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Capítulo 8

14 años

Estoy terminando de atar el hilo repleto de globos verdes en la esquina de la Sala de estar.

–Todo está listo, ya vienen para acá. –siento los brazos de Isabel rodearme por el pecho y debajo de mis brazos. Yo toco sus manos donde se unen y acaricio su dorso.

Sin duda fue un año muy difícil, que no habría superado de no tener a Isabel en mi vida, ella sostuvo mi mano cuando vi a mi hermanito por primera vez sin cabello, ella me abrazo por las noches cuando lloraba porque Toño ya tenía 3 meses sin salir del hospital, sostuvo mi mano y me abrazo todo el día cuando esperábamos los resultados de la compatibilidad de la médula ósea. Ella fue la primera en abrazarme cuando nos dijeron que podía donarle médula ósea a mi hermano. Ella estuvo todos los días después de la escuela a mi lado después del trasplante de médula ósea, ella me ayudó con mis tareas durante este año tan complicado para mi familia. Y sobre todo ella está aquí conmigo organizando la fiesta de bienvenida de Toño a casa.

– ¿Quién más viene? –le pregunto girándome para quedar de frente a ella, le doy un ligero beso en la nariz que la hace sonreír.

–Vienen tus papás, Toño y mi madre. Y no deben tardar en llegar los amigos de Toño y tu prima Paloma. –ruedo los ojos ante el nombre de Paloma, la niña es un encanto y fue sin duda un gran apoyo para Toño las pocas veces que estuvo en casa, pero a donde vaya Paloma va su odioso hermano, sí mi primo Luis. –Ya sé qué piensas, pero no es una mala persona, y sabes que es como la sombra de su hermana.

–Sí, claro. Si dejamos de lado el factor más importante por lo que viene, o sea tú. –le contestó y ella se ríe. – ¿te estas riendo de mí?

–Jamás osaría hacer algo como eso. –me contesta aun riéndose. –Solo que eres tierno cuando te encelas de tu primo.

Yo bufo indignado y ella se abraza más fuerte a mí. – ¿Celoso yo? ¿De Luis? ¿Estás de broma? –ella se levanta sobre sus puntas de los pies y alcanza mi boca, deja un beso en mis labios y yo sonrío como tonto.

–Qué bueno que entonces no tienes celos de él, porque yo solo tengo ojos para ti. –presiono más fuerte mis labios con los de ella y ella en respuesta abre su boca, me adueñó de su boca, la saboreo y me olvido del resto del mundo. Nos separamos un poco cuando debemos tomar aire. –Te amo.

Vuelvo a besarla, porque cada vez que me dice que me ama una Bestia primitiva dentro de mí ruge y me pide reclamar a esta chica como mía. –Y yo te amo más.

–No, yo te amo más. –me responde y sonríe, esa sonrisa que me derrite como chocolate al sol.

–No, yo más. –le digo tomando su rostro y llenándolo de pequeños y ligeros besos de piquito.

–Bueno, que sea un empate. –pasa sus brazos a mi cuello y sé que su siguiente movimiento será enredar mis piernas alrededor de mi cintura, así que en cuanto siento que da el salto tomo sus piernas para sujetará y que no se caiga, y así de ese modo su cara queda a la altura de la mía. –Siempre listo para sostenerme.

– ¿Tengo otra función en esta vida? –le digo risueño y ella echa la cabeza hacia atrás y se carcajea. –Bueno si tengo otra función. –ella me mira y frunce el ceño. –Amarte hasta el último día de mi vida.

Su hermosa carita se llena de ternura y sus mejillas se sonroja, ella une su frente a la mía y no rompemos el contacto visual en ningún momento. –Para amarte en esta vida y la que sigue, y la que sigue hasta siempre. –nos volvemos a besar, ella me estrecha más entre sus brazos y sus piernas. Esa sensación de presión dentro de mí se empieza a formar de nuevo, no soy estúpido, sé qué eso solo es deseo, sería un idiota si no admitiera que deseo a Isabel, es hermosa por dentro y por fuera, pero no podemos ignorar que hay ciertas cosas que le han crecido y que llaman la atención no sólo la mía, sino la de otros hombres. –Cariño, creo que algo está despertando dentro de tus pantalones, lo siento.

Siento mi cara arder, porque además ella se disculpa. –Amor, el que debe disculparse por eso soy yo, lo siento, perdí el control. –ella baja sus piernas y yo la ayudo a estabilizarse en el suelo. –Yo... Creo que iré por un vaso helado de agua. –le aviso apenado por el momento, ¿por qué no puede quedarse quieto? – ¿Quieres algo?

Sus mejillas están más rojas y se quita el cabello de la cara nerviosa. –Yo... Lo mismo que tú.

Salgo de la sala de estar y voy hasta la cocina donde veo que están las charolas ordenadas con los bocadillos para la fiesta, voy hasta el frigorífico y saco una charola de hielos, la pongo sobre un pequeñito espacio libre que hay en la mesa de la cocina, tomo un par de vasos de vidrio y los lleno con los hielos de la bandeja y los relleno de agua. Le doy un trago largo al agua y empiezo a pensar en la tabla de multiplicar del 8 para distraer a mi amiguito y que se vuelva a dormir.

8 por 4, 32; 8 por 5, 40 y escucho que alguien llama a la puerta, decido terminar con la tabla antes de ir a ver quién llegó. 8 por 6, 48; 8 por 7, y escucho su pedante voz, tomo el vaso para Isabel y salgo de la cocina y ahí está él besando su mejilla, Isa me ve y se aleja de él. –Ya empiezan a llegar nuestros invitados, amor. –me dice ella, camino hasta ella y me pongo en medio de los dos.

–Ten amor, tu agua. –ella toma el vaso y se aleja de nosotros, me giro y me pongo de frente a mi primo, soy unos buenos 8 centímetros más alto que él, así que él tiene que inclinar su cabeza hacia atrás para mirarme a la cara. –Ah, hola primo, bienvenido ¿y Paloma?

–Llegó corriendo al baño, mi mamá le dijo que dejara de beber limonada pero no hizo caso. –Me responde dándome una mirada llena de odio, la verdad es que esas miradas no me son extrañas desde hace años que me mira así.

Su oportuna hermanita aparece en el salón. –Hola primo, Alex. –yo dejo de mirar a su odioso hermano y la saludo a ella.

–Hola Palomita, ¿cómo estás?

–Yo muy bien, emocionada de que Toño regrese. –me dice y se pone a brincar. – ¿Tardará mucho en llegar?

–Cerca de una hora, tal vez menos. –le respondo y ella brinca aún más.

Isa se acerca a nosotros de nuevo y me abraza por la espalda, solo asoma su carita sobre mi hombro donde recarga su barbilla. – ¿Gustan algo de beber? –les pregunta a mis primos y los dos niegan. Y somos salvados por otro llamado a la puerta. –Yo voy.

– ¡Yo te acompaño! –grita Paloma y las dos salen del salón.

– ¿Es necesario que estén todo el tiempo tocándose? –me cuestiona el imbécil, yo sonrío.

–Sí, ¿Tienes algún problema con eso? –le respondo arrogante.

–No necesitas recalcarme que ella te eligió a ti. –me dice y mi sonrisa se vuelve más grande.

–Es que primo, nunca hubo una competencia por ella. –él me mira confundido. –Nunca estuviste a la altura del juego. –y pasé junto a él dándole unas palmadas en el brazo dejándolo mudo y camino hasta la entrada donde Isa y Paloma están recibiendo a un grupo de niños y recibiendo indicaciones de sus madres indicando la hora en la que vendrán por sus retoños.

Isa termina de recibir indicaciones y cierra la puerta y me mira detrás de ella. – ¿Y esa sonrisa arrogante? –me pregunta y yo solo le doy un beso rápido en los labios.

–Luego te platico, creo que hay un grupo de niños a los cuales entretener hasta que llegue mi hermano. –ella me mira sospechando de mí, pero me sonríe deja algunas cosas que le dieron las madres en el armario que está debajo de las escaleras.

Estamos sentados sobre el sofá, por fin vinieron por el último amigo de Toño y nos estamos tomando un respiro antes de empezar a recoger el desastre de la fiesta. La señora Marina nos mira desde el otro sofá, Isabel sigue sin hacerle mucho caso y su relación es algo tensa, Isabel se recuesta sobre el sofá y sube sus pies sobre mi regazo, instintivamente quito su tenis rojos y masajeo sus pies.

–Anahí, no estás en tu casa. –es lo único que le dice su madre sin levantarle la voz, Isa rueda los ojos.

–Calla madre, no molestes. –le responde Isabel y yo solo la miro, le doy una mirada de que no sea grosera con su mamá, ella me da una mirada de que no la soporta y luego le devuelvo la mirada de ¿por favor? ¿Por mí? Y ella suspira y me da la mirada de acuerdo.

Ella baja sus pies de mi regazo y se pone su tenis de nuevo. En ese momento escucho que mis padres bajan la escalera, Isa ata sus cordones y yo acarició su espalda. –Desde que eran niños sabíamos que estarían juntos, solo no creímos que tuvieran esta relación tan... –la señora Marina hace una pausa pensando qué palabra utilizar.

–Intensa. –completa mi padre entrando al salón detrás de mi madre. Ellos se sientan en el otro sofá largo.

–Sí, intensa. –corrobora la mamá de Isabel.

– ¿Y eso es malo? –pregunta Isa a la defensiva, tomo su mano y trato de calmarla, porque está muy a la defensiva.

–No, por supuesto que no. Es solo que nos da un poco de miedo que alguno vaya a salir lastimado si algo no sale bien. –nos dice mi mamá.

–Yo sé que no va a haber nadie más que Isa. –les digo y entre ellos tres se miran y después nos miran.

– ¿No crees que es algo pronto para decir eso? –me cuestiona mi padre. Isabel y yo negamos al mismo tiempo. –Son demasiado jóvenes para pensar en eso.

–Con todo respeto señor, no creo que sepan ustedes más que nosotros lo que significamos el uno para el otro o lo que sentimos. –le contesta Isa a mi papá y yo le doy un apretón en su mano para que sepa que la apoyo en lo que respondió.

– ¿Y ustedes si saben bien lo que quieren? –nos dice su mamá con un toque de ironía.

–Bueno, somos más maduros de lo que creen, lo que nos ha pasado nos ha hecho madurar antes de tiempo. –le contesta Isa a su mamá. –Si pude cuidar de ti por años, creo que puedo tomar mis propias decisiones.

Acaricio el dorso de su mano con mi pulgar para que sepa que tiene que relajarse y no soltar esas respuestas mordaces. –Lo que decimos es que podemos tener 14 años, pero sabemos lo que queremos a futuro, hemos hablado de todo, tenemos un plan en caso de que llegáramos a terminar. No somos ingenuos, sabemos que de aquí a varios años pueden pasar muchas cosas, pero también sabemos que siempre vamos a estar para el otro. –doy un suspiro. –Ustedes llaman nuestra relación intensa, yo creo que es más una relación muy especial, más que ser novios somos mejores amigos, nadie me conoce como ella y a ella nadie la conoce como yo.

–Bien, yo creo en ustedes, y sé que serán responsables y cuidadosos con las decisiones que tomen. –nos dice mi mamá y nosotros asentimos.

Su mamá y mi padre se encojen de hombros y sobrevivimos a nuestra primer arrinconado con nuestros padres.

– ¿No tenías algo que preguntarles Isabel? –le dice su mamá y ella se ruboriza. Yo enmarcó una ceja.

–Yo, bueno... Mi padre llamó ayer por la tarde para preguntar si ya estábamos planeando mi fiesta de quince años, así que quisiera preguntar si ¿Alex puede ser uno de mis chambelanes? –sus mejillas están completamente rojas, y yo paso mi pulgar por el dorso de su mano para que se relaje.

– ¿No faltan 7 meses para tu cumpleaños? –pregunta mi mamá e Isa asiente.

–Bueno, lo hacemos con este tiempo de anticipación porque "la princesa" siempre quiso algo grande, enorme, entonces es lo que su papá le va a dar por lo que hay mucho que planificar. –dice su mamá y algo en cómo dijo la princesa me hace fruncir el ceño, porque es obvio que ella provoca a Isabel la mayoría de las veces, pero ¿por qué?

–Ah, bueno nosotros no tenemos ningún problema, ¿y tú Alex? –responde mi mamá.

–Será un honor, princesa. –le digo y beso el dorso de su mano. Ella me sonríe, pero noto que sus ojos se empiezan a aguar. – ¿Y qué tal si eres Cenicienta por un ratito más y vamos a levantar lo de la cocina?

Ella afirma y se pone de pie, yo detrás de ella y vamos hasta la cocina, ya en la cocina ella me abraza y siento la humedad de sus lágrimas en mi playera. – ¿Por qué disfruta tanto molestarme? ¿Qué le hice yo? Soy su hija. –me dice ella y yo la abrazo más fuerte.

–Tranquila, la del problema es ella, no tú. Tú eres una persona maravillosa. –le contesto beso su cabello.

Nos quedamos un par de minutos así hasta que ella se controla y deja de llorar. –Vamos a ordenar aquí. –me dice determinada y sé que lo hace también para sacar su frustración lavando los trastos y aplastando las botellas de plástico para el reciclaje.

–Vamos, ¿qué quieres que haga? –ella va hacia el lavabo y toma el delantal de flores amarillas de mi mamá y se lo pone.

–Tú recoge la basura, recuerda separarla. –ella empieza a lavar los trastos que ya están en el fregadero y yo le hago un saludo militar.

–Sí, mi general, a la orden. –ella me sonríe y cada uno se pone a hacer su tarea.

Compadezco a los vasos y platos pues los restriega con mucha fuerza, pero mejor que saque sus frustraciones con los trastos que con su mamá. Yo termino de separar la basura en bolsas y la saco al contenedor pues mañana pasa el recolector por la mañana, ella ya está lavando las superficies de la mesa y la barra de la cocina, mientras ella las lava con jabón yo las enjuago y las seco, después mientras yo barro, ella ya está preparando el agua para trapear el suelo que está pegajoso por el refresco que se cayó. En poco tiempo dejamos la cocina como si nunca hubiese habido una fiesta, ahora el comedor y la sala, vamos al comedor y desde ahí vemos que nuestras madres están limpiando la sala, así que entre los dos limpiamos el comedor, separamos la basura en más bolsas, lavamos y secamos todas las superficies donde encontramos huellas de manos con dulce y con mole, para finalizar con el piso que al igual que el de la cocina estaba pegajoso.

– ¡Listo! ¿Terminé a tiempo para ir al baile? –me dice y se monta en mi espalda como un monito, yo apenas y alcanzo a sujetarla y a equilibrarme.

–Amor, casi nos caemos. –le digo riéndome y ella me da un beso en mi mejilla.

–Sé que nunca me dejarías caer. –me contesta confiada y yo no puedo evitar reír.

–Me vas a matar muy joven. –le respondo y ella me vuelve a besar la mejilla.

–Tontito. –me dice y yo camino hasta la sala de estar donde nuestras madres ya están sentadas hablando.

Ellas nos ven y mi mamá nos sonríe, pero la señora Marina nos mira y rueda los ojos. –Bueno, creo que es hora de que Cenicienta regrese a su casa. –le digo a Isa y ella hace una mueca y se baja de mi espalda.

–De acuerdo, pero sólo si el príncipe le promete que mañana irá a visitarla. –me dice dándome un besito esquimal.

–Te escribo o te llamo al rato para ponernos de acuerdo. –le digo y ella me sonríe y después me da un beso rápido en los labios.

–Bueno, pues vámonos, los señores Rivero deben descansar. –le dice su mamá y ella asiente, va hasta el armario debajo de la escalera, ella lo bautizó como el armario Harry Potter, y toma su bolsa que guardo ahí cuando llegó. Su mamá ya está esperándola en la puerta, la agarro ates de que llegue a la puerta y le doy otro beso más largo. Oímos que alguien carraspea detrás de mí así que la suelto.

Y ella y su mamá se van. Mi mamá se acerca a mí y me abraza. –Sé que ella es la indicada, cariño. Confío en ustedes. Solo dale tiempo a Marina, aun lidia con muchas cosas.

Mi mamá se aleja de mí y la escucho subir las escaleras, yo apago las luces de la sala de estar, el comedor y la cocina y enciendo las luces del patio. Estoy subiendo la escalera cuando siento mi celular vibrar, lo miro y es un texto de Isa.

Decido hacer lo mismo que ella y voy a darme una ducha y me acuesto ya para dormir, pero no puedo dormir, así que tomo un libro de Julio Verne, para relajarme, empiezo a releer La vuelta al mundo en 80 días.

–Gracias por traerme Ed. Nos vemos mañana. –me despido de mi amigo y salgo del auto que le manda todos los días su papá para recogerlo del colegio, su papá es un abogado importante que aspira ser diputado así que puede permitirse tener chóferes.

–Nos vemos mañana Isa. –bajo del auto cuando el chófer me abre la puerta y me ayuda a bajar del auto.

Le agradezco al chófer y empujo la verja de entrada. – ¡Amor! –reconocería esa voz hasta en el mismísimo infierno, lo veo caminando hacia mí, debe venir de su casa porque ya no trae su uniforme puesto.

Lo espero hasta que llega a mi lado y se adueña de mi cara y me besa con demasiada desesperación, le respondo un poquito confundida, cuando nos separamos él llena mi cara de besos más delicados en ella. – ¿Qué tienes amor? –logro decirle antes de que sus labios se apoderen de los míos de nuevo.

–Lo siento si te asusté, amor. –me dice abrazándome.

–No, tranquilo, pero es obvio que algo te perturba, ven entremos. –le digo y el afirma una vez, me quita mi mochila y entramos a la casa. – ¡Señora Sonia, ya estoy en casa! –le grito a la señora Sonia y como todos los días solo me contesta con un  » Ajá «  caminamos hasta la sala de estar que según estableció la señora Sonia es zona segura para que estemos solos Alex y yo. Me siento en el sofá junto a la ventana y le doy unas palmaditas al asiento junto a mí para que Alex se siente, él se deja caer sobre el sofá y después me sube a su regazo. – ¡Oye! ¿Qué pasa? Habla conmigo.

– ¿Quién te trajo? –me pregunta y yo lo miro extrañada.

–Edgar, bueno y el chófer de Edgar. Le ayudé con matemáticas y me devolvió el favor trayéndome a casa, yo le dije que no era necesario, pero como no acepté que me pagara por las asesorías dijo que lo mínimo que podía hacer era traerme a salvo a mi casa. ¿Por qué? –él recarga su frente en el costado de mi cabeza, y oculta su mirada de la mía. –Oye amor, ¿qué pasa?

–Perdóname bebé. –me dice y yo trato de tomar su rostro para que me vea. Al final él solo levanta su mirada. –Perdóname bebé, Los celos se apoderaron de mí.

–Ay, tontito. –le digo risueña y tomo su cara entre mis manos y con mis pulgares acaricio sus mejillas. –No hay nada que perdonar, pero también sabes que no hay nada de qué tener celos.

–Es que pensé que él era Diego. –me dice y yo frunzo el ceño.

–Oye, Diego ya no me habla como te dije antes y aunque me hablara no hay nada por lo que debas dudar de mí. –le contesto seria, él cierra los ojos y da un suspiro.

–Lo sé, cariño. Perdón me cegué por un momento, no volverá a pasar, pero es que... –da un gruñido y pasa una de sus manos sobre su cara varias veces, un gesto que hace cuando se siente molesto y frustrado por algo.

– ¿Es que qué? ¿Qué pasa? –le pregunto.

–Dejé que David se metiera en mi cabeza, lo siento amor, todo el día estuvo molestándote diciéndome que sus viejos amigos de tu colegio le habían dicho que habías estado mucho tiempo con Diego y con muchos otros chicos, dejé que sembrara dudas en mí. Perdóname. –yo lo abrazo porque no es fácil lidiar con David, no lo culpo David se ha vuelto un maldito monstruo lleno de odio y resentimiento, empeñado en molestar a quienes nos importó en algún momento. Mis tíos hablan incluso de meterlo en un internado militar, pero aún no se deciden. Ojalá y se decidan pronto.

–Oye tranquilo, sé que David puede ser como un maldito gusano que se cuela en nuestros pensamientos, simplemente ignóralo. –él me abraza y nos quedamos así un momento. –Te presentaré a todos mis amigos el sábado cuando nos reunamos para el primer ensayo. Y verás que ellos solo me ven como su amiga y yo a ellos igual, son buenos chicos a pesar de ser hijos de gente con dinero.

– ¿Ya todos dijeron que sí? –me pregunta y yo afirmo. –Entonces él sábado, ¿a qué hora será?

–A las 11 de la mañana, mi madre nos llevará a ti, a Eze y a mí en el auto, mis amigos nos verán allá. –le digo y él asiente una vez. – ¿Ya comiste o comerás conmigo?

–Esperaba comer contigo. –me dice y yo le sonrío porque adoro que comamos juntos.

–Bien, puedes avisarle a Sonia, yo iré a cambiarme, después de un rato me fastidia el uniforme pijo. –me levanto y él se pone de pie, mientras yo subo a mi habitación él va a la cocina donde está Sonia.

Me quito el uniforme y lo cuelgo en una percha lo meto en el closet y me pongo un sencillo vestido para no tardarme, cambio los zapatos de la escuela por mis Converse negras y bajo, encuentro a Alex platicando con Sonia en la cocina. El pasa su brazo sobre mis hombros y me atrae a su costado. –Ay niña, este niño haría cualquier cosa por ti, lo traes loco. –nos dice la señora y nosotros nos ruborizamos y reímos.

– ¡Que cosas dice señora Sonia! –le contesto y ella se ríe.

–Vayan al comedor, ya les llevo de comer. –nos dice, pero antes él y yo tomamos los manteles individuales, los cubiertos y los vasos y nos los llevamos al comedor. –Ya les he dicho que eso me corresponde a mí hacerlo.

–Trabajas aquí Sonia, pero no eres mi esclava, podemos hacer esto. –le contesto como siempre y vamos al comedor a poner la mesa para comer.

Ella nos trae los platos con la comida y una jarra de agua de fruta, comemos tranquilos mientras platicamos de nuestras clases y nuestros amigos, cuando terminamos de comer, me dice que tiene que irse porque tiene mucha tarea y su mamá solo lo dejó venir un rato, así que se va después de darme un largo beso. Como yo también tengo tarea que hacer tomo mi mochila de la Sala y subo a mi habitación, pongo la música que preseleccioné como piezas para mi vals de quince años para volverlas a escuchar y poder escoger mejor el viernes que vea a la coreógrafa. Y me pongo a hacer mi tarea de química primero que es lo que me está costando más trabajo entender.

Por fin es sábado, después de una semana bastante pesada porque se acercan los exámenes antes de las vacaciones de Navidad eso sumado a que hemos tenido ya que ir a ver varios salones en donde podría ser mi fiesta me han dejado bastante estresada, además de que tampoco tuve mucha oportunidad de ver a Alex en esos días, son las nueve de la mañana y me encuentro desayunando con mi madre que hojea una revista de vestidos que le di hace rato.

–Entonces ¿estas decidida a que la temática de tu fiesta será la aristocracia inglesa del siglo XIX? –me pregunta y yo asiento una vez mientras sigo comiendo mi avena con fresas picadas.

–Si mamá, muy segura. –le digo mientras ella bebe su café y sigue viendo la revista.

–Bien, como tú quieras. Creí que sería la temática de la Bella y la Bestia como habías planeado desde que tenías 6 años. –me contesta y lo cierto es que desde que era niña esa era mi historia favorita pero ya fui Bella en una obra del colegio y Luis, el primo de Alex fue el príncipe, después de eso ya no podía relacionar a Alex con la Bestia nunca más, esa experiencia con Luis Enrique arruinó mi sueño de que Alex fuese mi príncipe.

–No puedo ya con la Bella y la Bestia. –le contesto y vuelvo a comer lo avena.

– ¿Es por la obra con Luis? –me pregunta y yo solo afirmo una vez. –Sabes, nunca hablamos de ese día, debí haber hablado con sus padres de eso.

–Olvídalo mamá, fue hace mucho tiempo. –le respondo porque lo que menos quiero es que mi mamá intente arreglar algo que no arregló en su momento.

– ¿Te sigue incomodando estar cerca de él? –yo ruedo los ojos y dejo mi cuchara sobre el plato de avena sin terminar.

–No mamá, sería estúpido de mi parte ya que lo veo muy frecuentemente en casa de Alex. –le contesto alejando mi plato de mí. –Ya me llené.

–Bueno, si estas segura de que ya lo dejaste pasar, entonces ¿qué problema hay que usemos el tema de La Bella y la Bestia?

– ¡Preferiría que no! –le respondo y empiezo a jugar con la cuchara en la avena. –No podría hacerlo.

–Bueno, ¿y qué tal otra princesa? La semana pasada estaban jugando que eras Cenicienta. –ruedo los ojos ¿cuál es la insistencia de que sea una princesa Disney?

– ¿Por qué quieres cambiar mi temática? –le contesto del mejor modo.

–Simplemente porque te conozco, sé que muy en el fondo tienes guardada esa ilusión de ser una princesa por un día. –da un suspiro y me mira como cuando era pequeña y me caía a cada rato. –Solo quiero que seas mi princesita un día más y ya. Sé que te he hecho daño solo quiero que ese día sea perfecto como lo planeamos desde que eras pequeñita.

Es la primera vez que me habla así y que reconoce que me lastimó y sobretodo que se escucha como era mi mamá antes. Y supongo que tiene razón, muy en el fondo quiero ser una princesa una última vez. –De acuerdo, tú ganas. Usaremos a Cenicienta como la temática de mi fiesta. –ella me sonríe y termina de beber su café, yo tomo el tazón con la avena sin terminar y lo llevo a la cocina.

Regreso al comedor donde ella sigue viendo la revista. –Bueno, tal vez deberíamos irnos antes para que hablemos con la coreógrafa sobre el cambio de pistas, iré a mi habitación por la banda sonora de las princesas Disney.

–Tienes razón, llamare a tu tía Julieta y a Violeta de que pasaremos por los chicos antes. –me dice y toma su celular para hacer las llamadas, yo subo a mi habitación y tomo los CD, busco los dos de las bandas sonoras de las princesas y los pongo junto a los de la música pop que ya habíamos escogido para complementar el vals. Bajo y mi mamá está finalizando las llamadas. –Vamos, ya están listos.

Guardo los CD en la pequeña mochila que ya tenía preparada con una toalla facial y una botella con agua, me pongo mi sudadera azul y salimos de la casa, me subo en el auto y ajusto el cinturón de seguridad mientras mi mamá sube en el asiento del chofer. Salimos y vamos primero por Ezequiel que sale corriendo en cuanto mi mamá hace sonar la bocina, después vamos por Alex que ya está afuera de su casa con su mamá esperándonos, los chicos van en el asiento trasero, así que Alex y yo vamos todo el camino haciéndonos caras y dándonos miradas a través del espejo retrovisor.

Cuando bajamos del auto ya en la academia de baile escucho a Eze suspirar. –Creí que empezaría vomitar arcoíris si pasaba diez minutos más en el auto con ustedes y sus cursilerías. –nos dice mi hermanito que ya no es tan pequeño, pues a pesar de ser el menor es de la estatura de Alex.

Todos nos reímos por el comentario de Ezequiel, incluida mi madre, Alex toma mi mano y entramos a la Academia de baile.

–Esa maestra está loca, mañana no podré levantarme de la cama. –dice Ezequiel entrando al auto en el asiento del copiloto. –No voy a aguantar verlos todo el camino de regreso mandándose besitos a través del retrovisor, así que mejor ustedes váyanse juntos atrás.

Alex también entra en el asiento de atrás agotado después de 3 horas con la coreógrafa que pasó los primeros 45 minutos con ejercicios de calentamiento, ya tenía a todos mis amigos, mi hermano y mi novio sudando en los primeros 30 minutos y pidiendo un descanso. –Eze, eso solo fue el calentamiento. No exageres. –le contesto y él y Alex me miran indignados. – ¡¿Qué?!

– ¿Cómo es que aguantaste tanto? –me pregunta Alex.

–Tome clases de jazz y de ballet con ella hace años. –le digo encogiéndome de hombros. –si creen que eso fue rudo los ejercicios que nos ponía en el ballet eran lo doble de rudos que estos.

–Sin duda está loca. –interviene Eze.

–Creo que solo es demasiado apasionada y un poquito intensa. –les contesto y ellos bufan y mi madre y yo reímos.

– ¿Qué tal si los invitamos a comer unas enormes hamburguesas? –les dice mi mamá y ellos parecen animarse.

–Esa sería una gran recompensa, dado que morimos de hambre tía. –le contesta Ezequiel, así que mamá conduce al restaurante que visitábamos cuando venía a tomar mis clases de baile hace mucho, mucho tiempo y que sin duda tiene las hamburguesas más grandes y deliciosas que he probado en la vida.

Termino de pegar el listón de color rojo sobre la caja y admiro la obra de arte que hice, bueno en realidad solo es la envoltura del regalo de cumpleaños de Alexander, y con eso me encuentro lista para ir a verlo. Tomo el regalo y mi bolso pequeño que atravieso por mi pecho dentro ya están mis llaves, mi cartera y mi celular.

–¡Nos vemos mañana señora Sonia! –le digo a la señora que está aspirando la alfombra de la sala de estar.

–¡Ve con cuidado niña! –me grita por encima del ruido de la espiradora, yo salgo de la casa y camino hasta la de Alex, busco las llaves en mi bolso y encuentro la de la casa de Alex, cuando la mamá de Alexander me dio la llave de su casa me sorprendí, pero me dijo que era para no estar esperando afuera cuando quisiera ir. Entro y al primero que veo es a Toño que está sentado frente al televisor.

–Vas a quedarte ciego, Toño. –le digo haciéndolo sobre saltarse porque obviamente no me escuchó entrar.

–Hola Isa. –me dice levantándose del suelo y caminando hacia mí, nos damos un beso en la mejilla y se aleja hacia las escaleras. –Iré a avisarle a Alex que llegaste, mi mamá está en la cocina terminando la comida, por si quieres ir a ayudarle.

–Gracias Toñito, camino hacia la cocina, de paso por el comedor dejo la caja de regalo sobre la mesa y continuo hasta la cocina donde la señora Violeta camina de un lado a otro. –Hola, buenas tardes, señora Violeta.

–¡Isa! ¡Llegaste antes! –y deja de hacer lo que hacía y se acerca a mí para darme un beso en la mejilla para saludarme.

–Bueno estoy saliendo antes por los exámenes finales, así que quise venir a ayudar. –le contesto y ella me sonríe con ternura.

–Bueno con la comida ya casi termino, pero ¿podrías ayudarme a poner la mesa, por favor?

–Claro. –camino hasta las alacenas donde tiene los vasos y platos guardados, bajo los necesarios y los colocó sobre la barra que divide la cocina del comedor cuando escucho sus pisadas rápidas.

–¡Isa! –giro mi cara para verlo atravesar el comedor y entrar a la cocina hasta donde estoy yo, pongo los cubiertos de vuelta en el cajón antes de envolver a Alex en un abrazo.

–¡Feliz Cumpleaños, amor! –le digo cuando me suelta ligeramente, unimos nuestros labios para besarnos, olvidándonos que no estamos solos.

–Gracias amor, sin duda tu eres mi mejor regalo de cumpleaños. –me contesta después de dejar de besarnos.

–Uy, gracias por lo que me toca. –nos dice su mamá con tono fingido de dolor. Los tres nos reímos y Alex me suelta y va y abraza a su mamá. Yo vuelvo a tomar los cubiertos y voy al comedor para poner los manteles individuales, los platos y los vasos, doblo las servilletas y coloco los cubiertos, dejo a Alex interactuar con su mamá sin mi interrupción.

Siento sus brazos envolviendo mi cintura cuando estoy terminando de poner la mesa. –Llegaste antes. –me dice besando mi mejilla.

–Terminé mis exámenes y nos dejaron salir, mañana son los últimos exámenes y seré libre. –le contesto emocionada –¿Y tú?

–Hoy terminé mis exámenes, ya soy libre. –me dice, me giro entre sus brazos para quedar de frente y le doy un beso en su nariz.

–Bueno entonces tenemos doble celebración para ti, una por tu cumpleaños número quince y otra porque has terminado tu tercer año de secundaria.

Él desvía la mirada hacia el lugar en la mesa donde está su regalo de cumpleaños. –¿Ese es mi regalo?

–Sip, ¿quieres abrirlo ahora o más tarde? –El hace un gesto y lo piensa un poco.

–Mejor más tarde. Ahora quiero que me acompañes afuera.

—Pero estoy ayudando a tu mamá. —le digo dudosa.

—Ve con él, linda. Aquí ya todo está listo. —me dice su mamá desde la cocina.

Así que Alex toma mi mano y salimos por la puerta de atrás hacia su patio trasero, ya que estamos fuera toma mi cara y se apodera de mí boca. —Necesitaba hacer esto, y hacerlo frente a mí madre no sería correcto. —me dice después de haber devorado mi boca de la manera más increíble posible. —Ahora voy a mostrarte lo que quería que vieras.

Caminamos hasta la orilla de la casa donde está estacionada una moto cubierta por una lona gris, el quita la lona y en efecto adivine es una moto nueva de color azul. —¿De quién es? —le pregunto y él se ríe. Una de esas risas ligeras qué tiene que hacen que mis rodillas tiemblen. —¿Es tuya?

Mi cara debe ser de asombro total porque se empieza a reír abiertamente de mí. —Claro que es mía. Fue mi regalo de cumpleaños/graduación/navidad de parte de mi tía Glo.

—Wow, me imagino que a tu papá no le hizo nadita de gracia qué tu tía te regalará la moto. —le digo y el hace una mueca lo cual quiere decir que tengo razón. —Bueno tía Glo se superó esta vez con creces, parece que lo hace para molestar a su hermano cada vez más.

—Llegué a la misma conclusión qué tú, bebé. —mete su mano en el bolsillo de su pantalón y saco una llave color plata. —¿Quieres ir a dar una vuelta rápida conmigo?

Sabe que siempre he tenido esa pequeña y loca fantasía de los libros clichés donde las chicas buenas se montan en las motos con los chicos malos y salen disparados hacia su loca aventura amorosa. —¿Es seguro?

—Vamos amor, ¿Crees que te pondría en riesgo? —tiene razón, estamos hablando de Alexander Rivero, antes se corta un dedo qué ponerme en algún peligro. Asiento y su cara se ilumina con una enorme sonrisa, sé monta en la moto y yo me subo detrás de él, cuando ya estoy acomodada detrás de él me pasa uno de los cascos de Seguridad, lo reviso rápidamente para ver cómo se pone y me lo pongo, él se pone su casco también y enciende la moto. —¿Lista?

Yo me abrazo más fuerte a su cintura. —Sí, vamos. —Cuando menos me doy cuenta ya estamos rodeando la casa y saliendo por un costado donde están las ventanas de la cocina donde vemos a la señora Violeta sonriéndonos y sacudiendo su mano hacia nosotros, tomamos la calle y alcanzamos a escuchar que nos grita que vayamos con cuidado.

Damos algunas vueltas por los alrededores, en un semáforo nos encontramos con David que está con un grupo de amigos haciendo sabe Dios qué, mientras esta el rojo en el semáforo levanto el visor del caso y sacudo mi mano diciéndole adiós, su cara es de shock total, veo que cambia el semáforo y me vuelvo a abrazar de Alex. A través de mis brazos siento como Alex va riéndose, de ahí nos dirigimos de vuelta a su casa. Estaciona la moto en el mismo lugar donde estaba antes de irnos, me bajo y quito el casco y él hace lo mismo y vuelve a dejar la moto y los cascos como estaban antes.

—Su cara fue todo un suceso. Lo dejaste en shock amor. —me dice Alex mientras me ayuda a acomodar mi cabello qué quedó aplastado y revuelto por el casco. —La próxima vez tendrás que amarrar este bonito cabello tuyo.

—Sí, bueno no sabía que me pondría un casco sino me hubiese amarrado el cabello antes de venir. —Y él me sonríe. —Y sí, la cara de David fue épica, ¿crees que supiera que eras tú?

—No lo creo, tal vez por eso lució aún más sorprendido. —me da un beso en la punta de la nariz. —Es incapaz de quedarse callado así que pronto sabremos qué pensó cuando te vio. ¿Y qué estaba haciendo ahí por cierto? ¿Pudiste ver qué hacía?

—No tengo idea solo estaba ahí parado con sus amigos, perdiendo el tiempo, o mejor dicho aprovechando su poco tiempo que le queda, sus papás ya se decidieron a mandarlo al internado militarizado para que curse todo el bachillerato ahí.

—No tenía idea de eso. —me dice sorprendido.

—Es una decisión reciente, parece que hizo algo realmente malo y tomaron la decisión, mi madre les ayudará con sus gastos.

—Bueno, lo mejor será que entremos, no deben en tardar en llegar tu mamá y mi papá. 

Karly 🤍

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