Capítulo 8- El inicio de todo.
Las cosas entre Chad y Ryan habían empezado como en una montaña rusa, que vas subiendo lentamente hasta que llegas a la cima y luego te sueltan, viviendo a continuación el viaje más salvaje y excitante de tu vida. Chad había sido consciente de su bisexualidad desde muy temprana edad, como también había visto la opinión de su padre y familiares cercanos al respecto.
Él era el niño atlético, el deportista, el mejor amigo de Troy Bolton, el futuro del básquet, alguien así no podía ser bisexual, no podía estar dentro de nada que se acercara a la homosexualidad, ni siquiera apoyarla, o eso le habían inculcado siempre. Por eso, cuando con 13 años el chico que vino de intercambio le dio su primer beso antes de irse de regreso a Australia, Chad no dijo nada, se escondió en su habitación y se culpó a sí mismo por haberlo disfrutado, porque secretamente llevaba añorando ese beso desde que el niño había llegado.
La vida siguió para Chad, su mentira constante recordándole su desgracia cada que un chico bonito pasaba cerca de él, alguien abiertamente gay o bisexual y él simplemente no lograba controlar sus pensamientos, sus deseos, sintiéndose sucio luego por todo lo que llegaba a añorar, por sentir que le fallaba a la libertad de la que gozaba solo a medias.
Entonces pasó, Chad tenía 15 años y había asistido a un campamento de deportes en verano, cuando las clases reiniciaran empezaría sus últimos tres años de secundaria, y luego vendría la Universidad y aunque se pudiera pensar que un joven de 15 no piensa en esas cosas, Chad las pensaba.
Su mente atolondrada en sus pensamientos no registró la pelota que venía en su dirección sino hasta que fue muy tarde, dándole de lleno en el rostro y haciéndole tambalear.
— ¿Estás bien?— aquella voz era ligeramente más suave de lo que Chad estaba acostumbrado a escuchar en el campamento.
— Eh, sí…sí— repitió, más para sí mismo que para el chico, quien recogió el balón y luego se giró hacia Chad, haciéndole perder el aliento ante el muchacho de cabellos castaños claros y verdes ojos que le miraba risueño.
— Soy Cole, ¿y tú?— preguntó el chico, sonriendo en dirección a Chad y este sintió como si le revolvieran todas las tripas y las metieran en una olla con vinagre hirviendo, todo mientras aún estaban dentro de su estómago.
— Chad— logró responder, su voz sonando más segura de lo que él estaba por dentro.
— Mucho gusto, Chad— Cole habló despacio, extendiendo su mano hacia Chad para saludarse en un apretón, pero cuando los suaves dedos acariciaron lentamente la piel de Chad, él supo que había algo diferente.
Fue un verano algo caótico, ambos chicos habían empezado una relación casual donde desfogaban sus deseos en habitaciones vacías o viajes al bosque en los horarios que no entrenaban básquet para Chad y vóley para Cole, aunque ninguno de los dos se sintió seguro de llegar hasta el final en ningún momento, había diferentes formas de liberarse que no incluían la preparación y penetración anal a la que ambos le tenían cierto miedo.
Todo fue sencillo a la hora de despedirse, los dos sabían que era algo casual para saciar las ganas, que no llegarían a más y que no se repetiría, no hubo despedidas emotivas ni emociones reprimidas, se había acabado y ya.
La secundaria empezó y Chad simplemente decidió olvidarse de ello, forzándose a sí mismo a prestar atención al básquet y a las porristas, sabiendo que era el más atractivo en la escuela después de Troy, aunque esto solo fuera un efecto de ser el segundo mejor en el deporte de preferencia escolar, porque a su propio gusto él reconocía varios chicos más apuestos y bonitos que él.
Como muchas veces a lo largo de su vida, sus tareas se acumularon y no las llegó a hacer, motivo por el que fue puesto en detención al finalizar las clases, siendo enviado al Club de Drama con la profesora Darbus, quien tenía un acuerdo para hacerse cargo de todas las detenciones y así tener personal suficiente para ayudar con la escenografía de las producciones musicales que Chad no podía creer que hicieran.
Cuando llegó al teatro todo estaba en silencio, así que entró sutilmente sin ser notado, pronto comprendió el motivo del mutismo, estaban ensayando una obra. En el medio del escenario se paró un muchacho delgado, con ropa apretada y un sombrero de brillantina rosada colocado en un ángulo girado extraño para Chad.
