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Capítulo 1: El comienzo

Han pasado 215 años desde la última Guerra Santa.

Los únicos sobrevivientes debían reconstruir el ejército de Atenea, y prepararse para la siguiente venida de las fuerzas del mal.

Uno de ellos se convertiría en el Patriarca del Santuario y reclutaría niños huérfanos de todo el mundo para ser entrenados y que logren obtener una armadura sagrada.

Mientras el otro, volvería a su hogar en Rozán, China, para vigilar un territorio sellado por Atenea. Y que con su caída, anunciaría el inicio de una nueva Guerra Santa.

A través de los siglos, algunos jóvenes Caballeros eran elegidos bajo las órdenes del Patriarca con la intención de proteger la paz de la Tierra, cuando el mundo lo necesitara. Ahora una nueva generación de Caballeros estaba por surgir.

El 30 de mayo, en Grecia, un par de gemelos nacieron bajo la constelación de Géminis.

El destino de estos gemelos estaría marcado por la tragedia, pues serían los futuros causantes de la más grande conspiración jamás vista en el Santuario de Atenea.

Grecia
Aprox. Año 1950

–Han pasado aproximadamente 200 años desde la anterior Guerra Santa. Pronto una nueva generación de Caballeros aparecerá. Cuando el primer Caballero venga al Santuario... ...con eso, también nuestro deber llegará a su fin. –Murmuró el hombre viendo el cielo estrellado desde la cima de lo más de un barranco– Hey, Dohko. –Llama a su amigo, telepaticamente– [Escucha, Dohko. Dohko.] Este tipo no tiene remedio. ¿Otra vez se ha quedado dormido? [Despierta, Dohko.] –Le grita, despertándolo de su sienta.

Dohko: Oh... Ooouh... ¿Shion?

Shion: Despabílate bien! ¿Así piensas realizar las tareas de vigilancia?] –Le grito.

Dohko: Huaaah... Nyaaah... Nyaaah... –Estira su cuerpo y miembros entumidos– Pero, de esta manera he evitado moverme de enfrente de esta gran cascada durante 200 años. A decir verdad, me estoy cansando de esto. «Oh, Dios.» –Pensó.

Shion: [Pronto... Pronto, un bebé nacido en alguna parte será transportado instantáneamente aquí.]

Dohko: Ummh... ¿Ese bebé en qué clase de Caballero se convertirá cuando crezca? Estoy ansioso por verlo.

Ellos dos sobrevivieron a la anterior Guerra Santa... Atenea le encomendó a Shion a gobernar el Santuario y a Dohko, a vigilar el ejército de Hades.

Los demás Caballeros fallecieron, todos... Rasgado, Deuteros, Manigoldo, Regulus, Asmita, Kardia, Sísifo, El Cid, Dégel, Albafica... Todos ellos murieron luchando...

Shion: [Así es, sin embargo, nuestra larga misión, que fue tan larga, también llegará dentro de poco... Dentro de poco...] Uhm. –Se percata de algo en el cielo– ¡Una estrella fugaz! –Ve la estrella descender hacia el Santuario– Está cayendo en dirección al Templo de Géminis.

~

Dohko: ¿La estrella del anuncio? Hoho. ¿Finalmente habrá llegado? –Presiente un mal en esa estrella– «No... Pero entonces, ¡¿qué es este presentimiento que tengo?! ¡¿Qué es esta ansiedad indescriptible que siento?! N...No puede ser... Imposible, ¡¿esa estrella fugas es... ...una estrella maligna del Ejército de Hades?! N...No, no es eso... Si las estrellas maligna hubieran revivido, entonces se habrían reflejado en esta gran cascada. Esa es la razón por la que he estado vigilando en este lugar durante 200 años...»Mira mejor la estrella fugaz descendiendo del cielo– «Oh... Ya veo, está siendo reflejado. Entonces, ¿¡es una estrella maligna como yo pensaba...?! Mmmnh. Ahora que la observo bien, no se trata de una solo estrella fugas... Hay dos... Hay más... ¡Hay una más! ¡Hay tres! Mmmnh. No... no puedo creerlo... Esta tercera estrella es... ¡La estrella... ...del mal augurio de Ker!» –Dijo viendo la estrella descender al tercer Templo del Santuario.

~

Las tres estrellas caen en la Casa de Géminis. Shion acude al Templo para ver qué había pasado.

Shion: Oh... Oooh... –Al acudir al Templo, encuentra un bebé en el lugar y lo recoge– E...Este bebé... ...es el Caballero de Géminis... ...de esta nueva Era. –Se percata de otro individuo y gira al ver a otro bebé a unos menos alejados de él y el recién nacido– Qué... Hay uno más. ¿Acaso los Géminis de esta Era son gemelos, tal como su nombre lo indica? –Se percata de un individuo más y al girarse, en vez de ver a otro bebé, ve uno cubierto en oscuridad– ¿Qué...? ¿¡Qué significa esto!? –Se altera al ver al ser oscuro cubierto por una manta blanca. Toma a los infantes y se acerca al tercer infante con los otros en brazos– Hay otro más... Este bebé está envuelto en una manta... ¿Los Géminis de esta Era... ...acaso son tres?

~

Dohko: [No...Ten cuidado. Shion, ésa es la estrella del mal augurio de Ker.] –Le advierte telepáticamente.

Shion: [¡¿La Estrella del mal Aguario?!] –Exclamó sorprendido.

Dohko: [Así es.] –Afirma– Desde la Era Mitológica, la estrella del augurio de la diosa maligna Ker, toma posesión y se sincroniza con una estrella de justicia para traer calamidades. [¡QUÍTALE LA VIDA AHORA MISMO! ¡QUÍTALE LA VIDA A ESE TERCER BEBÉ!]

Shion: [T...Tonterías... Por más que sea un enemigo... ...no puedo tomar la vida de un bebé.] –Dijo acercándose más de cerca al manto.

Dohko: [¡SI NO LO HACES AHORA MISMO, SE TERMINARÁ APODERANDO DEL SANTUARIO!]

Shion: [Kgh... P... Pero...] –De repente una luz salió del manto y de este salió un ser amorfo y lo ataca, dejándolo inconsciente en el suelo– ¡UH!

~

Dohko: SHION! ¡¿QUE SUCEDE, SHION?! ¡¡SHIOOOON!!] –Trata de contactar con él, pero no responde.

~

Dentro del terrible castillo del dios de las tinieblas cerca de un pequeño río se encuentra una pequeña capilla de forma cilíndrica.

Ker miró la enorme puerta al detalle. Blanca y pulida, sin adornos, no se esperaba encontrarla sin huella alguna del tiempo, llevaba siglos allí, cerrado, en posesión y custodia de los Heinstein.

El templete era un edificio de planta redonda, completamente blanco. Aunque por fuera había algunas plantas que trepaban, helechos en el tejado y musgo en los escalones, el interior estaba limpio, como si lo abrillantaran a diario. Doce columnas de mármol subían desde las enormes losas del suelo hasta el techo, en el que también se dibujaban gigantescos casetones tallados.

Tan sólo había, en el centro de la estancia, un pequeño pedestal, también redondo. Sobre éste, inofensiva, una primorosa urna.

Mira la tira de pergamino que, con el símbolo de Atenea, permanecía atravesada sobre la caja, y también sobre la mesa.

Ker: Thanatos, Hypnos. Hermanos mayores...

–¿Quién nos está llamando? ¡¿Quién es?! –La poderosa y, al mismo tiempo, suave voz masculina, parecía surgir de todas partes y de ninguna.

Ker: Soy Ker. –Anunció.

–Ooh... Hermana. –Dijo la voz poderosa y, al mismo tiempo, suave.

–¡¿Ker?! –Dijo la otra voz, más áspera que la del otro dio– ¿Ha llegado el momento para que abandonemos esta caja?

Ker: No, hermano. –Dijo arrodillada ante ellos– Desafortunadamente, el poder del sello de Atenea no ha expirado. Eso todavía tomará algo más de tiempo...

–Mmnh, en ese caso, hermana... –Dijo la voz poderosa y, al mismo tiempo, suave.

–¿Qué es lo que has hecho? –Pregunto la voz áspera.

Ker: Juh. He realizado una pequeña travesura.

–¿Una travesura?

Ker: Asi es, jujuju. –Dijo divertida– He enviado un espíritu maligno a los Géminis que acaban de nacer... El cual tomará posesión de uno de los gemelos.

–Tonterías... Allí deben estar Aries y Libra quienes sobrevivieron a la anterior Guerra Santa.

–Ellos no te permitirán salirte con la tuya.

Ker: No, el tercer géminis es un ser sin forma... ...el cual no quedará grabado en sus memorias. Sin embargo... ...simplemente será percibido como una personalidad múltiple. Juh... –Sonrío divertida– Y por más que sientan una sensación rara a medida que vaya creciendo... ¡¡Ese tercer Géminis será quien haga colapsar el Santuario desde adentro!!

Grecia
Aprox. Año 1969

Saga se convierte en el primer Caballero Dorado de esta generación, otorgándosele la Cloth de Géminis. Pronto sería reconocido por su gran poder y generosidad, como si fuese un dios en la Tierra. Sin percibir nadie salvó una joven guerrera que una horrible maldad en su interior luchaba por poseerlo.

Saga sería asignado por el Patriarca a una importante misión.

En Cabo Sounion, en la región de Ática, yacen las ruinas del templo de Poseidón. Vestigios de cuando el dios se encontraba en la Tierra.

Saga debía vigilar el poder que mantenía sellado a Poseidón desde hace siglos. Pues su despertar podría significar el inicio de una nueva guerra.

Al poco tiempo, Aioros, otro guerrero de gran poder e inquebrantable lealtad, es envestido con la Cloth de Sagitario. Se le encomendaría la misión de resguardar el Santuario contra cualquier enemigo.

Grecia
Aprox. Año 1970

Shura, es nombrado Caballero Dorado, otorgándosele la Cloth de Capricornio. Pronto sería enviado de misión por el Patriarca, ausentándose del Santuario por casi 12 años.

Hasta entonces se había nombrado a 4 Caballeros Dorados. Dentro de poco estos guerreros protagonizarían la más trágica conspiración en el Santuario de Atenea.

Grecia
Año 1972

Un joven se dirigía al Santuario. Shura, el Caballero de Capricornio, había regresado.

El verano en Grecia ha tenido poca lluvia. Si en un mes llovió por tres días, fue mucho. Lejos, en las montañas de Atenas, es donde el Santuario está construido, es muy seco allá también; el viento barre el lodo, creando grandes polvaredas. En la ciudad, llegan varios turistas; es muy concurrida. Desde la era del mito ha sido de esta forma, la ciudad ha atraído a mucha gente que busca ver este sitio misterioso. En varios años, un reportero intenta espiar en este místico lugar llamado Santuario, sin embargo regresa a casa sin recompensas. La verdad es que el Patriarca, evita que la gente invada al Santuario, ha creado varios niveles de campos de fuerza alrededor del Santuario. Algunos turistas que estén cerca del campo de fuerza no podrán continuar. Si lo hacen, serán rebotados. Cuando olviden el incidente, se les traerá de regreso. Claro que todo esto es posible gracias al poderoso Cosmos del Patriarca, quien puede poner esos campos de fuerza, que bloquean todo el Santuario. Este lugar misterioso genera un arcoíris que la gente normal lo llama "Arcoíris de Dios". Desde la era del mito, incluso aunque las personas sienten que el Santuario es un lugar misterioso, aún tienen buenos presentimientos sobre él.

Un joven, como el viento, ha entrado al Santuario fácilmente. Bajo el brillante sol, el viento mueve el cabello del joven como si el cabello tuviera vida propia. Sus ojos no parecen reflejar su edad real. Por sus ropajes, él no puede ser otra cosa que no sea un Caballero.

–Mi viejo hogar, el Santuario... no ha cambiado en nada.

