Dos
El hospital, rodeado de militares, daba la sensación de ser una fortaleza impenetrable, pero no tardaron ni tres horas desde que Gavi despertó para que el caos se desatara.
Pedri estaba sentado junto a la cama de Gavi, sosteniendo su mano, cuando el sonido de una explosión resonó en los pasillos del hospital. Su cuerpo reaccionó instintivamente, poniéndose de pie y adoptando una postura defensiva.
—¿Qué demonios…? —Susurró, sus ojos fijándose en la puerta.
El estruendo de botas corriendo por el pasillo, seguido de gritos y el sonido inconfundible de armas de fuego, dejó claro que estaban bajo ataque.
Pedri, con el corazón en la garganta, desvió la mirada hacia Gavi, que seguía adormilado por los medicamentos.
—Mierda.—Maldijo, sus ojos recorriendo la habitación, buscando algo que pudiera usar como arma.
No permitiría que le hicieran daño a Gavi de nuevo. No después de todo lo que había sufrido.
El sonido de la puerta del hospital golpeando la pared lo sobresaltó. Dos hombres armados irrumpieron en la habitación. Pedri no dudó un segundo; antes de que uno de ellos pudiera reaccionar, se abalanzó sobre él, su puño conectando con la mandíbula del intruso.
El hombre cayó al suelo, pero no sin antes disparar su arma, el sonido ensordecedor llenando la habitación.
Pedri sintió un dolor punzante en su costado, pero no se detuvo. Agarró la pistola del suelo y disparó al segundo atacante antes de que este pudiera apuntarle.
El hombre cayó al suelo con un grito ahogado, su arma deslizándose de su mano.
Con la respiración agitada, Pedri se llevó una mano al costado y sintió la calidez de la sangre. Estaba herido, pero no tenía tiempo para detenerse. Miró hacia Gavi, quien apenas comenzaba a despertarse por el ruido.
—Pedri… —Murmuró Gavi, su voz ronca y llena de confusión.
—Tranquilo, Gavi. —Pedri intentó sonar calmado, aunque su corazón latía con furia. Se dirigió rápidamente hacia él, tomando su mano.
—Voy a sacarte de aquí. No dejaré que te hagan daño otra vez.
Gavi asintió débilmente, su mirada todavía perdida en el pánico. Justo en ese momento, más disparos resonaron en el pasillo, seguidos de gritos que Pedri reconoció inmediatamente. Ferran y Frenkie estaban luchando para llegar hasta ellos.
—¡Aguanta!—Gritó Ferran desde el pasillo, seguido de otro disparo. Pedri escuchó el sonido inconfundible de alguien cayendo al suelo.
Pedri sabía que no podían quedarse allí mucho más tiempo. Arrastrándose hasta la puerta, asomó la cabeza y vio a Ferran y Frenkie, cubriéndose tras un carro de suministros médicos, disparando hacia varios hombres armados que bloqueaban el camino.
—¡Pedri! —Gritó Ferran cuando lo vio, sus ojos llenos de preocupación al notar la sangre en su costado.
—¡No te preocupes por mí, sacaré a Gavi!—Gritó Pedri de vuelta, pero antes de que Ferran pudiera responder, más atacantes aparecieron, cerrando aún más el paso.
Frenkie, cubierto de sudor y con la mandíbula apretada, disparó dos veces, pero no pudo evitar un disparo que rozó su brazo, haciéndolo maldecir en voz baja.
—¡Mierda! ¡Nos están acorralando!—Gritó Frenkie, agachándose detrás de la cobertura para recargar su arma.
Mientras todo esto sucedía, en el otro extremo del hospital, João se movía con rapidez por los pasillos vacíos.
Había dejado a un par de hombres inconscientes detrás de él, después de interrogarles para obtener información. Cuando escuchó los disparos, supo que el ataque estaba más avanzado de lo que pensaba.
—Joder, no tenemos tiempo.—Murmuró, con el ceño fruncido.
Llegó a la escalera de emergencia que había marcado en su plan mental, y tras asegurarse de que estaba despejada, subió las escaleras de dos en dos, con su respiración acelerada.
Tenía un único objetivo: sacar a Gavi de ese hospital antes de que fuera demasiado tarde.
Finalmente, llegó a la planta donde Gavi estaba. Corrió hacia la habitación y, al doblar la esquina, se topó con dos hombres que intentaban entrar por la fuerza.
João no dudó; sacó su cuchillo y, en un movimiento rápido y letal, los redujo, dejándolos caer sin un sonido. Sus manos estaban ensangrentadas, pero no había tiempo para preocuparse por eso.
Entró a la habitación justo a tiempo para ver a Pedri, herido, luchando por ponerse de pie. Gavi, pálido y aún débil, miraba a su alrededor con ojos desorbitados.
—¡João!—Gritó Pedri, su voz cargada de alivio.
—No hay tiempo para charlas.—Dijo João, su voz fría pero decidida.
—Voy a sacarlo de aquí. Tú... —Miró la herida de Pedri con rapidez.
—Tienes que aguantar.
—No te preocupes por mí, sacalo de aquí.
João se acercó a Gavi y, sin pedir permiso, lo levantó con facilidad. Gavi gimió de dolor, pero no se resistió. Estaba demasiado agotado.
—No te preocupes, lo tengo.—Le dijo João a Pedri con voz baja, pero firme.
Pedri asintió, sabiendo que en ese momento, lo mejor era confiar en João. Ferran y Frenkie seguían luchando en el pasillo, y Alejandro, que había intentado abrirse paso hacia la habitación, estaba atrapado entre dos grupos de atacantes.
—¡João, apúrate!—Gritó Ferran desde el pasillo, mientras disparaba a otro intruso.
—Voy por las escaleras de emergencia. ¡Nos veremos en el punto de encuentro!—Respondió João, y sin perder más tiempo, salió de la habitación con Gavi en brazos.
Pedri se apoyó contra la pared, respirando con dificultad, pero al menos sabía que Gavi estaba en buenas manos.
João lo sacaría de allí. Mientras tanto, él se uniría a la locura que seguía ahí a fuera de la habitación.
Cada paso que João daba por las escaleras de emergencia lo acercaba a la salida. Gavi, a pesar de su dolor, confiaba en él, era uno de sus Alfas después de todo.
El caos reinaba en el hospital, pero ninguno de los alfas iba a rendirse hasta que Gavi estuviera a salvo.
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