Capítulo 15- Planes de conquista.
Sharpay estaba cómodamente sentada en la terraza, separada del frío clima por la pared de cristal, su café humeaba en la taza que descansaba tranquilamente en la mesita a su lado mientras ella revisaba información en su tableta. No le había comentado a nadie lo que habían hablado Taylor y ella, prefería ahorrarle el disgusto a su hermano y su cuñado, sabiendo la forma en que Ryan se tomaría el ser usado como campaña mediática en un momento tan delicado.
No es que Sharpay no creyera que el mundo necesitaba un incentivo para dejar el odio que estaban presentando hacia la relación de Ryan y Chad, especialmente por parte de los fanáticos del básquetbol, pues lamentameblemente la respuesta negativa de estos había hecho que Chad decidiera dejar totalmente el deporte y dedicarse a trabajar como figura pública representativa de la comunidad LGBTQ+, centrándose más en el mundo deportivo.
Así creía que sí, Sharpay creía firmemente en que había que tomar medidas y un apoyo político podía beneficiarlos, pero de allí a permitir que alguien usara a su hermano y a su cuñado de maqueta, para sus propios objetivos, era otra cosa. El recuerdo de la conversación con Taylor seguía enojándola, como si agregara combustible a una fogata que nunca se apagaba.
—¡Tú te has vuelto loca! —espetó Sharpay, su mano haciendo impactar el vaso del café contra la mesa en un golpe sordo.
—Shh, Sharpay, estamos en público —la tranquilizó Taylor, mirando en todas direcciones hasta comprobar que la poca atención que habían atraído volvía a disiparse —No, no me he vuelto loca. Es una propuesta de ganar – ganar.
—¿Usando a mi hermano y su esposo de monigotes en tu campaña? —espetó Sharpay con enojo.
—No lo veas de esa forma, piensa en esto como una ayuda hacia ellos que me beneficia a mí en el proceso y que amortigua su situación —intentó razonar Taylor.
—Escucha, hippie loca con aires de grandeza, no quiero escuchar una sola palabra más de tu boca —afirmó Sharpay, sus palabras saliendo en un tono bajo amenazante —Ryan y Chad no son títeres para tu postureo y si deciden tener hijos, propios o adoptados, es algo que recae en ellos y no en nosotras para decidir.
—Dime sinceramente que no sabes que Ryan, siendo un Evans, desearía que sus hijos fueran biológicamente suyos, y te juro que me callo —repuso Taylor con tranquilidad, haciendo a Sharpay exasperarse.
—Te lo advierto, Taylor, mantente fuera de esto. Sé que quieres ayudar y que apoyaste su relación, pero esto es propasarse. Ni mi familia ni yo queremos tu ayuda en nada y eso los incluye a ellos —rebatió Sharpay, poniéndose de pie y alejándose de la mesa, dejando a una Taylor frustrada con sus planes, sentada sola.
Pese a todo, la conversación con Taylor había tenido un fuerte impacto en Sharpay, que pasó horas recordando sus épocas de infancia, donde Ryan recalcaba la suerte que ella tenía de poder tener hijos propios con la persona que amara si algún día ella llegase a quererlos. Ese día nunca había llegado, pero el deseo de Ryan no había cambiado, si bien ya no lo decía en voz alta, porque la realidad había golpeado duro en él cuando la adolescencia los alcanzó.
Sharpay sabía que seguía allí, como un parásito en su cerebro, por eso se encontraba en ese momento revisando todo tipo de artículos científicos, con palabras extrañas que ella tenía que buscar en google cada pocos minutos, para informarse adecuadamente de la maternidad subrogada.
—Hey —saludó Chad, entrando con su propio café en sus manos, Sharpay apagó la pantalla de la tableta de inmediato, dejándola a un lado y tomado su taza —¿Interrumpo algo? —preguntó él.
—No, adelante —le tranquilizó Sharpay, reconociendo la expresión nerviosa de Chad, él quería hablarle de algo serio. Sharpay guardó silencio, esperando porque él empezara.
—Ryan está hablando con Lisa y Brad sobre sus futuras oportunidades y la organización que pueden tener con sus carreras mientras decoran galletas de jengibre —dijo Chad, mirando a Sharpay con una disculpa en la mirada. La rubia se limitó a alzar una ceja en provocación, dándole la entrada a Chad para que hablara —Estuve hablando con Brad en el desayuno, le pregunté sobre Dan, el hermano mayor después de mí, me dijo que se fue de la casa apenas terminó la universidad, a veces llamaba para saber de ellos, pero más nunca regresó y… dijo que hace ya dos años que no llama, que solo envía correos o mensajes, y dejó claro que nunca lo llamaran por ningún motivo.
—¿Quieres buscarlo? —intuyó Sharpay, dándole un sorbo tranquilo a su café.
—Me preocupa que esté pasándole algo, entiendo que se haya ido de casa, pero… —Chad no terminó su oración, sabiendo que Sharpay entendía la preocupación que lo carcomía por dentro —Tengo miedo de llamar yo y que me cuelgue o algo así.
—Dame el número de teléfono y el correo, veré si me contesta a mí —dijo Sharpay, incapaz de negarle la ayuda a Chad con todo lo que él la había apoyado.
—Gracias, Shar —agradeció el hombre, sonriéndole y dándole una delicada palmadita en la pierna mientras le enviaba en un mensaje los datos que ella había pedido, el correo y el número de celular y de su casa—Por cierto, Zeke dijo que venía hoy en la tarde —avisó Chad, ya saliendo de la terraza, echando a correr cuando vio las intenciones de Sharpay de empezar a gritarle por no avisarle con más tiempo.
La rubia murmuró algunas maldiciones por lo bajo mientras guardaba el número y correo que Chad le había enviado, pensando en que tenía que administrar bien su tiempo para verse presentable ante Zeke, que en su idioma en realidad quería decir deslumbrante como siempre. Planeaba hacerlo sufrir por no haberla llamado esos días, y esperaba que el cocinero tuviera una buena excusa.
Una sonrisa se formó en su rostro ante la expectación, desapareciendo mientras ella se ponía seria, marcando el número que Chad le había dado. El celular dio apagado, pero cuando sonó el mensaje del buzón de voz, Sharpay sintió su piel erizarse de la impresión ante lo que escuchaba. El pitido para que hablara se escuchó, sacándola de ese estado ensimismado en el que se había sumido después de escuchar la voz del mensaje grabado en el buzón.
—Hola, soy Sharpay Evans, soy la hermana de Ryan Evans, el esposo de tu hermano Chad —dijo Sharpay, manteniendo un tono sereno que nada tenía que ver con la emoción que recorría su cuerpo —Creo que tenemos que hablar, Brad y Lisa están con nosotros, se fueron de la casa de los Danforth, y tanto ellos como Chad quieren verte. Quizás deberías de considerarlo, llámame para dejarme saber qué decisión tomas, yo no voy a decir nada que no me corresponda, puedes tener tranquilidad en ese aspecto. Saludos.
Sharpay colgó, el aire que llevaba conteniendo en sus pulmones escapando como un suspiro. La realidad pesaba, pero ahora todo tenía mayor sentido. Sharpay sonrió, quizás sí podría darle a Chad un magnífico regalo de Navidad ese año. Con ese pensamiento, alcanzó su tableta, encendiéndola en la misma página que antes había estado leyendo.
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Habían salido a comprar regalos de Navidad, entre eso también conseguirles celulares y números nuevos a Brad y Lisa, que no dejaban de recibir mensajes amenazantes por parte de Bran. Después de la charla matutina, Lisa había accedido ante la propuesta de Ryan de acompañarlos a Nueva York y estudiar en el estudio de Kelsi, algo que hizo muy feliz a Chad y Brad, sabiendo que su hermana haría lo que verdaderamente quería, por lo que en esos momentos Chad distraía a Lisa para que Brad y Ryan compraran sus zapatillas, siendo Brad quien le indicaba a Ryan que gusto tenía su hermana.
Todo parecía fluir maravillosamente, Chad relacionándose con sus hermanos como años antes había perdido, disfrutando de la magnífica sensación de sus risas nuevamente, hasta que Lisa se quedó detenida mirando un punto delante de ella, cuando Chad siguió su mirada se encontró con la imagen que menos esperaba ver.
—Mamá —el susurro salió de sus labios suavemente, la palabra sintiéndose extraña en su boca mientras miraba a la mujer mayor, que ya presentaba canas entre sus rizos, mirándolo a unos metros.
—¿Podemos hablar? Vine porque quería conversar con los tres —preguntó ella con calma, una expresión melancólica en sus ojos.
Chad no asintió, solo miró a sus hermanos, la decisión era de ellos. Lisa fue quien terminó cediendo, asintiendo con la cabeza y caminando hacia uno de los puestos de cafetería que todavía estaban abiertos, sentándose los cuatro en una de las mesas mientras Ryan se mantenía alejado, prefiriendo dejarles ese tiempo a todos los que portaban el apellido Danforth de nacimiento. Chad se sentó justo frente a su madre, Brad a su lado, Lisa en una esquina, todos mantenían cierta distancia de Laura, pero a la vez la miraban atentamente.
—Quería decirles que lamento lo que pasó ayer, yo realmente no debí reaccionar así, pero esto es algo que podemos arreglar —inició Laura, sus ojos viajando de Lisa a Brad y de regreso —Bran no le dijo nada a vuestro padre, solo comentó que os ibais a quedar en casa de unos amigos, pueden volver a casa.
—¿Por qué querríamos volver? —preguntó Bran, conteniendo su enojo vagamente, Chad bajó su mano y sujetó al de Bran en un gesto fraternal de apoyo, tratando de transmitirle serenidad.
—Somos una familia, es dónde ustedes pertenecen —explicó Laura.
—Eso no es una familia, mamá, es una cárcel de locos —rebatió Lisa en voz baja, sus ojos llenándose de lágrimas que no se derramaban.
—Chad, por favor, diles que vuelvan a casa —suplicó Laura, mirando a su hijo mayor —No merecen estar lejos de casa, necesitan a su familia, no les hagas llevar la misma vida que tú.
—¿A qué vida te refieres? —preguntó Chad, su expresión imperturbable mientras miraba a su madre a los ojos —¿A una vida donde ejerzo la profesión que me gusta, soy bueno en ella, ganó mi dinero honradamente, tengo una familia que me quiere y me apoya, un esposo cariñoso que me ama y amistades que darían todo por mí? ¿Esa vida es la que juzgas? Porque a mí me parece una vida de ensueño, fíjate.
—Es una vida de pecado, los estarías llevando por el mal camino —repuso Laura, con lágrimas bajando por sus mejillas.
—¿Cómo no me di cuenta antes? —preguntó Brad de forma retórica, atrayendo la atención de la mesa —Papá, Bran, tú, todos están enfermos. ¿Cómo es que no pude notar nada de eso y escapar antes? Mamá, lo que dices no tiene sentido, te aferras a un hombre dañino que ha acabado con tu vida y la de tus hijos y lo defiendes, queriendo someternos a él. ¿Algo de eso te parece lógico a ti?
—Él es mi marido y vuestro padre, merece respeto —afirmó ella.
—Lo que merece es una cárcel —espetó Lisa, mirando a su madre atónita, sin creer que tan profundamente mal debía de estar alguien para justificar lo que ellos vivían.
—Mamá, te amamos, pero eso no es vida y no vamos a vivirla —intervino Brad, estirando su mano hacia Laura, queriendo tocarla para tranquilizarla, para, tal vez, conectar con ella.
—No —negó Laura con vehemencia, recogiendo sus manos de encima de la mesa y aferrándose a su bolso —Yo no tengo hijos que prefieren la vida del pecado y dejan su casa. No es así.
—Pues entonces nosotros no somos más tus hijos, por más que tú sigas siendo nuestra madre —afirmó Brad, apretando con fuerza la mano de Chad, usándolo de ancla para no perderse.
Laura no dijo más nada, se levantó de la mesa rápidamente, limpiándose las lágrimas y alejándose de ellos, no miró atrás, no vaciló. Lisa limpió sus propias lágrimas, en ese punto siendo incapaz de sentir dolor por lo que acababa de pasar, pero Brad, quien había intentado defender a su madre de su padre siempre, Brad se sentía devastado.
Chad lo abrazó, dejando que llorara todo lo que quisiera contra su pecho, permitiéndole sacar todo el dolor mientras veía a Ryan venir con cafés para todos y sentarse al lado de Lisa, pasándole un brazo por los hombros y dándole una caricia confortante.
Sus ojos azules encontraron la mirada marrón de Chad, mirándolo con apoyo y consideración, sabiendo que el camino era largo, pero allí estaban juntos.
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Sharpay había terminado usando un vestido ajustado elegante, de un tierno color azul pastel, y unas pantimedias opacas que iban a juego con sus tacones. Su cabello acomodado en ondas perfectas mientras esperaba a Zeke en la sala de visitas, a donde lo llevó una de las empleadas cuando él llegó.
—Buenas tardes, Sharpay —saludó, su voz ronca y fuerte resonando en la tranquilidad del ambiente, haciendo a Sharpay girarse con lentitud para encontrarlo. Zeke usaba un traje beige claro, sosteniendo un porte elegante que hizo a Sharpay decidir mejor permanecer sentada, sintiendo sus piernas volverse gelatina.
—Zeke, me alegra que vinieras —respondió ella cortésmente, indicándole con la mano que se sentara frente a ella. Zeke no se tardó en aceptar el ofrecimiento, abriendo el botón de su americana para sentarse cómodamente, su corbata negra mostrándose lisa, para deleite de Sharpay, la reina del perfeccionismo de la ropa.
—Lamento mi desaparición desde la boda, sé que solo han pasado dos días, pero mi exesposa tuvo que atender unos asuntos del trabajo y yo me quedé con los niños —explicó Zeke, la tranquilidad con la que lo hacía le transmitía a Sharpay su posición. A Zeke le daba igual si Sharpay le creía o no, no le estaba dando una justificación, le estaba explicando los hechos, y eso a Sharpay le gustó.
—¿Todo bien lidiando solo con ellos? —preguntó Sharpay, decidiendo aceptar las palabras de Zeke y dejando de lado su actitud de diva.
—Causaron algunos desastres, pero ya estoy acostumbrado —respondió Zeke con una sonrisa relajada —Sin embargo, no estoy aquí para hablar de mis hijos, sino de nosotros.
—¿Nosotros? —provocó Sharpay, fingiendo que todo dentro de ella no se acaba de remover ante la idea de que hubiera un nosotros entre ella y Zeke.
—Me parece que ya estamos grandes para tonterías, Sharpay. No somos quienes éramos en secundaria y no es tiempo de andar dándole vueltas a las cosas, así que estoy aquí hoy para invitarte a salir, porque reconozco que eres una mujer sexy y de carácter fuerte, a la cual la madurez le sentó de maravilla, dejando de lado a la niña mimada que torturaba a sus compañeros y esta Sharpay de hoy en día me atrae de verdad —expuso Zeke sin vacilación, sus ojos fijos en los azules de Sharpay en todo momento, dejándola sin habla unos instantes. Después de algunos segundos, Sharpay logró reaccionar.
