PARTE X
El día de la visita finalmente llegó. James vio a Mika alistarse, peinar su corto cabello claro para un costado y hacer el nudo de su corbata flojo. El resultado era un niño radiante. Tomando la mano de Nicholas, ellos emprendieron el camino. James estaba nervioso, la angustia royendo sus intestinos.
Los ojos de Mika eran inmensos mientras miraba las dependencias de la cárcel de varones. El nudo en las tripas de James se hizo más apretado, jamás había querido algo así para su hijo. No quería esa clase de recuerdos en su memoria.
Lo encontró torciendo sus manitas en el interior.
—¿Estás nervioso? —preguntó con voz calma.
—Un poco —Mika rebotó en el asiento mirando hacia la puerta una vez estuvieron en la sala de espera. —Quiero agradarle.
James tomó a su hijo, besando la coronilla de su cabeza.
—Lo harás, eres muy lindo.
—Lo sé —Mika asintió con una sonrisa.
—Y tan modesto. —Nicholas se rio.
—Me pregunto de quién ha sacado eso —James bromeó. Nicholas le regaló un guiño, justo cuando la puerta era abierta.
Como en la pasada visita, dos guardias ingresaron a Peter, le quitaron las esposas de las manos y los pies y le dejaron solo, apostándose junto a las puertas. Él les dio una inclinación de cabeza a James y Nicholas antes de centrarse en Mika. Parecía ser que había corrido una maratón para llegar allí, pues su respiración estaba acelerada, así como la intención en su rostro.
—Se parece sorprendentemente a ambos. —Fue lo primero que dijo. Había una energía nerviosa saliendo de él, casi como si el niño lo asustara, lo que era cómico. Un hombre de entrados cuarenta años versus un pequeño de cinco.
—Papa James dice que eres mi tío —Mika habló de inmediato, su voz pequeña demostrando su timidez, pero su cuerpo estaba erguido con propósito, lo que hizo a James sentirse orgulloso.
Peter le miró hacia abajo.
—Sí, eso me dijeron a mi también.
Hubo en silencio tenso, en el que James se preguntó si su hermano sería capaz de decirle alguna mala palabra a su hijo. Si es que era tal clase de monstruo. Y si es que ese era el caso, él tomaría la mano de Mika, daría media vuelta y jamás miraría atrás. Las normas podían joderse.
—Mi nombre es Peter —Este habló al fin.
Mika sonrió enseñando sus pequeños dientes y extendió su mano para que su tío la tomara. Fue un sencillo acto para él, desde luego, ignorando por completo lo que significaba para el resto de los adultos presentes.
La mirada de Peter se alzó, buscando los ojos de su hermano y James pudo comprobar que este sí que lucía aturdido. Con la garganta apretada, James asintió dando su permiso. Y Peter tomó la mano de Mika dejando salir un trémulo suspiro.
Después de eso y con el encanto natural de su hijo, James tomó asiento junto a Nick, dejando que el pequeño guiara la conversación y el ritmo del encuentro.
Mika se mantuvo de pie, haciendo preguntas, señalando a todo lo que le pareciera curioso. Cuestionando rasgos de Peter y tocándolo en todos los lugares, para consternación de este último.
Hasta que las preguntas tensas vinieron y James se encontró sonriendo ante la cara perpleja de su hermano.
—¿Sabes que eres adoptado? —Peter tanteó con miedo de meter las patas en un bache desconocido.
—Claro, papa y papi no podían tener hijos entre ellos. Eso sería raro. —Mika ni se inmutó. Su nariz se arrugó divertido. —Así que ellos me necesitaban. Como yo los necesitaba a ellos. Somos una familia. No importa cómo se formen las familias, si es que están destinadas a estar juntas.
El niño miró a sus padres en busca de confirmación a sus palabras. James y Nicholas asintieron para él.
—Eres un chico muy listo, —Peter se rio tomando con la guardia baja de la mejor manera. —¿Qué quieres ser cuando seas grande?
—No lo sé, quizás astronauta. —El niño se acercó a Peter bajando su voz con secretismo. —Pero creo que quiero trabajar en la tienda de tío Miles, así me entero de lo que vende en ella.
Nicholas hizo un sonido mortificado, Peter compartió una sonrisa con él.
—Astronauta suena bastante genial. —dijo para Mika. —Ahora quiero que me cuentes sobre la escuela, ¿qué tal te va?
La hora de visita se sintió como un pestañeo a cámara lenta. James veía la soltura de Mika al hablar con su hermano. Era tan extraño. Una imagen que jamás se cruzó por su mente. Mucho menos en las circunstancias que se daba.
—Estoy orgulloso de ti —El susurro de Nicholas le hizo a James desviar la atención de su hijo hacia su esposo. —Eres tan... —Él parecía tener problemas para encontrar la palabra adecuada. —es un gran acto lo que estás permitiendo aquí, el perdón, el verdadero perdón para Peter. Creo que es lo mejor que pudimos otorgarle, después de dejarle entrar en la vida de Michael.
James sintió algo removerse en su pecho.
Eso era cierto, viendo a su hermano frente al pequeño, era claro que aquel había sido su mayor recriminación. El estar fuera de la vida de quien también era su familiar y quien bien podría pasar por el mundo desconociendo de su existencia si así James lo quería.
Pero James no haría tal cosa, no podía. Por eso había sido todo un conflicto para él desde un principio. Él mismo lo había pensado alguna vez, por la noche, o en un momento aleatorio. Qué sería de Peter. Cómo luciría. Quién sabría de él cuando sus padres y a posterior James, dejaran de existir. Pues para eso está la familia, para cuidar y recordar. Y Peter no tenía a nadie más que a James.
—Llegué a la conclusión de que no conocí jamás a mi hermano —admitió James, viendo los ojos de Nicholas abrirse desmesuradamente. —Conocí a un sujeto egoísta y malvado, sí. Uno perdido en si mismo, en todo lo malo que puede tener un ser humano producto de las drogas y dejarse llevar por ellas. Pero yo no entré en su vida. La miré desde afuera incluso cuando tuve la edad para hacer algo. Y no Nick, aquí no me estoy atribuyendo ninguna carga más que la de ser un hermano. —dijo cuando vio a Nicholas abrir la boca. Él negó con su cabeza. —Yo solo debí estar ahí, solo tender mi mano sin tomar decisiones, ni querer guiar la situación. No fui un buen hermano, ninguno de los dos lo fue.
Él miró de nuevo a la relación que se estaba formando en la misma mesa que estaban compartiendo. Peter y Mika estaban riéndose de algo, el niño sujetando la mano de Peter señalándole cierta cicatriz en su dedo gordo ajenos por completo a la charla de ellos.
James se encogió de hombros y sonrió ante la sonrisa de su hijo y el brillo en los ojos de su hermano.
No había visto jamás esa luz allí.
Esperanza.
—No voy a negarle ser un tío, quizás se desenvuelva bien en ese papel, ahora sí.
Nicholas no tenía nada que decir. Tragó las lágrimas que amenazaban con salir y se inclinó para depositar un beso en la mejilla de James.
Él se había casado con el hombre correcto.
Y al final, todo estaba saliendo como la mejor de las apuestas.
—¿Santa te vendrá a visitar aquí, tío Peter? —preguntó inocentemente Mika.
Peter Gallo sintió un disparo al corazón ante tal frase. Ante tal palabra antepuesta a su nombre. Nunca la había escuchado, ni siquiera en sus sueños más profundos y fue desconcertante en un nivel inimaginable.
Él tuvo que aclararse la voz antes de poder hablar.
—Bueno, él viene si puede. Ya sabes que tiene que estar muy ocupado, ¿no? —El niño se encogió de hombros y Peter le tomó por uno de ellos para mirarlo a los ojos. ¡Dios, eran hasta de un tono similar a los de su hermano, tamaña locura! Él bien sabía que el chiquillo era adoptado, nada de sangre de James en sus venas, pero mirándolo, no había dudas de que era un Gallo y no solo por el color de sus ojos o el parecido con la figura enclenque que había sido su hermano a esa misma edad, si no por la determinación en el fondo de su mirada. Por la frente en alto y el corazón en la mano que ofrecía. Peter le apretó ligeramente. —Para mí, mi regalo llegó contigo esta navidad, enano.
Mika sonrió hacia él. Por él, para él.
Peter se dio cuenta de que había sido el tonto más grande de la tierra, desperdiciando su vida en aquellas cosas que no valían la pena.
—Michael —Peter llamó cuando ya era hora de marcharse. Se encontraban los tres en la puerta dispuestos a ir a casa tras una reveladora y gratificante visita. Todos se voltearon a verle. Peter solo tenía ojos para su sobrino. —Es tío Peter para la próxima visita, ¿de acuerdo?
El rostro de Mika resplandeció con más entusiasmo del que ya desbordada, si es que tal cosa era posible y atravesó la puerta de salida asintiendo. James dejó que Nicholas guiara a su hijo, su pecho apretado tras todo lo presenciado, miró a su hermano.
—Gracias. —dijo con voz estrangulada.
Peter tenía algo así como humedad en sus ojos y una sonrisa temblorosa en sus labios.
—Gracias a ti. Nos vemos pronto, Jamie.
James sonrió a pesar de sí mismo.
—Así será Pete, así será.
:')
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