|Capitulo 05
05|FIESTA
|AILEEN|
Sus ojos grises se clavan en los míos. Tan intenso que de una manera u otra mi cuerpo y mi respiración pacífica se agita. Tiene algo magnético que te atrae a querer más. Enderezo mi barbilla para no demostrar vulnerabilidad. Una risa ronca sale de sus labios. Paso saliva por mi garganta. Mi cuerpo quema, mis piernas están débiles y temblorosas.
Ivette carraspea llamando nuestra atención. Centro mi vista a ella y por el rabillo de mi ojo observo como él se ha alejado de mí. Me permito respirar con normalidad. Ni siquiera me había percatado que retuve mi respiración.
¿Por qué lo hice?
En cuanto salimos el cielo se ha teñido de un manto azul oscuro alumbrando con esas esferas de luz que conocemos como estrellas. Ivette se sube en el asiento copiloto y, su charla con Lysander empieza. Yo me hundo en unos de los asientos traseros mirando por la ventana. Mi cuerpo está presente a diferencia de mi mente, divago en posibles escenarios con los que me visualizo con mis padres. Ellos deben de tener una explicación tras su abandono.
Soy una ilusa.
Si me abandonaron es porque no me quieren. Debería dejar de creer que si llego a conocerlos ellos se van a emocionar. Lo más posible es que rompan mi corazón en miles de fragmentos. Debo de retractarme en mi decisión sobre saber el paradero de Evelyn y el de mis progenitores.
Evelyn lo más seguro es, que ya ha formado una familia.
Mis padres, no sé si sigan con vida. O si están en el país.
Elevo mis ojos al espejo retrovisor y me veo exaltada. Sus ojos están de nuevo puesto en mí. ¿Qué le pasa a este chico? Una punzada de alivio me invade cuando desvía la vista a la carretera.
La fiesta se lleva a cabo en una mansión de cuatro niveles. Es propiedad de una familia adinerada que al parecer deja la casa a sus hijos mientras ellos se ausentan por viajes de trabajo. La entrada está repleta de automóviles estacionados, lo que complica el acceso. Aún no he entrado y me siento: sofocada, incómoda y abrumada. Un grupo de jóvenes conversa con bebidas en mano mientras otros se escabullen en los rincones más oscuros, próximos a los arbustos en busca de intimidad. La música moderna resuena con fuerza, llenando el ambiente de vibraciones.
Soy la última en salir del auto, tomando una profunda bocanada de aire.
—No tan rápido, muñequita —su mano se enrosca en mi muñeca atrayéndome cerca de su cuerpo. Su sonrisa engreída me dan ganas de borrarsela del rostro—. ¿Quieres que te guíe? Para que no te pierdas en esta gran casa desconocida.
—Deja de llamarme muñequita. No soy una muñeca.
—Yo te veo como una, delicada, hermosa y valiosa.
En otra ocasión cualquier chica se hubiera sonrojado por el cumplido.
Yo no.
Es decir, sus palabras no me causan nada. No me causa nada más que solo curiosidad. Mi corazón me contradice.
Maldición.
Mi corazón late con intensidad mientras lucho por deshacer la conexión que parece haberse establecido entre nosotros. Su presencia y su toque me desarma por completo, a pesar de mis esfuerzos por mantener la calma, hay un matiz en su voz que despierta un estremecimiento en mi interior.
Esto. No. Me. Gusta.
—Yo no necesito un guardaespaldas.
—No digas que no te lo advertí —murmura. Su aliento mentolado choca con mi piel. Mete su pierna por el espacio que dejan las mías, mi rostro enrojece. Un paso más y tocará mi... Niego alejando ese pensamiento.
Él se encamina para la entrada, dejándonos atrás a Ivette y a mí. Algo que agradezco porque estando cerca no soy capaz de controlar mi cuerpo.
Odio esta sensación de aturdimiento.
Me gusta tener el control en lo que implica mi vida.
—¿Lysander te está molestando?
—Nada de que lo que uno deba de preocuparse —Le resto importancia, Ivette parece satisfecha con esa respuesta. Su brazo se entrelaza con el mío y nos conduce al interior. Visualizo la casa fascinada. En Armagh lo que sobra es el dinero por parte de los estudiantes y sus padres. A excepción de los becados como lo soy yo.
Ivette me presenta otro grupo de amigos, todos los nombres los olvido. Cómo siempre. Tengo una memoria pésima. Solo fuerzo una sonrisa amable. Está claro que ese ambiente no es lo mío. No acostumbro a estar en lugares así y ahora estando en uno me hace sentir fuera de lugar. Trato de adaptarme a la situación.
—¿Ryle no debería de estar aquí?
—¡Anda por allí! —grita ella por encima de la música.
Mueve sus caderas, agitas sus brazos y bebe de la copa de alcohol que tiene en su mano. Los chicos que están a nuestro alrededor caen ante ella. Pasa un brazo por mi cintura para que le siguiera el ritmo, ambas reíamos porque tropezamos la una con la otra. Pero después logramos adaptarnos a los movimientos de la otra, los suyos eran mucho más fluidos que los míos.
Giro mi rostro buscando entre la multitud de cuerpos que se movían, gritaban y bebían a una persona en específico. Lo encuentro. Está sentado en medio de un grupito de chicos, con botellas de alcohol cerca de una piscina.
Hay una plástica sentada en sus piernas.
Como si fuera imanes sus ojos chocan con los míos. Levanto mi copa hacia su dirección y él me responde con una sonrisa torcida e imita mi acción. Levanta su copa para luego llevarsela a sus labios y darse un trago. La chica en su regazo se ríe, jugueteando con el cabello de Lysander, eso me revienta por dentro. Una inevitable punzada de una extraña sensación que desconozco me golpea la boca de mi estómago. ¿Celos? Definitivamente no puedo estar celosa de alguien que apenas conozco.
Es estúpido.
No puedo estar celosa de ese. No es que me caiga mal, solo detesto su forma de ser. Cree que todo lo puede tener a su alcance por ser un niño de mami y papi. Está equivocado conmigo.
—¡Aquí están los dos amores de mi vida! —Cierto pelirrojo llega cortando la tensión que yo había creado con el italiano. Pasa su brazo por mis hombros y me permito relajarme con una pequeña sonrisa en mis labios—. No las encontraba, creí que no habían venido y que me habían dejado plantado.
—No seas mentiroso —Ivette lo acusa cruzando sus brazos. Puedo ver que al grupito donde está Lysander se le une su hermano Azazel, no soy la única que lo nota. Ryle también lo hace pero con rapidez se vuelve a centrar en nosotras con un ligero carraspeo incómodo.
—Es la verdad. No las encontraba —balbucea.
—Ryle Le Brun... —Ivette entrecierra sus ojos. Ryle le da un empujón y se marcha enojado no sin antes gritar un:
—¡Cállate hija de Satán!
Ivette se encoge de hombros.
—Se ha juntado mucho con mi tío Azrael.
Azazel se acerca a nosotras cuando Ryle ya está lo suficiente lejos. Su cabello oscuro está adherido a su frente por el sudor, ahora que lo veo mejor es igual de alto que su hermano.
—Qué tenemos aquí —su mirada va dirigida a mí mientras pasa su lengua por su labio inferior de una manera sensual, sus brazos rodean la cintura de Ivette—. Hola, bonita —Esconde su rostro en el hueco del cuello de ella.
—Si me vas a utilizar para darle celos a Ryle no va a funcionar —masculla. Él se ahoga con su saliva separándose.
—¡¿Qué!?
—Lo que oíste. Ahora si me permites... —Jala de mi brazo prácticamente arrastrándome hacia el otro extremo. Con un suspiro resignado, la sigo. Nos movemos hacia el centro de la sala, donde la mayoría de los jóvenes se agitan al ritmo de la música—. Ese es... —De pronto, frena en seco—. Aidan.
—¿Tu novio?
—Está con Ziran —palidece.
Aidan es un chico con los mismos rasgos que Eiden. ¿Es el gemelo de Eiden? A eso se debe lo similares que son los nombres de ambos.
—¿Aidan sabe que tú y Ziran...?
—¡No! ¡No! Ziran no debería estar con él —chilla con el rostro rojo, lleno de angustia y desesperación. Camina de un lado a otro mordiéndose sus uñas—. Esto no está bien, sé cómo trabaja la mente de Ziran. ¡Mierda, mierda!
Aidan se acerca y deja atrás a Ziran, no se le ve molesto. Una sonrisa calidad se extiende por sus labios al notar a Ivette, ella en cambio está tensa. Planta un beso en los nudillos de ella al estar frente a frente. Alzo una ceja. Esto está peor que esos Doramas Coreanos.
