Capítulo tres.
—Baibaia, pero mira nomás a quién tenemos aquí... al único de mis carnales que trafica rimas mamalonas. —dijo juguetón el Jimeno. Definitivamente, por más que se esforzara... el Jimeno no la rifaba.
— wei yia kyt el hocico no+ dises puras pndjds, al chile eshale + webos a la prxima pa k no kde tan pinshi forzao' y kmo mínimo no me kaigas tan de la shingah'.
— Eh, Ramón. Si quieres mota, afloja la morralla porque luego llega la gfa del Jime y nos saca un pedo bien apestoso...
— aora k emos entrao' en confianza, yio tengo algo k desirles..... —comenzó a aclararse la garganta, Ramón, y prosiguió. — kuando benia un ozo negro diaboliko me comenso a perseguir... como si kisiera rovarme el alma y el korazon... pero ese yia le pertenece a yia saben kien jejeje... el punto es k ese wei era henorme y traia unos tacos bien buenorros pero komo k el men era de esos malandros de oi en dia y ps me dio meyo, azik k kerya k se la abenturaran y me kompraran los taco-nes del men xq la neta patineta se beian bien riquis y asi...
— Wey, a mí se me hace que son puras mamadas tuyas; de seguro ya andas bien pedo. —respondió el Jimeno, riéndose. — ¿De dónde chingados va a salir un oso negro, enorme y vendedor de "taco-nes". Neta, wey, ya sé que estoy (yo, porque el yostin ni de pedo) bien pendejo, pero no mames, que ésa madre te la vaya a creer tu vieja porque nosotros no lo haremos.
— shingo a mi madre si no lo ben.
— A chingá, esto va en serio.
— Jimeno, yo creo que Ramón dice la verdad. Podrá ser un marihuano de mierda, pero mentiroso no es... además, he escuchado por ahí que hay un oso negro y enorme acechando a los niños y a jóvenes indefensos por ahí... es un maldito... —mintió Yoongi, quien a penas se dignaba a hablar en todo el rato desde que el mariscal de campo había llegado. Él esperaba volver a ver, a su próximo amante de identidad desconocida, y si tenía que cometer acciones mezquinas para lograrlo, lo haría.
El Jimeno se quedó pensando, y llegó a una conclusión.
— De acuerdo, nosotros aflojamos a la misión de comprarte tus tacos de cochinita si nos compras una orden de tacos a nosotros también.
— asi c piensa my jimmy neutrón, aora les digo la diretsion...
Yoongi no podía estar más feliz, y una vez más, se sonrojó... pero no por el recuerdo lívido de su presa, sino, porque los condenados dorilokos lo habían prendido de más y le ardía su boquita. Él no merecía el sufrimiento x el que estaaba pasando... y se vengaría del Jimeno por hacerlos tan picantes.
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