𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 3
El dolor es algo que forma parte de nuestras vidas desde niños. Cuando nos caíamos, quedaba algún moretón o un pequeño raspón, pero a medida que vamos creciendo, el dolor físico es casi nulo o no le damos demasiada importancia. Pero el dolor que siente el alma y el corazón, nos acompaña toda nuestra vida.
Es tan desgarrador y permanece ahí por siempre. El dolor jamás se va, yo creo que más bien mengua por determinados momentos o hasta que el recuerdo vuelva a invadir la mente; permaneciendo ahí por siempre.
La culpa es algo que también nos persigue desde niños, como cuando rompíamos algo o mentíamos, pero la culpa de la muerte de tu propio hermano, es una de las cargas más grandes que debo llevar.
Recuerdo que volvíamos de la fiesta de Scott Dack.
Mi hermano estaba furioso conmigo por haberme metido en una pelea contra John Foster; recuerdo que alrededor mío había una ronda de varias personas alentando y apostando quién iba a ganar.
John estaba arriba de mí, dando puño tras puño en mi cara.
Le di una patada en el abdomen, cambiando la posición en la que estábamos; ahora, yo estaba arriba de él, golpeándolo con todas mis fuerzas.
No aguantaba a idiotas como él, que se creían los reyes del mundo y que creían tener derecho a insultarte por ser "superiores".
Lo seguí golpeando sin parar. Mis nudillos dolían, pero eso no me importó.
Puño tras puño impactaba contra su cara, hasta que alguien me agarró del brazo y me arrastró hasta sacarme de la ronda.
—¿¡Qué mierda Harry!? —gritó Nate furioso—. Estás loco, ¿cómo vas a meterte con el idiota de John Foster?
—Bien dijiste, John es un idiota —respondí sintiendo como la ira y el enojo aumentaban—. Ahora déjame terminar lo que empecé.
—¿Qué te sucede? Tú no eres así. —Se quejó con el ceño fruncido—. Y no vas a terminar nada porque nos vamos.
—Oblígame. —Lo reté con la cabeza en alto—. Que seas el hermano mayor, no te da derecho a decirme que hacer o no.
—Claro que sí, y más si mamá me dijo que te cuide —indicó, levantando un poco su voz—. Entra a la maldita camioneta y vámonos, Harry. No me obligues a llamar a papá.
—Como quieras —respondí subiendo a la camioneta y dando un portazo.
—¿Dame una maldita razón de porqué estabas a las piñas con Foster? —preguntó—. ¿Qué mierda sucede, Harry? Tú no eres así, jamás te metes en peleas, eres respetuoso, un chico de buena actitud.
—La escoria de Foster me estaba insultando —respondí—. ¿Contento?
—No, no lo estoy.
—Bueno, no es mi culpa lo que sucedió. En este mundo hay personas idiotas como Foster y yo no puedo hacer nada más que enfrentarlas.
—Claro que puedes hacer algo Harry, tú no tienes que cambiar a las personas, eso es muy difícil o relativamente imposible. Aquí no importa cómo se comportan los demás, importa cómo te comportas tú y el ejemplo que das.
—¡Wow! No sabía que eras poeta —respondí con sarcasmo—. ¿Podrías prestarme alguna de tus frases para la clase de actuación?
—No voy a negarte que el mundo es una mierda —dijo dando una breve pausa. Siempre tan dramático, Nate—, pero en un mundo tan perverso hay belleza, hay personas buenas, y tú tienes que esforzarte por ser una de ellas. A la mierda las demás personas, aquí solo importas tú y el efecto que puedes lograr en otras personas.
—Hijo de papi. —Me quejé susurrando.
—¿Qué carajos dijiste? —preguntó, furioso.
—Lo que escuchaste. Eres el hijo perfecto, Nate; el de mejores notas, el más guapo, el artista.
—Yo no soy ningún hijo de papi y menos perfecto. Y si te refieres a lo de artista por las pinturas, estás muy equivocado.
—Cierra tu maldita boca, Nate. No quiero hablar —dije entre dientes, procediendo a ponerme los auriculares para escuchar música.
—Eres un maldito idiota —insultó Nate, mientras arrancaba los auriculares de mis oídos para arrojarlos fuera de la ventanilla.
—¡Qué carajos Nate! —exclamé furioso—. ¿Sabes qué? Púdrete en el maldito infierno, no te necesito, no necesito un hermano que me cuide.
Y esas fueron las últimas palabras que escuchó salir mi hermano de mi boca. No fue un gracias, un te quiero o eres el mejor hermano; le dije que se pudra en el infierno, que no lo necesitaba, que equivocado estaba.
Todo fue mi culpa.
[ ... ]
Había despertado en un hospital, mi cuerpo dolía demasiado, tenía el brazo enyesado al igual que la pierna.
Cerré los ojos por unos segundos tratando de recordar lo que había sucedido.
—Harry, gracias al cielo que estés bien —dijo mi madre acercándose a mí. Sus ojos estaban muy hinchados y tenía ojeras debajo de estos.
—¿Cuántos días llevo aquí? —pregunté.
—Han pasado tres días, pero ya despertaste y eso me hace muy feliz.
Me froté la cabeza con la punta del dedo índice hasta que recordé que Nate venía conmigo en el auto.
—¿Dónde está Nate? —pregunté—. ¿Qué fue lo que sucedió?
—Chocaron contra un camión, que se cruzó de carril causando el accidente —dijo mi madre. Podía ver cómo sus ojos se cristalizaban y sus labios temblaban—. Cariño, Nate no resistió, él...él se ha ido.
Mis ojos comenzaron a arder y miles de recuerdos de mi hermano y yo juntos comenzaron a pasar en mi cabeza.
Él no podía estar muerto, lo necesitaba, necesitaba a mi hermano; a la persona que me acompañaba en las locuras, me hacía reír, me aconsejaba. Él se había ido y jamás iba a volver.
Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, negaba una y otra vez.
Él no podría estar muerto, tenía que ser una maldita broma y cuando cruzara la puerta del hospital, mi hermano estaría ahí esperándome, pero eso no sucedió.
—Es mi culpa mamá, todo es mi culpa. Estábamos discutiendo. —Le dije entre sollozos—. ¡Le dije que se fuera al maldito infierno, mamá! Toda esta mierda es mi culpa. Él está muerto por mí.
—Claro que no, cariño. —Me consoló mi madre colocando sus manos a los costados de mi cara—. No es tu culpa, tú no sabías lo que iba a pasar. Vamos a estar bien; vas a estar bien.
Pero mi madre se equivocó, nada estaba bien y nunca iba a estar bien. Había perdido a mi hermano.
La culpa,me consumía lentamente y el dolor estaba presente siempre, destruyéndome poco a poco, acabando conmigo a su debido tiempo.
[ ... ]
Ya había pasado una semana y había salido del hospital.
Nate, ya se encontraba descansando en el cementerio, pero hoy era el día del funeral. Las cosas habían cambiado demasiado; mis padres habían cambiado.
Ellos trataban que, en cierta forma, me pareciese a mi hermano. Me comparaban con él o intentaban que tuviera ciertas actitudes que tenía él. No lo hacían a propósito, pero aun así dolía y mucho.
Solo deseaba que su recuerdo les dejase de doler, al igual que a mí.
Estaba parado frente a la una lápida, "Nate Reynolds, estarás con nosotros siempre" decía aquella placa de color dorado, junto a su fecha de nacimiento y la de su muerte.
El funeral estaba terminando y con el tiempo aquel cúmulo de personas se iba reduciendo.
—¿Vienes cariño? —preguntó mi madre.
—Vayan sin mí, yo iré en mi auto, dentro de un rato los alcanzo —respondí.
—Está bien —contestó mi madre alejándose a pasos rápidos.
Las gotas de agua comenzaron a caer del cielo, poco a poco, la intensidad con la que caían fue aumentando.
Miré una vez más la lápida de Nate, estaba a punto de irme cuando aquellas palabras que me había dicho mi hermano invadieron mi mente. «No voy a negarte que el mundo es una mierda, pero en un mundo tan perverso hay belleza, hay personas buenas, y tú tienes que esforzarte por ser una de ellas. A la mierda lo que opinen las demás personas, aquí solo importas tú y el efecto que puedes lograr en otras personas».
Mis ojos miraron fijamente la lápida de mi hermano, y en un susurro dije:
—Te prometo ser una mejor persona y causar un efecto positivo en la demás, cambiando sus perspectivas de ver el mundo. Mostrarles que en un mundo tan perverso hay belleza —hablé a la nada entre lágrimas—. También prometo visitarte todos los días que me sea posible. Lo siento tanto Nate, no creo que puedas escucharme, pero quiero decirte que te quiero; te necesito y siempre te necesitaré.
Di la vuelta y me encaminé rumbo a la salida del cementerio, prometiendo que desde el día de hoy, iba a ser mejor persona.
Cumplí la promesa que le hice a mi hermano, cuando aquella chica rebelde y curiosa se presentó en mi vida.
Tenía una belleza cautivadora, pero un corazón tan oscuro y dolido por su pasado que la atormentaba. Su alma estaba rota al igual que la mía, pero juntos sanamos nuestras heridas.
Ella me dio un poco de su oscuridad, me mostró que cada pequeño detalle puede convertirse en algo grande e inimaginable para nuestras mentes. Me di cuenta de que la oscuridad tiene una belleza peculiar y única, una belleza inigualable, y que tanto la oscuridad como la luz son importantes y encajan perfectamente.
La amé de una forma que no podía comprender.
Addison Miller trajo oscuridad a mi vida, pero no una oscuridad que me dañaría o que causaría que rompiera mi promesa, sino más bien una oscuridad que es necesaria para enfrentarnos al mundo en el que vivimos; para enfrentarnos a lo que muchos llamamos realidad.
No importaba que tan triste estuviera o cuantas veces el dolor invadiera mi mente. Cuando ella estaba a mi lado causaba un efecto tan fuerte en mi persona que esfumaba todo dolor.
Su sonrisa era una obra de arte ante mis ojos, sus ojos eran tan profundos e hipnotizantés. Sus besos eran tan atrapantes que me llevaban a otro mundo sacándome de mis pensamientos.
Cometí demasiados errores en mi vida, pero Addison Deméter Miller, no era uno de ellos. Ella fue esperanza en mi vida.
La vida no es perfecta, nunca será perfecta, pero tiene momentos maravillosos.
~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~
¡¡Hola hermosuras!!
¿Cómo están?
¿Qué opinan de Harry Reynolds?
¿Ya se enamoraron de él? Porque yo si.
Bueno este capítulo es un poquito, bastante, más largo de lo usual. Aunque lo más probable es que la mayoría de los capítulo sean de 1.500 palabras.
¿Les va gustando la historia?
Lamentablemente nuestros dos personajes han sufrido bastante. Así que por el momento, los dejaré descansar.
Recuerden que si ven alguna falta ortográfica o gramatical pueden decírmelo, de los errores se aprende.
Espero que le haya gustado este capítulo.
No se olviden de votar o deja un comentario que es gratis JAJAJAJA y me alegran el día.
Nos leemos prontos.
Besos 💞
Insta: Skar_Roma
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro