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Capítulo 25: Palabras que no se pueden decir

☠Kozlov Ayami

Me gustaban las noches de los viernes, porque llegaba cansada y me acostaba sabiendo que al día siguiente podría dormir hasta la hora que quisiera (el llegar cansada le daba más placer al hecho de acostarse para dormir).

Desgraciadamente, ese sábado me despertaron cuando aún quería seguir durmiendo.

—Ayami, cariño despierta, tienes visitas.

—¿Visitas? ¿Yo? —pregunté medio desorientada y con solo un ojo abierto, intentando enfocar la figura de Dai-san— ¿Quién es? ¿Y para qué?

Vi a Dai-san sonreír con ternura y fruncí mi rostro con confusión.

—El mismo chico que vino a dejarte apuntes el año pasado, cuando faltaste a clases por tu brazo roto.

Me incorporé de golpe. —¡¿Midoriya?!

Me froté los ojos y comencé a levantarme mientras que Dai-san me decía que fuera a recibirlo amablemente. La habitación común estaba vacía a excepción de mí. Los demás niños solían irse de inmediato si despertaban temprano para no despertarme con su ruido, aunque yo tenía un sueño bastante pesado y no era fácil que los ruidos me despertasen.

Caminé a la puerta principal luego de lavarme la cara y enjuagarme la boca. Eran pasadas las 11 de la mañana. Me puse un poco nerviosa antes de abrir la puerta.

Ahí estaba Midoriya, sentado en un silla de mimbre del jardín mientras un puñado de niños y niñas lo rodeaban haciéndole todo tipo de preguntas.

—¡¿Tanto querías ganar el festival deportivo que te rompiste todos los dedos?!

—¡¿También te puedes quebrar así las piernas?!

—Déjenlo —gruñí. En cuando escucharon mi voz, los niños quedaron en silencio—. Vayan adentro y dejen de molestar.

—Pero neechan... —se quejaron varios mocosos a la vez.

—Oh, Kozlov-san, no se preocupe, no me están molestando —dijo Midoriya poniéndose de pie y haciendo una pequeña reverencia en mi dirección.

—Vayan adentro —repetí, sin hacer caso a Midoriya. Obedecieron a regañadientes. —¿Y tú qué haces aquí? —le pregunté una vez que nos quedamos solos.

—Oh, lo siento, no quería molestar —dijo nervioso, haciendo otra reverencia, esta vez casi de 90 grados—. La verdad dudé mucho en si debía venir o no, pero concluí en que me sentiría mal si no lo hacía... —Se descolgó su mochila y la abrazó a la vez que miraba al suelo— ¿Quiere que la ayude a estudiar...?

—¿Ayudarme a estudiar...?

—Fue muy invasivo de mi parte, lo sé, debí al menos preguntar por celular o algo, pero... —levantó su vista— sabía que me diría que no, así que solo vine. No sería bueno que reprobara, Kozlov-san. Perdone que la moleste en sus días de descanso, pero creo que esto es necesario.

—Oh, ¿así que no me dejarás tomar malas decisiones? —le pregunté, cruzándome de brazos.

—En lo posible, no... perdón.

Volvió a bajar la vista y pude ver que ejercía más fuerza en su abrazo a la mochila. No era difícil darse cuenta de que estaba un poco ansioso.

Quería salir con él, claro que sí, ni siquiera me había molestado el hecho de que por su culpa me hubiera tenido que despertar medianamente temprano en mi día libre, que lo dedicaba a dormir hasta cansarme y jugar básquet. Pero me detenía un poco pensar en que el estar con Midoriya  tiraría a la basura mi pequeña ley de mantenerme alejada lo más posible de él.

Miré sus ojos verdes y suspiré, mientras trataba de decidir qué hacer.

—Eres un metiche de primera —dije para rellenar el ambiente, pues me comenzaba a poner incómoda el silencio.

—Lo sé, lo siento... pero... yo realmente quería hacer esto. Sé que la molesta el que los demás se metan en sus asuntos, pero... —suspiró profundo— No tengo ninguna excusa para lo que estoy haciendo, puede rechazarme si quiere —terminó por decir, dando un paso hacia atrás.

Casi voy hacia él para tomarle un brazo y evitar que se fuera. Controlé mis impulsos y solo dije:

—Vamos, si eres tú entonces no me molesta tanto. —Sentí que eso sonó a una especie de confesión y me avergoncé, así que me di la media vuelta para que no me viera la cara y comencé a caminar de vuelta al orfanato. —Tendremos que ir a alguna biblioteca si quieres estudiar, porque estos mocosos no nos dejarán tranquilos, sabes —apunté a uno de los ventanales del orfanato. Había un montón de niños apiñados espiando por la ventana—. Me voy a bañar y vestir. Me comprarás el desayuno si quieres que vaya contigo.

—Por supuesto.

Entré al orfanato y respiré al fin en paz. Los niños volvieron a ir hacia Midoriya y hacer sus preguntas raras e incómodas. Por mi parte, me bañé y vestí en tiempo récord, mientras me gritaba internamente que era una tarada. "Si eres tú entonces no me molesta tanto", Dios, ¿cómo es que se me ocurría decirle algo así?

Ni recordaba la última vez que alguien me gustase tanto como para actuar así. Era fácil para mí el encontrar atractivas a las personas, así que era relativamente normal que me sintiese atraída hacia mucha gente muy seguido, pero era la primera vez que me sentía así... tan tonta.

Bufé y me obligué a pensar en otras cosas.

Agarré un bolso y se me ocurrió que de vuelta a casa podía pasar a alguna cancha pública de básquet, así que eché mi balón y mis zapatillas deportivas, luego de asegurarme de que llevaba eso, me preocupé por llevar un cuaderno y mi estuche. A último momento me acordé de mi medicamento para las articulaciones, que no debía tomar en ayunas, así que también lo metí en el bolso, diciéndome a mí misma que debía recordar tomarlo cuando desayunase.

—Dai-san, voy a salir, no sé a qué hora llegue. Voy a estudiar y estaré con Midoriya, el chico que me vino a buscar, así que no se preocupe.

—¿Vas a salir a estudiar con un chico? —preguntó, maravillada— ¡Que te vaya bien!

—Ya, no se emocione tanto.

Dai-san rio al ver mi cara, yo solo gruñí y me acomodé el pelo mojado detrás de mis orejas. Nunca me secaba el pelo después de bañarme.

Afuera, en el jardín, los niños seguían bombardeando a un pobre Midoriya con preguntas raras. A una niña se le ocurrió preguntar cómo era All Might en persona y tuve que arrastrar a Midoriya para que dejara de hablar de aquel héroe. A veces me sorprendía lo fanático que era.

—¿Está emocionada por el campamento, Kozlov-san? —preguntó Midoriya una vez estuvimos sentados en el autobús.

—No realmente, tampoco he decidido si quiero ir o no.

—¡¿Cómo?! —se espantó— ¡De seguro será una experiencia increíble!

—Ya, si no es obligatorio prefiero quedarme acá trabajando tranquila por las tardes.

—Oh, claro... tiene sentido —dijo con una pequeña mueca—. Usted estudia y trabaja, debe estar muy cansada como para ir a un campamento de entrenamiento.

—Gracias por entenderlo, Sero más o menos lo hace, pero Kaminari y los demás idiotas insisten en que vaya al famoso campamento.

Midoriya carcajeó un poco por lo bajo y lo miré con una ceja alzada.

—Me imagino que Kaminari-kun quiere verla entrenando. Él siempre dice que usted es asombrosa.

Me removí incómoda en mi asiento y giré mi rostro hacia la ventana al mismo tiempo que gruñía desde mi garganta.

—Kaminari es un tonto —susurré.

Midoriya volvió a soltar una pequeña carcajada y yo seguí con mi rostro volteado hacia la ventana. Pensé en el tonto de Kaminari y me dieron ganas de taparme la cara. El tema me estaba avergonzando así que decidí cambiar el rumbo de la conversación.

—¿Cómo estuvo tu semana de pasantías? —le pregunté a Midoriya, apenas volteando a verlo.

Movimiento poco inteligente de mi parte, pues estaba segura de que Midoriya me haría la pregunta de vuelta, y yo no quería hablar de mi semana de internado con Nighteye.

—¡Muy interesante y fructífera! —respondió de inmediato con emoción— Aprendí un montón de cosas, lo vio en la carrera de rescate que tuvimos el otro día, ¿no? Ahora me muevo con mucha más eficiencia, aunque al final lo arruiné un poco y me caí... jaja... —soltó una risita sin ganas— ¿Y su semana d-?

—No lo arruinaste tanto —lo interrumpí, para que no terminara su pregunta—. Pudo haber sido peor. Para haber aprendido hace tan poco eso de usar tu quirk en todo tu cuerpo, no estuvo nada mal. Le tomaste la delantera a Sero, estuviste muy bien.

—Es usted muy blanda conmigo, Kozlov-san.

—Claro que no, ¿acaso crees que te doy un trato especial? —pregunté a la defensiva.

Midoriya se sonrojó un poco y caí en cuenta que nuevamente había hecho una mala pregunta. Yo también me puse un poco roja. Afortunadamente, él miró hacia el pasillo y yo volví la vista hacia la ventana. Faltaba poco para llegar al centro de la ciudad.

—Hm... ¿iremos a estudiar a la biblioteca municipal? —dije después de un incómodo rato en silencio.

—Sí, pero primero tenemos que pasar a comprar su desayuno. Hace poco abrió una sandwichería en la zona, ¿quiere que pasemos por ahí?

—Está bien.

La sandwichería era bastante bonita y tenía un diseño moderno, al ser sus primeros días estando abierta, tenía varias promociones. Con Midoriya nos detuvimos un momento para ver las opciones.

—Dios, ese con huevo y tocino se ve exquisito... ¿qué pedirás tú? —le pregunté.

—Yo ya desayuné, puedo comprar una promoción para usted, si quiere.

Súbitamente recordé que le había dicho que él tenía que pagar mi desayuno. Me agarró una vergüenza terrible al imaginar a Midoriya pagando lo mío.

—Era broma lo que te dije en el orfanato —dije, intentando reír y verme relajada—. No tienes que pagar mi comida, no te preocupes por eso...

—Kozlov-san, yo la saqué de su cama y la traje aquí sin desayunar con la promesa de que iba a comprarle el desayuno cuando llegáramos.

¿Por qué es tan formal?

—No hables tonterías, no hicimos ninguna promesa, te estás inventando cosas ahora.

—Le voy a comprar la promoción de 3x2 de aquel sándwich —dijo, apuntando el cartel donde estaba la fotografía del sándwich con huevo y tocino—, creo que con eso estará bien. ¿Qué va a querer de beber?

Midoriya se estaba poniendo más firme ante mí.

—Deja de ser tan formal y respetuoso conmigo. Tutéame. Y voy a querer un café.

Me quedé de pie a unos dos metros de distancia detrás de Midoriya mientras él pagaba mi comida. No se veía para nada molesto, al contrario.

Parece mi novio o algo.

Me sentí estúpida, avergonzada, y estúpida de nuevo. Me quería dar de cabezazos contra una pared. No me gustaba sentir vergüenza, era algo que muy rara vez sentía, pero cuando estaba con Midoriya, no dejaba de apenarme y me ponía roja muy a menudo. Y se me notaba mucho cuando me ponía roja, gracias a mi piel fina y tirando a pálida.

Seguí a Midoriya en silencio hacia una mesa. Él llevaba las cosas en la mano y yo solo iba detrás de él, con mis labios bien sellados. Ni siquiera se me ocurría algún tema de conversación para hacer olvidar a mi cerebro que estaba nerviosa y avergonzada. El simple hecho de tener a Midoriya frente a mí me ponía de esa forma.

Soy una ridícula. Ni cuando estuve en el baño del Croc Talon me latió tanto el corazón.

Aunque esta vez no sentía mi corazón latiendo en mis sienes, y tampoco mi ojo izquierdo estaba latiendo. Esta vez, solo era mi corazón y mi estómago dando piruetas dentro de mí.

Midoriya se sentó en una mesa para dos, y yo me senté frente a él. Ordenó los sándwiches frente a mí.

—¿Pasa algo? —preguntó luego de que yo me quedara estática en mi silla, sin agarrar nada de la comida que estaba sobre la mesa.

—Oh, es que... no estoy acostumbrada a que hagan este tipo de cosas por mí —murmuré en voz baja—. Te estás comportando —¡como un novio!— como un hermano mayor.

—¿Hacer este tipo de cosas...?

—Pagar por mi comida, ordenar las cosas en la mesa por mí para que coma pronto... no sé —me encogí de hombros, sintiendo que ya no solo estaba roja, sino que también me ponía tiesa y rígida como un robot.

—Oh —Midoriya medio sonrió bajando la vista—, yo tampoco estoy acostumbrado a hacerlo. Soy hijo único y recién ahora en UA hice más amigos... en la secundaria solo la tuve a usted durante un tiempo.

Cada día que pasaba me arrepentía más de haberle dicho a Midoriya que dejásemos de ser amigos, uno de mis mayores pesares era saber que yo le había causado algún tipo de sufrimiento. Pero ahí seguía ese sentimiento que me llevó a actuar de esa manera en aquel momento: te vas a morir de pena cuando me veas actuar de acuerdo a mis intereses, tienes que estar lejos cuando eso ocurra, no debes quererme ni apreciarme cuando eso ocurra. A veces pensaba incluso en alejar a Kaminari y Sero. Cada vez que sentía que estaba muy encariñada con ellos y ellos conmigo, sentía que debía dejar de hablarles.

Le di un par de mordiscos al sándwich para mantener la boca ocupada y así tener una excusa para no hablar. No sabía qué responderle a Midoriya. Dudaba que me estuviera sacando en cara lo que le había dicho hace tanto tiempo atrás.

Pero si yo seguía arrepintiéndome, ¿a él le seguía doliendo?

—Midoriya, yo soy muy tonta cuando se trata de relaciones humanas —dije, tratando de tomar algún hilo de conversación coherente, decirle algo que tuviera sentido—, y me pongo muy fácil a la defensiva. —Di un suspiro tan grande que al expulsar el aire casi tiré unas servilletas al suelo. —No fue tu culpa lo que pasó. Y me extraña que no hayas tenido más amigos qu- —me corté a medio camino al recordar nuestros días en la secundaria— El hijo de puta de Bakugou no te dejaba tener amigos, ¿verdad? Puto bully de mierda. Siempre te insultaba frente a todos los demás y te hacía de menos... ¡y tú te dejabas! —le recriminé.

—No sigamos hablando de Kacchan, ¿está bien, Kozlov-san?

—Claro que no quiero hablar de ese malnacido, pero ha influido tanto en tu vida que casi no se puede hablar de ti sin nombrarlo al bastardo ese.

—Pues entonces no hablemos de mí —solucionó Midoriya moviendo sus manos en el aire con gesto nervioso.

Enfurruñada por el recuerdo de ese imbécil insoportable, seguí comiendo mi desayuno. Me aseguré de comer rápido para ir a estudiar pronto y acabar ya con esa sesión de estudio improvisada que había planeado Midoriya por su cuenta.

Me faltaban dos mordidas de mi último sándwich cuando me acordé de que me tenía que tomar mi medicina. La saqué de mi bolso y me tomé las pastillas correspondientes una tras otra. Midoriya me miró con curiosidad antes de preguntar:

—¿Qué está tomando?

—Droga.

Midoriya frunció los labios y le mostré el envase de uno de los suplementos que tomaba.

—Bueno, no mintió del todo...

Terminé de comer y nos decidimos a ir caminando a la biblioteca pública, de todas formas no quedaba lejos y ambos caminábamos rápido. La biblioteca era espaciosa y cálida, constaba de tres pisos, el primer piso estaba ocupado por un casino, la zona de trabajo de las bibliotecarias y la sección infantil. El segundo y tercer piso estaban ocupados por estantes y más estantes de libros y mesas de trabajo. Fuimos al segundo piso.

—Bien, Kozlov-san —dijo Midoriya una vez nos sentamos en una mesa—, ¿por dónde quiere empezar?

—Mmm... apesto en ciencias naturales, historia y japonés.

—¿Todas las ciencias naturales?

—Todas, aunque física y química se me dan más fácil, sobre todo física.

—Entonces empecemos por biología, es mucha materia pero he hecho bastaaaantes resúmenes.

Midoriya estudiaba con esquemas y mapas conceptuales, cosa que fue de gran ayuda. Aunque a menudo perdía el hilo de su explicación y de repente los esquemas ya no tenían tanto sentido como en un inicio.

Cuando pasamos de biología a química, yo ya estaba bastante aburrida y cansada. No me gustaba para nada el poner a trabajar así a mis neuronas, mucho menos el tener que esforzarme en cosas que no me interesaban en lo más mínimo. Midoriya era paciente y cuando notaba que yo me estaba quedando dormida, me despertaba llamándome por mi apellido. En un momento, mientras Midoriya hablaba de polímeros (sepa Dios qué son esas cosas), mi somnolencia era tanta que ni su voz llamándome pudo hacerme despertar. Solo sentí su mano poniéndose con firmeza en uno de mis hombros y luego un pequeño sacudón.

—Kozlov-san, ¿me está escuchando?

—Mh, ahora sí —dije, con voz involuntariamente ronca.

Apenas podía tener mis ojos abiertos de lo tanto que me pesaban los párpados, pero la imagen de Midoriya era clara. Sus ojos verdes, rodeados de pestañas gruesas y tupidas, me miraban casi con preocupación, podía verlo un poco frustrado y eso me hizo sentir culpable. Quitó firmeza de su mano en mi hombro, pero yo le impedí deshacer el contacto: puse mi mano sobre la suya, casi como si lo obligase a seguir tocando mi hombro.

—Sí que te estoy escuchando, ¿qué decías? —pregunté, poniéndome derecha en la silla.

No quería quitar mi mano de la suya. Al igual que yo, Midoriya tenía sus manos llenas de heridas por peleas y entrenamiento. Podía sentir sus cicatrices rozar las mías.

—¿Podría decirme qué son los polímeros, Kozlov-san?

Sonreí como quién es pillado haciendo una fechoría y quiere aparentar juguetona inocencia.

—De ahora en adelante escucharé cada palabra que digas, Midoriya.

Me tuve que obligar a soltar su mano. Seguimos con química y cuando por fin terminamos, me puse de pie.

—Iré abajo a comprar un café y estirar las piernas, ¿quieres?

—Es una buena idea —dijo, poniéndose de pie junto a mí.

Dejamos las cosas en nuestra mesa y antes de bajar al primer piso me aseguré de llevar mi tarjetero naranja. Parecía que todas las escuelas del sector estaban en semana de evaluaciones, pues la biblioteca estaba llena.

—Detesto que haya tanta gente —bufé por lo bajo luego de hacerle el quite a un grupo grande de chicos que se veían de mi edad. Iban hablando de lo difícil que estaría el examen de japonés porque la profesora era "una vieja de mierda que evalúa según amanezca el día".

—Solo espero que no se forme tanto ruido... —dijo Midoriya, sin mostrar ni un ápice de molestia.

Caminamos hacia el casino y quise arrancarme la piel del rostro cuando vi quiénes estaban en la fila.

—Apareces hasta en mis malditas pesadillas —mascullé hacia Bakugou.

Kirishima, que estaba con él, nos saludó alegremente a Midoriya y a mí.

—¡Qué sorpresa! —dijo Kirishima con alegría— ¿Vinieron a estudiar también?

—Sí, traje a Kozlov-san conmigo para estudiar algunas materias.

—¿Aceptaste la ayuda de Midoriya, Kozlov? —me preguntó Kirishima con sus ojos bien abiertos.

—En realidad la traje aquí casi obligada —respondió Midoriya con una risilla incómoda—. ¿Y tú le pediste ayuda a Kacchan, Kirishima-kun? 

—Sí, aunque mi socio no tiene mucha paciencia que digamos —dijo Kirishima, pasando un brazo por los hombros de Bakugou, quién rechazó de inmediato el tacto y se hizo hacia atrás con un gruñido y gesto de enojo.

—Eres tan desagradable —dije. Fue más como un pensamiento en voz alta que un aporte a la conversación.

La fila avanzó pero Kirishima no se dio cuenta, pues estaba dado vuelta hacia nosotros, que estábamos detrás de ellos en la fila. Bakugou lo tomó del cuello de la camisa y lo arrastró hacia adelante. Kirishima ni se inmutó y siguió girado hacia nosotros, mirándonos con su expresión entusiasmada.

—¿Hace cuanto que están aquí, chicos? ¿Ya tienen una mesa? ¡La biblioteca está llena!

—Llegamos hace unas horas ya —le respondí—. Y tenemos mesa, pero no la compartimos, no con ese estúpido al menos.

Bakugou, que ni se molestaba en girar a vernos, levantó la mano por sobre su hombro y me mostró el dedo del medio.

—Bakugou hoy está calmado —me dijo Kirishima—, de seguro que hoy no pelean.

—Como si hubieras logrado ponerle un candado en el hocico para que no hable, no me quiero sentar con él —dije, cruzándome de brazos. Kirishima me miró con el ceño fruncido, como si no le diera buenas razones para no querer sentarme con Bakugou. A regañadientes agregué: —Y tampoco quiero que Midoriya esté compartiendo espacio con alguien que lo trata mal.

Kirishima cedió. Por más amigo de Bakugou que fuese, no me podía negar eso. Bakugou, por su parte, no dio señales de haber escuchado lo que dije, pues siguió mirando hacia el frente.

 Vi de reojo a Midoriya: él estaba con los ojos fijos en sus zapatillas y se veía un poco afligido. Respiré hondo, descrucé mis brazos y le di un pequeño empujoncito amistoso mientras le murmuraba "No me pongas esa cara".

—Bueno, si cambian de opinión estaremos por aquí dando vueltas —concluyó Kirishima.

Tocó su turno de comprar café, compró bastantes cosas y antes de irse nos dio dos panes dulces de plátano.

—¿Esto es un soborno para aceptarlos en nuestra mesa? —le pregunté.

—Es solo un regalo, no le busques la quinta pata al gato.

Pasamos con Midoriya a comprar algo y no lo dejé pagar.

—Tú me invitaste el desayuno, yo compro esto —dije, y no acepté ninguna queja de él.

Subimos al segundo piso con nuestros cafés y panes dulces.

—Me siento un poco culpable por no dejar que Kacchan y Kirishima-kun se sienten con nosotros...

—Si Bakugou se sienta con nosotros me da un aneurisma, Midoriya —le dije lo más seria que pude—. Además, esta es solo una consecuencia de sus propias acciones. ¿Se comporta como un idiota? Pues los demás no se quieren juntar con él y listo.

Midoriya apretó sus labios en una línea y suspiró.

—Vamos con física ahora... —dijo un poco desganado.

Me molestaba que Midoriya no odiase a Bakugou.

Esta vez fue mi turno de suspirar. Tomé algunos sorbos de café antes de continuar con el estudio. Pronto me di cuenta de que el café había sido una mala opción: entre el ambiente cálido de la biblioteca, mi enfado y lo caliente del café, sentía que me iba a dar un golpe de calor. Me quité la sudadera y busqué una liga para el cabello en mi bolso, pero no encontré ninguna.

Debía cortarme pronto el pelo. Ya comenzaba a sobrepasar mis hombros. Me lo tomé con una mano y lo sacudí, generando un poco de aire.

—¿Tiene mucho calor, Kozlov-san? —preguntó Midoriya y dejó de hojear su cuaderno de física para mirarme.

—Sí, la verdad es que no soporto ninguna temperatura que no sea la media. Con el calor sudo mucho y el frío hace que me duelan los huesos.

Iba a tomar una libreta para abanicarme con eso, pero antes de que pudiera hacerlo, sentí un aire helado pasar por mi cuello. Midoriya se había acercado a mí, y mientras yo sostenía mi cabello en alto con las manos, él había soplado en la parte posterior mi cuello. Se me pusieron los vellos de punta y hasta los hombros se me congelaron.

—Quizás debimos comprar jugo o una bebida y no café caliente —dijo Midoriya como si nada. Yo me comenzaba a poner roja— ¿Sigue teniendo mucho calor?

Ya se me quitó el calor, pero ahora estoy caliente.

Dios, debo calmarme.

—Iré a lavarme la cara, eso seguro me ayuda.

Sin dejar que Midoriya tuviera tiempo a responder, me paré y casi corrí al baño. Entré, fui a los lavabos y me miré al espejo. Estaba roja. Mi piel estaba de un color más potente que mi pelo naranjo. Me lavé la cara una y otra vez, para luego hacer ejercicios de respiración que me calmasen.

Nunca me había gustado alguien de esa manera. Midoriya hacía algo que no era la gran cosa y yo reaccionaba así. Me sentía estúpida. Solo me había soplado un poco el cuello y yo estaba al borde del colapso en los baños de la biblioteca.

Su aliento se había sentido tan fresco.

Me pegué en las sienes con las palmas de mis manos, cerré fuerte los ojos y tuve que volver a lavarme la cara.

Salí del baño teniendo la impresión de que había pasado bastante tiempo ahí dentro tratando de controlar mis hormonas.

—Ya estoy mejor —dije en cuanto llegué a la mesa.

—Me alegra oír eso —respondió Midoriya medio sonriendo—. Ya tengo algunos ejercicios para que resuelva.

Estudiar física no fue tan pesado como lo anterior. Sintiéndome más fresca y confiada, pude resolver sin mayores problemas los ejercicios que Midoriya había escrito para mí.

—Sé que nos falta estudiar historia y japonés, ¿pero podemos parar por un rato? —pregunté—. Me está agobiando la biblioteca incluso, ¿por qué no vamos a almorzar? Podemos comprar ramen instantáneo en la tienda de conveniencia de la esquina.

—No suena mal, pero podemos perder la mesa... ¿Y si vienen Kirishima y Kacchan...? —preguntó tímidamente Midoriya. Lo miré recriminatoriamente— La pueden usar mientras nosotros estamos comiendo...

—Sí claro, y cuando volvamos tú con tus modales de señora sumisa los echarás de la mesa, ¿verdad? —Midoriya puso cara de cachorrito herido y cerré los ojos para no verlo—. Haz lo que quieras. Si me da una úlcera por ver la cara de Bakugou, tú te tendrás que hacer cargo.

—No le dará una úlcera por ver a Kacchan, Kozlov-san —carcajeó Midoriya y sacó su celular de su bolsillo—. Le hablaré a Kirishima-kun.

—Me dará una úlcera y un ictus si veo la cara de ese idiota por más tiempo del estrictamente necesario, Midoriya, en serio —le dije con tono solemne, apoyando mis codos en la mesa para inclinarme hacia él.

Midoriya dejó de mirar su celular para posar sus ojos sobre mí. Seguía carcajeando un poco y sus pecas jamás se habían visto tan hermosas en sus mejillas como en ese momento.

—Nunca me había dado cuenta, pero usted es tan dramática, Kozlov-san.

Lo seguí mirando mientras él tecleaba en su celular. No sé cuanto tiempo habré estado ahí, simplemente inclinada en la mesa, viéndolo, solo reaccioné cuando guardó su celular y me dijo:

—Ya vienen.

Kirishima y Bakugou llegaron en cosa de segundos. Kirishima venía riéndose y Bakugou tenía cara de estar profundamente ofendido y molesto.

—Unas chicas nos dejaron sentarnos en su mesa porque nos reconocieron del festival —dijo Kirishima entre risas—, y p-porque... PFFF —Kirishima se tuvo que tapar la boca— las chicas encontraron guapo a Bakugou y querían llevarlo a una cita grupal, ¡debieron ver su cara! ¡Se puso rojito!

—¡Del enojo! —aclaró Bakugou rápidamente. En efecto, no se veía avergonzado ni tímido.

—Sí, hermano, lo que digas.

—¿Te enojó que un grupo de chicas te encontrara guapo o que te invitaran a una cita grupal? ¿O las dos? —pregunté— De todas formas, ninguna reacción suena muy hetero de tu parte, ¿hay algo que nos quieras decir, Bakugou?

—¿Se van a ir a holgazanear o no? —preguntó Bakugou con hastío.

—Sí, vamos a salir a tomar aire y volvemos en un rato, o quizás no.

—Volveremos —afirmó Midoriya. Puse los ojos en blanco—. Todavía nos falta historia y japonés, Kozlov-san.

—Ay, a quién le importan esas cosas, ya vámonos.

Dejamos a Kirishima y Bakugou en la mesa y nos fuimos. Respiré hondo cuando salimos de la biblioteca.

—Mh, por fin aire limpio.

—De hecho, hoy hay bastante smog —dijo, revisando su celular—, ¿deberíamos ponernos mascarilla?

—Ugh, no seas ñoño —gruñí, tapando la pantalla de su celular con una de mis manos—. Oye, ¿vamos a jugar básquet?


Había una cancha pública relativamente cerca de la biblioteca (aunque yo no tenía ganas de volver...), y convencí a Midoriya de que jugáramos ahí.

—Yo no soy ni la mitad de bueno en comparación a usted, Kozlov-san.

Le lancé el balón a la cara y él lo atrapó. —Te he dicho que me tutees.

Midoriya lanzó el balón por lo alto y tuve que saltar para atraparlo.

—Usted sabe que yo no tuteo a la gente.

—Yo no soy La Gente, soy Kozlov Ayami. —Comencé a botar el balón. —Juguemos un 1 a 1, ganas si marcas 10 o más puntos, y yo gano si marco 15 o más puntos, ¿te parece bien?

Midoriya sonrió un poco y se sacó la sudadera. La dejó en una esquina en dónde habíamos dejado nuestras cosas antes de ponernos a jugar.

—Quiero las mismas condiciones. No crea que no he mejorado desde la secundaria. Soy un Midoriya mucho más capaz ahora —dijo, muy confiado.

Le sonreí de vuelta.

—¿Oh? ¿Creí haberte escuchado decir que no eres ni la mitad de bueno que yo?

—Me gusta esforzarme.

—Perfecto, te pondré a prueba. Gana el primero en marcar los 15 puntos. Yo estoy del lado de aro, tú empieza.

Le lancé el balón y el juego comenzó de inmediato. Debo confesar que al principio solo pensaba en divertirme con Midoriya y dejarlo encestar algunos puntos antes de derrotarlo por completo, pero me sorprendí al darme cuenta de que en verdad debía esforzarme para quitarle el balón. Lo peor de todo fue descubrir que era bastante bueno lanzando triples. Tenía mucha fuerza en los brazos y buena puntería. Sus bíceps se marcaban cada vez que lanzaba un triple. Decidí no darle espacio a lanzarlos, apenas dejé unos centímetros entre nosotros. Cuando él intentaba quitarme el balón y yo ponía mi hombro y parte de mi espalda entre nosotros para que no lo lograra, podía sentir sus músculos chocando con los míos. Podía oler su champú y escuchar su respiración. Estaba tan desconcentrada con él, su corporalidad y movimientos, que perdí el conteo de puntos, y solamente me di cuenta de eso cuando lancé el balón, encesté y Midoriya suspiró y deshizo su pose de guardia.

—Ufff, estuve muy cerca de ganarle, Kozlov-san.

—¿E-En serio? —pregunté, luchando por salir de mi ensoñación, cosa que no se me hacía muy fácil, considerando que tenía los ojos anclados en las gotas de sudor que bajaban por su cuello y se perdían dentro de su camiseta— ¿A cuánto quedamos?

—16-12. Acaba de encestar dos puntos.

Te hubiera ganado por mucho más si no fuera una adolescente con más hormonas de las que puede controlar.

—Te dije que te ganaría —terminé diciendo con simplicidad y me encogí de hombros—. Vamos a comer.

Esta vez cada uno pagó lo suyo. De plato principal: ramen instantáneo, y de postre: taiyaki con relleno de queso. Cuando empezamos a comer, Midoriya se puso a lanzarme preguntas random sobre las materias que habíamos estado estudiando en la biblioteca.

—Por Dios, Midoriya, no me hagas esto.

—Kozlov-san —me llamó con tono de advertencia, cosa bastante inusual en él—, esto es importante para saber si la información de verdad se quedó en su cabeza o no.

