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Capítulo 1- Una llamada inesperada

Su cuerpo entero pedía un descanso, podía literalmente sentir como crujía ante cada movimiento. Tenía que reconocerse a sí mismo que ya no era tan joven como antes, pero 31 años todavía era una edad aceptable para jugar, no tenía por qué dejar el básquetbol todavía y le gustaba formar parte de los Knicks, honestamente, era más de lo que esperaba cuando decidió perseguir un futuro en el básquetbol.

Siempre pensó que viviría para competir en la Universidad y luego se graduaría de una carrera estúpida que le daría un trabajo sencillo, donde solo jugaría partidos con amigos algunas tardes hasta que la vida cotidiana lo consumiera. La realidad había sido muy diferente y todo se lo debía a Ryan Evans.

Recordaba esa tarde con una claridad increíble, la Universidad de A había citado al equipo de Básquetbol para un juego amistoso, pero competitivo, contra el equipo de la Universidad de Fordham. El día había estado lluvioso hasta reventar y Chad había decidido que si estaba en Nueva York no perdería el tiempo, daría un paseo por las calles que habían albergado la vida durante los últimos tres años de quien había sido su más grande amor y eso hizo.

Tapándose con una sombrilla y usando una chaqueta resistente, Chad no se detuvo aun cuando la lluvia empeoró, pero cuando el primer relámpago fue precedido de otros más recurrentes, se vio en la necesidad de resguardarse en el primer local que encontró. No fue hasta después de escuchar a varios chicos pasar por su lado comentando, que se dio cuenta de que estaba resguardándose bajo el ala de uno de los edificios de Julliard.

Chad quiso golpearse mentalmente, la escuela tenía una estructura llamativa y extraña, ¿cómo había podido pasarla por alto? Observó como el aguacero no aminoraba y la escuela parecía casi desierta. Al parecer esa temporada era normal que los estudiantes volvieran a sus casas si era su elección. Frotó sus manos con frustración, le sería imposible llegar al juego a tiempo si el clima continuaba así.

Una risa inconfundible llegó a sus oídos, haciendo que su piel se erizara y su corazón latiera desbocado. Lentamente, con miedo de que fuera solo una ilusión utópica de su mente, se giró hasta ver la figura delgada y brillante de Ryan Evans avanzar sonriente al lado de un muchacho alto de cabello negro que venía hablando sin parar.

Chad sintió su respiración detenerse, Ryan estaba más hermoso de lo que recordaba, había crecido algunos centímetros más y seguía vistiendo sus destellantes combinaciones con lentejuelas y sombreros torcidos, era simplemente Ryan.

El rubio, que iba sumido en la conversación, sintió la presión de una mirada fija en él, pasando su vista en derredor en busca de la persona que lo observaba con tanto detenimiento. Su cuerpo entero quedó quieto en el segundo en que lo vio, Chad Danforth, vestido con jeans, pulóver negro sin letretos y una chaqueta deportiva negra y roja con las iniciales del equipo de básquetbol de su escuela.

Su revuelta melena estaba recogida en una cola alta y se veía más alto de lo que Ryan recordaba, también más musculoso. Daba la impresión de estar tan fuera de lugar allí de pie y sin embargo, todo lo que Ryan lograba pensar era en la forma en que su cuerpo parecía levitar de felicidad al verlo nuevamente.

— Ronald, discúlpame, tengo que hablar con un amigo— se excusó vagamente mientras se alejaba de su compañero de ensayos y caminaba hasta Chad— Hola.

— Hola, Evans— saludó Chad, sonriendo inevitablemente. No negaría que había salido a pasear buscando estar más cerca de Ryan, pero aquello era una coincidencia inesperada que agradecía.

— ¿Qué haces aquí?— preguntó Ryan, sin comprender el extraño cuadro de Chad Danforth en Julliard parado.

— Vinimos a Nueva York por un juego contra Fordham, decidí hacer algo de turismo ya que estaba en la zona y terminé refugiándome de los relámpagos aquí— explicó Chad tranquilamente, metiendo una de sus manos en el bolsillo de la chaqueta, ya que la otra sostenía la sombrilla.

— Vi el anuncio del juego en la propaganda de la ciudad— comentó Ryan, era cierto que lo había visto, pero también se había negado a sí mismo a pesar siquiera en Chad viniendo a Nueva York— Imagino que estás listo para ganarles— comentó Ryan sonriente.

— Sí, bueno, si voy a despedirme del básquet ha de ser con estilo— aseguró Chad, mirando hacia el cielo oscurecido— aunque difícilmente pueda llegar de esta manera.

— Te llevaré— propuso Ryan firmemente, haciendo que Chad lo mirase extrañado— Iba a salir de cualquier manera y mi auto está aquí— explicó, encogiéndose de hombros para restarle importancia al asunto.

— Pues, gracias— concedió Chad, perdiéndose por un instante en esos hipnotizadores ojos azules— Ah, tú guías— le indicó, forzándose a sí mismo a no dejarse llevar por el momento.

Chad abrió la sombrilla y Ryan se colocó debajo, ambos intentando ignorar la cercanía del otro por primera vez luego de tres años de deliberadamente ignorarse. Llegaron al auto de Ryan en pocos minutos de carrera, entrando Ryan primero al asiento del conductor por insistencia de Chad, cuando este se sentó apropiadamente y colocó el cinturón de seguridad, Ryan se incorporó al tráfico, la universidad de Fordham no estaba lejos de allí.

— Chad— pronunció Ryan suavemente, enviando escalofríos al cuerpo de Chad que este supo contener a tiempo para que el rubio no lo notase— ¿A qué te refieres con despedir el básquet?

— Notaste eso, ¿eh?— comentó Chad con melancolía— Dejaré el básquet luego de este juego, el año que viene seré estudiante de último año, necesito poder centrarme en mi carrera y futuros trabajos, así que no puedo dedicarme a la cancha. No es cómo si pudiese volverme profesional— explicó, había cierta frustración en su voz, pero Ryan no dijo nada.

Condujo calmadamente los pocos minutos que demoraron en llegar a Fordham, Ryan estacionó el auto y ambos permanecieron en silencio unos segundos.

— Aquí estás— comentó buscando romper la tensión.

— Gracias por traerme, Evans— dijo Chad mirándolo dulcemente y Ryan sintió como se derretía por dentro. Sin importar el tiempo que había pasado, Chad seguía teniendo un poder insano sobre él— ¿Quieres quedarte al juego? Puedo pasarte directo con el equipo y buscarte un asiento.

— No quisiera ocasionar problemas— negó Ryan con cierta modosidad que no sabía que tenía en sí mismo.

— Todo lo contrario— aseguró Chad rápidamente— sería un honor que Ryan Evans presenciara mi último partido— el café oscuro de sus ojos impactó en el azul claro y Ryan supo que no podría negarse.

Antes de que siquiera supiera qué había pasado, Ryan se encontraba usando la chaqueta de los Lobos de Nuevo México y pasando con Chad hasta donde estaba el resto del equipo, que recibió al moreno con palmadas en la espalda y no preguntaron nada sobre el acompañante.

Chad logró que uno de sus compañeros de equipo le diera a Ryan un asiento, sentándolo al lado de su novia, pues su madre se suponía que asistiría, pero había tenido complicaciones y no había podido ir. Cuando Ryan hizo ademán de devolverle la chaqueta a Chad, este negó, colocando suavemente su mano sobre el hombro de Ryan.

— Quédatela, puede que me de suerte— aseguró y luego corrió detrás del resto del equipo, dejando a Ryan caminar hacia donde una chica trigueña con un obvio nerviosismo esperaba tranquilamente.

El juego fue tenso todo el tiempo, la chica y Ryan sostuvieron sus manos juntos en más de una ocasión, cuando un tiro parecía que no iba a entrar o había alguna falta involuntaria. Todo el rato, Ryan se sintió como si estuviese presenciando una obra de guerra, con el corazón latiendo veloz y la tensión cubriendo su cuerpo. No es que supiera mucho de básquet, su estilo era más de beisbol, pero podía percibir las emociones que bañaban a Chad y esto lo hacía elevarse más.

Cuando todo se redujo a una finta mal hecha que llevó a que Chad pudiese robar el balón y posteriormente sobrepasar a la defensa con una pantalla apoyada por sus compañeros, Ryan estaba seguro de que le cortaría la circulación a la chica que sostenía su mano, emocionándose y dejando salir un grito de victoria cuando Chad realizó una canasta que cambió el marcador a último momento, otorgándoles el título de ganadores.

Sus ojos no se retiraban del basquetbolista en la cancha y este giró, buscando a su invitado especial de la buena suerte. Chad se veía destellante sin necesidad de ninguna lentejuela, el básquet era aquello que más disfrutaba en la vida y era obvio para Ryan que no quería dejarlo, podía verlo en esos ojos oscuros que se habían quedado abstraídos en los suyos y no se retiraron sino hasta que sus compañeros le cayeron encima en un afectuoso abrazo agradecido.

— Bien hecho, lobo— dijo Ryan cuando vio a Chad salir del vestuario, bañado y usando nuevamente su ropa.

— Se siente raro escucharte llamarme así, pero me gusta— comentó Chad, acercándose a Ryan lentamente.

— Te vi jugar hoy, Chad— inició Ryan, respirando tranquilamente pese a lo nervioso que estaba— ¿Por qué quieres dejarlo?

— No quiero dejarlo— negó Chad con tristeza, desviando la mirada un segundo antes de volver a fijarla en Ryan— No tengo un futuro en esto.

— ¿Por qué no? Yo te vi allá en la cancha, eres increíble— Chad sonrió ante la seguridad con que Ryan hablaba sobre él— No es un cumplido vacío, realmente eres impresionante y creo que deberías de intentarlo.

— No creo poder— repuso Chad, apoyando su cabeza ladeada en la pared y acercándose a Ryan hasta que había menos de 20 cm entre ellos.

— Yo sé que puedes— aseguró el rubio, notando la chispa que se encendió en Chad al reconocer esas palabras.

Después de eso Chad había desistido de dejar el equipo, preparándose para las competencias entre Universidades, en las cuales mostró su máximo potencial y un jugador de los Knicks, que anteriormente ya lo había visto jugar contra Fordham, decidió introducirlo al representante.

Tomó mucho esfuerzo y entrenamiento, pero logró la forma perfecta para competir y pasar las pruebas del entrenador del equipo y antes de darse cuenta, se estaba graduando y pasando a formar parte del equipo oficial de los Knicks, aun sí no sería titular sino hasta tiempo después.

Chad dejó escapar un suspiro cansado, ciertamente sus inicios en el básquet de la NBA habían sido algo inusuales para alguien en su condición, pero tenía que admitir que había amado cada año en ese equipo, además de que formar parte de los Knicks de Nueva York le permitía la facilidad de estar con Ryan.

Sin embargo, era demasiado cansado tener que fingir todo el tiempo, pretendiendo no ser quien verdaderamente era solo por sostener su puesto y no sufrir de las discriminaciones que afectaban líneas de trabajo deportivas de por vida.

— Ry, amor, estoy en casa— exclamó a viva voz, entrando en el lujoso apartamento en el ático del edificio donde vivían juntos desde hacía siete años.

— Estoy en el cuarto— gritó Ryan con soltura, riendo cuando vio a Chad entrar por la puerta y quedarse embobado ante su atlética figura estilizada envuelta en un albornos celeste de satín— Bienvenido a casa, Lince— saludó Ryan, acercándose a Chad y dándole un profundo beso en los labios mientras enrollaba sus brazos alrededor de su cuello.

No se habían visto en diez días porque Ryan había tenido que hacer una gira de su más reciente presentación de Broadway por el resto del país y para cuando regresó, Chad ya se había ido los cinco días correspondientes a sus juegos estatales.

— Me encanta llegar a casa contigo aquí— aseguró Chad, dejando caer el maletín en el suelo y deslizando sus manos por el cuerpo de Ryan, pegándolo al suyo e inspirando profundamente, dejando que su olor penetrara profundo en él.

— Y a mí me encanta recibirte— afirmó Ryan, pasando sus manos por el cabello de Chad, que se mostraba corto en comparación con como lo solía traer antaño, pero aun permitía a Ryan enterrar sus dedos en los rizos adorables que tanto amaba.

Sus narices se rozaban suavemente, como si se estuvieran reconociendo por primera vez, aun con el paso de los años las sensaciones seguían tan vivas como el primer día luego de aquel juego de beisbol en el verano de sus diecisiete años.

Chad se inclinó uniendo sus labios y ambos se dejaron llevar en un beso hambriento donde no había límites, lengua, labios, dientes, cualquier cosa posible en la desesperación de unirse. Caminaron a tropezones hasta la cama, donde finalmente se desplomaron con Ryan cayendo debajo de Chad y subiendo sus piernas para enrollarlas en las caderas del moreno.

— No sabes cuánto te extrañaba— murmuró Chad sobre los labios de Ryan mientras sus manos deshacían el nudo del albornoz, mostrando el blanco cuerpo de Ryan en todo su esplendor solo para el deleite de Chad.

Sus labios encontraron un camino por toda la mandíbula de Ryan, descendiendo por el cuello mientras sus manos se aferraban a la tersa piel de sus muslos y Ryan abría el cierre del chándal de Chad con cierta desesperación. El sonido del teléfono de Chad interrumpió el actuar de Ryan, quien no podía solo ignorar la insistente llamada que se presentaba en el peor momento.

— Chad— anunció Ryan, apartando ligeramente las manos del moreno de su cuerpo.

— Déjalo que suene— suplicó Chad  mirando con los ojos de cachorro que sabía que tenían efecto en Ryan, pero la llamada regresó, haciendo que este gruñera por lo bajo ante la expresión determinada de su esposo.

