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Epílogo

—Zeke te juro por Dios que si ese pastel no está listo de inmediato, la próxima vez que tus hijos vengan a la casa nos vamos a ir de compras y te voy a dejar encerrado en el ático —bramó Sharpay por teléfono, dictando órdenes por todos los alrededores.

—Sharpay, ya te dije que estoy llevándolo, estará en la mesa que dispusiste en tres minutos si me cuelgas el teléfono ahora —explicó Zeke, tolerando la alteración de Sharpay con paciencia, reconociendo que entre las hormonas y el estrés de ese día en particular, era perfectamente normal que la Reina de las Órdenes estuviera más mandona que nunca.

—Eso espero, hazlo ahora —repitió ella enfáticamente —Tengo que colgar, Dana ya llegó, todavía te amo, bye.

Sin darle la oportunidad a Zeke de contestar, Sharpay colgó la llamada y se acercó hacia Dana, que venía entrando desde las puertas del comedor hacia las mesas del campo de beisbol de Lava Springs, donde Sharpay había dispuesto la recepción en honor al juego de beisbol que había iniciado aquel viaje de locos entre Ryan y Chad.

—Ya están aquí, todo está listo, la lista de invitados está completa —aseguró Dana con una sonrisa, asustándose al ver las lágrimas en los ojos de Sharpay —¿Shar, pasa algo?

—Es solo que… —Sharpay respiró hondo, intentando controlar el enojo y la tristeza —Tú te ves increíble con ese vestido amarillo tenue y sosteniendo el equilibrio por el campo de beisbol en tacones de doce centímetros y yo estoy usando plataformas.

—Pero, Sharpay, si tú te ves preciosa, el violeta te sienta fenomenal y tu vestido de maternidad está de ensueño — aseguró Dana, desesperada por hacer que Sharpay dejara de llorar y se sintiera cómoda en aquel vestido ajustado que marcaba toda su barriga de embaraza de ocho meses, con escote cuadrado y mandas discretas que le daban un aire elegante que solo ella sabía portar con seguridad.

—Por supuesto que me veo preciosa, soy Sharpay Evans y siempre me veo espectacular —afirmó Sharpay, las lágrimas desapareciendo de inmediato y dejando su rostro como si nunca hubieran estado allí, algo sencillo considerando el poco maquillaje que traía —¿Todos vinieron?

—Los últimos en llegar son Ryan y Chad que están esperando, vinieron con Troy y Gabriela, a quienes ya senté con Kelsi y Jason y mis hermanos —contestó Dana, relajándose al ver a Sharpay nuevamente centrada.

—¿Y Taylor? —preguntó Sharpay, había invitado a la mujer después de que hicieran las paces, unos meses posteriores al anuncio del embarazo subrogado de Sharpay.

—Ella llegará para la fiesta posterior, recuerda que hoy tenía una presentación en el Gobierno —respondió tranquilamente, notando el asentimiento de Sharpay al recordar que Taylor ya le había comentado eso.

—Shar, amor —interrumpió Zeke, guiando a sus hijos hacia la mesa que estaba ocupada por los señores Evans, quienes se habían encariñado increíblemente con los hijos de Zeke —El pastel está en su lugar, todo está listo.

—Haz que Ryan y Chad vengan —dijo Sharpay hacia Dana, quien le marcó a Chad de inmediato para que ellos hicieran su entrada mientras los demás tomaban haciendo y Sharpay alcanzaba el micrófono.

—Buenas tardes a todos, si estamos aquí reunidos es porque sois personas importantes para nosotros, pues mi familia tiene una estricta política en contra de celebrar públicamente los momentos especiales, invitando solo a quienes forman parte de nuestras vidas —inició Sharpay, atrayendo la atención hacia ella —Hoy, mi hermano y su esposo celebran un momento único, como un babyshower no tendría sentido, decidimos hacer una revelación de sexo. Somos conscientes que es algo anticuado e incluso heteronormativo, una ironía total para lo que está pasando hoy aquí, pero de eso se trata, de divertirnos un poco y si en un futuro lo que hoy se muestre cambia, será dado todo el apoyo posible.

A mediad que Sharpay iba hablando, las figuras de Chad y Ryan avanzaban hacia el diamante de beisbol, ambos vestidos con los colores con los que antaño habían corrido en esa tierra roja, Ryan de blanco y Chad de rojo. Los dos rieron ante el discurso tan típico de Sharpay, que hablaba de más, atrayendo la atención.

Costumbre que se había triplicado ahora que ya había alcanzado los ocho meses de embarazo, obligándolos a comprar unas cantidades de ropa casi fantasiosas, haciendo que derribaran una de las paredes que dividía dos habitaciones para transformarla en una habitación inmensa y sonriendo traviesamente cada que ellos se quejaban. Siendo sinceros, había sido un proceso extenuante, pero los tres lo habían disfrutado y ahora estaba casi llegando a su fin.

—Guardar el secreto hasta este momento ha sido todo un reto, sobre todo por las pistas que se fueron colando a través de las elecciones de ropa, de habitación y decoraciones —continuó Sharpay —además de la presión de las hermanas de Chad y mis padres porque les dijera algo, me complace admitir que me mantuve callada. Nadie más que yo sabe lo que traigo dentro mío y eso hace de todo esto una experiencia divertidísima —Ryan volteó los ojos en blanco mirando a Chad mientras articulaba sin hablar las palabras Reina del Drama —Por eso hoy, espero que todos celebren con nosotros. Sin más espera, he aquí la revelación.

Sharpay apagó el micrófono, una música suave saliendo del sistema de sonido de Lava Springs. Chad y Ryan se miraron sin comprender, todo lo que Sharpay les había dicho era que entraran a medida que ella hablara y se parasen en el centro del diamante de beisbol, del cual habían quitado la valla que lo rodeaba por petición de Sharpay, junto con las gradas, dejando solo el diseño del campo. Ambos se sostuvieron las manos, ansiosos a medida que sentían la música ir en un crescendo que anunciaba el momento.

Para sorpresa general, del límite del horizonte salió una avioneta alzando el vuelo, haciendo que todos jadearan de la impresión. Ryan se rio, porque aquello era tan característico de su hermana que casi tenía que golpearse la cabeza por no haberlo pensado.

A medida que la avioneta se acercaba al diamante de beisbol, la música iba acercándose a su punto de ruptura máximo y Chad y Ryan se apretaban las manos con tanta fuerza que casi se cortaban la circulación, hasta que la avioneta abrió las compuertas inferiores, la música rompiendo en el cenit con el estribillo mientras el aire se llenaba de polvos rosados y azules. Un cartel se desplegó de la avioneta, con las letras que destellaban por la brillantina ante el sol en un tono violáceo.

“Son una niña y un niño”

El grito de felicidad que se extendió entre Ryan y Chad mientras se abrazaban, con sus ropas quedando manchadas en colores rosados y azules, resonó con fuerza por encima de los vítores y aplausos. Ryan lloraba mientras Chad le sujetaba el rostro, desperdigándole besos de amor por todas partes, hasta que sus labios se encontraron en un tierno beso suave que demostraba toda la felicidad que los embriagaba en ese momento.

—Tendremos gemelos —dijo Ryan bajito, apenas un susurro para los oídos de Chad mientras ellos juntaban sus frentes.

—Tendremos gemelos Evans, que significa el triple de problemas —corrigió Chad con una risita queda.

—Bueno, te casaste con uno de los gemelos Evans, ya no hay nada que decir al respecto, lince —repuso Ryan, alejando su rostro de Chad para mirarlo a los ojos.

—Y esa fue la mejor decisión de toda mi vida, bailar a tu lado este jazz de amor —afirmó Chad, volviendo a besar a Ryan con fervor, el amor desbordándose entre sus cuerpos.

Sus vidas, si bien no perfectas, eran todo lo que ellos alguna vez pudieron desear. Eran la típica historia de amor, el jugador de básquetbol popular y algo torpe, el bailarín ligeramente introvertido con problemas sociales, los famosos de campos contrarios que aun así se juntaron, las dos personas diferentes que se enamoraron de todo lo que tenían opuesto, el matrimonio de años que no mermaba su amor, la pareja que discutía y se pedía perdón con palabras cursis y bailes románticos, los esposos que terminaban teniendo dos hijos de sexos diferentes y una casa en un lugar agradable.

Si no fueran ambos hombres, Ryan se reiría diciendo que parecían una pareja Disney, pero la verdad era sencilla, a veces la vida no tenía por qué ser complicada y estar llena de problemas. No siempre tendrías a toda tu familia allí, pero la familia se escogía en cada ocasión en que un amigo se volvía un hermano, en que la confianza se tornaba ciega, en que el apoyo de los otros era tu impulsor, en que el amor los rodeaba y conectaba unos con otros. Las personas allí presentes eran su familia y aquella era su mágica historia de amor.

Una historia de amor que sería contada al detalle años después a dos pequeños de morena piel, uno con el cabello ligeramente ondulado que se entretenía con su violín, y otra con rizos que hacían una melena salvaje alrededor de su cabeza, sosteniendo una tiara de diamantes que iba a juego con las lentejuelas de sus zapatos deportivos, mientras ambos los miraban con sus expresivos ojos azules, deleitándose en la maravillosa historia de amor de sus padres.

*********THE END********
Ahora sí ya es oficial. Tenía pensado que fuera más largo, pero verdaderamente no veía sentido a extenderme en un montón de capítulos con el único objetivo de hablar sobre la misma felicidad que ya todos podemos entender que tienen.

Metí una ligera crítica a Disney, porque estoy enojada con ellos por la censura y cancelación de La casa del búho, y eso me ha hecho recordar todas las cancelaciones anteriores a personajes o parejas LGBTQ+ que ellos han forzado a la heteronormatividad, así que no me pude contener.

Dejando eso de lado, me gustaría pedirles que me dejaran un comentario sobre cómo se sintieron leyendo este fanfic. Es posible que quienes me leen aquí, no lean nada más que yo escriba, así que esta puede ser la última vez que interactuamos y quería quedarme con lo que sea que mi fanfic les haya hecho sentir.

Ha sido un gusto escribir esto y darle cierre a mi OTP de la infancia, el cierre que se merecían. Sin más, me despido, pequepinkypitufibolas 💖.

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