Capítulo 5
Mi corazón estaba a un borde de un ataque cardiaco, y Joey sonriéndome, me extendió el vaso con bebida.
— Aquí está tu bebida.
— Gracias, Joey...
— Por cierto ¿Cómo te llamas? – le sonreí.
— Me llamó Stephanie – le dije sintiéndome muy nerviosa, pero a la vez dichosa.
— Qué lindo nombre...
—... Gracias, otra vez...
Me miró, yo lo miré, y ambos no supimos que decir; yo solo sonreí, aún no quería beber de mi bebida por vergüenza, y Joey bebió de su trago y yo volví a mirarlo. Él advirtió que yo aún no tomaba de mi bebida.
— ¿No piensas tomar tú bebida? – volví a ponerme nerviosa.
— Eh si... En un momento, descuida...
— Bien – me miró y sentí más nervios de su apuesta mirada y desvié la mía con vergüenza. Mis mejillas se enrojecieron, y él las vio y le causó algo especial.
— Supe que eras tú cuando Staffan te tomó esa foto, junto a los otros fans, el día en que llegamos aquí a Chile.
— ¿Hablas de la foto que nos tomó Staffan, en el aeropuerto?
— Sí – mi corazón se aceleró el doble. No era posible, Joey si había visto aquella foto y me había reconocido entre todos los fans.
— En cuanto Staffan nos la enseñó te reconocí. Supe que eras la misma jovencita dulce de hace unos seis años atrás. Lucías más niña, con tu cabello oscuro y esa peculiar sonrisa, que hoy volví a ver – lo miré perdidamente. El corazón casi se me iba a salir y él me sonrió.
– No has cambiado mucho. Tus ojos son los mismos, salvo que ahora tú cabello luce más claro y tus labios están más rojizos.
— ¿Te desagrada mi cambio? – volvió a sonreírme.
— Para nada, te ves, como me dijiste hoy, en el hotel con tu madre, muy linda. Eres muy linda – perdí la cabeza en ese instante y le sonreí embobada.
— Gracias... Jamás creí que podrías recordarme, después de seis años, entre tantos fans.
— Yo jamás olvido un rostro bonito...
Me miró galante y yo me perdí en aquellas impensables palabras y en sus apuestos y maduros ojos, que ya me habían asechado por completo. Nos miramos y él se colocó nervioso y sonrió apenado.
Quería decírselo, me sentía dispuesta y valiente para expresarle lo que sentía por él. Nada conseguía o perdía sí me lo seguía callando. Joey estaba ahí junto a mí, invitándome a una bebida; era como un sueño, un bello sueño hecho realidad, del que no quería despertar. Yo era importante para él, me lo acababa de demostrar, ya no podía ser más feliz.
Todo eso pensé en mi mente, mientras lo miraba, y él tan lindo, era todo un príncipe, mi dulce príncipe, y yo ahí junto a él, actuaba como estúpida, más solo tendía a sonreír y a llenarme de nervios por dentro. Solo me quedaba disfrutar de que lo tenía solo para mí en todo ese momento. Soñaba y anhelaba besarlo; lo contemplé una vez más, sin su gorra, ni sus gafas de sol y miré sus labios, pero él interrumpió mi dulce pensamiento, hablándome con su suave voz, la que me enloquecía. Sí que estaba loca por él...
— Te invité a una bebida, porque tenía que sacarte de ese lugar...
— ¿Por qué? ¿De qué hablas? No entiendo – le pregunté sonriéndole extrañada y él me miró serio.
— Tu novio quería drogarte. Vi que le echó algo extraño a tu bebida, y bueno, yo no iba a tolerar algo así – lo miré anonadada y pensé en Claudio.
<< Él cree que Claudio es mi novio.>>
— ¿Mi novio? ¿Te refieres a Claudio?
— ¿Así se llama? El muchacho que estaba junto a ti en el recital y con el que discutías hace un momento.
— ¡No lo puedo creer! ¡Que poco hombre!
— Debes quererlo mucho, como para perdonarle algo así – lo miré en seco.
— Él no es mi novio – me miró fijo.
— ¿Ah no? – insistió en preguntar interesado.
— A Claudio lo conocí ahora por el fan club. Me puse de acuerdo con él para ir al aeropuerto, luego a Viña, hasta llegar aquí. Pero al verlo actuar en estos pocos días, me di cuenta de que no es una persona de fiar.
— ¿Por qué lo dices?
— Porque es un mentiroso. Detesto la mentira, que me mientan y ahora con lo que pretendía, hacer más lo detesto.
— Entiendo – exclamó con una diminuta sonrisa – Bueno, a mí tampoco me gusta la mentira – lo miré yo ahora con detención, una vez más – Pienso que siempre se debe ir con la verdad por delante. Ser uno mismo, ser sincero.
— Eso mismo pienso yo – le dije sonriéndole – Gracias por haberme salvado del plan malvado de Claudio. Sí no hubiera sido por ti, yo me hubiese tomado esa bebida y no sé qué me habría pasado – me sonrió con ternura.
— De nada...
Había llegado más gente al pub y ambos cómodos, nos sonreímos y bebimos de nuestros vasos, disfrutando de nuestra compañía.
—... Joey, aún me parece que estoy en un sueño al estar aquí ahora, solo contigo
— Oh vamos, si no es para tanto.
— Te digo la verdad.
— Pero ¿Por qué a ese extremo? Si soy solo un artista que le gusta lo que hace y de eso vive, solo eso.
— Pero para mí eres eso y mucho más.
— ¿En serio? – me preguntó nervioso.
— Si... Eres mi héroe – se ahogó al beber de su trago. Me causó extrañeza su actitud, lo que hizo retractarme de lo que le había confesado.
— No exageres pequeña... ¿Puedo llamarte así?...
— Si, adelante – le dije sonriéndole dulcemente.
— Soy solo un artista de rock. Amo mi trabajo y también amo complacer a mis fans. Creo que sin ellos nosotros no seríamos nada.
— Ya veo – le sonreí embobada – pero ¿Puedo preguntarte algo?
— Claro, lo que quieras.
— ¿Nunca una fan se te ha declarado? – me miró.
—... Creo que no...
—...
Salimos del pub y comenzamos a caminar por el casino...
Podía escuchar los fuertes latidos de mi corazón en los oídos, mis manos y piernas temblaban y mi sonrisa era perdura. Él junto a mi lado, me volteé a mirarlo. Su rostro me pareció más y más encantador.
Joey me sorprendió mirándolo y sonrió. Mis mejillas se enrojecieron de inmediato y solo tendí a sonreírle con pudor.
— ¿De qué te ríes eh? – preguntó risueño.
— De nada... — le respondí sonriéndole llena de nervios y de eterna dicha. Joey volvió a sonreírme –
— Tienes una dulce sonrisa – lo miré con destellos y se me revolvió todo el estómago.
—... ¿En serio te parece dulce mi sonrisa? – volteó a mirarme otra vez con aquella mágica sonrisa suya.
— Si. Muy dulce...
Agregó, por último, me miró con detención y yo me perdí en sus maduros y provocativos ojos celestes.
— ¿En serio es verdad lo que me dijiste, hace un momento?
— ¿Qué cosa?
— Que significo mucho para ti y que además soy tu héroe – desvié la mirada con rubor.
—...
Lo miré con pudor y me lo encontré viéndome apasionado y galante.
— Si Joey, lo eres todo para mí...
Me miró anonadado. Fue como si se haya perdido en mí, y yo toda nerviosa y alborotada, mis manos sudaban y mi corazón se me había subido a la garganta. Solo deseé escapar de ahí y esconderme bajo tierra, por lo que acababa de confesarle de nuevo y Joey viéndome fijamente, expresó una tierna sonrisa, la que alivió a mi corazón.
Como impulso puso su enorme mano junto a mi mejilla y me la acarició. Yo lo contemplé callada, con mi corazón descontrolado de amor por él y Joey me observó con unos ojos muy especiales e intensos.
Ambos viéndonos sin decir nada, nos aproximamos y Joey a punto de besarme, oímos que alguien se acercaba y nos desprendimos rápidamente. Él me llevó a otra parte.
— Lo siento...
— No te preocupes...
— Es que no quiero que nadie me vea y nos moleste.
— Entiendo – le sonreí, solo recordando que él había estado a punto de besarme.
Los dos callados, me temblaban las piernas de nervios y de felicidad; Joey me miró y sonrió todo vigoroso. Quizás pensaba en aquel beso, que estuvo a punto de darme.
— ¿Puedo preguntarte algo?
— Claro...
— ¿Cuántos años tienes? – sonreí otra vez con vergüenza.
— Tengo 27 ¿Por qué?
— Me lo suponía – dijo sonriendo.
— ¿Por qué? ¿Tan joven me veo?
— Si un poco. Incluso, llegué a pensar que podías tener menos.
— ¡OH no por dios! ¡Menos que eso no! – rio.
