Capítulo 7.
Estoy en la mesa del comedor haciendo mi tarea de matemáticas avanzadas y sigo escuchando los gritos de mi tía Juli y David desde la sala, llevan cerca de una hora gritando, miro la hora y son casi las 6, así que empiezo a guardar mis cosas en mi mochila, Eze me mira y frunce el ceño.
– ¿Ya te vas? –me dice y yo afirmo con la cabeza. – ¿Vas a dejarme solo con ese problema? –me dice señalando hacia la sala, ciertamente no iba a hacerlo antes de irme pensaba pasar a calmar a todo el mundo.
–Por supuesto que no, voy para allá. –cierro mi mochila y la dejo sobre la mesa y salgo del comedor para ir a la sala.
Apenas entro y David me ataca. – ¡Tu no vengas a meterte, todo esto es tu culpa! –me grita, ahora resulta que es mi culpa que se haya peleado por Daniela.
–En primera te lo advertí, te dije que te alejaras de esa muchacha y no me hiciste caso y en segundo deja de ser un bebé y madura. –le contesto, mi tía me hace señas de que no le diga ya nada. Él me da una mirada llena de odio.
– ¡Ni siquiera sé por qué sigues aquí, no eres ya bienvenida aquí! –me grita y sus palabras lastiman, pero no dejo que lo vea.
– ¡DAVID! –le grita mi tía, me acerco más a él.
– ¡No te preocupes, no volverás a verme aquí, claro a menos que venga ver a mi tía, créeme no me da gusto seguir hablando con alguien tan imbécil como tú y claro, no esperes que mis papás sigan pagando tu escuela, así que yo que tú me voy despidiendo de tus "amigos"! –lo siguiente que siento es que me toma del brazo con mucha fuerza y mi tía se acerca a nosotros corriendo.
– ¡David, suéltala! –le dice su mamá y él afloja su agarre de mi brazo, yo termino de zafarme de él.
– ¡NO VUELVAS A HABLARME EN TU PUTA VIDA! –le grito furiosa, mi tía nos mira sin poder dar crédito hasta donde ha escalado esta pelea.
Salgo de la sala y camino al comedor, miro la hora y solo faltan diez minutos para las seis, voy al baño y me miro en el espejo, tengo las mejillas rojas, miro mi brazo donde me tomo y veo la marca de sus dedos, pero solo eso, tal vez mañana tenga un moretón, tendré que usar blusas con mangas en los próximos días. Ajusto mi coleta y salgo del baño, paso de largo de la sala de estar donde veo que David por fin ha dejado de gritar y está sentado cubriéndose la cara, mi tía Juli habla sentada junto a él, voy hasta la habitación de Ezequiel y tomo mi maleta donde guardo mi uniforme y el resto de mis libros de la escuela, voy hasta la sala de estar e ignoro a David.
–Ya me voy tía. –me acerco a decirle, ella se pone de pie y me abraza.
–Lamento lo que hizo. –me dice y yo niego porque ella no tiene que disculparse de nada. –Cuando llegue tu tío hablará con él.
–No importa. Ya había estado pensando en esto, hablaré con la señora Sonia para que tome el trabajo a tiempo completo y así ya no la esté molestando. –le digo a mi tía y ella empieza a negar, la señora Sonia es una señora que contratamos recientemente para mantener mi casa limpia los fines de semana y que haga de comer en vista de que yo no resulte muy práctica en la cocina. –Es lo mejor, ya no soy una niña, y puedo llevar mi casa un poco más, veré que mi madre siga yendo a su terapia y la señora Sonia nos mantendrá alimentadas. –ella parece dudar. –Siempre puede ir a ver que sigamos vivas, pero será lo mejor. David y yo ya no podemos seguir conviviendo sin terminar gritándonos y será lo mejor.
Ella me abraza fuerte y me suelta. –Estaré pendiente de ti, de todos modos.
–Lo sé. –salgo de la sala y voy al comedor. –Adiós Eze, cuida de tu mamá. –le digo a mi hermanito besando su cabeza.
–Entonces nos dejas. –me acusa y yo niego.
–Jamás podría dejarlos, somos familia, seguramente nos veremos los fines de semana en casa de la abuela, y puedes ir a mi casa cuando quieras. –le digo y él se queda pensativo.
–Odio que mi hermano se volviera en ese ogro, arruinó todo. –me dice y yo niego.
–Solo es una etapa, cuando aprenda a dominar sus emociones volverá a ser el de antes. –le digo y él parece no creerme, le doy otro beso en su cabeza. –Nos vemos luego Eze, cuídate.
Salgo de la casa con mi mochila de la escuela y mi maleta de cosas que tenía aquí, son pasadas de las seis por unos minutos, pero conociendo a Alexander y su puntualidad debe estar afuera esperándome.
Efectivamente apenas salgo de la casa, él ya está quitándome la maleta y la mochila. –Hola. –me dice y me sonríe, no sonrías Alex que me enamoras más.
–Hola. –le contesto, el sin pensarlo entrelaza nuestros dedos y empezamos a caminar lejos de la casa donde me crié. –Ya no voy a venir a esta casa.
El voltea a verme y yo me encojo de hombros. – ¿Por qué?
–David y yo ya no podemos estar juntos, terminamos peleando o gritándonos, lo mejor es tomar distancia. Mañana hablaré con la señora Sonia para que tome el trabajo de tiempo completo. –Alex al estar muchos fines de semana conmigo en casa conoce a la señora Sonia, siempre nos está haciendo bromas de que dejemos las puertas abiertas, y otras bromitas. – ¿Crees que acepte?
–Yo creo que sí, se preocupa por ti y tu mamá, creo que les hará bien tenerla de tiempo completo, además ustedes le pagan muy bien. –me dice mientras seguimos caminando hacia mí casa. – ¿Qué pasa contigo y David?
–No lo sé, creí que eran exceso de celos fraternales, pero para él parece otra cosa, a veces siento como si me odiara. –recuerdo su cara de odio de hace rato cuando me tomo del brazo, instintivamente miró mi brazo y se encuentra rojo. –Eh pensado incluso que ande en drogas, en la escuela me las han ofrecido, pero no soy estúpida sé qué esas cosas me enganchan y después no puedo dejarlas. Tal vez él si fue estúpido y las consume. –doy un suspiro y noto como me da un apretón en la mano de la que vamos tomados. –Le servirá el cambio de escuela. Espero.
– ¿Se cambiará de escuela? –me mira interrogante. –Sí, mis padres son los que pagan sus mensualidades y ahora que no nos hablamos le diré a mis padres que dejen de pagar su escuela, no pueden negarse a lo que les pido, así que lo siento, probablemente regrese a tu escuela.
Él me sonríe y niega. –No me interesa si regresa o no, no dejaré que me intimide de nuevo. –yo le sonrió y enredo el resto de mi brazo en el suyo y recargo mi cabeza en su hombro, Alex ha crecido tanto últimamente que ya le llego al hombro, seguimos caminando hasta mi casa, el jardín está demasiado descuidado, pienso en cuánto me saldrá pagar un jardinero una vez a la semana. Ahora que estaré más tiempo en casa debo de ocuparme de ella. Llegar a una casa vacía es algo deprimente, pero hoy no vengo sola así que no se siente tan triste.
– ¿Quieres algo de beber? –le digo caminando hacia la cocina, él deja mis cosas sobre uno de los sofás.
–Refresco del que haya está bien. –me dice y veo dos Fantas de lata en el refrigerador que sobraron de las que compramos la semana pasada. Las tomo y regreso a la sala de estar donde Alex ya se ha sentado. Le doy su refresco y me siento junto a él. ¿Cómo empiezo esa platica que dejamos pendiente? ¿Cómo le digo que yo he estado enamorada de él desde que teníamos cinco años pero que creí que nunca pasaría y por eso empecé a fijarme en otros chicos? – ¿Qué piensas? Puedo ver a tu cerebro trabajar a todo vapor desde aquí. –pasa uno de sus dedos sobre mi ceño y siento como se suaviza. –Además esa lengua se asoma de nuevo. ¿Qué pasa?
Cuando estoy pensando demasiado las cosas o estoy concentrada en algo tiendo a fruncir el ceño y sacar la punta de mi lengua entre los labios, Alex me conoce tan bien que sabe cuándo hago eso.
–Creo que dejamos una conversación pendiente, ¿no? –le digo y él me sonríe.
–Si tienes mucho en qué pensar, podemos dejarlo para después. –me sugiere y yo niego.
–No, no quiero que dejemos pendiente esto. –le contesto y él toma una de mis manos y la aprisiona entre las suyas.
–Como te dije antes, no te estoy pidiendo nada, solo quise ser honesto contigo. –lo miro y algo dentro de mí se vuelve cálido, miro su boca y ese recuerdo de hace años cuando nos dimos nuestro primer beso me invade, ¿se sentirá igual que aquella vez? Sin pensarlo empiezo a acercarme a él, él desvía su mirada hacia mí boca y también se empieza a acercar. – ¿Estás segura?
No lo pienso dos veces cuando uno mis labios en los de él, siento como un enjambre de mariposas revolotean en mi estómago, quiero más, quiero sentir su lengua en mi boca así que con la lengua rozó uno de sus labios, lo escucho gemir y abrir su boca, hace algunas horas me besaba Diego de este modo y solo pensaba en que sabía a picante y cebolla, mientras que al besar a Alex siento cálido por dentro y un millón de mariposas en mi estómago, solo pienso en no dejar de besarlo. Pero soy un ser humano y necesito oxígeno así que, aunque no quiero empiezo a separarme de él, dejamos nuestras frentes unidas, y nuestros ojos cerrados. Siento como acaricia mi mejilla y abro los ojos, no pienso, solo siento. –También estoy enamorada de ti. –le digo y él sonríe. –Desde hace años, solo que creí que nunca pasaría y tu amistad era tan importante para mí que no quería arriesgarme a perderte.
–Nunca vas a perderme, estaremos juntos para siempre. –me dice y engancha su meñique al mío. –Te lo prometo.
–Y yo también te lo prometo. –le respondo y nos volvemos a besar. Nunca había sentido lo que siento con Alex al besarnos, es como si fuera infinitamente feliz, me siento segura y tranquila, hace que todo pensamiento salga de mi cabeza.
–Entonces, ¿serias mi novia? –me pregunta después de habernos estado besado como por media hora.
Una risa nada común en mí se apodera de mí y empiezo a reírme con ganas, él me mira entre divertido y ofendido. –Por supuesto que sí, tontito. –él se relaja y yo tomó su rostro entre mis manos y lo lleno de besos de piquito por toda su cara. –Es que no puedo creerlo.
Él me atrae hacia él y me sienta sobre su regazo. –Yo tampoco puedo creerlo. Si no te tuviese entre mis brazos creería que es un sueño.
–Nop, no es ningún sueño, es real, mira. –y le doy un pellizco leve en el brazo y él grita. –Ya ves no es un sueño.
Lo siguiente que siento es que me recuesta sobre el sofá y empieza a hacerme cosquillas sin parar, yo no puedo dejar de reír, hace tanto que no me reía que se siente bien y al poco tiempo me empiezan a doler las mejillas. – ¿Quieres cenar conmigo? –le pregunto percatándome de qué ya ha oscurecido. El afirma y me ayuda a sentarme, busco mi celular en mi mochila para llamar a la pizzería cuando empieza a sonar, lo que me ayuda a encontrarlo en el fondo de mi mochila, lo saco y veo que quien llama es mi mamá, miro la pantalla extrañada porque hace mucho que no me llama, así que respondo pensando en que algo malo pudo haberle pasado.
– ¿Bueno? –contesto dudosa y temerosa.
– ¿Ya estás en la casa? –ni siquiera un hola, ni siquiera un cómo estás, directo al punto.
–Sí, estoy en la casa, me acompañó Alex, supongo que mi tía Juli ya te dijo lo que pasó con David. –le contesto y no puedo evitar rodar los ojos.
–Sí, ya hablé con ella. ¿Crees que era necesario pelear con David? Está pasando por un momento difícil. –lo que dice se siente con un puñal en el corazón, yo he tenido momentos difíciles desde que dejó de ser una madre y ahora defiende a David. –En fin, luego hablamos de eso.
– ¿Hablar? Es la primera vez que escucho tu voz en años, ya ni siquiera sabía que sabias hablar. –le contesto molesta, la escucho dar un bufido.
–No empieces Isabel. El sarcasmo no te queda. ¿Alexander sigue en la casa? –me contesta y eso solo hace que me den más ganas de pelear con ella.
–Sí, ¿y qué? –le respondo insolente.
–Dile que dice su madre que pasará por él más tarde, que no se vaya. –lo que dice me desconcierta. Miro a Alex que me mira y tiene una ceja enmarcada con dudas, pero esperando a que cuelgue.
– ¿Estás con su mamá? –le cuestiono y escucho un suspiro.
–Más tarde se lo explicará, sólo dale ese recado.
–Pero...
– ¡Solo dile lo que dije, solo has lo que te dije! –me interrumpe casi gritándome.
–Bien. –casi le bufo la respuesta, la vuelvo a escuchar suspirar. Y finaliza la llamada, miro la pantalla del celular y solo veo la foto de fondo de pantalla donde estoy con mis amigas de la escuela recostada sobre el césped y tomamos la foto desde arriba.
– ¿Qué pasó? –me saca de mis pensamientos Alex.
–Era mi madre, dice que está con tu mamá y que no te vayas a ir, que ella pasará por ti aquí. –le contesto y su cara se llena de dudas.
– ¿Qué hacen juntas? ¿No se supone que tú mamá está trabajando? –me pregunta lleno de dudas, pero yo estoy igual, así que solo niego.
–No tengo idea, hace mucho que ya no sé ni los horarios de mi madre. –le respondo sacudiendo mi cabeza para alejar todos esos pensamientos confusos. –Bueno, ¿de qué pedimos la pizza?
Le sonrío para tranquilizarlo un poco y el me regresa la sonrisa no muy convencido. – ¿Pepperoni y salchicha?
– ¡Con doble queso! –le digo emocionada y él ahora si me da una de sus sonrisas reales.
Llamo a la pizzería y pido nuestra pizza y nuestras bebidas. Él toma el control remoto y enciende la televisión y nos sentamos a ver uno de esos nuevos programas de reality show, el pasa su brazo sobre mis hombros y yo recargo mi cabeza sobre su hombro y así estamos viendo la televisión hasta que llega la pizza, tomo mi cartera y voy a la puerta, Alex camina detrás de mí, él recibe la pizza y las bebidas mientras yo le pago al repartidor, cuando cierro la puerta de nuevo regresamos a la Sala donde comemos nuestra pizza y seguimos viendo programación basura en la televisión.
El acaricia mi cabeza y yo empiezo a quedarme dormida sobre su pecho, es tan relajante estar con él, cuando estoy con Alex no importa que tan jodida está mi vida, no importa que mi madre sea un zombi o que hace meses que no veo a mi padre y solo veo el dinero que deposita en mi cuenta cada semana. No importa que en la escuela cada vez me exijan más los profesores y yo ya no quiero dar más de mí. No importa que mi relación con mi hermano David se haya roto por culpa de la cara de rata, no importa que por las noches piense en lo sola que estoy y que si me muriera nadie se daría cuenta hasta después de varios días o semanas. Pero no, sé que eso no pasaría porque Alexander notaria mi ausencia en cuestión de horas, si él no estuviese en mi vida, sería muy diferente, posiblemente ya me hubiese rendido hace mucho de no tenerlo a él a mi lado.
Estoy ya casi dormida cuando escuchamos ruido en la entrada. Me enderezo sobre el sofá y giro la cabeza para ver quienes entraron. –Buenas noches. –dice mi madre y detrás de ella aparece la mamá de Alex cargando a Toño sobre su hombro.
–Buenas noches –respondemos Alex y yo al mismo tiempo, mirándolas confundidos.
–Ven Violeta, para que puedas recostar a Toño. –mi mamá sigue caminando hacia el fondo de la casa donde están las habitaciones que utilizábamos cuando teníamos visitas, miro a Alex y está igual de confundido que yo.
Me levanto del sofá y extendiendo mi mano para que Alex la tome, él la toma y se pone de pie y caminamos hacia el pasillo, vemos a mi madre salir una habitación y dirigirse a la cocina, una habitación en la que no se paraba desde no recuerdo cuándo, después vemos a la mamá de Alex salir de la habitación y entrar a la cocina también, Alex y yo intercambiamos una mirada y vamos hacia la cocina, cuando entramos mi mamá está poniendo la tetera en la hornilla y la mamá de Alex saca las tazas de porcelana del gabinete de arriba.
– ¿Qué está pasando? –les pregunto y ellas nos miran.
– ¿Por qué no tomamos un té primero? –me contesta la señora Violeta. Y yo no encuentro mi voz así que solo afirmo una vez con la cabeza. Caminamos hasta los bancos que están alrededor de la isla de la cocina y nos sentamos, Alex no suelta mi mano y yo se la estrecho.
– ¿Desde cuándo pasó eso? –pregunta mi mamá señalando nuestras manos mientras deposita las bolsas de té dentro de las tazas.
La cara de Alex se vuelve roja y yo le sonrío. –Apenas hoy. –le contesto y ella tiene el cinismo de fruncir el ceño, yo ruedo los ojos. ¿Desde cuándo le importa algo que no sea ella misma?
–Bien. –es lo único que contesta, la señora Violeta se acerca a nosotros y le da un beso sobre la coronilla a Alex.
Y a mí me estrecha entre sus brazos y en apenas un susurro en mi oído me dice. –Me da gusto, él va a necesitarte mucho. –yo me quedo sorprendida y ella me suelta, me giro hacia el frente donde mi madre ya está poniendo las tazas con el agua caliente y los sobres de té, la señora Violeta pasa la azucarera y endulzamos nuestro té.
Estamos por un tiempo en completo silencio, sólo a lo lejos se escuchan algunas voces provenientes de la televisión que dejamos encendida en la sala. Cuando estamos ya por terminar nuestras tazas de té en completo silencio, mi mamá interrumpe el tenso habiente. –Anahí, ¿levantaste tu tiradero de la cena de la Sala? –normalmente sólo me llama Anahí cuando está molesta, casi nadie usa mi segundo nombre, es muy raro escuchar a alguien llamarme Anahí, así que frunzo el ceño.
–No. –le contesto insolente y ella me taladra con la mirada, se la devuelvo sin miedo, no puede pretender que es una madre ahorita que tenemos visitas.
–Pues vamos a levantarlo. –Se pone de pie y me señala la puerta con una inclinación de cabeza, yo me pongo de pie del banco y Alex está levantándose también, cuando lo interrumpe mi mamá –No Alex, quédate aquí, ella tiene que aprender a levantar sus tiraderos sola.
Yo salgo de la cocina molesta e incluso choco con mi madre al propósito cuando paso junto a ella camino a la sala, en realidad no está tan tirado, solo la caja de pizza y las latas de las sodas, y alguna que otra servilleta sobre la mesa de centro, tomo toda la basura y la meto dentro de la caja de la pizza, como mañana es sábado, pasa el camión recolector temprano por la basura, así que saco la basura al contenedor que está en un costado de la casa. Cuando regreso al interior de la casa mi madre está de pie en el pasillo y me señala la Sala con una inclinación de la cabeza, doy un bufido seguido de un suspiro y camino al interior de la Sala de estar de nuevo, ella entra detrás de mí, me dejo caer sobre el sofá donde estuvimos Alex y yo toda la tarde, ella se sienta en el sofá contrario.
–Sé que no he hecho las cosas últimamente del mejor modo, estoy trabajando en ello. –me dice y yo asiento y ruedo los ojos porque eso ya lo sé, y eso es un cuento que me sé desde que tuvo el accidente. –Violeta me buscó hace algunas semanas, Toño había estado enfermo y sabe que yo conozco a los mejores pediatras, quería que le consiguiera una cita con alguno de ellos, por supuesto que la ayudé, los lleve con el doctor Caballero, ¿lo recuerdas? –yo asiento una sola vez recordando al guapo y simpático pediatra que me regalaba paletas cada que mi madre tenía que llevarme a revisión médica. –Bueno, pues lo vio, reviso a Toño y le mandó a hacer varios estudios, hoy los vio de nuevo ya con los resultados de laboratorio. –ella junta sus manos y mira hacia el suelo. –Toño está enfermo de cáncer, tiene Leucemia linfocítica aguda, creo que no necesitas que te explique qué significa, has visto suficientes niños cuando te llevaba al trabajo como para saber.
Me quedo momentáneamente en silencio, procesando lo que me dice mi mamá, ella es enfermera pediatra, lleva años trabajando en un hospital rodeada de niños enfermos, pero hubo una ocasión en la que me llevó a su trabajo, yo había estado teniendo infecciones en la garganta muy frecuentemente y el doctor Caballero me mandó a hacer varios cultivos, ese día iba a que me revisara de nuevo y viera mis resultados, tuvimos que esperar a que se desocupara porque estaba en una cirugía, estuve en el área de mi mamá, era el área de oncología pediátrica, recuerdo a muchos niños de piel pálida, con ojeras y sobretodo sin cabello o con enormes huecos en sus cabezas donde les faltaba cabello, nunca me había sentido tan fuera de lugar en mi vida como ese día, recuerdo que mi mamá me metió a una oficina llena de ventanas donde me dijo que me quedara ahí, ella salió de la oficina y se puso a atender a todos esos niños. Verlos tan frágiles y aún sonreían era como algo que no debía estar en la misma oración, no podías estar tan frágil y tan feliz a la vez. Y entonces pensé en Toño, es un niño 3 años menor que nosotros, casi no hemos convivido por esa diferencia de edad, pero siempre ha sido un niño muy alegre, siempre corriendo detrás de Alex. – ¿Eso es lo que le va a pasar a Toño, lo que a esos niños de tu trabajo? –mi mamá afirma una sola vez y algo encaja en mi cabeza. – ¿Esto es lo que le está diciendo la señora Violeta a Alex en este momento? –ella vuelve a asentir una sola vez y yo pienso en lo que debe estar sintiendo Alex en este momento, es su hermanito. Cubro mi cara con mis manos y alejo esos recuerdos de los niños marchitarse, fue la única palabra que encontré para describir a esos niños, solo pude compararlos con las flores cuando empiezan a marchitarse y aun así persiste su color o su olor hasta que no queda más que se tiene que cortar.
–Va a ser un período difícil para la familia de Alex, su papá ya sabe y viene de regreso de su viaje para estar con ellos, llega mañana al medio día, el doctor Caballero les consiguió una cita para el lunes con el mejor oncólogo pediatra del hospital, estará en buenas manos y él podrá decirnos mejor el estado de Toño, tendrán que estar mucho en el hospital los próximos meses. –yo asiento para que sepa que la escucho y que la entiendo, pero las palabras no pueden salir de mi boca. –Y aunque sé que no he sido la mejor madre en los últimos años, me ofrecí para que Alex se quede con nosotras mientras ellos tienen que estar en el hospital, a su papá solo le darán unos días y tendrá que regresar a su trabajo en provincia.
Escuchamos ruido en el pasillo y las dos volteamos hacia la entrada de la sala, donde entra Alex corriendo y va hacia mí y me abraza, yo lo abrazo más fuerte para que sienta que aquí estoy y que no voy a dejarlo, escucho que alguien llora, y después escucho a mi mamá caminar fuera de la habitación. –Todo estará bien, Alex. Estaré contigo y tu familia para lo que necesiten. –él me estrecha más fuerte y puedo sentir humedad en mi hombro donde descansa la cabeza de Alex, yo froto mis palmas contra su espalda para consolarlo. –Te quiero, no estarás nunca solo.
–Y yo a ti te amo. –me contesta en apenas un susurro audible.
Ojalá le den una verdadera oportunidad a Alex e Isa.
Karly❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro