Capítulo 13: Los Caballeros del Apocalipsis
Narrador: La Cloth Dorada ha sido robada por Ikki y los Caballeros Negros.
A su regreso de la Isla de la Reina de la Muerte, Seiya y los demás Caballeros del Zodiaco consiguen recuperar algunos fragmentos.
Nuestros amigos no descansan.
Shiryu parte hacia Oriente, donde su maestro le dijo que había alguien capaz de hacer una reproducción de la Cloth.
~
En la mansión Kido se estaba llevando a cabo una rueda de prensa con respecto a la Cloth.
–Como pueden comprobar, hemos recuperado cinco fragmentos de la Cloth Dorada. Aunque todavía nos quedan por rescatar cinco más. Los que protegen la cabeza, la cintura, el pecho, los hombros y la parte baja del cuerpo, les puedo asegurar en nombre de la Fundación que no descansaremos hasta encontrarlos. –Reporto Tatsumi.
–Disculpe, señor Tatsumi. Habla usted en nombre de la Fundación, y sin embargo, el jefe de esos bandidos es uno de aquellos que ustedes entrenaban para Caballero. –Dijo uno de los reporteros.
–¿Cómo es posible? –Preguntó otro.
–No nos lo explicamos. No entendemos porque uno de nuestros Caballeros tomo el camino del mal. –Respondió en tanto Saori observaba los fragmentos que tenían.
–¿Ha habido más casos de traición?
–¿No se tratará más bien, de bienes económicos?
–¿La Fundación había asegurado la Cloth?
–¿Piensa usted presentar la renuncia después de este incidente?
–¿Quién es la tal Caballera que se hace llamar a sí misma: Saint Ace?
–¿Sabéis de dónde salió esa tal Caballera? ¿Es una aliada? ¿O una enemiga? –Los reporteros seguían preguntando.
Saori recordó el momento cuando Ikki robó la Cloth junto con los Caballeros Negros. En eso, los reporteros le preguntaban a ella sobre el caso y despierta de su pensamiento, sin poder decir palabra alguna y viendo todas las cámaras apuntando a ella.
–Lo siento mucho, señores. –Dijo, que estaba empezando a ver la incomodidad de Saori– Pero la rueda de prensa ha terminado. Vámonos, de aquí. –Dijo rápidamente, ella se levantó y uno de los reporteros se levantó.
–El público quiere saber su opinión sobre estos acontecimientos.
–Solo puedo decirles una cosa.
–¿Sí? ¿Qué?
–El ideal que mi abuelo siempre quiso destacar, no es la filosofía de la competición encarnizada. Al contrario, lo que él estimulo fue la superación de uno mismo, el valor y el espíritu del sacrificio en el nombre de los demás y nunca en beneficio propio. Apoderándose de la Cloth Dorada, el Caballero del Fénix ha traicionado ese ideal. –Concluyó.
Un pastor alemán fue sacado de un vehículo policial, cuya sirena se activó, bajo los ojos atónitos del espía que todavía miraba la conferencia en la mansión Kido a través de la ventana. Ladró luciendo agitado y orgulloso de poder salir.
La policía entró a la casa con el perro, que siguió ladrando.
Una sirvienta vino y entro a la sala de confecciona.
–Perdóneme, señora, un agente de policía quiere verla. –Le dijo.
–¿La policía? Quizás hayan descubierto algo.
–¡Sí! Al menos una pista. Por donde podamos comenzar.
Eso les lleno algo de esperanza a Saori y Tatsumi.
La inesperada entrada del perro, sorprendió a todos en la sala.
–Señora, siguiendo los deseos de la Fundación. –Dijo uno de los oficiales de policía– El jefe de policía me encargó que le traiga a nuestro mejor perro. Sería capaz de encontrar una aguja en un pajar.
–Tatsumi, ¿tú lo pediste? –Preguntó, volviéndose hacia Tatsumi.
–No, yo no. –Dijo avergonzado– Y me preguntó quién habrá sido.
–Jejeje. –Se burló una voz que conocía bien– He sido yo. –Dijo Seiya, apareciendo por la puerta abierta, quien parecía haberse quedado detrás de la puerta durante la conferencia con el único propósito de esperar al pastor alemán.
–¡¿Y con qué derecho?! –Preguntó Tatsumi irritado– Me gustaría saberlo.
–Era necesario, ¿no?
–¿Qué quieres decir con eso? –Preguntó.
–Qué pregunta. Es muy fácil. Para robar la Cloth, Ikki tuvo que tocar su Pandora Box y por lo tanto, debe estar impregnado su olor. –Seiya se acerca al animal– Es evidente que el más indicado para encontrar al ladrón y las otras partes de la Cloth es un perro policía. Y pensé que sería buena idea intentarlo. –Se volvió hacia Saori– ¿Tú qué dices, Saori-ojousan?
