(3) Paciente N. Heridas. Oscuridad
Llego la hora, ¿cuánto había dormido? Apenas tuvo tiempo de llegar a casa, darse un baño y tomar una siesta antes de tener que volver corriendo al hospital para su turno. Estos cambios de horario eran los peores.
Todo se sentía más oscuro y deprimente en la noche, los pasillos en silencio, sin el bullicio de los pacientes y trabajadores para distraer los pensamientos, con el exterior provocándote escalofríos en la espalda.
Lust marco su entrada en el tablón de horarios y atravesó la puerta principal para comenzar su trabajo.
Lo primero que vio al cambiarse su uniforme y salir hacia el pasillo fue un guardia vestido de negro. Este sonrió, sus cuencas estaban vacías y no proyectaban nada.
—Debes ser Lust —dijo el guardia.
—¿Reaper? —preguntó Lust, con la voz temblorosa.
—El mismo —dijo Reaper—. Parece que la emoción te llego a los huesos.
Lust se rió, rompiendo la tensión del ambiente, y Reaper abrió su boca en una "o".
—¡Ey, solo mi esposo se ríe de mis chistes! Ya entiendo porque te has hecho su amigo, se nota que eres alguien de cultura.
Después de aquel terrible intercambio y que ambos se sintieran más cómodos el uno con el otro comenzaron a caminar hacia sus respectivos lugares de trabajo.
—Geno me pidió, o más bien, exigió que te ayudara mucho, pero por lo que veo se nota que eres alguien que se maneja bastante bien —comentó Reaper mientras abría las puertas y permitía que Lust pasara primero.
Era tan agradable no tener que atravesar todos estos pasillos tenebrosos totalmente solo. Gracias, Geno, pensó Lust.
—Me lo imagino, se preocupa demasiado —dijo.
—Lo sé, pero así es él y así lo amo. En todo caso, sabes que puedes acudir a mi si necesitas ayuda.
Llegaron al ala de media seguridad. Lust sintió un nudo en su estomago al regresar al lugar donde ocurrió el incidente. Quería saber como se encontraba Dust, ¿se habría recuperado bien? Ahora debería estar dormido y a nadie le llamaría la atención si solo se pasaba a echar un vistazo.
Reaper se fue a hacer su trabajo y Lust al suyo. Primero organizo los medicamentos en la enfermería dedicada a media seguridad según el inventario, después limpio un poco el lugar y se aseguró de que el carrito rojo de emergencia tuviera todo lo necesario.
Sus manos temblaban. Había estado días pensando en ese chico y en como estaría. Aunque Geno le hubiera advertido, le hubiera contado la verdad detrás de esa figura misteriosa y lo peligroso que podía ser; ver sus ojos apagarse mientras varios guardias se le ponían encima todavía estremecía a Lust. Se había visto tan pequeño y tan frágil.
Solo quería comprobar su salud, sería un momento y ya, pensó, tratando de convencerse.
Con el número de habitación de Dust en mente salió de la enfermería y se encaminó entre los silenciosos pasillos. La noche se sentía tan tranquila que era antinatural, no había sonido de grillos, ni del viento, ni siquiera escuchaba las respiraciones de los pacientes dormidos. Solo se sentía el eco de sus cortos pasos.
Le tomo al menos cinco minutos encontrar la habitación que necesitaba.
Lust se asomó por la ventana, que era un poco alta, obligándolo a ponerse de puntillas, y no vio a nadie en la cama. Todo parecía perfectamente vacío.
¿Lo habían cambiado de habitación? ¿Se había confundido de número? No podía ser, no había podido sacarlo de su cabeza desde que lo leyó en el archivo, ¿tendría que preguntarle a Geno? Pero eso sería tan sospechoso, sabría que no se lo había podido sacar de la cabeza, y si...
—Tú de nuevo —Dust apareció de la nada, asomando sus brillantes pupilas desde abajo.
Lust casi grita del susto, pero logro cubrirse la boca. Si su voz hubiera despertado a los pacientes y alertado a todos los guardias sería su fin. Su alma lastimo sus costillas por la forma en la que salto en su pecho, dejándolo adolorido. Recupero el aliento mientras se aferraba a su uniforme y tranquilizaba su respiración.
—Dios mío... —jadeó, sonriendo con dificultad. —Hola, Dust...
—Tus ojos me dicen que ya lo sabes —mencionó el joven de pronto. —¿Qué vienes a hacer aquí?
Su voz salía algo apagada por culpa de la pesada puerta que los dividía y el cristal no parecía ayudar mucho. Lust tuvo que concentrarse para entender lo que estaba diciendo.
—Yo... —murmuró. —Solo quería saber cómo estabas.
Dust giro su rostro como un cachorro confundido.
—¿Yo? ¿Por qué?
—Después de lo que sucedió, yo... —Lust bajo la mirada, sintiéndose arrepentido y nervioso. —No hice nada para que los guardias no te golpearan, me siento terrible, pero tú te llevaste la peor parte, ¿cómo esta tu cabeza? ¿cómo te sientes?
—No es como si pudieras hacer algo con ese diminuto cuerpo que tienes —resolvió Dust—. Estoy bien.
No parecía estar mintiendo, Dust se veía... Bien, respondía con coherencia y estaba más consiente que aquella vez.
—¿Todavía sientes que los medicamentos te producen nauseas? —preguntó Lust finalmente, buscando la manera de ser útil para ese chico. Dust asintió—. ¿Qué te dan? Yo podría decir que...
—No lo sé —interrumpió Dust—. Nunca nos dicen que nos dan, ¿por qué lo harían? Solo somos los locos.
Lust frunció el ceño, quería decirle que no, ¿pero ayudaría?
—¿Quién es tu médico?
—Se que se llama Science —comentó Dust, mirando hacia otro lado. —¿Por?
—Trataré de buscarlo para hablar de tu medicina —dijo Lust.
—¿Por que harías eso?
—Porque quiero ayudarte.
Dust pego su cabeza contra la ventanilla y sus pupilas brillaron con una emoción desconocida.
—Si sabes que yo le desfigure la cara a uno de tus compañeros, ¿no? —preguntó.
Lust tragó algo de saliva, sintiendo como pasaba por su inexistente garganta. Asintió.
—Me encantaría no ser el siguiente —dijo, tratando de romper la tensión.
Dust escupió una risa, de una manera que parecía genuina y por lo tanto, triste. Lust quiso continuar la conversación, pero noto como algo de vapor salía de su boca al mismo tiempo que un intenso frío le calaba los huesos.
Al mismo tiempo las luces comenzaron a fallar, parpadeando sobre su cabeza. Había ocurrido tantas veces antes que Lust aprendió a ignorarlo, pero esta vez era diferente, más intenso.
La luz ni siquiera regreso como lo hacía antes, en lugar de eso, todo permaneció apagado y silencioso como una tumba.
Lust le dio la espalda a la puerta y a Dust con eso. Trato de fijar su vista, ver algo, pero era como si la luna no estuviera fuera. Como si, de alguna forma, se hubiera metido en otro plano.
Se abrazó a sí mismo para conservar algo del calor que su uniforme no lograba mantener.
Un segundo.
Dos segundos.
Un grito, seguido de un lamento, resonó acompañado de un eco. Lust se abrazó más fuerte, sintiendo el terror. Como si en cualquier momento una sombra pudiera aparecer de una esquina, observándolo, persiguiéndolo.
Las luces regresaron y todo continuó como si nada, Lust espero una reacción en cadena, más gritos, alguna alarma, pero no paso nada.
Era como si nadie hubiera gritado en primer lugar.
Aguardo un momento más y con sus huesos todavía sintiéndose agarrotados del miedo, comenzó a moverse.
Temió que al doblar un pasillo lo que sea que haya gritado estuviera ahí, o la sombra que imagino lo sorprendiera cara a cara, pero no hubo nada de eso. No había nadie, ni nada.
Corriendo tan rápido como sus piernas temblorosas se lo permitían llego a un cruce, donde el un pasillo lleno de puertas sencillas y otras dobles continuaban como un laberinto.
No supo por donde seguir, además, había abandonado a Dust. Estaba seguro de que estaría a salvo en su habitación, pero dejarlo no había sido una buena idea, ¿cúando tendría la oportunidad de volver a verlo? ¿Y si solo imagino que algo había gritado? ¿Fue el ruido del generador que se distorsionó por su miedo?
Trato de regresar por donde había venido, hasta que entendió que estaba perdido y desorientado. Todos los pasillos se veían iguales, parecía como si las puertas se hubieran multiplicado y las distancias alargado. Su cabeza comenzó a doler y su garganta estaba seca. Tenía ganas de aferrarse a sus piernas, de sentarse en una esquina y esperar hasta que amaneciera y el silencio desapareciera, pero detrás suyo una luz comenzó a parpadear. Lust se giro lentamente, observando la lampara y escuchando la clásica interferencia.
No supo porque, ni siquiera tenía sentido, pero comenzó a correr de nuevo, esta vez rápidamente, empujando las puertas. ¿Algo lo estaba siguiendo? ¿Y si era alguien? ¿Un compañero?
No.
Sintió ganas de llorar cuando unas letras rojas llamaron su atención. El único color que había visto hasta ahora.
"Precaución: Área de máxima seguridad
Solo personal autorizado"
Algo le dijo que aquel grito había venido de allí y con la sensación de miedo que todavía lo perseguía, empujo la puerta, esperando que estuviera bloqueada.
Pero simplemente cedió, dejándole ingresar a ese lugar prohibido.
Apenas entro, percibió unos gemidos, unos jadeos lastimeros acompañados de sollozos, como los de un niño, ¿pero en este lugar no deberían haber niños?
Con su alma todavía repleta de adrenalina comenzó a avanzar, buscando el lugar de donde provenía el llanto. Esto parecía una película de terror, pero sabía que era imposible.
—¿Estaré volviéndome loco? —se preguntó, riéndose.
Lo único que parecía real eran esos llantos que cada vez se hacían más fuertes. Se estaba acercando al lugar.
Una puerta diferente a las demás, más grande, más dura, estaba entreabierta y de allí una luz pálida, acompañada de los sollozos, salía.
Fue hasta allí y empujo suavemente, escuchando el metal rechinar.
Parecía una sala de hospital común, pero había una cortina que ocultaba la cama y diferentes maquinas que mostraban presión, latidos y otros signos vitales en completo silenció.
Lust camino lentamente a la cama y movió la cortina.
Se cubrió la boca para no gritar.
Tentáculos oscuros se removían de un lado a otro agitados, babosos, ensuciando las sabanas y las paredes que lograban alcanzar. Un cuerpo esquelético sudaba profusamente en medio de estos, aferrándose a las sábanas de su cama, manchadas de la misma viscosidad que parecía salir de sus propios huesos junto a sangre azul verdosa.
Un ojo del mismo color lo miraba, manteniéndose despierto pese al evidente dolor.
—Tranquilo —dijo Lust, acercándose rápidamente, ignorando el miedo y la ansiedad que antes casi lo había paralizado. Puso una mano sobre el cráneo a la altura de su frente. Ardía terriblemente—. ¿Puedes escucharme? —preguntó.
Una mano proveniente del esqueleto rápidamente atrapo su muñeca y apretó con fuerza, Lust jadeo por la sorpresa, pero no se asustó. Ni siquiera dolía pese a la presión.
—Todo está bien —volvió a decir—. Te ayudare, déjame ayudarte.
El pequeño esqueleto continúo mirándolo. Solo podía observarse una pupila dentro de su cuenca, ya que la otra estaba cubierta de esa extraña viscosidad, pero Lust había visto enfermedades más extrañas en el hospital y esa solo sería una más de ellas. No sintió asco. Lo observo mientras trataba de analizar todos los pasos que debía cumplir para atenderlo apropiadamente.
El esqueleto soltó su mano y Lust, ya libre, se movió rápidamente.
Comenzó a buscar gasas y desinfectante en cualquiera de los muebles que se encontraban en la habitación que parecía sorprendentemente bien equipada, ¿esto era algo normal? ¿Quizás debido a su enfermedad? Con todo en sus brazos volvió hacia la cama y miro al chico.
—Te quitare la sábana, ¿si? —avisó. Quiso esperar su consentimiento, pero la situación no lo permitió. Tenía que actuar rápido.
Lo que vio al levantar la sábana le provoco nauseas, había varias heridas mal vendadas en sus huesos, sobre todo en sus costillas y otras simplemente sin atender, rasguños y cortes que a simple vista debían producir un terrible dolor.
Lust empatizo rápidamente con ese niño y no perdió más tiempo.
Comenzó poniéndose unos guantes quirúrgicos y una mascarilla que ato detrás de su cráneo, después quito todas las vendas sucias, desechándolas a un lado, por ahora.
Utilizo toda su concentración para hacer esto con la mayor rapidez y tacto posible. Su paciente ya estaba sufriendo demasiado para provocar más dolor.
Aplico una pomada desinfectante en todas las heridas para aliviar el dolor y para evitar infecciones, vendando cada una cuidadosamente. Mientras trabajaba, el pequeño esqueleto dejo de quejarse, consiguiendo una respiración más regular.
Aunque lo alivió saber que estaba dejando de sentirse tan mal, no detuvo su trabajo ni disminuyo el cuidado que estaba teniendo.
—Vas increíble, estoy a punto de terminar, solo resiste un poco más —murmuró.
Limpio un poco, todo lo que pudo, sus huesos. Dejarlo solo era un error que, quien quiera que haya permitido esto, lo pagaría muy caro. No supo cuánto tiempo paso, pero terminó y el esqueleto negro tenía su cuenca cerrada. Eso le permitió a Lust estudiarlo mejor. A pesar de que se veía pequeño, en realidad parecía tener una edad similar a la de Dust. Ambos tenían que ser muy jóvenes.
Y habían sido desprotegidos.
No iba a dejar a su paciente solo, así que busco en la habitación más cosas útiles ahora que el chico parecía estabilizado y tranquilo. Consiguió más vendas limpias que humedeció en una fuente de agua fresca y puso cuidadosamente en la frente del esqueleto. Si tenía fiebre entonces estaría con una infección que debía ser atendida, pero no podía hacerlo sin los exámenes adecuados, sería una imprudencia.
El chico estremeció en respuesta a los paños fríos, soltando un quejido.
—Tranquilo —murmuró Lust con ternura—. Solo es una venda húmeda, ayudara con tu fiebre. Ahora tratare de quitarte un poco de sudor del cuerpo, ¿sí?
—No —Su voz, que por primera vez escucho, era demasiado baja y tuvo que acercarse más para lograr oírla.
—¿No?
—No es suciedad... Es... Parte de mí, mío.
—Entiendo —dijo Lust—. No me refiero a lo que sale de tus huesos, me refiero al sudor, estas sudando, cariño.
Claro que fue difícil. Las vendas arrastraban tanto ese liquido como el sudor, pero curiosamente este no parecía pegarse del todo. Era tan extraño.
—Lo has hecho tan bien —menciono con un tono de voz cariñoso mientras continuaba—. Has resistido muy bien, el dolor disminuirá ahora, ¿puedes tratar de descansar?
—¿Tú...? —jadeo el esqueleto. ¿Fue en un tono de pregunta? Lust asumió que sí.
—Mi nombre es Lust, lamento habértelo dicho tan tarde. Estabas asustado porque soy un desconocido, ¿no? Lo siento.
—Lust...
...
—¡¿QUE MIERDA ESTAS HACIENDO?!
Lust fue sujetado con fuerza de su brazo y llevado fuera de la habitación tan rápido que apenas reaccionó. Un esqueleto vestido con uniforme medico rojo, luces del mismo color en sus cuencas y un diente de oro lo observaba con profundo odio. Lo estrello contra la pared junto a la puerta, en medio del pasillo. Su cráneo hizo un horrible sonido al golpearse y Lust noto puntos oscuros en su visión.
Su mascarilla cayó al suelo.
—¡DIJE! ¡¿QUE MIERDA CREES QUE ESTAS HACIENDO?! —repitió el extraño.
—¡TU MALDITO TRABAJO! —gritó en respuesta, con sus sentimientos desbordándose, logrando liberar su brazo y ajustar un puñetazo en la cara de su compañero, quien cayó al suelo en un sonoro estruendo.
Su mano comenzó a doler como el infierno, la sujeto en su pecho y jadeo. El extraño de uniforme rojo se arrodillo en el suelo sujetando el costado de su cráneo golpeado.
—¡ESTAS MUERTO! —vociferó.
—¡Red, detente! ¡¿Que es todo este escándalo?!
Ambos se vieron interrumpidos por la voz del director Gaster, que estaba llegando junto a un par de médicos más, los cuales se apresuraron a ayudar a Red a ponerse de pie. Él se liberó de ambos con un manotazo y apunto directamente a Lust.
—¡ESTE–¡ESTE MALDITO ESTABA EN LA HABITACIÓN DE NIGHTMARE!
¿Nightmare? Lust sintió que estaba a punto de desmayarse y que las lágrimas se acumulaban en sus cuencas.
No, recuerda lo que dijo Geno, aquí no les gustaban los sentimientos explosivos. Cálmate, Lust, tienes que calmarte. No ayudaras a nadie así.
—Director —llamó, manteniendo una tranquilidad que no sabía de donde había sacado—. Como dijo mi compañero, estaba en la habitación del paciente tratando de curar sus heridas. Lo escuche quejarse y no había nadie para ayudarlo.
Gaster se mostró sorprendido.
—¿Cómo lograste entrar aquí, Lust? —preguntó el director en un tono demasiado calmado para la acalorada situación.
¿No preguntaría sobre las heridas del paciente?
—Todas las puertas estaban abiertas, tampoco vi a nadie que pudiera detenerme. Sé que no estoy en un área que me corresponda, pero no podía dejar a un paciente gritar y no ayudar —se explicó Lust.
Gaster lo miró atentamente y asintió.
—Entiendo, si, hiciste bien.
—¡¿QUE?! ¡¿QUE MIERDA, GASTER?! —preguntó Red, mirando al director con una ira que se desbordaba de su pequeño cuerpo.
—Doctor para ti, Red —corrigió Gaster con una mirada seria que consiguió que Red por fin recuperara la compostura, recordando su papel—. ¿Qué es esta irresponsabilidad? ¿Dejar las puertas abiertas en máxima seguridad, permitir que un paciente permanezca herido y atacarse entre compañeros?
Red no contestó, sino que le lanzó a Lust una mirada asesina.
—Lust —llamó Gaster. —¿Estas bien?
Lust volvió a pensar en el dolor de su cabeza que se había intensificado y en sus dedos entumecidos.
—No del todo.
—¿No te ataco? —interrumpió Gaster, acercándose a Lust para examinarlo.
—¿Acaso no lo vio? —insinuó Lust, sintiéndose más perdido.
—Me refiero a Nightmare.
Gaster se dio la vuelta y sujeto el brazo que Red estaba usando para acunar su mejilla herida. Red no se quejó y el director fue hasta la puerta de la habitación de Nightmare, metiendo su brazo por un momento.
—¿Director, que estas...? ¡HAH! ¡MIERDA, MIERDA!
Lust cubrió su boca por el shock. Red cayó al suelo con lágrimas en sus mejillas mientras trataba de contener sus gemidos adoloridos. Su brazo mostraba un profundo corte que parecía haber sido hecho por un cuchillo.
—Nightmare no permite que nadie entre a su habitación —aclaró Gaster.—. Que pudieras entrar y tocarlo es sinceramente sorprendente.
Lust todavía observaba a Red en el suelo.
Los otros dos médicos fueron junto a Red y esta vez él no los alejó, permitiendo que se lo llevaran mientras jadeaba y tropezaba. Gaster se mantuvo impune.
—Desinféctenlo —mencionó a los médicos que se iban. —La corrupción de Nightmare puede provocar terribles quemaduras, ¿lo tocaste en algún momento, Lust?
Si.
—No, utilicé guantes —respondió.
—Excelente.
Gaster parecía tan sinceramente sorprendido y complacido. Lust bajo la mirada.
—Que desconsiderado, lo lamento, esto tiene que estar siendo terrible para ti, Lust, vamos, permite que los guardias te lleven a la enfermería.
Quería decir que no, pero no tuvo elección. Pudo sentir un par de manos en sus hombros, ¿cuándo habían llegado? Lo empujaron suavemente y le pidieron que los acompañara. Lust hizo caso.
De reojo pudo observar a Gaster cerrar la puerta de la habitación de Nightmare con llave.
(---)
Ya en la enfermería Lust se permitió un momento para pensar. Una chica conejo había colocado hielo detrás de su cráneo y sobre sus nudillos heridos, también le entrego pastillas para el dolor, pidiéndole que descansara en la camilla mientras ella trataba con las quemaduras en los huesos de Red, que estaba al otro lado del lugar, por suerte la zona de camillas tenía un par de cortinas que impedían que ambos se vieran. Lust no tenía ganas de interactuar con Red nunca más.
Pese a las conversaciones bajas y los quejidos, Lust cerró sus ojos.
Tenía que que renunciar, en este lugar estaban enfermos.
¿Pero entonces que harás con tu vida?
Lo que sea.
¿Y que sucederá con esos chicos? ¿Los abandonaras aquí?
Nightmare, Dust.
Nightmare era su nombre, pero al igual que Dust, podría tratarse de un apodo impuesto por sus crímenes.
¿Por qué había estado solo en una habitación, sufriendo de terribles heridas y fiebre? Aunque dijeran que atacaba a cualquiera, ¿no debería existir un protocolo para asegurar su seguridad? Además, todos parecían tan tranquilos, sobre todo Gaster.
Oh, su cabeza dolía tanto como su mano, pero una verdad se le reveló mientras pensaba en el culpable de todos sus dolores.
La voz de Red, la había escuchado antes, a través de la radio cuando estuvo con Ink.
(---)
Según el reloj de pared, pasaron cerca de 10 minutos cuando unos pasos se apresuraron en la enfermería y una voz que Lust reconocía pregunto por él. Reaper rápidamente levanto las cortinas de su pequeña salita y lo miro.
—Dios mío, Geno va a matarme —se quejó.
Lust quiso reír, pero no tenía energías para eso, así que solo sonrió.
—Escuche algo de lo que pasó —dijo Reaper, apresurándose para estar a su lado—. ¿Cómo es que entraste a máxima seguridad? ¿Co-Como es que saliste de la habitación de Nightmare solo con un...?
Reaper miro a Lust de arriba abajo con preocupación.
—¿Solo un golpe en tu cabeza?
—Ni siquiera fue el paciente, Red me ataco —respondió Lust.
—Esa perra —dijo Reaper. —Se cree demasiado solo porque se acuesta con el director, como sea, mierda, ¿en serio estas bien?
—Si, las pastillas están haciendo efecto.
Reaper tomo una silla que estaba junto a la mesita de la cama y la acerco hasta poder sentarse más cerca de Lust. Sus cuencas podrían estar vacías, pero Lust notaba que estaba terriblemente preocupado. Marido y esposo eran iguales, ¿no? Geno y Reaper hacían la misma expresión cuando entraban en pánico.
—Estoy bien... —dijo Lust, tratando de transmitir algo de calma a su amigo.
—Debería haber hecho caso a Geno y haberte cuidado mejor, este es tu primer turno nocturno y algo te sucedió, todo es mi culpa —se lamentó Reaper.
—No, no lo es. En mi primer turno diurno también me ocurrió algo, ¿sabes?
Reaper soltó una risita incrédula y Lust no perdió el tiempo.
—¿Quién es Nightmare? —preguntó.
Reaper relajo levemente sus hombros y se acercó un poco más para hablar con él.
—¿Oficialmente? Un niño que asesino de... alguna forma, a un pueblo completo.
—¿Y no oficialmente?
Reaper hizo una mueca, no parecía querer decirlo, así que Lust le rogó en silencio, debía verse demasiado lastimero porque Reaper cedió.
—Es estúpido, ¿bien? —comenzó a explicar. —Se esparció el rumor entre la gente de su pueblo de que hizo un pacto con algún demonio y por eso tiene esa corrupción en sus huesos, pero claro, ningún científico o médico que se respete creería eso, ni nadie cuerdo, así que solo se trata como una condición especial. Una cosa rara más causada por la magia antigua que todavía continua en estos tiempos—concedió Reaper tristemente—. No llego hace mucho a este hospital, de hecho, llego con el nuevo director y se le mantiene encerrado porque es muy agresivo y se hiere fácilmente a si mismo.
—Estaba herido —dijo Lust.
—¿Herido? ¿Y no había nadie con él?
—No, dicen que no deja entrar a nadie, pero estaba llorando y...
—Eso es... ¿Absolutamente horrible? Debió herirse a sí mismo y solo fueron a buscar más ayuda, tranquilo, no creó que lo hayan dejado así a propósito, Red puede ser idiota, pero no tortura monstruos o personas.
Lust asintió, pero no creyó en las palabras de Reaper. Después de la forma en lo que lo trato, sus muñecas astilladas y las palpitaciones en su cráneo, no creía que Red fuera "inofensivo".
Finalmente, la enfermera regreso con él y le dijo que lo mejor era que se quedara a descansar y que mañana tomara el día libre. Lust se negó a aceptar eso, por lo que solo tomo el descanso y mañana se le pidió ir a la oficina de Gaster a hablar de lo que había pasado antes de volver al trabajo.
Reaper se despidió de él y Lust pronto se quedó solo en la enfermería. Podía escuchar a la enfermera trabajar y escribir archivos antes de que saliera, apagando las luces y dejándolo solo.
Lust trato de dormir, pero la oscuridad era realmente profunda y no tenía sus pastillas.
Quería volver al trabajo.
Quería saber cómo estaba Nightmare, si lo habían terminado de curar y de revisar.
Sus cuencas comenzaron a cerrarse, estaba comenzando a pasar de su vigilia al sueño cuando observo una oscura figura abrir la puerta de la enfermería. La luz del pasillo le dio sombra, pero Lust no pudo distinguirlo por la cortina que los separaba.
Cayo dormido.
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Muchas gracias por todos sus comentarios y votos! Pensé que nadie leería esto xD
Tengo pensado actualizar los días sábados si todo sale bien, tengan una buena semana <3
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