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05.- Aún hay algo

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05.- Aún hay algo.
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— Guillermo...

Cuando Lionel paso por un lado del hombre, se sorprendió cuando noto como lo sujetaban suavemente... sin indicios de lastimarlo o jalarlo...

— ¿Qué estás...?.— Murmuró Leo tratando de soltarse.— Déjame pasar...— Pero no hubo respuesta favorable.— Guillermo...

— ¿Qué hacías aquí?.— Ignoandolo, Memo preguntó.

— ¿Qué parece que hago?.— Se burló.— Son mis tierras... el intruso aquí eres tú.

Aún con ello, Ochoa no lo había soltado.

— Así que mejor sueltame y vete antes de que...

— ¿De qué?.— Se burló Guillermo.

— Ya lo sabes...— Continúo Lionel calmado como siempre.— Que venga mi esposo... y nos vea.

Durante todos esos años, pese a que las imágenes de su compromiso y boda fueran de lo más 'felices', Guillermo había notado un par de detalles: casi no estaban juntos.

No era lo suficiente raro si tomaban en cuenta que a Ronaldo le mantenían ocupados los negocios fuera del pueblo, como a él.

Pero aún así... para él era extraño no verle el matrimonio feliz y enamorado, como decía esa dichosa carta de años pasados.

— Vete.— Replicó ya no forcejeando.

— ¿Por qué?

— ¿Por que... qué?.— Leo no entendió.

Pero Guillermo mantuvo su agarre, verlo... a solas después de tanto tiempo, le había hecho recordar, ese amor perdido.

— Ya sueltame.— Pidió fastidiado Leo.

— Quiero saber una cosa.— Condicionó su compañero y por ello Leo lo vio dudando.— Una sola cosa.

— ¿Qué?.— Lo observó.

— ¿Me amabas?

"Me amabas".

Aquellas palabras se repitieron varias veces en la mente de Leo, pensando en lo que habían vivido cuando eran jóvenes, cuando se conocieron cuando eran niños, justo de la edad de sus hijos pero por los pleitos de sus familias y muy en especial tras lo que hizo Diego Armando, todo acabo mal entre ellos.

— ¿Qué dices?.— Se molestó más Leo.— Perdón pero yo no me case a la semana después de que tú y yo...— Messi no siguió, imaginaba que Memo sabía terminar la frase.

— Tú te casaste con ese tipo.— Se defendió Memo.— ¡Ni siquiera te inmutaste!

— ¡Pensé que irías por mi!.— Declaró al fin Lionel.

— ¿Qué?.— Ochoa se sorprendió.— ¿Cómo querías que fuera por ti si esa carta...?

— ¡Esa maldita carta la escribió mi padre!.— Lionel confesó la verdad.— ¡Debiste darte cuenta!

— ¡Pues no lo hice!.— Levantó la voz Guillermo.

Pero Lionel lo vio al borde de las lágrimas... Pero no eran lágrimas de tristeza por sus sueños rotos como pensaba Ochoa, eran lágrimas de rabia contenida durante esos años.

— ¡No fuiste por mi!.— Repitió.— No fuiste por mi, pensé que por ese amor que decías tenerme ibas a ser capaz de darte cuenta e impedir la boda.

— Leo...— La voz de Memo apenas y se escuchó en un murmullo.

— Pero no lo hiciste.— Lo vio con las lágrimas corriendo sin que pueda evitarlo.— Al contrario, fuiste capaz de casarte con otra persona... ¡No me amabas!

— ¡Te equivocas!.— Gritó Ochoa.

"Yo siempre te he amado".

El silencio se hizo entre ellos como una tortura lenta pues nadie decía nada, solamente el ruido de la naturaleza estaba ahí, pero nada de ellos. La sorpresa había sido tal que Leo después de su expresión por la inesperada confesión, cambio su semblante nuevamente.

— No digas tonterías...— Reclamó Leo.— Siempre me has mirado con odio.

— ¡Tú también!.— Se defendió Ochoa.— ¡Siempre me miras con desprecio!

— ¡Por todo el odio que te tengo!.— Siguió Messi.— ¡Yo jamás te pude perdonar que me abandonarás! ¡Que creyeras esa carta y te hayas casado con alguien más después de todo el amor que nos juramos esa noche!

— Lionel...

— ¡Te odio y no me cansaré de repetirlo! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!

Pero enseguida, Lionel no dijo una sola palabra. Guillermo había apresado sus labios contra los suyos y sujetado por el cuerpo de tal manera que no le dio manera de escapar... El beso comenzó a ser al principio obligado a la fuerza, pero con el paso de los segundos el cuerpo de Leo había dejado de forcejear.

En la casa principal todo estaba tranquilo, nadie se había dado cuenta de dónde se encontraba Lionel y Ronaldo había llegado con la camioneta estacionandose en la entrada.

— ¡Papá!.— Julián salio corriendo a recibirlo.

— Campeón.— Sonrió Ronaldo para agacharse un poco y recibir su abrazo.

Enseguida lo cargo con ternura y le beso la frente, Julián sonrió al verlo.

— Bienvenido a casa papi.— Julián sonrió y ladeó un poco la cabeza.— Pensé que estabas con mami.

— ¿No está en la casa?.— Aunque eso no le sorprendió al muchacho mientras llevaba en brazos a su hijo y entraban a la casa.

— Había ido al pueblo por unas cosas que necesitaba.— Sonrió Susana.

— Entiendo.— No se preocupo el señor de la casa, vio a su hijo.— Mientras esperamos, ¿te ayudo con tú tarea, campeón?

— Si papi.— Julián sonrió.

— En un momento estará la comida.— Los vio Susana.

— Sirve de que esperamos a Leo y mientras paso tiempo con mi hijo.

Pese a sus ocupaciones, Ronaldo adoraba a Julián y nunca lo descuidaba pues tenía tiempo para jugar con él o ayudarle con sus tareas... Una vez que se casaron, y Leo siendo obligado por su padre... Cristiano Ronaldo había marcado al joven en su noche de bodas,y casualmente dos semanas después, se reveló el embarazo. Algo que sus familias esperaban con emoción y aún más Ronaldo quién deseaba ser padre.

Aunque Julián nació prematuro debido a complicaciones en el embarazo, pero había nacido bien. Era un niño fuerte y sano.

Y su padre lo adoraba... era su hijo único y se moría de ganas de darle un hermanito, o quizás más de uno, pero Leo dudaba, pues también por la edad de Julián no querían que su pequeño fuera a llegar a presentar celos por un nuevo hermanito, consideraban bastante la idea.

Todo estaba bien para el esposo de Lionel Messi... Cuando Ronaldo se casó con Lionel y lo marco como su Omega, eso enseguida lo hacía un hijo adoptivo de Diego Armando. Anteriormente los reyes y nobles hacían ello cuando sus hijos contraían matrimonio con alguien donde su apellido se perdería para tomar el de su esposo. Con el fin de mantener el linaje Messi, se había adoptado a Ronaldo al momento de la boda con tal de preservar el apellido.

Eso no era problema para él. Pues a comparación de Lionel, Ronaldo amaba a su pareja.

En el granero, las sensaciones pasadas habían vuelto a resurgir, como ese primer día en que se vieron, en que se enamoraron.

"Si me odiarás como dices... no me besarías con esta pasión".

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