Agaché la cabeza y me resigné a tratar de responder sus preguntas. No me fue mal, pero tampoco excelente. De todas formas sirvió para tranquilizar a Midoriya y para cuando estaba comiendo mi taiyaki, él ya había terminado de hacer sus preguntas.

Volvimos a la biblioteca, yo arrastraba los pies. Ya eran pasadas las 5 de la tarde, estaba cansada y no quería volver a esa mesa donde estaría sentado el insoportable de Bakugou.

—¿De verdad tenemos que seguir estudiando? —me quejé— Siento que se me está derritiendo el cerebro...

—Sí, tenemos que seguir estudiando, ¡debe sacar buenas calificaciones, Kozlov-san! Y deje de ser tan dramática, un día de estudio no le dará un aneurisma, ni le provocará un ictus, ni una úlcera y mucho menos le derretirá el cerebro.

—Tal vez no me dé un ictus por estudiar, pero sí me dará uno por aguantar al tarado de Bakugou.

Antes de subir las escaleras al segundo piso, Midoriya me detuvo.

—¿De verdad los va a echar de la mesa, Kozlov-san?

Puse los ojos en blanco. —¿No quieres que los eche? Hace pocos días el cabrón de Bakugou te trató pésimo frente a toda la case, incluso Hanako salió corriendo detrás de él para decirle un par de cositas, ¿es que no te diste cuenta? Yo que tú ya lo tendría amenazado de muerte, pero eres tan blando...

—Kozlov-san, agradezco que se preocupe por mí, pero déjeme lidiar con esto a mí manera, ¿bien? Que Kacchan exista a mi alrededor no me incomoda.

—Y lo sigues llamando Kacchan como si fueran amigos —bufé, comenzando a subir las escaleras.

Midoriya no me respondió y subió las escaleras por detrás de mí. Llegamos pronto a la mesa, donde Bakugou estaba golpeando en la cabeza a Kirishima con un libro de matemáticas.

—Oh, chicos, ya volvieron.

Kirishima hizo amago de levantarse, pero lo detuve. —Agradézcanle a Midoriya y su corazón de viejita. Pueden quedarse, pero a la mínima que este estúpido cara de mojón —apunté a Bakugou— se ponga insoportable, se van los dos.

—Kozlov-san —me reprimió Midoriya—. Tratemos de llevar la fiesta en paz, ¿sí?

Esa tarde me di cuenta de que algo había cambiado en Bakugou. No sabría si afirmar que estaba menos intenso, porque me había dado cuenta de que en todo el día apenas había respondido a los insultos que yo deliberadamente le había dicho, y tampoco estaba siendo violento con Midoriya, cosa rarísima.

La tarde pasó lenta, muy lenta. Detestaba historia y japonés, siempre me daba sueño, eran las clases en las que más me dormía. Midoriya batalló bastante por mantenerme atenta, hasta que se dio cuenta de que la mejor manera de hacerlo era... llamando mi atención tocando esporádicamente mis manos, cuello u hombros: darme solo leves toques era suficiente para que yo volviera a poner toda mi atención en él y sus explicaciones.

Agradecía y a la vez maldecía que Kirishima y Bakugou estuvieran ahí. La presencia de esos dos me hacía ser más firme al controlar mis hormonas y deseos, pero al mismo tiempo quería estar sola con Midoriya.

Para cuando terminamos con historia y pasamos a japonés, yo a duras penas podía mantener mis ojos abiertos.

—¿Realmente tenemos que estudiar esto? —pregunté, profundamente acongojada— De todas formas voy a reprobar esta materia.

—¡No se rinda antes de tiempo! —me dijo, muy serio— Ya nos falta poco, esto es lo último y luego podemos irnos.

Al frente, en nuestra mesa, Kirishima estaba igual de agotado y aburrido que yo. Salvo que su profesor, Bakugou, no era ni la mitad de paciente y amable que Midoriya, y cada vez que Kirishima se estaba quedando dormido, Bakugou le golpeaba la cara con un libro.

Al menos, en japonés la materia no era tanta y realmente no era tan difícil, solo aburrida. Terminamos más pronto de lo que había pensado.

—Por fin se acabó —agradecí al cielo, estirando mis brazos y espaldas mientras me echaba hacia atrás en la silla.

—Ohhh, Bakugou, ¿a nosotros cuánto nos falta? —preguntó Kirishima, casi con lágrimas en sus ojos.

—Debido a que eres un idiota, todavía nos falta mucho —gruñó Bakugou en respuesta.

—Tal vez el problema no es el estudiante sino- ¡ay! 

Midoriya me había pellizcado una parte de la espalda para callarme. Lo miré atónita. Quería que me pellizcara de nuevo.

—Bueno, nosotros nos vamos. Que les vaya bien, chicos.

Por supuesto que Bakugou no respondió a los buenos deseos de Midoriya. Kirishima, al contrario del idiota, nos despidió muy amigable.

Afuera ya estaba oscuro.

—¿Dónde tomará el autobús, Kozlov-san?

—Ah, voy a pasar a jugar básquet antes de irme a mi casa —dije, apuntando en la dirección dónde estaba la cancha pública que habíamos usado antes de ir a almorzar.

—Le gusta mucho el básquet, ¿no? —comentó Midoriya con una sonrisa ladeada.

—Sí, mucho. Además soy naturalmente buena en ello: soy alta, tengo las extremidades largas y un buen tiempo de reacción.

—Sí... es muy talentosa.

No supe cómo reaccionar. Me rasqué un poco el cuello y desvié la mirada, sintiendo calidez en el pecho.

—Ya...

—¿La molesta si la acompaño? —Me lo quedé viendo con una ceja alzada— A jugar básquet, digo, ¿podemos volver a jugar un 1 vs 1? Si la incomoda, por supuesto que no iré, solo es-

—Ven conmigo —lo interrumpí—. Para ganarte de nuevo.

Fuimos a la cancha, jugamos, reímos y gané todas las partidas. Eran casi las 10 cuando Midoriya me fue a dejar a la parada del autobús. No tardó mucho en pasar el autobús que me servía. Dejé que toda la gente subiera antes de mí.

—L-Lo de hoy... —balbuceé, tratando de mantener mi mirada en Midoriya, pero no podía. ¿Desde cuando sus ojos verdes se habían vuelto tan intensos? No podía verlo a la cara— Hoy... —Solo tenía que mirarlo mientras decía "Gracias por lo de hoy", no era tan difícil, ¿verdad?— Estuvo divertido, a pesar de que me obligaste a estudiar como condenada.

Midoriya sonrió, manteniendo sus ojos en mí. —Yo también me divertí hoy.

Ya había subido toda la gente que había dejado pasar delante de mí. Era mi turno de subir al autobús.

—Bueno... adiós —murmuré, sintiéndome extrañamente cohibida. 

—Nos vemos.

Solamente cuando el autobús partió y ya no pude ver a Midoriya a través de las ventanas, es que me di cuenta de lo rápido que latía mi corazón.

Estoy jodida...


Durante los tres días que estuvimos bajo exámenes escritos, salíamos más temprano de UA pues en esos días la jornada escolar se redujo solamente a la realización de los exámenes, pero cuando quedábamos libres, todos nos íbamos a la biblioteca a seguir estudiando, porque para sorpresa de nadie, UA no solo era exigente en el entrenamiento de héroes, también lo era académicamente y los exámenes habían estado aún más difíciles de lo que pensábamos, nos dimos cuenta luego del primer examen tomado el lunes por la mañana, que había sido matemáticas. Cuando terminó el examen y Aizawa se fue con nuestras hojas de respuestas, Mina salió llorando de la sala y Hagakure y Hanako tuvieron que ir a buscarla.

—Ah, sí, el exitoso modelo de educación que hace sentir a sus alumnos como unos completos inútiles y estúpidos —suspiré, estirándome sobre la mesa.

—¡Esto es tortura moderna! —Kaminari estaba al borde del llanto— ¡A este paso no iremos al campamento!

Todo el salón estaba hablando de lo difícil que había estado el examen. Incluso Iida confesó en voz alta que un problema de la cuarta página lo había acomplejado bastante.

Aprovechamos nuestro pequeño receso para ir a comer algo y luego tuvimos que prepararnos para el examen de biología, y después el de química.

—Mañana será física y inglés; el miércoles tendremos historia y japonés. ¡Y el jueves al menos tendremos libre para descansar! —dijo Kaminari.

—Se dice "física E inglés", inculto estúpido —lo corregí, levantándole un dedo del medio—. Ya sabemos quién va a reprobar japonés.

—¡¿Por qué siempre buscas pelea conmigo?! 

—Busco pelea con todo el mundo, no te sientas especial.

—Ya, no se pongan a pelear —nos regañó Sero— Y Kaminari, no creo que nos den el jueves libre para descansar, sino para prepararnos para el examen práctico del viernes.

—¡Serán robots, será sencillo!

Los tres días se me fueron volando, entre exámenes, estudios y trabajo. Mi tiempo libre del jueves lo dediqué a entrenar y el viernes ya estábamos todos a las 8am en punto, con nuestros trajes de héroes puestos, esperando a que Aizawa nos diera las instrucciones. 

La cosa rara era que... no solo Aizawa estaba ahí. También otros profesores. Y no fui la única en darse cuenta. De hecho, sólo fueron dos idiotas (Kaminari y Mina) los que no se daban cuenta de la situación.

—Ahora empezará el examen práctico —anunció Aizawa—. Quiero que tengan en mente que es posible reprobar este examen, así que, si quieren ir al campamento, más les vale no cometer errores. Espero que lograran reunir información antes de tiempo y sepan qué vamos a hacer hoy.

—¡Pelearemos contra robots! —anunció Kaminari con entusiasmo.

—¡Error! —de entre las vendas que usaba Aizawa, salió un animalito.

—¿Una rata?

Yaoyorozu me miró con horror: —¡Es el director!

—Y también una rata, ¿no?

Hanako se tuvo que tapar la boca para no largar una carcajada y asintió en mi dirección.

—Por varias razones, hemos decidido hacer un cambio en el examen práctico —habló el director. Se bajó de los hombros de Aizawa y se paró frente al grupo curso—. Desde ahora, nos concentraremos en combate, trabajo de héroe y estrés más parecido a una pelea real. Por lo tanto... formarán equipos de dos y pelearán contra un profesor.

—Genial...

—¡Cállate! —Kaminari casi me cacheteó— ¡Esto es horrible!

—Además, las parejas y contra quién pelearán ya está decidido. Los elegí yo según varios factores: estilo de pelea, calificaciones y relación entre ustedes. Entonces, las parejas serán...


No me lo podía creer. ¿Qué mierda tenía Aizawa en la cabeza? ¿Cómo demonios se le ocurría ponerme en un equipo con Mineta? ¡Más encima nuestra rival era Midnight! Peor se comportaría Mineta.

—¿Es que acaso quiere que lo mate o algo? —gruñí para mí misma, entrando en la sala de monitoreo. No pensaba idear una estrategia con ese enano perdedor. Ganaría por mi cuenta, de todas formas, Midnight no lucía como una oponente difícil.

Dentro de la sala de monitoreo estaban Uraraka y Midoriya, que a diferencia de mí, ellos sí habían querido idear una estrategia con su compañero, pero eran estos últimos quienes no colaboraban.

El examen práctico consistía en enfrentar a los profesores, quienes estarían llevando pesas que les dificultarían el movimiento, el objetivo era capturarlos o que uno de los dos estudiantes lograra escapar. Teníamos 30 minutos para lograr ese objetivo.

El primer combate fue de Kirishima y Sato contra Cementos. Fueron fácilmente vencidos. Claramente, Aizawa nos había estudiado bien y nos había enfrentado contra quién tendríamos problemas peleando.

Parece que mi dificultad será pelear junto a Mineta, pero no tengo intención de colaborar con él, incluso si me bajan la nota por eso, no me importa.

Kirishima llegó a la sala de monitoreo a mitad del combate de Tsuyu-chan y Tokoyami contra Ectoplasm. A pesar de que Midoriya y Uraraka intentaron animarlo, Kirishima siguió bastante decaído.

Tsuyu-chan y Tokoyami ganaron con estrategia y trabajo en equipo. Me fijé en que Ectoplasm era bastante rápido en combate cuerpo a cuerpo, a pesar de estar llevando esas pesas. 

—¿Realmente los profes van cargando la mitad de su peso en esas pesas? —me pregunté en voz alta.

—Ectoplasm debe ser asombroso si logra moverse así incluso con esas pesas... —comentó Uraraka.

Tsuyu-chan llegó a la sala de monitorio antes de que empezara el combate de Iida y Ojiro contra Power Loader, los chicos ganaron gracias a un movimiento que Iida había estado puliendo. Iida había avanzado muchísimo en cuanto a manipulación de quirk. 

Luego, vino el combate de Todoroki y Yaoyorozu, ambos eran buenos así que no fue ninguna sorpresa que le ganaran a Aizawa. El combate de Uraraka y Aoyama fue aburrido y Uraraka le puso fin con una técnica de artes marciales. En ese momento llegaron Iida y Yaoyorozu a la sala de monitoreo y a los pocos minutos después, Uraraka.

—Ochako-chan, ¿puedo hacerte una pregunta? —se le acercó Tsuyu-chan luego de que Iida y Midoriya felicitaran a Uraraka por su victoria.

—Claro, ¿qué pasa?

—¿Qué te dijo Aoyama-kun antes de que te soltaras de la baranda?

Volteé a verlas cuando escuché un chillido de Uraraka. Se puso rojísima en cosa de segundos.

—¡No era nada, de verdad que no!

Volví mi mirada hacia las pantallas con el ceño fruncido.

El siguiente combate fue el más divertido, porque fue entre Kaminari y Mina contra el director. Probablemente, la razón principal de que emparejaran a esos dos, era porque eran los más idiotas, tenían pocas posibilidades contra la rata inteligente. Por más que intentaron hallar la puerta de salida, fracasaron.

Los dos combates siguientes, de Koda y Jiro contra Present Mic y el de Shoji y Hagakure contra Sniper fueron ganados por los alumnos. 

—Uf, por fin se viene lo bueno —dije, estirando mis brazos hacia el cielo.

—Deku-kun, después de este combate vienes tú, ¿no quieres ir a prepararte?

—Quiero ver los combates, sobre todo porque Kozlov-san nunca decepciona en sus peleas.

Con el pecho hinchado de orgullo (y ego) al escuchar esas palabras, me dirigí trotando hacia el área dónde tendría mi prueba. Mineta ya estaba en la puerta de entrada y sostenía las esposas con las que debíamos capturar al profesor si es que decidíamos hacer eso. Le quité las esposas y las colgué en mi cinturón.

—Ugh, enano asqueroso.

—Tampoco creas que estoy contento de trabajar contigo.

—Oh, ¿tienes la valentía de responderme? —reí sin gracia— Escúchame muy bien, cabeza de escroto, no te metas en mi camino. Ganaré esta prueba yo sola y no necesito que me andes estorbando, como lo hagas, te juro que te aplastaré.

Mineta no dijo nada, y me di por satisfecha. Entramos a un terreno rocoso, tenía pocas partes dónde esconderse, no era ideal para planificar un ataque sorpresa.

Avancé hacia la puerta de salida, que estaba al lado contrario de la entrada. Mineta solo me seguía en silencio.

A mitad de camino nos encontramos con Midnight, estaba sonriendo y sosteniendo su látigo.

—Con que yendo directo a la salida, ¿es que acaso no temen enfrentarse a mí, chicos? —nos preguntó.

—¿Debería tener miedo? —pregunté de mala gana.

Midnight no se veía como alguien fuerte, al contrario. Su traje no protegía ni la mitad de sus puntos débiles, tampoco se veía con mucha masa muscular, y de seguro que podría usar en su contra los zapatos con tacón que utilizaba.

—No soy buena peleando contra chicas, pero te aseguro que si hueles por más de cinco segundos... —desgarró la tela que cubría su brazo derecho y activó su quirk—, caerás irremediablemente dormida...

—No necesito más de cinco segundos para vencerte.

Apenas había terminado de decir eso cuando activé mi quirk y salté hacia ella sin importarme que su quirk estuviese activado y ella estuviera rodeada de esa niebla rosa. Solamente no tenía que respirar y todo sería pan comido.

Fue cosa de fracciones de segundo. No me dolieron las articulaciones, no sentí que estaba haciendo mi máximo esfuerzo. Le puse las esposas a Midnight antes de que ella pudiera parpadear.

—Ni siquiera dos segundos para vencerte.

Estaba profundamente decepcionada de que Aizawa me pusiera a pelear con alguien que no tenía ni la más remota posibilidad de ganarme en una pelea 1 vs 1.

Quizás si Midnight no llevase sus pesas me hubiese costado un poco más.

No, no es eso. Habló una voz hambrienta desde lo más recóndito de mi cabeza. Soy cada vez más fuerte, los medicamentos están haciendo efecto.

El corazón y mi ojo izquierdo comenzaron a latir al mismo ritmo desenfrenado y una sonrisa apareció en mis labios incluso si quise reprimirla.

Me estoy haciendo muy muy fuerte... Poca gente podrá detenerme.

Me dio una puntada en el ojo izquierdo que llegó hasta el fondo de mi cerebro, fue solo un segundo, pero suficiente para borrar la sonrisa tétrica que tenía en la cara. Salí de mis pensamientos y volví a la realidad.

Midnight seguía sin habla. Miraba sus muñecas esposadas con ojos grandes y la boca abierta.

—El equipo Kozlov y Mineta aprobó —se escuchó el anuncio por los parlantes.

Sin voltear hacia Mineta ni esperar una reacción por parte de Midnight, abandoné el campo de pelea y volví a la sala de monitoreo.

—Kozlov... eres terrorífica, amiga —fue lo primero que escuché cuando entré a la sala.

—Gracias —respondí a Kirishima.

Midoriya no estaba, así que asumí que se había ido a su combate contra All Might.

Ojalá a mí me hubiera tocado contra All Might... pero sin tener a Bakugou de compañero, uf, pelear contra Aizawa teniendo a Todoroki o a Yaoyorozu de compañero tampoco hubiese estado mal.

El combate inició mal, el primer golpe que hubo fue de Bakugou hacia Midoriya. Se los veía discutir en la pantalla, no podíamos oír lo que decían, pero era evidente por su lenguaje corporal: Bakugou lo insultaba y Midoriya lo aceptaba.

Incluso luego de ver la demoledora muestra de poder de All Might, esos dos no lograban unirse para pelear contra él o escapar de él. Era un desastre. No fue hasta que Bakugou parecía abandonar el combate —no se movía—, que Midoriya reaccionó y por fin golpeó a Bakugou.

Midoriya puede defenderse de Bakugou.

Solo que... no quiere hacerlo.

Ese pensamiento se mantuvo permanentemente en mi cabeza durante todo lo que duró la batalla. Ambos recibían golpes por igual, ambos atacaban como creían correcto.

Midoriya puede defenderse de Bakugou.

¿Por qué no lo hace?

No es que le tuviera miedo. No es que se congelara ante Bakugou y no pudiera actuar para defenderse.

Es que escoge no hacerlo.

Odio a la gente que solo pone la otra mejilla.




n/a:

izuku por fin le sopló la nuca a ayami EEEEEE

me reí mucho corrigiendo el capítulo, ayami es tan ingeniosa para insultar

escribí parte de este capítulo en mayo de 2023, y ahora, un año después, pucha que está enamorada ayami kdaslkd y ni se da cuenta de que uraraka está en las mismas... y cuando vea que toga también está detrás de izuku.... shiuuuu

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