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Nuestros mejores días.

La llegada de un nuevo paquete mantuvo tranquilo al rubio. No era extraño que la gente enviara regalos de agradecimiento a uno de los mayores defensores del país, además, no debía preocuparse de que tuviesen algo peligroso porque Natasha se ocupaba de revisar todos y cada uno de los paquetes. Los que no eran importantes los eliminaba.

- Steve, no creo que quieras abrir este aún. - la pelirroja se notaba ligeramente pálida.

El Capitán se alarmó un poco porque su amiga no era alguien que se preocupara por pequeños inconvenientes. Vio intrigado la caja, era elegante con un forro negro que asemejaba la gamuza, sólo los fanáticos más económicamente favorecidos le mandaban regalos con este tipo de envoltura. Lo abrió con delicadeza y quitó suavemente el papel protector de color blanco. Retrocedió un par de pasos apenas reconoció los simbólicos colores y tan pronto como estuvo en capacidad de entender lo que sucedía prendió la televisión.

- ¿Señor sabe quién ha difundido los rumores?

El sonriente rostro del moreno le estrujó el pecho, su voz calmada le quito la respiración. Lucía unos lentes que le daban ese aire arrogante característico. ¿Cómo era posible que se notara tan calmado al terminar todo tipo de relación entre ellos con el regreso de su arma?

- Steve - Natasha apagó la televisión y se arrodilló junto a su amigo, el capitán ni siquiera notó que había caído de rodillas - necesitas calmarte. No creo que él esté tan tranquilo como aparenta. Además, nosotros ya sabíamos que los rumores eran falsos.

El rubio necesitó un par de minutos para calmarse. Desde su pelea él había esperado pacientemente a que Tony viniese a disculparse, pero eso nunca pasó. Llegó a llamarlo porque deseaba decirle lo sólo que se sentía, Tony había contestado las primeras veces y Steve sacaba a relucir constantemente el tema del retorno del escudo, como es evidente, esas charlas siempre acababan en peleas y era el rubio el que solía colgar primero. Después de la quinta charla por teléfono, su ahora ex pareja, le preguntó por el resto de sus amigos y compañeros, y el rubio contestó con aire arrogante que estaban apoyándolo desde su separación. Luego de eso ningún teléfono aceptaba llamadas, todos estaban desconectados. El de la casa, el privado, el de la oficina, el de la torre. Algunos de sus amigos también intentaron llamarlo, pero todo fue en vano.

Fue entonces cuando el honorable hombre que representaba a América cayó en depresión, no salía ni hablaba con nadie. Dejo que su apartamento se volviese un desastre y cuando Natasha fue a visitarlo estaba casi muerto junto a todas las sustancias que le había introducido a su cuerpo.

Lo cierto es que no recuerda bien lo que pasó entonces, pero cuando se levantó en la cama de hospital supo que posiblemente había ido demasiado lejos. Todos aquellos con los que había compartido una relación cercana o en la lucha estaban en su habitación o sentados fuera de esta para esperar a que él se recuperara, parecían preocupados, pero su mirada buscó instintivamente a Tony. No estaba presente.

- Steve. - mencionó suavemente Bruce para llamar su atención en aquella ocasión - Sabes que te apreciamos, estamos junto a ti cuando nos necesites, pero necesitas cuidarte un poco más a tí mismo.

No quería escuchar a nadie más que a su amante en aquella estancia de hospital, quería a su compañero de bromas y junto al que había despertado tantas mañanas memorables. Se le hacía difícil creer que no fuera a visitarlo, ni una sola vez. Pasaron minutos, horas y días. Pero no se juntaron en persona desde aquella pelea.

Luego de meditarlo algunas veces finalmente se atrevió a preguntar si alguno había visto a Tony, pero todos confesaron que no sentían apropiado ir a verlo si estaban con él. Se dió cuenta de que habían tomado un lado, el suyo, y aunque se sintió complacido por ello, habían dos sentimientos más que llegaron a él, la culpa de esa satisfacción y la preocupación por el adinerado hombre que hace poco era su amante, no porque eso fuera lo correcto, sino porque él mismo se encontraba ahora mismo en una situación desastrosa, le preocupaba que Tony pudiese resultar lastimado.

Se sentía perdido, más allá de eso, la depresión y la ansiedad habían dominado su cuerpo. Fue entonces, en ese terrible estado mental que lo dieron de alta. Al principio muchos medios de comunicación quisieron estar al tanto de su situación, pero cuando Bruce y Natasha lo vieron en constantes ataques de ansiedad y pánico luego de las conferencias, dejaron de atender a los periodistas.

Tomó mucho tiempo y trabajo, pero él había logrado recuperarse, ser el mismo hombre reluciente de siempre. Sus amigos lo acompañaron en cada paso del camino y, en alguna parte de ese mismo camino él se auto convenció de que la culpa no era suya, sólo de Tony. Que la superioridad que el moreno parecía demostrar siempre era lo que había colmado su paciencia.

- Steve... - la voz de Natasha lo regresó al presente. Las noticias mostraban los correos electrónicos, ahora cobraban más sentido, la periodista a cargo de la nota informativa decía con tranquilidad que la información fue manipulada por socios comerciales de Tony Stark para obtener beneficios a causa del malentendido que habían planeado. Por fortuna, como dijeron en aquel noticiario, el hacker a cargo de ello ya había sido encarcelado y aislado por el propio hombre cuya reputación quiso ser manchada.

La cabeza del soldado daba vueltas, él lo sabía, entendía todo esto desde el principio. Pero a pesar de eso nunca hizo nada, no se disculpó, ni siquiera intentó ir a revisar su condición de salud. El hecho de que el mundo entero le había dado la espalda al exitoso hombre con el que compartió su corazón le hizo sentirse superior a él. Ahora todo estaba resultando lo contrario, era el multimillonario quien brillaba y deslumbraba al mundo con una sonrisa que, por primera vez no era de arrogancia, sino de un triunfo justo. Era la misma sonrisa que Tony sólo compartió con él en algunas madrugadas y en los que el solía llamar "nuestros mejores días".

El rubio le pidió tiempo a su amiga y se encerró en el baño de aquel apartamento, enfriando su rostro mientras intentaba alejar los pensamientos del moreno despertando, contra cualquier pronóstico, relajado y divertido a su lado en las mañanas. Recordó incluso que fue el mismo Tony quien le hizo comprar el apartamento en el que ahora habitaba, su pareja le había insistido en que debía comprar más bienes raíces debido a que su valor no solia disminuir, sino aumentar con el paso del tiempo. Aunque al capitán no le parecía necesario lo hizo sólo porque quería complacer a su amado. Cuando compró el apartamento había sido él quien lo guío en cada paso.

Ahora vivía ahí y de vez en cuando era incluso doloroso respirar por esa misma razón. Lo extrañaba, en verdad lo hacía. Empezó a sollozar porque aunque todos sus amigos ahora pasaban gran parte de su tiempo con él en su nuevo apartamento, no sentía ni la mitad de la felicidad que consiguió con el filántropo. Él era ingenioso, altanero pero muy encantador. Además, lejos de toda la coraza que le mostraba al mundo, había llegado a descubrir a un hombre sensible y amable.

El gran capitán lloró hasta que pudo asimilar la verdad. Había abandonado al amor de su vida por una estupidez, no por el orgullo de un hombre que lo sabía todo y tenía todo el dinero del mundo. Sino porque él mismo no se había sentido lo suficientemente válido para estar con él, porque aceptar que no lo había engañado también era aceptar que él era el único capaz de darle al Stark lo único que realmente le había confesado que deseaba. A él, la relación que tenían y la tranquilidad que sólo conseguían estando juntos.

Cuando la pelirroja tocó la puerta Steve se vió obligado a recoger y ordenar sus pensamientos. Se lavó la cara y salió a tomar un taxi, no sin agradecerle a su amiga y confidente. Deseaba recuperárlo, aunque no sabía si ya era muy tarde para ello.

- ¿A dónde desea ir señor?

- Siga recto, yo le diré la dirección. Debo ver a alguien.

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