𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 19
Harry y yo nos encontrábamos en el salón de biología. Estaba muy segura de que este video no se trataría de biología, sino más bien de una broma para hacer reír al profesor Brown. Estaba más que claro, ya que él se encontraba en el salón con la misma cara de amargado que siempre.
A veces me daba miedo terminar como Brown.
¿Qué tan mierda lo tuvo que tratar la vida para que sea tan amargado?
Tal vez era algo nato de él, algunas personas nacieron para sonreír y otras no. Uno no decide el rumbo de su vida, solo debes conformarte con las pequeñas migajas de felicidad que esta te lanza.
Solo sabía que gracias a Harry Reynolds mis días eran mejores y más divertidos. Él era de esas personas que eran capaces de hacer el ridículo con tal de sacarte una sonrisa.
No entendía de donde sacaba tanta energía, el actuaba como un niño pequeño. Le gustaba sonreír, él apreciaba y valoraba su vida. No era como el típico adolescente que solo quería morir o que esta etapa de su vida concluyera, Harry no era así en lo absoluto. Disfrutaba las cosas al máximo, incluso cuando todo se estaba viniendo cuesta abajo.
Creo que me comenzaba gustar y eso me aterraba. Me prometí que no iba a volver a enamorarme, pero a veces hacemos promesas que no podemos cumplir.
Aunque creo que nunca me he enamorado. Michael solo fue de esas típicas relaciones que no eran tan románticas, solo éramos amigos que aparentaban tener un relación por el simple hecho de complacer a los demás.
Lo sé, suena estúpido.
—Esto no va a ser un video educativo —habló Harry —, ¿verdad?
—No, no lo será.
El video comenzó a reproducirse, al principio parecía un video normal y supuse que me había equivocado, pero al cabo de unos minutos una serie de videos graciosos comenzó a reproducirse.
—¡Qué clase de broma es esta! —exclamó el profesor Brown—. ¡Quiten esos malditos videos!
Sabía que estos videos en vez de hacerlo reír lo harían enojar. Como dije antes, jamás iba a comprender la amargura de ese hombre. Y esto no es lo peor, ya que de repente Savannah y Noah entraban al salón vestidos de frutas haciendo un baile muy ridículo.
Comenzaron a moverse de un lado para el otro, haciendo sonidos raros con sus bocas. No podía creer que fueran capaces de hacer el ridículo al frente de todos solo para ganar la apuesta, y tampoco comprendía cómo el profesor Brown nunca se daba cuenta de esto.
—¡Liar y Cornell! ¡¿Qué están haciendo?! —gritó más confundido que antes—. ¡Están castigados!
Ambos dejaron de bailar, se observaron mutuamente con temor y sonrieron lentamente.
—Espere, profesor Brown —intentó reclamar Sav mientras perseguía al profesor Brown que había salido del salón.
—No puedo creerlo —dije asombrada.
—¡No fue mi idea! —reprochó Noah —. Fue de Sav.
—Esto es demasiado gracioso. —Se burló Harry, quien no podía parar de reír—. Eres un lindo y tierno tomate, que buen disfraz Noah, combina con el color de tus ojos.
—Muy gracioso —refunfuñó con sarcasmo—. Les recomiendo que se apresuren a pensar en algo, Savannah es muy competitiva. Algo muy característico de ella.
—Lo haremos —respondió Harry, mientras Noah se alejaba del salón y se esparcía entre la multitud.
—¿Ahora sí tienes un plan? —pregunté.
—Nop. —Él se encogió de hombros.
—Vamos a perder.
—No, no lo haremos —contestó muy seguro—. ¿Vamos a los juegos?
—Seguro.
Ambos salimos del salón de biología y caminamos por los pasillos de la escuela lleno de pequeños puestos de juegos.
A pesar de que odiaba las apuestas, admito que esta era muy divertida. Por una vez en mi vida podía encontrarle el lado positivo a algo completamente negativo.
Personalmente me consideraba una persona muy pesimista, siempre había sido así. Desde pequeña me enseñaron que la vida era una cruda realidad disfrazada de un cuento de hadas, me advirtieron de que a medida que pasará el tiempo las cosas se complicarían, ellos tenían razón.
Son de aquellas advertencias en la que los padres no se equivocan, tal vez suelen ser duros, pero por el simple hecho de que nos preparan para poder enfrentar a este mundo.
Siempre agradecí que mis padres no me llenaran con falsas y bonitas mentiras sobre mi futuro. Eran duros, pero supongo que lo hacían por mi propio bien.
—¡Enfrenten el equilibrio! —exclamó un chico del puesto captando mi atención de inmediato—. Quien logre hacer la torre más alta con los vasos gana.
—Me gusta ese —dije señalando hacia donde se encontraba el chico.
—Entonces jugamos.
Ambos nos dirigimos al puesto en donde estaba el muchacho.
—¿Creen que son capaces de hacer la torre más alta? —dijo con un tono misterioso—. Para ganar deben pasar la cinta adhesiva que se encuentra en la pared.
—Claro que sí —exclamó Harry emocionado—. Ella juega.
—Espera, ¿qué? —pregunté confundida—. No soy buena para estas cosas.
—Vamos, Miller —musitó pasando un brazo por detrás de mí cintura—. Tú puedes.
—Está bien —respondí con una leve sonrisa.
El chico me entregó alrededor de treinta vasos de plásticos. Me saqué mi campera y decidí empezar a armar la torre.
Pensé en una forma para poder ganar este juego, de cómo podría apilar los vasos sin que se cayeran. Lo más importante era la base, la base es la que mantiene el equilibrio en la torre, si la base era firme la torre tal vez podría mantenerse de pie.
La vida también era así.
No importaba que tan sencillo o difícil sea lo que quieras hacer, si tu base no está firme, si no estás seguro de triunfar, todo se vendría abajo.
Si algo aprendí de este puto mundo es que siempre fracasaremos, no podemos pretender tener la vida perfecta, pero podemos levantarnos y seguir adelante.
Coloqué el vaso boca abajo y comencé a apilar lentamente uno por uno en la mesa, cada vez la torre crecía más y más, siempre recta y firme. Hasta que en un momento me di cuenta que aquella torre había pasado mi altura.
—¿Puedo utilizar una silla? —pregunté.
—Claro —respondió el chico tendiéndome una silla que estaba a su lado.
—Gracias —agradecí y él solo me respondió con una sonrisa.
Seguí apilando vaso por vaso y sin poder creerlo, ya me faltaba poco para superar la línea.
—Wow —emitió asombrado—. Eres la primera en estar tan cerca de ganar.
—¡Vamos Miller! —exclamó Harry—. ¡Tú puedes!
Reí ante el gesto infantil de Harry, y continué afilando vaso por vaso. Estaba feliz, hace mucho que no me divertía de esta manera.
No podía creer que estuviera tan cerca de ganar, tal vez lo hubiera hecho, si aquella cara que reconocía bien no hubiera aparecido en la ventana. Aquel rostro me perseguía una y otra vez, no importaba donde estaba o qué hora era, no había día en que no temiera que Michael pudiera presentarse de nuevo en mi vida.
Al intentar poner el último vaso perdí el equilibrio y la torre cayó.
Iba a comenzar a correr hacia el patio, cuando escuché que alguien comenzó a reír.
—Es lo más gracioso que he visto en toda mi vida. —Se burló Brown—. Estabas tan cerca, tanto trabajo para nada. Amo cuando la gente fracasa.
En ese momento no me importó ganar la apuesta, decidida salté de la silla y comencé a correr hacía el patio.
—¡Miller! —Escuché que Harry gritó mientras corría detrás de mí.
Corrí y corrí hasta llegar al patio, miraba por todas partes, pero no pude divisar el rostro de Michael.
Quería gritar lo que sentía, todo el dolor y el caos que había causado en mi vida, pero preferí callar y guardármelo todo por miedo.
Dicen que las heridas sanan, pero olvidaron decirme que las heridas dejan cicatrices, me dijeron que el dolor con el tiempo desaparece, pero aún sigue aquí.
La gente busca la felicidad perpetua, pero es absolutamente irracional intentar ser feliz todo el tiempo. No puedes conocer la alegría hasta conocer el dolor.
¿Pero ya no había pasado por suficiente sufrimiento?
¿Acaso al mundo no le bastaba con verme rota, con verme destrozada?
Estaba cansada de ser de esas personas que cada día que se levantaba era como otro día más en el infierno, porque no soportaba vivir en un mundo el cuál solo me hacía sufrir.
Todos dicen que los sueños se hacen realidad, que podemos ser felices, pero olvidaron mencionar que las pesadillas también son sueños.
La gente teme a morir, tienen miedo a que un día la muerte toque su puerta y se los lleve, pero a veces creo que es mejor estar muerto que vivir en un mundo en donde no hay esperanzas, tener vida pero aun así sentir que estás muriendo lentamente.
Me cansé de sentir que cada vez mi vida se hacía más miserable, y que cuando las cosas mejoraban, todo se fuera a la mierda nuevamente. Quería que vivir dejará de doler, que por una vez en toda mi vida pudiera disfrutar que mi corazón siguiera latiendo.
—¿Qué sucede? —preguntó Harry mientras me acariciaba las mejillas mojadas por mis lágrimas—. Miller, por favor, di algo.
Tragué saliva intentando responder la pregunta de Harry, pero no podía articular palabras. Estaba en algún tipo de shock, estaba muy asustada.
Era como si el tiempo se hubiera detenido, no podía parar de temblar y nuevamente aquellos pensamientos que creí haberlos dejado de lado, habían regresado. Miré el suelo y no aparté la vista, solo me dediqué a mirar un punto fijo, intentando que todo el dolor que guardé por dos largos años desapareciera.
—Miller, mírame —ordenó—. Siempre estaré para ti, así que confía en mí, por favor. Tengo miedo por ti, Addison.
—Lo vi —Fueron las únicas dos palabras que salieron de mis labios.
—¿A quién Miller? ¿Michael? —preguntó abrazándome con fuerza—. ¿A quién viste? Por favor, Miller. Háblame, solo di algo.
—Michael.
Sabía que esto era solo el comienzo, el comienzo de un macabro juego, del el cuál no estaba lista para enfrentar.
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¡¡Hola hermosuras!!
¿Cómo están?
Bueno... ¿qué les pareció el capítulo?
La cosa se puso bastante intensa y después de mucho tiempo Michael a decidido presentarse nuevamente al mundo.
Addison ganó la apuesta, algo difícil de creer pero cierto jajaja. Y Savannah y Noah se vistieron de frutas. Yo se que Noah estaba vestido de tomate, pero según mis arduas y exhaustas investigaciones ( osea google :D) el tomate se considera una fruta así que ya fue jajaja
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Nos leemos prontos.
Besos 💞
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