Admitía que se había quedado mirándolo más tiempo del normal, si le preguntasen quién era la persona más bella que conocía, Chad no dudaría en apuntar al chico ni tres segundos, sin embargo, fue su voz cuando empezó a cantar y los movimientos perfectos, flexibles e hipnóticos de su cuerpo al desplazarse en un baile métricamente ensayado por todo el escenario, lo que hizo a Chad sentir que su respiración se estancaba y sus ojos no podían despegarse de aquel cuerpo que fluía con naturalidad encima del escenario.
— Excelente, Ryan. Magnífico— había exclamado Darbus cuando Ryan terminó su presentación y fue así como Chad supo el nombre del chico.
Si la historia fuera perfecta, Chad le hubiese invitado a un batido o algo similar aprovechando que pasaría la tarde pintando casas de cartón para la obra, pero la vida de Chad no era así. Cuando la señora Darbus le dio la labor de la pintura, la voz estridente de Sharpay, la chica pelirrubia que Chad no comprendía por qué estaba tan obsesionada con Troy cuando este no la miraba, ni por qué Zeke había estado hablando de ella sin parar durante las dos semanas que llevaban de curso, llegó a sus oídos para irritarlo.
Chad alzó la mirada y divisó a Sharpay con Ryan a su lado, ella estaba regañando por algún motivo a la chica pequeña del piano y el rubio no hacía nada. Chad no lo comprendió sino hasta que Sharpay fue a retirarse, gritándole a su hermano que la siguiera. Ryan era Ryan Evans y él estaba jodido si consideraba atractivo a un chico gemelo y criado con Sharpay.
Por supuesto, como la vida de Chad era una perra, ni más ni menos, Ryan se volvió una obsesión en su mente. Lo buscaba con la mirada cuando iba por los pasillos, o en la mesa del Club de Drama en la cafetería, se desviaba de su ruta usual en la escuela con tal de pasar cerca del teatro para ver si tenía la suerte de verlo, aunque fuera un solo momento, se mantenía atento a las producciones musicales y aunque si alguien le preguntase, él lo negaría, había asistido a las presentaciones solo por ver el resultado del trabajo del gemelo Evans.
Para su desgracia absoluta y aborrecimiento personal, Chad había perdido la cuenta de cuántas veces había llegado a correrse en la soledad de su habitación, imaginando que tenía a Ryan Evans debajo suyo y él se encontraba muy adentro del interior del rubio, nada que fuera a pasar de verdad.
Empezó a sobrecompensar sus pensamientos con entrenamiento y salidas con las porristas, necesitaba que todos supieran que era heterosexual y que no tenía fantasías con un rubio de aspecto delicado, exceso de rosa en su atuendo y brillantes sombreros ladeados. Sin embargo, no podía engañarse a sí mismo.
Una cosa era evocar el recuerdo de Ryan mientras se tocaba, pero otra muy diferente fue despertar luego de un sueño húmedo que lo hizo llegar a correrse mientras soñaba con la cara de Ryan deformada por el placer; así que Chad empezó a hacer comentarios hostiles sobre el Club de Drama en general, ya que no se consideraba tan hipócrita como para atacar al chico diciendo idioteces de él cuando el problema era suyo.
Eso pareció haberlo contenido todo, y durante esas vacaciones de verano Chad logró limitar sus fantasías con el rubio y se forzó a sí mismo a no buscar alternativas para tropezar con el chico en ningún instante, pero entonces la escuela empezó de nuevo y fue como si su temporada sin ver a Ryan Evans lo hubiese vuelto el triple de vulnerable ante su presencia, haciendo que Chad casi se ahogara mientras bebía café cuando volvió a verlo y que tuviese que perderse el primer turno del primer día encerrado en el baño con un problema en sus pantalones. Malditas hormonas adolescentes.
Durante esos meses, Chad sostuvo una relación con Luisa, una porrista agradable y muy coqueta que llevaba detrás de él desde hacía tiempo y que era convenientemente rubia y delgada. Chad no podía llegar a explicar la cantidad de veces en que, besándola a ella, imaginó a Ryan y fue precisamente el sentir contra su cuerpo todas las cualidades que demostraban que ella no era Ryan lo que evitó que él fuera hasta el final con ella y eventualmente se separaran.
No, Chad no estaba en negación al decir que era bisexual, lo era, pero llegados a ese punto los hombres tampoco le atraían ya, porque simplemente no eran Ryan Evans. Para Chad todo se fue al carajo cuando entró Gabriella, arrastrando a Troy al mundo del espectáculo y tirando abajo el estatus quo, que era su zona segura. Chad admitía haberse portado como un imbécil y sabía que lo que hizo estuvo mal, aunque eventualmente funcionara para bien.
Ver a su amigo feliz fue una gran recompensa para Chad, quien ya no podía ocultarse entre los demás y tenía que lidiar con mantenerse fiel a la imagen que había dado de sí mismo hasta el momento, pues era la única forma en que podría superar la secundaria sin que nadie supiera que era bisexual, o eso pensó hasta que captó los ojos de Ryan fijos en los suyos propios, devolviéndole la intensa mirada que sabía que le había estado dando al rubio, probablemente desvistiéndolo con los ojos. Chad se había puesto nervioso, tartamudeado para sí mismo y salido corriendo del teatro escolar donde había ido para apoyar a su mejor amigo.
Después de ese momento, tropezarse con la mirada de Ryan Evans fija en él, o que sus miradas chocaran, demostrando que ambos se buscaban con los ojos, se volvió algo rutinario a lo que Chad no se acostumbraba y que en más de una ocasión lo metió en diferentes tipos de aprietos, desde detención con Darbus por no prestar atención a la clase como el tener que encerrarse en los baños porque su cuerpo seguía reaccionando a la mirada cargada de intensidad que Ryan le daba.
Decidió invitar a salir a Taylor, parecía la respuesta correcta para poder disimularlo todo, siendo ambos amigos de la pareja dorada de East High, y funcionó, la chica le agradaba positivamente, pero era consciente que no le gustaba. Pese a todo, de alguna manera Chad había logrado mantener a flote su mentira, hasta que llegaron las vacaciones y se vio con la presión y necesidad de aceptar la propuesta de Troy para trabajar con todos los linces en Lava Springs, el club de vacaciones de verano con membrecía especial, propiedad de los Evans.
No tenía una excusa convincente, así que aceptó, enfrentándose a un trabajo donde tenía que ver diariamente a Ryan pavonearse en short cortos y atuendos ligeros de verano, algo poco saludable para la estabilidad de Chad. Su desfortuna aumentó cuando Troy empezó a actuar como un imbécil, siendo manipulado por Sharpay y alejándose de todos sus amigos.
Aquello desequilibró mucho a Chad, quien requería de Troy llamando la atención para su farsa, pero que también necesitaba de su mejor amigo porque él estaba al borde de colapsar y deseaba decirle a alguien la verdad antes de perder el control y abalanzarse sobre Ryan.
Su enojo constante con Troy y total indiferencia ante la relación, hicieron que Taylor tomase la determinación de terminar con solo dos semanas de trabajo allí, Chad no protestó ni preguntó nada, aceptó diligentemente lo que ella decía y bajó la cabeza. Esa situación era su culpa, y no consideraba poder sostener esa broma mucho más de todas formas.
Entonces su peor pesadilla se materializó cuando Gabriella y Taylor llegaron al diamante de beisbol donde se desarrollaría el juego para empleados, al cual Chad se había apuntado rápidamente, porque nada eliminaba mejor el estrés que unos buenos homeruns al bate, con Ryan vestido de un blanco impoluto y una gorra con franjas azules oscuro que llevaba inclinada, como siempre.
— Mira, si quieres jugar a la pelota, entonces coge un guante, pero yo no bailo— soltó Chad con arrogancia, con todas sus defensas altas y buscando compensar los pensamientos que habían inundado su mente cuando vio Ryan entrar al diamante.
— ¿Tú no crees que bailar tiene algo de juego?— preguntó Ryan, acercándose un paso a Chad y usando un tono de desafío que hizo que Chad no pudiera controlarse de registrarlo de cabeza a pies y el camino de regreso con la mirada, admirando todo su cuerpo.
— ¿Tú tienes juego?— preguntó en el mismo tono de Ryan, dándole una sonrisa altanera.
— Un poco— respondió el rubio, colocando sus manos en sus bolsillos e inclinándose sobre la punta de sus pies, manteniendo la atención de Chad sobre cada pequeña cosa que él hacía.
En un gesto retador, Chad indicó a uno de sus compañeros que lanzara el bate, tomándolo en el aire y sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo cuando Ryan colocó su mano inmediatamente encima, rotando para llegar a la cima. Una sonrisa ladina de orgullo cursó rápidamente sus labios, haciéndola desaparecer para que nadie la notara, pero persistiendo el sentimiento dentro ante la forma en que Ryan se imponía. Sus manos siguieron compitiendo por el bate, hasta que Ryan fue quien cerró al final, por lo que cada equipo adoptó sus posiciones en el diamante.
Si alguna vez a Chad le hubiesen pedido que dijera algo en lo que Ryan era excepcionalmente bueno, él hubiese dicho bailar, actuar y cantar, en ese orden, sin dejar cabida para más nada, pero allí estaba Ryan Evans demostrándolo equivocado.
Ryan tenía un talento inigualable para pitchear, haciendo que Chad se las viera en problemas pese a toda su socarronería, claro que no ayudaba que mientras jugaban llevasen a cabo una conversación a gritos sobre baile, en la cual Chad afirmaba fervientemente que no bailaba, pero Ryan seguía diciendo que él sabía que Chad podía bailar, entre otras frases intercambiadas que eran fácilmente malinterpretables y que hicieron a Chad mantener el ritmo, pero bajo la premisa de que ambos estaban hablando de cualquier cosa, menos de baile.
Chad había ganado, sintiendo el calor del cuerpo de Ryan sobre el suyo en la carrera final, sin embargo, no podía considerarse victorioso y no admitir que había sido más porque el equipo de Ryan no había estado tan bien preparado, que por la habilidad de Ryan en sí mismo. Entre ese pensamiento y la conversación homoerótica e insinuante que habían tenido sin que nadie notase, gracias a la imagen súper heterosexual que Chad había fundamentado durante años, hicieron que Chad no pudiera contenerse.
— Oye Evans, no estoy diciendo que bailaré en el show, pero si lo hiciera, ¿Qué me pondrías a hacer?— Chad no supo exactamente por qué estaba aceptando, pero sabía que no quería alejarse de Ryan de ninguna manera.
Eso era todo lo que se había necesitado, cuando Chad entró al vestidor para darse una ducha y vio a Ryan lavando lo mejor posible su ropa, todo su cuerpo se tensó como una cuerda de violín. Intentó ignorarlo, dedicó toda la energía que le quedaba a desvestirse y meterse en la ducha haciendo caso omiso del cuerpo semidesnudo cerca suyo, pero cuando salió y vio la imagen de Ryan sentado en el banquillo, vestido con su ropa en colores rojos y blancos e indicando con la cabeza hacia su blanca ropa perfectamente doblada, dejándole saber a Chad que eso era lo que tendría que vestir en lugar de su uniforme de beisbol, todo su cuerpo reaccionó por él, apagando cualquier pensamiento lógico.
Lo próximo que Chad registró fue el calor del cuerpo de Ryan pegado al suyo mientras sus suaves labios luchaban desenfrenados por el control en movimientos hambrientos, siendo interrumpidos por algunas sonrisas momentáneas que eran rápidamente sustituidas por mordidas, más besos e incluso las lenguas introduciéndose en la boca ajena para una batalla erótica por ver quién excitaba al otro más rápido.
Todo terminó tal vertiginosamente como empezó, notando que el tiempo corría y tenían que reunirse con los demás, Chad y Ryan se separaron con los rostros sonrojados y las respiraciones jadeantes, Chad vistiéndose y Ryan acomodándose la ropa.
Chad recordaba el coqueteo posterior, cuando Ryan admitió haber estado en las Ligas menores de beisbol en Rhode Island, lo cual hizo a Chad sentirse igualmente feliz y entusiasmado, había más en Ryan que solo el chico del baile, pero eso era un gran cartel de peligro para Chad, su obsesión podía empeorar gravemente.
Terrible para él que en ese momento estuviera más allá de la salvación, porque posterior a ese día se vinieron decenas de ensayos en grupo y otros en privado, citas nocturnas a escondidas, cientos de mensajes y horas de llamadas, películas en el cine privado de la casa de los Evans donde Ryan ocasionalmente lo colaba, conversaciones profundas sobre el futuro, acompañando cada encuentro con besos suaves, pasionales, profundos o furtivos, robados en un pasillo desierto unos segundos o en la cocina durante esos raros instantes en que se quedaba sola, y eventualmente, contrario a lo que Chad siempre pensó debido a su deseo irrefrenable por Ryan, llegaron al punto donde los besos no fueron suficientes.
Todo lo que Chad había sentido en su juventud había sido real, había sido para siempre, ni la distancia, ni las caricias de otras personas, ni las diferencias, nada logró borrar a la persona que amaba de su mente. Al final del día, Chad tenía que ser sincero consigo mismo, todo en su vida giraba en torno a Ryan Evans, pero si para Ry no era lo mismo, él lo amaba lo suficiente para terminar todo antes de lastimarlos a los dos, porque el objetivo de amar, es no lastimar ni ser lastimado.
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Holi por aquí, ¿qué les parece la historia de inicio de Chad y Ryan? A mi me suena a lo más lógico que se mantiene apegado al canon, pero ustedes me dirán, como ya saben, pueden pasar al siguiente capítulo pequepinkypitufibolas💕🔜.
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