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Tres años después...
Puede llegar a resultar sorprendente la cantidad de eventos que pueden acontecer en el transcurso de solo tres años. Comparado con un período más largo, digamos, diez o veinte, tres años llegan a ser casi insignificantes. Pero en la vida de dos personas que se aman y añoran, tres años venían a ser algo muy similar a una eternidad. Ufff... Einstein y sus dichosas teorías relativistas.
Al cabo de unos meses, tras la partida de Hänsel, Dido y Aracely enfrentaron también la marcha de la tía Landa con su esposo Simón y por supuesto, Roxy. No es que a Dido le doliera separarse de unos parientes con los que nunca había congeniado muy bien, pero sabía cuánto quería su mamá a su única hermana.
Y ellos nos fueron los únicos en marcharse del país.
Resultaba increíble. Era como si se hubiese desatado una suerte de estampida nacional. Miles de cubanos buscaban la manera de salir del país, de escapar de una situación económica cada vez más precaria, y un gobierno insuficiente, ridículo y mentiroso, enfocado en endulzar la realidad con exaltaciones patrioteras, alentando a la resistencia y señalando a culpables que se encontraban a noventa millas de distancia en la latitud norte.
Dido estaba cada vez más asqueada de escuchar a la gente hablar solamente de trámites, parole, cruce de fronteras y cualquier otro asunto que implicara inmigración. Tal parecía una epidemia en la que los implicados buscaban una manera de alejarse del país en que habían nacido, sin preocuparse en qué o a quienes dejaban atrás.
Los centros de trabajo mostraban plantillas laborales incompletas, ya que continuamente más y más personas de repente dejaban de acudir y se descubría que se habían marchado del país, y lo mismo pasaba en las aulas de los centros educacionales de todas las enseñanzas, donde empezaron a reducirse las matrículas estudiantiles.
Últimamente se había vuelto recurrente preguntar por alguna persona, y recibir la respuesta de que se hallaba en otro país o en la frontera entre México y los Estados Unidos de Norteamérica.
Lo que más enfurecía a Dido, no era la cuestión de aquel éxodo desencadenado. Cuba había sido testigo de estampidas migratorias similares en otras épocas; durante los primeros años de revolución, allá por los finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo XX, y luego en los noventa. Pero la situación actual era preocupante, y lo que más le hacía hervir la sangre en las venas, era el poco interés que el gobierno cubano prestaba a tales sucesos:
_ ¿Es que no se dan cuenta que al paso que van las cosas no quedará nadie en esta isla?
_ Yo no diría eso,_ le dijo Hänsel desde la pantalla del teléfono._ quedarán tú y tu mamá, que son las únicas candidatas permanentes para apagar El Morro, cuando ya todos se hayan ido.
_ Qué chistoso._ gruñó Dido y continuó._ Y para colmo, la gente lo único que sabe es hacer memes o subir publicaciones estúpidas a las redes sociales. Eso me mortifica aún más. Por eso detesto las redes sociales.
_ Pues a mí me divierten cantidad. Sabes muy bien que esa es la típica actitud del cubano: hacer un chiste de sus problemas.
_ ¡Es que las cosas no están como para chistes! ¡No le veo la gracia a ridiculizar la situación de un país que cada vez se hunde más en la mierda y la miseria!
_ Oye... ¿Estás segura que una jueza tan prestigiosa como tú debería estar hablando de estos temas? No quisiera que te buscaras ningún problema serio con las autoridades comunistas y represoras.
_ Puedo hablar libremente de lo que me salga de mis entrañas, porque supuestamente vivo en un país libre del cual soy ciudadana y tengo todo el derecho de esgrimir mi derecho.
Hänsel soltó una carcajada estridente:
_ Si, es maravilloso que creas algo así. Oye, no te imaginas a quien me topé hace unos días atrás. Estaba en Miami para el lanzamiento de una línea de ropa nueva de la marca y vi a uno de tus ex, a Francisco José. Trabaja justo en la tienda donde estábamos haciendo la presentación. Sigue igualito. Bueno, un poco gordo, pero no ha cambiado en nada. Ah, y también me encontré a dos de mis más queridas novias, a Ivette y a Marielena. Ya tienen hijos. Ivette había llegado a Estados Unidos hacía solo un par de semanas, su marido le puso el parole a ella y al niño que tienen. Oh, y no te imaginas a quienes vi también y te mandan muchos besos y abrazos... ¡A Los Mellizos! ¿Te acuerdas de ellos?
