XVI
Cesc entró al vestuario nervioso; le sudaban las manos y le temblaba el pulso. Su vista encontró con facilidad a quien buscaba, encontrar a Xavi nunca era difícil. Se acercó hasta él, lo cogió por la muñeca y tiró de él sin decir nada.
—¿Cesc?— preguntó —¿Qué pasa?—.
El chico continuó en silencio hasta asegurarse de encontrar un sitio en el que nadie pudiera oírlos.
—Nano, esto está empezando a darme un poco de mal rollo, ¿sabes?
Cesc lo soltó y lo miró a los ojos, respirando hondo.
—¿Qué te pasa?— le preguntó el número seis.
Se tomó unos instantes para pensar la conversación que había ensayado en casa, pero los nervios habían hecho que se olvidara de ella por completo.
—Eh...— quiso empezar —eres gay— dijo, y Xavi lo miró con auténtico terror en los ojos.
—No, Cesc— negó —no, yo no... —.
—Cállate y déjame hablar, Xavier, por dios.
El centrocampista le hizo caso mientras pensaba cómo iba a salir de aquella.
—Me da igual que seas gay o... o bisexual... o... la orientación sexual que tengas— dijo, haciendo alarde de toda la terminología que llevaba toda la mañana leyendo en Internet tras decidir informarse sobre el tema —sé que tienes algo con Iker— dijo.
—No, Cesc, Iker y yo no...
—Os oí hablar por teléfono, don Discreto.
Xavi maldijo para sí en voz baja.
—Me parece superbién, Xavi, de verdad— lo miró a los ojos —me... me alegro de que seáis felices—.
—¿A qué viene todo esto, Cesc?— preguntó perdido.
—A que...— respiró hondo —yo también quiero ser feliz—.
—¿Me estás pidiendo ayuda para ligar?— lo miró levantando una ceja —llevo enamorado de Iker desde que soy un crío— dijo con tanta seguridad que Cesc sintió envidia —no he intentado ligar con una chica desde los quince— sonrió y se le escapó una risa sonora —dile a Gerard que te ayude, Nano, él seguro que tiene más idea que yo— sonrió con toda su buena intención.
—Ya es que...— suspiró pasándose las manos por la cara —no puedo pedirle ayuda a Gerard— dijo dudando —porque... bueno... eh...—.
—Va Cesc arráncate— lo animó.
—Porque es él quien me gusta.
La cara de Xavi en ese momento fue el mayor de los poemas.
—Te gusta Gerard— repitió el del seis —joder, Cesc— lo miró con los ojos muy abiertos —eh... vale, vale— asintió —osea, ¿has recurrido a mí porque soy el único gay que conoces?— se rio un poco.
—No eres el único chico que conozco al que le gusten los chicos— dijo.
—¿No?
—No— dijo —conozco a dos más, además de a Iker y a ti— dijo —a Gerard y a Sergi—.
Xavi lo miró pensativo por un momento.
—Realmente no me sorprende— dijo —a Gerard nunca le ha gustado tener que elegir en nada— suspiró —vale, no puedes hablar con él por lo obvio— asintió —¿Y Sergi? Le has preguntado también a él—.
—No... — suspiró —no creo que sea lo más apropiado—.
—¿Y eso?— frunció el ceño.
—Bueno... él y Gerard...
—¿Cómo?— lo miró —¿Gerard se está follando a Sergi?— preguntó —¿es él quien lo dejó así?—.
Cesc se encogió de hombros.
—Perdón— dijo Xavi volviendo a ubicarse —entonces, quieres algo con él ¿no?—.
—Eh... sí— tragó saliva.
—Con eso sí puedo ayudarte— asintió —pero...— lo miró —¿cómo vas a gestionar lo de Sergi?—.
—Creo... — respiró hondo —creo que eso no es un problema—.
Xavi levantó las cejas mirándolo —está bien— respondió sin entender bien.
—Me besó— se explicó.
—¿Qué?— lo miró el del seis todavía sorprendido con la situación.
—En... en la fiesta.
—Joder con la fiesta— suspiró —vale, entonces ya tienes un hilo para tirar, ¿no?—.
—Supongo que sí.
—Invítalo a cenar— propuso.
Cesc bajó la mirada —me... me da vergüenza, Xavi—.
—¿Vergüenza?— lo miró —llevas meses sin parar de salir con chicas— le dijo —¿no es lo mismo?—.
—No es lo mismo— suspiró —no es cualquiera, es Geri—.
—¿Habéis hablado después del beso?
Cesc negó con la cabeza.
—¿Por qué?
—Porque... eh... digamos que no... no reaccioné de la mejor de las maneras.
—Cesc... ¿Qué hiciste?
—Me fui.
—¿Cómo que te fuiste?
—Me agobié, Xavi, no esperaba que me besara, no...— se sonrojó —no esperaba que me gustara—.
Asintió —tienes que hablar con él—.
—¿Y si no quiere hablar conmigo?
—Fue él quien te besó, Cesc, ¿cómo no va a querer hablar contigo?
El chico se encogió de hombros.
—A ver— suspiró Xavi — si te besó, Cesc, es porque le gustas— lo miró —haz el favor de hablar con él, porque él no va a hacerlo—.
—Pero... ¿por qué? A él no le da vergüenza.
—A él no le da vergüenza, pero a lo mejor piensa que no quieres nada, no sé, es lo que yo interpretaría en su situación.
—Sí quiero— hizo un puchero.
—Ya sé que quieres, pero tienes que decírselo a él.
—¿Cómo se lo dijiste tú a Iker?
—No le dije nada— respondió —pasó y ya— se encogió de hombros —además, Iker y Gerard no se parecen en nada, Cesc—.
—Pero, ¿cómo fue?— insistió.
Xavi suspiró —éramos unos chiquillos— dijo —estábamos concentrados con la selección, no con la absoluta, ya sabes, y... bueno, compartíamos habitación— siguió —un día, por la noche Iker no podía dormir, y... una cosa llevó a la otra, y... lo besé—.
—Y él no salió corriendo.
—No lo hizo— asintió —y todavía no sé cómo—.
—¿Por?
A Xavi se le escapó una sonrisa —porque fue su primer beso—.
Cesc lo miró con los ojos brillantes y la boca algo abierta, casi con admiración —eso es tan bonito... —.
—Lo sé— sonrió.
—Yo también quiero, Xavi.
—Pues ya sabes lo que tienes que hacer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro