Capítulo 14: La Tumba De La Cloth Sagrada
Narrador: Los Caballeros Negros han conseguido llegar a la Isla Reina de la Muerte, para reunirse con Fénix, a pesar de Seiya y sus amigos.
La mayoría de la Cloth Dorada sigue en poder de las fuerzas del mal.
Mientras tanto, Saori ha conseguido hablar con el espíritu de su abuelo, que murió hace años.
Discuten sobre la situación y siguiendo los sabios consejos, decide unirse a los Caballeros del Zodiaco para combatir las fuerzas del mal.
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Al siguiente día, Himea se despierta, con un mal presagio, no solo para ella, sino para todos.
Retira sus mantas y se levanta de la cama, para ir a sentarse en su ventana y ver el paisaje.
Toc-toc.
Escucha el llamado a su puerta.
Himea: Adelante. -Dice sin despegar la vista de la ventana o voltearse a ver quién entraba a su pieza.
Kai: Ojou-sama. -Dijo triste.
Himea: Lo sé. Tengo que luchar, aunque no quiera, debo hacerlo. Ese es mi deber de Caballero. Al igual que lo hicieron mis padres... -Dijo recordando el pasado.
Kai: Rubius-sama ya se encuentra mejor. -Le informó.
Himea: Una buena noticia, para variar. Pero no solo vino para eso, ¿verdad?
Kai: La Isla de Kanon la hizo cambiar. -Comentó- Todos cambian para bien o para mal... El punto es que le llevo esto. -Dijo mostrándole un sobre negro con algo rojo, que se reflejaba por el cristal de la ventana.
Himea: Es una carta de desafío de esos idiotas. -Dijo desinteresadamente- Ya sabes mi respuesta. -Chasquea los dedos y quema el sobre- Prepara todo en una semana. Partimos enseguida. -Dijo autoritaria.
Kai: Como desee. -Hace una reverencia, sale de la pieza y prepara todo para el viaje.
Himea: Phoenix... Ikki.
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La limosina de Saori se estaciono en frente de la casa en la que vivía Seiya.
Tatsumi: Ahí es donde vive. En la última habitación de arriba. -Le señala donde vivía Seiya.
Saori sube, dudó un poco en tocar el timbre, pero tomó valor y lo tocó; Seiya se estaba lavando el cabello en el lavabo cuando oyó que tocaron.
Seiya: ¡Un momento, ya voy! -Dijo en voz alta.
Saori lo escuchó y después de un breve momento, él abre la puerta, teniendo una toalla sobre su cabeza, lo que hizo que Saori se sonrojara al verlo sin camisa, el chico se sobresaltó un poco por lo que ella presenció, cerró la puerta y Saori volteo para otro lado, avergonzada.
Seiya ordenó su departamento lo más rápido que pudo, se puso una camisa roja y unos calcetines.
Seiya: ¡Ya puedes entrar! -Le dice a Saori.
Ella asintió y abrió la puerta, dirigiéndose hacia la habitación de Seiya mientras él seguía secándose el cabello.
Saori: Esperaba ver una habitación más desordenada. -Comentó al ver a su alrededor y después se asoma por la ventana.
Seiya: Oye, ¿cuál es el objeto de tu visita? Supongo que no habrás venido para ver que mi cuarto estaba desordenado, ¿o sí? -Le preguntó.
Saori: Hay noticias... -Dice, lo que le llamó la atención del muchacho- Esta mañana he recibido esto. -Dice en tanto le enseña un sobre, él lo toma y abre para ver lo que contenía.
Seiya: ¡Ah! Fénix quiere pelear conmigo.
En el mensaje decía: "Dentro de una semana. En el Valle de la Muerte y que no se te olvide traer las partes restantes de la Cloth Dorada."
Seiya: Esto es una trampa seguramente, pero tengo que ir. Creo que no tengo alternativa.
Saori: ¡Hay que avisar a Shiryu, tiene que regresar inmediatamente! Espero que haya tenido tiempo suficiente para reparar las Cloth. -Comenta.
Seiya: Hay cosas más importantes para preocuparse que esas Cloth. Shiryu esta corriendo un gran riesgo en ir a ese lugar, sobre todo desde que el corazón se le detuvo el una vez. -Dijo al mirar la ventana.
Saori: Veo que no me has comprendido. Claro que me preocupó mucho por él, pero en este momento me preocupas más tú. -Dijo con la mirada en el piso.
Seiya: ¿Qué? ¿Yo? Yo no corro ningún peligro aquí. -Dice despreocupado y mirándola.
Saori: Has dicho que aceptaras el desafío. Si Shiryu no regresa a tiempo, tendrás que combatir sin tu Cloth y eso sería una locura. -Responde algo consternada.
Seiya: ¿Y crees que eso me impresiona? ¡No debo tener miedo! ¡Si he de morir, moriré, entonces como un auténtico Caballero del Zodiaco! -Dijo con la invitación apretada en su puño.
Saori se le quedó viendo por un pequeño momento para después retirarse del lugar.
Seiya: «Shiryu, Nee-san, me gustaría que estuvieran aquí. Tal vez me ayudarían a comprender mejor las cosas. Saori-san parece que quiere cambiar. Antes, siempre me trataba como a un criado y ahora se dirige a mí como a un amigo. Me pregunto por qué se está comportando así.» -Se preguntó al asomarse por la ventana, sin saber que había un pájaro en el techo, después voló hasta llegar al balcón donde se encontraba Himea y aterriza en el dedo que ella le extendía, entonces este cantó y ella asintió a lo que le decía, acariciándole el pecho con el nudillo del dedo índice.
Himea: Entiendo. Gracias, pequeñín. -Le dijo, dejando volar a la pequeña criatura.
Al ser la reencarnación de la diosa de la Justicia y del Universo, desarrolló la capacidad de hablar con los animales e interactuar con ellos. Así como le gusta estar rodeaba de sus súbditos, los niños, jugar e interactuar con ellos, le gusta acariciar a los animales y estar con ellos.
Himea: «Shiryu, espero que te encuentres bien y busques la solución de las Cloth.» -Pensó, hiñendo hacia a su habitación, para pararse en frente del espejo y mirar su reflejo- Las mujeres Caballeros solo tenemos dos caminos... Amar... O matar... Pero yo soy diferente. -Dijo en voz baja.
~
En China, el viejo maestro se encontraba sentado en frente de la cascada, hasta que volteó y vio que su estudiante vino, junto con Shunrei.
Shiryu: ¡Maestro, no lo entiendo! Me habían dicho que...
Rōshi: No, hijo mío. Como ves, no me estoy muriendo. Te mentí. -Dijo, interrumpiendo a su alumno.
Shiryu: ¿Por qué ha hecho eso? Cuando me entere de la noticia, me sentí apenado. Me preocupaba no poder llegar a su lado. -Contestó cabizbajo y con los ojos cerrados.
Shunrei: Perdóname, Shiryu. La culpa es mía. -Se disculpó al lado de él.
Rōshi: Shunrei solo obedeció mis órdenes. Yo le pedí que te dijera que iba a morir. Y esto te afecto tanto, que perdiste el combate... -Dijo al hacerle recordar a Shiryu sobre su combate contra Seiya- Tengo razón, ¿verdad? Tus sentimientos te hicieron correr un riesgo inútil. -Agregó.
Shiryu: Mi rival encontró mi punto débil. ¿Por qué? -Preguntó.
Rōshi: Es evidente. Para ganar un combate, hay que tener una gran voluntad y concentración. -Agregó.
Shiryu: Nadie puede tener su espíritu en paz, después de una noticia así. Saber que usted había muerto, me afecto.
Rōshi: Te he enseñado que un Caballero debe de estar siempre concentrado, pase lo que pase. Querías ser un Caballero y el torneo me ha permitido ponerte a prueba. Por eso le pedí a Shunrei que te contara esa mentira y el resultado no fue muy satisfactorio. Te queda mucho que aprender. No eres ni la mitad de la sombra de vuestra hermana, de Himea-hime. Te falta mucha experiencia, muchacho. -Explicó.
Shiryu: Sí, me avergüenzo de mi derrota, maestro. Aunque la verdad estoy maravillado de verlo gozando de tan buena salud. Y también de saber que Nee-san se encuentre bien, en dondequiera que este. -Dijo aliviado.
Rōshi: Creo que tienes una misión que cumplir. Debes partir sin demora.
Shiryu: Así es. -Dijo asintiendo- Debo hacer reparar mi Cloth y también la de Pegaso.
Rōshi: Es muy peligroso. Ese lugar se llama "La tumba de la Cloth". Porque es allí donde reposan los cuerpos de todos los Caballeros que fracasaron en misiones como la tuya. -Explicó.
Shiryu: ¿La tumba de la Cloth? ¡La guerra entre los Caballeros del Zodiaco y las fuerzas del mal, dirigidas por Fénix ya ha comenzado, maestro! -Dijo, lo que hizo que su rostro se frunciera- Es impredecible que yo vaya allí para encontrar a alguien llamado Mu. Solo él puede reparar las Cloth. -Añadió.
El maestro se quedó callado por unos segundos.
Rōshi: Antes, debo ponerte a prueba para ver si estas capacitado para realizar esta misión. Retírate, Shunrei. -Ordenó a la chica y ella obedeció.
Shiryu se preparó, el maestro preparó un ataque, dirigiéndolo hacia él y Shiryu los recibió, devolviendo el ataque con sus puños y pies. Shunrei lo observo mientras estaba detrás de una roca.
Shiryu: ¿Qué le parece, maestro? ¿Está satisfecho? -Preguntó, al terminar de devolver el ataque.
Rōshi: Has evitado muy bien las lanzas de luz, aunque te has visto obligado a saltar hacia los lados, incluso a retroceder.
Shiryu: Tiene razón. -Se puso de acuerdo.
Rōshi: ¿Podrías seguir evitando esos y al mismo tiempo que avanzas? -Preguntó.
Shiryu: No lo sé, parece imposible. -Respondió un poco inseguro y el maestro volvió a mandar lanzas de luz hacia el muchacho.
Rōshi: ¡Vamos! ¡Avanza! -Exigió, Shiryu se encaminó hacia él mientras evitaba las lanzas, pero en un descuido, las lanzas lo atacaron.
Shunrei: ¡Shiryu! ¡Deténgase, por favor! -Exclamó, pidiendo al maestro mientras Shiryu cae al piso y ella se acerca para ver si estaba lastimado- El Caballero de Pegaso consiguió volverle a la vida hace poco, su corazón está muy débil todavía... -Dijo al maestro en tanto Shiryu se recupera del ataque.
Shiryu: Shunrei, no te preocupes por mí. Estoy bien. Le jure a Seiya que haría reparar las dos Cloth y que regresaría. No puedo fracasar, debo encontrar a ese hombre a como dé lugar. -Dijo lo último en voz alta al levantarse.
El viejo maestro decidió volver a atacarlo con las lanzas y el muchacho volvió a evitar las lanzas, mientras que avanzaba hacia su maestro, hasta conseguir la meta.
Shiryu: «Han pasado ya tres días. He llegado a Jamir, un lugar perdido en lo alto del Himalaya, la frontera entre China y la India. La altitud aquí es de 6,000 metros y el aire empieza a enrarecerse. Cada vez me resulta más difícil respirar... Ni los tibetano que viven en las montañas se arriesgan venir por aquí.» -Pensó al caminar, mientras tenía las cajas de las Cloth del Dragón y de Pegaso- «Es curioso, tengo la impresión de haber estado aquí.» -Se comentó, hasta que escuchó algo que crujió y vio que piso una mano de una calavera, después se sobresaltó al escuchar otro ruido sin darse cuenta de que piso un cráneo; volteó a todos lados- «Estoy desorientado... Aunque tengo la sensación de haber sido atraído hasta aquí por una fuerza diabólica.» Es necesario que salga inmediatamente de este lugar. -Se dijo a sí mismo en tanto despejó su camino de la niebla con sus puños y en su vista se encontraban cientos de cadáveres que estaban en el camino- Este es el sitio del que me habló el maestro. La tumba de la Cloth.
Los huesos se estiraron hasta donde alcanzaba la vista. No, ya no eran solo huesos. Eran esqueletos enteros. Y no solo esqueletos. Estos esqueletos estaban vestidos con armadura. Pero estos carecían de cualquier color y no se veían más que rocas sin vida.
-¿A dónde vas, extranjero?
Una voz había salido de la nada. Pronto hubo oscuridad. Ya no había ninguna luz que pudiera identificar. Solo media luz hasta donde alcanza la vista. Cráneos vinieron de todas partes y rodearon a Shiryu por todos lados.
-Más allá de esos límites están los dominios de Mu. No debes pasar. No sigas adelante. -Le advirtió.
Shiryu: He recorrido un largo camino, necesito que repare unas Cloth y con ellas combatir a las fuerzas del mal. -Dijo en tanto es rodeado por unas cabezas que lo rodearon.
-Eso significa, ¿qué eres un Caballero igual que nosotros? -Preguntó la voz.
Shiryu: Si, en efecto. Soy Shiryu, el Caballero del Dragón y tengo una misión que cumplir. -Explicó, pero los cráneos se burlaron.
-¡Embustero! Los Caballeros ya no se atreven a venir por aquí. No vamos a dejarte pasar. Prepárate a morir. -Le advirtió la voz.
Shiryu: ¿Qué es lo que van hacer? -Pregunta sin ocultar su miedo.
Los esqueletos se levantaron y los cráneos aterrizaron sobre los esqueletos. Todos parecían listos para pelear. Entre ellos estaba lo que parecía ser un líder cuya armadura, aunque destruida y descompuesta, era un poco más ligera que la de todos los demás esqueletos. Formaron un círculo alrededor de Shiryu que de alguna manera trató de ocultar su terror.
-De todos modos, te diré que el castillo de Mu está un poco más adelante. Te será fácil llegar. El único problema es que para verlo, tendrás que derrotarnos. -Dijo otra voz entre tanto otras se rieron.
Él se río y fue imitado por todos sus títeres. Shiryu estaba completamente rodeado. Miró a su alrededor sin saber qué hacer. Esos esqueletos lo atacaron por todos lados. Se defendió lo mejor que pudo con los pies y los puños. Él logra derribar varios esqueletos que, demasiado seguros de sí mismos, se precipitaron hacia él sin pensar en cómo atacarlo de manera estratégica. El líder tuvo una risa divertida.
-Jejeje, no está mal. Aunque tengo curiosidad por saber cuánto resistirás combatiendo a esta altitud. Pronto te faltara el aire. Lo mejor es que te rindas y te unas a nosotros, tendrás el honor de que tus huesos se quemen con el sol en nuestra compañía. -Le negoció el general para no seguir peleando.
Shiryu: Lo siento mucho, pero tengo que rechazar su oferta. -Dijo poco inclinado a acercarse a la muerte una vez más- Mis amigos esperan mi regreso con impaciencia.
-¡Al ataque!
El líder hizo un gesto y los esqueletos se dispersaron. Shiryu no entendió lo que estaba pasando. De repente, los esqueletos se colocaron frente a él en línea recta, bloqueando por completo el paso. Intentó saltar sobre ellos y golpearlos, pero volvieron más numerosos y fuertes, bloqueándolo una y otra vez. A su vez, lo golpearon, lo que le impidió no solo defenderse, sino también atacar. No tenía absolutamente ninguna manera de avanzar.
<Rōshi: ¡Shiryu! Pase lo que pase, no debes dejar de avanzar.>
Con eso, el muchacho avanzó sobre las calaveras, pero algunas lo golpearon hasta que cae al piso, sentado.
Shiryu: «¡No puedo defraudar la confianza que me dieron mis amigos! Es necesario que siga. ¡No me detendrán!» -Se preparó para hacer un ataque secreto, liberando su Cosmos- ¡La Cólera del Dragón!
Este golpe desestabilizó todos los esqueletos que no pudieron tomar represalias. Gritaron mientras se dispersaban en pedazos mientras el Dragón lograba liberarse de su agarre. El cementerio de la Cloth ya no estaba. Como si solo hubiera sido una ilusión. Shiryu había regresado a las áridas montañas del Himalaya con vientos ardientes y grandes altitudes. Puede que no haya sido un lugar ideal, pero le tranquilizó estar en un lugar más "real". Aunque algo parecía extraño.
Debajo del caballero había una grieta. Todos los esqueletos de caballeros que había enfrentado estaban empalados en los picos. Todos estaban apilados uno encima del otro sin vida.
Shiryu: ¡Es horrible! Si no hubiera seguido el consejo de mi maestro, también yo estaría ahí abajo. -Se dijo a sí mismo, aliviado de que superó el obstáculo. Caminó, escaló, tomó un pequeño descanso hasta ver un edificio- ¡Por fin! ¡Ese debe ser el castillo de Mu! -Se acercó más al lugar- ¡Soy el Caballero Shiryu y vengo del Oriente! ¡Necesito hablar con el amo de este castillo! -Dijo en voz alta, pero no recibió respuesta, hubo un silencio por un momento, de pronto vio que varias rocas que parecían caer del cielo cayeron sobre Shiryu antes de que tuviera tiempo de reaccionar. Se oyó una pequeña risa cuando el contenido pesado había pasado por completo. Sin duda, era la risa de un niño.
-Jijiji. Pobre alfeñiqué. Nunca en la vida entenderé como hombres tan débiles se atrevan a amenazar la tranquilidad de esta enorme fortaleza. -Dijo un niño que estaba en el último piso de la fortaleza. Tenía un cabello despeinado color naranja, con dos puntos en su frente y ojos morados. Sin embargo, vio una energía que emitía y que el muchacho se liberó de las piedras- No es posible. -Dijo, dejándolo sorprendido.
Shiryu: Veo que posees algún tipo de poder telepático, aunque no es la manera más agradable de dar la bienvenida al cansado viajero como yo. -Comentó.
-¡Cállate! ¡O lo lamentarás! -Amenazó el chiquillo mientras con un dedo señala una piedra y la iba a dirigir hacia el extraño.
Shiryu: ¿Sí? -Emitió energía para destrozar la piedra en fragmentos y le cayeron al niño- He recorrido un largo camino, me han dicho que tú reparas armaduras. Baja y échales un vistazo, por favor. -Pidió, pero el niño le sacó la lengua.
-Haberlo dicho antes, amigo. Aunque la verdad no hay manera de entrar o salir del castillo. Así que me parece que va resultar difícil que te ayude.
Shiryu: -Baja las armaduras al suelo- De modo que te hace gracia la situación, pues ahora verás. -Dijo mientras canaliza su poder.
-¿Qué... Qué está haciendo? Es como si desprendiera fuego del Dragón cuando vuela por el cielo. -Se comentó a sí mismo el niño al ver lo concentrado que estaba el muchacho.
Shiryu, con su poder hizo levantar parte de la fortaleza, lo que dejó boquiabierto al pelirrojo. Después se colocó en suelo de piedras.
Shiryu: ¿Quieres que separe una planta más? -Preguntó.
-¡No, no! Yo bajaré. -Respondió rápidamente el niño al soltarse de las esquinas del edificio y cayó de espaldas, completamente desestabilizado y en pánico.
Shiryu: Quiero que repares estas dos Cloth ahora mismo. ¡No tengo mucho tiempo, así que date prisa, Mu! -Pidió.
-No, espera, yo no puedo hacer eso. Yo no soy Mu-sama. -Protestó el chiquillo mientras movía su mano diciendo que no, lo que no entendía Shiryu.
Shiryu: ¿Tú no eres Mu? Entonces, ¿dónde está?
-Muy fácil, está ahí mismo. -Respondió el niño, señalando detrás de él, pero eso confundió al muchacho y volteó a todos lados- ¿No estás bien de la vista? Ha estado frente a ti desde el principio y no te has dado cuenta.
Un hombre apareció justo al lado de Shiryu. Solo vio su espalda.
Shiryu: «¿Cómo?» -Lo dejo sorprendido- «No solo lo he visto, que ni siquiera he presentido su presencia. ¡Debe poseer grandes habilidades! Pero, ¿por qué se esconde? ¿Se avergonzara de su aspecto?»
Mu se dio la vuelta. Contra todo pronóstico. Era un hombre guapo de cabello largo y alaciado plateado atado en una larga cola a la espalda. Tenía grandes ojos azules y sus ojos eran tan dulces que solo podía inspirar confianza, con dos puntos en su frente. Tenía una figura delgada que le daba un aspecto casi femenino.
-Yo soy la persona que buscas. -Dijo en voz baja- ¿Qué puedo hacer para ayudarte?
Shiryu abrió las Pandoras Box, mostrando las armaduras sin vida.
Shiryu: Todos los Caballeros vienen aquí por la misma razón. ¿Por qué me haces esa pregunta? ¡Quiero que repares las Cloth de los Caballeros del Pegaso y del Dragón! -Explicó.
Mu se quedó callado, tratando de comprender lo que le estaba pidiendo.
Shiryu: Hazlo, por favor. Las necesito. -Concluyó con sudor deslizándose por su sien.
Mu: Siento no poder ayudarte, Caballero, pero no puedo repararlas. -Respondió con pesar mientras se daba la vuelta.
Shiryu: ¿Cómo? ¡No es posible! ¿Y por qué no puedes? ¡Dime! -Exigió respuesta.
Mu tocó su Templo con el dedo. El lugar se levantó y el piso que Shiryu había derribado unos minutos antes regresó a su lugar y el Templo regresó directamente bajo los ojos sorprendidos del Dragón que solo podía imaginar cuánto debían los poderes de telequinesis del hombre.
Shiryu: «Jamás he visto poderes telepáticos tan poderosos. ¡Ha conseguido reparar la Torre!» -Pensó al ver que el edificio quedó como nuevo, gracias a los poderes de Mu.
Mu: He dado parte de mi vida al castillo. Es por eso que ha podido reconstruirse. Gracias a su propia energía animada por mis poderes telepáticos. En cambio, nada puedo hacer con tus Cloth, han muerto. -Dijo seriamente.
Shiryu: ¿Dices que las Cloth han muerto? -Preguntó.
Mu: Sí, ellas también están hechas de materia viva y por eso pueden morir. Ni siquiera yo puedo hacer que revivan. -Concluyó la razón.
Shiryu: Pero... ¡Estamos en guerra con los Caballeros Negros! -Dijo al borde del pánico- ¡No podemos enfrentarnos a ellos sin las Cloth! -Quiso convencerlo.
Mu: No puedo hacer nada.
Shiryu: Espera. -Lo detuvo, poniéndose en frente de Mu- Te lo ruego. Eres la única persona en el mundo capaz de reparar las Cloth de los Caballeros. Si te niegas a intentarlo, no nos queda esperanza. Ayúdame. -Le suplicó, arrodillado y Mu se le queda mirando.
Después le da la mano para que le ayudara en levantarse y asintió de que lo iba a ayudar. Shiryu aceptó la ayuda.
Mu: Existe un medio para hacer devolver la vida a las difuntas Cloth.
Shiryu: Dímelo, hare lo que sea. -Pidió.
Mu: ¿Renunciaras a tu vida? -Lo interrogó, al voltear a verlo.
Shiryu: ¿Qué quieres decir con eso? -Preguntó.
Kiki se les quedó viendo en tanto tenía los brazos detrás de su cabeza.
Mu: Deberás arriesgar tu vida y las posibilidades de morir son muy altas. No es imposible conseguirlo, pero cualquier falló es mortal. Piénsalo bien, Caballero. ¿Quieres correr ese semejante riesgo?
Shiryu se puso a pensar en lo que le dijo el reparador, recordó como Seiya le salvó la vida.
Shiryu: Si, correré el riesgo. -Respondió sin ninguna duda, mirando a Mu; éste asintió por su respuesta- «Seiya, aunque muera aquí, mi alma quedará depositada para siempre en tu corazón y te ayudará en el combate contra las fuerzas de los Caballeros Negros.»
Mu condujo a Shiryu a un barranco sin decir nada. El Dragón lo miró preguntándose qué iba a tener que hacer. Estaba temblando un poco, pero hizo todo lo posible para no mostrarlo. Estaba listo para arriesgar su vida por su amigo. Y esperó pacientemente las instrucciones de Mu.
Mu: ¡Muere Shiryu!
Shiryu: ¡AH!
Mu había cambiado por completo su expresión y no parecía más que un monstruo sediento de sangre. Todo su cuerpo parecía haberse convertido en llamas y sus ojos brillaban como los de una serpiente vil. ¡Parecía el Diablo en persona! Empujó a Shiryu al fondo del barranco que comenzó a aullar mientras se hundía en una larga caída donde todo no era más que oscuridad.
~
Seiya se despertó sobresaltado, sudando desde su frente. Estaba temblando con todas sus extremidades sin saber qué hacer. Ella trató de calmarse inhalando y exhalando. Lo calmó un poco.
Seiya: «Oh no, otra vez la horrible pesadilla... Hace semanas que sueño que Shiryu muere en medio de horribles sufrimientos.»
Sin embargo, ella no quería volver a dormir. Tenía miedo de seguir teniendo horribles pesadillas. Seiya se levanto de la cama y decidió ir al muelle para relajarse más.
Seiya: «Sigo sin noticias de él y hoy debo enfrentarme a los Caballeros Negros.» -Pensó mientras caminaba hacia el puerto- «Estoy preocupado por su suerte. Shiryu... ¡Vuelve antes de que empiece el combate! ¡Quiero volver a verte vivo! ¡Juntos seríamos invencibles! ¡Destruiríamos a las fuerzas del mal para siempre!» -Pensó al formar un puño mientras el sol comenzaba a ascender hacia el cielo.
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Himea se levantó de su cama al ver que los rayos del sol comenzaban a iluminar la habitación, después sintió un raro presentimiento y se llevó una mano hacia la cabeza, preocupada por todos, en especial con Shiryu.
Himea: ¿Qué es está sensación? ¿Por qué siento que algo malo a va pasarle a Shiryu? -Se preguntó entre tanto que se dirigió al balcón y vio que todo se estaba iluminando a su alrededor- Shiryu... -Dijo en voz baja al horizonte.
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