Chad se incorporó en la cama, haciendo caso omiso de su incómoda erección, y rebuscó en su maleta hasta dar con el celular, el cual había colocado allí para evitar distracciones. Cuanto deseaba haberlo puesto en no molestar también, en esos momentos podría estar devorando a Ryan en lugar de nadando entre ropas de deporte hasta dar con el dichoso aparato. Finalmente lo alcanzó en el fondo derecho del maletín, sacándolo solo para ver la imagen de Troy en pantalla.

Ryan se apoyó en su hombro, colocando su brazo por su otro hombro en un abrazo a medias y mirando hacia el celular con la misma intriga que Chad. Troy y Chad habían sostenido el contacto al inicio de la universidad y se habían enfrentado ocasionalmente en competencias de básquet entre academias, pero con el tiempo y sus diferentes vidas, lo inevitable ocurrió y tomaron distancia.

Todavía se escribían en ocasiones importantes y Troy mandaba tarjetas de Navidad con su adorable novia Gabriella, pero no había mucha comunicación más allá de eso. Ese era el motivo por el cual la pareja estaba tan asombrada de ver una llamada del chico de oro de preparatoria en el celular de Chad.

— Hola— contestó Chad indeciso mientras ponía el celular en altavoz, Ryan se mantuvo callado esperando que Troy hablara.

— Chad, hola— saludó efusivamente Troy, como si no notase que eran las 10: 30 pm en Nueva York o quizás se tomaba muy a pecho lo de la Ciudad que nunca duerme.

— Troy, amigo, ¿Sucede algo para que llames a esta hora?— preguntó Chad confundido mientras Ryan deslizaba sus manos por sus brazos en un gesto de apoyo.

— No es nada malo— aclaró Troy rápidamente— es solo que no sé tu dirección, estuve preguntando y nadie tiene ni idea, entonces no tenía a donde enviarte la tarjeta de invitación para mi boda con Gabriella— comentó Troy casualmente, riéndose de forma audible cuando Chad se carcajeó sentado en la cama y Ryan escondió su risa en el hombro de su amado.

— ¿Te vas a casar?— preguntó Chad, pese a lo obvio del asunto.

— Sí, me voy a casar— aseguró Troy y Chad sintió el apretón de Ryan en sus manos.

— Me alegro mucho por ti, hermano— felicitó Chad con sinceridad, nunca hubiese previsto un final distinto para Troy y Gaby.

— ¿Vendrás? Es la semana que viene, el 20 de diciembre, de forma que coincida con las reuniones familiares de Navidad y Fin de año. Todos estarán volviendo a Albuquerque para la fecha, incluso Sharpay, a quien le envié su invitación y la de Ryan— Ryan se tensó contra el cuerpo de Chad, intentando ahogar su risa de forma casi efectiva mientras se imaginaba la cara de Sharpay recibiendo las invitaciones.

— Sí, claro que iré, amigo— aseguró Chad, mirando a Ryan, quien le asentía con la cabeza demostrando que estaba de acuerdo— Recogeré la invitación en persona cuando vaya a Nuevo México.

— Está bien, dame una llamada cuando llegues— acordó Troy, demostrando su entusiasmo ante la idea de que su amigo de la infancia estuviese viniendo a su boda.

— Nos hablamos— afirmó Chad antes de que ambos se despidieran y la llamada acabase— Se casan— pronunció en voz alta, como si eso hiciera más real la situación.

— Se casan— repitió Ryan, deslizando sus manos por el pecho de Chad hasta alcanzar la parte baja de su pulóver, haciendo que sus dedos reptaran  debajo y marcaran los abdominales deliciosamente atractivos de Chad—  ¿Algo que decir al respecto?— preguntó en un susurró en la oreja del basquetbolista antes de morderle suavemente y Chad se perdió a su mismo.

— No— gruñó, tirando del brazo de Ryan con fuerza hasta hacerlo subir a su regazo a horcajadas, lo que causó una risa nerviosa y divertida en Ryan, que fue rápidamente sofocada por los pasionales labios de Chad, quien se movían con hambre sobre los labios de Ryan, y su lengua se adueñaba de la boca del rubio, moviéndose y enroscándose alrededor de la contraria con desespero, deseándolo con la misma intensidad de la primera vez.

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Aquí está en primer capítulo que los pone más en contexto sobre qué está pasando y en qué tiempo. Espero haber sido clara con ello.

Como soy así, subí también el capítulo siguiente, de forma que tengan mejor contexto para continuar la lectura y me puedan decir si les gusta o no lo suficiente para seguir el libro.

Besitos🥰

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