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Pornografía

Dido...

Hay cientos de miles de preguntas que siempre me he hecho con respecto al ser humano y sus comportamientos, y que aún después de haber leído no pocos tratados de filosofía, psicología y hasta antropología, continúo sin comprender. La más importante de estas preguntas es esta: ¿Por qué el ser humano tiende a ser tan imbécil en ocasiones?

Si, y ya imagino que me podrán decir que es una pregunta con muchas respuestas, y ninguna más convincente que la otra.

Por ejemplo, ¿no se han preguntado por qué a la mayoría de las chicas en cuanto llegan a la adolescencia es como si se les prendiera un bombillo rojo que las impulsara a querer tener novio? Desarrollan tal grado de... calentura, por decirlo de un modo suave, que son capaces de mentir a sus padres y saltarse cualquier norma, como perras en celo olfateando a algún macho en vez de que el macho las olfatee a ellas. He visto chiquillas de doce años en esos repugnantes videos que inundan internet, peleándose como gatas enfurecidas, tirándose de las greñas y dándose trompadas... ¡por un niñato imbécil y arrogante que se queda parado mirándolas despedazarse y despedazar su dignidad mientras él se sonríe descaradamente y los otros las graban y las alientan a seguir humillándose! Y después me preguntan por qué odio los teléfonos y la tecnología.

Y luego está la tendencia actual de hacerse fotos en bolas y mandárselas a sus noviecitos, o a sus intereses románticos, sin ponerse a pensar en que esos cretinos luego les mostrarán esas fotos a sus amigotes y las harán circular entre ellos y muy pronto ellas se convertirán en los putones que todo el mundo ha visto como Dios las trajo al mundo.

¡En serio! ¿Qué tipo de medicamentos ingirieron las madres de esas criaturas durante la etapa de gestación que provocó la ausencia de materia gris en los cerebros de estas niñas? ¿Es que no se valoran como personas, como mujeres?

Es lo que siempre quise hacerle entender a las chicas que venían a suplicarme que las ayudara a acercarse a Hänsel:

_ Mírate,_ les decía._ eres bonita, inteligente (ok, eso era un eufemismo que usaba para levantarles la autoestima), te mereces algo mejor que un niñato que va a usarte quince minutos y luego te cambiará por otra.

_ No me importa. Solo quiero saber lo rico que besa y que aprieta.

_ Él ahora está con una muchacha que...

_ No me interesa, yo no soy celosa y también tengo novio.

¿Cuándo se volvió tan cínica la juventud? No creo que hayan sido estos los principios que se defendieron cuando en la década de los setenta estalló la Revolución Sexual. Llámenme anticuada, chapada a la antigua y todo lo que quieran, pero este nivel de degradación humana va más allá de mi entendimiento.

No voy a hablar de la manada de indeseables que, luego de la fiesta de quince, comenzaron a perseguirme y a acosarme. En serio, ¿acaso me salió en la cara un cartel de neón que decía: vengan y enamórenme, lo deseo con ansias? Y lo peor de todo es que cada candidato era más execrable que el anterior, y ni hablar de las propuestas... O sea ¿Ya ningún hombre sabe cómo enamorar a una mujer?

Con la fiesta de quince y nuestra llegada al bachillerato, la popularidad de Hänsel solo hizo sino aumentar, y de cierto modo hasta yo me volví popular, lo cual realmente me interesaba bien poco, pero se volvió un objetivo primordial el hacerle entender a la gente que no estaba interesada en tener novio por el momento, y mucho menos un niñato cuyas intenciones eran obviamente saciar su calentura metiendo su pene en mi vagina y luego jactarse de ello como si hubiera conseguido una proeza similar a llegar a la cúspide del Himalaya.

Pero en cuanto a Hänsel... No entiendo cómo podía revolcarse con una chica diferente en tan poco tiempo. Supongo que a los hombres se les debe lastimar el miembro por tanto uso. Una semana tiene siete días ¿no?, pues de esos siete, en cuatro o cinco Hänsel llegaba a tener sexo con al menos tres muchachas diferentes. No sé quién me molestaba más, si él con su comportamiento, o ellas por ser tan idiotas y no tener nada de autoestima.

Hasta ese entonces, nunca le había conocido a Hänsel una novia, en el sentido propio de la palabra. A las chicas que tenían la oportunidad de al menos haber compartido un beso con él, les encantaba autoproclamarse novias, sin saber que Hänsel solo las consideraba aves de paso sin valor e importancia.

La primera novia de Hänsel fue Sandy, una chica con la que me equivoqué enormemente al pensar que tenía algo de cerebro, cuando en el fondo, era idéntica a las demás. Sandy era una niña preciosa, y muy inteligente. En su antigua escuela había sido la alumna más integral. Era muy reservada y nos conocimos cuando tuvimos que coincidir en un encuentro de conocimiento de Matemáticas entre los dos preuniversitarios del pueblo.

Nunca he sido buena para congeniar con la gente, ya deben saberlo, y no me gusta que me aborden personas a las que no conozco, sacándome conversación innecesaria, pero con Sandy fue distinto. Tenía unas perspectivas muy interesantes y nuestros gustos en libros coincidían en algunos aspectos, menos en la saga Diario de un Vampiro. A ella le fascinaba, yo la detestaba. Casi lloró de emoción cuando le prometí prestarle los libros que la tía Morelia y la tía Kelchie me habían regalado por mi cumpleaños número catorce.

Un día nos orientaron un trabajo en Cultura Política, la asignatura más aburrida, innecesaria e insoportable de todo el sistema educacional cubano en lo que a la enseñanza preuniversitaria se refiere. Resumiendo, es la asignatura que permite que a los estudiantes se les siga instruyendo en el interminable cuento de que el comunismo es bueno y el capitalismo es malo. Que Cuba es un faro de luz para el mundo y los Estados Unidos son el infierno en la tierra, pura maldad, corrupción y destrucción. Y para aquellos curiosos o desmemoriados que se pregunten de dónde surgió tal asignatura tan absurda, les recuerdo que se trata de una especie de mutación grotesca, devenida de las antiguas clases de Marxismo-Leninismo, donde se atiborraba a nuestros abuelos, tíos y padres de la ideología que nos ha llevado al borde de nuestra extinción como pueblo cubano.

Volviendo a la historia central, nos orientaron un detestable trabajo investigativo de Cultura Política, el cual podía hacerse en equipos de a tres estudiantes. Hänsel y yo, por supuesto, desde que nos hicimos amigos, llevábamos a cabo todos los trabajos que se nos orientaban. Claro, él por la desvergonzada comodidad de que no se esforzaba ya que yo me encargaba de hacerlo todo. Pero esta vez Sandy se nos unió, lo cual me dio mucha alegría, porque en serio, y es raro que diga esto, pero Sandy me caía bien. Además, y punto a su favor, Sandy no parecía ser de las que perdían la cabeza por Hänsel, lo que contribuyó a que me simpatizara mucho más que antes.

Nos citamos para hacer el trabajo en la casa de mi amigo, en la tarde, al terminar las clases. Pero al salir de la escuela para el almuerzo, Hänsel se empezó a quejar de que no se sentía bien. Cuando le toqué la frente, le sentí algo de calentura. Lo acompañé hasta su casa y evidentemente, tenía fiebre. No regresó a la segunda sesión, por lo que quedamos en que Sandy y yo iríamos directo a la casa para concretar lo del trabajo de Cultura Política. Durante el recreo le llamé por teléfono para saber cómo estaba. No respondió. Llamé a Magnolia y ella me dijo que Hänsel se había acostado a dormir luego de darse un baño bien caliente.

Tal y como habíamos quedado, Sandy y yo salimos directo a la casa de Hänsel en cuanto sonó la campana anunciando el fin de la jornada lectiva. Magnolia me recibió con mucha alegría, como siempre, y mostró mucho interés en Sandy. El abuelo Fayo, como de costumbre, quiso provocarme y buscarme la lengua, y yo, siguiéndole la corriente, le hice reír dándole uno de mis discursos feministas y anti-machismo.

Llamé a la puerta de la habitación de Hänsel. Había un ruido infernal desde dentro. Él nos hizo pasar. Entrar a la habitación Hänsel era como adentrarse en una dimensión desconocida donde te encontrabas de todo. Cuando cumplió catorce años, hizo que le reestructuraran la recámara, que le instalaran un baño para él solo, con ducha, sanitario y lavamanos incluido. Y no solo eso, sino que lo amueblaran a su gusto. Tenía una consola de juegos, un televisor de plasma del tamaño de un escaparate aproximadamente, un equipo de música, una mesa con computadora y laptop, una cama descomunal y un closet de ropas y zapatos que era casi tan grande como mi cuarto.

Cuando entramos, Hänsel estaba tirado en su cama con un juego de pijama de franela, el aire acondicionado puesto a todo lo máximo de su potencia, el televisor encendido proyectando un variado musical de Brithney Spiers, Avril Lavigne, Taylor Swift, Miley Cyrus, Christina Aguilera, Shakira y Rihanna, al que no estaba prestándole atención debido a que estaba entretenido con su teléfono móvil. Había algo puesto en la pantalla de la computadora, pero no me fijé bien, puesto que lo alto de la música del televisor me hizo buscar el mando a distancia para bajar un poco el volumen:

_ Vas quedarte sordo encerrado aquí y con esta escandalera._ le requerí.

_ Tú haces igual con esos aburridos de Mozart y Bach.

_ Hay una diferencia: Mozart y Bach hacían música, estas niñatas solo chillan un poco y promueven sus cuerpos y sus caritas lindas.

_ ¡Oye! No insultes a mis divas.

No tenía deseos de discutir con él. Ni siquiera me molesté en preguntarle cómo se sentía, puesto que evidentemente estaba mucho mejor:

_ Empecemos con lo del trabajo._ dije y tiré de una silla para que Sandy se sentara en lo que yo me acomodaba en la cama de Hänsel. Debo aclarar que soy la única persona que no ha tenido sexo con él, a la que le permite sentarse libremente en su lecho del amor, como él le dice._ Sandy siéntate.

Pero ella se había quedado estaqueada en el sitio, mirando fijamente a la pantalla de la computadora, con los ojos muy abiertos y una expresión atónita en su rostro sonrojado:

_ Eso... ¿Eso es porno?

_ ¿Qué?_ pregunté de forma distraída pues estaba sacando los libros y cuadernos de mi mochila. Miré en dirección a la pantalla del ordenador y casi me dio un infarto.

Si. Una película pornográfica se estaba reproduciendo tranquilamente, en una escena en la que un tipo musculoso y lleno de tatuajes estaba penetrando violentamente a una mujer de grandes tetas que chillaba y se retorcía, mientras la cámara mostraba todo el proceso de entrada y salida de aquel miembro descomunal en el interior de aquella mujer que parecía no tener entrañas para albergar semejante monstruosidad en su interior. Mi enojo no se hizo esperar:

_ ¿Qué haces con una película pornográfica puesta? ¿Es que no tienes vergüenza, Hänsel?

Una persona normal habría saltado de la cama, muerto del apocamiento, para quitar aquellas imágenes obscenas. Una persona normal si, pero teniendo en cuenta de que Hänsel no entra en esa definición, pueden creer que se quedó muy tranquilo sobre la cama, jugueteando con su IPhone:

_ Ah, había olvidado que la tenía puesta. Quítala Diana, y apaga la computadora, de paso.

Su desfachatez no hizo más que molestarme el doble de lo que ya estaba:

_ ¿Con todo el sexo que tienes todo el tiempo y no te basta? ¿Tienes que ver esas cochinadas? ¿Y no se supone que estabas enfermo? ¿Si tenías fiebre qué hacías masturbándote con una película porno?

Hänsel me miró entonces, alzando mucho las cejas:

_ ¿Qué? Yo no me masturbo. No tengo necesidad de eso.

_ Entonces dame un puñetero motivo para que tengas esa cosa repugnante puesta.

Y el muy desvergonzado se sonrió antes de responderme:

_ Métodos pedagógicos. Se aprende mucho de una película porno. No te imaginas lo didácticas que pueden ser. Hoy por hoy soy un dios del sexo gracias a las pelis porno... ¿Sabías que es uno de los negocios más rentables a nivel mundial?

_ Eres tan aplicado.

Ambos nos volvimos hacia Sandy. Nos habíamos olvidado totalmente de ella, pero ahí seguía, mirando a Hänsel de una manera rara, con los ojos vidriosos y las mejillas encendidas, y hasta se relamió. La sonrisa de Hänsel se pronunció aún más:

_ Gracias._ le dijo a mi acompañante mientras le guiñaba un ojo.

Quise gritarle algo a los dos pero los berridos de aquella condenada actriz porno y sus gemidos de: ¡Yes! ¡Yes! ¡Fuck me! ¡Oh, fuck me hard! en serio me desconcentraban y me estaban poniendo nerviosa.

Con actitud desesperada y manos temblorosas intenté maniobrar el mouse de la computadora, pero mis movimientos resultaron torpes y en mis intentos de quitar el condenado video, solo aumenté el volumen y los gritos de aquella mujer se hicieron aún más estridentes... ¿Es normal gritar tanto cuando estás teniendo sexo con alguien o solo es un efecto dramático de ese tipo de películas?

Ahora la mujer estaba cabeza abajo, su cuello en un ángulo que resultaba bastante incómodo a primera vista, mientras que el tipo le clavaba su larga y gruesa estaca totalmente de pie, encima de ella, subiendo y bajando como si hiciese sentadillas muy cortas:

_ Una vez lo hice en esa posición._ señaló Sandy tranquilamente.

_ ¿En serio?_ Hänsel pareció sorprenderse._ ¿Y te gustó?

Sandy movió un poco la cabeza, con un gesto indiferente de su boquita diminuta de carnosos labios:

_ Hummm... Fue un poco incómodo, pero puedo decir que lo disfruté un poquito.

_ Y... ¿Te encantaría repetir la experiencia?

_ ¿PUEDEN CALLARSE LOS DOS?_ chillé, furiosa al no conseguir apagar aquel aparato y tener que escuchar además los descarados coqueteos de aquel par.

Para mi sorpresa, y la sorpresa de Hänsel, Sandy se limitó a cruzarse de brazos y sonreírle descaradamente:

_ Depende de quién me haga la invitación.

Confieso que aquella faceta de Sandy me dejó totalmente desconcertada. El trabajo de Cultura Política terminé haciéndolo yo sola, para variar, puesto que Sandy y Hänsel siguieron en su asqueroso juego de seducción. No me sorprendió que al otro día ambos se la pasaran besuqueándose por todos los rincones. Lo que sí me sorprendió fue que Hänsel me anunciara por la noche, que Sandy era su novia:

_ Tú no tienes novias._ le dije estupefacta.

_ Lo sé. Hasta yo estoy asombrado. Pero no tienes idea. Esa Sandy es una enferma sexual. Tan calladita y decente que parece y es una diabla en la cama.

La aparición de Sandy en la vida de Hänsel, aunque inesperada, por un momento me hizo creer que podría ser beneficiosa. Hänsel jamás había durado tanto con una muchacha. Cuando se cumplió una semana de que anduvieran juntos, en serio creí que se había producido un milagro. Quería felicitar a Sandy por haber reformado a mi amigo, pero lamentablemente, con aquel noviazgo, Sandy parecía no estar interesada en mi amistad, de hecho, comenzó a ignorarme y a tratarme bastante mal.

No entendía su proceder, pero tampoco quise perder el tiempo buscando razones de por qué ahora parecía odiarme. La respuesta me llegó un sábado en la mañana, a las dos semanas de cumplirse aquel noviazgo. Estaba en mi casa, ayudando a mi mamá con la limpieza, cuando Sandy apareció, muy circunspecta, y me dijo que debía hablarme de un asunto muy serio. Curiosa, enseguida mostré interés en lo que tuviera que decirme, y que ella no tardó en soltarme.

Me dijo que podía entender que Hänsel y yo fuéramos amigos, pero que eso no justificaba el que yo no les diera espacio para su relación. Aquello me tomó tan de sorpresa que ni siquiera pude replicar, aunque ella tampoco me dejó hacerlo, puesto que prosiguió echándome en cara que cuando ella estaba en casa de su novio y de repente yo llegaba, Hänsel enseguida perdía todo el interés en ella, y lo mismo pasaba con la familia de él. Magnolia, Rey y hasta el abuelo Fayo la pasaban por alto cuando ella estaba presente, como si la valoraran y quisieran más que a ella misma, que era la novia oficial de Hänsel:

_ Yo entiendo que ustedes sean los mejores amigos, pero tú tienes que entender que Hänsel es mi novio, y por mucho que lo quieras y que él te quiera, su novia soy yo. Y tienes que respetar nuestros espacios.

No sé qué me molestaba más, si todas aquellas burradas que me estaba diciendo o la cantidad de veces que usaba el término mi novio, o su novia en una misma frase:

_ ¿Ya le dijiste todo esto a Hänsel?_ solo atiné a preguntarle al cabo de unos minutos de contenerme para no arrojarle el balde de agua sucia en la cara._ Porque él tiene el derecho de saber cómo te sientes tú en este noviazgo que tienen.

Sandy se cruzó de brazos y alzó la barbilla de manera desafiante:

_ Ya lo conversamos, y él está plenamente de acuerdo conmigo.

Aquello me ofendió. Su petulancia y saber que Hänsel, mi supuesto mejor amigo, se había prestado a aquella farsa. Nunca lo hubiera esperado de él:

_ Pues por mí no te preocupes más. De mi parte te aseguro que no volverás a tener quejas de mí. Tú y tu novio pueden ser felices a partir de ahora, teniendo la certeza de que no voy a molestarlos nunca más.

Ese sábado ignoré todas las llamadas y mensajes de Hänsel a mi teléfono, y cuando llamó a la casa, le pedí a mi mamá que le dijera que me había acostado temprano. No quería saber nada más de él. Me sentía traicionada y herida, pero no pensaba tirarme a llorar por ese imbécil, misógino, narcisista y arrogante. Podía irse al infierno con su querida y calenturienta noviecita.

El domingo insistió en comunicarse e igualmente lo ignoré. Por la tarde se apareció en la casa, molesto y todo sudado. Había tenido que venir corriendo porque a la bicicleta se le reventó una goma. Sus ojos despedían chispas furiosas:

_ ¿Me puedes explicar por qué llevas dos días sin querer hablarme y sin ir a la casa? ¿Qué carajos te pasa?

_ En primera, bájale tres palitos a tu volumen de voz cuando me hables; en segunda, modera tu vocabulario vulgar porque estás en mi casa, si lo olvidaste; y en tercera, no tienes ni un ápice de vergüenza al presentarte aquí luego de mandar a tu noviecita a que diera la cara por ti.

_ ¿Ah...?_ hizo Hänsel con una mueca tan graciosa en el rostro que me habría reído de buena gana, si la ocasión hubiera sido de chiste.

_ ¡No te hagas, Hänsel Mancebo Morffi!_ le grité y comencé a aguijonearlo con un dedo en el pecho._ Si tan incómoda te resultaba mi presencia y te molestaba para intimar y pasar tiempo con Sandy ¿Por qué no tuviste los huevos para decírmelo directamente? Creí que eras mi amigo, que teníamos confianza para decirnos siempre la verdad...

_ Dido... ¿Me puedes explicar qué coño es todo eso de lo que estás hablando y de lo que no tengo ni puta idea?

_ ¡No te hagas! Sandy vino ayer a mi casa por la mañana y me lo contó todo.

De inmediato le reproduje todo el discurso de su novia, sin omitir ni una sola palabra, y para el final de la narración, me di cuenta del papel de tonta que estaba representando, puesto que, por la expresión en la cara de Hänsel, él no tenía ni idea de que Sandy hubiera hecho tal locura:

_ ¿Quieres decir...?_ empecé a decir, totalmente aturdida._ ¿Qué ella nunca te dijo nada de esto? ¿Qué tú no sabías nada?

_ Acabo de enterarme contigo de lo que te hizo y te dijo. Pero lo que me duele y me molesta es que le hayas creído, que hayas confiado más en ella que en mí.

Sin poderme contener le eché los brazos al cuello y lo abracé fuertemente. Adicto o no al sexo y a la pornografía, Hänsel era mi mejor amigo, y lo quería entrañablemente, y me prometí que, desde ese día, nada ni nadie me harían dudar de su lealtad y cariño por mí.


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