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EPILOGO DE LOS EPILOGOS

ESTO ES PARA USTEDES LECTORES QUE ME HAN ACOMPAÑADO EN ESTE LARGO VIAJE. YA NO ESCRIBIRÉ MÁS SOBRE JAMES Y NICHOLAS, ELLOS TIENEN QUE SEGUIR SU CAMINO SOLOS, DE MODO QUE ESTE ES EL ULTIMO VISTAZO DE SUS VIDAS Y SOLO PARA SACARLES DE DUDAS SI MIKA PERDIÓ EL ASCO A LOS BESOS DE ADULTOS.

La escuela estaba repleta. Tan elegante e inmensa. Nicholas llevaba un traje hecho a medida, le gustaba cómo se veía en él. Estaba acostumbrado a ellos, mas James no. Su esposo, que alguna vez llevaba trajes solo porque sí, los había dejado hacía bastante tiempo y no paraba de jalar del cuello de la camisa.

—Deja de hacerlo. —Lo regañó, alejando su mano y entregándole una copa de champan para que se ocupara. —Lo dejarás horrible.

—Es que me pica —James se quejó cual niño pequeño, tan alejado de sus bien llevados cincuenta años. Miró a Nicholas, y no se contuvo de deslizar su mano por la solapa de su traje negro. —Te envidio tanto justo ahora. Estás radiante.

Nicholas se emocionó batiendo sus pestañas en su dirección.

—Tú estás encantador, no te creas. Todas las madres están pendientes de ti —Echó un vistazo a su alrededor, entrelazando su brazo con el de James. —Diría que también hay padres viéndote. Agradece que no soy un tipo celoso.

Con una carcajada James lo atrajo para un beso. Nick sabía a champan, sus labios suaves predispuestos para él. Olía divinamente, tanto que James quería restregarse contra él. Pero tenían publico y no querían montar una escena, Mika les regañaría de hacer tal cosa. Aunque pensándolo bien, el chico mismo estaba montando una. Buscándolo con la mirada, James lo encontró a metros de ellos. Vestía con un traje entallado, bien arreglado. A su lado, una hermosa chica estaba envuelta entre sus brazos y el beso que compartían estaba amenazando con volverse un tanto pecaminoso.

—Es muy entusiasta. —Nicholas comentó mirando en la misma dirección. Había un rastro de risa en su voz.

—Creo que va muy en serio con esta chica. —James sintió la imperiosa necesidad de defender las atenciones de su hijo.

Nick sí que rio.

—Es linda. —comentó apreciando los rasgos de la muchacha.

—Lo es. —Su esposo estuvo de acuerdo. —Ya tuve una charla con él. Nada de nietos, es muy pronto.

—Yo fui más práctico y coloqué condones en su bolsillo.

James no pudo detener la sonrisa que estalló en sus labios.

—Seguro eso servirá más.

Chocaron sus copas para un brindis.

Su hijo se graduaba de la secundaria. Ellos tenían motivos suficientes para celebrar.

Miles se abrió paso entre la gente, su gesto cansado hasta que vio a James y Nicholas y fue hasta ellos.

—Hasta que al fin los encuentro. —dijo colocándose entre ambos y arrebatando la copa de Nick para dar un sorbo. —Mika está tan entretenido con su novia que ni un vistazo me ha dado.

Aunque su voz sonaba ofendida, la dulzura en sus ojos al mirar al chico desmentía sus palabras. Él era un tío orgulloso, nadie podía decir lo contrario.

—¿Dónde está Phillippe? —Quiso saber James, provocando un gemido por parte de Miles.

—Creo que los Santiago estamos condenados respecto a los chicos Saldarriaga. —Se lamentó buscando con la mirada a su hijo.

Nicholas hizo una mueca, tomando el hombro de su amigo para estrecharlo en un abrazo.

—No digas eso, tu esposo puede estar cerca y pensarse que no lo amas.

—¿A ese pedazo de hombre? —Miles fingió atragantarse. Los años podían pasar sobre él, mas no había nada ni nadie que quitara la veta dramática de su cuerpo. —Por favor, lo amo con cada fibra de mi ser. Tu eres mi adoración, cariño, pero Andreas es otra cosa muy diferente.

Como si hubiese sido invocado al pronunciar su nombre, Andreas se materializó al lado de Miles, envolviéndolo entre sus brazos, besando su mejilla.

—He escuchado mi nombre, ¿de qué me perdí?

James extendió su mano para saludar a Andreas, quien correspondió el gesto de buena gana, haciendo lo mismo con Nicholas.

Sí, el destino tenía un sentido retorcido del humor, James había notado. Y le había enseñado a lo largo y ancho que era mil veces mejor que mantuviera su boca cerrada y dejara a las cosas tomar su curso natural de acción, pues cada vez que él decidía intervenir, terminaba colgado de los pies viendo como todo se desmoronaba.

—Estamos comentando sobre el enamoramiento de Philippe. —Miles puso al tanto a su esposo.

—Sí, eso no es algo bueno. —Andreas ladeó su cabeza. —Sigo insistiendo que busque por otros chicos, pero él solo tiene ojos para Michael.

—Y Mika no tiene ni un hueso de homosexual en su cuerpo. —dijo James. Él miró a su hijo a la distancia y suspiró. —De hecho, es un poco triste.

En esta ocasión, Miles se atragantó realmente con su trago, devolviendo parte del líquido a la copa.

—Oh no, Gallo, no iremos ahí. —Se quejó.

Los cuatro hombres se rieron en una sonora carcajada.

—¡Papá, papá! —Michael Gallo se abrió paso entre la gente, arrastrando consigo a su novia en una mano y a su mejor amigo Phillippe por la otra. —Tómanos una fotografía, quiero recordarnos así.

Él era un muchacho muy apuesto. Alto, atlético y con una sonrisa contagiosa que hacía brillar sus ojos; no había duda alguna del porqué la gente se enamoraba de él tan solo conocerlo. Era un chico irresistible. Con nada más que buenas maneras y buenas intenciones por la vida.

—¡Apresúrate, padre! —apremió presionando en las manos de James su teléfono. —Tío Peter prometió recogerme apenas termine todo esto. Será la mejor semana de acampada, ¿no lo crees, amigo? —Él atrajo a Phillippe por el cuello para cruzar su brazo por encima de sus hombros. El otro muchacho, solo unos centímetros más bajo que él, se sonrojó hasta la punta de sus cabellos pelirrojos. Pero como característica de un Gallo, Mika ni siquiera lo notó. —Tu y yo lo vamos a pasar increíble.

James preparó la cámara y tres pares de sonrisas juveniles miraron en su dirección. Mika estrechó la mano de su novia fuertemente y en el ultimo segundo, ladeó su rostro y plantó sus labios en la mejilla de su mejor amigo quien boqueó sorprendido.

La imagen que quedó para la memoria era exactamente como ellos eran: un enredo encantador.

Tras prometer que sería un buen chico y permitir que sus padres lo besaran muy a su vergüenza adolescente, Michael fue a reunirse con el resto de sus compañeros, perdiéndose entre la multitud de personas.

—Creo que lo hicimos bastante bien —Nicholas comentó para James viendo lo último de su hijo, abrazando a su esposo por la cintura.

James suspiró afirmando.

—Lo hicimos de maravilla.

Se envolvieron en un abrazo y se besaron sin pena.

Que hermoso era el amor. 



<3

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