Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4

A su lado Tigresa no reaccionó ante la aseveración de Po, sin embargo, sabía cómo había reaccionado cuando le contó su plan para destruir a Kai, que si bien no era infalible, era una esperanza. Una que tenía que aprovechar.

Las reacciones de los distintos alumnos de Tigresa fueron un indicativo que ayudó a Po a determinar su personalidad, pues sabía que la forma en que los animales se enfrentan a la esperanza en momentos descorazonadores, era proporcional a su personalidad. Xiao, la lince que iba a ser la antigua emperatriz y su novio, aquel panda alto, Fan Tong, sonrieron con un brillo en los ojos. Parecían uno solo. De la misma forma, Lei-Lei y Nu Hai, fueron con una ligera sorpresa, arqueando una ceja. Por último, el otro panda y la que quedaba, Bao y Jing, apenas si se inmutaron; los dos cruzaron los brazos.

«Dos sinceros, dos estables y dos serios; curioso». Con rapidez, supo cómo proceder en su plan y esperó que diera resultado, pues no quería enviar a unos jóvenes a su muerte.

«Veo muchas Conexiones, Po», dijo Jade.

«Porque las hay».

«Veo también uniones fuertes. ¿Son Elegidos?».

«Sí».

«Ah».

«¿Ves algo más?».

«¿Cómo podría, Po? No tengo ojos», dijo Jade y Po inspiró profundo, paciente.

—Podría explicarse, maestro Po? —dijo Xiao increíblemente educada.

—Simple, antigua futura emperatriz Xiao —dijo Po, caminando hasta la elevación del suelo, como un escenario, donde estaba unos tatamis en modo de arena y sentándose en el borde. Tigresa lo siguió como hacía Shifu antes, sin hacer el menor ruido, y se sentó a su lado—. Destruyendo lo que le da poder.

—No me llame así, maestro Po. —replicó, un poco burda—. Yo ya no seré la emperatriz.

Po sonrió.

—Entonces no me llames maestro, yo ya no lo soy. Ni tampoco el Guerrero Dragón. Sólo ... sólo soy Po, un panda.

Asintiendo, Xiao se sentó en el suelo, con recato, las enseñanzas imperiales aún estaban en su mente. Le siguió Fan y después todos los demás pandas. Po los iniciados, midiendo cómo comenzar a hablar con ellos, sin embargo, Tigresa se le adelantó.

—Discutimos mucho eso hace pocos momentos —explicó—, y encontramos la forma en que, tal vez, demos con la derrota de Kai.

—El Chi no se puede destruir ni robar, mamá —dijo Lei-Lei—. ¿Cómo podemos destruir la fuente de poder de Kai?

—Debilitándolo —aseveró—. Llevarlo a un punto en que para protegerse, gaste su Chi sin que se de cuenta.

—¿Y cómo lo haremos?

Tigresa observó a Po.

—Chicos —dijo Po—, ¿qué saben del Chi?

—Es la energía vital, poder que se encuentra en todos los seres vivos con raciocinio —respondió Lei-Lei—. No se puede robar ni destruir, pues es como el aire o el agua, solo es. Pero se puede utilizar.

—Bien. —Po asintió—. ¿Algo más? ¿Comprenden por qué podemos despertar cosas inanimadas con el Chi? —Todos negaron con la cabeza—. Bien ..., por el momento solo les hablaré por encima, vale, porque la teoría es demasiado larga y hasta a mí me costó aprenderla cuando estaba en el Mundo Espiritual.

Po se rascó la barbilla, intentando explicar lo complejo del Chi en palabras simples.

—Existen cinco entidades o clases de Chi, podríamos decir. La primera y más espectacular son los Elegidos, como ustedes cuatro. —Señaló a Fan Tong, Bao, Nu Hai y Jing en sucesión—. Seres vivos, animales, que tienen el poder de una de las Constelaciones de las Bestias Sagradas, es difícil de definir, porque no son Chis divinos, sino que son como avatares de esos dioses; lo diferente con las demás entidades del Chi o maestros, es que ustedes son los únicos que se producen de manera natural.

«Tú también eres un Elegido, Po», dijo Jade, pero lo ignoró.

—Lo cual es, en teoría, lo que les impide entregar su Chi mediante las órdenes de acceso. Lo cierto es que como saben, cada ser vivo pensante nace con la capacidad de usar Chi, pero el de ustedes está en un plano separado del mundo normal. Curiosamente, eso hace pensar por qué ustedes conservan su... vida, diríamos, cuando el proceso para crear un jadembie es extraer su Chi y enviarlo a otro plano, pudiendo así acceder a esa reserva al mismo tiempo en que tienes un soldado de jade sin conciencia .

Po vio parpadear a más de uno.

—Luego están las entidades de tipo dos —continuó—, conocidos como dadores o maestros del Chi. Son animales que aumentan sus reservas de Chi entrenando o, de la forma fácil, absorbiendo los Chi ajenos. Kai hizo algo parecido. Después siguen las entidades de clase tres, que no son más que una extensión de la segunda, lo que es crear una manifestación de Chi en un huésped orgánico no vivo. La tela es lo que funciona mejor, pero palos, juncos, plantas y cuerdas funcionan bien.

Xiao alzó una pata.

—¿Y los huesos?

—Son extraños. Podría hacerse. Imagino que su despertar estaría más duradero, porque como estaban vivos antes, el Chi busca esas pautas y las imita.

—¿Se podría?

—De poder se puede, pero sería trabajoso. Tendrías que colocar cada hueso en su lugar para despertarlos, aunque requeriría menos Chi que con la tela y palos. Existen leyes naturales que rigen el uso del Chi, como por ejemplo la cercanía: dice que mientras más similares o cercano a algo vivo sea una cosa, menos Chi necesitará para despertarlo. O la de pertenencia: que dice que sólo el dueño de un Chi puede darlo o extraerlo. Los huesos serían un ejemplo, necesitarías unos cincuenta Chis almacenados en ti para los huesos, mientras que para la tela y demás, más de doscientos, es decir, un Tercer Estatus.

»Sin embargo, el punto bueno de estas entidades es que el Chi se recupera, lo que permite hacer pruebas con las órdenes de acceso.

—¿Cómo las de «protégeme» y eso? —quiso sable Lei-Lei.

—Sí. Pero deben entender esto: las órdenes deben ser simples. Mientras más básica, mejor funciona. Las órdenes simples deben tener un par de palabras. Por ejemplo, «protégeme» es increíblemente ambigua y complicada, cosa que una tela no comprendería, a menos que le des el empujón mental. Lo mejor es «muévete aquí», «ata esto», «álzame», entre otras.

—Ya.

—Por último tenemos las entidades de tipo cuatro, que en esencia, son los reanimados y los jadembies. Cuerpos, digamos muertos, animados. Pero tengan algo en claro, aún no sabemos todo lo que deberíamos del Chi. Como por ejemplo, ¿por qué hay que pronunciar las órdenes en la lengua materna o por qué debemos tener una imagen mental de lo que queremos? O para terminar, ¿por qué cuando un Elegido da su Chi, muriendo, sana todas las heridas a nivel espiritual y físico? —Suspiró—. En fin, ¿preguntas?

Los seis estudiantes se quedaron patidifusos por unos momentos. Po lo comprendía, después de todo, a él le llevó dos años aprender todo, y dos más saber cómo aplicar nuevas órdenes y especializarse. Y aun así, se sentía ignorante, pues debía aprender más.

—¿Y las entidades de tipo cinco? —preguntó Jing, frunciendo el ceño—. Si la tipo uno son animales con Chi divino y consciencia, los de tipo dos son los maestros de Chi, las de tipo tres son objetos despertados sin consciencia, y los de tipo cuatro son cuerpos sin consciencia. ¿Hay una forma de despertar un objeto no animal con consciencia, como un Elegido?

Po contuvo el arrebato de emoción que aquella pregunta le causó, determinando a Jing como la más sagaz de los seis, aunque tenía sus dudas. La forma en que ninguno de sus compañeros reaccionó exageradamente le era un indicativo de que todos llegaron a esa misma conclusión.

—Tal vez —dijo, en definitiva no iba a tocar ese tema con ellos—. Es lo lógico. Todos los tipos de entidades de Chi tienen su contraparte, así que debería existir la posibilidad.

—Ajá. —Bao se hizo notar, bostezando—. Después de la innecesaria explicación, Po, ¿cómo nos ayudará eso a destruir a Kai?

—Densa, sí —dijo Po—. Innecesaria, no lo creo. Aplicando lo que sabemos del Chi, deducimos que tenemos que hacer que Kai agote su Chi.

—El Chi de Kai es casi infinito —dijo—. ¿Cómo hacemos eso?

—Esa es la cuestión.

—Pero Po —intervino Nu Hai—, usted dijo que Kai creaba los jadembies robando el Chi y almacenándolo en un plano distinto, pero en la enseñanza se dice que el Chi no se puede robar, ¿no es una contradicción?

—En efecto. —Po asintió—. Pero como dije, hay cosas que no terminamos de saber sobre la maestría del Chi. Kai es la excepción, de alguna forma puede, siendo un espíritu guerrero y por lo tanto con un Chi atado a su vida como un Elegido, robar el Chi de otros creando los jadembies. Si supiéramos cómo lo hace podríamos crear un ejército que le haga fuerza o anular el que tiene.

—Lo que Po quiere decir —dijo Tigresa—, es que si logramos encontrar la forma de evitar o anular su uso del Chi, separándolo de los que robo del suyo propio, podemos forzarlo a que gaste su único Chi y muera.

—Eso, Ti. —Le sonrió con afecto—. Gracias. Necesitamos descubrir la forma de someterlo. Y tengo unos puntos que quiero investigar. —Todos se mostraron interesados; Xiao se inclinó un poco más—. Cuando volví del Mundo Espiritual y vine hacia aquí, pasé por un pueblo que se opone a Kai, donde su pezuña por algún motivo no ha llegado, pero lo que me llamó la atención fue escuchar que Kai no los molestaba porque tenían forma de rechazarlo.

—¿Rechazar a Kai? —preguntó Nu Hai, dando un respingo—. ¿Un poder igual al suyo?

—No lo sé. Pero ahí es dónde entraran ustedes. —Señaló a Nu Hai, Jing y Bao—. En ese pueblo respetan a los pandas porque fuimos los únicos que les dimos resistencia a Kai, así que ustedes podrían infiltrarse y averiguar qué los protege, pero... lo complicado es que tienen una sociedad aristocrática, donde los criminales son los nobles. Será peligroso.

—También necesito, hija, que junto a Xiao y Fan se queden a cargo del grupo —continuó Tigresa, dirigiéndose a Lei-Lei—. Ya Po y yo trazamos planes de acción. Bao, Nu Hai y Jing iran a Shaoran y ustedes tres se quedarán aquí, pendiente de los movimientos de Kai e intentando mantener la guarida a salvo.

—¿Y ustedes? —preguntó Lei-Lei. Ninguno de los pandas y la lince se quejó o puso alguna traba. Sólo aceptaron lo que se les pedía.

—Po y yo iremos al Valle de la Paz a tratar de encontrar algo en los restos del Palacio de Jade. La Biblioteca Sagrada era fuerte, imaginamos que debe de seguir en pie.

—¿Y si no encuentran nada? —Lei-Lei se cruzó de brazos—. Mamá, no estoy en contra de que vayan si eso puede por fin destruir a Kai, pero... ¿y si no hayan nada?

—Volvemos, así de fácil. —Tigresa se irguió—. Deberían ir y preparar sus equipajes —dijo, y como si hubiera dado una orden, todos se levantaron y salieron, a excepción de Lei-Lei, que se quedó rezagada.

Cuando todos salieron, ella esperó a que pasaran unos minutos y fue con Tigresa. No dijo nada por unos minutos, sino que se quedaron mirando, en una conversación silenciosa. Entonces Lei-Lei se volvió a ver a Po y sonrió.

—Gracias —dijo, dejándolo desconcertado. Acto seguido fue hasta donde estaba su arco, lo tomó, dio media vuelta y se fue.

Po parpadeó, patidifuso.

—¿Qué?

Tigresa le puso una pata en el hombro.

—Acaba de agradecerte por..., ayudarme. Se ha dado cuenta que tenerte vivo, me ha dado tranquilidad.

Al comprender, compuso un círculo perfecto con los labios. En un acto de osadía, Po alzó su propia pata y la posó sobre la de Tigresa, ya que sentía era suicida pasársela por la cintura, pese a lo mucho que quería.

Para su suerte, ella no se molestó, lo veía normal.

Bien.

«¿Por qué siento una perturbación en tu Chi?», preguntó Jade.

«Por nada. Cállate», pensó Po.

«¡Oh, ¿son esas cosas que hacen los animales?! ¿Vas a aparearte con ella?».

¿Qué rayos pensaba ese bastón?

—Debemos prepararnos, Po —dijo Tigresa, apartando su pata y empezando a ir a la salida—, no sabemos qué tan largo será el viaje.

Él no llegó a pensar lo que hizo, su cuerpo se movió por sí mismo. Su brazo salió despedido buscando la pata de Tigresa, que tomó como si se la fueran a arrebatar, por alguna razón, su subconsciente aún no terminaba de creer que estuviera, después de cinco años, con ella.

Tigresa lo observó con curiosidad, alternando la mirada entre sus ojos y sus patas tomadas. Po carraspeó, soltándola.

—Lo siento —dijo, riendo de la vergüenza—. Sólo iba a decirte que antes de partir, quería... preparar algo. Tengo años que no pruebo una buena sopa de fideos.

Ella sonrió. Por el Chi, qué linda era; sus sonrisas eran como las joyas más difíciles de encontrar y Po las sabía valorar.

—Yo también, Guerrero Dragón.

Po perdió su buen ánimo.

—Ya no, Ti. —Se dejó caer de hombros—. Ya no soy más el Guerrero Dragón, ni el maestro del Palacio de Jade, ni nada. Sólo soy Po, el gordo y tonto Po.

Tigresa frunció un poco el ceño, volvió sus pasos y lo miró de frente, de la misma forma en la que lo había visto hacía tantos años, en el viaje a Gongmen. Comprensiva y paciente, respetuosa. Po se sintió horrible, no merecía que alguien lo mirase con ese respeto luego de no poder salvar a nadie.

Se detuvo al frente y estiró una pata, como en el barco, sólo que en lugar de hacerlo para esperar un golpe, con las almohadillas al frente, lo hizo con las almohadillas hacia un lado. Estaba esperando que le tomase la pata y se la estrechase.

—Eres mi amigo, espero sirva de algo.

Po la situación, con un calorcillo extendido por el pecho, dándole calma. Sonrió y le apretó la pata, mirándola a los ojos y manteniéndose así por quién sabe cuánto tiempo.

—Es todo lo que necesito, Ti —susurró.

Tigresa asintió.

—Ahora, creo que quiero unos fideos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro