5- Y mañana amanecerá, el atrapasueños yo soy
El invierno finalmente había llegado con el segundo mes de embarazo de Aome, la navidad fue atípica dada su condición de dulce espera, varios de sus parientes más lejanos llegaron al templo Higurashi. Entre ellos dos de sus primos por parte de su madre, Kaoru y Yahiko Himura; resultaba curioso el hecho de que los dos fueran aprendices de kempo mientras que Aome era una experta en Kyudo.
Kaoru examinó el arco y miró a su querida prima Aome y su creciente barriga de embarazada que ya se notaba algo sin perder tanto la figura que tenía la chica Higurashi.
—Vaya es estupendo este arco parece traído desde el mismo periodo Sengoku. Te debió costar una fortuna, ahora que Yahiko está con Sota quisiera que me muestres cómo disparas — Kaoru pidió feliz.
—No estoy segura — Aome dudó —debo cuidarme por el bebé.
—Por cierto ¿ya pensaste en un nombre? Te propongo que se llame Sakura si es chica y Kenshin si es chico.
—Moroha si es chica — dijo la chica arquera —ese será su nombre porque sé que será una niña.
A la hora de abrir los regalos de Navidad Yahiko le entregó un nuevo juguete a Sota, los dos rápidamente salieron de la casa al templo a divertirse con eso que era un simple balón de fútbol mientras que Kaoru le regaló un cd de música a Aome. No era cualquiera CD lleno de canciones sino unas que a la prima de Aome le agradaban.
—Mago de Oz... Gaia — dijo Aome leyendo la carátula —¿y esto?
—Sólo escúchalo, no es tu clase de música pero sé que te va a gustar — mencionó la mayor acomodando su cabello castaño —realmente salió hace poco, este año.
—Entiendo — la chica sonrió levemente.
—Hace tiempo te veo usando ese moño para el cabello, te queda bien, Aome — Kaoru la elogió —me gusta mucho.
Pasando el tiempo con sus parientes ese año finalmente llegó a su fin, y con él llegó el tercer mes de embarazo de Aome; se notaba claramente que había aumentado de peso aunque sí que no se notaba mucho su barriga que ya empezaba a crecer lentamente pero segura. Aome estaba frente al espejo peinando su cabello mientras afuera nevaba dándole un hermoso toque a la ciudad.
—Aome ven a desayunar — Sota la llamó.
Aome caminó despacio agarrándose de la baranda de las escaleras teniendo cuidado para evitar lastimarse o lastimar a su bebé, descendió hacia la mesa de la cocina y se sentó junto a su familia a desayunar ese día de enero de un nuevo año. Aunque haya sido difícil el abuelo Higurashi ya había aceptado que tendría un bisnieto muy pronto, demasiado pronto para su gusto pero era la realidad y era incapaz de hacer cambiar de decisión a su nieta.
—¿Han visto a Buyo? — preguntó Aome —¿Dónde estará metido?
—La última vez que lo ví estaba en el templo del pozo — contestó el anciano —y luego no lo volví a ver.
—¿Se habrá caído dentro del pozo? — la chica interrogó.
—No sé, lo más seguro es que ande de vago en la rama de un árbol — Sota comentó.
Aome volvió a la escuela pero a medida que iban pasando las semanas debía conseguir ropa más grande, finalmente llegó febrero y todas las parejas disfrutaban de San Valentín el cual también coincidía con el mismo día de la amistad y es que sus tres amigas no lo dejarían pasar. Ayumi sacó una caja llena de chocolates pero el sólo olor le provocó náuseas a Aome, ni siquiera las galletas o incluso cualquier cosa dulce le causaba asco a la joven Higurashi.
—Muy fuerte — Aome se tapó la nariz y la boca.
Entró al baño de mujeres; las chicas, quienes fieles a su promesa su amiga la esperaban afuera de los baños mientras Aome escupía todo lo que desayunó en la mañana hasta que su estómago quedó vacío por completo.
—¡Cielos! por hacer bonito, hicimos feo — Yuka se culpó.
—Tampoco es tu culpa, Yuka — Aome le dedicó una cálida sonrisa —, pudieron ofrecerme algo menos fuerte. ¿Qué tal un maní salado? La verdad es que no soporto nada dulce, ni un poco. Me siento muy débil.
—Déjame ayudarte — pidió Ayumi y le ayudó a caminar —créeme que no sabíamos nada acerca del asco que sentías hacia los dulces. Te lo compensaremos.
Ayumi llevó a su amiga al salón y la dejó allí a solas con Yuka mientras ella y Eri salieron del salón de clases para ir de vuelta al festival de San Valentín en la escuela. Si alguien desconociera del estado de Aome diría que ella se ganó la lotería con sus amigas, aunque claramente no sabía si decirles acerca de sus viajes a la era antigua. Lo meditó en el salón mientras sus amigas iban por una comida menos fuerte en el festival de San Valentín, las chicas llevaron ensalada de frutas, ramen casero y hasta llevaron un poco de té de manzanilla.
—Chicas — Aome comenzó a comer el ramen —¿Puedo confiarles un secreto?
—Claro — Ayumi sonrió.
—Ustedes conocen el templo donde vivo y han visto el árbol y todo lo que hay allí — mencionó ella —bueno... quisiera decirles que hace un año bueno, casi dos años, viajaba entre dos épocas.
—Espera ¿en tu templo hay un lugar para viajar en el tiempo? ¡Genial! — Ayumi exclamó susurrando.
—¿No les parece raro? — preguntó Aome ladeando la cabeza.
—De hecho empezamos a sospechar cuando conocimos a ese chico de cabello blanco ¿Inuyasha era su nombre? — dijo Eri con calma.
—Además sería una gran idea para una historia de romance — suspiró Yuka enamoradiza —una chica de preparatoria que cae por un pozo y termina en el Japón feudal, se enamora de un samurái y se casan. ¡Qué romántico!
Técnicamente había resumido la historia de romance entre Aome e Inuyasha y eso le provocó un tic en el ojo a ella, lo que Higurashi más odiaba del embarazo eran esos malditos cambios de humor que la hacían parecer más al padre de la criatura que a sí misma. Inhaló y volvió a exhalar para luego continuar comiendo tranquilamente sin estar preocupada de nada más que su bienestar.
Volvió a casa en la tarde y se acostó en la cama y tan sólo unos minutos después se quedó dormida profundamente, no se había molestado en cambiarse su uniforme ya que estaba muy cansada. No notó que había anochecido y cuando quiso levantarse rápido, se detuvo un segundo, no debía apresurarse en nada para que su bebé no sufriera.
—Qué hambre — masculló la chica —voy a ver qué hay en la cocina.
Aome descendió hacia la cocina encontrando únicamente a su madre y su hermano comiendo tranquilamente, Naomi le ayudó a sentarse a la mesa para que pudiera comer algo, la mujer calentó algo en el microondas y luego de un minuto le sirvió eso a su hija.
—Se me hizo agua la boca, mamá... es pollo con champiñones — dijo la chica frotándose las manos —¿Quieres un poco Sota?
—Tranquila, hermana. Come tú — el chico iba a levantarse pero su hermana le dejó un poco de su comida en el plato —pero si insistes — Sota se rió.
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