Celos

Habían pasado varias semanas y todo transcurrió con normalidad Kevin iba a la Universidad, algunos días María lo acompañaba de regreso a casa. Lucí y Mía se quedaban en el hogar haciendo el aseo.

Pero algo pasó esa tarde dónde el sol iluminaba con intensidad, Kevin regresaba como siempre del colegio en su escarabajo como él le decía, el día había sido ajetreado pues había tenido exámenes que realizar.

Estaciono el auto y bajo de el con pesadez, camino lento hacia la puerta y la abrió, paso cerrando tras de él. Dejo caer su morral en el sillón moviendo los hombros, estaba cansado, estresado y con mucho sueño, no había dormido en toda la noche por estudiar.

Buscando con la mirada no pudo encontrar ni a Mía ni mucho menos a Lucí. Caminó directo al cuarto de esta última pero no la encuentro y eso le preocupó bastante preguntándose donde estarían.

Las horas se iban rápidamente y cuando escucho que tocaban la puerta observó que eran las siete en punto en el reloj que tenía colgado en la puerta, corrió tan rápido como pudo aún estando cansado, abriendo la puerta vio a las dos chicas junto con María.

—Hola Kevin —. Saludó Mía con una sonrisa inocente.

Lucí no sabia si saludar o mejor quedarse callada pues sintió en aquella mirada del chico entre preocupación y enojo, así que pues mejor optó por quedarse callada bajando la mirada apenada.

—Kevin, no te enfades solo las saque un momento de compras y para distraernos —. Se excusó María.

—Pasen —. Hablo Kevin serio haciéndose a un lado para dejarlas entrar.

En aquel instante se sentía cómo un padre regañando a sus hijas por no pedir permiso y además llegar tarde pero en verdad que se había preocupado mucho por ellas, después de todo era responsable de esas dos chicas.

María le contó lo mucho que habían caminado y hablado sobre él, bueno al menos con Mía porque Lucí estaba con ellas pero ausente.

Lucí solo observó en todo momento como Kevin escuchaba y se relajaba. No pudo evitarlo, sintió un infinito impulso de romperle el cuello a esa mujer que se atrevía a quitarle la atención de él.

—Kevin... —. Lucí no pudo continuar insistiendo, era como un ser invisible ahora, una opresión en su corazón la hizo correr a su habitación con lágrimas en los ojos; de nuevo llorando por segunda ocasión.

¿Cómo se llamaba ese sentimiento que sentía? Ni ella misma lo sabía pero quería matar a esa tal María lento y dolorosamente con sus propias manos. Incluso se lo imaginaba en su retorcida mente.

—Lucí... ¿Por Qué saliste corriendo así? —. Preguntó Mía preocupada recargandose en el marco de la puerta, no sabia desde cuando había empezado a no soportar ver a Lucí llorar; no le gustaba para nada.

—No... quiero... verlo... con... ella... la... odio —. Apenas pudo pronunciar aquellas palabras ocasionadas por el llanto y sin saberlo también por los celos.

—A eso se le llaman celos, Lucí. No pudo creerlo —. Mía se sentó en el borde de la cama, aun lado de Lucía y se quedó con ella en silencio.

Kevin para entonces estaba totalmente relajado ya no estaba molesto pero quería ver a Lucí, hablar con ella y ella no estaba ahí con él.

Era extraño pero aún sabiendo que estaba en su cuarto ya la extrañaba y quería estar junto a ella, ya empezaba a desear que su amiga se fuera para ir corriendo a la recámara de Lucí.

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Melisa la parte más oscura de Lucia despertó manipulandola, salió para solo ver a los dos jóvenes despedirse con un beso en la mejilla y Melisa lanzó una pequeña ventisca con la suficiente fuerza para solo lanzar a María fuera de la casa.

Ahora Melisa se adueñaba no solo del cuerpo si no también de la casa, era suyo y no iba a permitir que una tonta se lo quitara. La veía como un ser tan inferior; una débil y común humano y aunque ellas habían nacido de unas de esos seres, la pelirosa y todas de su misma especie se creían superiores.

Kevin ayudo a María a levantarse del suelo con una media sonrisa pues había caído en una posición muy graciosa mientras que Mía intentaba controlar la situación con Melisa.

—Así que al final has regresado —. Hablo Mía recordando la promesa que le hizo a Lucí de ser necesario si ella volvía.

—Oh Mía, soy parte de ella y ella de mí ¿Qué creías? ¿Eh? —. Respondió sarcástica,  —Te diré una cosa y no creas que es por ayudarte, me importa muy poco si mueres pero... Bueno se acerca una presencia de nuestra misma especie, es peligrosa a pesar de no llegar a mi nivel.

Otra ráfaga de viento salió en esta ocasión más fuerte que la anterior para golpear a Mía que cayó junto con María que había vuelto a caer aplastandola. Lucí sacudió su cabeza volviendo en sí; miedo y vergüenza fue lo que se apoderó de ella al ver lo que había hecho.

Había lastimado a Mía y a la amiga de Kevin.

Lucia se dio cuenta que no iba a poder con Melisa, que ella siempre se saldría con la suya y aunque no quería admitirlo era más fuerte que ella, a pesar de ser las mismas, que compartían el mismo cuerpo eran muy diferentes, Lucí podía escucharla, sentirla; al final no estaba totalmente sola.

No era un consuelo para Lucí pero nunca había estado sola. Anderson también pero no como Melisa, no era igual.

Volvió a ayudar a María a levantarse y a Mía, para Kevin era extraño ya que se cayeran, y por sobre todo la forma en que lo hacían. No era normal.

Todo había pasado, María ya se había ido, Mía dormía cómoda en el sillón. Kevin se encontraba de pie en la oscura habitación de Lucía debatiéndose si acercarse o no, quería estar a su lado, quería tocar su cabellera rosa, quería acariciar su mejilla, pensando por último en tocar sus labios carnosos rosados.

¿Pero porque quería tocar sus labios? ¿En qué demonios estaba pensando? Se preguntó. Ella solo era su amiga casi su hermana y ahora estaba pensando en eso, no, estaba mal. ¿Enserio estaba mal en querer besarla, en querer tocar su piel suave?

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Un capítulo más, ¿Que opinan del cambió de sentimientos qué Kevin también va teniendo?
Valla celos que tiene Lucí  ¿No lo creen?
Que disfruten de la lectura, gracias.