Capítulo 18: El perrito que muerde
☠ Kozlov Ayami.
—¡Ayami-neechan...! ¡¿Por qué viniste?!
—¿Acaso quieres que me vaya? Mira, traje marshmallow de contrabando y un cuaderno de dibujo nuevo.
Contrario a lo que pensaba, Chiyoko no dejó de verme con preocupación en el segundo en que terminé de decir eso. Sus ojitos de niña seguían prendidos a mi rostro, al cuál no se le habían ido los moretones del día anterior, incluyendo los dos círculos morados que adornaban los alrededores de mis ojos. También, por primera vez en mucho tiempo, había dejado de ponerme un parche sobre mi ojo izquierdo.
—Ayami-neechan... —volvió a decir, con los bordes de sus labios tirando hacia abajo.
—No me pongas esa cara de tristeza, si vine fue porque quiero y porque puedo. UA tiene una excelente doctora, puede curar huesos rotos en cosa de segundos —aseguré, caminando hacia la camilla de Chiyoko y me senté en ella. Puse la bolsa de regalo sobre la colcha, pero la niña no la tomó, en cambio, siguió mirándome el rostro.
—Es la primera vez que te veo así —dijo, mirándome el lado izquierdo del rostro—. ¿Por qué te lo habías tapado tanto tiempo?
—Porque me veo más guapa con un parche, pero decidí que ya no me importa verme bien. Vamos, toma los dulces. ¿Cómo estuvo tu semana?
—Una enfermera me dejó ver el festival deportivo en su celular —me dijo, estirando sus manos hacia la bolsa que le ofrecía—. Quería que tú ganaras, Ayami-neechan.
—Ya, yo también, pero no lo hice así que solamente me resta seguir entrenando.
La amargura de haber perdido contra Natsuki no abandonaba mi boca, pero al menos ya sabía que debía seguir poniéndole más esfuerzo a mi entrenamiento. Y luego de ver su pelea contra Bakugou, me había dado cuenta de lo peligroso que era para ella activar tanto su quirk de cocodrilo.
—Me dio mucho miedo cuando te pegaron en tu última pelea —admitió Chi rápidamente, llevando una de sus pequeñas y cada vez más delgadas manos a mi frente con cuidado, rozándome apenas la piel. Vi que sus ojos se llenaron de lágrimas—. Me dio mucho miedo...
Tragué saliva con dificultad y me alejé de sus manitos.
—No tengas miedo de lo que me pase, Chi.
—Pero si Ayami-neechan ya no está-
—Si yo no estoy entonces te quedan Dai-san y los demás niños del orfanato —la corté de inmediato—. Chi, cuando me gradúe de UA seré una heroína y tendré que pelear con muchos villanos, ¿sabes? Cualquier cosa podría pasarme.
—No digas esas cosas —pidió, aún con sus ojos lagrimosos.
—Es la verdad —dije, parándome de la camilla—. Vamos, me aceptaron la solicitud para sacarte del hospital por unas horas. Tienes que ponerte tu ropa de calle y tu mascarilla.
Chiyoko y yo pasamos por todo el protocolo que hay que completar antes de sacar de paseo a un niño internado. A pesar de que ese día no hacía frío, me aseguré de que estuviera con ropa abrigada y, por si acaso, guardé su chaqueta en mi mochila. Antes de salir, nos aseguramos que los dulces de contrabando quedaran bien escondidos en el velador de Chi.
Fuimos a la estación del metro más cercana al hospital y la tomé en brazos, puesto que en el metro siempre había gente muy apresurada que apenas se fijaban en si pasaban a llevar a alguien más. Mientras subía al metro, me di cuenta de que Chiyoko había seguido bajando de peso. Su piel estaba más traslúcida y casi me dejaba ver sus venas sin problemas.
Iba a preguntarle cómo se había sentido últimamente con el nuevo tratamiento que le estaban aplicando, pero las palabras murieron en mi garganta cuando me di cuenta de que realmente no quería hablar de ese tema, al menos no con ella. Podía hablarlo con las enfermeras y la doctora a cargo del caso de Chiyoko.
Tenía un brazo ocupado en sostener a Chiyoko y con mi otra mano me afirmaba para darme estabilidad en el metro. Vi un niño pasar por mi lado y por el rabillo del ojo detecté su mano traviesa actuando. Me solté del tubo que había estado sujetando y agarré la muñeca del niño.
—Aprovecharte de las personas que llevan las manos ocupadas para tratar de sacarles la billetera —dije, quitándole la mía de su mano de un solo movimiento. El niño tendría 11 años, 13 a lo mucho—. Cuando tenía la mitad de tu edad ya había perfeccionado ese truco, mocoso.
El niño me miró con enojo y me empujó por el estómago con sus dos manos. Eso, sumado a que el metro atravesó una curva con un poco de brusquedad, casi me hacen perder el equilibrio. Una mano me sujetó por la espalda y otra mano agarró al niño, que estaba intentando escapar.
—No creo que eso sea algo bueno —dijo calmadamente Todoroki. Me alejé de su mano y el niño lo miró aún mas enojado.
—¡¿Y tú qué te metes?! —le gritó.
—Oye, mira... ¿no son los chicos de UA?
—Los del tercer lugar...
—Y detuvieron a un ladrón.
Puse los ojos en blanco. Todoroki había sido el único en actuar al ver que le estaban intentando robar a alguien que llevaba a una niña en brazos, pero de repente todos se metían en la situación para hablar.
Vi que empezaban a sacar sus celulares y apuntarnos con ellos desvergonzadamente.
Le saqué la bufanda a Chiyoko al mismo tiempo que la acercaba más a mi cuerpo y se la puse en la cara al niño, cubriéndole todo menos los ojos, él no intentó sacársela. Todoroki seguía sosteniéndolo del brazo y yo también lo agarré.
—Puedo hacerme cargo sola, suéltalo —le dije.
—¿Qué harás? Andas con una niña.
Miré a Chiyoko, que me devolvía la mirada con una suerte de miedo y confusión.
—Ugh...
Las puertas del metro se abrieron y salimos los cuatro del vagón, aún con la gente cuchicheando y apuntándonos con sus celulares. Al instante, Todoroki comenzó a caminar hacia el guardia de la estación pero lo detuve.
—No hagas eso —le dije, tomando su camisa.
Dejé a Chiyoko en el suelo y ella se acomodó su vestido de invierno. Le saqué la bufanda al niño. Él seguía teniendo esa cara de ira y no pude evitar sentir pena.
—¿Qué quieres? —le pregunté.
—¿Qué te importa?
—¿No sabes quiénes somos? —inquirí, apuntando a Todoroki y a mí.
—¡¿Y por qué debería saber quién mierda son?!
El festival deportivo de UA era famosísimo. Hasta pasaban las repeticiones más importantes por las noticias y las redes sociales se llenaban de esas cosas. La única manera de no reconocer a los alumnos que destacaban cada año, era no tener acceso a las noticias, como no poseer una tele o un celular.
Miré la camiseta sucia del niño, sus ojos relampagueantes de rabia y suspiré. Saqué mi billetera y tomé un billete.
—¿Lo quieres? —Él se puso rojo y asintió un poco. —Discúlpate.
—¿Qué?
—Ya me oíste. Discúlpate y te daré el dinero.
El niño se puso a llorar, aunque no de la pena.
—No me voy a humillar como tú quieres que lo haga —respondió entre dientes.
Me acuclillé, quedando a una altura menor que la de él y lo miré fijamente. Su ira pareció disminuir.
—¿Todavía no pasas la suficiente hambre como para seguir teniendo ese orgullo? —le pregunté. Él no respondió— No lo hago porque quiero que te humilles, lo hago para que tengas modales —dije, apoyándole el billete en el pecho.
—No voy a pedir disculpas —gruñó, agarrando el dinero con un movimiento brusco. Él comenzó a retroceder y yo me puse de pie—. Gracias por tapar mi cara de esas personas.
—Ya, ¿ves que sí tienes modales? Úsalos más seguido.
Chasqueó la lengua y se fue corriendo, con el billete bien sujeto en uno de sus puños.
—Pero tú tampoco tienes modales —me dijo Todoroki una vez que ya no pudimos ver al niño.
—Cierra el hocico —le gruñí mientras extendía mi mano a Chi y ella la tomaba.
—¿Está bien que hayas hecho eso? —preguntó Todoroki.
Lo miré con detenimiento, de la misma forma en la que él me estaba mirando a mí. No parecía enojado por lo que acababa de pasar y tampoco lucía como si me estuviera juzgando en su interior.
—No sé, pero me parecía mejor que llevarlo con un guardia o la policía.
—¿Por qué?
—Porque ellos hubieran hecho que el odio del mocoso creciera, ¿es que no le viste los ojos? Además, ¿cuándo un ladrón ha dejado de robar solo por ser llevado a las autoridades?
No me despedí de Todoroki y empecé a caminar con Chiyoko siguiéndome a pasos apresurados.
—Ese billete no le durará mucho —dijo Todoroki, siguiéndome—. Y dudo que deje de robar solo porque fuiste amable con él.
¿Amable?
—Ugh, ¿qué es lo que quieres? Estoy ocupada ahora.
—Solo tengo curiosidad por la forma en la que actuaste —reconoció.
Desde que Todoroki había peleado con Midoriya, tenía un aura distinta. Hasta sus ojos habían cambiado un poco.
—Podemos hablar en otra ocasión, no me jodas el día, ya te dije que estoy ocupada.
Caminé hacia las escaleras mecánicas para salir de la estación. Todoroki iba detrás de nosotras pero lo ignoré. Chiyoko me tiraba de la mano y me hacía gestos de curiosidad hacia Todoroki, a lo que yo respondía con muecas de asco.
Hasta que al final, la niña se decidió por hablarle ella misma.
—Hola, mi nombre es Chiyoko, pero mi neechan me dice Chi —se presentó, bajando su mascarilla hasta su mentón por un instante. Tenía sus mejillas rojísimas—. ¿Tú eres compañero de clase de mi neechan, verdad? —preguntó, con voz titubeante— Te vi en el festival deportivo.
—Hola, Chiyoko, soy Todoroki Shoto —se presentó, haciendo una pequeña reverencia con su cabeza. Ella quedó fascinada y yo puse mis ojos en blanco—. Sí, somos compañeros de clase.
—Chi, cuidado con la escalera —le avisé, pues la escalera mecánica estaba por terminarse.
La niña dio un salto y aterrizó firme en el suelo.
—¿Dónde vas ahora, Todoroki-kun? —preguntó, acercándose tanto a Todoroki que casi me suelta la mano.
—Al centro comercial, me quiero comprar unas zapatillas nuevas.
—¡Nosotras también vamos ahí! —dijo dando saltitos. Ni siquiera estaba disimulando— ¡Vamos juntos!
—Chiyoko, tranquila...
Pero con Todoroki estando ahí, la niña apenas me escuchaba. Los tres caminamos las pocas cuadras que separaban la estación del centro comercial, Chiyoko caminaba al medio de nosotros sin dejar de sacarle conversación a Todoroki, que era bastante corto en sus respuestas, pero eso no la desanimaba.
—Ayami-neechan sabe mucho sobre zapatillas —dijo Chiyoko cuando entramos al centro comercial—, ella puede ayudarte a escoger unas buenas.
—No, de seguro que Todoroki sabe cómo elegir zapatillas.
La tienda de zapatillas quedaba en el primer piso y estaba de camino a la tienda de ropa para niños, así que me fue imposible no pasar por ahí y ver un cartel que decía "JORDAN ZOOM SEPARATE 25% DE DESCUENTO".
—Bueno, nos separamos aquí —dijo Todoroki.
Carraspeé mi garganta y Chiyoko me miró suplicante.
—Yo también quiero pasar a ver zapatillas... —murmuré como quien no quiere la cosa.
—¡Vamos juntos de nuevo! —dijo Chiyoko, tomando a Todoroki de la muñeca. Nos llevó a ambos dentro de la tienda.
Entramos y fuimos directo a la sección de zapatillas deportivas. Yo sabía que había otras marcas además de las Jordan, como Adidas, que también eran buenas y algo más baratas, pero las Jordan eran ese lujo que me daba cada cierto tiempo.
Ya me recompuse de pagar las últimas zapatillas que me compré... y estas tienen 25% de descuento...
Vi la etiqueta con el precio. ¥13.270.
—¿Son buenas? —preguntó Todoroki, viéndome sostener la zapatilla que estaba de muestra.
—Ah, sí, pero son de básquet, no sé qué zapatillas quieras tú.
—Quiero unas de correr, como siempre.
—¿Cuál es la diferencia? —preguntó Chi.
—Las de básquet deben ser de caña alta, para se sujeten bien al tobillo. También es importante que amortigüen bien y tengan un buen derrape, ya que en el básquet vas corriendo hacia todos lados con cambios bruscos de movimiento. Para correr, importan cosas más como la flexibilidad de la suela y que no hayan roces, e igual importa que amortigüen bien el peso del cuerpo.
—¿Qué significa "amortigüen"?
—Viene del verbo amortiguar —respondió Todoroki—, significa disminuir la fuerza de un golpe o la manifestación de una fuerza en sí.
Chiyoko asintió, no muy convencida.
—No sabes tratar con niños —le dije a Todoroki cuando Chiyoko se fue a hablar con una niña que estaba usando zapatillas con luces.
—Pero yo podía entender así cuando era pequeño...
—¿Qué buscan, jóvenes? —preguntó un trabajador del local.
—Busco zapatillas de entrenamiento.
—Yo solo lo estoy acompañando —dije, dejando las Jordan de vuelta en la estantería.
Realmente no necesitaba otras. Ya tenía puestas unas buenas Jordan y en el orfanato tenía unas aún mejores que solía ponerme únicamente cuando entrenaba básquet en una cancha destinada a ese deporte. Si me compraba otras Jordan, sería una estúpida decisión financiera, incluso si tenían descuento.
El señor que nos estaba atendiendo dejó a Todoroki probándose un montón de opciones mientras que él se había ido a atender a un grupo de jóvenes que acaban de llegar.
—Quiero tu opinión —dijo Todoroki luego de haberse probado dos modelos de zapatillas—, ¿qué me hace falta entrenar?
—¿Y a mí por qué me preguntas? Tú sabrás.
—Pero me ganaste en el primer entrenamiento de combate, ¿qué me hizo falta esa vez?
—Qué te sobró, más bien —suspiré, sentándome a su lado sin perder de vista a Chiyoko, que se había puesto a jugar con la niña de zapatillas con luces—. Desde un inicio debiste realizar ataques crudos, como cuando me heriste en las costillas con ese guante de hielo. Aunque ahora que lo pienso, no sé si te sobró consideración conmigo o si solamente me estabas mirando en menos y no quisiste hacer tus mejores movimientos desde un inicio porque pesabas que no valía la pena.
—No es nada de eso —negó y lo miré—. Es que yo no soy de hacer ataques así, tan de cuerpo a cuerpo. Prefiero la distancia.
—Ya, y como yo te obligué a tener combate cuerpo a cuerpo, tuviste que hacer ese movimiento. —Él asintió mientras me devolvía la mirada.
—Sí, además... mmm... como que se me contagió tu energía sanguinaria. —Busqué signos de broma o burla en el rostro de Todoroki, pero él se veía completamente serio. —Yo nunca pienso en hacer heridas con mi hielo, solo congelar, pero ese día se me vino a la cabeza y actué.
—Ayami-neechan me dio sed —llegó Chiyoko quejándose conmigo. La otra niña se había ido con lo que parecían ser sus padres.
Estaba respirando muy rápido y la senté en mis rodillas, para luego ponerle mis manos en su cuello. Tenía el pulso acelerado, pero no tanto, lo normal después de haber estado jugando.
—Podemos ir a comprar un jugo o un té helado —le ofrecí.
—Estoy muy cansada, ¿no puedes ir tú sola y yo me quedo aquí con Todoroki-kun? —preguntó suplicante y haciendo ojos de cachorrito.
—No, sabes que prometí no dejarte sola ni un segundo. Vamos, hay máquinas expendedoras en todas partes.
—Pero estoy muuuuy cansada —insistió—. Y Todoroki-kun puede cuidarme muy bien, ¿verdad, Todoroki-kun?
—Eh...
—Todoroki no sabe tratar con niños, y aunque lo supiera, ya te dije que no. Vamos —dije, poniéndonos a ambas de pie—, no me hagas arrastrarte hasta allá.
Chiyoko me tomó la mano de mala gana y caminamos fuera de la tienda. No me costó mucho localizar alguna máquina expendedora de bebidas. Busqué algo que fuera bajo en azúcares y lo compré. Un té frío de frutos rojos en lata. Abrí la lata y se la tendí a Chiyoko, que con alegría le dio un gran sorbo.
—Estás muy desvergonzada hoy, ¿no?
—¿Por qué dices eso, Ayami-neechan?
Sonreí de lado. —Todoroki se va a dar cuenta de que te gusta.
—¡Eso no es cierto! —dijo, con su cara poniéndose roja en cosa de segundos.
Me reí de ella y volvimos a la tienda, dónde Todoroki seguía sin decidirse por unas zapatillas.
—Me quedé pensando en eso de los cambios de dirección en el básquetbol —dijo Todoroki cuando nos vio llegar—. Creo que me voy a probar las que estabas viendo hace un rato.
—Si te gusta esa cualidad, entonces podrías ponerla en el calzado de tu traje de héroe.
—¿Tú lo hiciste con tu traje?
—Sí, mis zapatillas las mandé a hacer con amortiguador, potenciador de saltos y una buena estructura para los cambios bruscos de dirección.
Todoroki me miró con cara de tragedia. —¡Yo no pensé en nada de eso!
—No me sorprende, ya que eres un luchador a larga distancia.
—Debí pensar en eso de todas formas... creo que mi traje de héroe tendrá varios cambios... Luego de la pelea con Midoriya pensé en cambiar por completo todo mi traje, y ahora... lo quiero cambiar aún más... Gracias, Kozlov.
No supe cómo responderle, así que solamente quedé viéndolo con mis dos cejas en alto.
Todoroki terminó por comprarse las zapatillas que yo quería, las Jordan.
Pensaba que luego de eso Todoroki se iría y nos dejaría a las dos solas haciendo nuestras cosas (que era como yo había planeado el día), pero Chiyoko invitó a Todoroki a que nos acompañara en nuestra siguiente actividad.
Y de alguna forma terminamos los tres sentados en un local de comida dentro del centro comercial, luego de comprarle ropa y un set de crayones a Chi.
—Ya sabes que no debes comer ningún tipo de carne ni pescado que no sea la que te dan en el hospital —le recordé a Chiyoko cuando estábamos viendo la carta.
—Sí... —murmuró ella con su ánimo bajando.
—Mmm... puede ser soba con tofu firme —dijo Todoroki. Él estaba sentado frente a nosotras.
—Está bien...
Yo quise pedir pollo frito, pero para no tentar a Chiyoko, también terminé pidiendo soba con tofu.
La comida fue silenciosa para mí, pues Chiyoko concentraba toda su atención en Todoroki y solamente le hablaba a él. Cuando terminamos de comer, llamé a la camarera para pedir que separara la cuenta, pero Todoroki se ofreció a pagarlo todo.
—Claro que no, ¿por qué te dejaría hacer eso? —le gruñí.
—Tómalo como un pago por tomar tu idea de zapatillas para el traje de héroe —dijo—. De todas formas... voy a pagar con la tarjeta de mi... padre —pronunció la última palabra como si le costara decirla.
—Oh, la tarjeta de Endeavor —suspiré, acomodándome en la silla—. Si me lo hubieras dicho antes, hasta me hubiera pedido postre.
Luego de eso, anoté mentalmente que Todoroki no entendía los chistes y se lo tomaba todo de forma literal, porque sí pidió postre. Después de comer el postre (controlé que Chiyoko comiera muy poco dulce), nos fuimos a la estación de tren y nos despedimos.
Durante el trayecto de vuelta al hospital, Chiyoko hablaba de lo increíble que le había parecido Todoroki y que volvería a ver el festival deportivo por él.
Dejé a Chiyoko bañada, con una bata de hospital limpia y acostada en su camilla. Antes de que ella se durmiera, le pedí que por favor esperara al menos hasta el día siguiente para que se comiera los dulces que yo le había llevado a escondidas, pues ya había consumido muchos azúcares. Luego de despedirme de ella, fui con las enfermeras a preguntarles cómo seguía el caso de Chiyoko. No me dieron noticias malas, pero tampoco buenas.
Finalmente, cuando salí del área de oncología infantil, afuera ya estaba oscureciendo.
☠
Cuando llegó el día de volver a clases, estaba lloviendo. Me puse una capa para la lluvia antes de tomar mi bicicleta y partir hacia UA. Pedaleando rápidamente para no tener que seguir bajo la lluvia, llegué en tiempo récord, antes que Sero y Kaminari, así que me fui a sentar directo a mi lugar.
Tomé mi celular y me puse a ver cosas por internet. Hace poco se habían empezado a escuchar noticias de un villano bastante peligroso que los héroes no lograban capturar, y aquellos que se enfrentaban a él terminaban muy mal heridos o muertos. Entre tantas noticias y artículos sobre el festival deportivo de UA, apenas se podían encontrar noticias sobre este asesino.
—¡Kozlov, estás bien!
Kirishima se dirigía a mí con una sonrisa.
—Oh... —bloqueé mi celular y lo dejé sobre la mesa—, sí, no fue nada en realidad.
—¡¿Cómo que no fue nada?! —saltó Mina, que venía detrás de Kirishima— ¡Estábamos súper preocupados por ti!
—Solo perdí el conocimiento por un rato —dije, encogiéndome de hombros— y Recovery Girl hizo un buen trabajo, en la tarde incluso fui a los recreativos con Kaminari y Sero.
Aunque había hecho un esfuerzo por poder ir. Ese día había despertado en la enfermería y al poco rato habían llegado ambos, con sus uniformes puestos ya y afuera estaba atardeciendo. Me sentía somnolienta y desorientada, había intentado sentarme enseguida pero Recovery Girl y los chicos me detuvieron.
—Espera un poco más, chiquilla —me dijo Recovery Girl luego de darme un beso en la sien—. Luego podrás irte. De nuevo Aizawa dijo que no te preocuparas por tu trabajo porque ya nos ocupamos de tramitar tu licencia médica. Te llegará una copia a tu correo electrónico.
Me removí en la cama, sintiendo que el quirk de Recovery Girl estaba haciendo su trabajo. Mi estómago gruñó casi con rabia. Había perdido mucha energía en medio de mi recuperación.
—Toma un sándwich de pollo —dijo Kaminari, sacando la comida de su mochila.
—Lo pensamos todo —sonrió Sero.
Los miré con cansancio y casi sonreí. —Ya, gracias...
Me comí el sándwich en cosa de tres hambrientos mordiscos. También me compraron un jugo de manzana. De ahí en adelante me fue más fácil recomponerme.
—¿Cuánto les debo? —pregunté, sentándome en la camilla.
—Un abrazo y un besito —dijo Kaminari haciendo el tonto.
—Claaaaaro.
—Ya que tienes el día libre, podríamos ir a un recreativo —ofreció Sero— Nunca puedes ir porque tienes que trabajar, pero creo que hoy estaría bien, ¿no?
—Pero en los recreativos siempre hay mucho ruido y luces... —repuso Kaminari, con los labios fruncidos. —¿No le hará mal a la cabeza?
Pero la idea de salir a divertirme después de clase con esos dos me hacía ilusión. Ciertamente, antes no había podido hacerlo porque siempre estaba ocupada y tenía que rechazar todas sus invitaciones, pero aquel día... podía hacerlo.
—Está bien —dije, apoyando una mano en el hombro de Kaminari—, ya estoy bien.
Así que me cambié de ropa, Recovery Girl me dio una golosina con vitamina C, pastillas para los posibles dolores de cabeza que pudiera tener y los tres salimos camino a los recreativos. Los dos siguientes días los ocupé en visitar a Chiyoko en el hospital, jugar básquet y entrenar.
—¡Ayami! ¡¿Cómo estás, no quedaste con ningún efecto secundario?!
La voz de Hanako me sacó de mis recuerdos y nuevamente mi mente volvió a la sala de clases, que era dónde estaba físicamente.
—¿Efecto secundario de qué?
—¡De tu golpe en la cabeza, por supuesto!
¿...por qué está gritando tanto?
—Estábamos preocupadas de que le pasara algo más grave, Kozlov-san —dijo Yaoyorozu, llegando junto a Hanako.
—No fue nada, no tengo la cabeza tan blanda...
Tanta atención me estaba poniendo un poco incómoda, pero ya no me enojaba.
—Es un alivio, me alegra ver que estás bien —sonrió Hanako—. Estábamos todos preocupados luego de ver semejante golpe...
—¡Lo mismo le decía yo! —chilló Mina, casi colgándose de Hanako.
—Están haciendo mucho ruido...
Bueno, ya me estaba enojando. Al menos mi paciencia había crecido.
Sero llegó a clases, en cuanto nuestros ojos se toparon, nos saludamos a la distancia agitando nuestras manos en el aire. Kaminari llegó junto a Aizawa y tenía cara de cansancio.
—No me gusta la lluvia...
—Buenos días —saludó Aizawa entrando al salón.
Esperaba escuchar el grito de Iida ordenándonos que todos nos fuéramos a sentar, pero no sucedió. De todas formas, la clase se ordenó sola y en cosa de segundos todos estábamos en nuestros lugares.
—Ya no tiene sus vendajes en el rostro —observó Tsuyu-chan—. Me alegro por usted, Aizawa-sensei.
—Estaba bien hace rato, pero la anciana insistía... Más importante, hoy tendremos una clase especial de informática de héroes. —¿Informática? ¿O sea que hoy no nos pegaremos?— Decidirán sus nombres código de héroes. —La clase se desordenó en un instante, pero solo bastó una mirada severa de Aizawa para que todo volviera a estar en silencio. —Esto tiene relación a las elecciones que hicieron los héroes profesionales que mencioné el otro día. Estas elecciones suelen comenzar en segundo o tercer año, después de que los estudiantes hayan ganado experiencia y puedan ser de ayuda. Eso significa que los héroes están especialmente interesados en sus potenciales, ya que les hicieron ofertas a estudiantes de primero como ustedes. Tengan en mente que estas ofertas pueden ser canceladas si el interés en ustedes baja hasta su graduación.
—Oh, será una pelea por mantenerse a flote —murmuré, apoyando mi barbilla sobre una de mis manos.
—Una pelea con ustedes mismos —asintió Aizawa—. Si obtienen una buena oferta, deben estar constantemente avanzando si no quieren perderla. A continuación, las ofertas que esta clase recibió.
Aizawa tomó un control remoto de la mesa de profesor y presionó un botón. En la pizarra se mostraron las siguientes cifras:
Ofertas para la clase A.
Todoroki: 4120.
Bakugou: 3506.
Kuroka: 410.
Iida: 289.
Kaminari: 272.
Yaoyorozu: 175.
Uraraka: 20.
Sero: 14.
Kirishima: 9.
Kozlov: 2.
Me sentí ofendida por variadas razones.
—¡¿Por qué Kaminari tiene más ofertas que Sero y yo?! ¡¿Y por qué solamente obtuve 2?! —Estaba casi mordiendo mi pupitre de la frustración y la rabia. Estaba segura que con mi actuación había logrado captar la atención de varias agencias. ¡¿Pero en realidad solamente había recibido dos miserables ofertas?! —¡Si Todoroki terminó tercero igual que yo! —dije, casi pataleando.
—Todoroki está en primer lugar y Bakugou en segundo... es diferente a cómo fueron los lugares en el festival deportivo... —opinó Jiro.
—Y Kozlov que estaba tercera como Todoroki apenas recibió dos ofertas...
—¡Eso es lo que digo! —apoyé a Kirishima, que también veía con sorpresa y confusión la pizarra.
—Algunos debieron tener miedo de solicitad a alguien que tuvo que ser encadenado al podio —razonó Sero.
—También debieron tener miedo de la delincuente... —murmuró Mineta, mirándome de reojo.
—¡¿De qué mierda van a tener miedo los profesionales?! —saltamos con Bakugou al mismo tiempo.
—¡No lo soporto! —chillé, agarrándome la cabeza y echándome hacia atrás en mi asiento— ¡¿Cómo es posible?! ¡Aizawa! —grité, poniéndome de pie de un salto— ¡¿Están bien esos números?!
—Sí, Kozlov, están bien.
—¡Pero es ridículo! ¡¿Por qué Kaminari tiene tantas ofertas, incluso más que Yaoyorozu?!
—¡¿Por qué te enoja que me vaya bien?! —gritó Kaminari, casi llorando.
—¡No me refiero a eso, idiota!
—Quizás no tienes tantas ofertas por la misma razón por la que Midoriya no recibió ninguna —dijo Aizawa agarrando su saco de dormir—. Su manera de pelear espantó a los profesionales. Al momento de elegir alumnos para las pasantías, los profesionales no solo se fijan en el potencial de los estudiantes, también en su disciplina, y prefieren no elegir estudiantes que les puedan causar problemas.
Me quedé procesando eso unos pocos segundos con algo de miedo.
—¿Los profesionales pueden ver nuestra hoja de vida antes de elegirnos?
—Sí.
—Oh —me senté, repasando mentalmente mi desastrosa hoja de vida—, eso explica muchas cosas...
Y Midoriya había lucido como un demente peleando con Todoroki, rompiendo sus huesos una y otra vez. Tenía sentido que él no hubiese recibido ninguna oferta y que yo, con suerte, haya tenido solo 2 a pesar de mi alto desempeño durante todas las pruebas del festival.
—Ahora, vuelvan a poner atención —nos habló Aizawa—. Con estos resultados en mente, por más que no los hayan escogido podrán participar en las pasantías con los héroes profesionales. En USJ ya tuvieron experiencia en combate real contra villanos, pero será un buen entrenamiento para ustedes poder ver a los héroes en acción.
—Así que para eso son los nombres en código —dijo Sato.
—Exacto. Esos nombres son temporales, pero si no lo toman con seriedad...
—¡Luego será un infierno! —gritó Midnight en el momento en que entraba de golpe al salón.
Ella y su traje coqueto hicieron que Kaminari y Mineta se pusieran de pie mientras se les caía la baba. Le lancé mi bolso a Mineta en la nuca y Sero me pasó el suyo para que se lo lanzara a Kaminari. Mis dos tiros fueron un éxito.
—¡Muchos héroes son reconocidos con el nombre que escogieron durante la secundaria!
—Midnight tiene razón —asintió Aizawa, entrando ya en su saco de dormir—. Así que para evitar desgracias, ella se asegurará de que sus nombres estén bien. Yo no sirvo realmente para esas cosas. Cuando escoges un nombre, tienes una imagen más concreta del héroe en que quieres convertirte en el futuro y es más fácil acercarse a ese objetivo. Buena suerte—y con eso dicho, se acostó en un rincón del salón.
Midnight nos pasó pizarras del tamaño de una hoja de oficio junto con un marcador.
—Les daré un tiempo y luego presentaremos los nombres.
Estuve un rato observando la pizarra, luego eché un vistazo a mis compañeros: todos estaban concentrados, con la cabeza gacha escribiendo sus posibles nombres.
El tipo de héroe que quiero ser... es que no me interesa ser héroe, es como ser policía pero con super poderes... qué asco.
Me rasqué la cabeza con ambas manos, más por ansiedad que por picazón.
Apoyé mis codos en la mesa y luego puse mi rostro sobre mis manos. Cerré los ojos, tratando de concentrarme en pensar un buen nombre.
¿A mi papá le gustaban los héroes? ¿Qué tipo de héroes le gustaban a él? Le agradaba Marina, la mamá de Hanako... Ah, ¿qué tipo de heroína era ella...?
Volteé hacia Hanako. Ella se parecía mucho físicamente a su mamá, al menos en el rostro. Marina era muy alta y musculosa, Hanako era más bien menuda.
—Es tiempo de presentar sus nombres, ¿quién q-?
—¡Yo, mademoiselle! —dijo Aoyama de inmediato, poniéndose de pie y pasó al frente— ¿Están listos? —preguntó con voz emocionada que nadie le correspondió— ¡Aquí voy! —nos mostró su pizarra— ¡Héroe resplandeciente: I can not stop twinkling!
Qué nombre de mierda...
Bueno, al menos él pudo pensar en un nombre.
Midnight se acomodó sus gafas sobre su cabeza y comenzó a corregir de inmediato.
—Será más fácil de usar si quitas el "I" y usas la forma corta de "can not", entonces te queda Can't stop twinkling.
—¡Sigo yo! —dijo Mina animadamente pasando al frente— ¡Alien Queen!
Midnight lo rechazó porque le daba asco, aunque a mí me pareció un buen nombre. Luego pasó Tsuyu-chan, que tenía un nombre lindo y totalmente apropiado como Froppy, para que después pasase Kirishima.
—¡Héroe Robusto: Red Riot!
—¡Un homenaje al Héroe Varonil: Crimson Riot! —reconoció Midnight enseguida.
—¡Sí! Está algo pasado de moda, pero me quiero convertir en un héroe como Crimson.
—Si utilizas u homenajeas el nombre de alguien que admiras, tendrás una gran presión que soportar —advirtió Midnight.
Entonces tomé el marcador y comencé a escribir en mi pizarra.
—Yo voy ahora —avisé mientras me ponía de pie. Debía hacerlo antes de arrepentirme. Fui adelante y presenté mi pizarra—. Lukyan.
—¿Es un nombre propio? —preguntó Midnight.
—Sí, es un nombre ruso.
—Como tu apellido... uhm... —Midnight no se veía convencida— Pero el nombre no dice nada de ti, ni de tu quirk, no es característico.
—No lo es todavía, cuando lo comience a usar de inmediato la gente lo va a reconocer —espeté, diciéndole con los ojos que no iba a desechar ese nombre solo porque ella no le daba el visto bueno—. Yo le daré sentido y razón.
—Oh —dijo ella, dando un aplauso—, me convenciste.
Fui a sentarme sintiendo que mi pecho se relajaba a pesar de que me acababa de poner una gran carga encima al elegir el nombre de mi papá como nombre de heroína, pero necesitaba eso, para no olvidar lo que estaba haciendo ahí, para no olvidar por qué estaba realizando tantos esfuerzos para estar en UA.
—¡Yo quiero ir ahora! —dijo Hanako animadamente levantando su mano en el aire.
—¡Adelante, Kuroka-chan!
Hanako fue casi corriendo adelante. No llevaba su pizarra. Estaba temblando de pies a cabeza y tenía las mejillas rojas. Se puso al frente y puso sus palmas juntas por sobre su cabeza.
—¡Heroína de fuego amigable: Hanako-chan! —anunció, desplegando sus brazos hacia los lados.
Por sobre ella y a medida que sus palmas se iban separando, se formaba el nombre con letras de fuego: Hanako-chan.
Midnight se puso a chillar casi derritiéndose y aceptó aquel nombre de inmediato. Igual a como lo habían hecho con Tsuyu-chan, algunos compañeros corearon animadamente el nombre de heroína de Hanako. Toda la clase siguió yendo bien, con Midnight aceptando las propuestas de nombre con mucho ánimo, hasta que fue el turno de Bakugou.
—¡Rey de las Explosiones Asesinas!
—No creo que sea buena idea usar eso.
—¡¿Eh?! ¡¿Y por qué no?!
—¡Deberías ser Chico Explosión! —le gritó Kirishima.
—¡Cállate, pelosmierda!
—O Perro con Rabia —aporté.
—Caniche Rabioso —se rio Sero.
—¡Cierren el hocico, imbéciles!
—Rubio Chillón —seguí.
—Chinchilla con Bombas —carcajeó Kaminari.
—Bombona* —dije, como si hubiese recibido una revelación del cielo.
—Bombona bomba —dijo Hanako.
—Bomba bombona.
—¿Estamos diciendo trabalenguas? —le preguntó Todoroki en un susurro a Yaoyorozu, quién se encogió de hombros. Todoroki miró hacia el frente dónde estaba Bakugou y con absoluta seriedad dijo: —Bombón bomba bombona.
Me tuve que tapar la boca y escuché que Kaminari largó una risotada que sonó como una tetera hirviendo.
—¡¿Qué dices, mitad bastardo mitad imbécil?
—Bombón bomba. —Hanako miró a Bakugou con una malicia que me agradó. Pequeñas explosiones comenzaron a escucharse provenir de las manos de Bakugou y Midnight miró a la clase como asustada. —El escote de tu traje de héroe quedaría perfecto con Bombón Bomba. —Y le lanzó un exagerado beso.
—Ya estuvo, idiotas. —Bakugou comenzó a arremangarse el uniforme con una cara terrorífica.
Midnight tuvo que amenazarnos con activar su quirk para que nos tranquilizásemos. Bakugou tuvo que volver a sentarse a su puesto y juré que pude ver humo saliendo de sus orejas.
Siguió pasando más gente hasta que ya nadie más se ofreció.
—Esto ha avanzado bastante bien —dijo Midnight sonriéndonos—. Solamente faltan Bakugou-kun, quién debe repensar su nombre; Iida-kun y Midoriya-kun, ¿no?
—Yo... ya lo decidí —dijo Iida, avanzando hacia el frente.
Más que serio, ese día Iida me parecía con aspecto ausente, como si tuviese su cabeza en cualquier otro lugar menos en la sala de clase, cosa que me pareció rarísima viniendo de él.
"Tenya", decía su pizarra.
—¿Tú también usarás tu primer nombre? —le preguntó Midnight. Iida simplemente asintió y se fue a sentar. Lo seguí con la mirada hasta que la voz de Midnight me hizo poner mi atención en otra persona—. Midoriya-kun, ¿ya estás listo?
—Eh... s-sí...
Midoriya nos mostró su pizarra sin una palabra más.
Deku.
—¿Estás seguro, Midoriya? —preguntó Kaminari con las cejas fruncidas.
—¿Si sabes que serás llamado de esa forma por el resto de tu vida?
Midoriya suspiró ligeramente antes de responder.
—Sí. Antes no me gustaba ser llamado de esta forma, pero cierta persona cambió el significado que esta palabra tenía para mí. Me hizo muy feliz. Así que este será mi nombre de héroe —concluyó, con su característica sonrisita nerviosa y ojos brillantes.
Me quedé viéndolo con una sonrisa de idiota hasta que Sero me tocó un hombro. Volteé a verlo, él me señaló y luego señaló a Midoriya, para luego comenzar a hacer gestos de besarse con alguien. Puse los ojos en blanco y le levanté el dedo del medio, procedí a voltear mi rostro por completo hacia la ventana, para que él no pudiera ver mi rostro avergonzado.
Al rato después Midnight volvió a llamar a Bakugou al frente.
—¡Señor de la Explosión y la Muerte!
—Hombre, solo ponte Bombona y ya —dijo Kirishima.
—¡Bombona, Bombona! —coreé y rápidamente me siguieron el juego varios compañeros—¡Bombona, Bombona!
—¡CÁLLENSEEEEEE!
Poco antes de que terminara la hora, Midnight despertó a Aizawa, que se levantó como desorientado.
¿En verdad pudo dormir con tanto ruido?
Mientras Midnight lo actualizaba sobre lo que había pasado en clases, Aizawa pareció despertar en su totalidad.
—Ya que casi todos escogieron nombre, sigamos con el tema de las pasantías: durarán una semana. Respecto al lugar en que las harán: aquellos que recibieron ofertas de profesionales, tendrán sus propias listas para que puedan elegir por ustedes mismos. Aquellos que no recibieron ofertas deben elegir entre estas cuarenta agencias del país que aceptarán a nuestros pasantes. Todos están en distintas partes del país y tienen distintas especialidades.
—Por ejemplo, Trece se enfocará en rescates de accidentes y desastres más que en luchar contra villanos.
—Exactamente —asintió Aizawa a las palabras de su colega—. Así que piensen cuidadosamente qué agencia escogerán, recuerden que ya están armando su camino como héroes. ¿Alguna pregunta?
—Sí —dije, elevando mi mano—. ¿Serán prácticas remuneradas o nos tendrán trabajando gratis?
—Por supuesto que su trabajo se pagará, no somos villanos. —Sonreí por la respuesta de Aizawa y respiré más tranquila. —La cantidad de dinero que obtendrán dependerá de las misiones que logren hacer y en qué agencia estén. Les aconsejo no dejarse llevar por el dinero, entiendo que es un factor importante para muchos, pero ahora que están empezando sería mejor que tomaran en cuenta qué experiencia quieren comenzar a adquirir.
Aizawa y Midnight nos pasaron las hojas con las 40 agencias que podíamos elegir, y los que habíamos recibido ofertas, Aizawa avisó que recibiríamos un correo electrónico con el documento con todas ellas.
Finalmente, tocó el timbre que indicaba el fin del bloque y de inmediato todos los grupos de amigos se reunieron para conversar sus intereses.
—Elijan antes del fin de semana —nos dijo Aizawa mientras salía del salón con Midnight—. Asegúrense de tomar una buena decisión. ¡Ah, Kozlov! —me llamó— Recovery Girl dice que vayas con ella a la hora del almuerzo.
—Entendido...
¿Y Recovery Girl para qué me quiere? ¿Querrá hacerme un chequeo a la cabeza?
—Oye, ¿qué demonios? —dijo Kaminari mirando su celular— Ya enviaron los correos con las ofertas individuales, ¿acaso UA tiene esclavos trabajando entre las paredes?
Saqué mi celular del bolsillo y rápidamente me metí a mi correo para ver las dos ofertas que me habían llegado. Gruñí de disgusto.
"Héroe de las Fibras: Best Jeanist"
"Héroe Caballeroso: Fourth Kind"
En realidad no son malas ofertas, solo son pocas...
Pero no está la que yo quiero.
—¡Tienes una oferta del héroe número cuatro! —gritó Kaminari, husmeando sobre mi hombro.
—Best Jeanist no me interesa —mascullé—. Y Fourth Kind... no está mal, pero no son ellos los que quiero.
—¿Entonces qué oferta querías recibir? —me preguntó Sero.
—De Mirko.
❀ Kuroka Hanako, por la mañana.
El día en que se reanudaron las clases estaba lloviendo terriblemente, así que papá se ofreció a llevarme a la escuela y a Shisui-nii a su trabajo.
—Creo que me harán un traslado en el trabajo —comentó papá cuando un semáforo se puso en rojo.
Shisui-nii iba de copiloto y yo iba atrás en el asiento del medio.
—¿Traslado bueno o traslado malo? —preguntó Shisui-nii, dejando de ver su celular.
—Traslado bueno para nuestra familia —sonrió papá, volteando ligeramente a vernos—. Este recinto queda más cerca de nuestra casa, así que los trayectos no me serán tan largos y cuando acabe mi jornada podré volver más pronto con ustedes en la tarde.
—¿Y qué pasará con tus pacientes del otro hospital...? —murmuré, temiendo estar haciendo una pregunta delicada.
—Pues estarán bajo las manos de otro profesional —respondió papá. No sonaba muy animado por eso—. Pero es algo que entenderán... Y planeamos hacer una despedida el día que me vaya, no será algo tan brusco después de todo.
—Ojalá les resulte lindo.
—Eso está bien, papá —dijo Shisui-nii, volviendo los ojos a su celular.
—¿Qué tanto ves? —pregunté, apoyando mi barbilla en el hombro de mi hermano.
—Noticias sobre el llamado Asesino de Héroes —suspiró Shisui-nii—. Hubo otro ataque el día del festival deportivo, en Hosu. ¿Sabes cómo se llama la víctima?
—Solamente las iniciales que dijeron ayer en las noticias cuando cenábamos...
—Iida Tensei... nombre código, Ingenium.
—Iida... —repetí en un murmullo. Tenía sentido que ese día él se hubiera retirado antes de que terminase el festival, aún así... —¿No será una coincidencia de apellidos?
—No creo, Hanako-chan, el quirk de Ingenium era parecido al de tu compañero, como esos quirks que se van heredando de generación en generación dentro de las familias.
Agarré mi celular y comencé a buscar más noticias sobre aquel incidente. Leyendo un reporte en una página de noticias nacionales, me fijé en que la hora en que Ingenium había sido atacado y la hora en la que Iida se había retirado del festival eran cercanas. Aquel día, Iida se había marchado en cuanto se había recuperado de su pierna después de su pelea con Natsuki.
Pasamos a dejar a Shisui-nii a su trabajo y me cambié al asiento de copiloto.
—¿Has hablado con tu compañera que recibió ese golpe en la frente para saber cómo está? —me preguntó papá mientras doblaba en una avenida.
Bloqueé el celular e hice a un lado mis pensamientos sobre Iida.
—No... tengo su número ya que somos compañeras de clase, pero me da cosita hablarle —confesé—. Aunque le pregunté a uno de sus amigos y él me dijo que estaba bien.
—¿Te da cosita?
—Sí...
—Explícalo mejor.
Ay no, de nuevo esas órdenes que me daba desde que era pequeña para enseñarme a comunicar lo que pensaba y no quedarme en ideas burdas y mal conectadas entre sí.
—Mmm... siento que me falta ser más cercana a ella, pero tampoco sé cómo hacernos más cercanas... ¡pero eso nunca ha sido un problema para mí! Siempre he sido extrovertida y habladora... no sé, papá, cuando la miro siento que... que estamos separadas por galaxias... —terminé susurrando.
—¿Separadas por galaxias? Elabora esa idea.
Quería bajarme del auto. Afortunadamente, no faltaba mucho para llegar a la UA.
—Que hemos vivido vidas muy distintas y no tenemos nada en común. Y tiene esta mirada tan... —moví mis manos en el aire, tratando de encontrar un buen adjetivo que definiera los ojos de Ayami— como de un perrito maltratado. ¿Te acuerdas de esa vez que un perrito callejero me mordió porque me acerqué demasiado y muy rápido?
—Claro que me acuerdo, hija.
—Esa misma sensación tengo cuando trato de acercarme a ella, ¿sabes?
—Trata de no hacer que te muerdan de nuevo —me pidió con voz un poco cansada. Sonreí medio culpable—. Sé que tienes buenas intenciones, pero a veces te pasas de metiche, mi Hanako-chan.
—Lo sé...
—Cada persona tiene sus límites... todos los seres vivos los tienen —se corrigió—, hasta las plantas tienen sus métodos de defensa. Ya sabes por qué te mordió ese perro aquella vez, espero que hayas aprendido la lección.
—Sí, papá.
—Bueno, mi niña metiche. —Papá detuvo el auto frente a la UA y yo agarré el paraguas que estaba en el asiento de atrás. —Que tengas un lindo día. Te eché porciones extras de onigiri en tu almuerzo.
—Gracias, papá. Nos vemos a la tarde.
—Nos vemos.
Salí del auto luego de que papá me diera un sonoro beso en la frente.
Llovía muchísimo y del arco de entrada de UA hasta el edificio principal de la escuela había una diferencia importante, así que el paraguas me salvó bastante de quedar empapada.
—¡Kuroka-kun! —me topé con Iida en cuanto entré.
Dejé mi paraguas en los canastos destinados a eso al lado de la puerta de entrada y lo miré.
—Hola, Iida, ¿cómo estás? El día del festival te fuiste temprano, ¿pasó algo grave? —pregunté rápidamente, como nerviosa.
No quería decirle que ya sabía, quería ver si él confiaba en mí.
—Solamente una emergencia familiar —dijo, moviendo una de sus manos en el aire para restarle importancia—. Vengo a agradecerte y pagarte la comida que me llevaste a la enfermería ese día. ¿Me das tus datos para transferirte? —preguntó, sacando su celular—. Hoy cometí la imprudencia de salir sin efectivo.
—Ah... claro...
Su aura estaba extraña, no parecía triste como yo esperaba. Mientras me cambiaba de zapatos y le daba mis datos a Iida, me di cuenta de que Midoriya también estaba ahí y miraba preocupado a Iida.
—Listo, te voy a compartir el comprobante de la transferencia... ¡nos vemos en clase, Kuroka-kun!
Iida ni siquiera me recordó no llegar tarde a clases, tampoco se despidió de Midoriya.
—Hola, Midoriya... ¿le pasa algo a Iida?
Iba tanteando terreno para ver si alguien me daba información, aunque yo ya la tuviera. Me repetí constantemente a mí misma que debía respetar los límites de los demás y que ellos debían decidir qué cosa me contaban y qué no, pero mi espíritu metiche era más fuerte que yo.
—Buenos días, Kuroka-san... pues... —Midoriya me miró indeciso y con algo de tristeza— no estoy seguro.
Tuve ganas de agarrarlo y sacudirlo hacia todas partes mientras le gritaba "¡¿POR QUÉ NADIE ME DICE NADA?!".
Caminamos en silencio hacia la sala de clases. Yo me iba masajeando las sienes, diciéndome en mi interior "Shhh, si te acercas demasiado al perrito, el perrito te morderá. Hay límites, respétalos".
Cuando llegamos a la sala de clases, vi que había varios compañeros reunidos alrededor de la mesa de Ayami, y ella estaba ahí, sentada y con rostro de cansancio, aunque no molesta. No había en ella señales de que hubiera sufrido semejante golpe hace dos días atrás.
Suspiré y agarré las correas de mi mochila con ambas manos, infundiéndome valor.
Acercarse de a poco, pero constante, sí. Para que el perrito no muerda...
—¡Ayami! ¡¿Cómo estás, no quedaste con ningún efecto secundario?!
No quería gritar, pero mi nerviosismo no me permitía regular el sonido de mi voz.
—¿Efecto secundario de qué?
—¡De tu golpe en la cabeza, por supuesto!
Tengo que dejar de gritar, por favor... lloriqueé en mi interior.
—Estábamos preocupadas de que le pasara algo más grave, Kozlov-san —dijo Yaomomo con su tono tranquilo y firme de voz. Agradecí mucho su llegada.
—No fue nada, no tengo la cabeza tan blanda.
Me relajé al ver que no se ponía a la defensiva ni nos ignoraba.
—Es un alivio, me alegra ver que estás bien —dije con una sonrisa involuntaria—. Estábamos todos preocupados luego de ver semejante golpe...
—¡Lo mismo le decía yo! —gritó Mina, agarrándome de un brazo y saltando.
—Están haciendo mucho ruido...
Ahí está, el gruñido de advertencia del perrito.
Fui a sentarme. Como me sentaba cerca de Iida y el foco de atención de muchos de mis compañeros en ese momento era Ayami, aproveché de acercarme a él.
—Iida, ¿cómo estuvieron tus días sin escuela?
Era una pregunta horrible, de seguro había estado en el hospital con su familia, pero por alguna parte debía empezar.
—Normales.
Iida apenas me había mirado al responder.
—Pero "normal" tiene un significado distinto para cada persona, ¿sabes? Por ejemplo, para mí, un día normal es un dónde estoy con mi perrito en casa, mi perrito se llama Prieto, por cierto, porque es negrito. En cambio, si te veo a ti, pienso que un día normal en tu vida es un día dónde estás estudiando y esas cosas de gente aplicada como tú, ¿me entiendes?
—Sí.
De nada me servía hablar tanto si la otra persona no quería conversar conmigo. Estaba presionando los límites.
Debo detenerme.
En poco llegó Aizawa-sensei y nos dio las instrucciones de la clase junto a Midnight, que había entrado al salón después de él.
Elegir nuestros nombres código, huh...
Aizawa-sensei se había acostado en un rincón del salón mientras Midnight dirigía la clase.
Tenía en mis manos la pizarra dónde debía escribir mi nombre de héroe para luego presentarlo a la clase. Debido a que antes no había tenido deseos de ser héroe, nunca me había detenido a pensar en un nombre. No se me ocurría ningún nombre que pudiese captar todo lo que yo estaba aspirando a ser.
Mamá había escogido su nombre de heroína, Marina, en base a su quirk de agua que tantos problemas le había dado desde el inicio de su vida. Lo había llevado a lo alto y lo había hecho famoso, pero yo...
Solo hay un nombre por el que me gusta que me llamen...
Solté el marcador y la pizarra.
El mismo nombre que me habían puesto mis papás, el mismo nombre por el que me llamaba mi hermano mayor repetidas veces desde que era una bebé.
Mi fuego no es como el de los demás Kuroka, y está bien. De seguro que Hogoko escogerá un nombre intimidante...
Luego de que Ayami pasara, me animé a pasar yo.
Formé con letras de fuego mi nombre por sobre mi cabeza.
—¡Heroína de fuego amigable: Hanako-chan!
—¡Ohhh, qué linda! —me celebró Midnight de inmediato— ¡Me gusta!
Mis compañeros me animaron también y sonreí satisfecha. Volví muy contenta a mi puesto.
La verdadera diversión comenzó cuando Bakugou pasó al frente a mostrar su nombre de héroe.
—¡Rey de las Explosiones Asesinas!
Es peor que el de Aoyama...
Empezamos a molestarlo en grupo y caí en cuenta de que sí tenía algo en común con Ayami:
Molestar a Bakugou.
En un momento lo hicimos enojar tanto que Bakugou simplemente comenzó a prepararse para atacarnos físicamente (sobre todo a mí que había tenido el descaro de lanzarle un beso). Midnight impidió el desastre haciendo amago de activar su quirk y mandó a Bakugou a sentarse para que repensase su nombre de héroe.
Ese día, el serio y responsable Iida, no tuvo participaciones en la clase y solamente escogió su primer nombre como nombre de héroe. Al rato después Bakugou volvió a pasar adelante con otra idea de nombre código y lo volvieron a molestar, pero no participé puesto que estaba muy ocupada mirando a Iida, tratando de descifrar lo que escondían sus ojos detrás de sus gafas rectangulares.
Él no estaba triste, y eso me preocupaba. Porque en tragedias así, yo sabía que surgían otros sentimientos más preocupantes que la tristeza.
Cuando sonó el timbre, ni siquiera me ocupé de ver las cuarentas agencias del país que estaban dispuestas a aceptarnos como pasantes ni de la cantidad de agencias que estaban interesadas en mí. Iida fue el primero en salir del salón de clases y yo lo seguí, teniendo mis ideas más claras en mente.
—Iida —lo llamé.
Él iba bastante más por delante de mí. Sus piernas eran más largas y sus pasos más rápidos.
—¿Qué pasa, Kuroka-kun?
Miré alrededor antes de acercarme más a Iida, con el fin de no tener que elevar mi voz y que los alumnos que circulaban por los pasillos no nos escuchasen.
—Lamento mucho lo de tu hermano mayor —dije, casi susurrando. Iida abrió mucho sus ojos—. Nosotros... no somos amigos cercanos como lo eres con Midoriya o Uraraka, pero... puedes hablar conmigo sobre eso, porque podré entenderte, si estás triste, si te sientes sin ganas... incluso si ahora tienes rabia, yo voy a entenderlo. —Lo miré a los ojos fijamente, con mi expresión más honesta y transparente.
—Gracias por el apoyo, Kuroka-kun —fue todo lo que dijo antes de seguir con su camino, alejándose de mí.
Lo seguí, manteniendo cierta distancia, con temor de estar presionando demasiado.
—¿Quieres que comamos juntos?
—No, prefiero estar solo ahora.
Por fin dejé de seguirlo y me quedé clavada en mi lugar, viéndolo desaparecer entre la gente.
—¡Oye, idiota!
Volteé al escuchar la voz de Bakugou. Venía caminando hacia mí, solo. Comencé a arrepentirme de haberle lanzado ese beso en el salón para burlarme de él.
—¿Sí...? —Me estampó dos billetes en la cara. —¿Auch? ¿Y esto?
—Por la comida del otro día, no pienso estar debiéndote nada.
—Pero... esto es más de lo que me costó la comida.
—Es por el servicio delivery también, idiota. No solo lo compraste, también lo fuiste a dejar a la enfermería.
—Oh, qué considerado.
—Ya te dije que no pienso deberte nada —gruñó, poniendo sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón.
Siguió su camino y yo hice lo mismo. Al poco andar, nos dimos cuenta de un pequeño detalle: ambos íbamos al comedor.
—No te estoy siguiendo, así que no me mires con esa cara —le dije, luego de percatarme de las miradas feas que me daba.
—¡No estoy haciendo nada!
Hicimos juntos la fila para comprar comida, ya que no podía ser de otra forma.
—¡Deja de poner esa cara! —le grité luego de comprarme el desayuno.
Bakugou no dejaba de mirar con mala cara el pastel que me había comprado. Él, por su parte, se había comprado un desayuno tradicional y más completo nutricionalmente que un pedazo de pastel.
—¡Es la única cara que tengo!
—¡Pues cámbiala! Sero tenía razón cuando dijo lo de caniche con rabia.
—¡Cállate de una vez!
Él se sentó en una mesa vacía y me senté junto a él.
—No me gusta comer sola... —me excusé.
Bakugou miró al cielo susurrando entre dientes cosas que no alcancé a entender. Comimos en silencio hasta que al poco rato después llegaron Kirishima y Mina, detrás de ellos dos vi que venían Sero, Kaminari y Ayami hablando.
—¿Por qué me tengo que sentar con ese idiota? —preguntó Ayami dejando su bandeja sobre la mesa.
—¡Lo mismo me pregunto! ¡Yo llegué primero así que tú vete!
Ayami se dejó caer sobre la silla y le dio una mirada retadora.
—Oblígame, cabrón.
El desayuno se estaba poniendo divertido.
—No peleen —dijo Kirishima—. Miren, ustedes tienen muchas cosas en común, podrían ser buenos amigos así que dejen de pelear y llévense bien...
—¡¿Quién podría llevarse bien con este esperpento?! —gritó Ayami apuntando a Bakugou, quién intentó explotarle la mano pero Ayami la retiró a tiempo y le levantó el dedo del medio.
Me seguí comiendo mi pastel viéndolos pelear, bastante entretenida.
—Vamos, Kozlov, Bakugou no es TAN malo.
Me reí. —No lo defiendas tanto, Kirishima.
—Bueno, en algo tiene razón Kirishima —dijo Kaminari con la boca llena de pan—. Ambos tienen mucho en común, por ejemplo, les gusta esa salsa que tiene sabor a infierno —y apuntó la salsa picante que Bakugou se había comprado.
—Picante para desayunar, iugh —dijo Mina con una cara de asco. Ella, al igual que yo, se había comprado un trozo de pastel.
—¿No se enferman del estómago por hacer eso? —preguntó Sero.
—No soy un débil de mierda —respondieron Ayami y Bakugou al unísono.
Se miraron de tal forma que casi echaron chispitas.
—¿Ya ven? —sonrió Kirishima— No peleen, llévense bien.
—No hay manera de que me lleve bien con el Caniche Rabioso.
—¡Como si yo quisiera llevarme bien contigo!
El desayuno transcurrió tan tranquilo como se pudo teniendo a esos dos sentados en la misma mesa.
Omnisciente.
Recovery Girl observó las radiografías de Ayami mientras sorbía sus fideos con caldo. La anciana se había dado la libertad de hacerle distintos tipos de exámenes a Ayami mientras ésta estaba inconsciente recuperándose de su lesión más grave. Recovery Girl tenía los suficientes años de experiencia trabajando con héroes como para poder distinguir cuando un individuo estaba teniendo problemas con su quirk.
Y Ayami definitivamente estaba teniendo problemas.
Las articulaciones se le estaban desgastando a un ritmo alarmante y apenas era una adolescente. Si bien Recovery Girl había visto a Ayami utilizar imprudentemente su quirk (en la pelea contra Hogoko, por ejemplo, que se había dislocado el hombro), esa no era razón suficiente como para que sus articulaciones estuvieran de esa manera.
Los cartílagos y los ligamentos tampoco se veían bien. Y Recovery Girl no podía sanar eso solamente con su quirk. Para más remate, los huesos de Ayami no se veían lo suficientemente calcificados...
Recovery Girl suspiró con tristeza al mismo tiempo que la puerta de la enfermería se abría. Era Aizawa.
—¿Todavía no llega? —preguntó. La anciana negó, sin deshacer su mueca de pena. —No pongas esa cara, o Kozlov se enojará.
—Es una chiquilla orgullosa... —reflexionó Recovery Girl.
A los minutos después llegó Ayami. Llevaba la blusa con el primer botón desabrochado y por fuera del pantalón, y la corbata mal puesta.
—Hola, ¿pasó algo? —preguntó, sospechando al ver a Aizawa ahí también.
—Siéntate, cariño —le indicó Recovery Girl—. ¿Un dulce? —Ayami aceptó la pastilla dulce de vitamina C y se la llevó a la boca al mismo tiempo que se sentaba—. Durante el tiempo que estuviste inconsciente el día del festival deportivo, me di el permiso de hacerte algunos exámenes, Kozlov, porque a mi ojo de enfermera no se le escapa nada. Estas radiografías son tuyas, para ver los huesos y las articulaciones.
La saliva de Ayami se puso ácida, temiendo el rumbo que estaba tomando esa conversación.
—¿Y?
—Hija, casi tienes el cuerpo de una vieja —susurró Recovery Girl—. ¿Cómo es que puedes seguir moviéndote?
Aizawa estaba muy atento a la reacción de Ayami, que solamente ladeó el rostro con sus ojos ensombreciéndose. No pareció sorprendida por lo que le decía Recovery Girl, tampoco se puso triste.
—¿Qué otra opción tengo?
—¿Ya sabías de esto?
Ayami miró al suelo, pensando en qué debía decir. Suspiró hondamente y movió un poco sus pies, para luego erguir la cabeza y mirar a Recovery Girl.
—Cuando era pequeña, a mi papá adoptivo se le hizo raro que me doliera tanto usar mi quirk, así que me llevó al médico —dijo, con una voz tan calmada que Aizawa nunca le había escuchado, también, no pudo evitar percibir un leve tono de cariño en la narración de su alumna—. El médico me dijo que mi cuerpo no estaba diseñado para aguantar mi quirk.
—¿Y te dijo el por qué?
—Fueron secuelas por lo poco que se cuidó mi mamá cuando estaba embarazada de mí —confesó Ayami, con voz pastosa, casi atorándose las palabras en su garganta—. Y antes de que me adoptaran, tuve desnutrición. Cuando el médico nos dijo esto a mi papá y a mí, él se encargó de que yo estuviera en tratamiento para corregir mi mal estado, y seguí ese tratamiento durante mucho tiempo, pero luego... mi papá murió, así que ya nadie más pudo cuidar de mí ni darme el tratamiento, que es caro.
Aizawa quiso preguntar si realmente no había ningún adulto que pudiera hacerse cargo de ella, algún familiar de sangre o adoptivo, como los Kozlov, pero entonces a su mente viajaron los recuerdos del festival deportivo, en donde Ayami había demostrado tanto desprecio por esa familia. Algunas cosas comenzaron a tomar sentido en la mente de Aizawa.
—Ciertamente, tendrías que estarte infiltrando cada cierto tiempo, y no sería una inyección cualquiera, ya que no es solamente una lesión lo que tienes, hay que recuperar tu cuerpo desde su base y además crear lo que nunca tuvo... —Recovery Girl suspiró, pensativa— También cambiar tu dieta y tomar suplementos de calcio y vitamina D...
—Me es imposible retomar el tratamiento —dijo Ayami, deseando dejar de escuchar a Recovery Girl—. Tengo ahorros, pero después de un tiempo me quedaría en ceros.
—Pero si sigues así, en unos años no podrás moverte —repuso fervientemente Recovery Girl—. ¡Y tu hombro derecho es el que peor está!
—¿Y qué puedo hacer contra eso? —inquirió Ayami con brusquedad y poniéndose de pie— Hace años que lo sé, hace años que lo acepté. No tengo los medios para pelear contra esta condición que me impusieron desde antes de puto nacer, ni siquiera me lo busqué y aún así tengo que asumirlo.
—Kozlov, cuida tu lenguaje con la anciana —espetó Aizawa, con un tono igual o más brusco que el de Ayami—. Ella solo está cumpliendo su papel como profesional de la salud.
Lo que más temía Aizawa se había cumplido: Ayami se había puesto a la defensiva cuando solo querían ayudarla.
—Entonces, como profesional de la salud que me responda: ¿a qué edad dejaré de ser autosuficiente?
Recovery Girl apretó sus labios. —A este ritmo y sin el tratamiento... como a los 20 años o un poco menos.
Tengo 15. 5 años son más que suficientes.
—Gracias.
Ayami se puso de pie y a grandes zancadas se dirigió hacia la puerta de salida. Aizawa estuvo tentado a rodearla con sus vendas para obligarla a quedarse y que escuchase lo que querían decirle, pero pensó que eso solamente la haría enojar más y de esa forma sería más difícil que confiara en ellos.
Años siendo profesor y todavía no me acostumbro a los adolescentes impulsivos..., pensó Aizawa dirigiéndose velozmente hacia Ayami, antes de que ésta pudiera salir de la habitación. Le tocó el hombro con delicadeza y ella se detuvo.
—Comprenderás que no podemos dejarte ir así como así. La vida sigue siendo muy corta a los 20 años, ¿qué harás cuando ya no puedas valerte por ti misma?
Matarme, quiso decir Ayami. Con los 5 años que le quedaban, podía cumplir el objetivo que se había propuesto hace años. Y luego de eso, no tenía más planes de vida, así que simplemente acabaría con todo.
—Ya lo decidiré yo —murmuró Ayami, sin voltear a ver a Aizawa, con su frente casi pegada a la puerta.
—No es tan simple —bufó él, sin soltarla. Recovery Girl los miraba en silencio, encargándole a Aizawa la situación, sabiendo que él era un buen profesor que en verdad se preocupaba por entender y guiar a sus estudiantes—. Escúchanos, por favor. Sabemos que el tratamiento es demasiado caro, pero UA puede ayudarte a pagarlo. Sería una especie de subvención, como con tu traje de héroe. Nosotros como institución educativa ponemos cierto porcentaje de dinero y tú pones el otro.
Ayami finalmente volteó y Aizawa, poco a poco, alejó su mano.
—¿De qué porcentaje estaríamos hablando?
—Igual o más del 50%.
—¿Y por qué lo harían? ¿Qué ganan ustedes? —La oscuridad de la desconfianza no abandonaba los ojos de Ayami.
—Puedes tomarlo como una suerte de beca —dijo Recovery Girl, aliviada de ver que Ayami no se había cerrado por completo a aceptar lo que le ofrecían—. Ya debes saber que el gobierno subvenciona gran parte de los gastos de UA, por tanto, de alguna manera, será el gobierno quién te ayude a pagar el tratamiento... Si aceptas y tomas la subvención, luego de que te gradúes, trabajarás como heroína para alguna agencia del gobierno por algunos años, en retribución al dinero que invirtieron en ti durante tus años de estudiante.
—El dinero que invertirán en mí —repitió Ayami con aspecto meditabundo—. Entiendo. ¿Eso era todo?
—Sí —asintió Aizawa—. Es preferible que nos des tu respuesta dentro de estas dos próximas semanas e iremos con el director, que ya tiene conocimiento de tu caso. Queda en tus manos si aceptas. Para que lo pienses mejor... —Aizawa estiró su mano hacia Recovery Girl, que le dio unos documentos— nos tomamos el tiempo de hacer cotizaciones sobre las inyecciones para las infiltraciones y tus suplementos.
Ayami recibió los documentos y vio que el gasto total de los medicamentos que tendría que recibir todos los meses eran más que su sueldo. Sonrió sin gracia, el rostro se le había puesto tenso y no sabía cómo reaccionar.
Incluso si recibía ayuda monetaria, era cosa de meses que su cuenta bancaria se quedara vacía, pero se quedó callada.
—Ya —soltó escueta y abrió la puerta. Hizo un movimiento desganado con la cabeza en señal de despedida y se fue.
Sentía que tenía poco tiempo, así que fue corriendo a la sala de clases. Tendría que apresurar las cosas, aunque fuera por unas horas. Luego de esa charla con Aizawa y Recovery Girl, Ayami veía imposible el quedarse tranquila en clases. Debía pensar muchas cosas y por sobre eso: actuar.
Cuando Ayami llegó a la sala de clases para buscar su mochila e irse, se pilló con Hanako en el salón. No había nadie más ahí. Ayami entró, ignorándola por completo.
—Ahm... ¿no quieres onigiri? —escuchó que Hanako le preguntaba.
—No —respondió Ayami, guardando apresuradamente sus cuadernos en la mochila.
—¿Vas a algún sitio?
—¿Qué te importa? —gruñó Ayami.
—Por algo te estoy preguntando —insistió Hanako, forzándose a que su voz no saliera temblorosa—. No te ves bien, estás pálida...
—¡¿Y a ti qué mierda te importa?! —explotó Ayami, cerrando su mochila con movimientos erráticos— ¡No es como si pudieras ayudar, así que no intentes meterte! ¡E incluso si pudieras ayudar, no me interesa!
—¡Pero a mí si me interesa! —alegó Hanako, con sus manos sudando y sintiendo que el perro estaba a nada de morderla— ¡Y sí puedo ayudar! —extendió el tupper con comida— ¡Toma un onigiri porque sé que no has almorzado!
Ayami gruñó desde el fondo de su garganta al mismo tiempo que se jalaba el cabello con las dos manos.
—¿Quieres que coma? Pues presta —dijo, tomando de un movimiento el tupper—. Adiós.
Hanako se quedó viéndola salir del salón.
—¡Devuélveme el tupper cuando termines, es mi favorito!
*LA BOMBONA ES ESE CILINDRO DÓNDE SE GUARDA EL GAS??? NO TENÍA IDEA, aquí en chile solo le decimos cilindro de gas lmao. combina con bombón, le queda perfecto a bakugou ùwú
n/a:
cuando empecé a escribir la salida de chiyoko, ayami y shouto, dije "ah bueno, no creo que se me vayan más de 1.500 palabras aquí, será un poquito" pero después se me salió de las manos y XD
AHHH CAPÍTULO CULIAO LARGOOO. en capítulos así me doy cuenta de lo difícil (y pajero) que es tener tantos puntos de vista que mostrar i'm gonna combust. podría simplemente agarrar el narrador en 3era persona and ran with it durante todo el fic, pero me gusta el narrador en 1era persona, se siente más cercano t-t
me reí tantísimo escribiendo la parte dónde los de la clase se burlan de katsuki sjlkasda sobre todo cuando shouto piensa que solamente habían empezado a decir trabalenguas y él también se une??? DASKJDALKD mi niño lo quiero mucho mucho.
funfact: el papá de hanako (que se llama yashida, btw) mide 1.67m y misaki, la mamá de hanako, medía 1.97m DSKLAMDKS me encantan ellos dos, qué pena que misaki haya muerto u_u veré si en el futuro hay una escena de ellos dos cuando eran más jóvenes, eran una pareja muy bonita.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro