Capítulo 23: ¡Caos! Los Caballeros de los abismos
Narrador: Las fuerzas del mal siguen propagando el por todas partes.
El mundo se ha convertido en un inmenso caos.
Docrates se apodera de Saori, Himea y del casco Dorado.
Después de un combate sin piedad, los Caballeros del Zodiaco consiguen derrotar a su enemigo y recuperar el casco Dorado.
Sin embargo, todavía les queda por reunir el resto de las piezas de la Cloth Dorada.
Queda mucho camino por recorrer.
~
Después del ataque de Docrates, se vio la necesidad de que se renovara la mansión Kido.
Saori había esperado que esperar más de lo habitual para reunir a los Caballeros en la mansión Kido hubiera calmado a Tatsumi y no culpar a los jóvenes mientras gritaba. Después de todo, todavía estaban en una situación en la que tenían que estar tranquilos y reflexivos. Desafortunadamente, Tatsumi no parecía pensar eso porque, a pesar del cuidado de su señora, no había cambiado de humor desde la última vez.
Tatsumi: ¡Son unos incapaces! ¿Por qué se libraron de ese hombre sin antes hacerlo hablar? ¡Era la oportunidad de averiguar donde esta el resto de la Cloth Dorada y lo han estropeado! -Preguntó a todos mientras Saori estaba sentada al lado de una mesa con el casco Dorado y Himea al otro lado mientras Rubius esta sentado en la mesa.
Todos estaban en silencio, solo escuchando sus palabras.
Saori: Tatsumi, lucharon para salvarme a mí y Himea-chan. Para ellos era una cuestión de vida o muerte. No tenían otra elección.
Himea: En todo caso, aunque fuera nuestro rehén, jamás hablaría. Es de aquellos que mueren a toda costa para no revelar la identidad de su "Señor". E incluso son ellos mismos, quienes los matan.
Tatsumi: Pero, señoritas...
Saori: En cualquier caso, este incidente me ha enseñado una cosa que jamás hubiera imaginado.
Los caballeros se le quedan viendo.
Seiya: ¿Ah sí? ¿Y qué es? –Preguntó ahora mirándola.
Saori se levantó de su asiento y fue hacia la ventana que estaba a lado de Himea. Su mano enguantada tocaba la ventana mientras ella parecía muy pensativa.
Saori: Hay alguien que está detrás de Docrates. Y es el que de verdad desea la Cloth Dorada.
Seiya: ¿Qué persona? ¿Quién?
Saori: Alguien que maneja los hilos de la maldad desde las sombras. Un personaje que no tiene el menor reparo en comprometer a la humanidad, para conseguir sus fines maléficos.
Shiryu: ¿Tiene la Fundación alguna prueba de la existencia de es esa persona y de su identidad?
Saori: No, solo es una intuición. Aunque estoy segura de que es acertado.
Seiya: ¡Ah! Claro, ya entiendo. –Preguntó con una voz aparentemente aliviada, Saori, tienes grandes habilidades de persuasión.
Saori: ¿Qué?
Seiya: Eres muy convincente. Casi me creo tu cuento de hadas. Yo no soy el único. Mira a esos tontos, que cara han puesto. –Se volvió hacia los otros que tenían sonrisas en sus rostros.
Saori: No sé si tomar eso... como un cumplido. –Sonríe gentilmente.
Seiya: ¿Cómo? ¿Tu intuición no te dice que si es un cumplido? –Pregunto, quien hizo reír a todos esta vez.
Seiya tenía un don para relajar una atmósfera pesada y aterradora a pesar de las cosas serias que debían resolverse con urgencia.
Shun: Seiya, ya que hablas de poder. Lo que dices tiene que ver con las últimas palabras de mi hermano. –Seiya se gira y lo mira– Él nos habló de que algo raro ocurre en el Santuario. Estoy seguro de que Docrates no nos atacó por casualidad.
Saori: Yo también lo creo, aunque no vale la pena hacer especulaciones. Necesitamos pruebas concretas... –Dijo una vez que caminó hacia el gran mapa del mundo en la pared y el guante que estaba a su lado– Lo que está claro es que están ocurriendo cosas extrañas en el Santuario. Y no hay posibilidad de saber cuáles son. Mientras tanto, el provenir del mundo está en peligro. –Gira el globo hasta que se detuvo en el mismo lugar de Grecia.
~
–¿Cómo? Quieres decir, ¿qué no has derrotado a esos Caballeros y tampoco Docrates y te atreves a volver sin el casco Dorado? –Dijo el Patriarca.
Gigas: Hice todo lo posible, maestro...
–¡Inútil! –Alzó la voz al levantarse de su lugar– ¿Ya has olvidado el consejo que te di cuando te puse en ese puesto? ¡Qué al menor fracaso que tuvieras, lo pagarías con tu vida!
El anciano retrocedió unos pasos, no queriendo pensar en ello.
Gigas: No, Maestro, le suplico que me dé otra oportunidad. –Su espalda estaba presionada sobre una de las columnas del lugar– Tengo un plan que nos permitirá deshacernos de una vez por todas de los Caballeros del Zodiaco y con el que recuperaremos el casco Dorado.
El Patriarca se le acercó, Gigas pensó que lo mataría, pero se pasó de largo –De acuerdo. Después de todo, conseguiste gran parte de la Cloth Dorada. Te daré otra oportunidad. Como esta vez no lo consigas, lo lamentarás.
Gigas sintió un poco que su cuerpo le pesaba, pero pudo incorporarse; entonces mandó a traer a Shaina de Némesis.
Gigas: Espero que lo hayas entendido, nuestras vidas están en juego. Tenemos que ganar la confianza de nuestro maestro. –Dice sentado.
Shaina: La culpa es tuya. Te empeñas en enviar a hombres, cuando una mujer es la más indicada para vencer a los Caballeros del Zodiaco, acabar y recuperar la Cloth de Ofiuco de quien proclama ser Selene. Déjamelo a mí... –Se dio la vuelta.
Gigas: Espera un poco, pequeña. Eres mi jugada maestra y prefiero reservarte como último recurso. Tiene que haber alguien que sea capaz de liberarnos de ellos.
Shaina: Conozco a esas personas. Otras mujeres.
Gigas: ¿Otras mujeres?
Shaina: Y son de total confianza.
Gigas: Estoy seguro que te refieres a esa especie de tigresas que el hermano de nuestro maestro exilió a una isla. ¿No estás hablando de Geist y Erza?
Shaina: En efecto. Con sus hombres acuáticos, son invencibles.
Gigas la miró por un momento para aprobar el plan.
Gigas Muy bien. Pues, ¿crees que es la solución para nuestros problemas? Daré órdenes para que estén aquí lo antes posible.
Shaina: No lo lamentaras. –Le aseguró– «Tiembla Seiya, la hora de tu muerte esta próxima.»
Manda volar a un águila mensajera, llegando a una isla tétrica, con castillo. En una de sus ventanas se asomaba una mujer con una Cloth de serpiente marina y vio al ave mensajera, se río cuando leyó la carta de su protectora se dirigió a ver a sus hombres y a su mano derecha.
–Erza.
Alguien repentino con su Cloth puesta, subió.
Era una joven de pelo largo al estilo de picos muy importante apunta hacia afuera en todas direcciones de color rubio, ojos castaño claro, la cual está cubierto con una máscara. La Cloth que lleva es de la constelación del purgatorio: La coraza se divierte una luz de corte adornada con muchas puntas redondeadas, mientras los círculos del cuello alto son mucho más amenazante y oscuro, con los colocados en la parte más alta son más grandes que los otros. Sus hombreras enormes, compuesto de tres platos colocados uno sobre el otro, están cubiertas de espinas sin embargo, aún más grande, decorada con franjas con céntricas que se proyecta hacia el exterior, y tienen similitudes con los que cuelgan de los numerosos platos que forman la armadura de Guardar-renes, con los más altos están fijados a un cinturón con una hebilla de rayas similar pinchos. Los guantes poseen pequeños picos que sobresalen hacia atrás en sus bordes, y las partes superiores de los brazos están cubiertos por lo que parece ser algún tipo de cota de malla. Sus piernas están completamente cubiertos también: las placas de protección de deporte los muslos redondeados picos similares a los de la coraza, mientras sus tumbas están adornadas por las puntas mismas que cubren sus hombreras, con las que sobresalen de los lados de sus guardias de la rodilla siendo en cambio más pequeños y curvados y el casco con cabeza de perro infernal.
Ambas se dirigen a otra parte del castillo.
–Vengan a mí, Caballeros de los abismos... ¿Estás ahí, Serpiente? ¿Te encuentras ahí? –Vio una silueta que colgaba de una de las columnas de piedra– Acude a mi llamado... ¡Delfín! –Ordenó y de una cascada salió.
–A tus servicios, mi señora.
–Preséntate en seguida... ¡Medusa!
Medusa emergió de las aguas, reuniéndose con sus compañeros.
–A tus órdenes.
–Alégrense. Porque nuestra hora ha llegado. –Les muestra la carta.
Erza: Una carta del Santuario.
–Por fin se terminó este exilio. Nos dejan volver.
Los otros tres examinan el mensaje y se ríen, entonces saltan de un barranco y nada en el mar, y atacan a un barco.
~
En la televisión y en línea, la noticia fue muy mala. Los terroristas se habían apoderado de varios barcos y los detonaron con sus tripulaciones.
–No han habido supervivientes a este ataque, aunque los barcos de rescate siguen recorriendo el área de la tragedia. Ni siquiera ha podido ser localizado resto alguno del naufragio, por lo que se supone que la explosión...
Tatsumi: –Apaga la televisión, y voltea a ver a los cuatro presente– Es terrible.
Himea: Ni que lo digas. -Comento seria ante esos ataques- Una cosa es atacaron a nosotros y otra al mundo. Han cruzado la línea. –Dijo molesta.
Saori: Una tragedia. Estoy preocupada porque tenemos un barco petrolero en esa zona.
Cuanto más Saori quería aprender más sobre esto, más inmensa era su preocupación. El petrolero de la Fundación Graad navegaba por esa zona y temía que los terroristas comenzaran a operar lo tomarían. Esa fue la razón por la que se puso en contacto con el director del departamento marítimo para asegurarse de que todo iba bien. Lamentablemente, aún no había respondido.
Cuando finalmente sonó el teléfono, Saori ni siquiera pareció esperar un segundo antes de levantar el teléfono y rápidamente se lo colocó bajo la oreja.
–Departamento Marítimo. Me han dicho que quiera hablar conmigo.
Saori: Le agradezco su llamada. ¿Ha oído la noticia? Quería saber en qué condiciones esta nuestro barco petrolero. –Dijo algo consternada.
–¡Acabo de enterarme que unos piratas lo han secuestrado! –Dijo el hombre que estaba en teléfono.
Saori: ¡Qué! –Se alarmó, sobre lo que escuchó mientras Himea jadeo sorprendida por lo que escucho.
Los terroristas que se habían apoderado del barco, tenían varias demandas. Estos se referían a los Caballeros del Zodiaco, así como al casco Dorado. Saori no había tenido otra opción. Se había visto obligada a advertir a Lucy y los demás, y hacer que vinieran a su casa a pesar de sí misma. Hizo todo lo posible para mantener la calma hasta su llegada e intentó explicarles claramente la situación sin temblar.
Saori: Estos piratas han puesto una condición para devolver el barco. Quieren que los cinco Caballeros del Zodiaco vayan a bordo del barco y que traigan el casco Dorado con ellos... De no ser así, han amenazado con hacer estallar el barco con todos sus tripulantes a bordo. ¿Qué podemos hacer? -Dijo mientras Seiya estaba apoyada contra una pared con los ojos cerrados y luego los abrió cuando dijo la última parte.
Lucy: ¿Y Su Alteza?
Saori: ¿Cómo?
Lucy: ¿Dijiste 5? ¿Su Alteza no cuenta?
Saori: Ese es el problema. Himea-chan no es Caballero a mi cargo, ella es un Caballero libre, pero cumple con su deber de seguirme. Y por lo tanto, es mejor no involucrarla.
Lucy: ¿Sabes que eso no la detendrá? Ella es tan cabezota, que no lo dudará y se lanzará a la guerra antes de que nos demos cuenta.
Saori: Lo sé, soy consciente de ello. Por eso, quiero que la cuiden y más porque su Cloth solo le permite 5 min. de tiempo.
Shun: Nuestros enemigos no han tardado mucho en aparecer. –Comentó.
Shiryu: Estoy seguro que es una maniobra para eliminarnos. –Agregó.
Hyoga: Desgraciadamente no hay forma de saber eso hasta que no vayamos a la cita. –Dijo indignado, teniendo sus manos detrás de su cabeza.
