Hänsel...

Ok ¿Les soy sincero? Esa pregunta está de más porque saben que lo seré. Siempre quise ver a Diana Dolores emparejada con alguien. Soñaba con verla del brazo de un muchacho que realmente la mereciera, y salir de paseo, ella con su pareja y yo con... bueno, con la que estuviese en ese momento gozando de mi compañía. Me gustaba la idea de ver a Diana Dolores ilusionada y totalmente desquiciada por alguien, aunque bien sabía que ella aún guardaba sus reservas con los hombres luego de la vivencia con Francisco José.

Cuando supe que Diana Dolores estaba tonteando con Eduardo Antonio, me agradó la idea, porque desde hacía mucho tiempo no la veía tan entusiasmada por alguien. Pero luego de compartir varias salidas con él, hubo algo, no sé muy bien, pero no me simpatizó aquel tipo. Aparentemente era un chico bastante agradable, simpático, con un poco de clase y sensibilidad, según lo definía Diana Dolores. Pero a mí me resultaba falso, pretencioso y petulante. Algo en él no acababa de gustarme y tenía la impresión de que había mucho que no podíamos advertir de quién era en realidad.

Si, ya sé lo que podrían decirme al respecto. Que era imposible que nos hiciéramos una idea completa de un sujeto que acabábamos de conocer, y que se puede convivir al lado de una persona durante cien años y no llegar a conocerlo del todo. Pero espero que entiendan esa sensación que a veces se experimenta cuando estás al lado de alguien que te provoca mala espina. Era justo lo que me sucedía con Eduardo Antonio. Para Diana Dolores y el resto era un perfecto caballero. Para mí, no pasaba de ser un charlatán molesto que disparaba mi desconfianza.

Como nunca he sido de los que se callan lo que piensan, ya imaginarán que mi punto de vista no tardé en restregárselo a Diana Dolores en la cara. La reacción fue justamente la que esperaba de su parte:

_ No exageres, Hänsel._ se rió ella.

_ En serio Diana Dolores. Ese tipo no me parece tan bueno para ti como todos creen. Algo en él no me gusta ni me convence.

_ Eduardo Antonio le cae bien a todos ¿Por qué a ti no?

_ No lo sé. Es extraño. Tengo un presentimiento raro con respecto a él.

_ ¿Y por qué ese presentimiento tuyo no se activó cuando el degenerado de Francisco José me estaba poniendo los cuernos? No recuerdo que tuvieras ninguna mala vibra con respecto a él. De hecho, se llevaban de lo mejor.

Me molestó la forma en que me hizo aquel reproche:

_ Solo me estoy preocupando por ti. Pero si tanto te gusta tu negrazo perfecto, adelante. Disfrútalo. Espero que te vaya bien con él y que te aproveche.

Y por primera vez en tantos años de ser amigos, nuestra relación se enfrió durante algún tiempo.