—Aidan.
—Amor, no me dijiste que ibas a venir.
—No sabía que ibas a estar presente —habla rápido, se va soltado del toque de él que tiene con sus manos—. Mis padres solo me dejaron venir acompañada de una amiga —apunta hacia mi dirección—. Ella es Aileen.
Aidan asiente cuando me ve.
—Hola.
—Hola —murmuro.
Este chico tiene un aura pesada o solo soy yo que me me estoy volviendo paranoica. Ivette se muerde el labio, claramente incómoda. Ella quiere escapar pero Aidan la toma de la cintura y une sus labios con los de ella a la fuerza. Las manos de ella se van hasta su pecho para empujarlo lejos de su alcance, no es necesario. Él se aparta y le acaricia su cabello con ternura contrastando con la rudeza anterior.
—Vamos a bailar.
—No... Yo estoy con Aileen.
—A Aileen no le importará si te robo por un rato, quiero pasar tiempo con mi chica —Ni siquiera me pregunta si estoy de acuerdo con que ella se fuera con él. Era obvio que le iba a decir que no. Ella vino conmigo y debería de haber estado toda la fiesta conmigo. No es su culpa. La culpa la tiene su noviecito.
Qué bonito. Ahora estoy sola con una multitud que desconozco.
Un perfume masculino entra por mis fosas nasales seguido de un brazo que se enlaza alrededor de mi cintura. No tengo que voltear para saber de quién se trata. Con un movimiento suave gira mi cuerpo y eleva mi mentón hacia sus intensos ojos grises. El roce de sus manos en mi cintura, en mi cuerpo, en mi piel me aturde por completo.
—Lysander.
—Te dije que te podías perder —pronuncia con un toque de coquetería en su voz. Su cambio me descoloca, esta mañana parecía que me quería matar, ahora es todo lo contrario. Nunca lograré entender a este chico.
—Yo no estoy perdida.
—Oh, no. No lo estás. Es peligroso dejar a una princesa sola con muchos depredadores a nuestro alrededor —Pasa un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja. Mi cuerpo tiembla y él se divertirte por cada reacción—. Aquí por si no te has dado cuenta, hay muchos lobos que te pueden destrozar.
—¿Qué es lo que quieres?
—¿De ti?
—Exactamente.
—Ya te lo dije, il mio cuore —Juega con otro mechón de mi cabello, lo enreda en sus dedo y lo suelta, así se mantiene repitiendo su acción una y otra vez—. Vete de Armagh, tú no perteneces aquí.
—¿Cual es tu problema que yo esté en Armagh? Ni siquiera me conoces.
—Eso es lo que tú crees.
—No me digas que eres un acosador —pronuncio sarcástica.
—En realidad no.
—Yo solo vine a Armagh a estudiar.
—Eres de esa clase de chicas que se meten en donde no las llaman.
—Ese es mi problema. No es el tuyo.
—Te equivocas, muñequita. Si tú te involucras donde no debes ya sería problema de los dos —responde sin quitarme la vista de encima. Retrocedo hasta que no tengo escapatoria. Estoy atrapada entre una mesa y su cuerpo. Sus manos sujetan mis caderas provocando que un jadeo involuntario salga de mis labios. Me sorprende que un simple toque como ese haga que me deshaga. Mi propio cuerpo me traiciona.
—M-Mi espacio personal —balbuceo.
—¿Qué pasó con la chica ruda, eh? —se burla. Si las miradas mataran él ya estuviera tres metros bajo tierra. Una música en especial sonó, unas de sus manos bajaron por mi columna vertebral. Podía sentir mi piel que se erizaba por su toque y por su respiración en mi cuello. Su tacto que no alcanzaba a tocar mi piel, de igual forma quemaba a través de mi vestido. No reaccioné.
Caminamos hasta integraron en los demás que bailan al ritmo de la música. Mis manos sudan, no pienso soltarlo por más resbaladizas que estén. En su lugar lo sujeto con fuerza. Él no se queja en lo absoluto. La música y el bullicio se vuelven cada vez más potentes, el olor a sudor y alcohol se mezclan en el aire. Nuestras pisadas van sincronizadas, pisamos a la vez. Yo muerdo mi labio.
—Esto no quiere decir que somos amigos.
—¿Quién dijo que yo quiero ser tu amigo? —Hace girar mi cuerpo, su pecho se presiona contra mi espalda. Su voz ronca hacia estremecer cada rincón de mi ser. Sujeta mis caderas y vuelve a voltearme a él, acaricia mi rostro—. Tienes un rostro muy precioso. ¿Como puede haber alguien tan bonita? —No caigo por su coquetería, pongo mis manos en su pecho y lo alejo.
—¿Qué estás tramando?
Chasquea su lengua exasperado.
—¿Acaso tengo que estar planeado algo para no decirte lo preciosa que eres?
—Mmm. No creo mucho.
—¿Por qué no eres como las demás?
—¿Cómo? —Alzo una ceja.
Él separa sus labios pero se ve interrumpido cuando por detrás de su espalda, una chica de cabello castaño se para de puntillas para cubrirle sus ojos con sus manos. Ruedo mis ojos. Es la misma chica que hace unos minutos atrás estaba sentada en sus piernas.
—¿Gabriella? —Él se sorprende por unos segundos para acabar disfrazando su expresión juguetona que tenía conmigo con su habitual máscara de frialdad.
—¿Por qué me dejaste sola? —Le hace un puchero. Dios, que ridícula.
—¿Sola? ¿Acaso yo vine contigo? —espeta, la chica niega—. Por supuesto que no. Yo vine con Ivette y ella.
—Si, pero... —La voz de ella es aguda, tiene un tic chillón que estresa—. ¿Vas a dejar a tu amiga sola? Tu hermano también se fue. No quiero estar rodeada de chicos malintencionados, Ly.
—Puedes reunirte con tus amigas.
—No quiero. Quiero estar contigo.
—Gabriella.
—Por favor, Ly. Por favor, quédate conmigo. Hasta que mi hermano venga a por mí, ¿si? Por favor, quédate.
Aprovecho para escabullirme de Lysander que sigue distraído con Gabriella. Tomo asiento en unas de las mesas alejadas de todo este caos, él me busca con su mirada, al final termina yéndose con la castaña plástica. Alguien más no tarda en sentarse frente a mí, me extiende un vaso de lo que parece ser vodka. Lo acepto.
—¿Que haces sola, Aileen?
—Vine con Ivette pero tu hermano se la llevó a bailar —suspiro pesadamente. A decir verdad, hasta ahora los he perdido de vista. Dentro de la casa hay movimiento, no me sorprendería si ellos están en unas de esas habitaciones—. ¿Tú qué haces solo, Eiden? —Dos hoyuelos se formar en sus mejillas.
—¿Y quien dijo que estoy solo? Estoy acompañando a una bella dama.
—Que galante —Le sigo la corriente. Eiden a diferencia de su hermano es más amigable, hace que uno se sienta bien cuando estás con él—. ¿Ryle y Azazel no estaban contigo?
—No. Hasta ahora no los he visto. Seguro Ryle ya mató a Azazel y se encuentra en el bosque enterrando el cuerpo —dice muy tranquilo. Yo lo miro horrorizada. Él se echa a reír—. Es broma. Azazel debe estar follando con cualquier chica y Ryle, pues... no sé. A veces tiene movimientos extraños. Se la quiere dar de chico malo y misterioso.
—¿Desde cuando los conoces?
—Soy mejor amigo de Azazel —Saca un cigarrillo y lo enciende para deslizarlo en sus labios y darle una larga colada—. A Ryle lo conocí por medio de Azazel —Recarga su cabeza sobre el asiento expulsando el humo—. Aunque no lo demuestre, Ryle no se le lleva conmigo.
—¿Algún motivo en especial?
—Celos —Vuelve a reír—. Es lo único que creo que tiene lógica.
—Eres la segunda persona que me dice que ellos dos tenían o tienen algo.
—Nunca se ha confirmado nada. Para mí es muy obvio, tal vez tú no lo notes porque eres nueva en nuestro grupo.
—Ryle es mi amigo y él no me ha dicho nada.
—Cariño, nunca vas a llegar a conocer al cien por ciento a otra persona.
A nuestra mesa un chico le pregunta a Eiden si quiere jugar verdad o reto. Él acepta y me invita. Yo lo sigo hasta la sala principal, donde un grupo de personas se ha reunido en círculo, riendo y animándose unos a otros. La música se ha suavizado, creando un ambiente más íntimo y propicio. Ivette se incorpora para encaminarse a mí.
—Lo siento por dejarte sola —Mira por encima de su hombro a Aidan que está integrado en el grupo. Él está absorto a lo que su novia habla—. No encontré manera de cómo negarme. Perdón.
—Te acepto tus disculpas, pero no lo vuelvas hacer —La apunto con mi dedo.
—No volverá a pasar. Lo prometo.
—Tú comienzas —dice Aidan señalando a su gemelo Eiden. Él toma la botella y la hace girar, todos observamos con expectación. Se detiene apuntando hacia Azazel. Él y Ryle también se han unido. El pelirrojo tiene su ceño fruncido y solo observa el suelo de malhumor.
—Verdad o reto, cabrón —pregunta Eiden travieso.
—Reto —elige él.
Ryle eleva su mirada hacia nosotras, sus orbes verdes brillan con furia. Nos frunce el ceño. Es un mensaje silencioso, como queriendo decir «más loco no puede estar Azazel». Ivette me da un codazo tratando de no reírse. A ella le gusta molestar a su primo.
—Te reto a que le des un beso a quien más te guste aquí —declara Eiden, y las risas estallan. Azazel se lame sus labios con un gesto pícaro mirando a su alrededor hasta que sus ojos se encuentran con los de una chica rubia en el círculo. El ambiente se calienta mientras se acerca a ella y cumple con el reto, lo que provoca aplausos y gritos de aliento.
Ryle de inmediato se pone de pies.
—¿Para donde vas, primito de mi vida?
—Ya regreso.
Hacen girar la botella nuevamente y esta vez cae en Ivette. Ella pega un salto.
—¿Verdad o reto, bonita? —Azazel interroga a Ivette. Ella enrojece.
—Ver... verdad —Logra completar.
—¿Quién fue tu primera vez?
—¡Eres un pervertido, Azazel!
—Las reglas son las reglas, querida —Le guiña un ojo.
—Eso no es justo —protesta Ivette, sonrojándose aún más—. No puedo decir eso frente a todos.
—Vamos, es solo un juego —Le anima Eiden con una sonrisa burlona—. Todos tenemos secretos. Unos más potentes que otros. ¿Te da miedo o qué?
—Este es demasiado personal.
—Aburidaaa —canturrea Azazel.
—Azazel —interviene Ziran, él no juega pero si está observando de brazos cruzados—. Hazle otra pregunta a Ivette.
—¿Por qué no quieres decirlo? —Esta vez es Aidan el que habla. Ivette se remueve incómoda—. ¿Acaso me ocultas cosas?
—No la presiones, Aidan.
—Cállate, Ziran. Esto es entre mi novia y yo. Tú no tienes nada que ver aquí.
—Puedes preguntarle en privado. No enfrente de todos, cabezota.
—¿Cómo me llamaste?
—¡Ya basta, joder! —Eiden masculla—. Ya, olvidemos eso.
—Yo lo hice para molestar a Ivette, no para que te lo tomaras en serio, imbécil —Azazel mira a Aidan—. Eres el menos indicado para reclamarle a ella.
Ryle y Lysander se integran ajenos a lo que sucedió, el francés se sienta al lado de su prima y no tarda en percatarse de que algo anda mal. La coge del rostro.
—¿Qué pasa mi niña? —Él la abraza—. ¿Qué le hicieron a mi prima?
—Solo ocurrió un malentendido.
—Perdón, bonita —Azazel suspira—. Fui un imprudente.
Giran de nuevo la botella y para mi sorpresa la botella cae en mí. Tallo mi rostro esperando que Azazel haga la pregunta. Su sonrisa se extiende por su labios. Algo macabro está pasando por su mente. La botella no pudo caer en otra persona que no sea yo. Mierda.
—¿Verdad o reto, hermosa?
—Verdad —me limito a contestar. Puedo evadir la pregunta que me hagan, mi ventaja es que ellos no saben nada de quién soy o a lo que me dedicaba. Solo Ryle y él no me dejará mal como para decir que lo que he dicho es mentira.
—Te reto a que le digas a Lysander lo que realmente piensas de él.
Mi corazón late con fuerza. Lysander no dice nada, en su expresión hay un destello de interés.