El joven ve en el centro del Santuario el Reloj de Fuego. El Reloj de Fuego esta de frente a las 12 casas que se supone son protegidas por los Caballeros Dorados. Es sabido que las Doce Casas también tiene relación con las constelaciones de cada uno de los Caballeros Dorados.

–La décima Casa es Capricornio. –Dice el joven recordando. El joven entonces fija su mirada en el Templo del Patriarca y la Estatua de Atenea– «¿Ya habrá nacido Atenea...?»

Pensando en este importante tema, él mira al frente. Cuando aún estaba en entrenamiento, ahí fue donde dio su sudor y sangre, en el Sitio de Entrenamiento y al lado de éste, el Sitio de Combate.

El joven camina al Sitio de Combate. Hace dos años, ahí fue donde obtuvo el grado de Caballero y su Cloth como prueba al vencer al último entrenado. Él recuerda todo esto perfectamente. Este joven fue el ganador. Cuando recuerda cómo ganó, se siente muy emocionado.

«Esa vez tuve mucha suerte... pero si fuera ahora, ganaría por mi fuerza.» –Su confianza no es falsa.

En estos dos años, este joven ha entrenado duro en las montañas de España. Ha empezado a creer en él mismo. El joven inhala profundamente y contiene el aliento. Se concentra y cierra sus ojos. Deja salir el aliento. De todo su cuerpo emerge su Cosmos, un Cosmos que sale tan rápido como capas de hielo derritiéndose, como caballos saliendo de la cerca en una carrera. Todo el Cosmos ha salido en un gran impulso. El joven abre sus ojos lentamente. Decide que su objetivo será la cima de la montaña atrás de la Estatua de Atenea. Debe estar al menos a 3,000 metros...

–¡Oah...! –En un instante, dirige su brazo derecho a la cima de la montaña. El poder del golpe corta a través del aire. Crea un sonido, volando a la velocidad de la luz. El poder no se detiene. Finalmente golpea la Casa del Patriarca en la cima de la Montaña Estrella. Se pude ver humo saliendo.

El joven, al ver esto, tiene un mal presentimiento. De pronto, detrás de él hay un poderoso Cosmos.

«Uhmm, ese Cosmos es...» –Se gira con una sonrisa en su cara. Es el Caballero Aioros de Sagitario, sonriéndole con afecto y cariño.

–¡Aioros!

Aioros: ¡Shura! ¿Cuándo regresaste?

El joven llamado Shura no contesta y abraza a Aioros.

Aioros: –Le regresa el abrazo– Shura, has incrementado el nivel de tu Cosmos, ¿no?

Shura: No lo puedo comparar con el de Aioros.

Aioros: No, puede ser igual que el mío.

Shura: Oh... igual que el de Aioros... –Muestra finalmente su edad, sonriendo.

Aioros: En las Treces Casas, la décima Casa, protegiendo la Casa de Capricornio, el Caballero Dorado Shura de Capricornio finalmente ha regresado a casa. ¡Felicidades Shura! –Le extiende su mano.

Shura: Gracias, Aioros. –Sostiene la mano de Aioros con agradecimiento.

Aioros siente que la mano de Shura se siente diferente. Por el entrenamiento pesado de Shura, su mano es como el acero.

Aioros: «¿Qué?... ¡esta mano! Nunca imaginé que pudiera entrenar a este nivel... Impresionante, Shura...» –Pensó.

Shura: Aioros, ¿qué? –Esto despierta a Aioros de sus pensamientos.

Aioros: Shura, ¡¡la Casa de Capricornio es perfecta ahora!!

Shura: ¡¡Aioros!! –Aioros mira a Shura como su propio hermano y asiente– Escucharte decir eso me hace muy feliz. Siempre vi a Aioros como mi meta. Sin importar el dolor, lo soporté...

Aioros: Shura, ahora he olvidado que eres cuatro años menor que yo. Ven, vamos a visitar al Patriarca. Esta noche tendremos una larga conversación.

Shura sonríe.

Ahora Shura está en verdad feliz, porque ha obtenido el reconocimiento del Caballero Dorado Aioros de Sagitario.

El Patriarca del Santuario es el líder de todos los Caballeros. En cada generación, el Patriarca escogerá a su sucesor de entre los doce Caballeros Dorados. Un Caballero que es benevolente, inteligente y valiente. Antes de que empiece la Guerra Sagrada, esta ceremonia de sucesión es realizada.

La llamada Guerra Sagrada es aquella en la que el Dios del Mar, rey de Atlantis, Poseidón intentó apoderarse de la Tierra y enfrenta la "Voluntad de los Dioses", creado la lucha de poderes. Cuando el mal aparezca en esta Tierra, Atenea nacerá. Antes que la pelea empiece, el Patriarca da la orden a todos los Caballeros del mundo para que regresen al Santuario.

Las Guerras Sagradas ocurren de cada 230 a 250 años. La última Guerra Sagrada fue hace 229 años. Esa vez, 79 Caballeros estuvieron ahí para pelear. Fue el mayor número de Caballeros que participaron en una guerra. Sólo algunos sobrevivieron, fue una guerra cruel. Uno de ellos vive ahora en los Cinco Picos de Rozan, el Caballero Dorado de Libra (Dohko), y otra persona, es ahora el nuevo Patriarca.

Shion: Ah, Shura, finalmente has vuelto. –Le dice dándole la bienvenida.

Sentado en el trono, la cara y cuerpo del viejo Patriarca han sido escondidos por una máscara y su túnica.

Shura: Saludos. –Se inca, diciendo esto respetuosamente.

Shion: Esta noche, toma un buen descanso.

Shura: ¡Sí! Gracias por su preocupación.

Arles: Shura, ¿probablemente te has vuelto muy fuerte? –Dice parado detrás del trono, quien es el hermano del Patriarca.

Arles.

Él está para ayudar al viejo y enfermo Patriarca, tomando parte de sus tareas.

A pesar de ser un Caballero de Plata, su personalidad ideal y apoyo al Santuario hacía Arles, alguien de confianza para los Caballeros, teniendo su respecto y apoyo.

Arles: Ahora, el Caballero Dorado para la Casa de Capricornio ha regresado también.

Shion: Arles, mañana dale la misión a Shura. –Dice mientras lentamente se levanta.

Arles: ¡Sí! Shura, ya te puedes retirar. Descansa un poco. –Sigue al Patriarca.

Shura: Gracias por su preocupación. –Dijo mientras estaba por irse, a su espalda siente un Cosmos muy poderoso y retador. Todo su cuerpo se pone nervioso y tenso– «¿Qué... ese Cosmos?»

Shion: ¿¡Saga!?

El Misterioso Caballero Dorado, Saga.

Shura: ¡¡Ah!! –Gira su cabeza y ve.

El Caballero Dorado Saga de Géminis lentamente camina hacia el frente con un gesto frío.

Saga: Saludos... el Caballero Dorado Saga de Géminis viene aquí respetuosamente para saludar al Patriarca. –Hace la etiqueta apropiada.

Shura piensa profundamente. Decide determinar si ese extraño Cosmos vino de Saga. Pero Shura sólo siente un Cosmos benevolente y poderoso que cualquier Caballero Dorado debe tener.

Shura: «Qué extraño... ¡¿De quién sería ese Cosmos?! Tal vez un intruso ha entrado al Santuario...»

Saga: ¿Y tú eres?

Shura: El Caballero Dorado, Shura de Capricornio. –Contesta

Saga: Oh, eres tú...

Shura: Hace un momento sentí un Cosmos muy grande y retador, ¿y tú?

Saga: Ah, yo no...

Shura: ¿En serio?

Los dos Caballeros se miran mutuamente, ojo con ojo y crean algunas chispas.

Shura: «¿Qué...? En los ojos de Saga, hay una luz extraña.»

Los dos se quedan mirando mutuamente.

El Patriarca finalmente interrumpe esto.

Shion: Saga, ¿cómo está la situación de Poseidón?

Saga: No ha habido mucha actividad aún.

Shion: Saga, observar a Poseidón es muy importante. No debes ser descuidado. La última Guerra Sagrada fue hace 229 años, el día en que Atenea llegue está cerca.

Saga: ¡Sí!

Shion: Saga, esta noche quédate en el Santuario y descansa.

Saga: Gracias.

Shura aún mira a Saga, quien hace la etiqueta correcta.

Shura: «Saga, un hombre con el que hay que tener cuidado...» –Pensó.

~

Es tarde en el Santuario. El cielo se llena de estrellas brillantes, resplandecientes, bellas como un ángel. Sujetando una copa de cristal que refleja la luz de las estrellas, sentado en una silla en el pórtico.

Shura: Aioros, el Caballero Saga, ¿qué clase de hombre es? –Le pregunta a Aioros.

Aioros: ¿Saga?... Bueno, él es una persona que no habla mucho de él mismo... Nadie... tal vez incluso ni el Patriarca sabe cómo es Saga en realidad. Es por eso que es muy difícil ver qué piensa Saga. Pero yo si lo veo; Saga está escondiendo algo...

Shura: Hmm... –En su mente, ve los misteriosos ojos de Saga.

Mientras piensa sobre esto, otra vez, siente un Cosmos retador de alguna parte.

Shura: ¡¿Aioros?!

Aioros: ¡Hmm! –Lo siente también.

Shura: ¡Es ese, Aioros! ¡El Cosmos que sentí, es ese!

Aiorios: ¡Shura, vamos! –Su cara cambia, y saltó.

Shura: ¿Ah? –Dijo sin saber lo qué estaba pasando.

Aioros: –Corre tan rápido como puede– Shura, ¡¡el Patriarca está en peligro!!

Shura: ¡¿Qué?!

Aioros corre en dirección del Templo del Patriarca.

Shura: «Demonios, aún no tan rápido como Aioros...»

Usando la velocidad súper humana de los Caballeros Dorados, ambos pasan en un instante las escaleras.

Sin siquiera tomar un respiro, llegan al Templo del Patriarca y ven a Arles usando su propio cuerpo como escudo para proteger al Patriarca, deteniendo los golpes del asesino.

Arles es un Caballero de Plata. No es débil, pero todo su cuerpo está herido; lo que es sorprendente es que el asesino no tiene heridas. ¿Podría ser que el asesino es más poderoso que un Caballero de Plata? El asesino usa una máscara, escondiendo su identidad.

Aioros: ¡Arles!

Arles: ¡Oh, Aioros!

Shura: ¿¡Quién eres tú!? –Le grita al asesino– ¡Tú, idiota estúpido que se atreve a venir al Templo del Patriarca y atacarlo, di tu nombre!

–......... –El asesino no dice nada.

Arles: ¡¿Tú, tú... eres...?!

Shura: ¿Has visto su Cloth antes? –Le pregunta a Aioros.

Aioros: No, esta es la primera vez que veo algo como eso.

La Armadura del asesino es totalmente diferente de las Cloths de los Caballeros.

Shura: «Parecen escamas de pescado...» –Piensa.

El asesino sigue sin responder pero el Patriarca responde por él.

Shion: Esas son la Scale de las Marinas de Poseidón.

Shura: ¿¡Marinas!?, ¡¿Scale?! –Es la primera vez que oye sobre las Marinas– Esas Escamas fueron creadas por el legendario Orichalcum. Eso significa que, ¡¿fuiste enviado por Poseidón?! –El asesino aún no le responde a Shura.

De pronto, el asesino lanza su puño a la velocidad de la luz, directamente a Arles.

A pesar de esto, Arles no se mueve.

Arles: ¡¡¡Ah!!! –Se sujeta el estómago.

Él está a punto de caer. El asesino brinca al lugar del Patriarca.

Aioros: Oh, no... –Grita, mientras el asesino ya estaba a distancia de ataque contra el Patriarca.

A pesar que el Patriarca está viejo y enfermo, aún es un Caballero Dorado; él no perderá tan fácil. El Patriarca fácilmente evade el ataque.

Aioros: ¡Patriarca! –Grita mientras él y Shura corren y se paran entre el Patriarca y el asesino. No importa cuán confiado es el asesino, no puede ser descuidado enfrentado a dos Caballeros Dorados.

El asesino repentinamente salta y cae atrás del Patriarca.

Aiorios: ¡Ah, no...!

Incluso el Patriarca siente que permitirle brincar a su espalda es un error.

Aioros y Shura no pueden lanzar sus ataques sin golpear al Patriarca. No pueden ver un espacio donde puedan atacar, pero aún así ambos se colocan en posición de ataque. Tienen que esperar para ver si el asesino se desplaza y entonces atacar. Los dos están muy nerviosos y sudando. El asesino tiene toda la ventaja. Pareciera que el asesino está jugando al gato y al ratón con ellos.

En ese momento, Shura sintió un Cosmos muy poderoso y retador. Ese Cosmos era el mismo que sintió en el Templo del Patriarca al anochecer.

Shura: «¡¡Ese mismo Cosmos!!»

Aioros lo sintió también.

Aioros: «¿¡Este... Cosmos es!? ¿¡Tal vez!?» –Recuerda. Apunta al asesino con su mano derecha– ¡Si quieres vivir, será mejor que sueltes al Patriarca!

Ha ha... –Una risa venía detrás de la máscara.

Aioros expande su Cosmos y apuntando con su dedo, dejando salir su Cosmos y ataca al asesino.

El asesino, sin embargo, no está asustado y fácilmente evita el Cosmos.

Después de eso, él apunta al Patriarca con su mano derecha.

Shura: ¡¡Ah!! –No puede ni respirar.

Arles: ¡¡Aioros, depende de ti!! –Se levanta y grita.

Aioros: ¿Has visto a Saga?

–¿¡Qué!? –En un segundo, la mano que apunta al Patriarca baja, y ellos ven moverse el cabello del asesino.

Shion: ¡Shura, lanza un corte de mano! –Le ordena a Shura.

Shura blande su mano como un cuchillo, apuntando a la mano derecha del asesino y deja salir un rayo de luz.

Shura: ¿Whoaaaa? –No tiene el control de su corte de mano, él sólo movió su mano como se lo ordenaron.

Mientras el poder fluía, él dejó ir su corte de mano. Incluso así, el poder fue enorme.

–La muñeca del asesino se lastimó con el poder cortante de Shura– ¡¡Ah!!

De la herida, pequeñas gotas de sangre caen.

Shura: ¿¡Qué fue eso!? –Ve la herida del asesino, tiene miedo y no puede evitar gritar.

Aioros rápidamente lanza dos golpes como flechas a la velocidad de la luz al asesino.

–¡¡Ah!!

El asesino, que tuvo un momento de debilidad, no pudo evitar el ataque.

La hombrera derecha de las Escamas es golpeada por el poder de Aioros. Aún así, él no puede destruir las Scales creadas por Orichalcum, la hombrera sólo está rota.

El asesino no tiene tiempo de ponerse en posición de ataque cuando Shura ya lo tiene capturado y el asesino salta.

Aioros estaba protegiendo al Patriarca y ahora continua la pelea. El asesino hace un ataque giratorio contra Shura, pero mientras gira él pierde el balance y Shura aterriza fácilmente.

Arles hace su mejor esfuerzo y se levanta también, los tres enfrentan al asesino.

Aioros está frente del Patriarca protegiéndolo, mientras su Cosmos crece.

El asesino tiene que rendirse. Está enfrentando a dos caballeros Dorados, un Caballero de Plata y uno que fue un Caballero Dorado. No puede pelear contra los cuatro; es demasiado estúpido.

El asesino gira y salta por la ventana. Con el sonido del cristal rompiéndose, el asesino desaparece en la oscuridad. Shura está a punto de perseguirlo.

Arles: ¡Shura, olvídalo!

Shura: ¡¿Qué?!

Arles: Está oscuro allá fuera... Si lo persigues, podría atacarte y entonces él ganaría.

Shion: Arles está en lo correcto. –Oyendo sus palabras, y también viendo los ojos de Aioros que parecían decirle a Shura que obedeciera.

Shura: Entiendo. Entonces, ¿quién era ese asesino?

Aioros: Presumo que es uno de los sirvientes de Poseidón, pero... –Toca su cabeza mientras dice esto.

Arles no da una respuesta.

Shion: Aioros, Shura, gracias a los dos. –Asiente, dándoles las gracias.

Aioros: ¡Patriarca, no fue nada!

Shura: Cierto, no fue nada.

Saga llega al Templo del Patriarca usando algo poco apropiado para la temporada de agosto en Grecia: ropa de manga larga.

Cuando entra, todo ha terminado.

Shura: ¡¡Saga, hace un momento, un asesino vino y atacó al Patriarca!!

Saga: –Oye esto sorprendido– ¿Qué? ¿Un asesino atacando al Patriarca? ¿Quién era...?

Shura: Fue una especie de Marina.

Saga: ¿Marina?

Shion: ¡Saga, rápido regresa y vigila a Poseidón!

Saga: ¡Sí! –Hace la etiqueta correcta.

Arles piensa en algo. Él continúa vigilando cada movimiento de Saga.

En ese momento, Saga siente la mirada de Arles, entonces le devuelve una mirada ruda a Arles.

Justo en ese momento, el Patriarca anuncia algo muy importante. Aioros y los otros se quedan callados.

Shion: Muy pronto le daremos la bienvenida a la reencarnación de Atenea y Selene.

Shura/Arles/Saga/Aioros: ¡Ah! –Todos se emocionan mucho.

Shura: «Atenea finalmente vendrá...» –Se siente más emocionado que cuando obtuvo su Cloth Dorada. Al mismo tiempo, la cara de Saga muestra un gesto frío.

Arles: –Lo nota– «Saga...»

Shion: Como en el pasado, le damos la bienvenida a la reencarnación de Atenea y Selene justo antes de las Guerras Sagradas. No sólo el Dios del Mar, Poseidón quiere atacar esta tierra, también Hades del Inframundo y la Diosa de la Batalla Eris no se han dado por vencidos. Nos debemos preparar para la llegada de las Guerras Santas.

Shura muestra algo de nerviosismo.

Shion: Así que Saga, tu debes usar toda tu energía para vigilar la actividad de Poseidón.

Saga: ¡Sí!

Shion: Y Aioros, tu responsabilidad es proteger el Santuario.

Aioros: ¡Sí!

Shion: Shura, tú debes entrenar rápido a los Caballeros de todo el mundo.

Shura: ¡Sí!

Shion: Ahora, ¡¡empecemos!!

Shura/Aioros/Saga: Sí.

Los tres Cosmos están ardiendo.

Aioros: Shura, tu corte de mano fue muy poderoso.

Shura: ¡Sí! Incluso yo no sabía cómo controlarlo... fue como si mi mano se moviera por sí sola.

Shion: Eso es algo que no podemos ver, pero es el regalo de Atenea.

Shura: Oh, ¡el regalo de Atenea!

No sólo Shura, sino que también Aioros, Saga e incluso Arles se sorprenden con esto.

Shion: Es la Espada Sagrada llamada por los Dioses; Excalibur.

Shura: ¿Excalibur...?

Shion: Utilizar la Espada Sagrada en tus movimientos, esta es la recompensa de tu duro entrenamiento. Cuando Atenea llegue, podrás protegerla a su lado...

Shura: ¡Sí! Estoy muy agradecido. –Mira su mano derecha y pequeñas gotas de lágrimas caen– Atenea... Selene... –Simplemente viendo sus lágrimas, ven la prueba de su devoción a las aún no-vistas Atenea y Selene.

Aioros: Shura, ¡esto es genial! –Felicita a Shura, sosteniendo su mano derecha.

Shura: Gracias, Aioros.

Saga: Shura, ¡felicidades! –Le da una palmada al hombro de Shura.

Los ojos de Arles destellan. En las mangas de Saga, se filtra sangre.

Arles: «¿Podría... ser Saga?» –Todos se pueden retirar.

Aioros hace la etiqueta correcta.

Arles: Saga, pasa a mi habitación.

Saga: Arles, ¿qué pasa?

Arles: Quiero conversar contigo...

Saga muestra que no está a gusto y se va.

Arles está en su cuarto pensando en el asesino.

Arles: «El Santuario está rodeado por varios niveles de campos de fuerza. Excepto por los Caballeros Dorados, ningún otro Caballero puede pasar por ellos. Si el asesino era una Marina real, y también pasó los campos de fuerza... pero, si fue un Caballero Dorado... y Saga llegó tarde. Y también en la manga... esa sangre que se estaba filtrando, ¿no habré visto bien...?»

En ese momento, un golpe en la puerta.

Saga entra al cuarto de Arles.

En los ojos de Saga, brilla una luz extraña, Arles no se da cuenta de esto mientras Saga se coloca enfrente de él

Saga: –Se coloca enfrente de Arles– ¿Qué pasa...?

Arles interrumpe a Saga sosteniendo la mano derecha de Saga. Él levanta la manga.

Saga: ¿Qué? ¿Qué estás haciendo? –Se asusta mucho con esto.

Arles ve, en el brazo de Saga está la herida dejada por la Espada Sagrada Excalibur.

Arles: Es esto... Saga, sólo yo sé acerca de esto. Si tienes pensamientos malignos ahora, te sugiero que los olvides.

Saga: Vaya, vaya... Arles, si no fueras tan molesto, hubieras tenido una vida más larga...

Arles: ¿Qué?

El color de los ojos de Saga se vuelve un despiadado rojo sangre. Su personalidad es la de una persona completamente diferente.

–¿Qué no tenga pensamientos malignos? Esto es por el Caballero Dorado Saga de Géminis, quien tomará el lugar de Atenea y Selene, y dominará el mundo. Sólo maté a una Marina, tomé sus Scales... Suficiente, esta es la técnica más poderosa de Saga: ¡Explosión de Galaxias!

Saga lanza su movimiento y Arles es asesinado.

Saga: –Ve el cuerpo de Arles y ríe fríamente– Ha ha... de ahora en adelante, ¡yo seré Arles! –Se pone la máscara de Arles– Caballero Dorado de Géminis, como ha ido a vigilar las actividades de Poseidón, se ha vuelto a ir... Lo que sigue es esperar el momento adecuado para deshacerme del Patriarca, si Atenea y Selene mueren también, el Santuario será de Saga, ¡mío! ¡¡¡¡Ha ha ha ha!!!!!

Saga esconde el cuerpo de Arles, tomando su casco y una de sus túnicas.

Ahora usurparía su lugar. Permaneciendo cerca del viejo Patriarca, que no lograría percatarse del horrendo crimen.

Grecia
Año 1976

Luego de pasar noches meditando en Star Hill, el Patriarca descubre en las estrellas que el regreso del más poderoso enemigo de Atenea estaba próximo a suceder.

El Patriarca decide que el Ejército de Atenea debe completarse lo antes posible.

A pesar de sus cortas edades, este año, 8 guerreros serían envestidos con Cloths Doradas. Death Mask, Afrodita, Milo, Camus, Shaka, Aioria, Mu y Aldebarán.

Luego de casi 230 años desde la última Guerra Santa, los guerreros más poderosos entre los 88 Caballeros habían regresado.

Los jóvenes Caballeros Dorados habían sido elegidos.

Y con ello, la Cloth de Atenea había resurgido.

Grecia
1 de septiembre de 1976

De Star Hill salió un rayo de luz dorada que cruzó los parajes del Santuario. Un temblor mucho fuerte que los anteriores se volvió a sentir.

Los cantos, ahora no sólo de los elementos sino de todas las almas que habían sentido su llegada y venida se hicieron escuchar en todo el Santuario. La luz llegó a la estatua de Atenea y se propagó en todas las direcciones. Las constelaciones brillaron cómo nunca y los cantos llegaron a la cúspide de las notas más altas.

