Capítulo 2
Los chicos comenzaron a correr sin estar muy seguros de su destino, todo sonaba distorsionado; la fuerte lluvia, el sonido de escombros cayendo, truenos, y el desespero, no los dejaban escuchar ni pensar con claridad. Corrieron por unos minutos hasta que lograron ver la casa de Lucas y Mandy.
Entraron con desespero a la vivienda, todos se tiraron al suelo intentando recuperar el aliento.
― Chicos, no quiero asustarlos, pero... ―Lucas señalo como el agua entraba por la rendija de la puerta, cubriendo todo el piso y elevándose con gran rapidez.
Todos se levantaron mirando como el agua entraba sin problemas y con agresividad.
― ¿De dónde salió tanta agua? No creo que sea por la lluvia ―comentó Kristina.
― Yo tampoco ―agregó Lucas.
― Subamos al segundo piso.
Todos corrieron por las escaleras hasta llegar al segundo piso. Un trozo de madera choco contra el techo haciendo un agujero por donde comenzó a entrar la lluvia con furia.
Siguieron a Mandy hasta su cuarto y no les quedo de otra que enroscarse unos con otros a esperar que la tormenta terminara.
Luego de una hora de espera, la lluvia cesó, Drake fue el primero en levantarse y echar un vistazo a la casa.
Salió del cuarto y encontró que el agua llegaba a la mitad de la escalera; asomo la cabeza por la ventana del pasillo y pudo ver que el clima se había calmado, pero se horrorizo al descubrir que el agua llegaba a la mitad de muchas casas.
― Estamos inundados ―dijo al regresar a la habitación intentando mantener la calma.
― ¿Estamos atrapados? ―preguntó William.
― Podríamos salir por la venta nadando, de todas formas, no hay un lugar al que podríamos ir, el pueblo esta bajo el agua, tuvimos suerte que la casa de Mandy es de las pocas con dos pisos.
― ¿Qué hacemos, William? ―preguntó Lucas― ¿Deberíamos esperar a que baje el nivel del agua?
― Es lo más sensato.
― Ustedes quédense aquí, yo iré a mi casa.
Drake no espero una respuesta de parte de sus amigos cuando salió de la habitación para dirigirse a la ventana del pasillo.
― ¿Qué piensas hacer? ―lo detuvo Lucas desde el portal de la habitación.
― Tengo que buscar a mi padre.
― Es muy peligroso.
― No me quedare aquí sin saber en el estado en que esta mi casa, sin saber si... ―Drake apretó los puños con fuerza― sin saber cómo está mi padre.
― Te acompaño.
― No ―dijo con firmeza― espérame aquí, no tienes porque ponerte en peligro, además, ellos te necesitan más.
Lucas asintió con un sabor de amargura en su boca.
Sin mirar atrás Drake se lanzo por la ventana hundiéndose en el agua; miro arriba y vio a Lucas mirarlo desde la venta. Sin dar espacio al arrepentimiento nado con rapidez en dirección a su casa; a pocos metros consiguió una puerta flotando que uso como balsa para no cansarse tanto.
Mientras mas avanzaba, el desconsuelo y el desespero se apoderaba de él, su corazón se aceleraba, sentía que no podía respirar, cada vez las casas parecían estar mas hundidas. Por fortuna algunas familias habían logrado subir a los techos de sus casa, y entre la oscuridad de la noche logro ver algunos padres acurrucarse con sus hijos sollozando.
Con la cantidad de agua cubriendo el pueblo, Drake no estaba muy orientado, según sus cálculos ya debía haber llegado a su casa pero solo veía agua, trozos de madera flotando, y algunos techos que sobresalían.
― ¡PAPA! ―comenzó a gritar una vez que el desespero le ganó― ¡PAPA!
Grito una y otra vez mientras intentaba localizar su casa; en su cabeza no cabía que fuera posible, no podía pasar, su padre no podía estar muerto.
― ¡PAPA!
― ¡Drake!
Al escuchar su nombre giro para ver de quien se trataba, a lo lejos una pequeña luz lo apuntaba. A medida que se fue acercando noto que sus amigos venían remando en una balsa de verdad.
