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Capítulo 6- Reencuentro.

Chad estaba sentado en una pequeña cafetería, observaba los alrededores con añoranza, habían pasado años desde la última vez que había estado en Albuquerque. No es que no quisiera volver a donde vivió durante más de la mitad de su vida, sino que simplemente no tenía motivos para volver. Troy y Gabriela se habían mudado y hecho su vida fuera de allí, tanto como Chad sabía, la boda la realizarían en Nuevo México para reunir a todas las familias y amigos, pero no porque vivieran en la zona.

Ryan estaba en Nueva York, su única amiga constante de Albuquerque era Sharpay, quien vivía entre Los Ángeles y el apartamento de Ryan. Kelsi hacía mucho que mantenía su residencia constante en Nueva York, curiosamente cerca de Ryan y Chad, haciendo que su relación con Jason funcionara de alguna manera que Chad no alcanzaba a comprender del todo.

Sabía que los dos se habían encontrado de casualidad hacía cuatro años, Jason había reunido el valor para pedir mantener el contacto y poco menos de un mes después habían empezado a salir, aunque este permanecía ajeno a todos los secretos que Kelsi guardaba para la pareja de Ryan y Chad, por motivos de seguridad mayormente.

Lo único que podría traer a Chad ligeramente cerca de la costa este debería ser su familia, pero Chad no había hablado con ellos en ocho años. Un dolor intenso le acechaba por dentro debido a ello, intentaba no pensarlo, evitarlo y regularmente funcionaba si estaba en la cancha o con Ryan, pero había momentos de soledad y reflexión que le dolían y no tenía nada para detenerlos.

Cuando Chad había decidido dejar atrás su vida en el básquetbol, Ryan lo había convencido de lo contrario, haciendo posible que un año después los Knicks lo escogieran y él jamás dejaría de estar agradecido al respecto. Por esas fechas él y Ryan habían vuelto a intentarlo, reconociendo que ninguno había podido olvidarse del otro independientemente del tiempo que había pasado. Empezarían lento, tanteando el terreno que había quedado movido y tambaleante a raíz de los errores de la juventud adolescente, pero había ciertas cosas que Chad quería hacer bien en esa ocasión.

Él no estaba seguro de la posición de su familia respecto a la homosexualidad pues era un tema tabú en su casa, de eso que no se hablaban aunque explícitamente nunca lo hubieran vetado, pero sabía que no debía ser muy buena considerando que eran bautistas.

Aun así, Chad había tenido esperanzas de que al ser su hijo tuvieran cierta consideración, lo habían visto nacer, crecer y convertirse en el hombre que era, provenía de ellos, lo lógico era que al menos intentaran comprenderle, aunque no apoyaran la homosexualidad en sí, que al menos decidieran dejar de lado sus prejuicios al respecto por el amor que tenían hacia su hijo mayor. Eso no había pasado y Chad lo recordaba como si hubiera sido ayer.

— ¿Qué dijiste?— preguntó su padre, sentado en el sofá, en un tono demandante marcado con ira, cerrando las manos en puños mientras su madre se limitaba a observarlo con expresión de horror.

— Que soy bisexual y estoy saliendo con un hombre— repitió Chad calmadamente, pura apariencia cuando por dentro estaba muriéndose de nervios y miedo, podía ver con claridad en esos momentos como nada bueno saldría de esa conversación. El pánico se asentó firmemente en su interior, tenía que prepararse para lo que venía.

— No, yo no crié a un hijo maricón— rebatió su padre en un gruñido bajo mientras se ponía de pie bruscamente, haciendo a su madre brincar en el sitio de la impresión. Chad logró permanecer quieto y sin demostrar miedo ante la obvia furia de su padre.

— Por favor, Charlie, tranquilízate— pidió su madre suavemente en un tono de súplica— recuerda tu presión arterial.

— En mi presión no estaba pensando este imbécil cuando vino a decir asquerosidades a mi casa— bramó su padre, apartando a su madre con fuerza para dirigirse hacia Chad, quien se había puesto de pie inmediatamente que lo había visto dar los primeros pasos en su dirección. No bajaría la cabeza ante la vida que había escogido, no de nuevo, no esta vez— Dime que es mentira, dime que no tengo un hijo maricón— exigió Charlie Danforth, con las venas marcándose por el enojo que lo llenaba por dentro, y Chad sonrío irónicamente con tristeza.

— Te diría que no, porque esa palabra no me define, pero sí así prefieres llamarle— contestó mirando fijamente a los ojos de su padre, no había miedo ya en su mirada, simplemente un profundo dolor de saber que ni el amor que tanto le habían profesado era suficiente para que su sexualidad no fuera un problema entre ellos.

Lo siguiente que recordaba Chad de aquel momento fue el sabor metálico de la sangre cuando su padre estampó su puño contra su rostro, enviándolo al suelo. Los golpes continuaron mientras su madre gritaba para que Charlie se detuviera y Chad pudo llegar a ver a sus tres hermanos menores y su hermanita más pequeña que observaban desde la escalera, escondidos y con el terror que la escena les causaba patentado en sus inocentes rostros.

Lamentó profundamente darles esa imagen, ningún niño debería de ver algo así, se negó a permitirles creer que algo como eso era suficiente para hacerlo desistir de sus decisiones. Si eso era lo último que iban a ver de su hermano mayor, mejor que la imagen que se llevaran no fuera la de un cobarde que se dejaba pegar en el suelo, así que de alguna forma logró detener los golpes de su padre y devolverle uno, haciéndolo caer hacia atrás en el sillón de mala manera.

— Soy quien soy, padre, te guste o no. No cambiaré, soy feliz con mi decisión y eso es todo lo que importa— afirmó Chad, incorporándose totalmente sobre sus pies y viéndose más maduro de lo que jamás antes— Si lo que quieres es que me vaya, así será, porque escogeré mil veces mi vida antes que aquello que TÚ consideras correcto.

Esas habían sido las últimas palabras pronunciadas delante de su familia, Chad se había girado dándole una mirada de despedida a sus hermanos y rezando para que eso bastara para darles el ejemplo de no tener miedo a enfrentar a todos por seguir sus deseos y sueños. Salió de la casa a paso firme, sin mirar atrás para ver el rostro lloroso de sus hermanos, el dolor en la expresión de su madre o la furia latente en su padre.

No volvió a saber de ninguno de ellos después de eso y Chad pasó esa noche siendo cuidado por Ryan, que había viajado a Albuquerque tan pronto como Chad le había comentado sus intenciones de salir del closet con su familia. Ryan lloró aferrado a sus hombros al sentirse impotente por el daño que Chad había recibido, mientras hacía lo mejor que podía para curar los golpes que se convertirían en feos hematomas y protestaba ante la negativa de Chad de ir al médico.

La señora Darby lo había visto con los golpes al día siguiente, cuando Ryan y Chad se unieron al desayuno, y había preguntado muy preocupada qué había sucedido. Chad le dio la versión corta y ligeramente bromista del relato, buscando alivianar el recuerdo, y Darby se había acercado con una expresión seria y lo había abrazado firmemente durante un tiempo indefinido, para luego susurrarle que él ya era parte de la familia Evans.

— Mierda— susurró Chad por lo bajo, había empezado a llorar estando sentado en la cafetería, demasiados recuerdos y emociones juntos en un muy mal momento. Un suspiro por lo bajo salió de sus labios mientras intentaba borrar los recuerdos, al menos por un rato.

— Chad Danforth— saludó aquella cantarina y alegre voz, haciendo a Chad limpiar sus lágrimas rápidamente para saludar con una amplia sonrisa a su acompañante de la noche.

— Taylor McKessie— pronunció alegremente, poniéndose de pie y fundiéndose en un efusivo abrazo con su amiga, la había extrañado sin lugar a dudas— No puedo creer lo que has cambiado— comentó, apartándose para ver a la chica con su largo cabello con vueltas y enfundada en un vestido beige con un abrigo un tono más oscuro por encima. Chad reparó en que habían ido a juego sin planearlo, pues él usaba un suéter crema, según Ryan y sus explicaciones del abanico de colores, con un abrigo carmelita por encima.

— Yo, en cambio, te veo idéntico— respondió Taylor jocosamente, tomando asiento frente a Chad en la pequeña mesa— Aunque es posible que eso tenga que ver con haberte visto en los partidos por la televisión— puntualizó en una pose pensativa fingida que los hizo reír a los dos como si fueran adolescentes.

— ¿Cómo supiste que estaba aquí? Literalmente no le he avisado a nadie— preguntó Chad cuando pararon de reírse, ordenando café para ambos con la mesera. El mensaje que Taylor le había enviado lo había desconcertado durante algunos minutos, antes de tomar la decisión de aclarar las dudas en persona aceptando la invitación de la mujer.

— ¿Se te olvida que eres famoso?— inquirió Taylor sonriente, con esa expresión de yo sé algo que tú no que tenía tan amaestrada— Alguien te vio llegar al aeropuerto con Ryan, y Sharpay estaba esperándolos, la noticia se corrió como pólvora— respondió Taylor sin darle importancia, haciendo que un sudor frío descendiera por la espalda de Chad.

La intimidad era un concepto perdido entre las figuras públicas, pero él siempre se las había manejado para mantener su vida privada fuera de los focos.

— ¿Cómo dices?— Chad estaba impactado, no había pensado en esa posibilidad porque simplemente no le importaba considerando que había salido del closet hacia el mundo hacía 24 horas, pero ante la nueva posición de Ryan respecto al tema, el que los vieran en el aeropuerto podía ser un problema.

— Sí, mira— Taylor sacó su celular y abrió una de las muchas páginas de fórums de fanáticos tanto de Chad como otras de Ryan, mostrando algunos comentarios sobre la llegada en conjunto e incluso, algunas fotos, todas tenían cientos de hipótesis comentadas por los fans respecto al motivo por el que irían juntos él y Ryan— ¿Qué hacías con Ryan de cualquier manera?— preguntó la morena en un tono tranquilo y genuinamente curioso, recordando los viejos tiempos de Chad contra el club de drama en general.

Parecía olvidar que para el verano del último curso esa posición de Chad renuente con todo lo que fuera ligeramente musical había cambiado hasta el punto de participar en un musical y hacer sostener una entrañable relación con Ryan, aun cuando todos pensaron que eran solo amigos.

— Sharpay y yo nos hicimos amigos de alguna manera estando en la universidad y esa amistad continuó por los años, lo que hizo que se fortaleciera también mi amistad con Ryan, insistió en que viniéramos juntos ya que ambos estamos en la misma ciudad— se apresuró a contestar Chad con la seguridad que le daban años mintiendo referente a esta parte de su vida. Vio a Taylor asentir tranquilamente y supo que ella le creía, se asustó de lo fácil que se le daba mentir ahora.

— Me imagino que habrás ido directo a visitar a tus padres y hermanos—  comentó ella sonriente y dándole un sorbo al café, Chad tuvo el vago recuerdo de lo bien que se había llevado Taylor con su familia durante el corto período de tiempo en que ellos habían salido oficialmente— Tus hermanos menores y hermana están grandes Chad, es increíble lo mucho que se parecen a ti físicamente.

Chad sintió el air faltarle y un dolor opresivo en su pecho, hacía años que nadie le hablaba de su familia. Tragó en seco, buscando calmar el torbellino de sentimientos que crecieron en él antes de hablar.

— ¿Qué hay de ti? ¿Qué ha sido de tu vida?— Chad esperaba desviar la conversación con esas preguntas, recordando que Taylor era una mujer habladora de naturaleza.

Vio su plan tener éxito cuando aún pasados 25 minutos Taylor seguía hablando sobre su vida y sus anécdotas, haciendo a Chad reír con sus historias de Universidad y chismes sobre sus compañeros de trabajo, siendo esta la causa de que él perdiera la noción del tiempo, alegrándose internamente de poder distraerse en su totalidad de la forma en que su vida tenía lagunas oscuras y dolorosas.

                            oOo

La cena había ido bien gracias a Sharpay, que había quitado la atención de Ryan a propósito, el camino de regreso a la mansión Evans había sido normal, tal cual Ryan los recordaba de cuando su época de adolescente y viajes en familia, y cuando entraron a la residencia, cada uno se desvió hacia sus respectivas habitaciones.

La habitación de Ryan y Chad había sido arreglada hacía mucho tiempo para que conectara por dentro con otra habitación, ayudando a la impresión que debían dar los Evans cuando venían de visita los demás miembros de la familia, por eso Ryan no se extrañó cuando entró a la habitación principal y la encontró vacía, simplemente supuso que Chad se había encerrado en la anexa buscando alejarse de él.

Dio un largo suspiro, tomando su pijama púrpura con brillitos en ciertos puntos regados de la tela y entrando al baño. El agua caliente de la ducha de cascada le recordó a Chad, Ryan era más de tomar relajantes baños en tina, pero su esposo prefería la eficacia de una ducha y la maravillosa forma en que se sentía estar dentro de Ryan de pie, apoyados contra la pared y sintiendo la fuerza de agua caer por sus cuerpos, Ryan tenía que darle la razón.

Perdió rápidamente la noción del tiempo, saliendo del baño totalmente vestido una hora y media después de haber entrado y brincando de la impresión al ver a Sharpay sentada en su cama.

— Hola, Ry— saludó ella suavemente, con una mirada coqueta que a Ryan se le hizo extraña.

— Shar, ¿qué sucede?— preguntó confundido.

— No te hagas— repuso ella con una sonrisa traviesa— Bueno, me alegra que lograran solucionarlo, aun si llevo aquí sentada esperando a que terminen su sesión de sexo reconciliador más de 30 minutos.

— Shar, ¿de qué hablas?— la interrumpió Ryan mostrando una expresión totalmente desconcertada que alertó a Sharpay.

— ¿Chad no estaba en el baño contigo?— preguntó la rubia con suspicacia.

— No, Shar— negó Ryan— ¿Te parece esta la cara de alguien que acaba de tener sexo y reconciliarse con su marido?— repuso Ryan enojado, detestaba estar enemistado con Chad de cualquier manera.

— Perfecto, entonces dime que al menos sabes dónde está tu marido— pidió Sharpay dándole una mirada preocupada que exasperó a Ryan.

— En la habitación de al lado— respondió Ryan quitándole atención al asunto, si su hermana quería jugar al escondido de lo obvio, bien podía.

— No, porque yo vengo de allí y en esa habitación no hay nadie, por eso pasé a esta y viendo que te demorabas, pensé que estaban hablando con sus cuerpos todo tipo de cochinadas— puntualizó Sharpay y un frío cubrió el cuerpo de Ryan.

— ¿Qué has dicho?— preguntó con el pánico marcando su voz, sintiendo ligeros temblores apoderarse de su cuerpo.

— Que no está allí, Ryan— repitió Sharpay, notando la preocupación de su hermano que se extendió hasta ella al ver que Ryan no sabía nada de Chad.

Ryan corrió hacia la otra habitación, abriendo la puerta en un ruido estrepitoso que afortunadamente no se escucharía en el resto de la mansión debido a la distancia. La cama estaba perfectamente hecha y el maletín con las pocas cosas que Chad había traído permanecía en una esquina, se notaba que habían sacado de él una muda de ropa, por lo demás todo estaba normal. Chad no estaba allí y Ryan sentía un dolor mudo asentarse en su cuerpo.

Corrió de regreso a su habitación, sacando su celular y marcando desesperadamente el número de Chad, sintiendo como su respiración se iba cuando este le colgó tres veces consecutivas, sin siquiera dignarse a aparentar que no tenía el celular cerca.

— Ry, cálmate— pidió Sharpay, viendo a su hermano sentarse con una expresión de miedo en su rostro. Ella fue hasta donde estaba él, envolviendo su cuerpo en un cálido abrazo.

— Él…él se fue— murmuró Ryan.

— Ry, sus cosas están aquí, estoy segura de que regresará, solo dale tiempo— aseguró Sharpay pasando su mano por la rubia cabellera de Ryan— Lo que hiciste hoy le dolió mucho, tienes que comprenderlo.

— Yo no…eso no fue…no quise decir— las palabras de Ryan salían torpemente entre lágrimas y Sharpay se limitaba a acallarlo tarareando una nana de cuando eran niños, no servía de nada que Ryan se lo explicase a ella, era con Chad con quien tenía que hablar.

— Cuando vuelva, díselo a él— señaló ella, recibiendo un asentimiento mudo de Ryan.

Sharpay se quedó con Ryan el tiempo que hizo falta para que él se tranquilizara, tarareándole hasta que lo sintió acompañarla. Cuando Ryan se calmó se puso a hablar de su relación con Chad, de lo feliz que se sentía en ella y del miedo que lo había inundado cuando vio que Chad había decidido salir. Sharpay lo escuchó sin juzgarlo, pese a que no estaba de acuerdo con muchas de las cosas que Ryan estaba diciendo y que opinaba que su hermano podía haber actuado mejor considerando las circunstancias, pero ya eso había pasado y no servía de nada torturar a su gemelo con cargas de culpa.

Para cuando Sharpay dejó a Ryan sentado en su sillón favorito viendo un musical en la televisión, la madrugada ya había alcanzado al reloj y Chad seguía sin aparecer. La rubia salió de allí, intentando por su cuenta llamar a su cuñado, pero contrario a las veces anteriores con las llamadas de Ryan, esta vez Chad no colgó. Sharpay repitió la llamada tres veces, dándose por vencida al ver que el hombre no pensaba aparecer, solo esperaba que no le hubiese pasado nada malo, realmente lo quería.

Ryan observó el musical entero antes de percatarse de que el sol empezaba a clarear el color oscuro del cielo, anunciando que llegaba la mañana. Tomó su celular, revisando que efectivamente, su esposo no lo había contactado en lo absoluto. Respiró profundamente antes de intentar volver a llamar, sin conseguir que le contestaran, pero escuchando el sonido de la canción “As long as you´re mine” del musical Wicked, el tono de llamada que Chad le tenía especialmente para él.

Ryan corrió hasta la otra habitación, encontrando el celular de Chad en el suelo y a Chad tirado en la cama, con la ropa todavía puesta y una extraña marca de pintalabios en el suéter que dejó a Ryan con un sabor amargo en la boca y un dolor insoportable en el pecho cuando salió de la habitación silenciosamente.

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Holis, pequepinkypitufibolas, ¿creen que Chad engañó a Ryan? Déjenme saber sus teorías 😊🥰.

Entonces, si les ha gustado me dejan una estrellita y nos leemos en la próxima actualización. ❤😁besitos👑 

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