–Parece que estar muy seguro de ti mismo... Por mí, sigue adelante Seiya. –Dijo Saori.
–Gracias. –Se vieron de frente, creando tensión en el ambiente.
Ambos se miraron el uno al otro como para desafiarse. No era la primera vez que esto había sucedido. Solo durante su infancia, cuando Seiya se negó a obedecer una orden de Saori, terminaron mirándose directamente a los ojos cuando Saori comprendió que las amenazas de represalias eran inútiles y que Seiya nunca obedecería sus caprichos. Así que se fue ofendida y orgullosa de que él hubiera ganado. Estaban en una situación similar desde que Seiya se había tomado la libertad de usar el teléfono privado de la mansión Kido para hacer una acción que él pensó que sería beneficiosa para la Fundación Graad y, sobre todo, la Orden de Caballería. A Saori le molestaba seguro. Y, como a menudo.
–Y eso es lo que voy hacer. Claro. –Seiya salió de la mansión Kido acompañado por el perro, quien estaba corriendo y ladrando– ¡Anda perrito! Tenemos mucho que hacer. Para empezar, iremos al puerto. Allí es la última vez que lo vi. Tal vez puedas olfatear su pista. –Había un taxi esperándolos– ¡Súbete al taxi! –El perro se detuvo por un momento– ¿Eh? ¿Qué te pasa? –El perro se echa a correr otra vez– ¡Oye! ¿A dónde vas? ¡Espera! –El perro corre hacia un lado donde se podría decir que era un bosque– ¡Oh, no! Ahora tengo que ir tras él. –Dice y no tuvo opción más que seguirlo a pies.
~
Fue tan nostálgico...
Tan nostálgico que los ojos de la diosa no pudo evitar mirar la escena al otro lado del río.
El sonido de la risa de los niños; gritos de adultos sobreprotectores se llenaron de oídos mientras observaba a sus amigos cercanos que luchaban con los niños en su lugar.
–¡Selene por aquí! –Ella inclinó la cabeza ante el grito, su larga cabellera plateada es azotada contra el cálido viento mientras sus súbditos la saludaban. Corre para encontrarse con ellos antes de tropezar con sus propios pies.
Ella cierra los ojos, esperando enfrentar la planta en el suelo solo para ser atrapada en un par de brazos cálidos.
–Debes ser más cuidadosa. –Mira hacia arriba, sus ojos parpadean rápidamente lágrimas en la cara que había extrañado tanto.
Los ojos azules se suavizaron por la preocupación.
–¿Estás herida?
Selene sacude rápidamente la cabeza y toma la palma de la mano del hombre, colocándola en su mejilla, apoyándose en su reconfortante calor.
–Estoy bien. Solo... déjame abrazarte por un tiempo más. –El hombre sonríe en respuesta mientras tira de ella en su abrazo.
–Como desees.
Selene entierra su rostro en el cálido abrazo, deseando egoístamente que el tiempo se detenga y que la deje permanecer en ese sueño para siempre.
–¿Qué pasa?
Selene inhala temblorosamente –Nunca me dejarás, ¿verdad?
Una mano cálida corre suavemente por su cabello mientras los brazos se tensan alrededor de su cintura.
–Siempre y para siempre. Nunca te dejaré ir.
Selene sintió que las lágrimas se le acumulaban una vez más mientras la mano acariciaba suavemente su cabello.
–¿Estás bien, Selene? ¿No te sientes bien?
Selene niega con la cabeza, su rostro aún enterrado en el cálido pecho, tratando de recordar el cálido aroma. Estaba un poco cansada... Nunca se había sentido tan agotado. Había perdido la cuenta de los días, meses y años mientras se esforzaba por mantener a todos su promesa... Entonces fueron a tomar un descanso, justo al lado de los cerezos, todos los están esperando.
Selene mira hacia arriba, a punto de asentir a cambio una gota de rojo caiga en su rostro.
Sus ojos se ensanchan de horror cuando observa que la sangre gotea de los labios del hombre, su piel se pone mortalmente pálida y una opaca mirada púrpura a su paso.
Selene solo podía ver con horror cómo sus brazos se aflojaban y el hombre se ponía muerto en sus temblorosos brazos.
–¡No, no...!
En un instante, la alegre escena de los cerezos en flor se vio envuelta en llamas revelando una escena de sangre y fuego. Retiró la mano de su amado y vio la palma temblorosa cubierta con un líquido carmesí y pegajoso, con olor a óxido y cobre...
–¡NOOOOOOO!
~
Los ojos de Himea se abren en estado de shock y se sienta rápidamente, mira a su alrededor y se da cuenta de que estaba en su habitación.
–Sólo fue un sueño... –Murmura, mientras las lágrimas caen por los costados de sus mejillas.
Se levanta de la cama y se va a sentar en el alféizar de la ventana, alza una pierna, dejando descansar su mano mientras se apoyaba en su ventana, observando el paisaje.
–Saori-chan... –Murmuró.
Como Selene, podía sentir el dolor y la tristeza que otros sentían incluso si no necesitaban decírselo y en ese momento, Saori era uno de ellos. Su mente estaba llena de terror y dolor mientras recordaba lo que sucedió anoche.
Los hermosos ojos rosa miraron al cielo al ver aquellas luces estelares que se movían, sentía incomodidad y a percibir que algo malo sucedía.
Comenzó a percibir como sus otros sentidos comenzaban a advertir que algo ocurría, aunque ella no podía explicarlo, sentía que un grave peligro se avecinaba.
Himea tembló, inconscientemente jugueteo con el pendiente Cloth alrededor de su cuello –Esos sueños del pasado... ¿Qué son...?
Desde que regrese a Oriente, los problemas nada más han comenzado. Empezando con la de mis perseguidores, estos extraños sueños o recuerdos... Y ahora lo del Fénix. ¿Cuánta más sangre debemos derramar para ser libres?
Rubius al sentir una presencia maligna que se acercaba rápidamente a ellos, se puso en guardia, que hizo que Himea se levantará de un salto y se pusiera en alerta.
Rubius mira hacia todas partes, alterado por aquella presencia tan peligrosa que había alzado todas sus alarmas.
–¿De dónde viene, Ru? –Pregunto, pero no obtuvo respuesta.
De un momento a otro, Rubius pudo percibir algo más, y al ver al horizonte, pudo apreciar una luz que destellaba de lejos eso llamó su atención, pasaron solo segundos en lo que todo ocurrió.
Rubius se hace grande y se lanzó hacia Himea, para empujarla fuera del peligro y antes de que aquel rayo negro por poco lograra lastimarla, ella calló por la ventana al suelo, confundida, pero al ver como Rubius comenzaba a resplandecer con un aura roja centelleante la cual lo había herido terriblemente sabía que algo estaba muy, muy mal.
El can cayó al suelo aparentemente muerto.
Himea solo pudo ver horrorizada como el can, quien ahora tendido en el suelo, empezó a escupir sangre. Lo cual la aterró.
–¡Rubiuuussssss! –Grita aterrorizada por ver al can herido y agonizando en el suelo. El cual comenzó a levantarse a duras penas.
Él adolorido y con un ardor terrible en su pecho apenas podía levantarse, sus extremidades estaban duras y le pesaban mucho, sentía un hormigueo antinatural en el cuello. Le costaba mucho mantenerse consciente.
Él volvió a tenderse en el suelo debido al dolor. Sus fuerzas le habían fallado brutalmente y se sentía muy débil.
Himea fue a socorrer a Rubius, pero antes de siquiera tocarlo una voz se escuchó. Tan profunda como el abismo y tan gutural como la de un demonio salido de los fosos más oscuros del infierno.
–¡Vaya! No creí que podría resistir un ataque como ese, pero eso no importa estará muerto más pronto de lo que crees. –Dijo aquella entidad maligna que dibujada una sonrisa seductora y malvada al acercarse a Himea.
Himea se dio la vuelta para ver a una mujer de cabello negro, lleva una Cloth que era un poco opuesta al de Himea. El de ella era un poco provocadora por el pecho y el vestido de la falda más larga con un casco de metal con un remache en forma de cruz que oculta la parte superior de su rostro, con dos pequeñas diamantes blancos a los lados. El casco deja caer su cabello negro por la espalda.
–Veo que Ikki-nii trajo a la caballería pesada. ¡Ophiuchus!
El colgante que se ocultaba bajo su remera comenzó a brillar, transformándose en la Pandora Box Dorada de Ophiuchus. La Pandora Box reaccionó, se abrió para revelar la Cloth de Ophiuchus y se desacopla.
La Cloth fue al cuerpo de Himea y se la puso: Primero la protección de las piernas y pies, a continuación, dos hombreras alargadas como si fueran mangas, el protector del torso es completo y se unifica a la cintura otorgándole dos protectores, en los costados, los brazos se unifica como dos guantes cortos de color dorado, convertidos en muñequeras, al igual que en los protectores de los antebrazos, lo último en colocársele fue una diadema decorativa, y en el centro una pequeña cabecita de una cobra de ojos rojos unida a una máscara que cubre solo sus ojos.
–¡La belleza es la prueba de la justicia! Con un solo guiño, ¡atravesaré vuestro corazón! –Dice después de colocarse la Cloth.
La Caballero proyecta un choque eléctrico con su uña y se lo lanza. Era una versión oscura de la Agujón Escozul.
Himea al ver su técnica ni se inmuta, solo saca un pétalo de rosa, la lanza como si fuera una daga y anula el ataque de la Caballero negro.
La Caballero llegó rápidamente hacia ella y al querer golpearla, ella la esquiva y le da un puntapié por detrás, pero la Caballero responde a ella, puño a puño; en un momento, ella se ve acorralada, la Ace negro le golpea la cara y después el estómago, cayendo de rodillas. La contrincante se ríe.
–No eres nada diferente y ahora... ¡Prepárate! –Dijo lista para acabar con Ace,– ¿Qué? –pero desaparece de su vista– ¡Aahhh! –Había gritado porque había recibido un golpe de Cosmos en su espalda.
Saint Ace elevó su Cosmos y juntó ambas manos, como si estuviera agarrando una pelota, una esfera morada se formó y dio sendos de golpes a la Caballero.
La Caballero esquivó pero recibió un par de golpes. Trastabilló y Saint Ace se colocó a su misma altura, donde le propinó un par de golpes.
–¡Garra Trueno! –Concluyó, propinándole ese ataque.
La Caballero quedó con una rodilla en el suelo, jadeando. Alzó la vista y ve con odio a Saint Ace.
–Nunca le des la espalda a tu enemigo. –Le dijo y se fue a socorrer a Rubius mientras la Caballero se iba.
Después de varias horas...
Rubius despertó sintiendo un gran dolor en su cabeza, su pequeño su pecho, espalda y estómago estaban vendados, además de su frente, de dónde provenía un fuerte dolor.
Y aunque su cuerpo aún estaba recuperándose de la golpiza recibida por aquel Caballero Negro, el dolor no fue lo que lo despertó, sino la preocupación de que Himea está en peligro.
Intento incorporarse para ir donde su diosa, pero alguien puso sus manos en su lomo y le detuvo.
–Tranquilo. Estoy bien. –Dijo dulcemente acariciando su lomo, haciendo que se quedará mirando hacia la dirección que había provenido aquella voz, era de Himea.
–[¡Selene!] –Exclamó al intentar moverse, pero una mueca de dolor se dibujó, Himea lo ayudó a que se incorpore un poquito en la cama– [¡¿Y la Caballero Negro?!] –Pregunto alterado.
–Tranquilo. –Lo tranquilizó– Ya sé fue, pero dudo mucho que nos deje tranquilos.
–[Los demás...] –Dijo preocupado.
–Lo sé. Y por eso, debo ir. Tú te quedarás aquí y descansa. –Le aconsejo Kai cuidará de ti.
Rubius le vio dudoso, pero no dijo nada y solo la dejo ir, ya que aun tenía puesta su Cloth y solo pudo rezar para que todos estuvieran bien.
~
El Caballero de Andrómeda se encontraba caminando en el bosque con su Cloth puesta.
–«Cuando pienso que mi hermano ha intentado matarme... No, no es posible. Debo haberlo soñando.» –Pensó.
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En otra parte del lugar, Seiya y el perro seguían con el rastro.
–«Un momento, tal vez haya olfateado una pista. ¡Si! Eso debe ser.» –Pensó Seiya mientras seguía corriendo.
~
Shun estaba caminando en el bosque probablemente para pensar. Se detuvo frente a un árbol. Después de unos segundos, Shun puso su mano en una marca. Eran las huellas de los puños de Ikki.
Shun estaba frente al árbol donde su hermano entrenaba cuando era un niño.
–«Sí. Este es... Mi hermano tenía la costumbre de entrenarse sobre este tronco cuando éramos más jóvenes. Y estas marcas son las huellas de sus puños.» –Pensó al recordar cómo veía a su hermano golpear el tronco cuando eran más pequeños.
《Flash Back》
Shun veía como su hermano golpeaba el tronco.
–¡Sigues! –Le dijo.
–¿Eh? –Dijo desconcertado– Sí. –Luego aceptó, pero al dar el golpe, sintió el impacto.
–¿Qué te pasa? –Ikki le preguntó.
–Me hago demasiado daño. –Respondió y se pone a llorar.
Ikki se acerca a su hermano menor –Sé que es difícil, pero no tenemos otra elección. Date cuenta que no tenemos a nadie, tampoco tenemos dinero, nuestra única posibilidad es hacernos fuertes, ¿comprendes? Es necesario que nos entrenemos. Es la única manera de sobrevivir.
–¿Seguro de que nos servirá de algo? –Preguntó y su hermano asintió con la cabeza.
–Tienes que confiar en mí, Shun. –Concluyó con una mirada de determinación.