— Pero ¿Qué malo tiene que demuestres menos edad? Es un privilegio – le sonreí.
— Nada, es tan solo que todos me creen una niña, siendo que no es así y eso me molesta un poco.
— Bueno, yo no lo creo tan así... — volvió a sonreírme y yo me le quedé viendo con destellos.
Paseábamos tranquilos y juntos por los pasillos de aquel casino, disfrutábamos de la compañía de uno con el otro.
Oía la canción "Pictures" en mi mente, con su suave voz tintineando fuerte en mi corazón y me llenaba de sueños locos con él, mientras que Joey pasivo, caminaba a mi lado. En aquel momento, yo me sentía la mujer más feliz de todas; volteé a verlo, como si se tratara de la última vez y no podía creer que él estaba ahí conmigo, caminando a mi lado y haciéndome compañía.
— Es realmente bonito este casino — solté de repente.
— Si, así tal parece. Nunca habíamos estado aquí con los demás.
— ¿Te gusta?
— Si. Es grande, además que tiene bastantes lugares para beber – solté una carcajada por su comentario y él también se rio.
— Pero ¿Por qué te ríes? Si es la verdad.
— Lo siento, es que no me pude aguantar. Te salió tan chistoso... ustedes deben de beber mucho entonces – él se llevó una mano a su mentón e hizo una expresión pensativa.
— Si, se puede decir que sí, en ciertas ocasiones...
— Ya veo... — le dije y los dos volvimos a reírnos y Joey luego me vio, brincándole sus ojos.
Tomó mi mano, yo lo miré plasmada y él me llevó afuera del casino, en donde había una enorme pileta; nos sentamos ahí y seguimos charlando, mientras que la noche se hacía notar y el agua de aquella pileta escurría tras ambos.
— Estoy tan feliz de haberte conocido – me miró con ternura.
— Pero si ya nos habíamos visto antes – le sonreí.
— No puedo creer que me recordarás hoy, cuando me acerqué a ti. Sí hacía muchos años que yo no te veía desde aquella vez.
— Recuerdo ese día allá en el Hotel. Estaba helado y lloviendo.
— Si es cierto y tú andabas con tus sandalias – se rio al recordar aquel detalle.
— Es verdad, andaba con mis sandalias de lo más libre y relajado.
— Lucías muy lindo, como hoy cuando volví a verte y ahora...
Me miró con detención y yo sentí que mis mejillas se enrojecieron de nervios por lo que acababa de confesarle "otra vez" y desvié la conversación.
— A todo esto ¿Qué es eso de usar siempre tus gafas de sol y ahora tu jockey? ¿Qué quieres ocultar eh? – sonrió apenado.
—Pues a decir verdad... no sé, siento que ya soy muy viejo como para...
— ¡¿Muy qué?! ¡¿Qué acabas de decir?! – me miró con detención por mi inesperada reacción y volvió a apenarse.
— Que estoy viejo, que ya no soy el mismo, que cuando estaba más joven y prefiero ocultar algunas cosas.
— Eso no es cierto – volvió a mirarme fijo – No te ves para nada mayor y viejo, como acabas de decirme. Al contrario, yo encuentro que luces muy o más guapo de lo que solías ser antes.
Me miró plasmado, y yo ruborizada, él vio el tono rojizo en mis mejillas y me sonrió halagado y con ternura; me perdí en sus intensos y mágicos ojos celestes y mis labios le pidieron, que ahora sí me besará.
Joey me miró fijó, tomó mi mano, nos aproximamos y yo me dejé llevar. Mi corazón latió alborotado, la dicha invadió mi felicidad y él besándome, me ató a sus grandes brazos, y entonces, mi aliento se retuvo y mi vida cambió por ese inolvidable instante. Uno de mis dulces e ingenuos sueños por fin se hizo realidad.
Nos miramos a los ojos, así de cerca ambo, sin respirar, y Joey me sonrió con ternura.
— Estás temblando.
— Si, pero descuida, no pasa nada – volvió a sonreírme y yo me perdí una vez más en sus ojos y dulce gesto.
Mi amiga había entrado al pub y solo vio a Claudio, quien ya había bebido más de la cuenta.
— Claudio ¿Y dónde está Stephanie?
— Se fue con ese infeliz.
— ¡¿Con quién?! ¡¿De qué hablas Claudio?! – él se echó otro sorbo de trago a la boca.
— ¡Stephanie se fue con Joey! ¡Ese infeliz la invitó a un trago y se la llevó! – Javiera abrió los ojos de impresión.
— ¿Qué? ¿Pero qué tonterías dices, Claudio? ¡Estás ebrio! ¡¿Cómo Stephanie podría estar con Joey?!
— ¡Está con ese sujeto! Él muy entrometido vino a interrumpirnos justo cuando yo pretendía llevármela conmigo y él la invitó a un trago.
— ¡Espera! ¿Tú qué? ¿Qué querías con mi amiga, Claudio?
— ¿Sabes qué, niñita? No tengo tiempo para tus estúpidas preguntas.
— ¿Y ella dónde está ahora?
— Ya te lo dije, está con ese idiota...
— Será posible... ¿Joey, el mismo, Joey Tempest, con mi amiga? – se sorprendió aún más — ¿Será verdad? Claudio está borracho...
Ambos escuchando el silencio de la noche, nos miramos y tomamos de la mano. Nos sonreímos diciéndonos con la mirada lo de nuestro dulce beso.
Todos los del fan club se habían reunido, ya que pronto llegaría la van que nos llevaría de regreso a Santiago, y Javiera preocupada, mi madre y mi hermano comenzaron a buscarme...
— Me encantó besarte – lo miré perdidamente.
— Eres tan lindo Joey. Ojalá pudiera volver a verte...
Me cautivó con sus profundos ojos celestes, mi sonrisa se conectó a la suya y mi corazón se aceleró. De pronto, pensé en mamá, en los del fan club y vi la hora en mi celular y me alarmé.
— ¡Cielos, ya son casi las cinco! La van pronto llegará. Debo volver con los demás.
— Espera. Me gustó mucho estar contigo, pequeña.
— A mi igual, Joey. Fui muy feliz. Nunca lo olvidaré. Ni a ti, ni a tu beso — me miró con detenimiento.
Hubiera dado todo por decirle que lo amo, pero ya era muy tarde. Quizás, ya no volvería a verlo, así como esta hermosa e inolvidable noche. No tendría otra oportunidad como esta y volví a pensar en que todos tal vez debían estarme buscando y solo le sonreí, callándome lo que sentía por él.
— Quiero conocer Santiago y quiero conocerlo contigo...
Soltó de repente y ambos oímos las voces de Javiera y los demás del fan club llamarme. Ya se había hecho muy tarde.
— ¡Espera! — me retuvo.
— Debo irme.
Corrí de su lado, temiendo que los demás nos descubrieran, que lo vieran a él y me despedí
— Adiós y gracias, Joey.
Joey me siguió y tomó mi mano; yo me volteé plasmada y él se escondió tras una pared...
Miré el papel, que me había entregado y quise leerlo, pero justo Javiera y mi madre me vieron.
— ¡Amiga! ¡¿Dónde te habías metido?!
— Te hemos buscado por todas partes, hija. — dijo mi mamá.
— Andaba por ahí...
— Ya debemos irnos a la van. Solo nos están esperando a nosotros, Stephanie.
— Amiga, luego te preguntaré algo que me dijo Claudio – supuse de que se trataría.
— ¿Y qué sería eso que te dijo Claudio, Javiera?
— Después te lo diré amiga. Ahora vámonos antes que la van se vaya sin nosotras...
Pasamos frente a aquella pared y él nos vio alejarnos y sonrió apasionado. Yo me volteé y logré verlo oculto en ella. Joey me miró y me sonrió.
Tuve que correr hasta la van y esta se marchó.
Todos dormían, y yo pegada tras la ventana, miré como el hotel y casino se alejaban lentamente y se me llenaron los ojos de lágrimas. Lo recordé todo, desde el día allá en el aeropuerto, luego en Viña y hoy cuando volví a ver a Joey y cuando me besó. Ese beso que nunca podré olvidar.
Emocionada de aquel mágico momento, me acordé de pronto del papel que él me había pasado. Cautelosa, lo saqué del bolsillo y me puse a leerlo.
Joey, me había anotado el número de su celular. Recordé lo último que me había dicho, el de querer conocer Santiago conmigo, entonces mi corazón volvió a brincar de alegría, y con más sentimiento, rememoré el dulce beso él que me había dado.
Aquellas pocas horas rumbo a Santiago fui recordando una y otra vez su rostro, sus gestos, sus lindos ojos, su maravillosa voz, todo ese momento en que permaneció a mi lado y nuestro beso.
<< No podré olvidarte nunca, Joey. >>
Todos dormían, a excepción mía, y llena de recuerdos, me fui con ellos hasta llegar a mi realidad.
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