—No eres más que un chico que por tener dinero cree que puede pisotear a las personas que no lo tienen. Eres un Marchetti ¿no? Si te metes en problema tus padres no dudarían en soltar dinero para que se solucione. No tienes nada de especial, sin darte cuenta estás vacío por dentro. ¿Crees que si no tuvieras dinero ni esa fama que tú mismo dices tener tuvieras a esas amistades? —Un silencio incómodo se instala—. Sabes muy bien la respuesta y, es no. No estarían para ti. Solo intenta hacer la prueba cuando necesites ayuda.
—¿Vacío por dentro? —interrumpe Lysander, su voz es un susurro tenso que resuena en el aire, como una cuerda a punto de romperse. Su expresión cambia, una mezcla de sorpresa y desafío dibujándose en su rostro—. Interesante perspectiva, Aileen.
—Solo estoy diciendo lo que veo.
—Lo que ves es una percepción distorsionada de lo que tu cabecita estúpida ha creado.
—No le hables de esa manera a Aileen, Lysander —Ryle se molesta.
—Ella empezó. Yo tengo que terminar. ¿Verdad, Aileen?
Jodido imbécil.
—Permiso —Me retiro—, tengo que ir al baño —Solo es una excusa para irme.
—¿Quieres que te acompañe? —Ivette se busca incorporar. Niego.
—Tranquila. Estaré bien.
La rabia burbujea en mi interior amenazando con explotar. Quiero regresarme y volver a encararlo y acuchillarlo con ese veneno que traigo retenido. Por otra parte, debo de contenerme y no crear una mala reputación. Tengo que seguir con un perfil bajo, alejada de los problemas y sobre todo, de él. Lysander está poniendo difícil controlarme.
Él en cierta parte tiene razón, yo empecé y debo de soportar en silencio. Estoy harta, estresada y furiosa. Cada que tenemos un encuentro él me lanza leves amenazas pasivas-agresivas. No soy tonta como para no darme cuenta de sus verdaderas intenciones.
No me quiere en Armagh.
Y no tengo la menor idea del porqué.
Choco con un torso duro. Si no fuera porque sus rápidas manos me sujetan, mi trasero hubiera tocado el suelo en una dolorosa caída. Estoy en shock, mi cuerpo entero se ha tensado al ver a la cara a la persona con que tropecé. El aire abandona mis pulmones. Es alto, mucho más alto de lo que imaginé. Sus rasgos han maduro pero sigue siendo el mismo chico hermoso que conocí en mi infancia. ¿Él no me reconoce? Es imposible que no lo haga. Quiero hablar, en su lugar, solo suelto un balbuceo.
—¿Estás bien?
Tengo ganas de llorar de la alegría.
—Matheus... —Él ladea la cabeza, dando un paso atrás.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—¿No me reconoces? —Yo me acerco a él. Sus manos me detienen.
—Nunca te he visto. ¿Quién eres?
Limpio unas lágrimas que han salido en contra de mi voluntad.
—Soy yo, Aileen. ¿Lo recuerdas? Tu amiga cuando estuviste en el orfanato.
Él me mira de arriba a abajo con frialdad y repulsión. Mi corazón se encoge.
—Asi que eres tú...
—¿Qué pasa? ¿No te emociona?
—Lograste salir de aquel lugar, espero y no arruines mi reputación aquí.
¿Arruinar su reputación?
—Creí que nosotros seguíamos siendo mejores amigos.
—¿Mejores amigos? Por el amor a Dios, solo mírate —Usa un tono de burla—. Yo jamás sería amigo de una mugrosa como tú. Así que lárgate de mi vista.
El golpe de sus palabras es como un balde de agua fría. Me quedo paralizada, sintiendo cómo la calidez que había brotado en mi pecho se convierte en un frío glacial. La risa y el bullicio de la fiesta se desvanecen, y todo lo que puedo escuchar es el latido acelerado de mi corazón rompiéndose.
Mis ojos se llenan de lágrimas.
Él da un paso atrás, como si mi presencia fuera un veneno que teme tocar. Su mirada, antes familiar ahora es distante y llena de desdén. El chico que una vez fue mi refugio en el orfanato se ha transformado en un extraño que se niega a recordar los lazos que una vez compartimos.
—No tengo tiempo para esto, Aileen. No soy el niño que conociste. Ahora tengo una vida aquí, y no necesito que alguien como tú la arruine —Antes de irse agrega—. Por favor, no le digas a nadie que alguna vez nos conocimos.
—Bien —murmuro en un hilo de voz.
Empecé a caminar buscando la salida, se me dificulta porque las lágrimas hacían poner mi campo de visión borrosa. Odio llorar y mostrar emociones que deberían de estar muertas. Soy un ser humano, es normal que si me dicen o me hacen algo hiriente rompería en llantos. ¿Qué se hace en estos casos cuando tienes a tus padres? Deseo un abrazo de mamá.
Dos chicos se detuvieron frente a mí, bloqueando mi paso.
—Por favor, déjenme pasar.
Ellos no se quitaron, uno de ellos, el de tez oscura me agarró del brazo y me lo apretó tan doloroso que chillo mientras el otro también aprovechaba para retenerme. Empezaron a empujarme hacia adelante, hacia el patio exterior. Forcejeo, pataleo, ellos me ganan en resistencia y en fuerza. Me sacan varias cabezas de altura, son hombres. Es una lucha pérdida. En el patio nadie hace nada para ayudarme, entre risas sacan sus celulares para sacar fotos y vídeos.
—¡Suéltame! ¡No me toquen, carajo!
—Cállate la boca, zorra —escupe uno con odio.
No me dio tiempo a seguir gritando, solo fui arrastrada por la fuerza de un empujón hacia el agua. Mi ropa, mi cabello se empaparon de aquella agua clorada. Saqué mi cabeza al exterior para tomar una bocanada de aire, sin poder siquiera ver quién fue el que clavó sus dedos en mi cuero cabelludo para volverme a hundirme en lo profundo de la piscina. Emergí tosiendo y esa persona volvió a repetir el proceso.
Solo quería que parara.
Quería desaparecer.
La vergüenza y el dolor no cabían en mi ser.
Deseaba que fuera un mal trago, una pesadilla. La realidad era una cruel.
—¿Te gusta? ¿Te gusta zorra? —cuestiona el chico apenas logro aclarar mi vista. Puedo ver a Ryle que empuja a los cuerpos para correr a mi dirección, alguien más se le adelanta y agarra al chico por el cuello de su camiseta. Lo alza por lo alto, ahorcándolo.
—¿Así que eres el hijo de puta que se atrevió a tocarla?
Ryle me ayudó a sacarme de la piscina.
—¿Te gusta tocar a las chicas así, imbécil? —Lysander apretó más su agarre, su voz era una mezcla de rabia y desprecio. La mirada en sus ojos grises era intensa, casi poseída por la furia.
El chico intentaba zafarse, sus ojos reflejaban miedo. La adrenalina corría por mis venas mientras observaba la escena. Su rostro se tornaba cada vez más pálido por la falta de oxígeno. Lysander lo soltó para hundirlo en la piscina, no una, sino varias veces.
—¡Ya! ¡Detente! —chilla el chico.
—¿Por qué tengo que detenerme escoria? —Le suelta un puñetazo por la nariz. Se saca su camisa para ponerla sobre mí. La parte superior de mi vestido se había ajustado tanto que hacía resaltar mis pechos, eso me incómoda hasta su camisa me envolvió.
—No debiste defenderme.
—El que te deteste no significa que tengo que dejar que te lastimen.
(...)
Holis mis amores. ¿Cómo están? Aquí les dejo otro cap, y también quería preguntarles que día les gustaría que actualice. Dejen sus repuestas aquí:
Ya están todos los personajes (bueno, casi todos, falta Evelyn y los padres de Aileen) ¿Tienen alguna teoría de lo que se viene? ¿Qué opinan de Ziran y de Matheus?
He visto que hay algunas lectoras que están confundidas con respecto a los personajes que vienen siendo hijos de mis otros personajes de Sonrisa rota de cristal. Así que aquí les traigo una guía:
Lysander, Azazel & Juliet: hijos de Azrael & Jaelyn.
Ryle: hijo de Jean.
Ivette & Liam: hijos de Andrea & Chiara.
Enzo & Oliver: hijos de Renzo (éstos están pequeños).
(Lo que son Aileen, Ziran, Matheus, Eiden, Aidan, y Gabriella: son personajes nuevos que no tienen nada que ver con Sonrisa rota de cristal). Alguna duda háganmelo saber aquí.
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