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𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 15

Habían pasado tres semanas desde la llegada de aquellas cajas extrañas. En ese lapso de tiempo, pude encontrar tres cajas más, que en su base tenían escritos los números dos, cinco y cuatro; sin contar las otras dos cajas que habíamos encontrado Noah y yo, que tenían el número uno y siete en su base. En sí, faltaban dos cajas más. La número tres y  seis

Habían pasado solo tres semanas y mi vida había dado un giro completo. Salía más seguido con Savannah y Noah; salidas que incluían a Harry. Se podría decir que ya éramos amigos.

Nos sentábamos juntos siempre que compartíamos clases y en la cafetería. Era un chico sumamente divertido y alegre. Me contó un poco más del accidente de su hermano y como había ocurrido. No podía comprender como alguien que demostraba ser tan alegre y gracioso podía tener el alma hecha pedazos.

Al contrario, yo no le había contado nada más de lo ocurrido en aquella fiesta, no me sentía preparada para contárselo.

Ya no iba más al psicólogo, ni a los grupos de apoyo, lo que significaba un gran alivio para mí. Por fin mi madre y mi padre habían comprendido que a pesar de sus esfuerzos para que siga yendo, no iban a cambiar mi elección, así que se rindieron.

Harry iba venir a mi casa para poder hacer un proyecto de química. Estaba preparando todo cuando escuché que el timbre sonó, por suerte mi madre estaba llena de trabajo al igual que mi padre, así que no pasaría ningún momento vergonzoso delante de Harry.

Bajé rápidamente las escaleras y cuando estuve frente a la puerta la abrí.

—Miller —saludó.

—Reynolds —respondí riendo, una costumbre entre nosotros era llamarnos por nuestro apellido, haciendo que parezca algo serio, algo formal—. Pasa.

—Gracias —dijo entrando a la casa—. ¿Lista para hacer el proyecto más divertido de tu vida?

—Química no tiene nada de divertido —contesté arrugando el entrecejo.

—Cuando se está con Harry Reynolds, todo es divertido.

—Ya los veremos —respondí rodando lo ojos—. Subamos a mi habitación, allí está todo para comenzar el proyecto.

Él se detuvo en medio de la escalera, me observó y sonrió.

—¿En qué clase de locura estás pensando Harry Reynolds?

—¿Damos un paseo?

—Harry...

—Miller, por favor —suplicó haciendo puchero.

—Ay, de acuerdo —contesté. Claramente Harry no tuvo que hacer mucho esfuerzo para convencerme. 

Bajé nuevamente intentando ocultar mi sonrisa, no quería que me viera sonreír. Tomé mi abrigo que se encontraba en la sala y ambos salimos por la puerta.

Hoy era un día hermoso, el sol iluminaba todo a nuestro alrededor y el cielo se encontraba despejado. El viento resoplaba más fuerte de lo común, pero de todas formas era una hermoso día para dar un lindo y tranquilo paseo.

Observé a Harry, quién no dejaba de observar las copas de los árboles con mucha atención, y lo pequeños pájaros que se posaban sobre las ramas.

—Vas a caerte —indiqué.

—No. —Me contradijo—. Tal vez sea muy torpe, pero puedo caminar sin mirar al frente.

—¿Cómo haces eso?

—Solo escucho, dejo que mis oídos e incluso mi piel me guíen hacia donde debo ir.

—Tu instinto.

—Parecido —comentó—. Hazlo.

—No quiero caerme.

—No lo harás, solo relájate y déjate llevar.

Bufé desconfiada del consejo de Harry, pero de todas formas opté por hacerle caso. Suspiré profundamente y me dediqué a observar el cielo. Tenía algo de miedo, sentía que en cualquier momento me caería o chocaría con algo. Sin embargo, Harry tomó mi mano y eso me trajo calma.

Deje mis miedos a un lado, estaba cansada de estar atada a ellos, y solo me deje llevar por mi instinto, por mis sentidos. A medida que seguíamos caminando, todo tipo de miedo o desconfiada se esfumó.

—Te lo dije —presumió.

—Okey, tenías razón —contesté—, esto es mejor de lo que pensaba.

—Lo sé —concordó Harry—. ¿Podemos dejar de hacerlo? Me estoy mareando.

—Sí, sí —dije mirando al frente abruptamente, mareándome al igual que Harry—. ¿Estás bien?

—Parezco drogado —mencionó, mientras ambos reíamos—. Parecemos locos.

—¿Acaso no lo estamos?

—Solo sé que estoy loco por ti —susurró.

Lo observé con atención y sonreí. Solo me dispuse a admirar sus bellos ojos grises, ese maravilloso color que me tenía enviciada desde que lo conocí. Esos ojos tan tormentosos, pero que de alguna forma me traían paz. Irónico.

—¿Qué tan loco te tengo? —inquirí volviendo a caminar.

—Más loco que cualquier loco que haya pisado el planeta.

—Eso no tiene sentido.

—Sí, sí lo tiene.

Reí ante su tonta comparación y seguí caminando rumbo a mi casa. Me había encantado el paseo, pero debíamos empezar el proyecto.

—¿Por qué volvemos?

—El proyecto. —Le recordé.

—Maldición. —Se quejó arrugando su ceño—. En estos momentos odio al profesor Brown.

—Somos dos.

Los dos seguimos caminando de mala gana, creo que ambos preferíamos dejar el proyecto a un lado y seguir con el paseo. Aunque no todo se puede en esta vida, estábamos creciendo y lamentablemente nuestras responsabilidades iban aumentando a medida que pasaba el tiempo.

De eso se trata crecer. Te ves obligado a dejar tu niñez, para convertirte en un adolescente y tomar las responsabilidades que tiene un adolescente. Luego te conviertes en un adulto, y esas responsabilidades se multiplican, junto al estrés y la falta de tiempo que estas provocan.

Tal vez por esa razón a medida que crecemos, creemos que el tiempo pasa mucho más rápido que antes. No somos capaces de volver a ver la vida como una vez la vimos, ni vivirla de la misma manera.

Llegamos a un punto en donde dudamos sobre nuestra propia existencia, y sobre todo lo que perdimos en el camino hacia la madurez. Y solo deseamos volver a recuperar, incluso si son solo segundos, las ganas de vivir y de sonreír. Dejar las preocupaciones a un lado, y todo aquello que nos abruma y nos desgasta. Aquello que nos obliga a moldearnos a un sociedad que busca la perfección y el éxito, pero que no acepta lo errores que uno puede cometer en el camino.

En conclusión, la vida a veces puede ser una mierda.

Llegamos frente a la puerta, Harry y yo suspiramos entrando de una vez por todas. Subimos por las escaleras con pereza y desgano, hasta llegar a mí habitación.

—Llegamos.

—Que ordenada —comentó—. Me agrada. Mi habitación no suele estar en estas condiciones.

—Ya lo presentía —respondí—. Tu cabello lo dice todo.

—¡Hey! —exclamó señalándome amenazante, causando que una pequeña risa escapara de mis labios—. ¡Nadie insulta mi cabello! Además no he tenido tiempo de ir a cortarlo.

Excusas y más excusas, Reynolds. Era obvio que a Harry le daba pereza cortar su cabello.

Una de las cualidades de Harry Reynolds era su nivel de pereza extremo.

—Has tenido un mes y un poco más —respondí cruzándome de brazos—. Yo me lo corto sola.

—¿Sabes cortar el cabello? —preguntó con una sonrisa pícara.

—¡Claro que no, Harry! —indiqué levantando el tono de mi voz—. No, no voy a cortarte el cabello, ¡tenemos que hacer el proyecto!

—¿Te acuerdas cuando te dije que conmigo no te aburrirías?

—Sí.

—Bueno esta es la oportunidad para no aburrirte.

—Dije que no.

—Por favor, Miller —suplicó haciendo puchero—. Por mí y por mi pobre cabello.

Medité por algunos segundos y aunque esta situación me parecía muy estúpida, a la vez era realmente divertida.

—Está bien.

—Corte de cabello nuevo, ¡allá vamos! —dijo Harry, haciendo otro de sus ridículos bailes.

—Busca la tijera en el último cajón del escritorio, allí debe estar. Yo buscaré una toalla y un peine en el baño.

Harry asintió con una gran sonrisa en el rostro.

Estaba dirigiéndome al baño cuando recordé lo que contenía el último cajón. Di media vuelta tan rápido como pude, pero ya era tarde.

—¿Qué son estas cajas? —preguntó Harry—. ¿Y por qué tienen números?

—Yo... —Intenté hablar, pero las palabras no salían.

—Tengo el presentimiento de que te las envió la misma persona que te envió la carta. Y que esto es más que una simple broma —musitó con una leve sonrisa en su rostro—. Tu cara lo dice todo, Miller. Sé que nos conocemos desde hace poco pero me gustaría que confíes más en mí.

—Lo sé es solo que... —dije suspirando—. Es difícil.

—Relájate. No dejaré que me cortes el cabello estando tensa —dijo haciendo que comenzara a reír.

—¿Cómo lo haces?

—¿Qué cosa?

—Hacerme reír en los momentos que siento que todo se viene abajo.

—No lo sé. —Harry se encogió de hombro—. Creo que me gusta hacerte reír. Es un privilegio que no lo tiene cualquiera y tu caso es muy particular.

—Creo que ya es hora de que sepas lo que está sucediendo.

—No quiero... —intentó hablar Harry.

—Es decisión mía, Reynolds. Estoy lista.

No podía comprender como un simple corte de cabello había desencadenado todo esto. Como de un momento a otro, el asunto se había vuelto... delicado.

—Ahora mi pregunta es —dije intentando que el aire llegara a mis pulmones—: ¿Tú estás listo para escuchar mi historia?

—Claro que sí. No voy a juzgarte, Miller. Nunca lo haré —respondió—. ¿Sabes?, mi vida no es perfecta, pero tiene momentos maravillosos y uno de esos momentos, se producen cuando estás tú.

—Idiota —murmuré sintiendo como mis mejillas se acaloraban.

—Lo sé —comentó riendo—. No importa lo que hayas hecho o no, te seguiré queriendo, Miller. Nada en este mundo me hará cambiar mi opinión hacia ti.

—Harry Reynolds, eres la persona más ridícula, pero también la persona más alegre, valiente y hermosa que he conocido en mi vida —indiqué arrepintiéndome al instante de las cursilerías que habían salido de mi boca.

—Soy único.

—Eres todo una payaso —bufé sintiendo que el estómago me dolía por reírme.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por dejarme sacarte una sonrisa.

—Gracias.

—¿Por qué? —preguntó él esta vez.

—Porque tú eres el único que me hace reír.

Y por fin me sentía libre de contarle mi historia y no solo en partes, sino completa.

Oh, Harry Reynolds, qué clase de hechizo lanzaste en mí.

~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~♡~

¡¡Hola hermosuras!!

¿Cómo están?

Bueno la cosa se puso interesante...

Addison ( creo que todos hasta yo cuando estaba escribiendo, esperamos este momento) va a revelarle lo que le paso hace dos años atrás.

No puedo creer cuanto hemos avanzado con esta historia y todo esto se los debo a ustedes, no saben lo feliz que estoy. Miles y Milésimas  de gracias.

¿Cómo creen que reaccionara Harry?

Harry es uno de mis personajes favoritos, es alguien demasiado alegre y positivo y también ridículo. Que cambio muchas cosas en la vida de Addison.

No sé si soy la única pero.... necesito un Harry Reynolds en mi vida jajajjajaja

Espero que le haya gustado este capítulo.

No se olviden de votar o deja un comentario que es gratis JAJAJAJA y me alegran el día.

Nos leemos prontos.

Besos 💞

Insta: Skar_Roma

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