Seiya: La única alternativa que tenemos, es ir.
Himea: Seiya-san tiene razón. Debemos actuar rápidamente. Y solo hay una cosa que hacer.
Seiya: Tomemos el casco Dorado y partamos de inmediato.
Tatsumi: ¡Estúpido! –Protestó– El casco Dorado es demasiado valioso. –Dijo muy enojado hasta que tuvo una sonrisa en su rostro– Mientras la Fundación puede comprar docenas de petroleros. Destruyan ese barco si eso les divierte.
Saori/Himea: ¿Has perdido la razón? –Exclamaron indignadas, haciendo que las mirara.
Tatsumi: ¿Eh?
Saori: Si ese barco llega a hundirse, no solo su petróleo creara una marea negra como nunca se ha visto, sino que además, se propagara su radiación de sus motores nucleares de tal manera que acabara con la vida marina. -Dijo haciéndole entender la situación desde otra perspectiva.
Tatsumi estaba en silencio y muy conmocionado por esto mientras Saori inclinaba la cabeza y cerraba los ojos, ya que todo era demasiado malo.
Seiya: No dejaremos que hagan eso, está en juego nuestro honor de Caballeros. –Dijo mientras hacía que Saori levantara la cabeza y lo mirara– No permitiremos que nos arrebaten el casco Dorado. Lo llevaremos como señuelo para traerte ese barco. Te lo prometo.
Los ojos de Saori temblaron ligeramente.
~
Himea se encontraba en su habitación, se ve en el espejo de cuerpo haciendo una mueca de disgusto por usar un largo vestido blanco con adornos en oro.
Himea: «Creí que nunca volvería a usar este vestido. Me trae malos recuerdos al usarlo. Y más, porque era de mi madre...» –Pensó triste al recordar esos recuerdos.
Himea escucha el golpe de la puerta y se gira para recibir a Kai.
Himea: Adelante. –Deja pasar a Kai a la habitación.
Kai: Srta, ya es hora. –Le informó haciendo una reverencia al entrar a la habitación.
Himea: De acuerdo. –Dijo saliendo de la habitación, seguida tras de ella, Kai y van a la habitación principal– ¿Listos para partir?
Seiya: ¿Desde cuándo nuestra hermana tiene que vestirse como señorita? –Pregunto divertido.
Himea: Desde que acordamos que yo sería la carnada. –Dijo obvia– Pero no te creas, después de esto, volveré a vestir mis ropas de siempre.
Shiryu: A mí me gusta más así, hermana. –Comentó.
Hyoga: Concuerdo con Shiryu. No todo el tiempo te vemos vestida así, Hime-nee.
Saori/Lucy: Sí. –Les hacen segunda.
Himea: –Les ve sorprendida– Arigato, pero me gusta más ser menos femenina. Eso se lo dejo a Saori-chan. –Halago.
Shun: Debemos partir.
Himea: Cierto. Shun, tiene razón. Y cuánto antes mejor, para así poder quitarme pronto este vestido.
Los chicos se preparan para salir de la mansión con el casco Dorado. El viento soplaba muy fuerte ya que el helicóptero estaba listo para partir una vez que subieran a bordo. Saori los miró con tristeza, angustia y miedo desde su ventana.
Shiryu fue el primero en entrar, luego Hyoga, Shun, Lucy, Himea y finalmente Seiya, que tenía el casco en sus brazos. Saori vio a Seiya agitar su mano brevemente antes de volver al aire. La puerta se cierra una vez que entra por completo y se va a su destino.
Saori: Abuelo... Ayúdales. –Ve el retrato del señor Mitsumasa.
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Gigas seguía con Shaina.
Gigas: Shaina, me has aconsejado bien. Y pensar que Geist se ha apoderado de un petrolero de la Fundación.
Shaina: Espero que cumplas tu promesa. Y que cumplas tu promesa, y que la liberes cuando haya cumplido su misión. –Le recuerda.
Gigas: Por supuesto. Tus amigos se han portado bien. No pareciera que llevarán tanto tiempo en el exilio. Aunque nuestro antiguo Maestro no le gusta nada su actitud. No merecieron recibir ese castigo, solo quisieron eliminar todos ellos barcos que contaminaban el mar. Lo cierto, es que estuvieron a punto de conseguirlo... es esa experiencia que los hace tan valiosos. Geist y sus Caballeros de los abismos son exactamente lo que necesitamos. Vamos. No te preocupes, liberare a tu amiga. –Le aseguró.
Shaina: Y harás bien. Porque entonces, ella y yo formaremos la alianza más poderosa que jamás hayas conocido.
Se imaginaba como su protegida y ella harían un gran equipo.
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Ya estaba oscureciendo afuera cuando el helicóptero se dirigía al mar.
El viaje continuó en silencio y con incertidumbre. Nadie quería hablar sintiendo el peligro inminente. Las facciones de los Caballeros estaban tensas de angustia.
Seiya miraba por una de las ventanas del helicóptero.
Seiya: Hay algo que no le he confesado a Saori-san, no quería atemorizarla. Pero vamos directo a una trampa... –Dijo, quien era el único sentado en ese momento.
Los demás estaban escuchándolo.
Seiya: Estoy seguro de que además de querer el casco, aprovecharan para liberarse de nosotros. –Concluyó.
Lucy: De lo contrario, cualquiera podría llevarles el caso Dorado.
Shiryu: Tienes razón, de otro modo, no habrían insistido tanto en que fuéramos directamente nosotros quienes les lleváramos el casco Dorado. –Dijo mirando a los otros.
Hyoga: Pues les aconsejo que tengamos mucho cuidado. –Dijo, estando de pie con una sonrisa en su rostro.
Shun: En cualquier caso, debemos estar extremadamente alertad.
Himea: No te preocupes, mientras nos quedemos juntos, todo estará bien. Ya lo verás.
Shun le sonríe a Himea. Ella le devolvió la sonrisa y los dos Caballeros se sintieron un poco mejor. Este también fue el caso de los otros Caballeros presentes en el helicóptero que habían recuperado la confianza en sí mismos desde la pequeña discusión que habían tenido porque les había animado a prepararse mejor contra sus adversarios si buscaban confusión.
Cuando llegaron al petrolero, el ambiente no era feliz. Toda la tripulación había sido tomada como rehén y atada de forma segura por el cuidado de los Caballeros de los abismos que se habían apoderado del bote. Fue realmente morboso.
Una vez que llegamos por encima del barco, notaron que alguien les grita.
–Soy el Caballero de los Abismos de la Serpiente de Mar. Escuchen. Van a ser buenos y hacer todo lo que se les diga. De momento, van a bajar al puente con el casco. Si intentan cualquier cosa extraña, haremos estallar las turbinas nucleares del barco. –Dijo el Caballero de los Abismos con una ropa verde y morada que lo hacía parecer que ni siquiera era un Caballero.
La puerta del transporte volador se abrió, revelando a los Caballeros y salen de un salto.
Todos aterrizan en el barco y el helicóptero se fue. Se miraron el uno al otro en silencio.
–¿Cuál de vosotros es el Caballero de Pegaso y Ace? –Preguntó la Serpiente de Mar.
Al escuchar sus nombres de Caballeros, Seiya y Himea dieron un paso al frente con el casco Dorado sin dejar de sospechar. No se confiaban en los terroristas después de todo.
–Dáselo a la chica. Y que ella se dirija hacia nosotros. –Hizo lo que le dijeron que hiciera. Y Himea va hacia ellos.
Seiya: Quisiera saber si tienen más partes de la Cloth Dorada aquí.
–Nosotros hacemos las preguntas. -Gritó el segundo hombre que parecía ser el del Delfín.
Seiya: Vamos, no es para tanto. –Dijo con voz suave– Por supuesto, a menos que ustedes sean como Docrates. Y qué alguien los esté manipulando como marionetas.
Los Caballeros de los abismos no respondieron y agresivamente les arrojaron unos grilletes de metal a los pies haciendo que diera un paso atrás.
–No sé de qué estas hablando. Pónganse los grilletes. –Les ordeno Delfín con una voz brutal.
Seiya les miro con aprensión.
–¿Acaso quieren que hagamos estallar los motores atómicos del barco? –Dijo Serpiente de Mar con una gran sonrisa en su rostro mientras la tripulación estaba aterrorizada con la mención de esa frase.
Seiya se dio cuenta de esto, tomó los grilletes de metal y caminó hacia sus amigos. Él comenzó a ponerlos sobre ellos para que pudiéramos mover nuestros brazos al menos. No se defendieron al menos. Una vez hecho esto, Seiya se volvió para mirarlos.
Himea los miró con tristeza, angustia y miedo. Quiso ir a ayudarlos, pero sabía que eso podría arruinar el plan y solo se quedó observando, impotente.
–De rodillas y con las manos atrás. –Indicó bruscamente Serpiente de Mar a Shiryu, Hyoga, Lucy y Shun.
Shiryu: ¿Qué es lo que dices? ¿Quién te has creído que somos? –Protestó enojado.
Shun: ¡Shiryu! –Le llama, recordándole la peligrosa situación.
Hyoga: De momento, hay que seguirles la corriente, Shiryu.
Lucy: Si nos revelamos ante ellos, pueden matar a los cautivos y secuestrar a Su Alteza.
Luego comenzamos a arrodillarnos con las manos en el suelo. El último en obedecer fue Shiryu, por supuesto, y solo miro a Seiya.
–¿Y estos son los terribles Caballeros que han derrotado a Docrates y Cassio? –Preguntó Serpiente del Mar con voz burlona– ¡Ja! Miren que pinta de indefensos tienen ahora. ¡Qué patéticos Caballeros te conseguiste, Kurusugawa Himea!
–Seguro que les vencieron porque emplearon mal sus artes. –Le segundo Delfín– Realmente crees que esa mujer sea el Caballero que están buscando. –Dijo a su compañero, señalando a Lucy.
Seiya: Nos enfrentamos a ellos en combate leal. Es muy curioso, dan la impresión de estar demasiado bien informados para ser gente que dice ser que no tiene nada que ver con el Santuario.
–Empiezas a fastidiarme, y tengo ganas de darte una lección. –Serpiente de Mar salta y estaba al mismo nivel que el Delfín– No tengas miedo. Enséñanos, si te atreves alguna de tus habilidades.
–Como verás, estamos reservándote un trato especial.
Seiya: Ustedes son los que van a recibir una lección.
Delfín y Serpiente de Mar corren rápidamente hacia Seiya, cuando él bloquea el ataque e intenta contraatacar cuando se da cuenta de que su puñetazo atravesó goma.
Seiya: ¿Qué pasa?
Seiya e intente nuevamente, pero fue el mismo resultado que la última vez.
Entonces el otro Caballero Fantasma vino y noqueó a Seiya. Luego lo mantiene en su lugar mientras Serpiente Marina se mueve hacia él.
Seiya: «¿Qué pasa?»
Los dos oponentes vuelven a correr hacia Seiya y él va hacia ellos.
Seiya: ¡Se arrepentirán! –Dijo e intente nuevamente golpearlos, pero fue el mismo resultado que la última vez.
Con cada golpe que golpeaba, los Caballeros de los abismos no parecían sentir ni el más mínimo dolor. Pero no fue solo eso. Su Cloth no parecía ser la Cloth de Caballero, sino algo más misterioso y extraño.
Delfín lo golpeó en la cara y noqueó a Seiya y lo agarró por detrás.
–Pobre iluso. –Dijo Serpiente Marina– Tus golpes no funcionan en nosotros. ¿Olvidas que somos hombres acuáticos?
Delfín se mantuvo en su lugar mientras Serpiente Marina se mueve hacia él y le da un puntapié, sin darle oportunidad a Pegaso de contraatacar. Comenzaron a golpear a Seiya sin piedad para devolver el ataque; los otros cinco solo observaban.
Mientras Seiya estaba ocupado luchando contra los dos Caballeros de los abismos, los cuatros Caballeros del Zodiaco encadenados prepararon en silencio un plan aprovechando el hecho de que nadie los estaba mirando. Aparte de los Caballeros del Zodiaco, nadie sabía que la Cadena de Andrómeda podía detectar enemigos, individuos llenos de odio o personas tan monstruosas que solo podían ser inhumanas. Pudo encontrar un enemigo que estaba a años luz de ella. En este preciso momento, estaba buscando a una persona que había visto discretamente desde lejos porque se había dirigido hacia el interior del barco y avanzaba lentamente hacia su presa, que estaba en la maquinaria del barco, donde se encontraba Medusa.
Cuando Shun estaba seguro de que había encontrado al último Caballero de los Abismos, asintió con la cabeza a Hyoga, Lucy y Shiryu. Los cuatro Caballeros del Zodiaco se concentraron y utilizaron sus cosmoenergías. Pero tuvieron que actuar rápidamente porque Seiya estaba en desventaja.
–Acabemos con él. Ya me empezó a aburrir. –Dijo Delfín que se apoderó de Seiya.
El Tiburón iba a dar el golpe de gracia, pero al oír que algo se rompió los interrumpió, al mismo tiempo que la cadena atacó al caballero de Medusa.
Luego se liberan y se levantan del suelo mientras los Caballeros de los abismos los miran. Y eso no fue todo. A su vez, parecían listos para pelear y esta vez formaron un grupo de seis contra dos. Lo cual no era una ventaja para los Caballeros de los abismos. El miedo hizo que los acuáticos perdieran toda confianza y dejaron de pelear.
El colgante de Himea comienza a brillar, transformándose en la Pandora Box Dorada de Ofiuco. La Pandora Box reaccionó, se abrió para revelar: la Cloth de Ofiuco y se desacopla.
La Cloth fue al cuerpo de Himea y se la puso: Primero la protección de las piernas y pies, a continuación, dos hombreras alargadas como si fueran mangas, el protector del torso es completo y se unifica a la cintura otorgándole dos protectores, en los costados, los brazos se unifica como dos guantes cortos de color dorado, convertidos en muñequeras, al igual que en los protectores de los antebrazos, lo último en colocársele fue una diadema decorativa, y en el centro una pequeña cabecita de una cobra de ojos rojos unida a una máscara que cubre solo sus ojos.
Himea: ¡La Guardián del Triunfo de la Tierra, Saint Ace!
Los rodean mientras los dos estaban conmocionados por esto.
Seiya: Han hecho muy mal en humillarnos. –Dijo, mirando severamente a los Caballeros de los abismos– Ahora nos toca a nosotros. Será ojo por ojo y diente por diente. ¡Pegasus Ryūsei Ken! –Comenzó a dar forma las 13 estrellas de su constelación y finalmente hizo su movimiento para derribarlos.
Esta vez los golpes los golpearon.
Shiryu: ¡Rozan Shō Ryū Ha!
Hyoga: ¡Diamond Dust!
Lucy: ¡Aguja Lodestone! –Dispara agujas de energía Cosmos. Al golpear todos los puntos de la estrella del oponente, puede permitirle controlar su movimiento con magnetismo.
Himea: ¡Dai Funka!
Los ataques simultáneos de los Caballeros del Zodiaco tenían a los Caballeros de los abismos en el aire antes de tirarlos al suelo con sangre. Todavía estaban vivos pero tenían dolor. Aunque heridos, todavía parecían tener la fuerza suficiente para expresar su ira cuando uno de ellos comenzó a gritar.
–Ustedes lo han querido. Ahora haremos estallar el barco. –Dijo Serpiente Marina mientras se levantaba con dificultad y la sangre se mostraba en su rostro.
Shun: Me extrañaría mucho que hicieran eso. –Dijo con voz burlona.
Shun señala dónde estaban sus cadenas y tenía una sonrisa en su rostro.
Las cadenas lo atrajó brutalmente hacia ellos. El último Caballero de los Abismos fue encadenado al arma de Andrómeda justo antes de que este último lo arrojara a los pies de sus cómplices derrotados que no podían hacer nada más que sufrir la amargura de la derrota.
Seiya: Tienen suerte. Los vamos a hacer prisioneros, por qué antes o después tendrán que hablar. –Dijo y en ese momento el cielo se volvió púrpura con un rayo.
De repente todo se oscureció. El trueno comenzó a retumbar. Nadie se atrevió a decir una sola palabra porque estaban muy preocupados pero, sobre todo, tenían miedo de lo que estaba sucediendo. Lo que estaba sucediendo no parecía ser una simple tormenta eléctrica, sino un ataque de uno mismo contra los Caballeros, contra alguien con poderes misteriosos. No, era otra cosa. Un barco izaba la bandera pirata, la bandera negra con mayor precisión. Incluso había varios barcos. Pero lo más extraño es que parecían barcos de siglos pasados, más precisamente los de los siglos XVI, XVII y XVIII.
Se puso en guardia, pero en eso un rayo apareció, sorprendiendo a los cinco caballeros de bronce y vieron que aparecieron muchos barcos, pero más pequeños, hasta se escuchaban lamentos.
Lucy: ¿Qué es eso?
Hyoga: ¿De dónde vienen esos barcos?
Seiya: ¡Barcos Piratas!
Himea: ¿En pleno siglo XX? –Preguntó, quien se negó a creerlo, pero aun así, barcos como ese no han navegado en el mar por mucho tiempo.
Shiryu: Es imposible, en esta época.
Seiya: ¡Hay que atacarlos! –Dijo, quien estaba a punto de golpear a alguien y él solo le pasó el tiro– «¿Qué? ¡Son fantasmas!»
Todos estaban luchando contra ellos y notamos lo mismo que Seiya. Entonces la atmósfera roja comenzó a desvanecerse.
Los Caballeros de los abismos aprovecharon la confusión provocada por este desorden caótico para apoderarse del casco Dorado y escapar con él. Desafortunadamente, Seiya no lo notó demasiado tarde.
–¡Vámonos!
Seiya: ¡Tras ellos! –Grito, que estaba a punto de ir tras ellos, pero los piratas se colocaron frente a él hasta que comenzaron a desaparecer.
Poco después de la fuga de los tres acuáticos, los piratas y sus barcos desaparecieron tan repentinamente como habían aparecido. Sí, estos eran los términos que más les convenían porque los Caballeros del Zodiaco habían entendido que todo esto había sido solo una ilusión para engañarlos. Esto solo podía significar una cosa: los Caballeros de los abismos no trabajaban solos: tenían un líder; y él había acudido en su ayuda, lo que les había permitido cumplir su misión.
Las naves se iban hasta que ellos fueron a mirar el horizonte y notaron una sola nave.
Todos estaban en silencio y terribles consigo mismos.
~
En el barco que había venido a rescatarlos, los tres Caballeros Fantasmas estaban de rodillas y bajaron los ojos avergonzados mientras dos Caballeros enmascarados les daban la espalda y se cruzaba de brazos. Estaban enojadas con ellos y ellos lo sabían. Una es su líder y la otra su mano derecha después de todo. Y no habían cumplido la misión que ella les había encomendado. No eran dignos de alabanza.
–Si no hubiéramos venido en su ayuda, hubierais hecho el ridículo. –Dijo la Caballero en un tono amargo lleno de reproches, ¡Estoy muy enfadada con ustedes!
–Tienes razón, lo sentimos. –Dijo Serpiente Marina con voz suplicante.
–Si señora. Tu truco ha sido formidable. Se han creído que los atacaban barcos piratas... –Dijo Delfín.
–Ha sido increíble... –Dijo Medusa.
Geist: ¡Basta de adulaciones! –Gritó e inclinaron la cabeza.
–No hay momento que perder. Los conozco, en especial en esa traidora de Pyxis. Y no tardaran en perseguirnos. Debemos prepararles una gran bienvenida. ¡Los derrotaremos uno por uno! –Dijo la Caballero del Purgatorio.
El barco continuó navegando por el mar mientras se hundía lentamente detrás de las olas como un barco fantasma vagando por la noche. Estaba tan oscuro como la noche que parecía cubrirlo más que cualquier otra cosa cuando el brillo de las estrellas debería haberle dado una apariencia de luz al iluminar el mar. Pero aun así, no había nada más que oscuridad en ese momento.
~
En el barco, los Caballeros del Zodiaco bajaron los ojos y ya no se atrevieron a hacer un solo movimiento. Ni siquiera se habían atrevido a mirar quién o qué había quedado con el Casco Dorado. ¡No importaba que no lo hubieran visto! Sabían que todo lo que pertenecía a la Fundación Graad tenía un sistema de espionaje que podía permitirles localizar quién los había atacado. El petrolero en el que se encontraban no era, por lo tanto, una excepción y seguramente encontrarían a estos Caballeros de los abismos. Sin embargo, se sintieron heridos por lo que acababa de suceder. Casi habían logrado capturar enemigos y hacerlos hablar, y una ilusión los había engañado. No podían ocultarlo, habían sido estúpidos.
Seiya: Estoy avergonzado... No saben hasta qué punto. Perdóname, Pegaso. No merezco tu confianza, me he portado como un tonto. Te prometo que volveré a ser digno de ti. –Con esa última frase, Himea no podía soportar verlo así.
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