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Capítulo 07: Corazón que bombea y desea sangre

☠ Kozlov Ayami.

Lamenté muchísimo la herida que Todoroki me había causado en las costillas, cuando, cerca de la finalización de mi turno (eran las 22:45hrs), llegó un camión con mercadería.

—¿Qué carajos? —me quejé, mirando al camión estacionarse— ¿A esta hora? No alcanzaré a bajar todo eso antes de que acabe mi turno.

Del camión bajó mi supervisor y quise arrancarme el cabello (y los pocos pelos que le quedaban en la cabeza a él).

—Ayami-chaaan —me llamó entrando por la puerta. Odiaba que me dijese así—, te tengo trabajo. El sábado por la mañana llegará otro camión, siempre que acaban las vacaciones y empiezan las clases sube la demanda de energéticas y ramen instantáneo, ¿sabes?

—Sí, señor, me lo dijo cuando empecé a trabajar aquí —respondí desde detrás del mostrador.

—Termina tu turno de cajera y luego ven a descargar el camión, te estaré esperando para supervisarte.

Es peor de lo que imaginé.

—Mi turno termina a las 11 —repuse—. ¿Quiere que luego de eso descargue el camión?

—Pues sí.

Me ardió la garganta y tragué saliva.

—¿Y cuánto me pagará por las horas extra?

Su rostro me mostró molestia pura, pero lo escondió al segundo. Soltó una carcajada floja como si yo le hubiese dicho un chiste aburrido y dio un aplauso a la altura de su pecho.

—Bueno, eso lo conversaremos luego de que yo vea qué tan duro trabajas.

—¿Qué?

Se dio media vuelta y salió de la tienda de vuelta al camión, ignorándome por completo.

—Viejo de mierda —gruñí por lo bajo—. Hijo de puta —mascullé.

Me ardía la sangre en deseos de ir a bajarlo del camión y patearlo hasta quedarme sin energías. Quería sentir su cara bajo la fuerza de mi pie, escuchar sus quejidos y que sangrase hasta que se quedase pálido, hasta que de su rostro se fuera todo color que indicase que él, su avaricia y su egoísmo estaban vivos.

Sentí el latido de mi corazón en las sienes y tuve que darme la media vuelta, le di la espalda al mostrador. Me tapé la cara con las manos y suspiré.

—Cabrón no es la primera vez que me la juegas. —Presioné mis manos contra mi cara, recordando que la primera vez que aquello había sucedido, me había dicho a mí misma que no iba a soportarlo más, sin embargo, sucedió más veces. 

Y ahí estaba de nuevo, maldiciéndolo hasta agotar el aliento, con mi cuerpo temblando de la impotencia porque ese viejo de mierda no solamente me estaba explotando, también me estaba haciendo faltar a mi propia palabra.

Pero no podía renunciar. Necesitaba el dinero, y Dai-san se veía tranquila al verme conseguir dinero de manera legal, y no quería estropear su tranquilidad revelándole que en el trabajo tenía que soportar humillación tras humillación.

Escuché el sonido de la puerta abriéndose.

Tengo que seguir con esto, me dije volviendo a suspirar. No me daré ni cuenta cuando ya esté en mi cama, y luego iré a la escuela, y quizás me premie a mí misma comprándome más pollo frito con salsa picante en el almuerzo.

Volví a darme la media vuelta para quedar con la mirada hacia el mostrador.

En la zona de las energéticas había un hombre alto con cabello negro y largo, tomado en un moño desordenado. Echó seis latas en su canasta y se volvió hacia mí.

—¿Aizawa?

Casi ni lo reconocí. Se veía más despierto de noche que de día.

Él frunció el ceño notablemente molesto, pensé que me regañaría por referirme en una manera tan informal hacia él, pero en cambio dijo:

—¿Qué haces aquí a estas horas? Eres una adolescente, necesitas dormir y mañana tienes clases temprano.

Faltaban dos minutos para las 23:00hrs.

—Estoy trabajando, obviamente —respondí sin ánimos, sin sacarle la vista de encima.

Puso dos latas de atún, tres envases de ramen instantáneo y un durazno en su canasta. Caminó hacia mí y me dio la canasta. Comencé a escanear los productos.

—¿Horas extras?

—Ya quisiera yo, luego de esto vienen las horas extras. Son ¥1668. ¿Paga en efectivo o tarjeta?

—Tarjeta de débito. No deberías tomar horas extras a esta hora. 

—No las tomo por voluntad propia. —Le pasé la máquina de tarjetas. —Presione el botón verde, su clave y nuevamente el verde.

Me puse a guardar sus cosas en bolsas de papel.

—¿Entonces por qué las tomas? —presionó el botón verde por segunda vez y la boleta salió.

—Porque mi jefe es un hijo de puta y no quiero que me despidan —le di su boleta y sus bolsas—. Muchas gracias por su compra.

—¡Ayami, ya es hora de que vengas a descargar el camión! —gritó mi supervisor, asomando la cabeza por la puerta de entrada a la tienda de conveniencia.

—Hablando del rey de Roma —murmuré entre dientes—. ¡Ya voy!

—¿Descargar el camión? —preguntó Aizawa con sus compras en los brazos— Vi los videos de tu pelea de hoy, Todoroki te dio una buena.

—Ya, yo también le di una buena a él.

—No me refiero a eso, sino a que estás lesionada. No es bueno que estés descargando un camión con mercadería.

Por alguna razón me enojé un poquito.

—Aizawa, tú mismo me pillaste intentando saltar la pared de la UA para escaparme de clases, ambos sabemos que estoy en condiciones de hacer esfuerzos físicos.

¿Por qué estoy rechazando tanto su preocupación? Incluso me estoy poniendo a defender el hecho de que ahora mismo tengo que seguir trabajando, ¿acaso estoy tonta?

Me hizo recordar a cómo me sentí cuando Midoriya se alarmó por mí y mi bienestar.

