Izuku fue a un trabajo a dos prefecturas, su trabajo como arquitecto le absorbe tiempo ya que trabaja para el estado Japones. Su auto estaba en el taller, así que debía tomar el tren, cosa que ya había hecho antes.

Cuando logro encontrarlo, había asientos adelante. Así que se dispuso a tomar uno con sus hijos, uno en cada piernas, mientras ellos jugaban con sus muñecos. Cuando divisó a un anciano.

—Ojisan— gritaron los niños contentos, Katsuki dejo que se acercara. Y estaba dispuesto a darle el asiento, pero...

—No te levantes, debes estar tranquilo por ellos— dice con calma y Katsuki solo lo mira asintiendo, y acaricia el cabello de sus hijos. —Serán hermosos, el vivo retrato de su padre.

La sonrisa de Katsuki se borró.

¿Cómo que retrato de su padre?

Cuando le iba a contestar, el tren hizo su parada y salieron todos rápidamente, tuvo que sostener a sus hijos para que no se perdieran.

No volvió a ver a ese viejecito.

Un completo desconocido.

Con la duda aun en su cabeza, no debía permitirse descuidos, así que llevo a los mellizos a su escuela y después paso al marker, hizo compras y sintió ganas de comer helado. Cosa que no hace, Katsuki no come helado.