrás con la muerte de su hermanita, estaba claro que no era lo mismo, que no la conocía pero inconscientemente trataba de relacionarla con su familia perdida así la tendría de regreso.
Lucí se sorprendió puesto que el chico aún la abrazaba y ella se aparto. Kevin no pudo evitar tocar sus puntiagudas orejas.
-Rayos... son reales -. Habló Kevin, sin poder creerselo.
-Te... doy miedo
<<Vez te lo advertí nadie te aceptara, dejame encargarme de el>>
-Por supuesto que no, solo me sorprendió, jamas vi a nadie así. Eso es todo, disculpa -. Se disculpo Kevin, la había ofendido.
-Esta bien entiendo.
-Ehmmm... mañana le pediré a una amiga que vaya contigo a comprarte ropa y otras cosas más intimas -, aviso él pelinegro ruborizado poniéndose de pie fue a su recamara y saco de su armario una blusa negra, unos pantalones de mezclilla color azul y volvió a salir. -Por ahora ponte esto, perdona no puedo ofrecerte cosas de mujer.
Lucí tomo las prendas y kevin le dijo donde debía cambiarse, así ella lo hizo, y también vio entre la ropa que habia una gorra para cubrirse sus extrañas orejas.
-Esa gorra sera para mañana, no podrás salir sin que la gente te observen curiosas -. Avisó Kevin asomándose tapando sus ojos con las manos para no verla.
-Ah, claro... aveces no puedo evitar odiarlas y ya termine de vestirme -. Dijo Lucí, con tristeza.
-No digas eso, eres diferente pero buena persona y eso para mí es suficiente para confiar en ti -. Ánimo Kevin a Lucí dándole palmaditas en su espalda.
-Mañana iremos de compras, así te distraes un rato conmigo y Maria una amiga de la universidad -Continuo hablando Kevin dirigiéndose a la sala y sentándose, luego lo siguió Lucí.
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Aquí tienen un nuevo capítulo que disfruten la lectura gracias.
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