Parte VIII
—Sigues pensando en su carta.
Nicholas dijo abriendo los brazos para que el guardia de prisión pudiese revisar su abrigo. Lo hicieron cruzar un detector de metales y luego le entregaron sus pertenencias.
—Creo que Peter hace esto solo porque no tiene a quien recurrir. —James se colocó a su lado. Recuperó su teléfono y su reloj, antes de entrar por un estrecho corredor.
—Si realmente está rehabilitado, cabe la posibilidad de que vea los errores tal cual como han sido.
James esperaba que Nicholas tuviera razón.
La prisión estatal era fría. Y no del frío del invierno. Era un lugar tan triste con sus corredores haciendo eco de sus pisadas. Les llevaron hasta una sala pequeña, era blanca y solo tenía una mesa redonda en el centro con sillas de respaldo recto.
—Esperen aquí —El guardia indicó dejándolos solos.
El ceño de James se frunció.
—¿No deberíamos de estar en una de esas salas donde hay muchas ventanillas y hablas por un intercomunicador a través de un vidrio? —Él había visto su cuota de series de crímenes, las cárceles tenían que parecerse un poco a lo que veía en televisión, ¿no?
Los minutos pasaron y nada ocurrió, enfocándose en algo con lo que distraerse, se concentró en Nicholas quien estaba pálido y pasaba sus manos por sus brazos.
—Te estás congelando —James fue hasta él para jalarlo cerca. Nicholas se pegó a su pecho, embutiendo sus manos dentro de su abrigo en busca de calor. Sus labios fríos se posaron en su cuello temblando ligeramente.
Ellos estaban cómodamente abrazados cuando la puerta volvió a ser abierta. El guardia de entrada apareció en compañía de otro y entre medio de ambos, estaba Peter.
El aliento de James se atoró en su garganta y no hizo más que volverse de piedra.
Habían pasado diez años desde la última vez que había estado frente a frente con su hermano. Una eternidad. Un mundo diferente desde entonces.
—Tienen una hora —Uno de los guardias dijo. Ambos se apostaron a los costados de la puerta en completo silencio.
El rostro de Peter Gallo mostraba arrugas alrededor de la boca y bolsas de cansancio bajo los ojos. Su pelo revuelto tenía canas en las patillas y algunas esparcidas sobre la cabeza. Estaba dentro de un uniforme gris entero, similar a los trajes que usan los mecánicos en el trabajo. Lucía mucho mayor que sus cuarenta años. Él carraspeó llegando hasta la pareja.
—Hola.
James le miró estoico. Solo apretando la mano de Nicholas al punto de dificultarle la circulación.
—Nicholas. —Peter cambió sus atenciones al menor de ellos.
—Lo recuerdas. —Nick dijo un tanto inseguro.
Peter asintió.
—Hay ciertas cosas que no se olvidan por más que lo quieras —Él tocó su sien con un dedo, dándole a entender los recuerdos que no podía dejar ir. Peter miró de nuevo a su hermano inseguro sobre cómo proceder. James estaba cambiado a sus ojos, no había emoción identificable en su rostro. Él extendió su mano para un saludo.
Nicholas iba a estrechársela, pero James lo detuvo.
—Espera... no, no lo toques.
—Juro que mis intenciones son buenas.
Peter era un hombre distinto en esos días.
Al igual que James. Por eso dijo la verdad absoluta de sí mismo.
—Él es mío y lo amo.
Sintió la respiración de Nicholas cortarse de golpe, pero no miró atrás a su reacción. Estaba más preocupado del impacto en Peter. Este lo miró a los ojos asintiendo sin pestañear.
—Respeto eso. —Sus labios se secaron, sus ojos picaron. Él mantuvo su mano extendida el tiempo suficiente. Él la mantendría extendida lo necesario.
James dio una seca cabeceada y soltó a Nick. Aun dubitativo, Nicholas estrechó la mano de Peter. Su agarre no era duro, y sus dedos tan delgados.
—Tienes manos tan pequeñas. —comentó.
—No tendría sentido tener manos grandes. Me vería como un fenómeno. —El chico respondió. Él miró a James, tocando su hombro. —¿Vamos a tomar asiento?
Los tres hombres se sentaron.
Aunque no intercambiaron muchas palabras, Peter estaba maravillado con la interacción de la pareja frente a él. Porque sí, Peter había sido un hermano negligente cuando era joven, pero siempre había tenido ojos en la cara. Y jamás había visto a su hermano reaccionar de forma tan natural con nadie.
James se inclinaba ante los toques de Nicholas, buscaba sus ojos, se acercaba a su oído para hablarle en secreto. Sus manos estaban unidas en todo momento y el chiquillo le daba caricias suaves en la palma, dibujando círculos con su pulgar. Peter estaba seguro de que era un acto inconsciente. De esos que se dan cuando estás en completa sincronía con otra persona.
Eso era raro para él.
Ajeno.
Él no conocía ese tipo de conexión y muy probablemente no la conocería jamás. Pues para eso hay que confiar y entregarse, y dudaba que alguien hiciera tal acto con él. Peter había cometido errores y sabía el peso de ellos, como le habían arruinado el futuro. No iba a lamentarse por ello en ese preciso momento, tenía mucho tiempo de sobra cuando estaba solo en su celda sin más compañía que sus memorias.
Había analizado cada uno de sus errores y había llegado la hora de redimir algunos de ellos.
—Creo que les debo una disculpa —comenzó. Eso sonó flojo, por lo que se aclaró la garganta. —No, les debo una con todas sus letras. Estuve a punto de arruinarles la vida.
Aunque James no comentó nada, sus labios se presionaron juntos hasta volverse blancos.
—Creímos que te veríamos a través de una ventana. —Nick dijo.
Peter asintió aceptando el cambio de tema.
—Estuve tres años en rehabilitación de drogas, uno más en desintoxicación. —Él enseñó sus manos sobre la mesa, sus palmas hacia arriba. Había pequeñas cicatrices en sus dedos, muescas blanquecinas sanadas hacía ya mucho. —Lo mío era algo que me consumía, así que no fue fácil dejarlo ir. Pero la prisión ayudó mucho, créanlo o no. Se hicieron cargo de mi tratamiento. El juez juzgó mis causas según mi progreso, es irónico pensar que me sumaron años al saberme limpio.
Él soltó una risa sin gracia, Nicholas tuvo que encogerse. Peter sonaba muy similar a James cuando hacía eso. Mirando a su esposo, Nicholas estaba perdido. Por primera vez, no sabía qué pasaba por la mente de James, no tenía siquiera una idea. Estaba tan ido, tan sumido en sus pensamientos.
—James —Peter llamó. Él no hizo intento de tocar a su hermano, pero sus manos se removían inquietas sobre su regazo. —¿Puedes siquiera mirarme? Las visitas son cortas, y ya llevamos aquí un rato.
James hizo lo que le pidió.
—¿Tu...?
—¿Por qué has querido vernos? ¿Por qué ahora? ¿Por qué has preguntado por nuestro hijo? —Su voz fue clara y atronadora.
La manzana de Adán de Peter se movió al tragar.
—Tenemos un control psicológico dentro de la prisión, todos los que un día fuimos adictos. Papá y mamá vienen a verme cada cierto tiempo, para ellos no es fácil, lo sé, y no los culpo. Ellos jamás hablan de ti.
—No estás respondiendo a mis preguntas. —James se sentó derecho. Movió sus hombros hacia atrás liberando la tensión acumulada en ellos. —Ha pasado tanto tiempo, creo que si no me viste tienes todo lo que puedes recibir de mí.
Peter negó.
—No, no tú. Cualquiera puede guardarme rencor, pero no tú, James. Eres mi hermano, eres el único que siempre dio una mierda por mí.
James se puso de pie de golpe, la silla rechinando contra el suelo de baldosas.
—No hables como si me conocieras. —gruñó.
Peter se puso de pie también igualando a su hermano en porte y mirada. Nicholas les miró espantado. Los guardias estaban allí, justo al lado, pero él muy se temía que por la tensión saliendo de los hermanos Gallo, si se lanzaban contra el otro, ninguna fuerza sería capaz de contenerlos.
—Lo hago, te conozco —Peter insistió. —Puede pasar el tiempo que quieras, mas tu creías en mí. Te cerraste cuando toqué a Nicholas, cuando destrocé lo que te importaba...
James se sacudió alejándose de la mesa.
—¡Cállate! —ladró entre sus dientes juntos. —¡Solo cállate! ¡Eres un desgraciado! Llevo años diciéndotelo en mi mente y llegó la hora de que lo sepas.
En vez de verse molesto, como Nicholas esperaba, Peter solo alzó sus manos pidiendo por más.
—Dime más, déjalo ir, quiero escucharlo.
El rostro de James se desfiguró por las emociones combatiendo. Fue como destruir un dique y ver el agua salir.
Fue demoledor.
SOY FAN DE LAS SERIES DE ESTILO POLICÍACO DONDE TE MUESTRAN TODO EL DRAMA DE LAS REUNIONES FAMILIARES EN LAS PRISIONES. SE ME HACEN TREMENDAMENTE ADICTIVAS.
ADEMÁS DEL OBVIO HECHO DE PONER A PETER DE NUEVO EN ESCENA.
¿CREEN EN LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES PARA LOS ERRORES TITÁNICOS?
LOS LEO.
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