Capítulo treinta y tres
No sé qué hacer, nunca jamás en la vida me había visto en una situación parecida ni de lejos, me quedo mirando la cama deshecha en la que ayer ocurría todo, y veo brillar algo en el suelo, me acerco y lo cojo, es el envoltorio del condón de ayer, entonces llaman a la puerta.
—¿Quién es? —pregunto intentando parecer serena.
—Clara soy Lea, vengo a ver si estas ya despierta, los vuelos salen en unas horas —
—Voy un momento —le contesto.
Meto el envoltorio del condón en la maleta y la cierro para esconder las pruebas del delito, abro la ventana para que la habitación se ventile todo lo posible y me visto con lo primero que pillo.
—Buenos días, perdona por tardar, me estaba vistiendo —le digo
—Ah no te preocupes, ¿Necesitas ayuda con la maleta? yo me la deje casi hecha ayer y ya he acabado —dice acercándose a mi maleta.
—No —exclamo haciendo que Lea se pare antes de que pueda abrirla —¿Por qué no vas a buscar a Maila y bajamos a desayunar? Mientras recogeré lo del baño —he de reconocer que he estado muy rápida.
Lea va a por Maila y mientras me da tiempo a dejar el baño recogido e incluso parte de la maleta hecha a falta de meter algunas cosas. No estoy muy orgullosa de como está hecha pero de todas formas cuando llegue a casa voy a mandar todo a lavar así que no tiene sentido doblarlo todo bien. Las chicas me pasan a buscar y bajamos a desayunar, todo va bien, me he calmado un poco, hasta que recuerdo que Dani es un ser humano, y como todo ser humano también tiene que alimentarse y seguramente me lo encuentre abajo y eso me pone nerviosa. Pero de momento a la que nos encontramos otra vez en el ascensor es a Meg.
—Vaya parece un dejavu, buenos días chicas —nos dice —¿Qué tal la noche?
¿Qué qué tal? si tú supierais...
—Para Clara corta —contesta Lea —Se marchó muy pronto de la fiesta y ni siquiera nos avisó.
—Lo siento chicas estaba cansada, perdonad —es cierto, ni siquiera les dije que me iba, debieron de preocuparse...
—Que no te sepa mal —dice Meg —Mi noche también fue corta —dice intentando consolarme.
—¿Como tu falda? —dice Maila en tono burlón a lo que nos reimos todas incluida Meg, le encantan sus faldas cortas y no la culpo, le quedan muy bien.
—Pues más o menos —continua explicándonos —Me estaba liando con Dani y me apartó casi empujándome y me dijo que lo nuestro no debía de haber pasado, que era solo por despecho y que lo sentía, que su corazón era de otra.
¿Cómo?
—Y yo no quería su corazón —sigue explicando ella —Yo solo quería su pene.
Llegamos al vestíbulo, y yo me quedo paralizada dentro del ascensor. ¿En serio le dijo eso? ¿Sería verdad?
—¿Clara? —Maila me saca de mi trance —¿Vienes o qué? —me pregunta.
Solamente quedamos ella parando la puerta y yo dentro del ascensor, Meg y Lea deben de estar en el comedor porque ya no las veo cerca.
—Si perdona estaba pensando en otra cosa —respondo.
—Más bien en otra persona —me corrige ella —Mira no te obligo a que me lo cuentes, y los demás no se habrán dado cuenta pero a ti te pasa algo y seguro que tiene que ver con ese capullo que tienes compañero —dice guiñándome un ojo.
—Veras —comienzo —Yo subí a mi cuarto y él estaba allí, en la puerta, me vio salir de la fiesta y creyó que había ido a mi habitación, y cuando llegué allí me dijo cosas muy bonitas y viejos sentimientos afloraron y eso sumado al alcohol...—
—Os acostasteis —me interrumpe mucho más serena de lo que yo me esperaba.
—Pues si ¿Cómo lo sabes?
—Porque tengo ojos cariño, y unas cuantas neuronas en el cerebro que me hacen pensar, la pregunta es ¿las tienes tú? —pregunta ella.
—¿Me estas llamando tonta? —la verdad es que el comentario me h herido un poco.
—Mira cariño, no te estoy llamando tonta, quizás me he pasado un poco con el comentario, pero en base a lo que yo se que me dijiste te hizo y que estaba más claro que el agua que el "amigo" de Meg de la historia que nos contó la ayer era Dani... no se si hiciste bien...
Maila tenía razón —Pero de nada sirve pensar en si esta bien o mal lo que hice, la cosa es, ¿qué hago ahora que lo he hecho? —necesito un consejo y urgente.
—Mira yo si fuese tú actuaría con naturalidad, como si nada hubiera pasado porque es más que probable que te lo encuentres en unos segundos en ese comedor, y cuando tengáis un rato a solas, sin desnudaros lo hablas tranquilamente —me río su comentario. Menos mal que la tenía a ella aquí —Ahora vamos a desayunar.
Entramos al comedor y para mi sorpresa Dani no está.
—Pensábamos que del ascensor a aquí os habíais perdido —dice Meg —Sentaos y desayunar que hoy nos espera un triste día de despedidas, hay que hidratarse para tantas lágrimas —añade
Nuestro último desayuno transcurre recordando anécdotas del viaje, desde mi entrada triunfal a la clase de medicina en la que me comí toda la moqueta gracias a la cual me llevaba un esguince de muñeca de regalo, hasta las cotas faldas de Meg.
Las maletas ya están hechas, casi todos estamos en el hall aunque muchos ya han marchado. Las de Nueva York son las siguientes en irse, no me podía creer que no las fuese a ver más.
—Te vamos a echar de menos Clara —me dijo Lea mientras me abrazaba.
—Y yo a vosotras chicas —mentiría si dijese que no se me ha escapado una lágrima.
Entonces llegó el momento de despedirse de Maila —No sé qué habría hecho sin ti, me ha alegrado mucho conocerte —le dije.
—Seguiremos en contacto —dice ella mientras me abraza —Y aunque estemos a 1300km de distancia, quiero que sepas que puedes seguir contando conmigo. Mantenme al corriente —me susurra esto último mientras me abraza.
—Y si alguna vez vas a Nueva York avísanos —exclama Lea mientras se meten en el taxi.
—Chicago este taxi es el vuestro —grita alguien.
Pues hasta aquí ha llegado nuestro viaje. He aprendido muchas cosas en estos días, pero sin duda alguna la lección más valiosa que saco es que no se me puede sacar de casa sin que me pase algo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro