(9) Ataduras. Tinieblas. Pánico
Nada salió bien.
Solo quería ayudar, pero nada salía bien.
Actualmente se encontraba sentado en una silla, sollozando.
—¡Realmente...! ¡Realmente necesito estar con él ahora! —gritaba.
—No, Lust —dijo Ink. Lo miro desde arriba y negó.
Lust se trago sus sollozos y escondió su rostro detrás de sus manos.
—No seas tan cruel con él... —escucho susurrar a Geno. —Tú también tienes un paciente con el que estas encariñado.
Lust levanto su rostro empapado por las lágrimas y logró ver a Ink fruncir el ceño. Al parecer Geno había dado en su punto débil.
—¿Cómo te sentirías si Error...?
—Esta bien, Geno, ya entendí el punto.
Los ojos de Ink comenzaron a cambiar, volviéndose diferentes formas y figuras.
Mientras estas no fueran rojas, sabía que estaba bien.
—Podemos hacer que Lust se encargue de curar sus heridas... —susurró Ink. —Solo eso, para estar con él un tiempo. No quiero que Dust vuelva a recaer.
—¡Debe haber sucedido algo! —gritó Lust.
Y que no había sucedido. Después de que los guardias se llevarán a Dust a aislamiento y al humano que lastimo a enfermería, todos trabajaron en conjunto para calmar a los pacientes.
Menos Lust, a él fue necesario que Geno e Ink lo retuvieran para que no fuera detrás de los guardias.
Al menos Lust podía confiar en que Cross evitaría que fueran demasiado duros con el chico.
—Te dije que no sabemos que ocurrió —explico Geno. —Dust y Greed comenzaron a pelear de repente. No es nuevo que Dust comience peleas.
"No es nuevo, es lo que hace siempre, no se puede esperar nada de él", si, si, esa historia Lust ya la había escuchado.
Solo podía confiar en las palabras de Ink por ahora. Se trago sus lágrimas y miro a su jefe con toda la integridad que pudo reunir.
—¿Cuándo me dejara ir a verlo? —preguntó Lust.
—Ahora, si... —Ink trato de hablar.
—Ire ahora —interrumpió. Ink suspiro.
—Solo hago esto porque de alguna extraña manera ustedes me agradan y porque tu tuviste problemas al llegar aquí, pero este es el último favor que les hago —amenazó Ink. Sus pupilas miraban directamente a las de Lust. —El último, ¿esta claro?
Fuerte y claro. Lust asintió.
Geno los miro a ambos y tomo a Lust de la muñeca para ayudarlo a levantarse de la silla.
—Entonces nos vamos —dijo Geno. —Iré a dejarlo y volveré.
Ink los despidió con un movimiento desdeñoso de su mano. Lust estaba agradecido de que sintiera que le debía un favor. Al menos pudo facilitarle esto.
Se fue con Geno a paso rápido hacia aislamiento por el mismo camino que debieron seguir los guardias con Dust.
—Gracias... —dijo Lust en un susurro lamentable.
Geno lo miro de reojo y siguió observando el camino.
—Hazme un favor —pidió Geno. —Averigua que hizo que Dust explotara.
—¿No dijiste que solo es algo que hace siempre?
Geno abrió sus dientes y después los cerró.
—Dije eso, si, pero... —lo pensó por un momento, su expresión se fue volviendo cada vez más suave. —Él se había estado comportando bien. Desde que llegaste, jamás lo había visto tan tranquilo, esta claro que algo ocurrió. Eso quiero creer.
Lust también, pero no lo admitió en voz alta.
—Te prometo que lo averiguare.
Geno asintió.
Su camino continuo sin interrupciones. Geno se movía a paso rápido, decidido, y Lust iba detrás de él tratando de seguirle el ritmo.
Ya estaba por llegar. Quería que Dust estuviera bien.
—Debemos registrarnos antes de ir a aislamiento, ¿bien? No puedes entrar con nada, pero adentro se puede conseguir de todo.
Lust asintió.
Llegaron al ala después de atravesar algunas puertas. Una mujer mayor, la misma que Lust vio en su primer día de trabajo, estaba allí, detrás de una ventana. Los miro a ambos con una ceja alzada.
—Hola Barbara, estamos aquí para cuidar del paciente de recién ingreso —hablo Geno
—Dust —dijo la señora, Barbara. —Si, entiendo, pero solo puede pasar uno.
—Entrará mi compañero.
—Bien, pasa por aquí.
Lust se adelantó y se paro frente a la puerta que Barbara abrió. Ella lo miro de pies a cabeza.
—Levanta tu uniforme.
Lust hizo caso, bajando su mirada. Recién en ese momento lo noto.
No estaba sucio. El líquido que Nightmare sudaba debería haberlo cubierto por completo en la parte delantera. Antes pensó que todos simplemente lo habían ignorado, pero ahora se daba cuenta que jamás estuvo ahí.
Desapareció su ecto cuerpo y levantó su camiseta médica. La señora miro sus costilla vacías.
—No traes nada —asintió. —Te daré un pase, dame tu identificación. El carrito esta en la habitación de aun lado. No hay drogas, ni jeringas, solo unas pastillas tranquilizantes, pero ya deben haber sedado a Dust.
Lust le paso su tarjeta que colgaba en su cuello y miro a Geno, este asintió, despidiéndose.
—Cuídate.
—Gracias, Geno.
La señora cerro la puerta a su espalda y Lust fue a la habitación que le indico. Allí encontró todo el material medico. Metió lo necesario en el carrito, lo que pensó que necesitaría para sanar heridas y regreso con Barbara. Ella le tendió un pase escrito a mano con el nombre de Lust, su código y una llave, también le devolvió su tarjeta.
—Gracias.
Barbara asintió y regreso a su papeleo. Lust no perdió más tiempo. Fue a buscar el carrito y lo empujó por los pasillos.
Aislamiento era más normal de lo que imagino. Simplemente un pasillo con puertas a ambos lados, sin ventanas, con la típica luz blanca y azulejos estériles.
Reviso la llave que le habían dado. Ponía el número 6. Fue observando cada puerta hasta que encontró la que buscaba.
Estaba nervioso. Tardó demasiado en colocar la llave a través de la cerradura. Se escucho un sonoro clic y la empujó haciendo crujir el metal.
Dust estaba atado en una camilla. Lust sintió un escalofrío en su espalda y unas cálidas lágrimas hechas de magia en su cuencas.
Se apresuró a entrar con el carrito y a cerrar la puerta para ir con Dust. Las ataduras eran firmes, pero nada que no pudiera quitar con el debido cuidado.
Dust abrió sus ojos y lo observó.
—Estas aquí.
—Por supuesto que lo hago —dijo Lust.
Libero sus ataduras y comenzó a desnudar a Dust sin ningún interés más que cuidarlo.
Expuso sus costillas y apartó con cuidado cada brazo hasta que la camiseta naranja se fue.
Tomo el algodón y el alcohol del carrito, preparándose para limpiar sus huesos heridos.
Había varias marcas de rasguños y hematomas. La magia de Dust se escapaba lentamente por los más graves, otros ya habían cicatrizado.
Se apresuró a hacer una limpieza e ignoro todos los quejidos de Dust.
—Estas siendo rudo —se quejo el chico.
Lust guardo silencio. Saco una gasa y comenzó a envolver las heridas mas profundas para que sanaran. Cuando termino, observó a Dust atentamente.
—Me prometiste que serias bueno.
Dust cerro sus ojos.
Lust no lo dejaría escapar de esto. Lo tomo de su cabeza con ambas manos, obligándolo a mirarlo directamente a sus cuencas.
—¿Qué sucedió? —preguntó.
—No me vas a creer de todos modos —dijo Dust.
—Eso no fue lo que pregunté.
—Ah... —Dust jadeo. —Mi libro.
—¿Qué cosa?
—El trato de quitarme el libro...
Lust cerro sus cuencas y respiro profundamente. Sonrió. Quería que Dust estuviera bromeando.
—Así que tu lo atacaste... ¿Por qué quería quitarte tu libro? —pregunto, confirmando lo que había escuchado.
—Yo le dije que se detuviera... —se quejo Dust en un susurró. —Pero él lo tomo de todos modos y arrancó una página.
Lust lo observó.
—Estrellas —dijo. —No sabes lo preocupado que estaba por ti. Hiciste todo eso solo por un libro.
—No un libro, era mi libro.
Lust guardo silencio.
¿Qué tan importante sería un objeto para un chico que no tenía nada?
—Tienes razón, era tuyo, Dust... Y ahora no lo tendrás quien sabe por cuanto tiempo, ¿valió la pena? ¿Perder tus privilegios?
Dust lo observó y después miro su propio cuerpo, herido.
—No —admitió. Chico listo. Lust le acarició su cráneo suavemente.
—¿Cómo te sientes?
—¿De que sirve que lo sepas? —se quejo Dust. —Ya estoy aquí, y estaré aquí para siempre. Me odias, piensas que soy igual que todos los demás, es estúpido. Como siempre.
—Mírame, jovencito. Te hice una pregunta.
Dust se encogió de hombros ante el tono autoritario y dócilmente lo observó.
—¿Cómo te sientes? —repitió.
—Bien... Estoy herido, pero estoy bien. Es lo de siempre.
—¿No peleaste con ese chico?
—Si, pero como ves le gane, es sencillo.
Dust sonrió, pero ver el rostro serio de Lust le hizo borrar la sonrisa rápidamente.
Lust suspiro y se llevó una mano a la parte de arriba de su inexistente nariz. Acarició su tabique con dos dedos.
Estaba molesto.
¡Y CLARO QUE LO ESTABA! Esta situación pudo haberse salido de control de tanta maneras posibles. Dust pudo haber salido más herido, herido de gravedad, y ahora estaría encerrado quien sabe cuanto tiempo, ¿y si lo mueven a nivel rojo? Ya no lo podrá ver, estará metido en cuatro paredes diminutas, simplemente esperando su fin con algún tratamiento experimental que a algún médico se le ocurra y...
Comenzó a sollozar. Se sentía como una madre decepcionada porque su hijo volvió con un ojo morado de la escuela. Después de asegurarse de que el niño estaba bien, solo quedaba la desilusión.
Dust claramente no sabía como reaccionar ante esto.
¿Se estaba arrepintiendo? Lust esperaba que si, ¡que entendiera como cuidar más de si mismo!
Solo era un libro... Uno importante para él, ¿pero más que su seguridad? ¿Más que su propio bienestar?
Lust enfocó su vista en este adolescente herido y su ira se sofoco. No podía estar enfadado con el chico, no por mucho tiempo.
—Sé que no lo entiendes —le dijo. —Lo preocupado que estoy por ti, Dust. Esto que hiciste, atacar a alguien, romperle un pie. Podrían pasarte cosas muy malas, y sé que estas decepcionado de la vida, que crees que nada peor puede ocurrirte, pero... Estabas comenzando a tener cosas buenas. El libro solo era un inicio. Se que te importaba, pero esto...
—Lo siento...
Lust respiro profundamente, expandiendo sus costillas. Invoco su ecto y se sentó en la orilla de la cama. Dust lo miro confundido hasta que Lust lo atrajo hasta si mismo en un abrazo muy cómodo y esponjoso.
—Lo sé. Pase lo que pase estoy contigo —dijo. —Te creo.
Acarició su cráneo con la ternura de una madre.
—Te creo, Dust —repitió.
El chico no dijo nada, pero no fue necesario.
Lust lo acarició un tiempo más hasta que sintió que el tiempo se les acabó. Volvió a ponerle la camisa y puso las ataduras en su lugar, esta vez sin apretarlas demasiado. Dust se dejó hacer.
—No se si podré volver —dijo Lust, desapareciendo su ecto y guardando todo lo usado en el carrito. —Estar aquí fue gracias a un favor que me debían.
—Esta bien.
Lust resoplo. Miró a Dust por un momento más y salió de la habitación, cerrando con llave hasta escuchar el pesado clic.
—Que tierno.
Se giro al escuchar el sonido de una voz, pero el pasillo estaba completamente vacío.
De repente noto un brillo rojo de la ventanilla de la puerta número 5.
—¿Killer? —pregunto, acercándose al vidrio.
Efectivamente, el chico estaba allí. ¿Qué estaba haciendo en aislamiento? ¿Había tenido una pelea? A simple vista no parecía herido.
—¿Qué miras, lindura? ¿Quieres curar mis heridas como lo hiciste con Dusty?
Lust se congeló, ¿Dust y Killer se conocían? Jamás notó algo que pudiera conectarlos.
—¿Cómo conoces a Dust?
—Yo también estuve en el área naranja, ya sabes, pero soy malvado.
Lust frunció el ceño.
—¿Y espiaste nuestra conversación?
—Estas paredes son gruesas, pero cuando no tienes nada mejor que hacer...
Killer sonrió alegremente. Su falta de pupilas podría hacerlo parecer aterrador, considerando, además, que algo goteaba de sus cuencas, pero Lust ya estaba acostumbrado a que agentes extraños salieran de los cuerpos de sus pacientes. Ni hablar de pus u otras materias consideradas desagradables.
—Así que nos espiaste.
—¡Hey! ¡Ya dije que no tenía otra cosa que hacer! —se quejo Killer. —¿No tendrás otro caramelo de casualidad?
—Lo siento, no cargo con dulces por si me encuentro con pacientes encerrados.
—Deberías, aquí hay muchos.
Vaya humor, a Lust se le escapo una risa y no pudo evitar querer hacerle una pregunta.
—¿Qué haces aquí, Killer?
No esperaba que respondiera, pero lo hizo.
—Oh, ataque a un médico. Quería meterme una aguja donde no debía.
—¿Te iban a sedar?
—Ojalá hubiera sido eso.
Killer se volvió serio de repente, su sonrisa desapareció de un momento a otro.
—De todos modos es inevitable —dijo. —Lo que me harán hoy. Quieren asegurarse de que sea efectivo. Que no deje nada, pero que tampoco mate.
—¿A que te refieres?
—Te gusta obtener las respuestas de la manera fácil, ¿no es así?
Lust suspiro.
—Solo me gusta obtener respuestas.
Killer asintió.
—Bueno, pero la información que te daré no es gratis.
—¿Quieres un dulce?
—Más que eso, quiero un gato.
—¿De donde sacaría...? —se detuvo. Recordó a los gatitos de Blue. —No tengo forma de darte un gato, además, no podría entregarte un ser vivo.
—¿Por qué podría hacerle daño? ¿Qué me hace diferente de Dusty, eh?
—Que con él he hablado más de tres veces, Killer.
—Le quitas la diversión a la vida.
Lust negó.
—No, cuido de un pobre animal.
—Entonces aquí si hay gatos.
—¡Eso no es lo que quise decir!
—Shh...
Lust se molestó, pero no había nada que pudiera hacer. Entonces se dio dio cuenta de una cosa.
—¿Por qué no estas atado? —preguntó.
—Oh, ding ding, estamos haciendo preguntas correctas —señaló Killer.
—Pero no me has respondido.
—No mientras no tenga a mi gato.
—Lo lamento, es imposible.
Killer se encogió de hombros. Se veía decepcionado.
—Bueno, esta bien.
Lust sintió algo de pena, pero no, no había forma de que trajera un gato al hospital. Bastante difícil era mantener a los gatitos escondidos en los jardines, además, no se arriesgaría a que Killer les hiciera algo. Simplemente no le daría su confianza de esa manera. Una cosa era Dust y su comportamiento, y otra era Killer, a quien apenas conocía, y un ser vivo indefenso.
Killer se tenso de repente. Sus hombros se levantaron y frunció su ceño hacia la izquierda de Lust.
No entendió que le pasaba, así que miro en la dirección y noto a Cross. Oh, era tan bueno verlo, ¿pero que estaba haciendo allí? Sin considerar que...
Cuando Lust se giro a mirar a Killer este ya no estaba. Había desaparecido, tanto de la puerta como de la habitación. Trato de buscarlo por la ventanilla, pero no se veía, ¿se había ocultado?
—Lust, ¿cómo pudiste pasar? —saludo Cross con una pregunta.
—Cross, hola —respondió Lust, mirando al guardia—. Yo... Cobre un favor.
Cross frunció el ceño, pero termino por asentir.
—Veo, ¿estas aquí para ver a Dust?
—Ya lo hice —sonrió. —Estoy camino a la salida.
—Te acompaño.
Cross le puso una mano en su espalda baja y Lust sintió como si estuviera empujándolo, con suavidad, pero haciéndolo de todos modos. De repente no se sintió seguro, pero alejo rápidamente esos pensamientos.
Estaba estresada y desconfiar de uno de sus pocos amigos solo era el inicio de una paranoia, ¿qué seguiría después? ¿Geno?
¿Blue?
Claro que no.
Se dejó guiar por Cross hasta la oficina de Barbara. La anciana mujer recibió el carrito y también el permiso temporal de Lust para estar ahí.
Una vez afuera, Cross habló primero.
—Puedo llevarte a descansar si quieres...
—No —Lust interrumpió. —Necesito despejar mi mente y también tengo que trabajar.
—Pero estabas realmente mal cuando estábamos tratando de detener a Dust.
—¿Tratando de detener? Perdóname si ver como lo lanzaban contra el suelo y lo golpeaban cinco gorilas más grandes que él me altero.
Cross se llevo una mano a su rostro, pero Lust no retrocedió. Mantuvo su miraba fija y espero una ingeniosa respuesta de parte de Cross, pero esta no llegó.
En vez de eso, lo miro con lástima.
—Lo siento.
Lust relajo sus hombros al darse cuenta de lo tenso que los tenía. Quizás si necesitaba ese descanso, pero tenía que trabajar, además, ser grosero con Cross no solucionaría ninguno de sus problemas, ni tampoco lo haría sentir mejor, al contrario, ahora se sentía un idiota.
—Esta bien, volveré al trabajo por mi cuenta, y tu deberías hacer lo mismo, ¿bueno? —ofreció. Cross asintió.
—Cuídate, Lust.
Le sonrió en respuesta y comenzó a caminar, alejándose del lugar.
Se sintió derrotado todo el resto del día y apenas comió. Se dedico a su trabajo y aprovecho incluso de preguntarle a Ink si podía ir a hablar con Gaster para participar en la operación de Nightmare, pero este hizo una mueca y le dijo que le diera más tiempo para pensarlo. Mañana le tendría una respuesta.
Ya era casi hora de que se fuera a casa y no quería que le pasarán más cosas malas a nadie cercano. Tenía suficiente con dos de sus queridos pacientes encerrados y a punto de tener un futuro incierto.
Como si fuera una mala jugada del destino la luz se apago en todo el edificio. Pudo notarlo porque al mirar por la ventana solo noto oscuridad y un cielo nublado donde apenas se asomaba lo que quedaba de sol.
Sus pupilas aumentaron su tamaño para tener más acceso a la luz y corrió en la dirección a la que iba antes, a la sala del personal.
Escucho a muchos enfermeros agitados y vio luces de linternas. Atrapó a uno de ellos por el brazo.
—¿Qué esta pasando? ¿Saben algo?
El enfermero negó.
—No, pero es malo. Sin luz las puertas de seguridad no funcionarán. Ink nos pidió cuidar a los pacientes de media seguridad. Toma, una linterna. No te muevas solo por los pasillos.
Lust recibió el aparato y lo encendió.
—¿Da casualidad has visto a Geno y Blue? —preguntó de nuevo al enfermero.
—No se quien es Blue —se disculpó él. Quizás no era de su área.
—Un esqueleto, como yo, que trabaja en mínima seguridad.
—Lo siento, no, pero Geno tenía turno, debería estar en la sala común.
—Gracias.
—No hay de que, ahora tengo que irme.
—Voy contigo.
Lust lo vio correr y se apresuró a seguirlo por los pasillos sin iluminar. La oscuridad parecía tragarse el brillo de sus linternas a cada paso y el hospital estaba terriblemente frío.
No tuvo miedo gracias a que estaba acompañado por un compañero, pero no pudo evitar pensar como lo estarían pasando sus amigos y sus pacientes, incluso Killer.
Llegaron a la sala común y se encontraron con más gente. Estaba repleto de pacientes, algunos cubiertos por mantas y otros solos, también enfermeros y guardias.
Ink estaba dando órdenes sin parar.
—Que nadie salga, los pasillos no son seguros. Los guardias están custodiando esto. No tenemos señal para...
Lust dejo de escucharlo para enfocarse en buscar a Geno o a Blue, ya que vio varios enfermeros de atuendo azul, cuando de repente lo sostuvieron con fuerza de su espalda.
—¡Estrellas! —grito Lust, aunque su voz paso desapercibida en el murmullo de gente.
—¡Lust! —Blue lo miro a sus pupilas directamente. Las suyas también estaban enormes. —¡Te estaba buscando, estaba tan preocupado por ti! ¡¿Sabes lo que esta pasando?!
—Solo se que hubo un corte de luz, ¿has visto a Geno?
—¡No! —Blue parecía a punto de llorar. —Melisa y Will tampoco lo han visto, nadie quiere decime nada. Todos están asustados. Se supone que el generador de emergencia debería estar funcionando ahora mismo, ¡y Geno no está por ninguna parte!
Cuando debías cuidar a alguien más, la valentía salía de la manera más inesperada. Lust sostuvo a Blue de los hombros.
—¡Tranquilo! Te estas hiperventilando, ¿te dijeron que hacer?
—¡No! Solo hacemos lo que podemos, mis pacientes están bien, ¡así que me puse a buscarte a ti y a Geno!
Lust miro hacia las afueras de la sala común, que gracias a las luces de emergencia y a las linternas estaba bien iluminada, pero los pasillos, al contrario, parecían dirigirte a un vacío.
—¡¿Y si a Geno le paso algo?! —pregunto Blue.
Lust dejo de ver al vacío antes de que este pudiera devolverle la mirada.
—¿Estas completamente seguro de que no esta aquí, Blue?
El pequeño azul asintió.
—Pregunte, nadie sabe nada de Geno, están asustados, Ink esta como loco dando ordenes y no podemos acercarnos a él sin tener alguna información crítica y...
Blue parecía no encontrar las palabras.
—Geno no es alguien crítico —finalizó Lust.
—Si —Blue lo miraba a punto de llorar. —Tengo miedo, solo quiero saber si esta bien.
—Yo ire a buscarlo.
—¡No te dejaré ir solo!
—Pero tienes trabajo que hacer, los pacientes...
—¡Ellos están bien! —le corto Blue. —Confío en mis compañeros, pero Geno solo nos tiene a ti y a mi. Su esposo no viene a trabajar hasta la noche y no quiero verlo sin saber donde esta mi mejor amigo. No te dejaré ir solo, Lust.
Observó su valentía y no fue capaz de decirle que no. Lust tampoco era el más atrevido de todos, no quería salir solo, pero lo haría por Geno. Si Blue iba con él, aunque no quería que les pasara nada, sería más fácil.
—Vale, iremos juntos.
—Iré a avisar que no estaré aquí, ¡no te vayas!
Lust observó a Blue correr a sus compañeros y deseo tener algo de esa camaradería con los suyos, pero con el único que podía contar era Geno.
Y ahora no sabía que le había pasado. Se acercó a la puerta que era custodiada por dos guardias y varios que entraban y salían.
—No puedes salir solo —dijo uno de ellos a Lust.
—Si, tranquilo, solo espero a alguien.
El guardia asintió y Lust miro la negrura.
—¿No es casi fantasmal? —preguntó en voz alta, sin pensarlo.
—No digas tonterías, asustaras a algunos pacientes por eso —le soltó el guardia.
Lust guardo silencio. Tenía razón.
Blue no tardo en llegar. En sus manos había una linterna más pequeña que la de Lust, pero lo importante era que iluminara su camino. Lust apuntó la suya y juntos se apresuraron a ir por el pasillo.
—¿Alguna idea de por donde empezar? —Lust preguntó.
—Quizás Geno fue a buscar a más pacientes a sus habitaciones. Varios están haciendo eso, empecemos por allí.
Con una dirección clara ambos avanzaron por los pasillos sin hablar, estando lo más concentrados posible en el camino.
No tardaron en llegar al pasillo de las habitaciones de media seguridad, pero por más que buscaron, Geno no aparecía, ni nadie más. Era inquietante que el hospital estuviera tan silencioso, tan tranquilo, como si no hubiera nadie allí. Los pasillos se habían envuelto en una penumbra que apenas permitía ver lo que había delante.
Lust pensó en gritar, eso podría llamar la atención de Geno, pero también de alguien más. Blue también parecía tener la misma idea que él y tampoco decía nada.
Caminaron por unos minutos que se sentían como horas y ambos comenzaron a sentirse desesperados.
—¿Y si Geno volvió a la sala común? —preguntó Blue.
—¿Quieres volver, Blue? —preguntó Lust con calma.
Blue negó aunque estuviera temblando y aferrándose a su brazo. Era muy valiente de su parte estar aquí, eso Lust lo reconocía y lo valoraba.
Él solo trataba de concentrarse en sus pasos para no terminar en pánico y perderse por pasillos oscuros.
Seguramente Geno los llamaría cobardes a ambos, pero no importaba. Mientras apareciera, podía llamarlos cualquier cosa. Lust lo aceptaría, y sabía que Blue también.
Su imaginación no dejaba de mostrarle los escenarios más horribles posibles.
De repente notaron movimiento en las sombras.
Tanto Lust como Blue saltaron y apuntaron nerviosamente el brillo de sus linternas a la cosa que se movía.
Era un paciente.
Un paciente de máxima seguridad que llevaba un bulto sobre sus hombros. Lust alcanzó a ver algo rojo.
—¡Blue corre!
—¡¿Qué?!
—¡CORRE!
Se dieron la vuelta.
Era sangre, era sangre. Lust no quería ser el segundo, ni que Blue fuera el siguiente. Trato de empujarlo delante de él.
Lo que sea que antes estaba caminando ahora estaba corriendo detrás de ellos. Lust podía escuchar sus pasos, estaban atrás de su nuca. Podía sentir el aire que respiraba en su columna, en el sudor de sus huesos.
Podía oler la sangre, ese aroma que te dejaba un sabor metálico al fondo de la garganta.
Sea quien sea, los perseguía con un cuerpo a sus hombros y los iba a alcanzar.
Blue cayó al suelo, su linterna se le escapo y se apago en algún lado, Lust hizo un derrape que lastimó su pierna, pero tuvo que hacerlo para frenarse a la velocidad que iba. Apuntó a Blue con su linterna.
—¡Blue!
Blue jadeaba y sus ojos temblaban, las lágrimas salían a montones de sus cuencas y sus sollozos apenas salían.
—Hoy tenía que irme temprano... —lo escucho murmurar. —Mi hermano esta en casa solo...
Estaba en estado de shock.
Lust se apresuró a ir a buscarlo y abrazarlo contra su cuerpo.
Tenía tanto miedo que no sentía sus extremidades.
Sabía que iba a morir. El olor de la sangre era cada vez más intenso. No quería sentir dolor, no quería morir. Aún tenía tanto que hacer.
No quería que su amigo muriera.
Por favor.
Por favor.
Que no duela.
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