《End Flash Back》
–«De esto han pasado 6 años. Mi hermano ha puesto en práctica sus ideas, aunque para hacer el mal. ¿Por qué?» –Se preguntó en tanto miraba su puño, después de varios minutos, se volvió melancólico y triste. Cayó de rodillas al suelo y las lágrimas corrieron por sus mejillas– «¿Por qué ha tenido que cambiar así la vida?» –Volvió a mirar el árbol y vio que había unas marcas que estaban arriba de las de Ikki– «La Cruz del Cisne aquí. No es posible. Y sin embargo las marcas son recientes. Hyoga ha dejado su marca también, ¿por qué? ¿Qué significa esto?»
Con tantas preguntas en su mente, vio a su alrededor que una niebla se extendió por todo el bosque.
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Himea o mejor conocida como Saint Ace corría para alertar a los demás o ayudarles, si ya se encontraban en peligro. Ella corría saltando árbol tras árbol, dirigiéndose aún más dentro del bosque y luego sintió el presente de peligro allí, pero también... Shun. Podía sentir el dolor de Shun y luego el terror.
No lo dudo más y se apresuró, a pesar de la herida que llevaba en el costado. La renegada no la hirió en algún punto vital, solo la rozó, pero igual estaba herida, pero aun así y con todo herida, fue a ayudar a sus amigos, a su familia, pero en su camino se encuentra a Hyoga y se detiene.
–Hy... ¡Cygnus! –Se corrigió a tiempo antes de que la oyera y la descubriera.
–¿Ace? –La ve algo herida, pero algo acelerada por la carrera– Pareces con prisa, ¿qué sucede?
–Hablamos luego. –Dijo cortante– Andrómeda y los demás están en peligro. –Informó.
–¿Cómo? –Le pregunto preocupado por sus amigos.
–Ya debes de haberte enterado de nuestros dobles. –Lleva su mano a su Cloth, saca un pétalo de rosa negra y se lo muestra, sosteniéndola entre sus dedos– Un regalo de la Ace Negra. Me fue atacar a mi domicilio. Y supuse que los demás estarán en peligro por esos tipos. –Explicó su deducción.
Saint Ace no espero más y siguió su camino, seguida por Hyoga por detrás. Incluso si Hyoga estuviera con ella, Ace era mucho más rápida.
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Seiya se encontraba en medio de dos caminos. El perro seguía olfateando.
–«Presiento que ya estamos sobre la pista. Ha debido olfatear a ese bandido.» –Pensó, fue entonces cuando el perro ladró y volvió a correr, y lo sigue.
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De pronto, Shun vio que estaba comenzando a nevar, cubriendo el piso, poco a poco.
–Pero, ¿qué está pasando aquí? No entiendo. –Dijo confundido, en eso escuchó un crujir detrás suyo y al voltear, vio que el árbol detrás suyo se destrozó por algo o alguien y él se puso en guardia, pero su cadena– Está congelado. –Dijo al ver lo que pasó– «Sólo hay un ser en el mundo capaz de crear una corriente de aire tan helado como esta. Y ese... ¡es el Caballero del Cisne!» –Pensó en una conclusión, hasta que escuchó una risa.
–¿Algún problema? –Le preguntó una voz masculina, acompañada de otra risa.
–¡¿Quién está ahí?! –Preguntó con firmeza y solo recibió una carcajada– ¡Ataca, cadena! –Quiso atacarlo con la cadena, pero esta no pudo reaccionar– ¡Dios mío! ¡La cadena no puede desplegar sus poderes a causa del frío que hace! –Se recordó.
–Pobre Andrómeda. ¿Creías que iba hacer tan fácil librarte de mí? –Preguntó la misma voz.
–¿Qué es esto? –Se volteó para ver que no era Hyoga, sino alguien maligno– ¡El Polvo de Diamante! –Este atacó a Shun antes de que pudiera contraatacar– Hyoga... No entiendo. ¿Por qué me haces esto? –Dijo con voz suplicante después de haber cerrado los ojos, al supuesto "Caballero del Cisne" en tanto cae al piso por el ataque que recibió.
Cuando los abrió de nuevo, distinguió a su adversario más claramente y entendió que se estaba desviando.
–Un momento... Ese no es el Caballero del Cisne. ¡Jamás se viste de negro! ¡Tú no eres el Cisne! ¡¿Quién eres?!
–¡Claro que lo soy, yo soy el Cisne Negro! –Respondió el enemigo y pisoteo la cabeza de Shun con superioridad– No eres igual a tu hermano, ¡eres un cobarde! –Al decirle sobre cómo era, le golpea a Shun y este se aleja un poco de él.
–¿Eres uno de los 5 Caballeros Negros, aliados a mi hermano?
El Cisne Negro no termina y vuelve a darle una paliza.
–¿Qué me pasa? Tengo la impresión que como mi cuerpo se funde con el hielo.
–¡Jajaja! Vas a lamentar haberte cruzado en mi camino, Andrómeda. ¡Acabaré contigo! –Dice el Cisne Negro para darle el golpe final, pero de pronto vio un torrente de fuego llegando al cielo delante de él haciendo que retrocediera.
Con eso, el torrente de fuego desapareció.
–Mi brazo... –Dijo sintiendo su puño paralizado y después apareció hielo– ¡Mi brazo está congelado! No puedo moverlo. ¿Qué esto? –Se preguntó el Caballero Negro.
Se escucha una risa, seguida de una voz.
–Los tipos como tú dan mala a los Caballeros. –Dijo la voz masculina.
–Son tan patéticos en imitarnos. ¡Alucinan! –Segundo la voz femenina, dejando al Caballero del Cisne Negro algo confundido que buscaba su origen. En eso, apareció el verdadero Caballero del Cisne y la única Caballero femenino del equipo.
–¡Hyoga! ¡Ace! –Exclamo.
–Me habían dicho que uno de los Caballeros Negros llevaba los mismos emblemas que yo y me negaba a creerlo. Pero al ver corroborarlo con Ace, ya no me cabe menor duda. ¡Lo vas a lamentar! –Amenazó.
El cuerpo de Hyoga comenzó a producir el cosmos congelado que los Caballeros conocían tan bien. Esto es suficiente para eliminar toda la nieve malvada que el Cisne Negro se había extendido en el lugar, pero especialmente para reemplazar esta tormenta caótica con algo mucho más tranquilo y pacífico.
–¡Arg! Transforma mi nieve negra en nieve blanca. –Dice asombrado el Cisne Negro.
–Combatiremos y el ganador será el único que tendrá el derecho a llamarse Caballero del Cisne. ¡Así que defiéndete! –Dijo al aproximarse de un salto en frente de su oponente– ¡Defiéndete, cobarde!
–Peleas poco, para lo que hablas. –Se burló de él, mientras se ponían listo para luchar, entre tanto los otros dos Caballeros eran testigos.
–Es increíble. Parecen gemelos, sin embargo, uno es el Caballero del Zodiaco y el otro un Caballero que tiene el corazón tan negro como su Cloth. –Al terminar su comentario, escucharon el ladrido de un perro que venían hacia ellos, incluso la silueta de un hombre.
Al acercarse, reconocieron que era su compañero.
Cuando Seiya llega a ellos, el lugar del hoyo estaba cubierto de nieve.
–¿Qué es esto?
–¡Seiya! –Grita Shun estando en el suelo contra un árbol– ¿Qué haces aquí? –Pregunto con voz preocupada, consciente del peligro que su amigo podría enfrentar en ese momento.
Seiya se acercó, corriendo hacia sus compañeros.
–El perro me trajo olfateando algo. Shun, ¿dónde está tu hermano?
–Aquí no, eso te lo aseguro. Sin embargo, antes venía a menudo a este árbol. Tu perro debió de olfatearlo, es una pista falsa.
–Qué mala suerte. –Dijo Seiya decepcionado– ¡Tranquilízate, voy a ayudarte! ¡Entre los dos acabaremos con ese intruso! –Propuso.
–¡No te necesito, muchas gracias! Pero me basto solo. –Contestó, sin mirar al castaño.
–Es un enemigo muy poderoso, no voy a quedarme con los brazos cruzados mientras pelees contra él. –Protesto.
Hyoga le da una mirada por la esquina de su ojo, lo que le da una cara enojada que aterroriza al perro y el muchacho se quedó quieto.
–Aunque pensándolo mejor, mejor no insisto.
–¡Prepárate! ¡Qué las olas de la noche te lleven, Cisne blanco! Soy mucho más fuerte que tú. –Dijo el Caballero Negro con orgullo.
Hyoga estaba congelado por la tormenta de nieve negra que su reflejo oscuro le había infligido bajo los ojos aterrorizados de sus amigos.
–¡La nieve negra acabara contigo! ¡No tienes ninguna posibilidad contra mí! –Concluyó incrédulo.
–Hay que hacer algo o estará perdido. –Propuso a los otros dos Caballeros, pero vieron al instante como el hielo se rompía.
–«¿Qué sucede?» –El Cisne Negro no entendió lo que pasó.
Para sorpresa de todos, Hyoga logró liberarse del agarre del hielo negro. Esto tranquilizó a los Caballeros del Zodiaco y preocupó al Cisne Negro que perdió toda su confianza.
–¿Crees que me das miedo? ¡No eres más que un mentiroso! ¡Soy mucho más poderoso que tú!
–Pero... No es posible. –Seguía sin creerlo el contrincante, sorprendido.
–¡Y ahora es cuando llega mi turno! ¡Qué la lluvia de Diamante caiga sobre ti y te congele para siempre! ¡Polvo de Diamante!
El Cisne Negro estaba aterrorizado por el ataque. Parecía completamente desestabilizado y listo para sucumbir. Pero justo cuando Hyoga iba a tocarlo, logró esquivar el ataque saltando antes de aterrizar unos metros más.
–No está mal, has evitado mi ataque. Aunque, mírate la pierna.
De hecho, a pesar de la esquivada del Cisne Negro, el verdadero Caballero del Cisne había logrado congelar su pierna antes de que tuviera tiempo de evitar completamente su ataque.
–Todavía no te tienes que preocupar de verdad, este es solo el principio. Ahora te venceré. ¡Prepárate! –Le advirtió.
Cuando Hyoga estaba a punto de lanzar un nuevo ataque, se vio interrumpido por lo que parecía ser una lanza moviéndose hacia él, apenas logró saltar justo a tiempo para evitar el arma que le habían arrojado, sin apartar la vista de quien lo haya hecho.
–¡Una cadena negra! ¡Son ellos! –Exclamó sin levantarse de su lugar y los otros voltearon para ver que había cuatro cifras más, y la niebla se fue. Se parece a Shiryu y también a los demás a Seiya, Shun y Ace.
–Puedes explicarme, ¿qué estás haciendo aquí, Cisne Negro? –Preguntó uno de ellos.
–¡Eso no te importa! ¡Este es un asunto entre él y yo! –Respondió el cisne negro.
–¡Silencio! ¡Fénix-sama reclama tu presencia! ¡Y vendrás inmediatamente! –Eso hizo callar al cisne y se levanta, señalando con su dedo a su oponente.
–Tienes suerte. ¡Alégrate, porque esta vez has salvado la vida! –Dice Cygnus saltando de Hyoga y fue hacia los demás.
–¡Esperad!
–Estamos listos... –Dice el Cygnus Negro.
–¡Los 5 Caballeros Negros! –Dijeron al mismo tiempo y soltaron una carcajada.
–¿Los 5 Caballeros Negros?
Desaparecieron tan repentinamente como habían aparecido, como la nieve que el Cisne Negro había hecho aparecer. El bosque volvió a la calma. El aire helado se había ido. Ace podía sentir nuevamente una temperatura cálida.
El perro comenzó a inquietarse. Lo que sucedió debió haberle sacudido para que comenzara a gruñir. Y habia algo. Después de todo, la pelea que acababa de ocurrir fue mucho más violenta que cualquier pelea callejera que un perro policía tuvo que calmar. No estaba acostumbrado a eso.
–Tranquilo. Quieto. –Dijo con voz suave, acariciando su cabeza– Si por lo menos tuviera la Cloth de Pegaso, los hubiera podido enfrentar sin miedo. –Dijo viendo por donde fueron vistos los Caballeros renegados.
–Buen trabajo. –Dijo acariciando su cabeza– Aunque no debieron involucrarte en nuestros asuntos. –Se giro a Seiya, quien le veía seria por haber involucrado a un ser animal como él.
Al momento de replicarle, el perro llama su atención y lo consiente, dándole acaricias en su cabeza, liberando su Cosmos y se lo transmite haciendo que los presentes le vean sorprendidos al sentir su Cosmos.
–¿Qué te pasa? –Grita Shun y luego notan que Hyoga estaba sufriendo.
Shun corrió hacia su amigo cuando vio que sostenía su mano en la otra y apretaba los dientes. Parecía que el cisne tenía dolor porque se arrodilló como si una herida le impidiera ponerse de pie.
–¡Estas herido!
–Estaba convencido de ganarle sin ningún riesgo. –Dijo, cuya mano temblaba– Sin embargo, él también me ha herido. Debió contraatacar en el momento en que evitó mi Polvo de Diamante. –Dijo sin mirar a los otros.
–Debimos desconfiar más de esos Caballeros Negros. Son unos traidores. –Agregó Shun.
–Han sido enviados por Ikki. –Seiya camina hacia Hyoga– Y ahora son mucho más peligrosos. Ambas fuerzas están muy niveladas. Esto empieza a hacer interesante. –Dijo al acercarse más y teniendo un gesto de interés por lo que ha ocurrido hasta ahora.
Saint Ace utiliza su Cosmos para hacer que el daño sea menos doloroso para él. Y para su sorpresa, lo estaba haciendo. Tiene los ojos cerrados y fue a abrirlos de nuevo, el entumecimiento de su brazo había desaparecido. Suelta su brazo y se aleja de allí, por alguna razón pudo sentir que se quedaron allí sin moverse en absoluto, mirándola.
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Esa tarde en la mansión Kido, Saori se encontraba en el techo de la gran casa, entrando al planetario que su abuelo había construido para ella especialmente.
–«Mi abuelo hizo construir este planetario en especialmente para mí. Pensaba que las estrellas me ayudarían. Qué gracias a ellas, nunca me sentiría sola. Qué me darían su fuerza. Abuelo. Cuanto tiempo pasó enseñándome todas las constelaciones. Yo tenía que conocer cada estrella en el firmamento. Abuelo, si supieras cuanto me gustaba contemplar las estrellas a tu lado. Después de todo, tú eras mi único familiar. Y ahora que ya no estás aquí, me siento muy sola.» –Pensó Saori– Abuelo, ayúdame, te lo ruego. Un horrible traidor se apodero de la Cloth Dorada y no sé qué hacer. ¡Ayúdame, te lo suplicó! Sin tu ayuda, me siento completamente sola. –Suplicó.
Un momento después, vio algo: un destello descender hasta el otro asiento que estaba en el observatorio y apareció Mitsumasa Kido.
–Saori, ¿te tengo que recordar que te dije que debías hacer en una situación como esta? Te dije que si alguna vez las fuerzas maléficas aparecían sobre la Tierra. Tú reunirías a todas tus fuerzas y te pondrías a lado de los Caballeros del Zodiaco para combatir el mal. –Explicó, al levantarse de su asiento.
–Lo recuerdo. Y también recuerdo que el auténtico fin de la Fundación es desenmascarar el mal dondequiera que se encuentre. Eso es lo que querías, ¿verdad, abuelo? –Preguntó Saori.
–Sí, eso es.
–Dime, abuelo, Ikki por todo lo que está haciendo, ¿es la auténtica reencarnación del mal? –Le preguntó.
–No. Él no es más que un fiel servidor, Saori. ¡No desesperes, triunfaras en esta pruebas, si sigues a los Caballeros del Zodiaco! –Dijo con tranquilidad.
–Pero abuelo, no es tan fácil... La verdad es que me llevó muy bien con ellos y sobre todo con Seiya. Ya no sé qué pensar. ¡Sin olvidar a la prensa, que dice cosas horribles de la Fundación! –Insegura contestó, apretando sus manos contra la otra– Pensé que los Caballeros del Zodiaco harían lo que tú habías previsto. Que sin dudar aceptarían mis órdenes por el bien de toda la humanidad, pero no es así... Se niegan a seguirme.
Ella quería romper a llorar, pero el señor Mitsumasa puso su mano sobre el hombro de ella, lo que la dejó sorprendida al principio.
–Escucha Saori. Tú y yo sabemos que todos los más grandes héroes a veces no son reconocidos. Mira a Atenea y Selene. Ellas se sacrificaron por sus semejantes.
–Entonces, ¿qué hago? –Vuelve a preguntar.
–Debes ser paciente y dulce si quieres que los otros te sigan. Se humilde, Saori. Deja que hable tu corazón y lo conseguirás. –Aconsejó– Así lo logró, Himea-san.
–Pero, abuelo... –Cuando iba a protestar nuevamente, vio que él se estaba desvaneciendo.
–Haz lo que te digo, de verdad no existe otro camino.
–¡No, no! ¡No te vayas! –Le decía una y otra vez que no se fuera, pero ya se había desaparecido– «Himea-chan, ¿por qué me dejaste? ¡Himea, te necesito!» –Saori se rompe a llorar por unos breves instantes hasta que una mirada de determinación se puso en sus ojos.
~
El sol comenzaba a ocultarse, en una roca se encontraban parados Ikki y los cinco Caballeros Negros, cuatro estaban inclinados en una sola rodilla.
–Si os he convocado aquí, es porque quiero que cada uno de ustedes guarde una parte de la Cloth Dorada. La Cloth es suya. Pueden elegir. –Les entrega las piezas al azar.
–Defenderé con mi vida esta parte. –Dijo Pegaso Negro teniéndola en frente.
–Yo defenderé la parte que protege el pecho. –Dijo el Dragón Negro.
–Y yo defenderé la parte de la cintura. –Dijo el Cisne Negro.
–Yo juró que nadie va arrebatarme esta parte. –Dijo Andrómeda Negro.
–Yo me llevo el arco. –Dijo desinteresada Ace Negra.
–En cuanto a mí, yo me quedaré con el casco. No olviden que nuestro deber no es solamente cuidarla. Recuerden que la Cloth ahora está dividida en 11 partes. –Recordó.
–¡Hinhinhin! Entiendo lo que quieres decir. –Contestó Pegaso Negro– Recuperaremos las 5 partes que sean llevado los Caballeros blancos. ¡No temas! –Comentó mientras los otros le miraban a Ikki, pero Ace no estaba interesada en lo que dijo.
–Juramos luchar contra ellos. –Dice Dragón Negro con una sonrisa malévola, incluidas la de los otros y la única mujer se quita su máscara revelar mitad de su rostro.
–¡Hasta vencerlos! –Dijeron Cisne y Andrómeda Negros; hasta que Ikki suelta una carcajada y un rayo los ilumina, volviéndose siluetas oscuras.
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