El viento sopló una última vez y las lechuzas blancas pasaron por la estatua de piedra, antes de desaparecer. El amanecer llegó, borrando poco a poco la oscuridad de la noche y opacando el brillo de las constelaciones. Se hizo el silencio, y cuando el sol aparecía finalmente se escuchó el llanto de una criatura...

Entre mantas blancas, Shion encontró, al pie de la estatua de la diosa, al bebé que era su encarnación... Con lagrimas y pasos titubeantes tomó a la niña entre sus brazos y miró al cielo agradecido.

Atenea había llegado al mundo.

El Patriarca, consciente de su estado y de que una nueva guerra estaba cerca, decide que es momento de abdicar. Un nuevo Patriarca debía surgir para liderar al Ejército de Atenea.

A mediodía, el Patriarca escogería a su sucesor, de entre los Caballeros Dorados. Al ser aún muy jóvenes, la elección se restringe a los 2 Caballeros de mayor edad.

Se decide que esta reunión sea secreta hasta que se escoja al sucesor. Y luego proclamar, a todos en el Santuario, al nuevo Patriarca.

Nadie aún sospechaba de la muerte de Arles. Era el momento de escoger a un nuevo Patriarca y Saga debía volver una vez más.

Sí él era el preferido para la elección, quizá no sería necesario asesinar al Patriarca. Disfrazado de Arles, lo convencería de que su presencia no es necesaria para la elección.

Aprovechando esto para abandonar el Templo y reaparecer como el Caballero de Géminis.

22:30 p.m.

–¿Te toca la ronda nocturna? –Preguntó su hermano menor. Se acomodó entre las sábanas y puso su cabeza sobre la suave almohada para descansar del largo día de trabajo.

Aiorios: No, el Sumo Sacerdote me mandó a llamar.

–¿Por qué? –Su hermanito soltó un profundo bostezo. Se había esforzado mucho, no podía negarlo– ¿La estrella fugaz?

Aiorios: Quizás, no lo sé. Ahora, descansa. –Era mentira. Estaba seguro que ese era el motivo pero no quería continuar desvelando al pequeño.

–Bien, bien, pero mañana nos levantaremos temprano, ¿está bien? Esta vez sí lograré golpearte. –El niño cerró los ojos y se durmió con la misma facilidad con la que despertaba.

Aiorios: Sí. Tal vez lo logres, Aioria.

La noche estaba muy calma en el Santuario de Atena, como si la estrella jamás hubiese caído. Los había puesto a todos en alerta, desde los soldados rasos que vigilaban entre en el Zodiaco hasta los que visten de Dorado. Pero el Patriarca, desde lo más alto del Monte Estrellado, alzó la voz. Mientras subía los escalones recordó oír su voz como si lo hubiera tenido a medio metro.

Shion: A todos en el Santuario: calma, lo que acaba de suceder no es para tener miedo, sino que es una buena noticia que nos llenará a todos de orgullo y valor. –No dijo nada más.

Aioros, como Caballero Dorado, supo deducir lo tácito.

Llega a su destino, el Templo Corazón, y lo primero que hizo fue saludar a los dos guardias de la entrada. Al interior las antorchas estaban encendidas; recorrió el largo corredor que llevaba hasta el trono dorado y allí se encontró con las personas que esperaba.

El Patriarca sentado tranquilamente como si las palabras que tenía pensado pronunciar le quitaran un peso de encima que había cargado mucho tiempo. Se decía que ese hombre tenía casi 250 años de edad, Aioria reía cada vez que se lo contaba. Llevaba una larga sotana negra que cubría hasta sus pies, y por encima una estola dorada con hermosos detalles florales además de un medallón zafiro; alrededor del cuello lucía un rosario compuesto de esferas multicolores y sobre la cabeza un yelmo de oro tan brillante como el sol, ornamentado con la figura de un águila, el animal emblemático del dios rayo, su sombra ocultaba tanto marcas de la edad como los ojos que habían visto tanto a través de las épocas. Su cabello caía por la espalda convertido en canas, pero no había barba ni bigote.

Con una rodilla en la alfombra roja, frente al trono dorado, se hallaba el compañero de batallas a quien consideraba el hombre más noble, fuerte, orgulloso y compasivo sobre la Tierra, vestido con el ropaje que se le entregaba a la élite del ejército: el Manto Sagrado de Oro. Era más alto y robusto que él, su cabello negro azulado caía sobre la capa, sus ojos seguían siendo esmeraldas tranquilas y seguras, dignas de un hombre a quien llamaban semidiós.

Aioros: Patriarca. Aioros de Sagitario, aquí presente. –Se quitó el casco, plegó las alas y se arrodilló.

Saga: Saga de Géminis, presente.

Pudo oír por un brevísimo instante, después del saludo protocolar, a un bebé llorando en la habitación lateral del Templo, detrás de la cortina. Se calló el mismo instante en que Aioros sonrío. Sabía de quién se trataba, no necesitaba que el Patriarca se lo dijera.

Saga: Presten atención. Como ya lo saben, –Aioros lo entendió, así que no tenía pensado perder tiempo– es ella. Atenea renació como humana de nuevo tras 200 años de espera.

Aiolos tardó en tragar las últimas palabras. Le habían dicho hace años en su entrenamiento que la diosa de la sabiduría y la guerra estratégica aparecía de esa manera, pero no dejaba de ser algo chocante.

Saga: ¿Un bebé? –Cruza su mirada con él, al parecer también lo afectó.

Shion: Atenea es la diosa que cuida y protege a los seres humanos, por eso ha venido al mundo terrenal como una humana, para vivir, sentir y luchar como ellos. Como nosotros. Pero no se equivoquen, aún con cuerpo de carne y hueso sigue siendo una divinidad, posee el poder de los olímpicos en su interior.

Saga: Y por eso daremos hasta la vida por ella. –Dijo con orgullo– Aún después de la muerte. –Por alguna razón las palabras que salieron de sus labios le parecieron muy significativas, como si acabara de pronunciar el voto más sagrado de su existencia, algo que lo seguiría por el resto de su vida.

Shion: Me alegro de oír eso. Ahora la bebé duerme, pero mañana, apenas despierte, se les permitirá verla por primera vez, no solo a ustedes sino también al resto de Caballeros Dorados. En cuanto a Selene, ella aún no desciende, porque nacerá siendo la hija de nuestra querida amiga y compañera de armas: Izumi de Ofiuco.

El corazón de Aioros latió con fuerza, estaba ansioso, pero igual triste. Solo debía esperar unas cuantas horas para ver, admirar y venerar a quien protegería el resto de su vida, al ser más maravilloso sobre la Tierra, la diosa humana que vela por sus hombres y mujeres mientras esperaban el nacer de Selene. Al mirar de reojo a Saga supo que se sentía igual.

Shion: Una cosa más... –Una pequeña sonrisa se asomó en el rostro anciano del Sumo Sacerdote– Esto demuestra que la Tierra enfrentará una nueva guerra pronto. Por eso decidí darle mi papel como Patriarca a uno de ustedes.

Eso sí que tomó por sorpresa a ambos Caballeros Dorados, se quedaron mirando al Patriarca sin respirar por unos segundos que se hicieron eternos.

Shion: Aioros, ¿estás preparado?

Al principio no supo cómo reaccionar. Cuando habló sobre el sucesor al cargo más importante empezó a preparar las palabras de aliento que le daría a Saga, a quien apoyaría hasta la muerte mientras estuviera al mando, lo consideraba el más apropiado para dirigir el ejército de Atenea, jamás creyó que...

Aioros: ¿Yo, Su Ilustrísima? –Fue lo que logró soltar de sus labios, y ni siquiera se oyó con claridad.

Shion: Posees bondad, sabiduría y valor. Eres adecuado para ser el Patriarca.

Aioros: Entiendo... –Dijo bajando la cabeza.

Shion: Saga, ya oíste.

Saga: Sí, Su Ilustrísima. Trabajaré duro por el Santuario como la mano derecha de Aioros. –Dijo viendo de reojo a Aioros.

Al escuchar la decisión, la presencia maligna dentro de Saga, despertará una vez más. Géminis, no se quedaría conforme con la elección.

Más tarde, en Cabo Sounion, la mente de Saga, era un mar de dudas.

¿Acaso no era él quien merecía tal responsabilidad?
¿Acaso había sido engañado?
¿No había nada que pudiese hacer?

–¡Deberías asesinarlos!

Saga: ¿Quién dijo eso?

–¡Dije que debes asesinarlos! ¡A Aioros, al Patriarca y también a Atenea y Selene!

Saga: ¡Eres tú!

Quizá guiado por el Cosmos de Atenea, un renegado del Santuario había regresado. Kanon, el hermano menor de Saga, reaparece después de algunos años.

Saga le da un puñetazo a Kanon en la cara haciendo que caiga al suelo por el golpe.

Saga: Kanon, dímelo de una vez más. Aunque seas mi hermano, tengo que aclararlo. Realmente, ¿estás diciendo que deberíamos matar a Atenea, que apenas ha descendido a la Tierra?

Kanon: Así es, Saga. *Se limpia la cara y se levanta* Debemos acabar no solo con Atenea, sino también con el maestro que ha escogido al inútil de Aioros, para hacerse cargo de su lugar y utilizar a Selene.

Saga: ¿Qué dijiste?

Kanon: Afortunadamente nadie en el refugio sabe que somos gemelos, podría ayudarte a matarlos y juntos controlaríamos toda la Tierra. Dime, ¿qué es lo que opinas de mi idea, hermanito?

Saga: *Lo toma del cuello de la camisa* Basta. Los Caballeros estamos aquí para poder proteger Atenea y Selene está para protegerla, esa es la misión. Así que... si algo me sucede Kanon, se supone que tú debes pelear para salvarme, por lo que no puedo creer lo que dijiste. ¿Has entendido?

Kanon: *Se suelta del agarre de Saga y aprieta su mano en un intento de lastimarlo* ¿Por qué no eres más honesto, gran hermano? Dime.

Saga: ¿Qué dices?

Kanon: Todos nuestros amigos creen que eres amable y que eres gentil como un Dios misericordioso, ¿no es verdad?, y eres también el favorito de la Diosa Selene. Por otro lado, yo he estado haciendo toda clase perversas, ¡porque así lo quería! Aunque seamos gemelos, somos diferentes. Igual que el Cielo y el Infierno. Pero yo sé, Saga... *Le mira* ...que tienes la mente perversa como yo y que está durmiendo profundamente en tu corazón y Selene se encarga de mantenerlo dormido.

Saga: ¿A qué te refieres?

Kanon: Pareces un ángel, pero eres malvado en tu corazón. *Se ríe perversamente y Saga le da una quijada en el mentón* En el fondo tú y yo somos iguales, hermano. No lo niegues.

Saga: Silencio. *Le da un golpe en el estómago*

Kanon: Entre más lo niegas, más puedo ver tú verdadero ser. Eres exactamente igual a mí, Saga. *Cae al suelo por el golpe, aguantando el dolor*

Saga: Ya no puedo dejar libre a un malvado como tú, así que te encerraré yo mismo, en una cárcel, ¡en la roca de Cabo Sounion! *Lleva a su hermano a la prisión de Cabo Sounion y lo encierra*

Kanon: ¡Sácame de aquí, Saga! ¡Sácame de aquí! ¿Vas a matar a tu propio hermano? ¡Sácame de aquí!

Saga: Kanon, estoy seguro que nunca podrás salir de la cárcel, a menos que un dios te salve y dudo mucho que Selene lo haga. Así que debes permanecer ahí, hasta que tu mente maligna... ...desaparezca. Hasta que Atenea o Selene te perdonen. *Se aleja*

Kanon: ¡Un momento! ¡Somos hermanos de sangre! Si tú me llamas "maligno", tú también debes ser maligno, ¡porque somos de la misma familia! ¡Te estás engañando a ti mismo! Algún día, tú maldad seguro te controlará. ¡Los fuertes deben tener lo que quieren! ¡¿Qué hay de malo en eso?! Dime. Dios, me dio el poder. ¿Por qué no puedo usarlo para mí mismo? ¡Saga! Juntos podremos dominar toda la Tierra, ¡compréndelo, Saga! Seguiré diciendo siempre que tan malvado puedes llegar a ser. Lo diré siempre. ¿Me escuchas?

Saga: Maldición. *Lo ve "molesto"*

Kanon: *Lo ve feliz* Saga... realmente eres malvado. Recuerda eso. Jajaja.

Y mientras Saga decidía volver al Santuario, guiado por su maldad, Kanon permanecería encerrado en la prisión de Cabo Sounion.

Aunque no sería la última vez que se sabría de Kanon. Pues su destino era despertar una poderosa fuerza, en su ambición del poder absoluto.

~

Mientras eso sucede, Mu de Aries esta entrenando sus poderes telequinéticos levantando una roca.

Shion: Mu, has mejorado tus habilidades constantemente. –Lo alaba, sorprendido al lemuriano.

Mu: Oh... Maestro... ¡Shion! N...No. –Se corrige– Kyoko.

Shion: Eso aún... –Usa su telequinesis, elevando multitud de rocas, sorprendiendo al discípulo.

Mu: ¡Ah!

Shion: Ese nivel de telequinesis aún es insuficiente. –Dirige las rocas al discípulo y le ataca.

Mu: ¡Uh! Kgh. –Usa su telequinesis y logra destruir las rocas pero no una de ellas y Shion la destruye en su lugar.

Shion: Tonto. Se te pasó una.

Mu: *Se arrodilla ante él y agacha la mirada* S...Sí. Si usted, Maestro, no la hubiera destruido...

Shion: Tu cuerpo hubiera terminado siendo aplastado.

Mu: Por favor, discúlpeme.

Shion: Debes mejorar tus habilidades todavía más. Ahora que Atenea nació, nos estamos quedando sin tiempo.

Mu: Ah, ¿el momento de la Guerrera Santa se está acercando? –Pregunto.

Shion: Además de eso... Mi tiempo también... –Murmuró eso.

Mu: ¿Eh? –Dijo alarmándose.

Shion: Nada... –Se giro y empezó alejar– De cualquier manera, esfuerzate mucho.

Mu: Sí.

Shion: Sin embargo, Mu. –Se detiene, estando de espaldas– Si algo raro me sucediese... –Alza la mirada al cielo– En ese momento, ve con Dohko para que te aconseje.

Mu: ¿Con el Rōshi? –Pregunto sin comprender– E...En el momento en que le suceda algo... ¿A qué se refiere con eso?

Shion: Olvídalo... Solamente es una sensación que tengo. –Dijo para luego irse.

Mu: Maestro... –Murmuró preocupado por advertencia que le dijo.

~

Ante las inquietudes que le dejo Shion, Mu se dispone ir a visitar al Rōshi en los Cinco Picos.

Dohko: Mu... ¿Tú también tienes dudas?

Mu: Sí, Rōshi.

Dohko: Se dice que luego de la desaparición de Saga, Aioros secuestro a Atenea y falleció... Es difícil de creer de ellos dos que poseen una rectitud mayor a los demás, ¿no es así?

Mu: Así es. –Concordó– ¿Qué demonios habrá sucedido? –Cuestionó– No puede ser, ¡¿el ejército de Hades habrá revivido?! –Pregunto alarmado por esa hipótesis.

Selene: No, todavía no. –Confirmó.

Dohko: Observa, Mu.

Mu: ¿Ah? –Pregunto al ver una imagen en la cascada– OOH... UNA TORRE SE REFLEJA EN LA GRAN CASCADA.

Dohko: Atenea, en la anterior Guerra Santa, encerró a las 108 Estrellas Malignas en esta torre.

Mu: Estrellas Malignas... –Dijo viendo la torre– Mmnh... –Y luego mira el sello de Atenea– ¡¡Ese es el sello de Atenea!! ¿Qué sucede?

Dohko: No lo sé... Repentinamente he sentido una gran desolación... ...como si Shion hubiera dejado este mundo...

Mu: ¿Rōshi?

Dohko: Jojoh... Es un sentimiento infundado, un mal hábito mío. Shion seguramente me regañaría por esto. Si los disturbios se extienden en el Santuario, eso sería una ventaja para el ejército de Hades. De cualquier manera, Mu, no sirve de nada entrar en pánico en estos momentos.

Mu: Entiendo... Entonces, regresaré a Jamir, Rōshi.

Dohko: Continúa firmemente con tu entrenamiento, que la batalla se acerca. «La efectividad del sello es de unos 200 años y algunas décadas. Pronto su efecto se desvanecerá, pero no hay señales de eso todavía.» –Pensó– Por lo tanto, lo que acaba de ocurrir parece que no tiene nada que ver con Hades.

Mu: E...Entonces, ¿qué habrá sucedido? –Pregunto nervioso.

Dohko: Shion... ¿Cómo está el Kyoko?

Mu: Mi maestro... Antes de que yo partiera para Jamir, no habia sucedido nada, pero... Recientemente he intentado comunicarme mentalmente con él y no he recibido ninguna respuesta.

Dohko: Me pasa lo mismo.

~

Kanon: (En Cabo Sounion... En la punta, yacen en las ruinas del templo de Poseidón con vestigios de tiempos antiguos, cuando estaba en la Tierra. Abajo, hay una cárcel en una roca, en la que los tiempos de la mitología, Atenea confinaba a sus enemigos durante las batallas para castigarlos. Es un lugar terrible. Con la marea alta, el agua cubre la cárcel. Muchas veces estuve a punto de morir, pero cada vez que iba a rendirme, sentía una calidad Cosmoenergía que me salvaba. La Cosmoenergía era muy grande. Y muy confortable. Esa Cosmoenergía me daba fuerza para seguir... ...y mi odio cada día crecía más.) Guuuuh... Maldito seas Saga. Nunca moriré... Algún día saldré de aquí y te mataré. ¡Los mataré a ti, Selene y Atenea!

Ker: Juh. ¿Cuan grande es tu deseo de matar a Atenea y Selene? –Pregunto delante de la cárcel.

Kanon: Q... ¡¿Quién eres tú?!

Ker: Yo soy Ker. –Se presenta ante él– Si piensas matarlas, entonces te sacaré de ahí.

Kanon: ¿Q... Qué dices? ¡DESAPARECE DE MI VISTA, NIÑA! ¡QUÉ PODRÍA HACER UNA MOCOSA COMO TÚ! –Le grita furioso a todo pulmón.

Ker: No soy una niña. –Le corrige– Yo te conozco desde que naciste.

Kanon: ¿Qué? ¿Qué quieres decir?

Ker: No importa... He oído que quieres asesinar a Atenea y Selene, ¿no es así? Si quieres salir de aqui, entonces respóndeme.

Kanon: Mmnh... Esto es una estupidez...

Ker: Juh, veo que no puedes hacerlo.

Kanon: Qué... –Le replicó molesto.

Ker: Tú sólo pretendes ser malvado. Tú eres un hombre que simplemente se ha vuelto contra su hermano porque éste te supera en todo. Yo pensaba que el lémur que libere te había poseído a ti. Pero al parecer ha sido a Saga.

Kanon: ¿Lémur? –Pregunto sin saber a qué se refería.

Ker: Suficiente. No me sirves para nada, así que he decidido dejarte morir aquí. Es mejor si desapareces ahogado en el mar. –Se gira y se aleja.

Kanon: E...ESPERA... ¡ESPERA, NIÑA! –Le grita para que se detenga pero no le oye y solo se va.

~

Kanon: *Ve una luz brillante en una de las paredes* ¿Q-qué es... esa luz? *Va hacia donde esta esa luz débilmente* ¿Qué será lo que hay detrás de esta roca? *Toca la pared* "¿Podré salir de aquí?" ¿¡Podré salir...!? ¿Podré salir... ...de aquí? *Destruye la pared y la luz se intensifica aún más fuerte haciendo que se cubre la vista y ve la lanza de Poseidón* ¡Ah...! Esto es increíble. Debe ser... debe ser la lanza del emperador Poseidón. ¿Por qué... por qué está aquí escondida? *Ve el sello de Atenea* Es el sello de Atenea. Atenea ganó la última batalla contra Poseidón y en ese tiempo sello la lanza en este lugar. *Va hacia donde esta la lanza* ¡Ah! Si puedo sacarla, el sello de Atenea ya no será efectivo. *Toca la lanza* Debo sacar la lanza de este lugar... Entonces, podré utilizarla. Debo sacarla de aquí. *Toma la lanza y la libera del sello de Atenea, haciendo que una grieta en el suelo y cae en ella hacia el mar* ¿Dónde estoy...? ¿Qué? El mar... El mar esta encima, ¡como si fuera el cielo! *Mira a su alrededor escombros y ruinas* No veo a nadie alrededor. Es tan tranquilo, como si nadie se hubiera parado por aquí, en miles de años. ¡Ah...! ¿Pero qué es eso? *Mira el templo de Poseidón* ¡El templo de Poseidón en el fondo del mal! *Entra a al Templo hacia la Cámara de Poseidón, encontrándose las 7 Scale, la Scale de Poseidón y un jarrón con otro sello de Atenea* ¡Ah! Esto es increíble. *Mira el jarrón y se acerca a él* Esto también esta sellado por Atenea. *Lo toca y retira el sello de Atenea, liberando el alma de Poseidón*

–¿Eres tú, el que se atrevió ha despertarme? –Dice un "joven".

Kanon: «¡Oh...! Como lo pensé. Atenea encerró a Poseidón en el jarrón.»

Poseidón: ¡Contéstame! ¿Por qué me despertaste?

Kanon: P-porque se rompió el sello, Señor. –Dice arrodillándose.

Poseidón: Eso no tiene importancia para mí. Cuando quiera despertar me lo haré. No necesito a nadie para hacerlo, ¿entendiste?

Kanon: Probablemente estarás interesado en oír esto, Emperador. Escuche que Atenea ha descendido recientemente a la Tierra y que pronto Selene nacerá en el seno de una familia.

Poseidón: ¿Atenea? ¿Selene? *Recuerda a la bebé Atenea y a una sonriente Selene* ¿Quieres decir que ellas sabían que pronto despertaría y por lo tanto ellas regresaron a la Tierra para preparar las batallas contra mí?

Kanon: *Mira el espíritu de Poseidón* Eso creo.

Poseidón: Es extraño... En los tiempos de la mitología luche contra Atenea, en la región del Ártico, y desconocía el paradeo de Selene. *Recuerda el pasado* ...Después de eso, tuvimos otras varias batallas pero todas fueron hechas hace muchísimo tiempo. No he tenido una pelea contra esa descarada pequeña por siglos. ¿Por qué revivieron ahora? Está bien. Apropósito, ¿cómo te llamas?

Kanon: Ah, ah... Mi nombre es... *Ve la Scale al lado de Poseidón* Yo soy... Soy Dragón Marino, Mi Señor Poseidón.

Poseidón: ¡Escúchame, Dragón Marino!

Kanon: ¡Sí!

Poseidón: Cada vez que revivo, tomo prestado el cuerpo de uno de la familia Solo. El rey del comercio marino del Mediterráneo, escuche que tiene un hijo de 3 años, que se llama Julian, él se sucederá a la familia. Así que continuaré mi sueño, en su cuerpo un tiempo. No me despiertes hasta que Julian cumpla 16 años.

Kanon: P-pero, ¿qué pasa con Atenea y Selene, Mi Señor?

Poseidón: Dijiste que Atenea había recientemente descendido a la Tierra. Eso significa que aún es una bebé. No podrá hacer nada, durante los próximos 10 años o más. Y además... ...ahora que estoy fuera del jarrón de Atenea, estaré durmiendo en el cuerpo de Julian, mi gran voluntad cubrirá el templo y finalmente cubrirá los océanos. Los marinos sentirán mi voluntad y pronto se unirán aquí y entonces estaré listos para pelear contra Atenea. ¡Nunca me despiertes, hasta entonces!

Kanon: ¿Ah...? S-sí, Mi Señor. –Poseidón libera su Cosmos que es una poderosa luz que hace cegarlo por unos minutos y cuando termina de brillar esa luz y vuelve a ver solo su armadura sola– ¡¿Emperador Poseidón!? *No siente su Cosmos* Se ha ido. Se ha ido también su poderosa Cosmoenergía. Seguramente Julian Solo debe hacerse ido a su casa.

~

En otra parte, Julian, un niño de 3 años estaba jugando con su pelota, esta rebota lejos de él y va tras ella, en eso toma la pelota y siente que alguien entra a su cuerpo, pero él no lo nota y luego regresa a su casa, como si nada hubiera pasado.

~

Ker: A pesar de que fallaste en tomar la vida de Atenea, muchos Santos han desaparecido. Y eso es una enorme ventaja para el ejército de Hades para cuando la Guerra Santa comience. La tierra será del señor Hades, sin lugar a dudas.

–No lo creo. –Dijo alguien detrás de ella, sentado en uno de los pilares rotos.

Ker: ¿Q...Qué? –Escucha la voz y se voltea para encontrar la voz de la persona y se sorprende de lo que ve- ¡T...Tú... ...DEBERÍAS ESTAR MUERTO! ¡¡SAGA!! –Ve al gemelo, a quién lo confunde con Saga, con el Tridente de Poseidón en la mano– N...No, imposible, –Se autocorrige– tú eres...

Kanon: Juh, así es. Yo soy Kanon. –Dijo viéndole serio.

Ker: ¿Tú no habías muerto ahogado?

Kanon: Lo siento por ti, pero no, niña. Es hora de que pagues la deuda que tienes conmigo.

Ker: No puedo creerlo, pero si es un simple humano... –Dijo incrédula ante lo que veía.

Kanon: ¡ESTE HUMANO AHORA TE CASTIGARÁ... ...POR HABER JUGADO CON MI HERMANO Y CONMIGO! -Le ataca con el Tridente.

Ker: ¡¡ESTÚPIDO HUMANO!! ¡¿ACASO CREES QUE PODRÁS CAUSARLE SIQUIERA UN RASGUÑO A UN DIOS?!

Ker: ¡UH! –El Tridente la rasguña en el rostro– C...Cómo... –Ella se percata que el arma que sostiene en la mano– Eso que tienes en la mano es...

Kanon: Juh, así es.

Ker: «El Tridente de Poseidón... ...el Emperador de los mares.» Pensó al ver la reliquia de Poseidón en sus manos– El sagrado tesoro de Poseidón. ¡¿Por qué tú tienes eso?!

Kanon: ¡NO PIENSO RESPONDERTE! –Alza el Tridente hacia Ker– ¡¡TOMA ESTO, MALDITA MOCOSA!!

Ker: KGH. –Al ver el Tridente acercarse a ella, escapa y el tridente se encrusta contra el suelo.

Kanon: ¡¿Nuh?! –Ve el Tridente incrustado contra el suelo, donde estaba Ker y solo ve un polvo de humo– Kgh... Uuh... –Trata de levantarlo, pero solo queja de dolor y se desmaya.

~

Ker se teletransporta desde lo alto de una superior de las columnas, mirando aun inconsciente Kanon.

Ker: Maldito, has logrado lastimarme a mí, que soy una diosa... A este tipo, ni siquiera partirlo en ocho pedazos seria suficiente para satisfacerme. –Dijo furiosa de haber sido herida por un simple humano– Sin embargo, ¿cómo habrá hecho para conseguir ese tridente? Mmnh. Si lo dejo vivir, es probable que Poseidón también se vea involucrado, cosa que sería interesante... –A pesar de su furia, ella decide no matar a Kanon en ese lugar– ¿Acaso debería perdonarle la vida y usarlo como sustituto de Saga? Y no habría necesidad de que sea poseído por un Lémur... Porque este tipo está convencido de que es malvado por sí mismo, juh... –Al decir eso, se esfuma afirmando que es innecesario usar un Lémur para poseer a Kanon porque él se cree malvado.

Más tarde, ese mismo día...

El Patriarca había elegido a un nuevo líder. Por años había sentido la responsabilidad del Santuario bajo sus hombros.

Ahora este cansado viejo sentía solo alivio en su corazón, tras recuerdos de batallas olvidadas y antiguos camaradas. Solo podía pensar en el lugar que lo había acompañado y aconsejado durante tantos años.

Star Hill
"La colina de las estrellas"

Este territorio era un lugar sagrado. Una montaña donde solo al Patriarca tenía permitido el acceso, desde tiempos inmemorables.

Mientras el anciano conversaba con las estrellas, tratando de predecir el futuro de las próximas guerras. Una presencia fue percibida levemente, aunque había hecho buen trabajo ocultado su cosmos; no se había ocultado del todo.

Shion: Saga, este lugar es territorio sagrado. ¿Por qué estás aquí? –Dijo sin darse la vuelta, sabía que él lo estaba escuchando.

Saga: Maestro. Todos en el Santuario me aman porque creen que soy como un Dios en la Tierra. Dígame por qué. ¿Por qué no me eligió para proteger a nuestra Diosa y ser su sucesor? –Respondió el intruso.

Shion: Si tanto deseas saberlo, Saga, te lo diré. –Dijo girándose para enfrentarse al Caballero– Es verdad. Todos te aman como a un Dios y llevas una vida correcta. Pero hay algo en ti. Algo malvado que duerme en lo profundo de tu corazón. –Saga se sorprende– Quisiera que fuese un error, pero ahora lo sé, Saga. Hay maldad dentro de ti y por eso... ¿Saga, qué ocurre? Tu cabello... Saga, en verdad tú...

A lo lejos, el horrible sonido de la muerte, y luego, un viento silencioso anunciaba que todo había terminado.

El Patriarca había sido asesinado. Una nueva era de oscuridad se avecinaba en el Santuario. La maldad que siempre intento ocultar, ahora se apoderaría del cuerpo de Saga.

Aprovechando que nadie podía acercarse a Star Hill, nadie buscaría el cuerpo de Arles y lo abandonaría en aquel lugar, llevándose el cuerpo del Patriarca, para enterrarlo en una tumba desconocida.

Más tarde, ese mismo día...

Tras un año de ausencia, Shura había regresado.

Un año después, en el lugar de la Estatua de Atenea, Atenea llegó. Viniendo para desearle bienestar a la Diosa, Shura regresó al Santuario después de un año. Después de que el Patriarca murió, y que no escogió al nuevo Patriarca, Arles ahora está en el poder. Es en realidad Saga.

Arles: Aioros planea asesinar a Atenea. Shura, quiero que lo detengas. –Le dice suavemente.

Shura: ¿Qué? ¡Es imposible! Aioros no es ese tipo de persona.

Arles: ¿Entonces cualquier cosa que le pase a Atenea y Selene no importa?

Shura: Claro que no. Somos Caballeros que juramos proteger a Atenea y Selene, y deshacernos del mal de la Tierra.

Arles: Cierto, ¡no pienses sobre eso, Shura!

Shura esta confundido. No puede creerlo. Aioros no haría esa estupidez.

Arles: El Caballero Dorado de Sagitario puede ser remplazado, ¡Atenea y Selene no, Shura!

Shura: Entonces, ¿por qué no le preguntamos a Aioros?

Arles: Estúpido...

Shura: ¿Qué?

Arles: Le preguntarás: '¿Quiéres matar a Atenea?', ¿piensas que alguien contestará: 'Sí'?

El corazón de Shura es como un espejo que ha sido roto por las palabras de Arles.

12:15 a.m.
3 de Septiembre de 1976.

La bebé Atenea, está dormida cerca de la estatua de Atenea. Una sombra lentamente se acerca a Atenea. La bebé Atenea no sabía que está en peligro. Esa sombra está sosteniendo una daga y usando una túnica. Con la poca luz que hay ahí, vemos a Arles (quien es en realidad Saga).

Le costaba creerlo. En pocos minutos había acumulado tanta información y reunido tantas emociones que no sabía muy bien cómo actuar. Tenía que admitirlo: se sentía apto para el cargo del Patriarca, no había mayor honor que representar a Atenea en la Tierra y ayudarla en la protección del mundo..., el problema es que consideraba a Saga mucho mejor preparado.

Le decían "semidiós" porque la gente lo consideraba una divinidad con cuerpo humano. Amable y compasivo, el pueblo lo adoraba, jugaba con los niños cada vez que veía uno (entre ellos Aioria), pero además de su enorme corazón era también poderoso; un titán entre los hombres. Él lo había visto. A su máxima capacidad podía ser capaz de destruir galaxias enteras, pero utilizaba esa energía solo por la justicia, siempre contra la maldad, la depravación, la traición y las sombras que habitaban en el mundo.

¿Por qué lo habían elegido a él? No dejaba de hacerse esa pregunta al tiempo que esperaba el amanecer, no podía aguantar los deseos de ver al bebé por quien dedicaría el resto de su vida, el ser más importante del universo, su diosa. Allí, de pie sobre una de las estatuas de centauro que tenía a las puertas de su propio Templo, Aioros se permitió una sonrisa y su puño tembló de ansiedad.

«¿Qué haría Aioria?»

Comenzó a reírse en medio de la noche ante la respuesta que llegó a su cabeza, y en segundos ya estaba subiendo las escaleras que lo llevarían de vuelta al Templo Corazón, aquel edificado tanto para Atenea como para su representante el Patriarca, deseoso de verla, de admirarla, y de paso saber cuál sería su propia reacción. ¿Se comportaría como un digno Caballero Dorado?, ¿tal vez como un niño a quién se le encarga ser el guardaespaldas de su hermanita? ¿Importaba todo eso ahora que había sido elegido del Patriarca?

Era el único entre sus compañeros que tenía alas en la espalda, siempre habían sido pesadas pero ahora las sentía especialmente ligeras. Voló a través de los hogares de sus hermanos y en poco tiempo llegó a su objetivo. Antes de entrar, sin ningún motivo en particular, miró en dirección al Monte Estrellado, la montaña más alta de la Tierra, un monolito a corta distancia del centro del Santuario. Desde allí los Sumos Sacerdotes de cada generación miraban las estrellas y predecían el futuro, solo a ellos se les permitía subir. Una nube negra ocultaba la cima. Se preguntó cuánto tardaría en aprender a leer el destino.

Se le aceleró el corazón cuando sintió aquella perturbación. Fue como un cambio en el aire, una pesadez en el ambiente. Se sintió alarmado, algo golpeaba su pecho y nublaba sus sentidos con rapidez. El flujo del Cosmos había sido alterado y la fuente se hallaba a pocos metros de él.

Aioros: Atenea...

Y corrió con todas sus fuerzas, con toda la velocidad que le entregaban sus piernas. Después de abrir los portones se encontró de frente con los guardias que le sonrieron como siempre. Por primera vez en su vida no los saludó y pasó de largo. No era su culpa, no podían sentir lo mismo que él.

¡Señor Aioros, no puede...!

Aioros miró atrás, sintió compasión y levantó un dedo. Después del destello se disculpó en silencio por dejarlos dormidos de esa forma, al mismo tiempo que corría las cortinas que llevaban al pasillo lateral.

La presión que comprimía su pecho como una piedra de varias toneladas aumentó a ritmo con los martillazos que daba su corazón. La puerta blanca, aquella destinada solo a la diosa, era la fuente de su aflicción. La abrió: la imagen se reflejó en su retina y el cerebro procesó la información al tiempo que estiraba el brazo y detenía con toda su fuerza el de aquel que se consideraba la máxima figura de autoridad en el Santuario, alguien digno de toda admiración. Entre los dedos sujetaba una brillante daga dorada de arriaz alado con joyas verdes, rojas y azules incrustadas en la empuñadura y gemas doradas a lo largo de la brillante hoja.

Arles se acerca a la cuna, levanta la daga. Atenea no sabe nada y continúa durmiendo. Con esa luz, la daga brilla.

Arles: ¡Muere, Atenea!

La daga cae sobre Atenea. Justo antes de que Atenea fuera apuñalada, la mano de Arles fue detenida por alguien.

Aioros: ¡Lord Arles-sama, ¿qué esta haciendo?! ¡¿Acaso está loco!?

Arles: ¿Aioros? ¡Lárgate! –Su voz era grave, rasposa, cargada de ira y odio, no se parecía a la voz suave del hombre que el destino había elegido para dirigiera a los Santos con bondad y honor. El Patriarca le dio un codazo en la cara que le hizo retroceder y de inmediato volvió a arremeter contra la indefensa que lloraba en la cuna. No sintió dolor, su cerebro enviaba señales de alerta imparables y su cuerpo se movió como el rayo.

Tomó al bebé entre sus brazos, dejó que la daga atravesara las finas telas y sábanas.

Aioros: ¡Señor!, ¿se da cuenta de lo que hace? Este bebé es nuestra protección. A quien Dios, envía a nuestro gozo y a nuestro mundo entero. Ella vine cada 200 años como una reencarnación de Atenea, cumplir una misión junto a Selene.

Arles: ¡Te dije que no interfieras!

Aioros golpea a Arles. Fue extraño, los músculos de su estómago eran demasiado firmes para alguien de dos siglos y medio de edad. Al impactar contra el muro la daga cae al suelo junto con la máscara cayaron sonoramente al piso.

El hombre de cabello gris lo miró directamente aunque se tapó la cara como pudo con los dedos. Pero no... Sus ojos...

Aioros: Rojos... como la sangre. El Sumo Sacerdote siempre ha tenido ojos del color de las rosas... no puede ser. –Puso más atención, percibió su energía y acomodó las ideas. Se fijó en la falta de arrugas, el vigor en sus movimientos y comprendió lo que deseó no haber comprendido– ¿Qué es esto? Es un Caballero Dorado...

Arles: Me reconociste, Aioros. Tú no deberás vivir. ¡Atenea, no puede vivir! –Le lanza su puño derecho. Sus puños son del mismo nivel de los Caballeros Dorados, dirigidos a Aioros– ¡Atenea, no puede vivir! –Vio el Cosmos, la energía del universo, acumularse en la mano desnuda del hombre que tenía al frente y Aioros cargando al bebé Atenea apenas evita el golpe. El puño de Saga golpea la pared. Aioros salta a través del hoyo en la pared. Un profundo dolor recorrió su cuerpo cuando la luz lo atravesó y escuchó el muro a su espalda crujir... No, no solo el muro, también sintió los huesos de sus brazos, piernas y torso quebrarse.

«No puedo seguir así, mi deber es cuidarla a toda costa».

Con un grito de suplicio dio un fuerte golpe a las piedras bajo la pequeña ventana que dejaba entrar la luz de la luna, rasgó las blancas cortinas de terciopelo y sin pensarlo dos veces saltó sin saber dónde caería. Le dolía el cuerpo pero lo que más le preocupaba era la salud del bebé a quien no podía inspeccionar todavía. Resbaló por las piedras y el barro de la montaña, y oyó con toda claridad la voz estridente del que ocupaba el cargo de Sumo Sacerdote a lo largo y ancho de todo el cerro.

Arles: ¡Soldados! ¡Aioros intentó asesinar a Atenea, síganlo!

«Genial, quiere acabar con ambos de una vez, qué astuto».

–¡AIOROS INTENTÓ REBELARSE!

–¡HA SECUESTRADO A ATENEA!

–¡VAYAN TRAS ÉL, RÁPIDO!

–¡ASEGÚRENSE DE DARLE LA ESTOCADA FINAL! –Los gritos no dejaban de cesar por todo el lugar

Aioros corre por su vida.

Saga: Uh... Uuh... Perdóname, Aioros... P...Parece que he estado cargando una enorme maldad en el fondo de mi corazón. –Dijo postrado de rodillas enfrente de la Estatua de Atenea– No sólo he asesinado al Kyoko. Sino que ahora he intentado tomar la vida de Atenea también. N...No puedo... –Alza una rodilla, aún portando la Daga Dorada en la mano– Si esto sigue así... Yo... Si esto sigue así, ya no habrá vuelta atrás... ¡¡YO NO DEBO SEGUIR VIVIENDO!! –Alza con ambas manos la Daga Dorada al cuello e intenta suicidarse con ella, pero es interrumpido por Ker– ¡¿UH?! –Se sorprende al verla.

Ker: Si mueres ahora, eso seria un problema... Porque todavía tienes cosas que hacer.

Saga: Mnh. ¡¿Quién eres tú?!

Ker: Ker.–Le sonrío al presentarse ante él– Tú tienes una misión desde el momento en que naciste.

Saga: ¿Qué? ¿Una misión?

Ker: Así es, la misión de tomar la vida de Atenea y Selene.

Saga: UH. ¡¿Q... QUE DICES?! –Cuando se giro a ver a Ker, está ya no estaba.

Ker: No tienes permitido morir hasta que eso suceda. -Dijo, desvaneciéndose.

Vive y asesina a Atenea y Selene.

Asesina a Atenea y Selene...

A Atenea y Selene...

~

Saga una vez más pretende ser Arles. Él reúne a todos los Caballeros y a los guardias. Enfrente de ellos, Saga les dice que Aioros trató de asesinar a Atenea, y ahora les ordena cazar rápidamente a Aioros y matarlo.

Shura después de oír esto cree todo lo que le dijo Arles. Rápidamente él también empieza la cacería.

Shura persigue a Aioros.

En la mente de Shura, la idea de Aioros como un hermano se desvanece. Aioros sujeta a Atenea. También está cargando la caja de la Cloth Dorada de Sagitario, escapando del Santuario.

~

Aioros buscaría al Patriarca para desenmascarar al traidor. Al no encontrarlo y temiendo que algo le hubiese sucedido, decide entrar al Templo de Atenea. En él, se encuentra una estatua milenaria.

"La estatua de Atenea"

Desde tiempos ancestrales, Atenea sostenía en una mano a "Nike", la diosa de la victoria. Y en la otra mano, sostenía el escudo de Atenea.

Sabiendo que la bebé debía sobrevivir, tomaría a la diosa de la victoria para que permanezca protegiendo a Atenea. La estatuilla tomaría la forma de un báculo que estaría a su lado, para llevarla al triunfo, al igual que Nix.

Arles había declarado injustamente a Aioros como traidor. Ahora todos en el Santuario lo buscarían para eliminarlo. Presintiendo que eran sus últimos momentos, decide entrar una vez más a la Casa de Sagitario.

Aioros tenía la esperanza de que un día, Caballeros dignos aparecieran para luchar junto a Atenea y Selene, deja su última voluntad en un pensamiento escrito en uno de los muros.

Una leyenda había nacido. Sus sentimientos permanecerán para guiar a futuros Caballeros que lucharían por mantener la paz en la Tierra, mientras Selina protegería como pudiera el Santuario y el refugio de la tiranía de Arles.

Tras escapar por las 13 Casas, Aioros se encuentra con un joven Aioria, el Caballero Dorado de Leo y su hermano menor, quien aún no entendía que estaba pasando en el Santuario.

Éste se hallaba caminando en la noche griega del Santuario, buscando a su hermano mayor, pero lo que él no sabía era del destino que le había tocado al Caballero de Sagitario, quien estaba oculto en las sombras.

Aioria: ¿Nii-san? ¿Nii-san? Eres tú, ¿verdad? ¿Estás ahí, Nii-san? ¿Qué sucedió? Hey... Nii-san... –Preguntaba, sin saber que su hermano estaba en la oscuridad, protegiendo con su vida a la diosa Atenea cuando era un bebe, la había salvado pero había pagado un terrible precio y ese fue con su vida. Había sido alcanzado por el ataque de Shura y estaba al borde de la muerte y su sangre caía de su herida, empapando el suelo.

Aioros: Cumpliré la misión que me encomendaron. –Habló finalmente desde las sombras.

Al oírlo, Aioria quedó helado.

Aioros: Aioria, algún día también llegará tu momento. El momento en el que arriesgues tu alma para cumplir tu misión. –Se va herido.

Soldados de Arles, perseguían a Aioros. Sin más opción, los derrota fácilmente.

Shura: ¡Aioros, espera! –Aioros se detiene.

Shura aparece arriba de Aioros.

Aioros: ¡Shura! ¡Eres tú!

Shura: Eres demasiado tonto, al creer que puedes escapar de este refugio.

Aioros: Escúchame, Shura.

Shura: Me avergüenzo de ti. Es muy tarde para dar excusas, solo hay una forma de pagar por revelarte en contra del refugio y no de Atenea o Selene. ¡Morirás!

Aioros: «Para intentar sobrevivir en ese lugar contaminado por el mal, has tenido que revelar tu verdadero nombre y ahora serás una prisionera de Arles.» ¿No quieres que te explique?

Shura: Muere como un hombre. Te permitiré morir con mi espada sagrada... ¡Excalibur! –Dijo y ataca a Aioros mientras todavía tiene a la bebé en sus brazos. Esquiva cada ataque que Shura le da, baja a la bebé y se enfrenta a Shura, asegurándose de que el bebé esté lejos de esta pelea.

Aioros: ¡Aquí estoy, Shura! –Grita y salta lejos del bebé. Shura lo ataca y tiene éxito en el proceso. Hacer que Aioros vuele hacia las rocas y caiga al suelo. Él se río, pero todo parecía desesperado, la caja dorada de Sagitario comenzó a brillar. Y la misma Cloth lo cubre convirtiéndolo en lo que realmente es, un Caballero Dorado.

Shura: Pero...

Aioros: Es mi turno. ¡Trueno Atómico! Dice atacando a Shura y el éxito también, Shura cae al suelo– «Solo me falta algo. Tengo que proteger al bebé que traía en mis brazos.

Aioros mira hacia donde dejó al bebé y para su sorpresa, la bebé ya no estaban allí. Volvió a mirar a Shura que estaba en una rodilla y se río. La bebé iba hacia él, esto era algo que Aioros no podía creer y, para su horror, la bebé estaba en peligro. Shura toca a la bebé mientras esta solo le sonríe.

Shura: *Sonríe* ¿Qué te pasa, Aioros? ¿Ya no piensas usar tu poder contra mí? –Aioros no pudo atacarlo mientras los bebés estaban con él– No quisiste lastimarme y ese fue un gran error de tu parte. Muere... ¡Aioros! –Lo ataca y lo envía volando hacia un acantilado. Ambos bebés miran eso sin moverse– Esa criatura nunca podría sobrevivir sola. Entonces... –Levanta el brazo, pero la bebé comienza a gatear cuando ve a Aiolos caer y detenerse en el borde del acantilado– Así será mejor. *Sonríe y se va*

Con eso se fue y sin darse cuenta de que Aioros aún no estaba muerto. Aioros intenta trepar para alcanzar a los bebés a tiempo antes de que algo malo les suceda.

Cuando llegó la mañana ya tenía la caja dorada en la espalda junto con la bebé en sus brazos. Caminó tanto como pudo hasta que en algún momento no pudo dar otro paso y caer al suelo débilmente. Entonces el bebé comienza a llorar y con sus gritos llamaron la atención de un hombre que estaba tomando fotos en esas ruinas. Ese hombre encontró un cuerpo y luego vio a la niña en sus brazos sola con una caja dorada.

Aioros sabía ahora que no podría llegar con el anciano maestro. Sintiendo el buen corazón del anciano Kido, le confiesa la verdad sobre la bebé.

Aioros: Las fuerzas del mal están en el Santuario y la hermana mayor de está bebé se ha sacrificado por nosotros dos. Y han jurado matar a este ser inocente.

Mitsumasa: Es terrible.

Aioros: He arriesgado mi vida con el único fin de proteger la suya. Muchos Caballeros, fascinados por los inmensos poderes del mal, se han puesto a las órdenes del nuevo Patriarca... Solo me queda unos momentos de vida. Le ruego que acepte... ...la responsabilidad... ...de velar por esta niña... –Dice tratando de ponerse de pie– Ella es la reencarnación de la Diosa Atenea, enviada por los dioses. Cada vez que las fuerzas del mal intenten apoderarse del mundo... Dentro de unos años... unos valientes muchachos, se convertirán en Caballeros, para asegurar la protección de Atenea... Combatirán hasta la muerte para salvar al planeta del horror que le amenaza. *Mira la Pandora Box de Sagitario* Deberán entrenar... ...sin descanso, para ser dignos de la armadura de Bronce de los Caballeros del Zodiaco... Para proteger la Armadura Dorada... –Dice mientras Mitsumasa sostiene a la bebés en sus brazos y luego la bebé comienza a llora.

Mitsumasa: ¿Caballero? Me ocuparé de ti. Voy a... –Dijo pero ya era demasiado tarde y Aioros dio su último aliento– Puedes morir en paz. Juró proteger la vida de esta niña. –Con eso ambos bebés comienzan a reír.

Aioros había caído. Sin embargo, los deseos de proteger a su diosa, permanecerán incluso después de la muerte.

Mitsumasa asumirá el cuidado de la pequeña, huyendo con ella a Japón. Sin embarco sabía que durante años, crueles hombres intentarían buscarla.

La Cloth Dorada sería disfrazada por artesanos, tomando una nueva apariencia. Logrando con ello, invadir el Santuario por algunos años.

La bebé también debía ser escondida bajo una nueva identidad. Durante 13 años, la niña sería conocida como Saori Kido, su nieta.

Tokyo, Japón
1 de octubre de 1976

La capital de Japón, el centro de muchos distritos que conforman la ciudad metropolitana de Tokio, Japón, es conocida por sus áreas hermosas, impresionantes y únicas. Kioto se enorgullece de sus rascacielos altos y majestuosos, bares y cafés únicos, diferentes culturas y su equipo de béisbol.

En un importante hospital de la capital de Japón, se encontraba a dando a luz una mujer...

Estando en la sala de parto, la mujer hacía grandes esfuerzos para traer al mundo a su hijo, junto a ella se encontraba su marido y una gran cantidad de médicos, pues el ser que estaba a punto de nacer pertenece a una de las familias más antiguas y poderosas del país, pues poseen una gran cantidad de empresas y están involucradas en la política, por eso este acontecimiento tiene una gran relevancia.

–Muy bien, Señora, necesito que comience a pujar. –Dijo el doctor a la mujer.

La mujer obedeció, y comenzó a pujar, su cara estaba roja por el esfuerzo, pero igual seguía pujando, el dolor era demasiado y el sudor escurría por su frente, cuando por fin, la rubia sintió que el bebé abandonaba su cuerpo.

De repente retumbó por la habitación el llanto de un recién nacido.

–Señores los felicito, uds. son padres de una hermosa niña. –Exclamó con una cara sonriente el doctor tomando en sus brazos a la bebé, la cuál no dejaba de llorar.

Al hombre se le dibujo una hermosa sonrisa. La mujer miro el extraño color de pelo de su hija, quien la miró detenidamente y notó que su cabello no era como el de su marido o el de ella, sino que era de un extraño color plateado, semejante a la luna con rayos destellante, encontró extraño su color de cabello pero igual sonrío, los ojos de un rosa tan intenso como las rosas black baccaras y su piel es blanca llegando casi a ser transparente.

El médico cortó el cordón umbilical de la recién nacida y procedió a limpiarla y abrigarla.

Unas cuantas contracciones más y la mujer expulsó también la placenta.

El doctor acercó a la bebé para colocarla en los brazos de su madre, y coloca en sus brazos, la mujer vio por primera vez en 9 meses el rostro de su hija, y todas sus dudas sobre si podría amarlo o no se disiparon, no había imaginado que se podría amar a alguien tanto, al sentir la cercanía de su madre, el llanto de la pequeña empezó a cesar.

–Hola hijita, ¿estás exhausta? Porque mamá sí, y mucho.

La madre al verla, sintió una gran felicidad, casi indescriptible, no podía creer que su hija era tan hermosa y se preguntaba cuan hermosa llegaría a ser, en tanto el padre ya estaba pensando en ella como una verdadera princesa y de cierto modo lo es.

–¿Qué nombre le pondremos? –Preguntó el hombre pelicastaño.

–Su nombre será Himea. –Respondió la mujer– ¿Quieres cargarla? –Pregunto de improviso a su marido.

–Oh, yo no lo sé. Mis manos son muy torpes, ¿qué tal si se me cae?

–Vamos Taito-kun, sé que no la dejarás caer, es tu hija.

Animado por su mujer, el castaño tomó a la bebé con mucho cuidado y la observó sonriendo, pero su sonrisa desapareció para volverse una mueca de angustia cuando la recién nacida comenzó a llorar.

Taito: Isabelle, ¿qué estoy haciendo mal? ¿Acaso la estoy lastimando? –Preguntó mortificado.

Isabelle: Creo que sólo tiene hambre. –Respondió, mientras Taito le devolvía a la niña– Nacer deja hambriento a cualquiera, ¿verdad Himea? –Besa la frente de la bebé, la acerca a su pecho y comenzó a alimentarla.

Los latidos del corazón de su madre arrullaron a Himea hasta que ésta se quedó profundamente dormida.

~

Días después que la mujer recibe el alta del hospital, sale la pareja con su hija en brazos hacia su casa y nuevo hogar de la recién nacida Himea.

Una elegante limusina junto a uno hombre mayor y con varios años encima. Lleva un traje oscuro con corbata negra, esperándolos en la puerta de la entrada del hospital.

El chofer les abre la puerta y ambos junto a su hija entran con ayuda del chofer y de su marido al elegante coche. Una vez ayudado a su Señora, el chofer sube a la limusina y no tarda en encenderlo, manejando elegantemente la limusina.

La limusina sale rápidamente del hospital y ninguno de los dos dice nada, ya que el hombre se dedicaba a mirar el paisaje mientras su mujer en lo que llegaban a su hogar, descansaba un poco sobre su hombro, sin descuidar a su recién primogénita.

La limusina recorre por un camino muy familiar situada a las afueras de Tokio. El hombre reconoce de inmediato al ver el paisaje vegetal de su propiedad.

La verja gótica de la Mansión Kurusugawa, con una impresionante arquitectura Paladiana, tres plantas y color blanquecino; volviendo a mirar a las ventanas que iban del suelo al techo, decoradas con cortinas de terciopelo rojo oscuro. Había una fuente y una fuente plantada en la entrada del bien cuidado jardín de rosas y el césped estaba cortado y pulcro.

La limusina llegó a las puertas, y se detuvo, el conductor se bajó, abre la puerta de sus patrones, a quien ayuda junto al Señor a que baje con cuidado a la Señora junto con la niña y entran siendo recibidos por la servidumbre.

–¡Bienvenidos a casa! –Dijeron, inclinándose respetuosamente la servidumbre, dándoles la bienvenida.

Los suelos son de mármol, escaleras en espiral y la biblioteca. Tiene dos plantas, conectadas con el balcón que tenía una buena vista de los jardines. En el segundo piso, cuenta con ocho dormitorios y vidrieras de cristal en la mayor parte de las áreas de la casa, con unos intrincados diseños y hermoso gran candelabro colgando en el centro de la habitación del lobby.

Taito: Mi amor, esta es tu casa. –Dijo dándole la bienvenida a la futura heredera de la familia Kurusugawa.

–Señora, su recámara ya esta lista. –Dijo la ama de llaves, el nombre de esta persona es Otoha.

–Señor, ya tengo los informes que me pidió. –Informó su asistente personal, su nombre es Oogami Kai.

Taito: Ah, entiendo... –Dijo consternado para luego seguir a Oogami.

Isabelle: Anata... –Le llama preocupada haciendo que se detenga.

Kai: ¿Goshujin-sama? –Le llama.

Taito: Todo estará bien,... Isabelle. –Dijo oculta sus ojos, en su flequillo azulado, recordando cuáles son sus deberes– Yo le informaré de la situación al Kyoko. Tú descansa por ahora. –Dijo hiñéndose del lugar sin verla mientras Kai le seguía triste por detrás, sin decir una sola palabra.

La mujer, de nombre Kurusugawa Isabelle, medio desvía la mirada triste, sin decir ni una sola palabra y solo sigue a Otoha para ayudarle con las cosas y llevarla a su habitación para que descanse.

Otoha no dice ni comenta nada ante la situación de la pareja y solo sube las largas escaleras, la madre e hija la siguieron, al segundo piso para mostrarle cuál sería el dormitorio de Himea.

Aunque sea una bebé, un recién nacido, no dejaba de ser la reencarnación de Selene, por lo tanto sabía perfectamente muchas cosas que otros niños o recién nacido no entendían aun.

Isabelle: Mira, mi amor, está será tu recámara de partir ahora. Conforme vayas creciendo cambiará el decorado de la recámara. –Le comentó dulcemente a su niña, mientras Otoha abría la puerta, deja y arreglaba las cosas de Himea.

Himea: Uh... uau... –Exclama al momento en que dio un paso de la puerta, y Isabelle sonrío suavemente. En bendito silencio, ella veía a la pequeña ángel deleitar sus ojos ante la grandeza de la habitación preparada para ella en la Mansión Kurusugawa. Sorpresa y asombro se dibujaron en la cara de la recién nacida.

~

Taito y Kai caminaron el resto del camino a la oficina del Director en silencio.

Cuando entraron en la oficina, está estaba perfectamente limpia y ordenada.

Ambos hombres se acercaron al escritorio y se sento en su respectiva silla.

Taito: Informame de los acontecimientos de mis empresas y Shion-sama. –Pidió amablemente.

Kai: Bien. –Dijo alzando una documentación en mano y empieza a leer– De las empresas todo está bien. Los balances de las bolsas de valores están intactos. Con lo del Santuario, Su Ilustrísima espera la llegada de Atenea, pero sigue instruyendo a su siguiente generación.

Taito: Entiendo. –Dijo, girando la silla.

Kai: Disculpe, Goshujin-sama... –El Kurusugawa le ve a través del reflejo de la ventana– ¿Cuándo instruirán a Himea-ojousama? –Pregunto interesado en el bienestar de su Señorita.

Taito: No lo sé. –Dijo sinceramente– Pero es lógico que te preocupes por Himea. Ya que al ser hija de unos Caballeros y de una de las familias más poderosas de Tokyo, es natural que tengamos enemigos que algún día vengan a este lugar por nuestras cabezas.

Kai: Tendrá que habla con su superior, Goshujin-sama.

Ryosuke: Sí, lo sé. –Dijo un tanto intranquilo por el futuro que le esperaba a él y su familia.

~

Se escuchaban taradeos. Taradeos suaves y maternales.

Era reconfortante, como una madre tarareando a su bebé.

El Señor de la Mansión esta en la segunda planta y fue hacia el sonido. Encamina su suave pisada habitación tras habitación, encontrando a Izumi de espaldas cantando mientras acunaba a su hija entre sus brazos.

Ve la escena enternecido pero después entristece la mirada por el destino que le espera a su hija.

Taito: «Ay, mi niña... Hoy fue un día de muchas emociones: tú, tu nacimiento, los nervios de lo que nos espera de ahora en adelante... Nuestro futuro, el tuyo, el mío y el de tu madre. Son tantas cosas que ya me siento derrotado sin haber luchado primero. Pero algo tiene razón Kai-san, en que debemos instruirte algún día, porque naciste en el seno de una familia de Caballeros que luchan contra todo mal, dando su vida por Atenea-sama.» –Pensó viendo por ahora a su pacífica familia– «Enciende tu Cosmos, y vive siendo fuerte.»

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