XVII
Amanecía la mañana del cuarto día fuera de casa, y los estómagos de ambos crujían, estaban algo sucios y despeinados. Estaban abrazados justo como se habían dormido, y Karamatsu comenzaba a notar un poco de debilidad en su cuerpo, y como en Ichimatsu y su blanca piel, comenzaban a brotar moretones.
También más ojeras en ambos, pues no estaban acostumbrados a pasar una noche fría y esto los había llevado a no dormir casi nada. Aunque eso no quitaba el "espíritu" en Karamatsu de que conseguiría un trabajo.
Ichimatsu nunca había sido del tipo de persona que quería buscar un trabajo, pero igual intentaba. Aunque Karamatsu desde el segundo día le prohibió buscar trabajo, debido a que él quería cuidarlo y cosas cursis. Va, menos esfuerzo para Ichimatsu...
Pero aún así no estaba del todo de acuerdo, sí, respetaba las órdenes del mayor, pero llegaba a ser idiota tomando en cuenta la eficiencia. Pero bueno, idiota o no debía cumplirlo porque venía dicho de la persona a la que más amaba en este estúpido planeta. Su lindo idiota.
Ambos se habían encaminado a una plaza y Karamatsu partiendo de ahí se puso a entregar solicitudes (que llenó en días anteriores) y a esperar, con algo de suerte. También se pasaba por locales o casas para ofrecer servicios de limpieza, pero nadie aceptaba debido a su no muy buen aspecto...
Ichimatsu se dio un baño rápido con la manguera de una tienda, quitándose la ropa y lavándola con velocidad también. En cuanto lo descubrieron salió huyendo cuál gato y se escondió en un callejón, dejando secar ahí su vestimenta. Todavía no era la hora en la que acordó juntarse con Karamatsu en la plaza de nuevo así que tenía tiempo.
Su ropa se secó, ahora tenía un mejor aspecto, intento acomodar su cabello un poco también y ahora solo tocaba aparentar. Esperaba que Karamatsu no se enojara mucho por lo que iba a hacer, pero paró en una casa en la que escuchó que necesitaban a una niñera (las ventajas de tener oídos y discreción de gato) y ofreció sus servicios por una cantidad menor, o un poco de comida.
La señora de la casa con gusto accedió, estaba demasiado desesperada por dejar a sus niños con alguien y aunque no conocía a Ichimatsu, de alguna manera vio algo en él que le inspiró confianza.
De todas formas le avisó a su vecina (que estaba haciendo un importante trabajo en su computadora) de al lado que estuviera vigilando la casa de vez en cuando.
Estaba bien, ahora solo tenía que cuidar a dos mocosos por dos horas, genial.
La buena mujer de la casa dijo que podía comer algo también, por lo que no chistó y fue a la cocina a comer, aunque no quería abusar tampoco, por lo que se conformó con un pequeño, y delicioso e infinito paquete de seis galletitas y un vaso de leche.
Guardó la mitad en su bolsa del suéter para Karamatsu.
Cuando terminó de lavar el vaso noto que uno de los niños despertó, tenía entre los 3 o 4 años y era muy morenito. No se parecía mucho a la madre pero por las fotos, reconoció que era igualito al padre, a diferencia de la hermanita de entre 5 y 6 años, que era idéntica a la madre.
-Hola pequeño, soy Ichimatsu, el niñero del que les platicó su madre... -saludó algo nervioso, y agachándose a la altura de éste.
-H-hola -muy tímido agachó la cabeza y jugó un poco con la ropa de su camisa.
-¿Sucede algo? Tu nii San está aquí para ayudarte -sonrío alzándolo en brazos, y sorprendiéndose un poco por lo liviano que era.
-... Baño -susurró, se notaba muy avergonzado.
El mundo se cayó en trocitos para Ichimatsu... ¿En qué se había metido?
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