_ Christian y Christina ¿Cómo voy a olvidarlos?
_ No han cambiado para nada. Siguen viviendo juntos y acostándose con quien les llama la atención a los dos. Por supuesto, no perdimos la oportunidad de revivir momentos ricos del pasado.
_ Son tal para cual._ dijo Dido y reparó en que Hänsel se llevaba a la boca lo que parecía ser un puñado de palomitas de maíz._ ¿Qué se supone que estás comiendo?
_ Rositas de maíz.
_ ¿No deberías estar ingiriendo algo más nutritivo, saludable? Esa comida chatarra no te hará ningún bien, y con tu trabajo, no te conviene comer esas cosas que contienen tantas calorías.
_ Cálmate. Esto es solo una chuchería que como mientras disfruto la película que no me has dejado ver desde que nos pusimos a hablar.
_ ¡Fuiste tú quien me llamó por teléfono!
_ ¿Por qué me gritas? Sigues siendo la misma petatera de siempre. Ni con un título de jueza mejoras.
_ No pienso responderte ni decirte a donde pueden irse tú y mi título de jueza... ¿Cómo va lo de tu postulación a lo del concurso Míster Internacional?
_ Es un hecho. Seré el candidato oficial de Cuba al certamen Míster Internacional de este año.
_ ¡Felicidades Hans! Tus padres deben estar orgullosos.
_ Aún no lo saben, ni mis tías. Acabo de decidirlo y tú eres la primera en enterarte.
_ ¿Qué? ¿Pero serás irresponsable? ¿Ni siquiera a Morelia o a Kelchie se lo has contado?
_ ¿Puedes dejar de pelearme? Ni aun estando lejos dejas de tratarme como a un niño chiquito.
_ Dejaré de tratarte como a un niño cuando comiences a comportarte como un adulto responsable.
******************
Si, en tres años que habían transcurrido muchas cosas habían cambiado, excepto la relación entre Hänsel y Dido.
Tal y como había prometido, desde su llegada a México no hubo un solo día en que no se hablaran por teléfono, o al menos, que se escribieran por el WhatsApp, manteniéndose informados uno al otro de cómo iban sus vidas.
Rey y Magnolia estaban bastante bien en España. Rey laboraba en una empresa de construcción, y Magnolia se había creado una especie de guardería, donde cuidaba a varios niños pequeños. Mensualmente enviaban dinero a Dido y a Aracely, y a veces, con algún que otro cubano que arribara a la isla, paquetes con medicamentos y artículos diversos, además de mantener comunicación telefónica estable y habitual.
Dido se había graduado de jueza, con Título de Oro además. Aún recién egresada, le ofrecieron el cargo de presidenta del tribunal provincial de justicia, y no titubeó en aceptar el nombramiento, con todos los privilegios, responsabilidades y problemas que traía aparejado consigo:
_ Estás rematadamente loca._ le había dicho Hänsel al saberlo._ ¿Cómo se te ocurre aceptar algo así? ¿Sabes todo el trabajo que se te vendrá encima?
_ ¿Y qué? A diferencia de ti, el trabajo nunca ha representado un problema para mí. Me asignaron una casa en la ciudad. Mami y yo vamos vender la casa del pueblo y nos mudaremos. Va a ser un cambio completo y radical.
_ Como sea, compadezco a los pobres jueces, abogados y acusados que tengan que soportarte como jefa.
En cuanto a Hänsel, su primer año en México fue sobre todo de aprendizaje y adaptación a un nuevo estilo de vida en el que ya no era el niño consentido que recibía todos los privilegios sin molestarse en mover un dedo para hacer algo útil. Si bien Morelia y Kelchie lo recibieron con los brazos abiertos, igual le dejaron en claro que tendría que trabajar para ganarse el sustento. Kelchie le tenía reservado un puesto de trabajo en uno de los almacenes de su propiedad, y durante unos seis meses, Hänsel supo lo que era comportarse como un adulto con responsabilidades. Fue una experiencia traumática, en su definición, pero la soportó estoicamente, sin pronunciar una queja. Y luego de aquellos seis meses, su suerte cambió en un giro tan brusco, que tres años después, quienes lo conocían continuaban sin poder creer lo afortunado que había sido.
Una noche en que había salido a cenar fuera con sus tías, se percató de que en el restaurante había un sujeto que no le quitaba los ojos de encima. Lo ignoró olímpicamente, pero, mientras disfrutaban del postre, el tipo fue hasta la mesa que ocupaban y se presentó. Era una especie de cazatalentos, representante en una agencia de modelos y artistas, y se había quedado fascinado con la elegante y llamativa figura de Hänsel, a quien quería hacerle unas pruebas de cámara, si estaba interesado.
Ni Hänsel, Kelchie o Morelia se tragaron el cuento, pero decidieron seguirle la corriente al sujeto e intercambiaron tarjetas y números telefónicos.
Una semana después, cuando prácticamente se habían olvidado de aquel extraño sujeto, y las bromas al respecto de que solo se había tratado de un tipo impresionado por el innegable atractivo de Hänsel, ansioso por llevárselo a la cama, recibieron una llamada telefónica. Como estaban en el trabajo, solo escucharon el mensaje en la contestadora, informando que Hänsel debía presentarse al otro día en determinadas oficinas y a una hora específica, para someterse a un casting.
Al principio, ninguno de los tres pudo reaccionar. No sabían si se trataba de una broma o algo serio. Lo cierto es que al día siguiente, Kelchie acompañó a Hänsel al sitio indicado, y resultó que sí, era todo muy real. Era un hermoso complejo de oficinas, en un lujoso edificio, destinadas a la promoción y representación de talentos. Había un montón de jóvenes, todos hermosos, como acabados de salir de las páginas de una revista, preparados para posar ante varias cámaras. Hänsel supo de inmediato, que de triunfar ese día, su vida estaba a punto de cambiar drásticamente, y no para mal.
Llegó su turno de enfrentarse al casting y lo condujeron hacia un amplio salón lleno de cortinas y luces. Al fondo, había varias personas sentadas, discutiendo y observando fotos de los aspirantes y debatiendo sobre sus currículos. Bueno, él no tenía ni foto ni currículo que presentar. Estaba allí porque simplemente lo habían citado. Vio al tipo que le había abordado en el restaurante, además de cuatro personas más, una mujer entre ellos. Lo saludó con un gesto cordial, y el sujeto pareció entusiasmarse, puesto que susurró algo a sus colegas parecido a: Este es el chico del que les hablé.
Cuando se paró ante el equipo de filmación, a pesar de sentirse obviamente nervioso, hizo completo derroche de su encanto personal y se lució ante las cámaras. No tuvo ningún inconveniente cuando le pidieron que se desvistiera, quedándose solo en calzoncillos ante las cámaras y los presentes.
Una vez terminada la prueba, antes de salir, alcanzó a escucharle decir al tipo que le había dado aquella oportunidad:
_ ¿Qué les dije?
Otro de ellos se cruzó de brazos y opinó:
_ Podría funcionar. Tiene carisma.
_ Y es absurdamente guapo._ suspiró la mujer.
Hänsel salió airoso en el casting, siendo el joven seleccionado para promocionar una importante campaña, pero había un pequeño detalle: aún no estaba de manera legal en el país, y aunque sus tías ya habían iniciado los trámites para que alcanzara la residencia mexicana, el proceso se había retrasado, y al menos necesitaba un permiso de trabajo antes de poder firmar el contrato con la agencia.
Los ejecutivos estaban ansiosos por trabajar con él. En él habían encontrado el rostro nuevo y refrescante que buscaban, además del carisma, para la promoción de una nueva marca en el mercado que incluía línea de ropa, calzado, perfumes, accesorios, cosméticos, alimentos, bebidas, y toda suerte de artículos que pudiera uno imaginarse para el público masculino. Y según le explicó el sujeto que lo había descubierto en el restaurant, en cuanto lo vio, quedó fascinado con su encanto personal, además de que sus colegas que le vieron en el casting, tras estudiar minuciosamente sus fotos y las grabaciones de su audición, concordaron en que él cumplía con todos los requisitos para convertirse en el nuevo rostro de la novedosa y en un futuro muy prestigiada marca:
H♂♂MEN'S
_ Pero no entiendo,_ dijo la tía Kelchie._ ¿no sería mejor buscar a alguien famoso? ¿Un modelo o un actor experimentado para esto?
_ Eso creímos en un inicio, pero el dueño de la marca quiere a alguien tan nuevo y desconocido como su empresa. Llevamos cerca de un mes analizando candidatos. Ya no sé a cuantos hemos entrevistado. Cada día le enviamos al empresario un reporte con los potenciales, pero a él no le agrada ninguno. Ayer le mandamos la audición de Hänsel, y su respuesta fue que quiere conocerlo personalmente. Así que esta noche arréglense, porque irán a cenar con el hombre que puede cambiar sus vidas.
Hizo una pausa y añadió, cuidando mucho su tono y las palabras que empleaba:
_ Quizás ha llegado el momento en que debo aclarar que esta marca, aunque pensada para el universo masculino, realmente su alcance principal es el público... digamos... gay. Espero que no haya ningún problema con eso.
Pero a Hänsel no le importaba para quien fuera destinado lo que él habría de promocionar. En cuanto supo que en lo adelante su vida se tornaría en un continuo ir y venir en viajes, filmaciones, sesiones de fotos, y que su imagen pronto estaría apareciendo en revistas, posters publicitarios, spots promocionales en la televisión, y lo mejor, recibiendo jugosos cheques en pago, no dudó un segundo en aceptar la oferta. Y de inmediato telefoneó a Dido y se lo hizo saber.
Don Alessandro, el dueño de la marca, era un sujeto elegante y refinado, que ya rondaba la cincuentena, aunque se cuidaba mucho de aparentar lo contrario. Era oriundo de Brasil, aunque llevaba varios años en México y había dedicado todo ese tiempo y su cuantiosa fortuna en crear lo que él definía como su legado en el mundo empresarial. Su gran ambición era que la marca Homen, una vez salida al mercado, superara o, al menos, pudiera estar a la altura de otras ya existentes.
Como todos los demás, en cuanto le presentaron a Hänsel, don Alessandro (quien era abiertamente gay) quedó fascinado por el chico, aunque en un inicio trató de disimularlo, envuelto en aquel aire de superioridad que le otorgaban sus cuentas bancarias.
Para el final de la cena, en el restaurant más caro y famoso de la ciudad, don Alessandro estaba tan encantado por la gracia y la frescura de Hänsel, que declaró abiertamente estar ansioso por comenzar a explotar la imagen de aquel sexy cubanito, y cuando Kelchie y Morelia le explicaron la situación legal del chico en el país, el poderoso empresario no dudó en ofrecer a sus abogados para que intervinieran y agilizaran el proceso de residencia de Hänsel.
De la noche a la mañana, Hänsel pasó a ser, de un simple cubanito emigrante que laboraba en un almacén, una celebridad cuyo rostro, meses después, recorría las calles estampado en el transporte público, o aparecía en pantallas publicitarias y sus fotos plagaban los teléfonos de chicos y chicas, mujeres y hasta hombres, fascinados por la gracia, el encanto y carisma de aquel joven seductor salido de la nada y que se había convertido en todo un fenómeno mediático.
Era como un sueño hecho realidad, y Hänsel lo disfrutaba en extremo. Parecía haber nacido para ese trabajo de posar y lucir hermoso y encantador. Todos los fotógrafos y ayudantes de set con los que trabajaba, se sorprendían al saber que nunca antes había hecho modelaje. Se negaban a creer que el chico estuviera haciendo aquello por primera vez, y que para colmo, fuera capaz de hacerlo tan recondenadamente bien.
Hänsel disfrutaba de su nueva vida, siendo agasajado y sabiéndose deseado. Ahora salía a la calle y era abordado por personas que le pedían hacerse selfies con él, e incluso, le rogaban autógrafos. Una chica muy descarada le pidió incluso que le firmara el sostén. Hänsel creía que esas cosas pasaban solo en las películas. Y ni contar en la cantidad de besos que le habían robado, aunque no era exactamente un robo cuando él se aprovechaba del momento y respondía al beso.
Toda la familia estaba encantada con la imagen de superestrella que había alcanzado, y Dido no perdía oportunidad de advertirle que revisara bien todos los documentos que firmara, que contratara a un abogado y que delegara responsabilidades en Morelia y Kelchie para que cuidaran de su patrimonio que ya empezaba a crearse:
_ ¡Imagínate Diana Dolores, que tengo tanta ropa que ya ni sé que ponerme! ¡Es tanta que dudo mucho que me alcance toda la vida para que me las ponga todas! Uso todas las prendas exclusivas de la marca. Soy el primero en llevarlas y eso ayuda a la promoción. Ah, y las cosas van tan bien, que don Alessandro es súper generoso conmigo, claro que sé que en el fondo está loquito por meterme en su cama, pero yo lo manejo.
_ Ten mucho cuidado Hans, no juegues con fuego o puedes quemarte. Esa gente con dinero es capaz de todo por salirse con la suya, y si no lo logran, pueden hundirte, o hacerte mucho daño. No seas como Ícaro, que quiso volar demasiado cerca del sol usando alas de cera y mira como terminó.
_ Y tú no seas aguafiestas, Dido. Mira, don Alessandro me regaló un carrazo que ni te imaginas. Creo que podría hacerle el favor y follármelo par de veces, en agradecimiento. Total, no es como si fuera la primera vez que estuviera con un hombre. Y lo cierto es que el vejete no está tan mal para tener más de cincuenta.
_ Eres incorregible. No sé cuando piensas madurar, aunque al paso que vas, pasarás directo de verde a podrido.
_ No te he dicho aún... Ya me renté un departamento, me mudaré en unos días... Tranquila que no pienso olvidarme de mis tías. Le debo mucho a Kelchie y a Morelia. Ellas me han apoyado muchísimo en todo este proceso de iniciar mi carrera, así que no pienso darles de lado. De hecho, les he ayudado mucho con el negocio. Cada vez que visito los almacenes de Kelchie, las ventas suben. No te imaginas como tengo fanáticos y seguidores en Instagram.
_ Mírate, estás haciendo realidad tu sueño de toda la vida... ¿Qué se siente ser un dios recibiendo la adoración del mundo?
_ Se siente bien, aunque sería mejor si estuvieras aquí conmigo. De verdad te extraño y te necesito. Serías mi abogada estrella. Piénsalo. Ahora tengo el dinero para poder sacarte de Cuba y traerte para acá, y don Alessandro podría ayudarme a agilizar lo de tu residencia. Y nos traemos a tu mamá también.
_ Ya te dije que no. Además, voy a ser jueza, no abogada.
_ Me encantaría que vieras mi departamento. Ahora lo están decorando. Alessandro contrató a una mujer que se dedica a esas cosas, una... ¿cómo es que le dicen?
_ Diseñador de interiores.
_ Eso mismo. Claro que di todas mis exigencias de cómo quería que se viera. En cuanto esté listo haré una fiesta para celebrar mi nueva casa. Es como un palacete en las alturas, porque si no te lo dije, está en un barrio de lujo y en un edificio que parece un hotel como de quinientas estrellas.
_ No seas tan derrochador, Hans.
_ Por favor, Diana Dolores. El dinero se hizo para gastarlo. Además, con todo el trabajo que tengo... No descanso prácticamente. No salgo de un proyecto y ya me están solicitando para otro. Y eso significa que siempre vendrá un sustancioso cheque detrás, sin contar los regalos de don Alessandro.
_ Ten cuidado y no termines casado con don Alessandro. En México, el matrimonio entre personas del mismo sexo ya está aprobado.
_ Si pone sus millones a mi nombre, créeme que no dudaré en hacerlo.
_ Eres tan cínico que ni te soporto.
_ ¿Prefieres que te mienta? Sería como tener un Sugar Daddy.
_ En fin, me alegro que todo te vaya tan bien, pero aún así ten cuidado. Y comienza a guardar dinero en el banco, y no despilfarres innecesariamente.
_ A la orden, capitana... Oye ¿Les llegó el dinero que les mandé a ti y a tu mamá?
_ Si, y también el paquete. No hacía falta que mandaras tanta ropa.
_ Por favor, no puedo dejar que gastes dinero en unos trapos horrendos para tu graduación. Quiero que te veas espectacular. Y ya tengo a mis tías trabajando en comprarte un guardarropa para que luzcas como esas juezas estiradas que salen en las películas.
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En solo dos años, HOOMEN'S se había posicionado como una de las principales marcas para hombres, gracias a toda la mercadotecnia empleada para su promoción; y con Hänsel siendo su rostro oficial, ofreciendo aquella seguridad, control de sí y elegancia que para él resultaban tan naturales. Las mujeres seguían cayendo rendidas ante sus encantos, y el público gay masculino no podía negar ni ocultar la fascinación que experimentaban por el muchacho.
Dido ahora estaba absolutamente convencida de una verdad: Hänsel había nacido para brillar, y estaba feliz de que fuera de aquella manera. Su amigo se merecía todo lo bueno que le estaba ocurriendo en la vida.
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Aquel año, don Alessandro le había propuesto patrocinarlo para que participara en el concurso de belleza masculino Míster Internacional.
El certamen había sido constituido en el año 2006, por un empresario de Singapur, y hasta la fecha, candidatos de cerca de ochenta países se habían presentado, entre ellos algunos cubanos residentes en el extranjero, sobre todo en Latinoamérica o los Estados Unidos, a pesar de que ninguno había ganado hasta el momento:
_ Tú podrías ser el primero._ le aseguró don Alessandro.
Dido fue la primera con la que compartió y discutió acerca de la propuesta, y ella, una vez más le aconsejó pensarlo bien, y, si estaba seguro y dispuesto, que no dudara en aventurarse:
_ Alessandro dice que esa podría ser una grandísima oportunidad, que podría abrirme puertas en el futuro.
Dido ya sabía de antemano que Hänsel acabaría aceptando la idea. Por favor... ¿Alguien tan egocéntrico perdería una oportunidad de resaltar en un concurso internacional de belleza? Sería demasiada ingenuidad el solo ponerlo en duda:
_ Me alegro que hayas aceptado. Si hay alguien que puede ganar ese evento, eres tú.
_ ¿Acaso escuché bien? Luego de tantos años ¿Acabas de admitir que soy hermoso?
Dido entornó los ojos y sonrió de una manera extraña:
_ Oye Hans, hay algo que tengo que decirte. Tengo una noticia que darte.
Alguien entró en la habitación en ese momento. Un hombre corpulento, oscuro y muy serio. Se acercó a Dido y la besó en los labios, y luego lanzó una fría mirada a la pantalla del teléfono:
_ Hola amor... ¿Cómo estás Hänsel?
_ ¿Qué hay, José Miguel?
Dido optó por ignorar el hielo en el saludo de ambos hombres:
_ ¿Adivina qué, niño? Hänsel va a participar en el Míster Internacional de este año.
_ ¿Eso qué es?_ preguntó el hombre acomodándose junto a ella, de manera que Hänsel pudiera verlos bien acurrucados.
_ Chico, el concurso de belleza del que te hablé, que te comenté que le habían propuesto participar. Va a representar a Cuba.
_ Ah... Eso es como Miss Universo ¿No?
La noticia parecía importarle bien poco al tal José Miguel, o eso quería dar a demostrar:
_ Algo así, pero para hombres.
_ Qué bien... Felicidades Hänsel.
_ Gracias._ respondió aquel como si le importara menos las congratulaciones de aquel tipo que, obviamente, no le simpatizaba._ Oye Diana Dolores ¿Qué era lo que ibas a decirme antes de que tu media toronja llegara y nos interrumpiera?
Dido estuvo a punto de reprocharle, pero se contuvo. Odiaba cuando Hänsel se refería a su novio con aquel mote de tu media toronja, solo por fastidiarla, pero tratándose de Hänsel, decidió no perder el aplomo, y mucho menos en presencia de José Miguel, a quien de por sí, su amigo no le agradaba. Lo toleraba, pero no lo soportaba:
_ Eres la primera persona a la que vamos a darle esta noticia. Ni siquiera mi mamá lo sabe aún.
_ Ah, lo siento amor, pero tu mamá ya lo sabe. Se lo dije hace un rato, por teléfono.
José Miguel, que se había puesto a hurgar en su teléfono móvil, soltó aquello con mucha tranquilidad. Dido le dirigió una mirada de reproche:
_ ¿Por qué hiciste eso? Te dije que quería ser yo quien le diera la noticia.
_ Es igual, de todas formas ella está muy feliz. Lo verás en cuanto llegue del trabajo a la casa.
El rostro de Hänsel se contrajo, mostrando una clara actitud de desconfianza:
_ ¿Acabarán de decir cuál es esa noticia de la que ya no seré el primero en enterarme?
Dido apretó los labios y anunció:
_ José Miguel y yo nos vamos a casar.
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