XV
Que fría, que fría era esa noche, acobijado tan sólo por el cuerpo ajeno y una triste sabana muy delgada, ambos sentados sobre unas miseras cajas de cartón y resguardados en la oscuridad de aquel callejón. Definitivamente no era suficiente para saciar la necesidad, no, se distinguía a kilómetros la falta de un hogar e incluso ellos dos lo sabían, sabían lo miserables que lucían ahí solos, pobres, y con hambre.
De todas formas no podían hacer nada, era la primera noche fuera de su casa (quizás no), la primera vez en que ambos se sintieron completamente rechazados por sus papás. En que sabían que ya no tenían un lugar al cual llegar, ni quien se preocupe por su tarde venir o salud.
Estaban exagerando un poco, sí, pero ¿quién no lo haría en tan desesperada situación? De hecho había millones de puntos que los hacían deprimirse aún más: Ninguno tenía trabajo ni dinero, ambos son unos buenos para nada, no conocen a nadie que los pudiera aceptar bien en su casa sin cobrar, no podrían viajar a falta de carro, no tenían casa, era de noche.
-Esto es una puta mierda -se queja así sin más, y el mayor lo mira a los ojos.
-Lo sé, pero no te sientas mal y duerme... -le dice susurrándole al oído, y el menor se estremece. Karamatsu pasa uno de sus brazos alrededor, quedando más pegado.
-Me estoy casi cagando de frío, ¿Cómo quieres que duerma así? -le mira molesto, y el mayor le toma de las mejillas con una sola mano, apretándolo para acercarlo y darle un suave beso en los labios.
-Te puedo calentar si quieres -sonríe perversamente.
-No digas tonterías. Idiota -le responde algo seco, volteándose para esconder su notable rubor.
-Yo sé que quieres -se ríe un poco, y después recarga su cabeza en la cabeza del menor-. Yo no tengo frío, te puedo prestar de mi ropa si quieres... -propone a la ligera, y el menor quien aún tiembla niega con la cabeza.
-Te enfermarías y no podrías trabajar -al notar el leve sobresalto del mayor se carcajea-. Es broma, jamás te querría solo para que trabajes -dice para sanar el recién dado golpe de palabras.
-Hmm! No problem brother, digo, yo puedo servirte en todo lo que necesites solo porque te amo -se apresura a hablar, y se apega más al otro, Ichimatsu estaba muy apenado-. No importa el problema, yo trataré de solucionarlo lo más rápido que pueda para que tú no sufras.
Ichimatsu se ruboriza un poco y ríe. Se queda en silencio mirando el cielo, viendo las hermosas estrellas brillar, pidiéndoles a ellas que sus problemas se solucionen, aunque fuese infantil, aunque fuese tonto desear a un astro...
¿Qué de malo habría en soñar una vez más?
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