Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

II

Todo a su alrededor se veía borroso, oía sonidos lejanos, gritos y toques de balón. Todo era demasiado remoto como para identificarlo, era casi como si lo viera desde fuera, como un sueño profundo en tercera persona.

Tragó saliva y parpadeó con pesadez. Hundió la cara en la manta que lo arropaba y se removió con frío, tiritando algo.

Cuando consiguió recordar qué hacía allí y qué había pasado, miró a su alrededor, y el sentimiento de vacío del amanecer en la Barceloneta volvió a calarle los huesos.

A lo mejor no era frío.

Suspiró y cerró los ojos por un momento, nunca se había sentido tan solo.

No sabía qué había pasado, pero intuía que si lo último que recordaba era estar entrenando, y se había despertado en la enfermería de la ciudad deportiva, algo había tenido que pasar. Bufó y se incorporó, fingiendo que cada músculo de su cuerpo no chillaba de dolor. Pensó en que le hubiera gustado despertarse con alguien al lado, sentado en esa silla junto al cabecero, pensada para un acompañante que él no tenía.

No sabía qué hacer más allá de esperar. Se suponía que allí tenía que haber un médico, una enfermera, alguien, para decirle qué hacer. Para explicarle al menos qué había pasado.

Joder, ¿es que nunca había nadie?

Respiró hondo y se levantó. Tuvo que sujetarse un momento a la cama para no caerse. Se pasó las manos por la cara y después por la ropa, para intentar quitarse las arrugas de la camiseta.

La brisa le acarició las mejillas y le revolvió el pelo cuando salió a la calle para bajar de nuevo al campo de entrenamiento.

—¡Geri!— unos brazos lo rodearon con fuerza —¿Estás bien?— los ojos de Cesc lo miraron desde abajo.

Gerard sonrió mientras la presión de su pecho se disipaba. Sentía que todo estaba bien si el centrocampista estaba con él. Que podía volver a respirar y la ansiedad dejaba de agarrarlo por dentro.

Todo estaba en su sitio.

Todo estaba bien.

Tan bien que casi tenía ganas de llorar de lo aliviado que se sentía.

—Ten cuidado, Cesky— murmuró mientras le pasaba la mano por el pelo —todavía me mareo un poco—.

—Menudo susto nos has dado, Geri— dijo el chico casi haciendo un puchero —cuando he vuelto del gimnasio y me lo han contado...— le tembló la voz.

—Va, no pasa nada— sonrió acariciándole la cara con cuidado —estoy bien, solo ha sido un mareo—.

—Puyi estaba asustado, decía que no reaccionabas— levantó la cara para mirarlo —Puyi no se asusta con cualquier cosa, Gerard—.

—Puyi no quería quedarse sin alguien a quien echar la bronca.

—No digas eso, se preocupa por ti.

—Lo sé— suspiró, abrazando de nuevo a Cesc y acercándolo a él. Necesitaba tenerlo cerca si quería curar.

No su cuerpo.

Su alma.

Gerard estaba enamorado de Cesc, enamorado hasta el alma desde hacía años. Y siempre había tenido demasiado miedo como para decirle nada; miedo de perderlo, fuera como fuera, de que se alejara de él, de no poder hacerlo reír hasta que le doliera el estómago, de no poder abrazarlo más. No podía permitirse todo eso, así que se dedicaba a quererlo en el más absoluto de los silencios, aunque su corazón quisiera retorcerse de gritar.

—¿En qué piensas?— preguntó el centrocampista mirándolo, con sus enormes ojos oscuros.

"En ti" le hubiera gustado decir —en nada— fue lo que realmente salió de sus labios.

Cesc frunció el ceño frustrado —di que no me lo quieres decir— argumentó —pero no me digas que no piensas en nada porque no es verdad—.

—¿No es verdad?

—No.

—¿Y cómo sabes tú eso?

—Porque es imposible que te brillen los ojos así si no estás pensando en nada.

A Gerard esa frase se le clavó más adentro de lo que le convenía.