Era como si quisiera gritar ¡Déjenme sola, yo sé lo que hago y cómo llevo mi vida! ¡¿Qué te importa a ti?!, pero en vez de decirlo solamente me enojaba.

Vino mi compañero que me relevaba del turno de noche y me saqué el maldito delantal de cajera. Me fui a la sala de empleados para cambiarme de ropa sin despedirme de Aizawa. Cuando me saqué la blusa del uniforme de trabajo, toqué las vendas que cubrían mis costillas. No me dolía ni sentía la zona caliente, así que supuse que estaría bien. Me puse mi ropa de calle y me dirigí hacia el camión. Jabas con cerveza, energética y un montón de cajas cerradas que tenían los estampados de sus empresas.

—Pude conseguir este camión con diversas cosas para lo que queda de semana —escuché la voz de Hotaka antes de que me subiera al camión. Él se posicionó a unos metros de distancia sentado en una silla de mimbre—. El sábado llegará el camión de las bebidas.

—¿Y quiere que lo descargue yo también?

—Pues sí. Tienes músculos desagradables para una mujer, pero eres muy útil.

—Los sábados no trabajo —le recordé, haciendo un esfuerzo olímpico por ignorar lo que había dicho.

—Pero este sábado sí trabajarás. Te daría dinero para el transporte pero vi que hace tiempo compraste una bicicleta, ¿no? Bien hecho.

Si consigo hacer que suba al camión, lo puedo apuñalar con una botella rota y nadie me verá hacerlo. Mi turno termina a las 23:00hrs, por lo tanto, en teoría, ya no debería estar aquí. Soy sigilosa, puedo irme sin que el conductor del camión me vea, solamente encontrará el cuerpo cuando venga a ver si ya está desocupado el camión o no y...

Aizawa sabe que me quedaré haciendo horas extra descargando el camión.

Mi coartada se fue al carajo. Suspiré bien fuerte y para sacar mi enojo solamente me quedó la opción de cansar —aún más— mi cuerpo. Cargaba las cajas y las jabas al hombro apenas deteniéndome para respirar bien.

Tengo que hacer esto, este mes debo reponer la plata de mis ahorros que invertí en mi traje de héroe, la matrícula no me salió barata, el uniforme tampoco...

Pero pensar en eso, en vez de motivarme para trabajar, solamente hizo que me sintiera más miserable: porque no tenía de alguien que me pagase la matrícula, tuve que comprar el uniforme sola y nadie nunca me enseñó como manejar mis ahorros.

—Oye chica, ¿estás sangrando?

Una linterna me apuntó entre la semi oscuridad del interior del camión.

—¿Qué? —el repentino cambio de luz me hizo entornar mi ojo. Había dos policías de pie mirándome por fuera del camión.

—¿Tiene a su empleada trabajando mientras está herida?

Vi a uno de los policías sacar uno de sus tablones con hojas para sacar multas.

¿Qué es lo que veo? ¿La policía haciendo su trabajo?

—¿Q-qué dice, oficial? —Hotaka parecía estarse cagando en sus pantalones. Me quedé de pie admirando el espectáculo. De estar sentado en su silla, bebiendo una cerveza y rascándose la panza, pasó a estar de pie con las piernas temblando y balbuceando excusas.

—¿Está bien, señorita? —me preguntó el otro oficial.

Me bajé de un salto del camión y entonces lo noté: me dolió el costado. Bajé la vista y vi que mi herida se había abierto, puesto que tenía mi camiseta con sangre.

—Estoy cansada y un poco mareada la verdad —dije, y aunque no mentía, exageré un poco sentándome en la abertura del camión y llevándome una mano a la frente, dónde aún tenía el parche que cubría la herida que me había hecho con los dientes de Todoroki.

Oh, Todoroki, ya no te maldigo.

—¿Por qué la tiene trabajando en este estado? —preguntó el oficial que tenía el tablón de las multas.

—¡Y-yo no sabía que ella estaba en ese estado! ¡Ella es una delincuente que siempre llega a trabajar con heridas que le hacen en peleas callejeras! —me acusó con uno de sus dedos mugrientos— ¡Yo le sigo dando trabajo por pena!

—Estas heridas son por mi entrenamiento de combate de la UA. Tengo mi identificación de estudiante.

—¡¿Cómo que estás en UA, mocosa?!

—¡Señor! —lo reprendió el policía—. Los dos denme su DNI y usted su identificación de estudiante.

Me llevé la mano al bolsillo trasero de mi pantalón y saqué mi tarjetero naranjo. Le mostré mis identificaciones al oficial y el anotó un par de cosas en el tablón.

—Bien, Hotaka-san, esta no es la primera vez que vemos a alguno de sus empleados trabajando en malas condiciones —suspiró el policía—. Entonces, ¿quiere seguir acumulando multas y llegar a un proceso legal, o lo solucionamos ahora?

—Solucionémoslo ahora —dijo el viejo de mierda con voz desesperada—. ¿Qué solución propone, oficial?

—No soy yo quién propondrá la solución, será su empleada.

Hotaka y yo sostuvimos miradas. Vi terror en sus ojos y mi corazón dio un vuelco de alegría. Le iba a dar un golpe que le dolería más que una puñalada con una botella rota.

—Quiero retribución económica.


A pesar de que había llegado a las 12:43hrs al orfanato y luego me hubiera acostado pasadas las 1 de la madrugada, para después levantarme a las 06:00hrs, sentí que el mundo era un poco mejor que ayer. Recordaba con delicia los ojos aterrorizados de Hotaka, ni siquiera me dolía la herida en mis costillas. 

Llegando a la UA, pude ver que la entrada estaba bloqueada por una masa de periodistas. Conforme me acercaba, pedaleando lentamente mi bicicleta, escuché que les preguntaban a los estudiantes sobre All Might como profesor. Se lanzaban contra el estudiante al que pudieran preguntarle y sus micrófonos casi parecían lanzas mortales, poniéndolas en la boca de cualquiera que pudiera darle una declaración, por pequeña que fuese.

Seguí pedaleando, de hecho, puse más velocidad a mi pedaleo a medida que me iba acercando a los periodistas.

—¡Beep, beep! —dije, y toqué el timbre de mi bici— Vengo rápido y no me importa atropellar a alguien.

Todos se hicieron a un lado y pasé rápidamente por entre medio de los periodistas.

—¡Ah, cuidado!

—Jeje...

Estacioné mi bicicleta y entré al edificio. En el salón ya había algunos compañeros.

—¡Kozlov! —me saludó Sero.

—Qué hay.

Me fui a sentar a mi pupitre y Sero me siguió riéndose por lo bajo.

—Tienes los dientes de Todoroki marcados en la frente.

—Ay, ya sé. Solo espero que no me quede cicatriz.

—Me pregunto si le habrás aflojado los dientes con ese cabezazo.

—Hombre, espero que no, le golpeé las paletas... Aunque sería gracioso verlo sin esos dientes.

Con Sero nos pusimos a imaginarnos a Todoroki sin los dientes delanteros. Nos reímos un rato hasta que llegó Kaminari, y por supuesto, se puso reír señalando mi frente. Luego llegó Todoroki. No saludó a nadie y fue directo a sentarse a su sitio. 

—Todoroki no habla con nadie —se quejó Kaminari en voz baja y apoyándose en mi mesa—. ¿Cómo le veremos si tiene los dientes o no?

—¡Oye, Todoroki! —le grité desde mi lugar— Buenos días.

—Buenos días —respondió con rostro serio.

—¿Comiste pura sopita ayer? —le pregunté burlonamente.

—¿Uh? —me miró confundido— No, mi hermana me preparó soba con tofu para la cena.

Me respondió con tanta honestidad que hasta casi me sentí mal por querer reírme de él.

—Ah —dije, casi sin aire—, ojalá haya estado rico.

—Lo estuvo.

Me sentí tan estúpida que hasta se me notó en la cara, porque al segundo después Kaminari y Sero estallaron en risas en mi misma jeta.

—Ya cállense, idiotas.

Siguieron llegando más compañeros a la clase hasta que tocó el timbre y Aizawa llegó: traía su pelo suelto y de nuevo tenía cara de momia.

—Buen trabajo por el entrenamiento de combate. Vi los videos y los resultados. Bakugou —lo llamó—, tú eres talentoso, así que no actúes como un niño.

—Entendido —gruñó el otro, desviando la mirada.

 —Y Midoriya... —Midoriya se puso tieso al instante—. Terminaste rompiéndote el brazo de nuevo... no me hagas repetir lo mismo una y otra vez. Ahora, vamos con el tema de hoy... tendrán que elegir al presidente de la clase.

De inmediato todas las manos se levantaron, estuve a punto de levantar la mía también, pero luego recordé que el puesto de presidente de clase tenía responsabilidades que a mí realmente no me apetecía cumplir y que por supuesto, también demandaba cierta cantidad de tiempo libre que yo no tenía.

—¡Propongo que todas las faldas de las chicas sean 30 centímetros por encima de la rodilla! —vociferó Mineta parándose en su silla.

Agarré la mochila de Sero y se la lancé a la cabeza. Di justo en el blanco. Mineta cayó al suelo de cara y ahí quedó. 

—¡Todos, silencio por favor! ¡Esto se trata de un gran trabajo que no es para cualquiera! —gritó señorito Seriedad. El salón quedó en silencio— ¡Es un oficio que refiere la confianza de aquellos que te rodean! ¡Si queremos usar la democracia para decidir a un verdadero líder entonces deberíamos celebrar una elección para elegir a uno de nosotros!

—El castroso de la clase —suspiré—. Kaminari, pásame tu mochila.

—¡No!

—No llevamos mucho tiempo conociéndonos, ¿cómo  podemos juzgar en quién es pertinente para el cargo o no? —preguntó Tsuyu.

—¿No crees que es precisamente por eso, que el que reciba varios votos puede ser considerado como la persona más adecuada?

—Iida tiene razón —opinó Kuroka—. Si alguien logró dar una buena impresión en tan poco tiempo, será por algo.

—Eso trato de decir, muchas gracias Kuroka-kun —dijo señorito Perfecto con aire solemne.

—Háganlo como quieran —dijo Aizawa, entrando en su saco de dormir—, mientras elijan antes de que la clase termine, está bien.

Pusimos el nombre de la persona que queríamos que fuese presidente de clase en un papelito doblado que luego echamos dentro de una bolsa de papel. Señorito Seriedad se puso a escribir los resultados en la pizarra. 

—Cero votos —murmuró luego de terminar de escribirlo todo.

—¡¿Cuatro votos?! ¡Esto tiene que ser una broma! —gritó Bakugou viendo la pizarra— ¡¿Quién votó por Deku?!

—Al menos es mejor que votar por ti —le dijo Sero.

Bakugou solamente tenía un voto, estaba segura que él mismo había sido su único voto.

—Yaomomo tiene 3 votos, así que será ella la vicepresidenta y Deku-kun el presidente —dijo Uraraka.

Midoriya temblaba de pies a cabeza y parecía no creérselo.

Al momento de salir al desayuno, con Kaminari y Sero fuimos a la cafetería. Había un montón de gente en la fila para pedir comida, como también estaban casi todas las mesas ocupadas ya.

—Viene más gente que para el almuerzo... —observé.

—Más importante que eso —dijo Kaminari pasando uno de sus brazos por mis hombros y moviéndome de un lugar a otro—, vi que no quisiste postularte para el cargo de presidente, pero sí que votaste, así que, ¿por quién votaste?

Lo piqué en una de sus costillas y eso fue suficiente para que me soltara y se quedara quejándose del dolor.

—Por Midoriya.

—¿En serio? —me preguntó Sero.

—Claro, ¿por qué no?

Fui a una máquina expendedora y compré una caja de leche. Los chicos me siguieron.

—¿Y por qué por Midoriya? —preguntó Kaminari— De haber votado por otra persona que no fuera yo, lo hubiera hecho por Yaoyorozu.

—Sí, sus análisis de ayer en los combates estuvieron geniales —lo apoyó Sero.

—Yaoyorozu es una buena opción —reconocí—, pero preferí a Midoriya, es todo. Él es inteligente, amable y... —Pude ver su cabello verde entre toda la gente que estaba en la cafetería. Él ya estaba sentado comiendo, junto a él estaban el señorito Seriedad y Uraraka— y siempre se preocupa por todos.

Sero y Kaminari al instante empezaron a hacer ruidos de besos y hacer una especie de baile a mi alrededor.

—Kozlov y Midoriya son novios —cantó Sero.

—Se toman de la manito y se dan besitos —siguió cantando Kaminari.

Los agarré a ambos por sus nucas y forcé sus cabezas a juntarse. Sero alcanzó a poner su mano entre su boca y la de Kaminari para que sus labios no se tocasen.

—¿Quiénes son los que se dan besitos? —me reí, haciendo fuerza para que no se me escaparan.

Estaba entretenida como una niña que juega a que sus barbies se besan, cuando comenzó a sonar una alarma. Los solté.

—¿Qué es eso?

—Son las trompetas de Dios defendiéndonos —dijo Kaminari limpiándose la boca con las manos.

—Ni siquiera se dieron un beso, no seas exagerado —gruñí.

—El nivel 3 de seguridad ha sido violado —anunció una voz femenina por los parlantes de la cafetería—. Se les pide a todos los alumnos que por favor evacúen el área.

Toda la gente se puso de pie y corrió hacia la salida, que se llenó en seguida.

—Si taponan así la salida, todos quedaremos aquí encerrados —murmuró Sero.

Él único nervioso de los tres era Kaminari. Miraba para todos lados y comenzó a moverse alrededor de nosotros.

—No te unas al pánico colectivo —le dije, agarrándolo por la camisa del uniforme—. Tratemos de averiguar qué pasa.

Sero y yo comenzamos a caminar hacia los ventanales del comedor, Kaminari nos siguió desde muy cerquita, con el nerviosismo notándose en su rostro.

—Los periodistas siguen ahí —bufó Sero.

El pánico solamente iba en aumento, cada vez más gente se arrumaba en el pasillo de la salida de emergencia, haciendo imposible la evacuación.

—¿Cómo es que planean ser héroes si no saben comportarse ante las emergencias...? Deja de temblar, hombre —murmuré, poniendo una mano sobre el hombro de Kaminari. —No ha pasado nada.

—¡¿Cómo sabes eso?! —casi chilló.

—Porque... el ambiente cambia cuando hay un verdadero peligro.

—¿Qué dices? —preguntó Sero, todavía asomándose por los ventanales.

—Ya sabes... como que las cosas se tensan, ¿no lo sienten así? —dije, gesticulando mucho con mis manos, como si eso ayudara a probar mi punto de vista—. Hasta el aire cambia.

Kaminari me iba a replicar, pero un fuerte golpe se escuchó. En el pasillo de salida de emergencia, señorito Seriedad estaba cerca del techo. No tenía sus lentes puestos y por primera vez vi su cabello despeinado.

—¡Todo está bien! —gritó a todo pulmón— ¡Compañeros de UA, todo está bien! ¡Solamente se trata de la prensa! ¡No hay nada de qué preocuparse! ¡Esto es UA, así que comportémonos a la altura de lo mejor de lo mejor! —Carajo, cómo le gustaba decir eso "lo mejor de lo mejor".

Su anuncio sirvió para calmar las cosas. Pronto se escuchó la sirena de la policía y la prensa se tuvo que ir. Esa acción hizo que señorito Seriedad se ganara el puesto de presidente de clase, pues Midoriya se lo cedió en la siguiente clase que tuvimos.

Ese día en la tarde Sero y Kaminari me invitaron a los recreativos, pero tuve que rechazarlos.

—Ya tengo compromisos para hoy y luego tengo que ir a trabajar, lo siento chicos.

—¿Es que todos los días trabajas? —preguntó Kaminari con cansancio.

—De lunes a viernes. Soy una chica ocupada. Nos vemos mañana.

—Nos vemos.

Agarré mi bicicleta y fui al centro de la ciudad. Pedaleaba lento, mirando las calles, buscando alguna tienda que en su escaparate hubiera algo lindo que me sirviera de regalo. Me detuve frente a una librería. 

—Bueno, esto me tendrá que servir.

Dejé mi bici apoyada en un poste de luz y entré. Hice mis compras y salí tan rápido como había entrado, pues quería aprovechar el tiempo. 

Pedaleando imprudentemente y cruzando semáforos como una suicida logré llegar al hospital en 10 minutos. Me acomodé la mochila en el hombro y fui al ala infantil, específicamente a la zona dónde tienen a los niños internados. No tuve problemas para entrar, pues las enfermeras ya me conocían y sabían a quién iba a visitar.

Entré a la habitación sin necesidad de que me guiaran, con la bolsa de regalo colgando de mis manos.

Chiyoko había seguido perdiendo cabello gracias al fuerte tratamiento que estaba recibiendo, pero sus mejillas seguían teniendo ese color rosado que las caracterizaba. La niña estaba en su camilla absorta en un dibujo, así que carraspeé mi garganta para hacerme notar. Subió su vista y sonreí cuando sus ojos brillaron.

—¡Ayami-neechan!


Las clases "normales" me drenaban toda la energía posible. Siempre había sido mala en los estudios, a duras penas pude obtener el promedio necesario para postular a la UA. Detestaba estudiar, por eso mi clase favorita era la de Entrenamiento Básico de Héroes:

—En el día de hoy, la clase fue convertida en una con tres instructores: All Might, cierta persona más y yo. Hoy toca practicar el rescate. —Vi por el rabillo del ojo que Kuroka celebraba en su asiento dando pequeños aplausos insonoros y moviendo su cabeza de un lado para otro. —Desastres, naufragios y cosas por el estilo.

—Parece que hoy tendremos mucho trabajo también —se quejó Kaminari.

—¡Esto es lo genial de ser héroes! ¡Es lo que le da significado a la palabra!

—No creo que eso sea etimológicamente correcto, Kuroka-san —murmuró Yaorozu.

—Oye —me incliné hacia adelante, dónde se sentaba Sero—, ¿qué carajos significa etimológicamente?

—¿Y yo qué voy a saber?

—¡Déjenme terminar de hablar! —nos llamó la atención Aizawa. Casi todo el salón se había descontrolado en unos pocos segundos— Para este entrenamiento, pueden decidir si quieren o no usar sus trajes, puesto que quizás haya trajes que limiten sus habilidades. El entrenamiento tomará lugar fuera del campus, por lo tanto utilizaremos un autobús. Vayan a prepararse, nos vemos afuera.

Debido a que la camiseta de mi traje había sido dañada durante mi pelea con Todoroki, debí combinar el uniforme de educación física con los elementos buenos de mi traje de héroe: el pantalón, las zapatillas, el cinturón (que incluía las manoplas), las rodilleras y coderas.

Cuando estuvimos todos reunidos fuera del autobús, preparándonos para salir, me di cuenta de que no era la única que estaba a la espera de que arreglaran su traje de héroe, ya que Midoriya también estaba con su uniforme de educación física.

—Jiji, los novios están vestidos a juego —llegó Kaminari cantando junto a mí.

—¿Hasta cuándo seguirás con eso? —pregunté— Para la siguiente ocasión haré que le beses otra cosa a Sero.

Eso fue suficiente para que Kaminari cerrara el hocico. 

Había logrado que Kaminari dejara de molestar, pero en seguida señorito Seriedad empezó con sus cosas de orden absoluto, buen comportamiento, ser "lo mejor de lo mejor"...

—¡Clase 1-A, reúnanse! —gritó luego de tocar un silbato— ¡Formen dos líneas ordenadas por sus números de estudiante con tal de que la subida sea organizada!

—Cómo sea —gruñí, pasando por su lado y subí al bus—. No somos niños, con que subamos todos está bien. —Vi el interior del bus y solté una risa floja. —Los asientos ni siquiera están acomodados de dos en dos. Da igual.

—Sabía que tarde o temprano alguien desafiaría mi autoridad como presidente de la clase —murmuró señorito Seriedad muy teatralmente. 

Pronto el autobús se llenó de estudiantes y partió.

—Avísame cuando lleguemos —le dije a Sero, que se había sentado junto a mí.

Eché mi cabeza hacia atrás y me quedé dormida en cosa de dos segundos. Como la gran mayoría de las veces, solo se sintió como parpadear. Fui despertada por Sero, que me zamarreaba los hombros.

—Tienes el sueño pesadísimo —me dijo—, Bakugou se puso a gritar como loco y tú ni te inmutaste.

La mitad de mis compañeros ya estaba abajo del autobús. Kaminari nos estaba viendo desde su asiento, como esperándonos.

—¿Y por qué se puso a gritar Bakugou? —pregunté, poniéndome de pie y refregándome el ojo.

—Tsuyu-chan le dijo que no sería un héroe popular por su mala personalidad, y luego Kaminari le dijo que su personalidad era desagradable como el "excremento de alcantarilla" o algo así.

—¿Excremento de alcantarilla? —cuestioné, volteándome hacia Kaminari— ¿Y desde cuando hablas así?

—Me gusta usar palabras inteligentes cuando me peleo con la gente —dijo, haciendo la forma de una pistola con sus manos y apoyando su barbilla en ella.

—Me perdí el pelear con Bakugou —murmuré bajando del autobús—, quizás no debí dormir en el viaje.

—Oye —me habló Kaminari fraternalmente, casi como para consolarme—, siempre te puedes pelear con Bakugou.

Me reí y le di un codazo sin fuerza. —Gracias, eso me anima mucho.

—¡Chicos, los estaba esperando! —Un ser que parecía estar disfrazado de astronauta llamó la atención de la clase completa.

No fue necesario preguntar quién era, porque Midoriya de inmediato soltó información sobre él.*

—¡Es el héroe Número Trece! —exclamó— ¡Es el caballeroso héroe que ha rescatado a miles de personas de desastres!

—¡Entremos de inmediato! —nos dijo Trece.

Todos fuimos detrás del héroe con traje de astronauta y quedamos boquiabiertos viendo el interior del sitio. Era increíblemente enorme.

—Inundaciones, terremotos, aluviones, incendios, etc., esta es una área de entrenamiento que he creado para simular todos los tipos de desastres. Aquí realizaremos la clase de hoy y los prepararemos para afrontar este tipo de situaciones.

Aizawa se acercó a Trece y se pusieron a hablar en voz baja. Aizawa se vio molesto por algo, pero seguimos con la clase sin más.

—Hay algunas cosas que me gustaría mencionar antes de empezar —dijo Trece—. Bien, chicos, podría asegurar que todos ustedes conocen mi quirk: Black Hole. Puede succionar cualquier cosa y dejarla hecha polvo. 

Vaya, se podrían cometer crímenes brillantes con ese quirk. Podría matar a mi jefe en un abrir y cerrar de ojos sin siquiera tener que preocuparme por el cuerpo.

—Con ese quirk haz sido capaz de salvar a las personas de todo tipo de desastres, ¿no es así? —dijo Midoriya emocionado.

Oh cierto, somos héroes en formación.

—Así es —concedió Trece—, pero es un poder que fácilmente puede llegar a matar.  En una sociedad sobrehumana, los quirk personales han sido certificados y regulados cuidadosamente, por lo que a simple vista no llega a parecer un problema, pero no deben olvidar que hay una gran cantidad de quirks que fácilmente pueden matar a alguien si cometen un error. Con la prueba de aptitud física de Aizawa-san descubrieron las posibilidades de sus propios poderes y con la prueba de entrenamiento de combate de All Might llegaron a probar el peligro que conlleva aplicar sus quirks contra otras personas. Esta clase es un nuevo comienzo, aprenderán cómo usar sus quirks para salvar la vida de las personas. Ustedes no tienen sus poderes con el fin de lastimar a otros, sino para ayudarlos. Espero que esta clase concluya con ustedes sabiendo esto. Eso es todo lo que tenía para decirles, gracias por escucharme.

Se escucharon aplausos. Había sido un buen discurso, pero que en mi caso no me afectaba. Había ingresado a UA con el único fin de aprender de los profesionales a cómo pelear, y que mi licencia de héroe me diera ciertas libertades luego de que me graduara.

—Bien, entonces comenzaremos con... —Aizawa quedó a la mitad de la frase.

El aire se tensó.

—El aire del peligro —susurré.

—¿Mh? —Sero me miró con una ceja levantada.

Aizawa también lo sentía, por eso no había terminado de decir su frase. Se veía en sus ojos.

Las electricidad se cortó.

—Lo que te decía ayer cuando sonó la alarma —le expliqué a Sero—. Cómo cambia el ambiente cuando hay un peligro de verdad.

—¿De qué estás hablando? —me preguntó Kaminari.

En el centro de ese lugar gigantesco había una fuente de agua. Vi un espiral morado oscuro formarse. Aizawa volteó de inmediato hacia allá.

Una mano se estiró desde el fondo del espiral.

—¡Todos, retrocedan y no se separen! ¡Trece, protege a los estudiantes! —ordenó Aizawa rápidamente.

El espiral se fue haciendo más grande hasta formarse una especie de pared. Decenas de personas comenzaron a salir de ese portal.

—¿De qué se trata todo esto? —preguntó Kirishima, dando un paso hacia adelante.

—¡Retrocedan y no se separen! —volvió a gritar Aizawa— ¡Esos son villanos! —anunció, poniéndose los lentes que le protegían los ojos.

—¿Villanos? —solté bajito. Aizawa se preparó para el combate. —Espera. Si Trece nos va a proteger... ¡¿pelearás solo contra todos ellos?!

No paraba de salir gente del portal.

—Es mi deber como profesor, héroe y adulto a cargo de ustedes.

Gruñí con disconformidad.

—¡¿Cómo es posible que villanos entrasen a una escuela de héroes?! 

—Sensei, ¿qué pasó con los sensores de intrusos? —preguntó Yaoyorozu.

—Los tenemos, pero... —Trece no fue capaz de dar una respuesta.

El corazón me comenzó a latir con fuerza. La adrenalina ya se empezaba a apoderar de mí.

—¿Aparecieron solo aquí o en toda la escuela? De todas formas, si los sensores no los detectan, eso quiere decir que tienen a alguien con un quirk que puede hacer eso. Estamos en un área separada de la escuela, durante una hora donde se supone que hay una clase aquí... ellos lo tienen calculado —concluyó Todoroki. Se veía especialmente calmado. —Este ataque sorpresa fue planeado con un objetivo en mente.

—Trece, evacúa a los estudiantes. Intenta contactar con la escuela, Kaminari, tú también intenta hacerlo con tu quirk. Estos villanos tienen a alguien que puede interferir con las señales, pero hay que agotar todas nuestras alternativas. Dejaré a los chicos en tus manos, Trece —dijo, antes de saltar directamente hacia los villanos.

—¡¿En verdad pelearás solo?! —le grité, pero no respondió.

Me quedé de pie sintiéndome impotente verlo pelear. Aizawa peleaba mucho mejor de lo que yo creía. Combinaba perfectamente su quirk con sus movimientos a corto alcance. Su cuerpo, que yo veía flaco y sin fuerza, se movía bien y daba buenos golpes.

—¡Midoriya, Kozlov! ¡No es momento de quedarse viendo! —nos gritó señorito Seriedad.

Mientras todos los demás de la clase habían avanzado hacia la puerta, Midoriya y yo nos habíamos quedado de pie viendo a Aizawa luchar contra los villanos.

Troté hacia mis compañeros sintiéndome de muy mal humor. Yo también quería pelear, es más, era mi oportunidad de ver más de cerca cómo los profesionales se encargaban de los villanos. Pensé mucho en la posibilidad de simplemente desobedecer a los profesores y tirarme al peligro, pero no pude analizar mucho esa opción porque frente a nosotros, entre el grupo escolar y la puerta de salida, apareció el mismo portal morado que le había permitido el ingreso a los villanos a ese sitio.

Al parecer, era el quirk de una persona.

—No se los dejaré tan fácil —habló el portal, sus ojos eran como dos relámpagos—. Gusto en conocerlos, nosotros somos La Liga de los Villanos. Puede que sea presuntuoso de nuestra parte, pero nos hemos invitado aquí al hogar de los héroes, la preparatoria UA, para hacer que All Might, el Símbolo de la Paz, tome su último aliento.

¿Quieren matar a All Might? ¿Acaso están locos? ¿Cómo creen que podrán derrotarlo?

—¿Qué está diciendo este tarado? —murmuré para mí misma.

Quizás quieran tomarnos como rehenes, ese sería un golpe bajo para All Might, sería crearle una debilidad. Si vinieron para acá y están declarando este tipo de cosas, ¿es porque tienen los recursos para matar a alguien del calibre de All Might o simplemente están mal de la cabeza?

—Creemos que All Might debería estar aquí, pero... ¿ha habido algún cambio? Bueno... voy a cumplir con mi papel de todas formas.

Kirishima y Bakugou se lanzaron hacia el enemigo, pero antes de que pudieran tocarlo, este pareció disolverse en el aire.

¿No tiene un cuerpo físico?

—¡Idiotas! ¡¿No vieron que Trece iba a atacar?! —chilló Kuroka.

Pero la imprudencia de Kirishima y Bakugou había ayudado en que esa especie de humo morado del enemigo se disipara y me permitiera ver un objeto de metal flotando.

¿Será ese su cuerpo? 

—Oh, jóvenes, incluso si son solo estudiantes, son excelentes huevos dorados.

El enemigo hablaba muy confiado, me hacía sospechar que no eran simplemente un grupo de locos y que en realidad sí tenían los medios para derrotar a All Might.

—¡Aléjense ustedes dos! —ordenó Trece a Kirishima y Bakugou, pero fue muy tarde.

La niebla morada, casi negra, del enemigo, se dirigió hacia nosotros los estudiantes con rapidez.

—¡Mi trabajo es dispersarlos y torturarlos hasta la muerte!

Podría haber escapado, pero no lo hice, porque hace rato que la adrenalina estaba empujando dentro de mí y quería estar en una situación de peligro.

Fui absorbida por un portal, pero antes de que pudiera pasar por completo, alguien se aferró a mí con brazos y piernas al grito de:

—¡AYAMIIII!

Kaminari parecía estar a punto de llorar.

—¡¿Qué haces?!

Los dos fuimos absorbidos por el portal, y en un abrir y cerrar de ojos, caímos en una zona de tierra seca.

Kaminari finalmente me soltó y suspiró.

—Creo que estoy a salvo.

—¡¿Por qué viniste conmigo?! —le grité, poniéndome de pie y buscando mis manoplas en uno de los bolsillos de mi cinturón. Estábamos rodeados de enemigos.

Kaminari finalmente volteó a su alrededor y se dio cuenta en la situación en la que estábamos. Se puso de pie de un salto y casi se escondió debajo de mí.

—P-pensé que... que podríamos trabajar juntos.

—Pensaste que iba a protegerte, ¿no es así? —gruñí, separándolo de mí— Dame espacio o no podré pelear. —Kaminari se separó, pero no mucho. —Ahora, no te entrometas.

Eran enemigos de distintos tipos, algunos grandes y fortachones, otros más bien bajos y con quirks de larga distancia. Me lancé contra uno de ellos que era alto y de hombros anchos, por su musculatura apostaba a que era un luchador de corto alcance. No me equivoqué.

Corrí hacia él con mi torso inclinado hacia abajo, dándome una altura más pequeña. El tipo se preparó para dar un puñetazo al suelo. Como si estuviera en cámara lenta, vi su puño descender al suelo. Me detuve en seco y di un salto. Le di una patada que abarcó la zona de su oreja y pómulo. Cayó al suelo.

—Noqueado, hijo de puta.

Dejé actuar a mi adrenalina, que hace algunos minutos atrás estaba conteniendo.

—¡Ánimo, ánimo!

Kaminari me estaba dando apoyo moral.

Los tipos eran lentos. Apenas reaccionaban cuando ya les había dado algún golpe. Incluso podía pelear con más de uno al mismo tiempo.

No son fuertes... por eso nos separaron, pretenden ganarnos con cantidad y no con calidad.

Al terminar, mis manoplas estaban llenas de sangre. También había utilizado muy bien mis rodilleras y coderas, y una vez más había vuelto a confirmar que las plantillas de mi calzado eran buenísimas.

—¿En serio planeaban detenernos con esto...? Somos estudiantes, pero estos tipos... algunos ni siquiera sabían dar un golpe... ¿vinieron por venir?

La adrenalina se había apoderado demasiado de mí, y recién se me ocurrían las preguntas cuando ya había noqueado a todos mis enemigos.

—Volvamos con nuestros compañeros —me dijo Kaminari, acercándose a mí.

—Quiero ir con Aizawa —dije—, aunque si él está peleando con tipos del mismo nivel que estos... pues supongo que no debe necesitar ayuda.

Comencé a caminar y sentí una punzada en mis costillas. Nuevamente se me había abierto la herida. Me quejé y me desabroché la chaqueta del uniforme de educación física de la UA. Me miré las vendas que cubrían mi herida y las vi manchadas con sangre.

—¡Kozlov...! Deberías tomártelo más despacio, sabes...

—¿Kozlov? —le pregunté, llevándome una mano a la herida y la presioné— Pensé que ya era Ayami para ti.

—Fue en un momento de vida o muerte y se me salió —se excusó Kaminari con sus orejas rojas—. Vamos pronto con los profesores, antes de que pierdas más sangre...

No dimos más de 10 pasos cuando escuchamos un grito femenino. Kaminari se paró en seco.

—¿Esa fue... Jiro?

—¿Estará sola?

Kaminari me miró con los labios fruncidos luego de oírme decir eso. Parecía estar librando una lucha en su interior.

—Debemos ir a ayudarla, pero tú estás sangrando y no puedo dejar que vayas sola con los profesores porque puedes encontrarte con enemigos en el camino y-

—Mierda, Kaminari, no me pasará nada si pierdo un poco más de sangre. Vamos por Jiro.

No tenía tan abierta mi herida, pero si seguía peleando, de seguro que se me terminaría de abrir por completo y se pondría a sangrar bastante.

Con Kaminari habíamos caído en una zona de montañas de tierra seca. Pudimos encontrar a Jiro con Yaoyorozu siendo rodeadas de enemigos. Ambas estaban sudando y pude ver que tenían katanas en sus manos.

—Yaoyorozu podría crear una pistola y simplemente ponerse a dar balazos.

—Acabaría muy rápido con todo —convino Kaminari, asintiendo.

Evaluando la zona y mi estado físico, tenía las de perder. Había bastantes villanos que no se veían cansados por pelear, mientras que yo me había vuelto a abrir mi herida y tenía el cansancio por pelear antes.

Ahora, si convencía a Yaoyorozu de crear un arma de fuego... las cosas se pondrían más divertidas y a mi favor.

—¿Cómo atacaremos? —me preguntó Kaminari.

—¿Cuáles son tus aptitudes en batalla?

Estábamos en la cima de una de las montañas, agazapados al suelo y hablando en susurros.

—Puedo dar electricidad cuerpo a cuerpo, pero si ocupo muchos voltios acabo tonto. —Abrí mi boca para burlarme de él y decirle "si ya estás tonto" o algo por el estilo, pero antes de que pudiera hacerlo, me apretó los labios con sus dedos pulgar e índice, formándome un boca de pato. —Silencio, por favor.

Lo aparté de un manotazo.

—Andas muy confiadito, ¿no?

—Es la adrenalina del momento.

—Perfecto, la adrenalina es mi secreto para ganar siempre que me pongo a pelear.

Me puse de pie y Kaminari intentó desesperadamente que me mantuviera en el suelo, pero no lo logró.

—¡¿Qué haces, Kozlov?! —masculló.

—Ir a pelear, por supuesto.

—¿Tienes algún plan?

—Ganar.

—¡Entonces no tienes ningún plan! —lloriqueó.

—¿Me dejarás peleando sola con las chicas, aún cuando estoy herida y a ellas se les acaba el tiempo? Míralas, los enemigos están cada vez más cerca de ellas.

Kaminari se puso de pie, cerró fuertemente los ojos por unos segundos y luego los abrió, completamente decidido. Corrió hacia el fin de la montaña y saltó hacia el enemigo gritando: 

—¡Te odio, Kozlov Ayami!

Me puse mis manoplas e imité a Kaminari: salté hacia el enemigo. Aterricé pateándole la espalda a uno de ellos.

—¡Kozlov-san, Kaminari-san! ¡Kaminari-san...! —dijo Yaoyorozu, reparando en él. —Consíganme algo de tiempo, por favor, tengo un plan.

—¡¿Ya lo ves?! —me dijo Kaminari mientras esquivaba un puñetazo del enemigo— ¡Hay que pensar en un plan!

—¡Con enemigos así no es necesario hacer planes!

Tuve que saltar para poder darle una patada en el rostro a uno de los enemigos, el tipo perdió el equilibrio y antes de que cayera de costado le propiné otra patada, pero esta vez en el pecho, con la suficiente fuerza para que se desplomase de espaldas, justo sobre otro enemigo.

Gracias a mis manoplas y la poca instrucción del enemigo en combate mano a mano, me estaba permitiendo dar la menor cantidad de golpes posibles. El enemigo no cuidaba sus puntos débiles, había dejado de contar la cantidad de puñetazos a los riñones que había propinado, y estaba segura de que en ese día había roto al menos 5 narices. Pero notaba mis músculos agarrotados, puesto que me costaba respirar y mi organismo no se estaba oxigenando como debía. El desgraciado de Todoroki me había hecho una buena herida en aquel combate, y yo con mi poco cuidado no había permitido que esta siguiera cicatrizando.

Quizás si ese día me hubiese quedado en la enfermería para dejar que Recovery Girl hiciera su trabajo, mi herida no me hubiese estado dando problemas. Pero mi inminente rechazo a recibir ayuda me hizo intentar escapar de UA en cuanto había despertado en la enfermería.

—¡Ya está casi listo! ¡Kozlov-san! —Yaoyorozu me hizo un gesto con su cabeza para que me acercase a ella. Al segundo después, una manta gigante salió de su espalda. —Es una manta de aislamiento de 100 milímetros de espesor, ¡Kaminari-san!

Corrí hacia debajo de la manta, viendo que a Kaminari le salía un chorro de sangre por la nariz. En el mismo instante en que quedé cubierta por la manta de Yaoyorozu, escuché los sonidos de los rayos y los quejidos de los villanos. Luego de unos segundos todo quedó en silencio y Yaoyorozu levantó la capa, permitiendo que le diese la luz en el cuerpo.

Qué demonios.

—Yaoyorozu... —ni siquiera sabía qué decir.

—¡Tu ropa, Yaomomo! —chilló Jiro.

El traje de héroe de Yaoyorozu se había roto casi por completo y yo tuve que cerrar mi ojo porque no fui capaz de apartar la vista.

—No se preocupen, puedo crearme otro traje ahora mismo.

—No es eso lo que me preocupa —admití en voz baja.

—¡Ah! ¡Kaminari, no mires!

Con mi ojo cerrado y a tientas, me salí de debajo de la manta. Abrí mi ojo y miré al cielo.

Deberá dolerle mucho la espalda a la pobre...

—Weee, weee...

Kaminari caminaba en círculos con cara de idiota y levantando aleatoriamente sus dedos pulgares.

—Así que a esto te referías cuando decías que te ponías tonto... —dije, caminando hacia él.

—We-weeee.

—Bueno, amigo, salvaste a las damiselas en apuros —me reí, palmeándole la espalda.

Jiro y Yaoyorozu salieron de la manta. Yaoyorozu ya traía ropa puesta.

—Pfff, su cerebro hizo corto circuito —dijo Jiro riéndose y viendo a Kaminari.

—Lo hizo por el equipo —dijo Yaoyorozu con una sonrisa—. Ahora, vendaré la herida de Kozlov-san y regresaremos con nuestros compañeros, deben necesitar ayuda.




*Ya sé que Trece es en realidad una mujer, pero Ayami no lo sabe y simplemente le reconoce/percibe como hombre así que de esa forma lo narra. 


n/a:

me había olvidado por completo de este fanfic, ngl. como ya tengo escrito hasta el capítulo 26, me olvido de que tengo que actualizar

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