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(2) Paciente D. Expedientes. Ayuda

Ya que la historia esta recién comenzando publicare estos dos capítulos, pero las siguientes actualizaciones serán los viernes. Tengo varios escritos para no estresarme tan pronto. Un abrazo!

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Llego la hora de la comida y Lust ya había terminado de clasificar todo lo que le encargaron. Incluso había revisado por segunda vez, queriendo ser extra cuidadoso con su trabajo. Finalmente se levantó, haciendo crujir los huesos de su columna. Si bien estuvo cómodo, estar tanto tiempo sentado en una sola posición dañaba a cualquiera.

Sabía dónde estaba la cafetería y no quería que Blue o Geno fueran a recogerlo para comer como si se tratara de su responsabilidad, además, se le hacía extraño no haberse encontrado con Ink hasta ahora. Era un milagro que no hubiera aparecido, ¿estaría tan ocupado como dijo? Esta mañana había visto una cantidad decente de humanos y monstruos en la cafetería del personal, pero Lust no había trabajado en un psiquiátrico antes, así que no podía asumir cuantos trabajadores se necesitaban en verdad.

No tenía ganas de comer, así que decidió continuar trabajando.

Fue hasta la sala de enfermería donde había un enorme pizarrón con tareas y una anciana mujer humana escribiendo en él. Lo miro de pies a cabeza cuando atravesó la puerta.

—¿No es la hora de la comida? —pregunto ella.

—Si, pero comí antes —mintió Lust.

—No hagas eso, no deberías comer fuera del horario. ¿Qué quieres?

—¿Hay alguna tarea de la que pueda encargarme?

—Sobran tareas, depende de que tan bueno seas.

Lust la odio inmediatamente, pero mantuvo su sonrisa y ella resopló.

—Saca las sábanas de la lavandería y tiéndelas —ordenó.

—Entiendo.

—Vete, estoy ocupada.

Lust no iba a estar más tiempo allí, simplemente miro el mapa del edificio que colgaba en una de las paredes para recordar donde estaban las escaleras al sótano y se fue.

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—Tan desagradable —murmuro para sí mismo mientras caminaba por los solitarios pasillos y miraba afuera de la ventana.

Le gustaba la tranquilidad de este lugar, no había ruido de vehículos ni de edificios en construcción, el aire era limpio y puro, simplemente tendría que acostumbrarse al frío. Todo, incluso la señora desagradable de antes, había ido bien hasta ahora y quizás, medito Lust, su proceso de adaptación no sería tan difícil como imagino en un principio. Todos decían que mudarse de la ciudad a un pueblo en medio de la nada, rodeado de montañas y bosques, era una locura, pero ellos no lo entendían.

Nadie lo hizo, simplemente lo ignoraron.

De repente noto una extraña figura colorida en su visión periférica y dejo de prestar atención a la ventana para ver al frente.

Observo un uniforme naranjo.

Un escalofrió subió por su columna vertebral y se quedó quieto.

Las palabras de Geno hicieron eco dentro de su cráneo.

Solo, estaba solo y lo mataron, no había luz, no había guardias.

El paciente caminaba con las manos en los bolsillos y la capucha puesta. Lust no supo que hacer. Sería tan impulsivo simplemente huir, pero su instinto de supervivencia le gritaba que lo hiciera.

Vete, vete, vete.

¿Pero dónde?

Se acabo el tiempo para pensar. El paciente continúo caminando, sin levantar la mirada, paso a su lado.

Gracias a la cercanía, Lust pudo notar que tenía dificultades para moverse, haciéndolo demasiado lento y a pausas, tratando de mantener un equilibrio.

Su experiencia profesional actuó sobre su miedo y se acercó a él, pero no lo toco y trato de no invadir su espacio personal.

—¿Todo bien? ¿Necesitas ayuda? —preguntó.

El paciente se detuvo y levanto la mirada, su capucha daba sombra a su rostro, por lo que Lust solo pudo notar sus cuencas. Las luces de sus ojos eran diferentes, ambos rojos, uno pequeño y otro ligeramente más grande con un pequeño circulo azul dentro. Eran colores tan hermosos e intensos, se perdió un momento en ambos antes de reaccionar.

—¿Necesitas ayuda? —reitero con calma y en un tono suave.

El paciente tardo varios segundos, pero por fin hablo.

—¿No vas a decirme que debo regresar a mi celda? —preguntó.

—Depende, ¿deberías estar ahí ahora? —indago Lust y sonrió cuando el paciente frunció el ceño con una molestia claramente infantil.

—Casi siempre —reprochó.

—¿Y ahora es casi siempre? —consultó y observo como el esqueleto esbozaba una diminuta sonrisa.

—Eres divertido —tarareo.

La cosa no parecía ir mal y Lust no se dio cuenta en qué momento había perdido todo su miedo. Continuó con su conversación.

—¿Cuál es tu nombre?

—Mi nombre... —el paciente observo el techo, por fin relevando más de su cráneo. Se veía melancólico, perdido—. Dust.

Dust, repitió en su cabeza y asintió.

—El mío es Lust, quiero saber si estas bien, pareces mareado, ¿quieres ir a la enfermería? ¿A tu habitación? ¿Has comido?

Dust negó y frunció el ceño.

—Las pastillas hacen que tenga nauseas... —murmuró, desviando su atención del techo gris a Lust, quien lo observaba atentamente, con una mirada llena de curiosidad y preocupación.

Preocupación por él.

—Deberíamos pedir que cambien la medicación entonces. Lo hablare —dijo.

—Si, suerte con eso.

Antes de que Lust pudiera preguntar a que se refería Dust, un guardia lo tacleo de la nada y ambos cayeron con fuerza en el suelo. Lust se asustó y retrocedió, pero cuando reacciono para tratar de hacer algo (detenerlo), muchos otros guardias aparecieron (eran demasiados, se asustó). Uno de ellos enterró una aguja entre las vértebras del cuello de Dust mientras él no ponía resistencia.

Las intensas luces de sus ojos se apagaron y sus cuencas se cerraron. La vida en él parecía haberse perdido.

Lust tardo poco en procesar lo que acababa de suceder.

—¡¿Que están haciendo?! —gritó, llamando más la atención de lo que pretendía.

Había sido una paliza brutal contra un paciente que estaba claramente desorientado y perdido, con el cual había logrado conversar y quería ayudar. Le había dicho algo que le molestaba, ¡pero ahora como no se sentiría peor, si acababan de golpear su cráneo contra el suelo e inyectado un sedante quien sabe en qué dosis!

¡Estaba tan mal de tantas maneras posibles!

Los guardias justificaron su actuar, señalando que era peligroso —de uniforme naranja—, ¿peligroso? ¡Lust no podía creerlo!

Estaba tan furioso, pero no pudo hacer nada. Mientras trasladaban al paciente en una camilla de regreso a su habitación. No a la enfermería, como deberían. Blue y Geno aparecieron con el resto de gente que llegó por el escándalo.

Lust no se sentía bien, así que se lo llevaron. Blue con una expresión preocupada y Geno, ya sin bufanda, con una triste.

Cuando apenas habían llegado a la zona de enfermerías Ink apareció. Fue rápidamente hacia Lust y le apretó las mejillas.

—¡Oh, por las estrellas! ¡¿Estas bien?! ¡Me dijeron que Dust se había escapado y que tu estabas allí!

—¿Fue Dust? —preguntó Geno—. No logre verlo cuando se lo llevaron.

Lust los miro a ambos y asintió. —Nada, estoy bien.

—¡Gracias a las estrellas! ¡Qué bueno que los guardias reaccionaron rápidamente! —gritó Blue—. ¡Dust es terrible!

¿Terrible? Eso no era lo que había visto, pero decidió guardarse sus pensamientos para sí mismo y asintió.

—¿Cómo es posible que esto vuelva a ocurrir después de ese incidente? —acusó Geno, elevando la voz en un tono molesto, su mirada estaba puesta en Ink—. ¿Dust? ¿En serio? ¿De todos?

Ink lo observa por un momento, sus pupilas volviéndose blancas, perdiendo esos curiosos colores de antes.

—Geno... —murmura—. ¡Vas a asustar a nuestro nuevo chico así!

Sus ojos volvieron a la normalidad, mostrando dos figuras, una azul y otra verde. Geno rueda su única pupila y se cruza de brazos, pero, para sorpresa de Lust, mantiene su boca cerrada. Ink vuelve a llamar su atención presionando sus mejillas.

—Ignóralo, ¡no puedo creer que lo hayas hecho tan bien, Lust! ¡No mentías cuando dijiste que estabas preparado para todo!

Paso un largo rato en lo que Ink, Blue y Geno lo dejaban en paz. Lust se sentía más estresado por tener que lidiar con esos tres que por haberse encontrado cara a cara con uno de los pacientes peligrosos sin ningún guardia cerca.

¡Guardias! ¡Malditos guardias!

No fue hasta que tuvieron que volver al trabajo que Lust pudo por fin ir a ver la habitación de Dust para saber cómo se encontraba. Les mintió a Blue e Ink, diciendo que solo acompañaría a Geno en su trabajo, pero ambos fueron al ala de media seguridad, siendo Geno el cabecilla. Lust no conocía el número de habitación de Dust.

—Es tan mala idea —dijo Geno. —¿Por qué estoy apoyándote en esto?

—Porque sabes, como yo, que Dust no es como ellos dicen —replico Lust—. Fuiste el único que no lo acuso como Blue e Ink.

—Ugh —gruño Geno, pero se mantuvo callado y guío a Lust.

Después de un rato llegaron a una puerta con una pequeña ventanilla de cristal. Geno señalo dentro y Lust se asomó.

Como supuso, Dust estaba en su cama, atado y dormido.

—¿Ves que está bien? —le pregunto Geno—. Solo esta sedado.

—Ya había estado sedado desde antes —dijo Lust—. Estaba mareado y me dijo que tenía nauseas, el medicamento no es adecuado, ¿pero que hacen los guardias? ¡L-Lo...!

Se controló para no gritar en medio del pasillo.

—Lo golpearon en frente de mí —soltó finalmente.

La expresión de Geno se mantuvo imperturbable y Lust supuso que, para él, esto no era nada nuevo.

—Mira —comenzó a decir Geno—. Ni siquiera conoces la historia de Dust y estas tratando a todos mis colegas como si fueran unos abusadores. Esta no es la primera vez que Dust escapa, no es la primera vez que escapa y lastima a alguien, así que cálmate, respira y acompáñame.

—¿Dónde? 

—Al servicio de registros, te enseñare porque Dust está aquí, quizás eso te enseñe con el tipo de gente con la que estas tratando.

Lust miró a Geno con el ceño fruncido y los dientes apretados. Abrió la boca para hablar, pero las palabras no salieron. Bajó la mirada, recordando el momento en que vio a los guardias someter a Dust. En su mente, la imagen de un paciente enfermo siendo abusado se sobreponía a la explicación de un ataque frustrado. Sus puños se cerraron, y un nudo de frustración se formó en su garganta.

Geno lo llevó al sótano, al mismo lugar al que había intentado llegar antes. Un guardia, tras examinar sus credenciales, abrió una reja con un chirrido metálico, usando un juego de llaves antiguo. Pasaron por el único pasillo, sus pasos resonando en el eco de las paredes. Las puertas a cada lado llevaban carteles que decían: "Suministros de emergencia", "Almacén", hasta que se detuvieron frente a una que decía "Registros".

Lust echó un vistazo más allá y alcanzó a ver la lavandería y una puerta doble con el letrero "Morgue". 

Geno sacó un manojo de llaves y, tras un breve momento de búsqueda, abrió la puerta.

—Pasa, por favor —indicó, y Lust obedeció.

Registros era un almacén considerablemente grande, repleto de cajas etiquetadas con iniciales. Las estanterías de madera estaban marcadas con los años.

—Los registros de las sesiones con el psiquiatra son privados —dijo Geno mientras recorrían los pasillos—. Pero los registros de por qué el paciente llegó aquí y el historial médico no lo son. Si no, no podríamos hacer nuestro trabajo. Mira, esta es... La vida de Dust.

Geno sujetó una caja marrón como cualquier otra. Había un código en ella y un nombre que Lust no reconoció, pero comprendió cuando Geno la llevó a una mesa y sacó una enorme carpeta con varias hojas y una ficha, la cual dejó a disposición de Lust.

Lust observó la foto en la ficha médica y leyó los datos de manera general.

[Hospital Psiquiátrico Mount Massive.
Número de expediente: 174
Nombre clave del paciente: "Dust"
Fecha de ingreso: 14-10-1978
Edad: 20
Sexo: No identificado (monstruo)
Medico de seguimiento: Dr. William]

[Resultados de diagnóstico inicial: Incapacitado, no puede reintegrarse en la sociedad, mantener alejado del fuego.]

Un recorte de periódico cayo repentinamente y Lust lo tomo, leyéndolo.

"Niño asesina a su familia y quema sus cuerpos junto a su propia casa."

"La policía lo encontró jugando con el polvo de los restos."

"La gente de la comunidad de --- comenzó a llamarlo Dust."

"Los médicos detectaron que el niño sufrió de múltiples abusos y maltratos, la comunidad de --- esta devastada."

"-En nuestro pueblo jamás ha ocurrido nada tan horrible, estamos seguros de que sus padres solo intentaban corregir a ese niño satánico. Comenta una de las vecinas."

Las imágenes hicieron que el estómago de Lust se revolviera. Se detuvo, respirando profundamente para calmar la náusea que subía por su garganta.

—¿Niño... satánico? —pregunto con un hilo de voz. Geno le ofreció un pañuelo y Lust recién noto que había comenzado a llorar. Lo acepto.

—Se dijo que estaba intentando hacer un ritual con los cuerpos de sus padres, al cuerpo de su hermano menor no lo toco, aunque... Fue al único que asfixió, al resto los asesino con cuchillos. Dust es pirómano y también sociópata. Nunca explico porque lo hizo y... Cree que su hermano todavía está con él, se asume que es por su culpabilidad.

—Solo era un niño, en los periódicos dice que...

—Si, él pudo hacer eso con esa edad y ese pequeño cuerpo malnutrido. Es obvio que sufría algún tipo de maltrato que derivo en... todo. ¿Lo entiendes, Lust? Dust es peligroso. Es lamentable, pero así es la realidad y no es el único caso aquí así, habrán peores, más tristes, más devastadores, pero todos comparten una similitud, están aquí porque sus mentes están fracturadas y necesitan ayuda o... afrontar sus acciones. Dust jamás saldrá de aquí. 

Geno miró a Lust con cierta lastima

—No creas que no se le ha intentado ayudar, pero esta no es la primera institución en la que estuvo. Primero fue a un orfanato, pero... lo quemo, y con él a sus profesores, pero no mato a ningún niño. Después fue a una correccional para menores y otra vez provoco un incendio. Cuando fue mayor de edad llego aquí.

¿Qué podría decir Lust ahora? Culpar al sistema siempre era una opción, pero sería irresponsable de su parte cuando se podían observar las claras tendencias psicópatas de Dust en este punto. Se sintió irremediablemente triste.

—¿Ataco a más gente aquí o provoco incendios? ¿Por eso estaban todos tan preocupados por él y por mí?

—Incendios no, gracias a las estrellas, pero si ha atacado a algunos guardias y a algunos del personal. En general no se le considera... Agresivo, pero si impredecible. Al ultimo guardia que ataco le desfiguro la cara. Ahora le dan sedantes más fuertes, si, está mal, pero comprende... la situación. Sus sesiones de terapia no funcionan, no se le puede dejar solo y nadie sabe en qué momento puede reaccionar mal y atacar a la gente.

Lust intentó hablar, pero las palabras se le quedaron atrapadas en la garganta. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y pronto los sollozos lo vencieron.

Geno colocó una mano reconfortante en su espalda, frotándola suavemente.

—Tranquilo, todo está bien —dijo con una voz suave—. Es tu primer día oficial. Has visto a un chico peligroso y te preocupas por él. Lo entiendo. Por eso te traje aquí.

—Gracias, Geno.

—No hay de que, en realidad yo... —Geno suspiró—. Supongo que he perdido parte de mi capacidad para sentir lastima después de todo lo que he visto. Es refrescante conocer a alguien que todavía se preocupa y siente. Nosotros estamos algo vacíos —su rostro se entristeció—. Continua así, Lust, no es del todo malo, solo... No tan intensamente.

—Las emociones se sienten con intensidad o no se sienten, Geno.

—Entonces ocúltalo, porque a la gente aquí podría no gustarle. Hoy se tomará como una especie de primera impresión, ¿bien?

Lust asintió, sus ojos aún reflejando la turbación de lo que había leído. Continuó revisando la ficha, luego se la devolvió a Geno, quien guardó la caja marrón en su lugar.

Lust arrugó el recorte de periódico en el bolsillo de su pantalón, sintiendo el papel rasposo contra sus falanges.

Ambos salieron y Geno cerró la puerta con llave. Luego se giró hacia Lust.

—Si necesitas ver más, siempre puedes avisarme. Yo guardo las llaves —dijo con una sonrisa irónica—. Supongo que me he ganado la confianza de Ink, aunque ni yo me lo crea.

Lust le respondió con una pequeña sonrisa, apreciando el gesto. Sin decir más, ambos se dirigieron de vuelta por el pasillo, sus pasos resonando en el silencio del sótano.

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Pasaron algunos días y la noticia del escape de Dust continuaba causando revuelo. Lust notó que la mayoría de los guardias lo ignoraban, excepto Cross, que seguía dedicado a vigilar la entrada y no estaba al tanto del caos interno. Cross era el único guardia que lo saludaba amablemente cada día, por lo que le sorprendió encontrarlo en el interior al cuarto día de trabajo, con otro guardia en la entrada. Cross le dirigió una sonrisa familiar.

—Has causado tanta impresión —dijo, su voz cargada de una mezcla de curiosidad y admiración—. Solo llevas... ¿cuatro días aquí? Y ya todos hablan de ti.

—Suelo tener ese efecto en la gente —respondió Lust con confianza, encogiéndose de hombros mientras caminaban juntos.

Cross soltó una risa baja, sacudiendo la cabeza en señal de incredulidad.

—Sí, me lo imagino. Todavía es impresionante lo que hiciste. Viste a Dust y viviste para contarlo.

—Uhm, ¿gracias? —Lust no estaba seguro de cómo responder a los halagos. Cross, sonrojado, trató de ocultar su vergüenza bajando la cabeza.

—¿Te estoy incomodando? Supongo que sí, soy un idiota, lo siento.

—No, no... —Lust se sonrojó un poco también y cambió de tema para romper la tensión—. Por cierto, pensé que siempre estabas en la entrada.

—Oh, no, hacemos rotaciones, como los enfermeros —explicó Cross, sonriendo nerviosamente.

Lust asintió, conteniendo una risa al ver cómo el sonrojo en el rostro de Cross empeoraba. Cross intentó ocultarse más bajo la visera de su gorra, aunque no fue muy efectivo. Parecía tener una especie de TOC.

—Mientras esté aquí, no permitiré que nadie salga lastimado, ni trabajadores ni pacientes, ¿entendido, Lust? Para que te sientas seguro y todo eso. Bueno, me voy a trabajar. Que tengas un excelente día.

—Gracias, Cross. Igualmente para ti.

—Sí.

Cross se alejó apresuradamente, casi chocando con Geno, que estaba doblando la esquina. Geno frunció el ceño al principio, pero luego se rió mientras Cross murmuraba disculpas y se apresuraba a continuar su camino.

—¿Qué fue eso? ¿Ya estás seduciendo a los guardias?

—No estoy seduciendo a nadie, solo es mi carisma natural —replicó Lust con una sonrisa.

—Ah, claro. He escuchado algunos rumores sobre la atención que estás recibiendo de algunos enfermeros y guardias.

—¿Después de que casi todos me ignoren? —cuestionó Lust, levantando una ceja.

Geno soltó una risa y sacudió la cabeza en señal de incredulidad. Lust lo acompañó mientras realizaban sus rondas con normalidad.

Después del incidente con Dust, Lust no volvió a saber nada de él ni de los pacientes del área de media seguridad. Se le había prohibido la entrada por un tiempo para "proteger su integridad" —o lo que fuera que significara eso. Mañana sería su primer turno nocturno, y eso significaba que tendría que estar allí, en la oscuridad de la noche.

Lust trataba de aparentar calma para no preocupar a Geno. Aunque se sentía cercano a él y habían compartido varias conversaciones sobre sus vidas, Lust había aprendido que lo mejor era no dar motivos para el pánico.

Sabía que Geno tenía un esposo que trabajaba como guardia nocturno y que, finalmente, podría conocer al día siguiente. Geno solía hablar mucho sobre él. También sabía que su hijo, que ya estaba en la universidad, vivía solo en la ciudad, lejos de la familia. Lust entendía esa decisión; todos buscaban mejores oportunidades en la vida.

Para su sorpresa, resulta que Geno era mayor de lo que parecía, aunque no es que se notara mucho la edad en un esqueleto. Casi 45 años.

—Mantente cerca de Reaper, ¿bien? No te separes de él.

—Geno, tengo que hacer mi trabajo, estaré bien, ¿vale?

—Ugh, odio que me respondan con esa frase.

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"AYUDA"

"DUELE TANTO"

"POR FAVOR" 

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