Ahí estaban los seis chicos, sentados alrededor de la pequeña mesa de madera, desayunando pacíficamente la exquisita comida que su madre Matsuyo había preparado con tanto amor...

Ninguno hablaba mientras se alimentaban, algo raro para ellos que solían tener un escándalo durante sus comidas... Pero bueno, al parecer solo estaban callados por la necesidad de un silencio bastante forzado.

Ichimatsu sabía bien la razón de aquella extraña escena.

Había dos posibilidades, o Karamatsu les había dicho que había estado tocándolo, o lo habían escuchado gemir desesperadamente, mientras se masturbaba en el baño con fuerza. Bueno, fuera cual sea el caso, estaba perdido por ambas partes.

Dirigió la mirada a su comida mientras algo nervioso se metía un trozo de comida, con los palillos, a la boca. Delicioso como siempre, pero asegura que si Karamatsu se lo diera sabría mejor, con su boca, en su boca. Ah~.

Inconscientemente dio un suspiro, como si fuera una miserable chica enamorada.
Maldijo todo lo existente millones de veces en su cabeza, pues por el callado ambiente en el que estaba, todos lo notaron y demonios.

—Oigan... —por fin rompió el hielo Todomatsu, pero no con muy buenas intenciones—. ¿Alguno de ustedes está enamorado~? —preguntó sin más con un tono casi cantado, haciendo a Ichimatsu sentir esas palabras joder su orgullo.

—Meh~ —inicia Osomatsu—. Las chicas serán muy guapas y todo, pero solo quiero sexo. —dijo descaradamente, haciendo un ademán con las manos y mira de reojo a Choromatsu quien se ahoga un poco y disimula.

—A mi me gusta Totoko chan —rápidamente mencionó el nombre de la chica como si fuera una maravilla, con su expresión de idiota que ponía al ver y recordar a una mujer. Estaba hasta algo sonrojado, pero ¿Era por otra razón? Devuelve la mirada a Osomatsu discretamente y le hace una seña.

—Y a mi Homura, home run! —exclamó Jyushimatsu alegre. Ignorando la situación de sus hermanos Osomatsu y Choromatsu. Bueno, en su corazón estaba la constante esperanza de que volvería a ver a aquella hermosa chica, aunque cada vez más probabilidades disminuían.

... Por ese momento no hubo más respuestas, Ichimatsu se excusaba para sí mismo con la realidad, después de todo no era como si pudiera decir en voz alta "me gusta mi hermano mayor".

—Karamatsu nii san? —preguntó con una leve sonrisa hacia el mencionado.

—... Heh~... —arrastró las palabras un leve instante—. A mi me gustan todas my Karamatsu girl's~ —dijo muy seguro de sí mismo.

—Y... A ti, Ichimatsu? —pregunta hasta con delicadeza, y descaradamente ahoga una risa después de preguntar, viendo el gran sonrojo en el chico de polera morada.

Algo molesto y avergonzado movió sus trastes hacia enfrente, soltando un suspiro para por fin atreverse a hablar.

—Me gusta la mierda —contestó cortante, viendo como sus otros hermanos, exceptuando a Karamatsu, reían a carcajadas.

Había algo que lo hacía sentir tan confuso en todo esto... Cómo si fuera una ilusión, una alucinación

Se quedó en silencio, hasta algo mareado, viendo a sus hermanos burlándose de él abiertamente.

—Me largo —maldición, no... Estaba a punto de llorar, y sin dudar más, salió corriendo de ahí mientras las risas de los demás se alejaban conforme pisaba.

Sin importarle si estaba descalzo, salió de su hogar. Para su suerte el clima no era extremo como para quemarse los pies o enfermarse por el frío.

Jadeaba, jadeaba, nunca había tenido buena condición física pero sabía que  si paraba, seguramente Karamatsu —quién lo había seguido— lo enfrentaría y vería las lágrimas que se estaban derramando sin parar desde sus ojos y no se dejaría ver en aquel deplorable estado.

Su corazón latía rápidamente, jodiéndolo un poco más y finalmente se detuvo, luchando por calmar su respiración.

—¿Karamatsu? —pregunta esperando encontrárselo detrás de sí.