—Creo que entonces estamos en la misma página, también te encuentro muy atrayente, más allá de solo cualidades físicas —admitió Sharpay, disfrutando de la sonrisa que Zeke le dedicó ante sus palabras —¿Qué te parece unirte a la cena de Navidad? No es el ambiente más romántico, pero te conviene conocer a esta nueva Sharpay sin filtros ni máscaras que usualmente se usan en las citas, no hay mejor forma para ello que verme en familia —propuso sin dudas, Zeke asintió con la cabeza con una sonrisa satisfecha.
—Me parece una magnífica idea —concordó él, deleitándose en la sonrisa ladina relajada que Sharpay le dedicaba, la tensión entre ellos subiendo con cada segundos que sus miradas seguían encontrándose, el azul batallando contra el marrón —Solo para que quede claro, no pienso volver a proponer matrimonio —comentó Zeke en un tono burlesco que hizo a Sharpay reírse de la broma.
—Ni yo casarme, vestir de blanco es demasiado de los años 2000 —repuso ella con diversión.
—Y sé que dijiste que no quieres hijos, pero yo vengo con los míos incluidos. Quiero dejar todo claro, porque no tenemos edad de andar jugando al gato y al ratón como adolescentes, así que mientras más definido esté todo, mejor será para los dos —afirmó Zeke, su rostro transformándose a una expresión seria que Sharpay rápidamente imitó.
—No quiero hijos y no pienso tenerlos, la idea de criar a un pequeño humano en pañales no es de mis favoritas, pero no significa que odie a los niños —explicó Sharpay, sus manos enlazándose en su regazo en una pose elegante de seguridad —Además, ni siquiera me tomaría el trabajo de salir contigo si teniendo hijos, ellos no vinieran en el paquete. Ningún hombre que abandone a sus hijos merece mí tiempo, ni el de nadie —añadió con firmeza, haciendo a Zeke sonreír.
—Me alegra saber que estamos en la misma página entonces —comentó él, relajándose visiblemente.
—Pero no te abriré la puerta si no traes un postre para Navidad, no puedo tener a un cocinero cortejándome y que no me regale algo hecho por él mismo —bromeó Sharpay, relajando totalmente el ambiente entre ellos.
—Traeré el mejor, pero que conste querida, yo no te estoy cortejando –repuso Zeke, incorporándose y acercándose a Sharpay hasta que sus rostros estuvieron a unos escasos quince centímetros —Estoy estableciendo la relación.
Sharpay sonrió, encantada con lo que la madurez había hecho con ese muchacho tímido y sin confianza que Zeke había sido en la secundaria. El sonido de su teléfono rompió el ambiente entre ellos. Por un instante Sharpay estuvo tentada a ignorar la llamada, pero entonces vio el número en la pantalla, apartando a Zeke suavemente y pidiéndole un minuto con un gesto de su mano, alejándose a un rincón de la habitación.
—Habla Sharpay Evans, dígame —contestó Sharpay con seguridad, aunque la ansiedad corría en su interior.
Durante unos segundos todo quedó en silencio, Sharpay llegó a pensar que quien llamó se había arrepentido de hacerlo, hasta que escuchó su voz, haciendo que el aliento se estancara como un nudo en su garganta, la excitación y el alivio mezclándose en ella.
—Hola, yo… sí quiero ir a verles.
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Apareció el familiar que faltaba y del que tanto se ha hablado en las escenas de Brad y Lisa 🤯🤯🤯🤯.
En fin, ¿qué opinan de la conversación con Laura?
Parecerá duro, pero en mi país es común ver familias que nunca se recuperan de que uno de sus miembros salga del closet, no todos ceden, algunos mantienen su posición de negatividad y homofobia. Mi idea con la familia Danforth es mostrarlo, no todo es color de rosa, pero hay que saber seguir adelante siendo fiel a uno mismo.
Dicho esto, si les ha gustado, nos leemos el fin de semana. Besitos desde la Pequepinkypitufibolaldea.
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