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Capítulo VIII: En su lugar.

Maximo vestía un traje de color negro brilloso, hasta la sala presidencial en la casa rosada lo acompañaban Ema y Álvaro.

Máximo, ocupó el sillón presidencial dorado. Y mirando a las cámaras tomó unas hojas en donde estaba el comunicado oficial firmado por las cámaras de diputados y senadores de todo el país.

Lo firmó allí, frente a las cámaras y luego se emitió la transmisión en la que el embajador argentino, Álvaro González, leía el comunicado.

A todos los ciudadanos de la República Argentina, en el día de la fecha del corriente año. Se comunica que dadas las circunstancias e imposibilidad del presidente nacional a efectuar la legislación del poder Ejecutivo.

El vicepresidente Máximo Agustín Friedrich, estará a cargo del gobierno nacional hasta la recuperación de Augusto Quiroga el presidente nacional electo por el voto popular del pueblo argentino.

También, el presidente interino autoriza a las fuerzas armadas y fuerzas de seguridad nacional a la represión de todos aquellos que alteren el desorden público causando el caos en las calles.

Como es de conocimiento público, el Congreso pedagógico nacional será retomado en quince días con nueva sede a confirmar.

Para el gobierno nacional es de gran importancia considerar la educación como prioridad y nadie ni nada podrá atentar contra ella y la educación del pueblo argentino.

Hoy reafirmamos la garantía indispensable que él Estado democrático tiene para con el pueblo, su salud, su seguridad y su Educación.

Muchas Gracias desde la presidencia nacional.

—Esto se va a poner del asco.—dijo Máximo saliendo de la habitación donde tantas veces había estado con Augusto.

—Tranquilo, ya sabes, hoy lo vimos, Augusto se pondrá en buen estado.—decía Ema con convicción.

La casa rosada había  sido vallada, en una manzana a la redonda había policías custodiando y en el hospital, el presidente estaba custodiado por las fuerzas militares de Juan Ignacio.

Pero para el gobierno no había un sólo momento de calma, afuera un estallido resonó, dos patrullas policiales volaron por los aires.

Detrás de ellos un hombre cubierto en la cabeza, disparó desde dentro de una camioneta negra con una bazoca.

Las demás patrullas se dispusieron a querer perseguirlos. Mientras les disparaban a las ruedas para estallarlas pero no lo consiguieron.

La oposición estaba furiosa y ahora no tenían presidente en el gobierno. A decir verdad, el líder de la oposición tenía algo que ver con aquellos atentados.

Era capaz de hacer lo que fuera por conseguir el poder y viendo el desorden social de la gran capital argentina, el partido de "Nueva Argentina", perdía votantes.

—Sabes,  Augusto siempre me decía: "Prefiero ser parte de un gobierno antipopular liberal a ser un populista de izquierda—pronunciaba orgulloso Máximo.

—Tranquilo, Lorenzo y Juan Ignacio podrán con esto.—exclamó Ema abrazandolo, ambos sabían que sin Augusto el partido perdería.

Las fuerzas federales y militares contra más militares, la ciudad era un campo de batalla apocalíptica, los helicópteros pasaban cercanos a los edificios y casas de las zonas más urbanas del Gran Buenos Aires.

Las patrullas no daban abasto. Y comenzaron a circular los Shepp de las fuerzas armadas para proteger la seguridad del territorio.

Muchas de las calles, estaban incendiadas y algunos centros comerciales estaban siendo saqueados pero la seguridad civil pudo hacerse cargo de resolver ese problema.

Sin embargo él de los soldados carcelarios era más difícil y hasta un poco irreversible.

—Excelencia, los diputados quieren reunirse de urgencia en el parlamento que usted presidía hasta antes de ser el presidente interino.—decía un miembro del gobierno.

—Iré, digales que nos vemos en el parlamento.—sentenció Máximo.

—Es peligroso.—dijo uno de los empleados.

—Más de que quieran dispararme a mí también no creo.—Vamos Ema.—finalizó Máximo.

Una vez todos en el parlamento y con el resguardo extremo que tenía Máximo. Había más de cien policías custodiando la cámara y fuera del recinto había aún más. Cada diputado de hecho había sido inspeccionado por los oficiales para evitar nuevos inconvenientes.

—Buenos días diputados, para hacer esto lo más breve posible y sabiendo que estoy aquí como presidente interino  del gobierno nacional, los escucho.—espetó Máximo.

—Queremos que se retire como presidente interino, usted no fue electo como parte del gobierno ejecutivo.—inquirió una diputada por la UCR.

—Diputada voy a responder de la mejor manera, yo viene a este gobierno por pedido de la presidencia y vicepresidencia que estaba antes que mi persona.—enunció Máximo volviendo a hablar. Sin embargo tras el fallecimiento de Florencia Magallanes, el presidente dispuso por decreto que yo fuese el nuevo vicepresidente de la república, además de haber sido asesor presidencial y conozca perfectamente como desea actuar el gobierno de Augusto Quiroga.

—O sea que si respuesta es afirmar lo que digo, que no fue electo por nadie y viene con ese descaro a aceptar el cargo de vicepresidente y ahira presidente interino, vaya dictadura que vivimos.—retomó la misma diputada.

—Mire diputada si esto fuera una dictadura el parlamento se hubiera disuelto por completo y usted hoy no estaría sentada en esa silla, pero como estamos en democracia, le recuerdo que las reglamentaciones gubernamentales y jerárquicas me ponen en este lugar, por ser la segunda autoridad después al presidente nacional quién se está recuperando de un balazo que muy minuciosamente delibero que su partido político tuvo algo que ver, pero no estoy aquí para juzgar a nadie y menos sin tener pruebas al respecto.—sentenció Máximo bebiendo agua.

En ese momentos toda la oposición tanto de izquierda Unidad y la Unión Cívica radical comenzaron a elevar la voz en el parlamento y a gritar contra Máximo y quiénes lo acompañaban en el estrado de la cámara.

Inmediatamente las fuerzas de seguridad nacional les pidieron a los disputados que mantuvieran el orden o serían desalojados de la sala por lo que el silencio volvió a ocupar el gran salón parlamentario.

—Excelencia, sinceramente creo que hay que proclamar el Estado de sitio, no puede seguir este gobierno con los problemas estratosféricos que tiene, las tazas de pobreza aún no sé reducen, agora hay saqueos, un congreso pedagógico  en suspensión y llevan casi cuatro años sin resolver nada, la recuperación de Malvinas ahora nos trae unos malhechores que atentan a todo el país por haber militarizado a delincuentes o que demonios pasaba por la cabeza del señor presidente al autorizar aquello.—eximia un diputado de la provincia de Jujuy.

—Gracias diputado, alguien más que deseé tomar la palabra.

—Sí señor presidente, creo que todos los diputados están demasiado alterados, no nos olvidemos que fue el gobierno nacional que dolarizo toda la economía como estrategia de rescate al país y eso hizo caer la inflación, que hayan pobres es consecuencia de gobiernos anteriores no del que formo parte y no creo que estemos en condiciones de Estado de sitio, nadie tomaría el cargo a la presidencia nacional con los problemas que aun deben ponerse sobre la mesa.—proclamó un diputado del partido de Nueva Argentina.

—Gracias diputado.—dijo Máximo mientras anotaba algunas cuestiones en una libreta.

—Mire dadas las circunstancias ya no sé si es el presidente de esta cámara o el presidente de la República, pero lo único que quiero saber es como van controlar el caos militar que hay en las calles, creo que todos los presentes tenemos miedo a que este gobierno se convierta en una tiranía sino es que ya lo es.—espetó una diputada del partido de izquierda Unidad.

—Diputada, sí, el gabinete nacional consideró que alguien ocupara esta banca mientras soy el presidente interino y seguro se anunciará en algunas horas, aunque debemos ocuparnos también como usted dice del caos que hay en las calles. Muchos de esos problemas fueron solucionados, como los saqueos, aunque el mayor de los males aún no y las fuerzas federales y militares están ocupándose respetando a la democracia y el debido  respeto que le tienen a este gobierno aunque muy golpeado por los problemas políticos, pero no sé preocupe que todo será solucionado.—finalizó Máximo poniéndose de pie para salir del recinto.

Máximo como presidente interino del gobierno nacional que había tenido la historia argentina era considerado el más valiente. Juan Ignacio y Lorenzo López necesitaban una orden que desacreditara al mismo presidente nacional para meter presos nuevamente a todos los soldados carcelarios en las penitenciarias de alta complejidad de manera urgente.

El presidente interino, no dudó un segundo, el decreto de indultos que había proclamado Augusto Quiroga, era anulado totalmente y de forma definitiva por ser considerado riesgoso para la seguridad civil y de la población argentina. Pero pasaría a manos de la justicia nacional que revisaria caso por caso sólo dejando en libertad a aquellos que no fueran un peligro para la sociedad argentina.


CONTINURÁ...

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