― ¿De dónde sacaron eso?
― Estaba en la casa.
― No encuentro mi hogar ―se apresuró Drake sin importarle mucho que hacían ahí― No sé dónde estoy.
― Deberíamos estar cerca ―comentó William.
― Drake... ―llamó Lucas― mira...
Drake siguió con la mirada lo que Lucas apuntaba, era un techo puntiagudo, con un molinete en la punta. Al verlo Drake se espantó, porque reconocía este techo, era de la casa que estaba justo en frente de la suya, miro abajo al entender que esta flotando arriba de su propia hogar y sin pensarlo dos veces se hundió en el agua.
― ¡Drake! ―gritaron todos.
Lucas también se lanzo en busca de su amigo, en la oscuridad y dentro del agua turbia ninguno podía ver nada.
Siguiendo la intuición Lucas se hundió buscando a Drake. Ambos nadaban sin rumbo debido a la oscuridad y no saldrían a la superficie hasta que no encontraran su objetivo.
― ¡Lucas! ¡LUCAS! ―comenzó a gritar Mandy desesperada― ¡Regresa aquí!
Al escuchar los gritos Drake entendió que Lucas seguramente había ido a su búsqueda; salió a la superficie y comenzó a llamarlo con fuerza.
Lucas salió con desespero respirando por la boca y Drake nado hacia su encuentro.
― Estas loco ―dijo tomándola por la cintura y ayudándolo a subir a la puerta de madera.
― Tu estas mas loco ―respondió Lucas aun agitado.
― Es mi padre, tengo que buscarlo.
― Drake ―Lucas tomo un último bocado de aire―, lo siento mucho amigo, de verdad, pero tienes que ser realista, ya no puedes hacer nada.
Lucas abrazo a Drake antes de que este pudiera siquiera reaccionar ante sus palabras, comenzó a sollozar sin querer hacer mucho escándalo.
― Tal vez se salvó, tal vez...
― Drake ―dijo Lucas mirándolo a los ojos― sabes que no, él sabía que algún día iba a pasar, y también sabía que serias fuerte.
Ambos se volvieron a abrazar mientras sollozaban, los demás se quedaron en silencio respetando el duelo.
― ¿Y ahora que? ―preguntó Carlos rompiendo el silencio después de varios minutos.
Todos miraron a William instintivamente.
― Bueno... ―dijo después de un largo suspiro― lo he estado pensando en estos minutos y creo que es momento de que por fin vayamos a la cúpula.
― ¿Estas bromeando?
― De todas formas, si nos quedamos aquí no sobreviviremos cuando se haga de día, no hay donde resguardarse y aun hay personas que podemos salvar, hay familias que esperan que alguien los auxilie.
― ¿Y cual es el plan? ―preguntó Drake.
― Para esto fue que hicimos los sótanos ―recordó Lucas.
― Así es ―afirmo William― es momento de ir a la cúpula.
Cúpula
Industrias Nueva Era
A las 3 de la mañana, Paz, una estudiante de último año de medicina, dormía en el escritorio de los laboratorios de las industrias Nueva Era, tenía su mejilla derecha apoyada en un libro sobre la mesa y la boca entreabierta mientras un hilo de saliva comenzaba a salir, aun tenia los lentes puestos, pero fuera de su lugar.
Wang, un joven asiático estudiante de ingeniería, entro en el laboratorio y comenzó a reírse en silencio al ver la situación. Se acercó a Paz y le quito los lentes con mucho cuidado de no despertarla, los metió en su bolsillo y buscó por el frio e impecable laboratorio algo con que poder despertarla; tenía que ser algo que la hiciera molestar, si no, no valdría la pena el esfuerzo.
En una mesa con varios tipos de tubos de ensayo, algunos vacíos y otros con líquidos sospechosos para los ojos de Wang; encontró unos insectos parecidos a unos escarabajos enjaulados que estaban siendo estudiados ya que presentaban mutaciones. Tomo uno por el caparazón y lo coloco en el rostro de Paz.
Al sentir las cosquillas que producía el insecto al caminar, por instinto, Paz llevo su mano al rostro tumbando el bicho a la mesa, al sentir el cuerpo del insecto en su mano abrió los ojos lentamente y al ver la mancha negra frente a sus ojos se incorporó sobresaltada cayendo de la silla. Wang comenzó a reírse a todo pulmón.
― ¿¡Estas loco, Wang!?¿¡Y si es venenoso!?
― ¿Cómo sabes que soy yo? ―dijo entre risas.
― ¡No estoy tan ciega, imbécil! Dame mis lentes.
― Yo no los tengo, seguro se cayeron al piso ―Paz comenzó a palpar el piso en busca de los lentes, esto hizo que Wang riera aún más―. Que inocente.
― ¡Dámelos ya! ―Wang saco los lentes de su bolsillo y se los entregó a Paz― ¿No tienes nada mejor que hacer? ―dijo colocándose los lentes.
Vio al insecto caminando en la mesa y lo tomo con sumo cuidado para colocarlo en su lugar.
― La verdad es que no, me toco la guardia nocturna y ya estaba aburrido de perder mi tiempo observando esos monitores, como desperdician mi talento. Supuse que estarías aquí estudiando como la nerd que eres, pero al verte dormida no pude desaprovechar esa oportunidad.
― Puedo imaginarlo, un blanco fácil.
― No me des todo el crédito, toda tú es un blanco fácil ―Paz puso los ojos en blanco.
― Tienes razón, tú no tienes créditos en nada, solo pasas los días esperando a que algo interesante pase por esos monitores ―la cara de risa de Wang desapareció por unos segundos, luego volvió a sonreír.
― Eso fue golpe sucio, me enorgulleces, al fin estas aprendiendo.
― No hay nada que pueda aprender de ti.
― Espera, espera, el truco está en hacer insultos sinceros y creíbles, ya estas exagerando, hay mucho que deberías aprender de mí, tu solo eres una enfermerita.
― Y tu un vigilante ―dijo Paz con una sonrisita de satisfacción
― Bien, creo que has estado pasando mucho tiempo conmigo, será mejor que nos demos un tiempo, van a pensar que eres mi novia ―Wang hizo como si le dieran escalofríos.
― Concuerdo contigo, me harías un favor si dejaras de molestar; además, no quiero me comparen con las cabezas huecas con las que sales.
― Tienes razón, pero para pasar el rato es mejor así, son más divertidas y bonitas de lo que tu podrías ser.
― Y después me dices a mi ciega.
Esas palabras si habían molestado a Paz, no porque las dijera Wang, él siempre decía cosas hirientes por molestar y ya estaba acostumbrada, pero no era al único que había escuchado decirlo.
Ignoro a Wang y volvió a sumergirse en el libro que había estado leyendo antes de quedarse dormida, luego miro a través del microscopio que tenía a un lado.
Wang pasaba el tiempo suficiente molestando a Paz para saber cuándo había logrado su objetivo, así que decidió dejarla tranquila por los momentos.
― ¿Necesitas ayuda con algo?
― No, estoy estudiando el tejido del escarabajo, no necesito tus escasos conocimientos de ingeniería para esto.
― ¿Eso es todo lo que tienes? ―dijo Wang burlándose.
Paz se alejó del microscopio frotándose la cien.
― Escucha, he pasado toda la noche estudiando, no sé ni qué hora es, estoy cansada, frustrada y especialmente no estoy para soportarte hoy.
Wang sabía que tal vez una disculpa amansaría el estado de Paz, pero esa clase de cosas no estaban en él.
― Por lo mismo soy tu mejor remedio, respira, relájate y podemos caminar un poco, charlar... ¿Qué tal va la cura? ¿Funciona?
― Shhhhh, te dije que no hablaras de eso más nunca ―susurró Paz.
― Uy, lo siento, pero aun no me has dicho si dio sus frutos tu operación suicida para ir a buscar una... ¿Flor era?
― Si, era una flor, y si, dio sus frutos, y no, no fue una operación suicida, suicida hubiera sido no hacer nada mientras el huracán destruía esa nueva especie.
― Puedes hacer que suene muy heroico, pero es lo que es, convenciste de que te llevaran al exterior aun sabiendo que se aproximaba un huracán, aun no se como tu tío lo permitió.
Paz se encogió de hombros.
― Lo único que lamento es no haber podido hacer nada por los apatriados de ese pueblo.
― Ya vienes con tu sentimentalismo ―dijo Wang poniendo los ojos en blanco.
De repente la puerta del laboratorio se abrió abruptamente.
― ¿¡Dónde está Wang!? ―Wang se giró firme, esperando a que la prominente silueta de su jefe lo viera― ¿¡Qué diablos haces aquí!? Hay disturbios en las puertas de la cúpula y no estabas para avisar.
Paz abrió los ojos como platos y salió corriendo del laboratorio.
― ¡Espérame!
― No, tu no iras a ningún lado, estas amonestado ―dijo el jefe reteniendo a Wang.
Paz dejo que Wang resolviera su problema y sin más demora se dirigió a las puertas de la cúpula.
Las puertas de la cúpula era el sitio más feo del lugar, no había piso, sino arena, no había arboles ni grandes estructuras, solo unos cuantos camiones, tanques, un pequeño cuartel nada estético donde entrenaban y vigilaban los soldados, y unas carpas donde eran atendidos los soldados heridos o los enfermos que traía Joaquín, su tío, de afuera.
Joaquín era un hombre ya mayor, se había convertido en el ejemplo a seguir de Paz desde que sus padres habían muerto, tenia cierto poder en las decisiones de la cúpula, pero al mismo tiempo tenia una gran compasión por los apatriados e intentaba ayudarlos clandestinamente, muchas veces viaja hacia las afueras con la excusa de fines científicos, pero en realidad muchas veces había ayudado a Drake y su equipo, una mala costumbre que Paz habia heredado.
Paz se dirigió directamente a la carpa donde solía estar su tío. Al entrar efectivamente su tío estaba ahí, hablando con otras dos personas que a Paz no le importaban.
― ¿Qué está sucediendo? ―preguntó sin más.
― ¿Qué haces aquí?
― ¿Por qué no respondes?
― Porque no te incumbe, Paz. Ya te he dicho que no puedes entrar así como así y mucho menos preguntar cosas que no son de tu responsabilidad.
— Se que hay una huelga afuera —soltó Paz sin rendirse a que su tío le diera una explicación.
Joaquín se froto la cien con frustración, les pidió disculpas a sus compañeros y llevo a Paz fuera de la carpa.
— Te he dicho que te mantengas al margen —le dijo una vez estuvieron solos.
— Solo quiero saber que ocurre, no es normal que los apatriados vengan aquí, y justo después de un huracán.
— Por eso mismo están aquí, se quedaron sin hogar, y ahora exigen que les abramos las puertas.
— Y supongo que no lo quieren hacer.
Joaquín no pude responder debido al sonido de la gran puerta abriéndose. Un camión de la cúpula quería entrar, pero los apatriados lo impedían; los soldados salieron y comenzaron a rebatir a los apatriados con golpes y gases lacrimógenos para impedir que pudieran pasar.
— Hay que hacer algo —dijo Paz sin dejar de mirar como golpeaban a los apatriados.
— Estoy intentando hacer algo, tu mantente al margen ¿De acuerdo? —exigió Joaquín a su sobrina.
— Esta bien —mintió.
Sin apartar la vista de las puertas, Paz observaba como golpeaban e incluso llegaban a disparar a los apatriados mientras el camión terminaba de entrar. Un grupo de apatriados jóvenes resistían y peleaban más que los otros, esquivaban los golpes y respondían con cierta facilidad.
Las puertas comenzaron a cerrarse y hasta el último momento los apatriados dieron pelea, entre el altercado Paz pudo ver como una niña se colaba entre las personas sin ser detectada. Paz corrió hacia la pequeña que buscaba un lugar donde esconderse.
— ¡Oye! —la llamo Paz.
La niña al verla corrió deprisa hacia el otro sentido, Paz intento alcanzarla, pero la niña era más veloz.
Un soldado atrapo a la niña y le tapó la boca para que sus gritos no se escucharan.
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