— ¡Yostin, Yostin! ¡Despierta! —gritaba un joven de cabello castaño y algo alborotado, golpeando suavemente con la palma de su mano el rostro del joven contrario.

El rubio hizo una mueca de disgusto aún con sus ojos cerrados y de la misma forma, aventó a su amigo, Jimeno con la fuerza del zorro de las nueve colas. — A la otra que me quieras levantar así, te voy a dar tus buenos madrazos, putito. ¿Qué chingados quieres?

Jimeno y su banda de cholos —amigos— se referían al yoongi como » El Yostin «, ya que creían que ése nombre sí le daba carácter y qpersonalidad, no como el pinche nombre nalga que tenía desde nacimiento: "Yoongi".

— Namás quería decirte que ya les di su shaky shaky a la salsa y al limón y ahora estos condenados están en su forma más rikolina y tus dorilokos ya están bien sabrosos... como tú.

Si bien, Yoongi se sintió incomodo; lo único bueno de estar en una relación con el Jimeno, o el Jime para los compas, era que conseguía dorilokos y confleis gratis... sin contar las noche llenas de pasión y lujuria que tenían.

Había un rumor, que cada 28 de cada mes, el Jimeno se volvía una bestia de la noche, siendo apodado en lo más escondido del barrio como » lobo-man « y el porqué no está muy lejos de la imaginación.

Se apartó de él y su mente comenzó a inundarse de pensamientos y recordando la gran escultura tallada por griegos, egipcios y romanos de hace unas horas; su mirada fue lo que más lo cautivo... era tan... penetrante y cálida, definitivamente, no había mirada más dulce que la de aquél ser. Y oh, qué decir de sus manos, aquellas firmes, grandes, majestuosas y varoniles manos... definitivamente, quería que esas manos recorrieran cada rinconcito de su peluche; aquellas manos eran tan diferentes a las de su jimeno, quien las tenía igual de pequeñas que un cheeto.

El Jimeno le contaba las anécdotas a su pareja del día. — ...Y así fue cómo  arrestaron al pobre mocoso meco; el wey creyó que el señor de la tiendita se fue porque le dio el local y éste se comenzó a chingar los dulces, pero la verdad era que el jefe se fue porque le olía a panteón el hocico al chamaco e iba por unos chicles...

Pero Yoongi no le prestaba atención; seguía come y come doritos, por lo que ya estaba bien prendido, y pensando en su hombre de identidad desconocida.

— k onda mis morritox k typo d mercansia me train oi —si Jimeno no sacó de sus pensamientos al Yoongi, fue Ramón quién sí lo hizo. Ramón era el mariscal de campo, aquél morro con el barrio bien pinche lokote y que tenía a todas las mamus detrás de él. — train mota de a mentis o de la verdeluka?

Continuará...

— ☆ —

Dedicado a -Activx- y a _whxtever.