—Va, Cesky, no te pongas filosófico— sonrió bajando la mirada —y vamos a entrenar, que luego te quejarás si no te convocan—.

—Tú te quejas más que yo.

—¿Quejarme yo?— rio —¿por qué iba a quejarme? Tito es un tipo inteligente, claro que va a convocar al mejor central del mundo— se hizo el serio conteniendo la risa.

—Oh, ¡venga ya!— sonrió Cesc colgándose de su brazo mientras empezaban a andar —tienes tanto ego que te ahogarías si te lo tragas—.

Gerard sonrió mientras llegaban al grupo donde los chicos se encontraban estirando.

—Pensábamos que te habías perdido de camino al baño— rio Xavi mirando a Cesc —pero no te has perdido, te han perdido— sonrió, esta vez con la vista posada en el defensa —¿Cómo te encuentras, Geri?—.

—Estoy bien— respondió, dándose cuenta por primera vez de que realmente se encontraba mejor que antes del entrenamiento; menos dolorido y más descansado.

—Desde luego tienes mejor color— intervino Villa —la próxima vez que te apetezca echar una siesta, avisa, seguro que todos lo prefieren a que te caigas redondo en mitad del campo, que eres muy grande para moverte—.

Varias risas se perdieron en el campo mientras los chicos finalizaban el entrenamiento.

—Lo siento— dijo Carles a Gerard al acercarse a él cuando todos se hubieron metido al vestuario.

—¿Por qué?

—Por dudar de ti, Geri.

—¿Tienes fiebre, Puyi?

El Capitán sonrió al escucharlo —no, Gerard, no tengo fiebre— lo miró —pero sé admitir cuándo me equivoco, y hoy me he equivocado contigo—.

—Sigue hablando, no sé cuándo vas a poder volver a decirme eso— sonrió.

—Esta mañana cuando te he visto he dado por hecho que venías de fiesta, pasado por casa solo para darte una ducha— suspiró —y no era así, ¿verdad?—.

El más joven negó con la cabeza.

—¿Por qué no me has dicho nada?— preguntó Carles.

—¿Me hubieras creído?

Ambos guardaron silencio por un momento.

—¿Cómo sabes que no salí anoche?

—Te han hecho análisis— respondió —eres muy joven para desmayarte así porque sí, chaval—.

—¿Y qué han dicho?

—Que estabas limpio, limpísimo— se encogió de hombros —mi instinto me ha fallado, supongo—.

—No puedes acertar siempre, Puyi.

—Y menos contigo— lo miró —es muy difícil leerte, Gerard, nunca sé cuándo estás de coña, o cuándo hablas en serio— suspiró —nunca parece dolerte nada, como si todo te diera igual, como si todo te resbalara—.

—A lo mejor todo me resbala.

—Ya te gustaría— sonrió —te importa todo más de lo que dices, Geri, y, o dejas de darle vueltas a las cosas y empiezas a dormir y comer como una persona, o tus ojeras, todos esos pensamientos que te tienen en vilo, y tú, acabaréis día sí y día también en la enfermería—.

Gerard lo miró en silencio.

—Te has desmayado de puro agotamiento, chaval, ¿cuánto llevabas sin dormir?

—Últimamente me cuesta mucho coger el sueño— dijo, aunque realmente no es que le costara coger el sueño, sino que era completa y absolutamente incapaz de pegar ojo.

—¿Qué es lo que te preocupa?

—Tengo miedo— respondió con la mirada clavada en el suelo —supongo que eso sustenta tu teoría, ¿no?— suspiró —si nada te importa, no hay miedo— lo miró directamente a los ojos —hay cosas, no sé si muchas, pero hay cosas que me importan, y que me aterran, Puyi— sonrió, con su habitual gesto indiferente —pero, por aparente desgracia para ti, y consuelo para mí, hoy no es el día de "Cuenta tus problemas a tus compañeros"—.

—No soy tu compañero, Gerard, no solo eso— lo miró —somos amigos—.

—Lo sé— sonrió —pero...— hizo un gesto pensativo —creo que ese día tampoco es hoy—.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro