VI
Después de un agradable rato en silencio, y el mayor consolando a Ichimatsu. Finalmente decide tomar la palabra uno de ellos.
-Ichimatsu... Err-, no sé que es lo que hice para que te enojaras por la mañana y salieras así... Pero perdóname... -se veía tan arrepentido que hasta lucía culpable.
El rostro de el menor se torció en una mueca de tristeza tan dolorosa, más lágrimas salieron de golpe e Ichimatsu escapó, corriendo lo más rápido que podía de nuevo.
Sin camino se detuvo en un callejón, quedándose solo unos momentos ahí, con las manos en el pecho y sin parar de llorar, con la respiración agitada y gimoteando. Sonríe levemente y abre un poco sus labios para susurrar.
-¿Por qué te disculpas idiota? -cae sentado en el frío suelo. Abraza sus piernas adoptando la posición que siempre tomaba-. No fue tu culpa -ríe un poco, cruelmente-, nada de esto es tu culpa...
Se mantiene en un frío y sordo momento, en el que un maullido lo despierta de su trance. Toma entre sus brazos al gato que estaba justo enfrente de si, y lo acaricia, levantando la mirada, ya sin derramar más lágrimas, sonriendo de manera tímida.
Simplemente no podía dejar de pensar en él y eso lo molestaba demasiado, en cierta parte. Cada vez estaba más seguro de que lo que sentía por Karamatsu era amor, estaba atrapado en esa red, que lo consumía y ahogaba, y no le permitía huir.
Se talló los ojos y se puso de pie para encaminarse a su casa. Pensó en que sus hermanos estúpidos habían salido a perder el tiempo, como a diario. Claro, eso supusó hasta que llegó finalmente, y al entrar, vio los zapatos de dos de sus hermanos.
-He llegado! -gritó quitándose sus sandalias.
Espero una respuesta, y nada. Seguramente ambos estaban dormidos, o viendo la televisión muy fuerte.
En dirección a su habitación estaba demasiado concentrado en sus pensamientos, cuando escuchó un gemido.
-M-más, O-osomatsu nii san!! -distinguió la voz de Choromatsu.
Se oían también gruñidos de alguien más, el sonido de piel chocando en un ritmo constante, algo sonrojado se asomó por el pequeño espacio que quedaba entre la puerta y el marco, y definitivamente...
Osomatsu y Choromatsu estaban cogiendo. Entonces su imaginación entró en caliente y ahora no eran esos dos, sino Karamatsu y él, el mayor lo besaba tan deliciosamente mientras lo embestía y oh, ya había una erección ahí abajo. Dejó caer su brazo lentamente, recorriendo por todo su abdomen y parando un poco más abajo, en su entrepierna.
Aplastó ahí un poco, y se sentía jodidamente genial. Metió la mano entre los elásticos del pantalón y boxer para tocar piel con piel, rozar finalmente su virilidad.
Tuvo que aguantar un leve jadeo, para seguir viendo como Osomatsu mordía fuertemente el cuello de Choromatsu. Ah~ ¿Cómo sería si Karamatsu mordiera ahí? Delicioso, exquisito, sabroso, ahhh~.
Bajó la tela, sacando su miembro de ahí, rodeó con sus dedos y le dió un escalofrío. Apretó para mirar más, uh, ahora ambos se estaban besando apasionadamente, jugando con sus lenguas y comiéndose, estaba tan duro solo mirando.
Miró a la derecha, luego a la izquierda del pasillo, por suerte no había nadie quien lo pudiera mirar. Comenzó a mover su mano, frotar y frotar, se le salían leves lágrimas mientras hacía de lo imposible para no gemir.
-Mnh~ Karamatsu. -Jadeaba en voz baja para evitar ser descubierto.
Se tallaba tan fuerte y se tapaba la boca con su otra mano, más fuerte. No era suficiente. Se fijó una vez más, justo en el momento más erótico, ambos chicos tuvieron su orgasmo e Ichimatsu lo vió tan bueno, solo de imaginar cómo sería tener el cálido semen de Karamatsu bajando y goteando.
-Jaja, Choromatsu, ¿te ayudo a limpiarte? -escuchó la propuesta de Osomatsu, quien ya se había puesto los pantalones. Casi como si nada hubiese pasado.
-Claro. -aceptó con un tono cansado, y ahora Ichimatsu estaba en problemas.
Sin pensarlo dos veces se subió los pantalones y salió corriendo de la casa. Le dolía demasiado su erección pero no importa, nada le importa mientras escapa de su propia casa por segunda vez en el día, para llegar al mismo callejón y esconderse.
Quizás continuaría ahí mismo, sin importarle que aquel gato estuviera viéndolo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro