VIII
—¿Has sido tú?— preguntó Puyol a Piqué nada más entró el central del tres en el vestuario.
—Depende— dijo mirándolo —¿he sido yo el que ha hecho qué?—.
—El que ha dejado al chico así— señaló a Sergi con la cabeza.
Gerard giró la cabeza para mirar al centrocampista, que se ponía la ropa de entrenamiento con la vista fija en el suelo, sonrojado y muerto de vergüenza.
—Tiene más— dijo el central tras observarlo en silencio durante unos instantes —pero con los pantalones puestos no se le ven—.
—Joder, Gerard— bufó.
—Va Puyi, no me mires así, le tenía ganas, me pidió que lo hiciera.
El mayor levantó la mano hacia él —no quiero los detalles, Geri— suspiró —¿te ha servido por lo menos para organizarte las ideas? Ya sabes, con tu Romeo— rio levemente.
—No lo llames así— se quejó —y no, no me ha servido de nada— bufó.
—Bueno— se encogió de hombros —por lo menos te lo has pasado bien—.
—¿No le diste de cenar a tu cita, Sergi?— preguntó Xavi mirándolo con una sonrisa.
—Va, no seáis malos con él— sonrió Villa —eso es una reacción alérgica, ¿a que sí?— preguntó conteniendo la risa.
—Muchas reacciones alérgicas, has tenido tú— se rio Xavi.
—¿Tanta envidia tenéis de que él durmiera acompañado y vosotros no?— preguntó Gerard en alto, riéndose para evitar que nadie pensara que aquello iba con él.
—Dormir precisamente no durmió, eh— apuntó el Guaje sonriendo.
—¿Tú no le tienes envidia?— preguntó Xavi a Gerard, levantando una ceja.
—Ninguna— sonrió —¿quieres venir a cenar y te lo enseño?—.
El centrocampista del seis puso los ojos en blanco mientras negaba con la cabeza —preferiría que me fichara el Madrid—.
—Claro— sonrió el central satisfecho, viendo que la conversación iba por donde quería —así tienes excusa para estar con Iker— dijo —seguro que si tiras de ese hilo tú tampoco le tienes envidia a Sergi—.
—¿Algo que decir?— rio levemente Villa mirando a Xavi.
—Me tenéis harto— fue su respuesta —¡no me he acostado con Iker!— se quejó mientras salía del vestuario.
—¡De momento!— gritó el Guaje asegurándose de que el centrocampista lo oyera, mientras hacía un gesto cómplice a Gerard.
Cesc había olvidado las espinilleras en el vestuario, y tuvo que volver desde el campo. Por el camino, le fue imposible no oír la conversación telefónica de alguien que no parecía muy tranquilo.
—Han vuelto a decírmelo, Iker— murmuró la voz —han vuelto a hacerlo—.
—No saben nada, Pelopo, no tienes de qué preocuparte— sonó una voz con cierto tono metálico al salir del altavoz.
¿Quién en su sano juicio tenía una conversación en altavoz en un sitio como aquel?
—Te echo de menos— murmuró Xavi tras respirar hondo por un momento.
—Y yo a ti— el móvil dejó oír cómo sonreía —¿hablamos después del entrenamiento?—.
—Sí— respondió —gracias, Iker—.
—Te quiero.
—Y yo.
Cesc entró al vestuario tras escuchar la conversación, encontrándose con que allí solo quedaban Gerard y Carles.
—No sabéis de lo que me he enterado— dijo mientras abría su taquilla para coger las espinilleras.
—¿Tito va a dejar a Gerard en el banquillo?— preguntó Puyol sonriendo.
—No— respondió —bueno, no sé— se detuvo pensando —no es eso lo que iba a contaros—.
—¿Qué es?— lo miró Piqué interesado.
—Iker y Xavi tienen algo— dijo orgulloso de su descubrimiento.
—¿Cómo que "algo"?— preguntó Puyol.
—Que están liados— resumió —los acabo de oír hablar por teléfono, Xavi le decía algo de que le habíais vuelto a decir no sé qué— explicó —se han dicho que se echaban de menos, y que se querían—.
Carles y Gerard se miraron.
—¿Estás seguro?— preguntó el mayor de los centrales.
—Seguro.
—Joder...— murmuró Geri —sí que lo llevan en secreto—.
—Bueno— lo miró Cesc —normal, ¿no? — preguntó —no es que... no sé, no es que esté mal, pero es un poco raro—.
Puyol se fijó en cómo Gerard tragaba saliva en silencio, con la mirada perdida.
—¿Raro?— insistió el del número tres.
—No sé, Geri, con la selección y todo...
Carles no sabía si Piqué iba a hablar o no, pero creyó que intervenir era lo más conveniente.
—¿Has oído lo de Sergi?— fue el único tema de conversación que le vino a la mente.
Gerard se giró para mirarlo, con gesto asustado y la mandíbula apretada.
—¿Qué de Sergi?— preguntó Cesc.
Piqué miró al Capitán a los ojos con expresión de rogar silencio.
—Eh... Ha debido de echarse una novia— dijo —ya verás por qué cuando lo veas—.
—Oh— Cesc se rio sincero —ya sé por qué lo dices— sonrió —lo he visto, qué envidia, ¿eh?—.
Ambos centrales lo miraron.
—Va, no me pongáis esa cara— rio —ojalá yo pudiera venir a entrenar así—.
—Ojalá...— murmuró Gerard con la vista perdida en el suelo.
—¿Qué?— preguntó Cesc, que como era costumbre, no se enteraba de nada.
A diferencia de él, quien sí se enteraba era Carles, a quien acababan de encajarle todas las piezas de puzle. Miró a Gerard por un momento, después a Cesc, y suspiró.
Debería haberlo visto venir.
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