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IV

Gerard no fue convocado para el siguiente partido, porque el equipo seguía demasiado preocupado con que se desmayara en mitad del terreno de juego. Así, al día siguiente quedó relegado al grupo de entrenamiento, y no al de recuperación, donde estaban Puyi, Cesc, Xavi, Villa y compañía.

—Hey Geri— una voz habló a su espalda —¿tienes pareja?—.

El central se giró, con el ceño fruncido, para mirar al dueño de la voz que le hablaba.

—Pareja para el ejercicio, Gerard— tragó saliva Sergi, algo cortado, bajando la mirada algo sonrojado.

—Oh, sí, claro...— respiró hondo más relajado —perdón, Puyi y Cesc llevan unos días muy pesados con que me busque novia y eso— se pasó las manos por la cara —no tengo pareja, Sergi, vamos— dijo, tendiéndole la mano para empezar el ejercicio.

—¿Cómo...? ¿Cómo estás?— preguntó el más joven —por lo del otro día, me refiero—.

—Estoy mejor— sonrió el central —llevaba unos días un poco cansado— dijo restándole importancia.

Sergi era incapaz de mantenerle la mirada a los ojos azules de Gerard. Bajó la vista al suelo y tragó saliva de nuevo.

—¿Y tú?— preguntó el número tres al ver que al centrocampista se le atragantaba la conversación —¿cómo estás?—.

—Eh... estoy bien— dijo —estoy bien—.

—Puyi me dijo que ibas a defenderme el otro día— sonrió Piqué.

Las mejillas del chico se tiñeron completamente de rojo —No lo hice—.

—Normal, con el miedo que da Carles cuando se pone en plan Capitán— dijo, y consiguió sacarle una sonrisa —pero te vio— suspiró Geri —Puyi siempre se fija en todo...—.

Sergi asintió mientras lo escuchaba.

—¿Por qué ibas a defenderme?

—No sé— se encogió de hombros —me caes bien—.

Gerard se rio —no te creas que me dice eso mucha gente—.

De nuevo, consiguió hacer reír al centrocampista.

Trabajaron en silencio durante un rato, concentrados en estiramiento y movilidad, fuerza y explosividad. Hasta que en un momento en el que Gerard estaba enfocado en uno de los ejercicios, la mirada de Sergi se detuvo unos segundos de más sobre el central, que al darse cuenta buscó su mirada con la suya, sonriéndole cuando lo consiguió. El centrocampista bajó la mirada riendo un poco, y Gerard frunció el ceño divertido, todavía mirándolo.

No hacía falta que nadie le explicara lo que estaba pasando por la mente de Sergi.

Él miraba igual a Cesc.

Menos sonrojado, y con menos vergüenza.

Pero con los ojos azules brillando de la misma manera.

(...)

—¿En qué estás pensando?— le preguntó Puyol al central del tres cuando ambos coincidieron en el vestuario.

—Le gusto a Sergi.

—¿Qué?

Gerard sabía lo que hacía. Quería tantear el terreno, ver las reacciones de su entorno ante una noticia aparentemente inesperada.

—He estado con él en el entrenamiento— explicó.

—¿Y te lo ha dicho?

—No.

—¿Entonces? ¿Cómo lo sabes?

—¿Te hace falta que la morena esa con la que te ves, te diga que le gustas para saberlo?

Carles guardó silencio por un momento.

—Pues es lo mismo— respondió Gerard.

—Pero...

Piqué sabía por dónde iban las dudas del Capitán, pero aguardó pacientemente a que este pudiera ponerlas en palabras.

—¿Es gay?— preguntó tras pensarlo unos segundos.

—No lo sé— Gerard se encogió de hombros.

—Pero le gustas.

El del número tres asintió —eso quiere decir que le gustan los chicos— dijo —no que le gusten, solo, los chicos— hizo especial énfasis en el adverbio.

Carles asintió, ordenando sus pensamientos mientras Gerard valoraba su reacción.

—Tiene que ser complicado— concluyó el mayor.

—¿Y qué opinas?

Puyol lo miró —no tengo que opinar nada, Geri— dijo con sinceridad, encogiéndose de hombros.

Ambos se miraron por un momento, en silencio.

—También...— suspiró Geri —también me gustan los chicos, Puyi—.

Carles entreabrió los labios un momento con la intención de decir algo, los cerró, y los volvió a abrir un par de veces.

—¿Es Sergi?— acabó preguntando.

—¿Qué?

—La persona que te tiene así, ¿es Sergi?

Gerard sonrió y negó con la cabeza por un momento —Sergi no tiene nada que ver con eso, Puyi— lo miró —de lo de Sergi me he dado cuenta hoy, solo era... una excusa—.

—¿Una excusa?

—Una excusa para decírtelo, Puyi, necesitaba contártelo, me estaba quemando dentro— le dijo —es... es una parte de mí—.

Carles asintió mirándolo —Lo siento—.

—¿Por qué?

—Siento no haberte dado confianza para que me lo contaras antes, Gerard.

El central del tres sintió una especie de calor en el pecho, una tranquilidad que llevaba demasiado tiempo buscando.

—No es culpa tuya, Puyi— lo miró —he pasado mucho tiempo empeñado en guardarme dentro todo lo que consideraba que no era imprescindible contar— suspiró —pero... bueno, puede que me esté dando cuenta de que hay más imprescindibles de los que creía—.

Carles estiró los brazos para abrazarlo por un momento, hasta que se le escapó una risita.

—¿Qué te pasa?— preguntó Gerard, separándose de él con una sonrisa.

—¿Te gusta Sergi?

El más joven levantó el índice como advertencia —no estoy enamorado de Sergi— dijo —el pobre chico no tiene que ver con toda la paranoia que os estáis montando Cesc y tú— aclaró, y se sintió completamente expuesto al pronunciar el nombre del centrocampista; sentía que ahora, en cualquier momento, Puyi podría darse cuenta de todo.

—Ya, ya, pero...— sonrió —es guapo— dijo levantando las cejas —¿no?—.

Gerard arrugó la nariz con una sonrisa —es muy guapo— asintió.

—Y le gustas.

—Dios Puyi no me mires así— se rio, pasándose las manos por la cara.

El central más mayor rio levemente —le gustas, Geri—.

—Eso parece.

—¿Y qué vas a hacer?

—¿Cómo que qué voy a hacer?

Carles volvió a mirarlo, con gesto divertido.

—¿Pretendes decirme que tenga algo con Sergi?

—¿Te gustaría?

Gerard se recostó sobre las taquillas, cerrando los ojos por un momento mientras respiraba hondo.

—¡Claro que te gustaría!— se rio Puyol frotándole la nuca —va, inténtalo— sonrió —invítalo a cenar... no sé—.

—¿Estás seguro de que no eres tú el que quieres quedar con él?— sonrió.

Carles se rio —estoy seguro—.

—Ya veremos, Puyi— suspiró —tengo muchas cosas en la cabeza—.

—Así te las quitas un rato.

—¡Carles!— Gerard se rio golpeándole el hombro con el puño.

—Estás enamorado, Geri— lo miró —no sé de quién, pero estás enamorado—.

—Eso es cosa vuestra.

—Si no lo estuvieras, no dudarías en acercarte a Sergi.

El del número tres se mantuvo en silencio, mirándolo.

—¿No vas a decirme quién es?— insistió.

—No hay nadie, Puyi.

—¿Es un chico? ¿O una chica?

Gerard empezaba a dudar. A dudar qué debía decir y qué no.

—No voy a decirte nada— suspiró Gerard.

—Osea que sí que hay alguien— Carles se colocó delante de él para mirarle a los ojos.

Piqué respiró hondo —hay alguien, Puyi, pero...— se pasó las manos por la cara —no es como lo de Sergi, yo...— arrugó la nariz y dejó caer los hombros, resoplando —te lo contaré, Puyi, pero necesito más tiempo—.

El Capitán asintió mirándolo, con una sonrisa cariñosa en los labios, le pasó el brazo por los hombros y lo acercó a él como lo hubiera hecho un hermano —todo el que necesites, Geri—.

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